LA LETRA CON VIÑETAS ENTRA
MANUEL BARRERO

Title:
Learning through comics
Resumen / Abstract:
Reseña de 'Historia del arte en cómic. Volumen I: El mundo clásico' (Desperta Ferro Ediciones) / Review of 'Historia del arte en cómic. Volumen I: El mundo clásico' (Desperta Ferro Ediciones)
  • El elenco de personajes escogidos por el autor hace más entrañable el recorrido didáctico.
  • La complicidad con el alumnado es una de las bazas que juega el profesor Cifuentes.
  • El autor va animando figuras icónicas de la Antigüedad para articular un relato pedagógico.
  • Algunos símiles resulta francamente extraños o indescifrables, como es este caso de los combinados.
  • Con mucha pericia y talante cómico, el autor logra que comprendamos los tipos de plantas confiriéndoles personalidad.
  • El autor combina las lecciones con paseos geográficos que ayudan a asimilar conocimientos, si bien rompen el relato cómico.
  • Cifuentes es un dibujante dotado para la caricatura y el humor, pero también para el dibujo técnico. Gracias a ello, podemos comprender la majestad arquitectónicas de estas obras.
  • Las lecciones acompañadas de gráficos son en ocasiones realmente eficaces, como en este caso.

 

LA LETRA CON VIÑETAS ENTRA

 

El viejo lema de la educación “la letra con sangre entra” fue perdiendo defensores tras la transformación cultural del mundo impulsada por las revoluciones sociales de los años sesenta. Hoy en día se nos hace extraña la idea de enseñar castigando, aunque las herramientas pedagógicas de base siguen siendo similares porque dependen de la adquisición de contenidos básicos mediante ejercicios de memorización y de pruebas escritas para recabar la asimilación de paquetes de datos. Los planteamientos actuales pasan por fomentar armónicamente la comprensión sobre la base de una reflexión más reposada, a la vez que se pretende inculcar valores. Aplicar esto no es tan fácil, ni siquiera echando mano de las nuevas tecnologías. De hecho, la entrada de ordenadores e internet en el ámbito educativo puede generar dos efectos contrarios al mismo tiempo: el beneficioso de agilizar el acceso a contenidos y el pernicioso de pensar que por tener fácil acceso a ellos ya no es necesario profundizar.

Lo malo es que vivimos en una época complicada, en la que concedemos gran importancia al aprecio por el hedonismo y el goce emocional, con el riesgo de convertir la educación en “poseducación”, según dice el profesor y teórico de la educación Alberto Royo, por ejemplo (que defiende en su libro Contra la nueva educación el rescate de algunas opciones de la pedagogía tradicional), y cunde la idea de que la formación en competencias y valores debe predominar siempre sobre la asimilación de conocimientos. Esta última corriente, representada por educadores como César Bona, entre muchos otros, plantea una transformación paradigmática y compleja, porque: ¿cómo educar en valores si la adquisición de conocimientos no deja tiempo para otro valor que el del sacrificio? ¿Cómo construir mejores personas si estas no aprenden antes cómo fueron las “peores” personas, las del pasado? ¿Hacer de la educación un proceso hedonista genera, como decía Unamuno, alumnos que juegan a aprender porque intentaron aprender jugando (y eso es un fracaso académico a la larga)? Uno de los puntos calientes de este debate es el de la edad del alumnado. Nadie discute que a los estudiantes de educación primaria, a los más jóvenes, se les puede “instruir deleitando”. Y está claro que a los que ya van para adultos hay que apretarles las tuercas, exigiéndoles más esfuerzo. ¿Y los que están en medio, sumidos en la tormenta de hormonas de la adolescencia, qué? Con los alumnos de secundaria ni todo puede ser lúdico, ni todo exigencia, y las nuevas herramientas tecnológicas generalmente son para ellos un trampolín hacia la evasión. Pues puede que haya una solución para aplicar la máxima docere et delectare en la educación secundaria: mediante una herramienta pedagógica no tan tecnológica, la historieta.

Uno de los que la aplican es Pedro Cifuentes, un profesor de educación secundaria que ha combinado su amor por la historieta con su pasión por la enseñanza, logrando algo harto complicado. Y lo es porque no solo es necesario tener unos conocimientos claros y capacidad para la enseñanza, hacen falta otras virtudes que no todo el mundo reúne: voluntad de trabajo, dotes de comunicador y, también, rudimentos básicos de dibujo. A estas dotes añade Cifuentes su cualidad de friki. Pero no ese tipo de friki retraído o acomplejado que oculta sus entusiasmos, sino uno que los exhibe y que, gracias a ello, conecta mejor con su alumnado porque le habla en su propio idioma. Esto quizás es lo más delicado, porque una figura de autoridad como es la del profesor debe situarse un escalón por encima de su auditorio para ser tomado en serio y lograr su atención. Y porque a veces mostrar apetencias similares a las de un adolescente te convierte en lo que más odia un adolescente, en algo patético.

