LA HISTORIETA EN NICARAGUA
HERNAN OSTUNI, PEDRO XAVIER MOLINA, YASIR FAJARDO

Resumen / Abstract:
El cómic centroamericano ha sido una deuda pendiente en todas las investigaciones realizadas, por lo que ha llegado a convertirse en una verdadera caja negra que oculta grandes artistas y personajes. Se presenta aquí una visión del cómic nicaragüense que oscila entre el compromiso político y la represión a alguno de sus artistas. Viajaremos entre las formidables creaciones de Chilo, el compromiso de Amo y Róger Sánchez , mostrando los nuevos valores y las nuevas tendencias que se encuentran en ese país. / The Central American comic has been an outstanding debt in all investigations, is a true black box that conceals great artists and characters. Here we present a vision of Nicaraguan comic ranging from the political commitment and the repression of some of its artists. We shall travel between the formidable Chilo's creations , the commitment of Amo and Roger Sánchez, showing the new values and new trends that are in that country.
Notas: Artículo previsto para su publicación en número 35 de la Revista latinoamericana de estudios sobre la historieta de septiembre de 2009, que quedó finalmente inédito.
LA HISTORIETA EN NICARAGUA

 

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Una de las primeras caricaturas sobre Nicaragua: Roberto Carlos Federico, el emperador negro de Nicaragua.  
Los procesos sociales, económicos y políticos se han dado a lo largo y ancho de toda nuestra América. Si bien esto es cierto, que los datos sobre América Central y el Caribe son escasos y a veces nulos, intentaremos desarrollar a lo largo de este capítulo de qué modo el humor gráfico y la historieta han procurado –y aún procuran– a través de sus creadores enfrentar a la realidad y al poder de turno, si bien no siempre con el resultado deseado.

 

Los comienzos

A diferencia de otros ejemplos de América Latina, el desarrollo del humor gráfico en Nicaragua se dio en los albores del siglo XX, si bien las dos primeras caricaturas de las que se tienen noticias datan de 1839 y los primeros años de la década de 1840. En una de ellas se muestra a Roberto Carlos Federico (El rey mosquito o, como lo llamaran despectivamente los ingleses, El emperador negro de Nicaragua), vendiéndose al protectorado británico a cambio de un barril de ron que le ofrece el cónsul inglés; la otra es también una muestra sobre la influencia británica en ese país. Aunque ninguna fue publicada en Nicaragua, ambas son la primeras en mencionar al país como eje de una crítica humorística.

 
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Otra viñeta humorística del siglo XIX sobre Nicaragua: «John Bull and the Nicaragua Question».
 

Los primeros artistas

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  Caricaturas de Octavio Torrealba y de Fernando Vélez Paiz.
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Pedro Pablo Argüello, bajo el seudónimo de Mostaza, comienza a publicar, en el diario El Comercio de Managua hacia 1904 la que puede considerarse como una de las primeras caricaturas autóctonas. Durante la primera década del 1900 surgen una serie de artistas que comienzan a perfilar el movimiento de humor y caricatura en ese país.

Ricardo Moreira, excelente dibujante, escultor y grabador sobre madera que encararía una lucha feroz desde el semanario humorístico Gil Blas de Anselmo Fletes Bolaños contra los dirigentes conservadores; también colaboró en el semanario Los Domingos.

Otro artista destacado fue Federico Ruiz, de corta trayectoria pero de gran calidad en su obra; murió repentinamente, privándonos de ver todo el potencial de su obra. Colaboró también, hacia 1919, en el semanario Los Domingos.

Pero sin duda el dibujante más importante de este período fue Octavio Torrealba, pequeño de estatura, pero un gigante del dibujo. Sus primeros trabajos los ubicamos hacia 1918 en Los Domingos, pero hacia 1920, dado lo prolífico de su obra, el gobierno le otorgó una beca para desarrollar su arte en Europa, de donde regresó enfermo en 1926, para terminar sus días en Masaya, su ciudad natal.