El profe Cifuentes ha tenido éxito en su empresa, y no solo divierte educando, o viceversa, también se ha atrevido a convertir su empeño en un manual gráfico para otros docentes. Se trata de toda una aventura, la colección de libros de historieta Historia del arte en cómic (Desperta Ferro Ediciones), que se inicia con una lección magistral dibujada sobre El mundo clásico. Es decir, Cifuentes ha hecho un tebeo que es al mismo tiempo un libro de texto sobre el arte en la Antigüedad, en concreto sobre la escultura y la arquitectura del Medio Oriente y de las culturas griega y romana, deteniéndose justo donde comenzará su siguiente entrega, La Edad Media. Ha elegido el eficaz formato a la italiana, apaisado, que le permite prodigarse en panorámicas de ruinas y construcciones, lo que le facilita la organización de materias, la inserción de tiras o viñetas allí donde él lo considera oportuno y las panorámicas gráficas tan necesarias para exponer algunos de los contenidos básicos de esta asignatura que los alumnos de ESO deben asimilar.

Obviamente, esto es un tebeo, pero al mismo tiempo es una lección de historia del arte, y las viñetas están cargadas de información, así que la combinación de relato y dato tiende al desequilibrio. Cifuentes logra compensar la carga didáctica y la narrativa con habilidad: construye un elenco de alumnos prototípicos que enganchan al lector, introduce una mascota como contrapunto y, además, va enhebrando algún que otro chascarrillo (más o menos atinado) allí donde la carga de información exige un parón lúdico. Claro que su mayor logro reside en su capacidad para comunicar, mediante un trazo muy convincente. Se le nota a Cifuentes versado en el dibujo académico, a la vista de las reproducciones de las construcciones del pasado, pero también es ducho en el cartoon, en la caricatura esquemática que es tan necesaria para la historieta cómica. No es un profesional de ramo e incurre en algunos deslices, eso se nota, porque no logra desarrollar completamente los personajes (o pasa muy de puntillas sobre algunos, como en el caso de Hipatia), no mantiene una línea de relato central ni resuelve posibles tramas que quizá sedujesen al público lector (o a sus alumnos de verdad) y plantea algunas referencias que pasan desapercibidas (por ejemplo, la que hace de La vida de Brian).

Pero lo importante de este tebeo no es que logre ser un excelente tebeo. Lo más importante es si consigue su objetivo principal: facilitar la enseñanza de la historia del arte del mundo clásico a un estudiante adolescente. Y sí, eso puede que lo consiga. Es posible porque dibuja muy bien, sobre todo los esquemas gráficos, que son herramientas magníficas para el aprendizaje. También porque es un gran seductor debido a su desenfado y talante (y a su espada láser de plástico). Y, por último, pero no menos importante, porque transmite algunas ideas que obligan a la reflexión y que son fundamentales para obtener conocimientos. Por ejemplo, la de que sin arqueología –sin memoria– las miradas al pasado no pueden ser las mismas. Por ejemplo, porque el modo de entender el movimiento humano o sus emociones es lo que se condensa en una escultura (de ahí, el “pathos”). Por ejemplo, que la grandeza del arte radica en que las buenas ideas son eternas y por eso se han mantenido en pie. En esencia, plantearse que los antiguos representaban el mundo en función de cómo ellos lo entendían, que el arte depende de eso.

En suma, Cifuentes logra hacer realidad la enseñanza aristotélica de que aprendemos cuando captamos la esencia de las cosas, no solo su superficie, apariencia o primera impresión. Los modelos caducos de enseñanza se aferran aún al dato objetivo o a la imagen desnuda, lo cual no tarda en diluirse en nuestra memoria. Los nuevos modelos deben inculcar ideas sobre las razones que impulsaban a construir, a erigir y a representar belleza, porque esa reflexión se queda para siempre en la mente del alumno. Lograr transmitir esto de manera divertida es verdaderamente complicado. Cifuentes lo intenta, y en lo tocante al arte griego y romano, lo logra.

Historia del arte en cómic es una colección que debería estar en todas las bibliotecas de todos los IES del país. Se puede discutir que haga más o menos gracia como tebeo, pero desde luego es un instrumento excelente para aprender.

TEBEOENLACES
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Creación de la ficha (2019): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2019): "La letra con viñetas entra", en Tebeosfera, tercera época, 10 (31-V-2019). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 02/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/la_letra_con_vinetas_entra.html