El sucesor de Torrealba fue el médico y cirujano Fernando Vélez Paiz, quien colaboró en la citada revista Los Domingos, y fue célebre su caricatura de Ismael Solórzano con cara de tiburón. Después emigró hacia Europa, becado por el gobierno para continuar sus estudios en medicina.

Otro hito importante de esta época incipiente de la historieta de Nicaragua, lo encontramos en Rodrigo Peñalba, eximio pintor que realizó sus primeras armas en la caricatura. Era conocido como El león de Managua y publicó sus trabajos hacia 1924 en La Noticia y en su suplemento La Noticia Ilustrada. De sus creaciones son especialmente recordadas las caricaturas de Bartolomé Martínez y monseñor Cipriano Vélez con cara de ídolo de Lipululo y de mono respectivamente. Pero tal vez el éxito más importante de este artista haya sido la creación de uno de los primeros personajes fijos en criticar a un gobierno –el del presidente Carlos Solórzano– a través de su personaje don Anacleto.

Finalmente Peñalba emigró a Estados Unidos para continuar sus estudios en pintura, de donde regresó finalmente para hacerse cargo de la Escuela de Bellas Artes.

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Viñeta humorística de Toño López.  
Toño López fue uno de los primeros artistas que logró vivir de sus trabajos. Comenzó a publicar hacia 1937, en la revista Novedades y luego en La Noticia, pero sus trabajos más importantes se reflejan en La Semana Cómica y en Los Lunes, publicación de la que fue fundador. Trabajó también en el diario Flecha y tuvo además como méritos agregados el de haber sido un excelente grabador y uno de los padres de la publicidad en Nicaragua, por haber sido el fundador de las dos primeras agencias del país.

También cabe destacar en este período a Jorge Ampié y a Joaquín Zavala Urtecho. Este último fue uno de los caricaturistas más importantes en apoyar la candidatura del general Anastasio Somoza en 1937, hecho que le valió ser nombrado cónsul en Japón cuando Somoza asume la primera magistratura. No podemos obviar una mención para Nieve Andina Arnesto, una de las primeras mujeres en incursionar en el mundo del dibujo en ese país.

 

Salomón Barahona López (Chilo)

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  Dibujo de Salomón Barahona López (Chilo).
Hay que detenerse un momento para hablar de este importante hombre de la cultura nicaragüense. Dibujante, periodista, gourmet, nadador y defensor de la naturaleza: son algunos de los atributos que marcan su perfil.

Nació hacia 1904 en Managua. Su apodo Chilo deviene de ser el hijo de Cecilio. Fue padre de once hijos y sin duda uno de los pilares del movimiento caricaturista en ese país.

En 1927, con solo 17 años publicó sus primeros trabajos en el diario El Field de Santos Ramírez. El poeta Salvador Ruiz Morales lo llamó para colaborar en la revista Los Domingos, en la que ingresó finalmente como caricaturista del diario La Noticia. Con su hermano Ernesto, también periodista, publicaron la revista Pantalla, que rápidamente fue clausurada por el gobierno de Anastasio Somoza.

La gran creación de Chilo fue «Panchito y la Rana». Al respecto cuenta Chilo: «en 1927, a pedimento del director de La Noticia, don Juan Ramón Avilés, creamos a Panchito Managua para moverlo en las caricaturas de La Noticia como símbolo de la opinión pública, es decir el pueblo. Después de ensayar varios modelos para la creación de Panchito Managua, el escogido para tal fue el dibujo estilizado de un chico precoz y travieso de carne y hueso llamado Emigdio Mendoza. [...] Siempre a pedimento del director de La Noticia, más tarde en 1932, pensamos en darle una compañera y fue entonces que creamos la Rana, siguiendo una humorada del presidente, general José María Moncada, quien decía –cuando tenía su chalet en la laguna Masaya– que sus amigos llegaban allí para picarle la rana (sic)». Otra versión sobre la creación de la Rana relata que Chilo sacó a bailar a una dama cuyo mote familiar era Las Ranas.

Pero lo cierto es que Panchito y la Rana se convirtieron a lo largo de cuarenta y dos años en la tribuna popular del pueblo nicaragüense y su fama trascendió a su propio creador. Chilo además publicó un pequeño diario humorístico –El Testamento de Judas–, donde demostraba todas las facetas de su personalidad. Odiado por los dictadores de turno, Chilo emerge como un símbolo de lo que la caricatura puede lograr. Publicó varios libros de caricaturas y fue premiado y respetado hasta su muerte el 27 de mayo de 2001 a la edad de noventa y seis años.

 

Alberto Mora Olivares (Amo), el primer historietista

Heredero directo del camino dejado por «Panchito y la Rana», «Pedro Nica» (personaje al estilo de «Panchito y la Rana», que aparecía en el diario Flecha) y otros, Amo rompe con una de las tradiciones más arraigadas en Nicaragua, la caricatura política, presentando desde las páginas del diario La Prensa a su personaje «Nicasio», el nuevo Juan Pueblo, pero con la modalidad de una historieta de tira diaria, con lo que dio una vuelta de tuerca a lo ya conocido.

Según confesara el propio Olivares, Nicasio, «el Nicasio roto, burlador, oposicionista convencido, chilero y respondón, igual que millares de nicaragüenses, nació en el Hospital General en 1962» a raíz de un accidente que sufriera el propio Amo el primero de agosto de 1961, cuando viajaba a Las Sierras hacia Santo Domingo y despistara de la carretera el jeep en que iba. Tuvo que permanecer enyesado en el hospital por espacio de siete meses, tiempo que utilizó en dar vida a su criatura. «Cuando salí del hospital envié a La Prensa una tira en la que presentaba al “Rey Lucho”, satirizando al entonces presidente Luis Somoza. En La Prensa gustó la tira y me encargaron varias, a través de las cuales Nicasio empezó a popularizarse» relataba su creador.

Por ello Amo puede considerarse el primer historietista nicaragüense, ya que moviéndose dentro del mismo plano político de sus predecesores logró crear una tira cómica diaria haciendo uso de mayores recursos, con secuencia de cuatro a cinco viñetas –hasta llegar a las dieciséis– y diálogos fuera de lo común, logrando dar una gran originalidad y repercusión a su personaje.

Amo fue, con sus dibujos y sus personajes, uno de los más acerbos críticos del gobierno dictatorial de Anastasio Somoza. Precisamente «Nicasio» es procreado durante ese nefasto período de la vida nicaragüense. Las arbitrariedades del somocismo, sus desmanes, sus despotismos, castigaban duramente la frágil piel del pueblo de Nicaragua y Amo –una de sus tantas víctimas– decidió crear ese personaje emblemático cuyos rasgos físicos como sociológicos reflejan claramente al hombre común de su tierra. Esto es lo que convirtió al personaje en un ícono de su tiempo y un símbolo para todos los tiempos, ya que sus tiras puedan ser leídas hoy y gozar de su patética actualidad.

La Nicaragua de hoy no difiere en mucho de la del pasado: la mayoría sigue empobrecida, con la misma angustia del cotidiano vivir, permanecen los problemas sociales y la falta de políticas de salud para las clases sumergidas, y sobre todo la imposición de gravámenes regresivos que determinan una permanente alza de los insumos básicos para la subsistencia y la acentuación de la marginalidad. Las de «Nicasio» reflejan esta situación aún con toda elocuencia: «para que veas Nicasio que no somos tan inhumanos te daremos gratis... el certificado de defunción».

Si bien en muchos países existen personajes similares a Nicasio, pocos alcanzan esta dimensión de antihéroe como él que padece siempre los sinsabores de los poderosos y por mucha astucia y agudeza que ponga en sus ataques, siempre pierde aunque jamás es derrotado. Esta paradoja es la que explica su permanencia, porque su humor frente a las desventuras es la fortaleza a la que recurren los pueblos para seguir perseverando cada día.

En verdad, lo que hace de las críticas de Amo una incitación a reflexionar sobre la realidad es su propuesta discursiva sustentada por su conducta ética. En esta conducta, precisamente, radica la trascendencia histórica de su prédica porque el objetivo de sus caricaturas es desenmascarar las imposturas y las veleidades de los poderosos, así como su doble moral y la inconsecuencia de sus conductas e ideas.

Es indudable que Amo fue un profeta de su tiempo que ha dejado un legado que recogieron, con igual solvencia y decisión, Róger Sánchez Flores, Manuel Guillén y Pedro Xavier Molina, todos críticos insobornables como él.

En general los humoristas y caricaturistas políticos, despliegan todo su talento frente a realidades tristes como la de Nicaragua porque convierten su pluma y su lápiz en instrumentos que la desnudan con crudeza lejos de la adulación y el servilismo. Amo tomaba distancia de los poderosos con la misma vehemencia con que se acercaba a los pobres.

La gran originalidad de Nicasio fue hacer de Somoza su interlocutor, su contendor permanente. Dialoga con el dictador en nombre del pueblo que sufre sus tropelías y este ingenioso juego verbal –que en algo hace recordar a las charlas argentinas de Enrique Santos Discépolo con Mordisquito– le granjeó las simpatías de la gente que se convirtió en cómplice del personaje y en admirador de Amo. Para decirlo de un modo rotundo, Nicasio fue y es la voz del pueblo, y tanta fue por momentos su vehemencia expresiva que en algunas tiras saltó fuera del encuadre como si intentara corporizar a su personaje más allá de las limitaciones de la historieta.

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Tiras de «Nicasio» por Alberto Mora Olivares (Amo), el primer historietista nicaragüense.

Leído en nuestros días, los textos de Amo retoman su esencia recriminatoria porque los mayores responsables de las tribulaciones del país siguen siendo los dirigentes políticos cuyas banalidades e inconductas «Nicasio» sigue poniendo en evidencia desde sus viejas críticas de la misma forma que «Podilecto» –hijo del plumín de Róger Sánchez Flores– da continuidad a esa empresa.

«Nicasio» se publicó hasta 1974.

 

Henry Aguilar Otoniel

Nace en Managua en octubre de 1937, su niñez se desarrolló en medio de extrema pobreza, creciendo en la llamada zona roja del barrio Los Ángeles como un niño vendedor de la calle.

En 1960 se inicia como caricaturista simultáneo para los semanarios de La Semana Cómica de Abdul Olivares, La Semana Cómica Ilustrada del poeta Guillermo Castellón y La Avispa de J. Sansón Argüello. En 1962 trabajó para el diario La Prensa, compartiendo lugar con Amo (Alberto Mora Olivares) y Chilo Barahona, entre otros destacados; se inicia en la pintura como paisajista trabajando además para publicidades como director de arte en P.M.C. Americkson, Publimerma, Serigrafías Susa. En la década del ochenta se integró al Ministerio de Educación, en el programa nacional de la Cruzada de Alfabetización, diseñando múltiples afiches, dibujos para las cartillas y logotipos. Fue un activo opositor de la dictadura somocista, hecho que le produjo en 1960 la negativa a la personería jurídica de su agencia de publicidad por defender posiciones a favor del Mártir de las Libertades Públicas Dr. Pedro Joaquín Chamorro.

 

Róger Sánchez Flores (Róger)

Róger fue un verdadero caricaturista de profesión, pero todo un humorista por vocación. Fue un predestinado para el arte, porque en sus escasos treinta años de vida (1960-1990) dejó una obra imperecedera.

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Viñetas de Róger Sánchez Flores (Róger).  
Sus primeros trazos, claramente influenciados por Quino, pronto lograron un estilo personalísimo que produce un verdadero salto de calidad en el dibujo nicaragüense. Fue un autodidacta, jamás cursó estudios de dibujo, sus comienzos fueron a la brava como suele decirse en Nicaragua para expresar que todo se debe al esfuerzo propio.

Sus caricaturas iniciales aparecieron en abril de 1978 en el diario La Prensa de Managua y ya al año siguiente comenzaron a publicarse también en el semanario Barricada, pero progresivamente fue evolucionando hacia la historieta por considerarla como un espacio que le brindaba mayores posibilidades creativas. Toda su obra fue una suerte de experimentación constante de su creatividad, tal como el mismo Róger lo advierte en sus dos principales libros «Muñequitos del pueblo» y «El álbum de los lunes»: «los he concebido como formas de experimentar y presentar opciones frescas a las historietas alienantes» –caracterizó. En esta búsqueda llegó a incursionar en un tema tabú para la sociedad nicaragüense como lo es la sexualidad. Sus tiras sobre estos temas aparecen en el suplemento Humor Erótico de La Semana Cómica.

Pese a ello no ha creado un personaje, una figura central en su obra, con la que pueda identificárselo o asociarlo directamente. Pero ha sido un acto deliberado para no quedar, precisamente, sujeto a las limitaciones que un muñeco emblemático supone. Y en tal contexto podemos ubicar a su personaje Polidecto, que no alcanzó a constituir ni una figura ni un aspecto medular de su producción creativa.

Pero no rehuyó la caricatura política. Enrolado en los ideales pro-sandinistas, durante el período conocido como La Revolución, su pincel fue un verdadero portavoz del bloqueo económico e intervencionista de Estados Unidos, así como de los conflictos armados por la resistencia y las luchas sociales intestinas. Desde esta perspectiva la obra de Róger es historia nicaragüense.

No obstante tantos logros, Róger continuó buscando su propia forma creativa. Fue un crítico de la confusión que a veces generaron sus creaciones porque sostuvo que lo suyo se trataba de una nueva forma de comunicación nunca utilizada en Nicaragua. El mismo Róger da la clave para la lectura apropiada de su obra: «Quienes se quejan solo están acostumbrados a leer el texto y no leen el dibujo; hay que estar claros, muchos lectores no lo notan, pero lo dibujos también se leen».

 

Carlos Sánchez Arias (Kalo)

Otro caricaturista que se destaca contemporáneamente a Róger, es Carlos Sánchez Arias (Kalo) de quien podría decirse que ejerce su oficio en forma más calmada: mientras Róger se concentra en la realidad de su propio pueblo, Kalo busca un mensaje más universal y menos crudo.

Sánchez nació en Managua el 12 de febrero de 1931 y ya en 1946, con escasos quince años de edad, obtuvo el primer premio del concurso para la carátula del libro «Aires monteros» del poeta de la sierra Ramón Sáenz Morales (1891-1927), aparecido al año siguiente. Egresado del Instituto Pedagógico de su ciudad natal, se volcó a la pintura y principalmente al dibujo, por lo que fue elegido en 1949 para decorar la barda del Estadio Nacional inaugurado en ese mismo año.

Hizo también una exitosa incursión por los senderos de la publicidad y fue editor gráfico de numerosos libros y folletos, lo mismo que ilustrador de la Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano. Entre 1959 y 1985 trabajó en Publicidad de Nicaragua y en diciembre de 1956 expuso sus pinturas en Nueva York. Quizás su obra de mayor enjundia, sean las ilustraciones para el libro de Jaime Wheelock Román «Raíces indígenas de la lucha anticolonialista en Nicaragua» (Siglo XXI Editores, México, 1977) porque, sin perder de vista los aspectos sensibles del sometimiento de los aborígenes nicaragüenses durante la colonización española, sus dibujos estilizados reflejan, de modo recio, el contexto histórico.

Sánchez es, por otra parte, colaborador permanente de La Semana Cómica y tiene a su cargo el armado de las revistas Encuentro, Amanecer y del órgano del Servicio Evangélico de Prensa. En diciembre de 1987 la Fundación Manolo Morales patrocinó su primera exposición personal en el Salón Darío del Hotel Intercontinental, con la que obtuvo un verdadero espaldarazo.

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Dibujo humorístico de Carlos Sánchez Arias (Kalo).

 

Intentos oficiales

La historieta en Nicaragua se caracterizó por estar casi siempre perseguida por la censura dictatorial que durante muchas décadas actuó en el país. No obstante ello, los creativos no cejaron nunca de intentar transmitir sus mensajes a través de los cuadritos de los cómics, donde el humor encubría los ácidos comentarios sobre la triste realidad nacional. Sin embargo, «Compa Clodormiro» nació bajo los auspicios del entonces Ministerio de Planificación (Miplan) con el claro propósito de alfabetizar a las clases populares. El personaje quizás sea uno de los pocos –tal vez el único– que saltó de la televisión al cómic para convertirse en un personaje familiar y querible como lo concibieron sus creadores.

Otro intento destacable fue la historieta biográfica sobre Augusto César Sandino que, sobre el libro de Sergio Ramírez, dibujó Felipe Flores Toruño con adaptación de Norma Guadamuz Ceremeño. Se publicó en cuatro entregas con un tiraje total superior a los cuarenta mil ejemplares. Pese al acierto del género escogido la historieta careció de un óptimo manejo técnico y terminó por convertirse en un relato convencional ilustrado. Guillermo Rothschuh Villanueva –a quien le debemos el mayor aporte investigativo sobre la historieta en Nicaragua– destaca como defectos más notorios el abuso del globo como elemento narrativo, el lenguaje empleado que no se corresponde con los personajes y además la sobreabundancia de las imágenes, lo que producía una ruptura con el principio básico del cómic –que Gubern llamó lenguaje icónico– y la falta de rigurosidad secuencial como también el flojo aprovechamiento del espacio.

Por todo ello, ese enorme esfuerzo, quedó simplemente como un ensayo fallido de historieta histórica destinada a colmar las aspiraciones del gran público. Otra iniciativa en el intento por recuperar la historieta para inducir e introyectar en los alumnos los nuevos contenidos programáticos –especialmente en los órdenes histórico y social– fue Libro Abierto, una publicación semanal de Barricada dirigida a los lectores del Centro de Educación Popular (Cep), pero también esta publicación careció del lenguaje que requiere la historieta y terminó, igual que la biografía de Sandino, en una simple narración ilustrada. Dentro de la misma tónica el Ministerio de Salud (Minsa) y el de Interior (Mint) han utilizado sin mucho atractivo la modalidad de la historieta para transmitir información a la población.

 

Manuel Guillén

Tras la muerte de Róger llegaron los pinceles de Guillén y Molina con sus magistrales creaciones: El Alacrán y El Azote, con los que Nicaragua logra incorporarse a la corriente latinoamericana y mundial de revalorización de este género.

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  Viñeta de Manuel Guillén.
Manuel Guillén ha sido el creador de uno de los programas satíricos más novedosos y exitosos de estos tiempos: «Los Hulosos» uno de cuyos rasgos característicos –acaso el mayor– es la audacia para tomar a mofa a los personajes de la vida pública de Nicaragua.

El ejercicio de esta forma ácida de crítica humorística tiene por supuesto sus antecedentes. Sergio Ramírez recuerda, en una página que títuló «La risa, remedio infalible», la intolerancia del viejo Somoza frente a las caricaturas de Ge Erre Ene, Manolo Cuadra o Toño López, alguno de los cuales debió cruzar a pie la frontera con Costa Rica, por la fuerza, después de ser sacado de su casa a medianoche en paños menores.

El programa de Guillén llegó a miles de hogares durante su emisión en el 2006 a través del Canal 2 y aunque ahora se lo emite como un segmento dentro del programa «La Tertulia», continúa haciendo reír y fastidiar. Se ríen los telespectadores y se fastidian los personajes reales que se ven caricaturizados: Daniel Ortega, su esposa Rosario Murillo, el ex presidente Enrique Bolaños, José Rizo Castillón y muchísimos más.

Guillén se inició en la caricatura por la década de 1980 y su fecunda trayectoria abarca las páginas del diario La Prensa y del suplemento satírico El Azote del mismo rotativo. Narra Guillén en una nota de Valeria Campbell Mendoza que cuando se inició, a los diecisiete años de edad, le dijo a su mamá doña Cándida Molina, que ese era el oficio que quería para toda su vida, ante lo cual, su madre, muy preocupada por su futuro, le respondió: «Hjito, pero ¡cómo va a vivir, de hacer monos!».

La idea de crear el programa «Los Hulosos» –algo sin precedente en Nicaragua– le surgió a Guillén durante una estadía en España cuando viera, en video, un chou de Las Noticias del Guiñol: «Quedé loco y me dije que será fascinante hacer caricaturas en tres dimensiones». Sin embargo, a poco de emprender el proyecto, advirtió que se precisaba de una fuerte inversión para poder realizar todas las máscaras que pretendía: «Quise hacer al Papa, a Fidel, pero luego me bajé de la nube, pues un proyecto de esta clase implica invertir miles de dólares por cada muñeco». No obstante, no cejó en su empeño. Tomó un préstamo bancario y se fue a Estados Unidos para aprender a hacer este tipo de máscaras y conocer los distintos materiales que se utilizan en su fabricación. Con este apoyo se largó a la aventura y triunfó.

La caricatura política, sobre todo cuando satiriza a los personajes públicos, implica riesgos. Y estos los sintió Guillén apenas iniciado como caricaturista de La Prensa debido a sus diferencias con Pedro Joaquín Chamorro, quien no estaba dispuesto a tolerar caricaturas de su madre Violeta, por entonces presidenta de Nicaragua: «Él, además del hijo, era el subdirector del medio y entonces quiso censurarme» –cuenta el propio Guillén. Este fue el motivo de que mudara sus monos al recién fundado y ya desaparecido diario La Tribuna, cuyo director-propietario, Haroldo Montealegre, quería darle hasta debajo de la lengua al gobierno. El pincel de Guillén trazó muchas veces críticas mordaces de una de las cuales, según él mismo lo confiesa, llegó a arrepentirse. Le tocó el turno al gordo Arnoldo Alemán en la portada de El Azote, pero la crítica de un lector le hizo reflexionar: «Me puse en los zapatos del gordo pues tengo una niña preciosa de tres años y que me la pinten con una ametralladora me golpea duro». Le envió una carta de disculpas.

A pesar de todo ello, el ingenio de Manuel Guillén no ha menguado y desde las páginas del diario y desde El Azote sigue dando rienda suelta a su ácida como genial creatividad.

 

Pedro Xavier Molina

Todo el humor y la calidad de sus caricaturas le ganaron a Pedro Xavier Molina un espacio entre los grandes dibujantes de Nicaragua. Cuando contaba con apenas veinticinco años de edad se había colocado ya en un sitial preponderante por su perfecto dominio de la técnica de reírse de todo bicho que camina, incluido él mismo.

Sus monos aparecen todos los días en las páginas de opinión de El Nuevo Diario, y en el suplemento de humor semanal de su creación El Alacrán, en cuya fundación participó también Yassir Fajardo. Pero sus comienzos fueron en los extintos rotativos Barricada y La Tribuna. Con un rasgo que caracteriza su espíritu humorístico asegura, jurando por Dios, que no fue su culpa que ambos cerraran. Además participó en las primeras ediciones de El Azote de Manuel Guillén en La Prensa.

Molina nació y creció en Estelí al norte del país bajo la influencia de Róger Sánchez y su devastadora Semana Cómica, donde conoció además de a Róger a muchas otras firmas, incluyendo a un par de gran influencia a nivel personal: Fontanarrosa y Carlos Giménez.

Actualmente trata de ampliar sus horizontes un poco más allá del humor político, para abarcar un perfil mucho más amplio, aunque ello no significa que haya renunciado a la caricatura de los hombres públicos en un país con tanto margen para opinar con el pincel, ya que sus dibujos dicen mucho más que un artículo de análisis o un editorial.

Su técnica creativa es sumamente personal, confiesa: «Primero leo los periódicos impresos o en internet, luego apunto ideas, bocetos, voy dándole vuelta al asunto, a veces suelo pasar tres horas pensando y quince minutos dibujando. He usado de todo, lápiz, lapiceros, plumas, marcadores, pinceles, computadora, hasta tinta para lustrar zapatos, soy curioso a la hora de experimentar con el lado gráfico del trabajo».

También es miembro de un par de sindicatos de caricaturistas e ilustradores donde es picheo libre, lo que significa que sus dibujos pueden ser utilizados por publicaciones de cualquier país siempre que paguen los derechos.

Sus dibujos han aparecido en las páginas de medios como Newsweek, el Boston Globe, el Sacramento Bee, el semanario bostoniano National Catolic Reporter, The Chicago Tribune, Los Angeles Times, el London Free Press, la revista Courrier Japan, etc.

Se ha propuesto una línea de trabajo: no aceptar más censura que la propia y mantiene su sitio http://www.pxmolina.com/. Confiesa estar siempre buscando nuevos espacios para sus trabajos.

 
Intentos recientes

Hacia el 2001, el suplemento infantil de El Nuevo Diario comienza a publicar una «Historia de Nicaragua», ilustrada para niños. La misma estuvo a cargo de Luis González Sevilla y Mauricio Valdez Rivas, mientras que la dirección y el guión fueron del historiador Karlos Navarro, con la asesoría en derechos humanos de parte de la licenciada Reina Isabel Velásquez.

Por su parte –y como constante en toda América– el movimiento manga aparece en Nicaragua. Antonio Claret Tijerino Chavarria y Juan Francisco Tijerino Chavarria crean el primer cómic manga nica y junto a Javier Yasir Fajardo Flores son iniciadores del grupo Adrenalina Xpress, quienes realizan diferentes tipos de cómic con carácter social como entretenimiento en general, y en su primera producción conjunta –la revista Exodus (32 páginas en blanco y negro con portada en colores)– publicada en el 2005.

Yasir Fajardo se inicia como caricaturista a los quince años en un semanario local de Esteli llamado Así Están las Cosas, abandona la actividad para orientar sus estudios universitarios, pero a los dieciocho años vuelve a su primer amor: el dibujo. Envía colaboraciones a El Nuevo Diario, a La Bolsa de Noticias y al desaparecido periódico La Noticia. Como no tenía un trabajo fijo tuvo que realizar diferentes trabajos para varias agencias de publicidad; finalmente comienza a publicar en el diario Hoy de Managua, del que es el caricaturista oficial. Junto a Bismark y Maury publica El Humor de Hoy, suplemento del diario en donde desgranan todo su mordaz ingenio en pos de realizar una crítica inteligente al sistema. Yasir ha preparado una versión en historietas de la vida y obra de algunos próceres nicaragüenses en forma de historieta que aún espera ser publicada a pesar de la calidad de su trabajo.

Finalmente a comienzos del 2008 el editor nicaragüense Erick F. Soza Salgado Robelosa edita la revista IX Arte con trabajos de jóvenes historietistas.

Creación de la ficha (2015): Pedro Molina, Yasir Fajardo, Hernán Ostuni. Editado por Antonio Moreno · El presente texto se recupera tal cual fue editado originalmente, sin aplicar corrección de localismos ni revisión de estilo. Tebeosfera no comparte necesariamente la metodología ni las conclusiones de los autores de los textos publicados.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
HERNAN OSTUNI, PEDRO XAVIER MOLINA, YASIR FAJARDO (2015): "La historieta en Nicaragua", en REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA, 34 (6-IX-2015). Asociación Cultural Tebeosfera, Ciudad de la Habana. Disponible en línea el 30/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/la_historieta_en_nicaragua.html