Portada de la edición original. |
Por escrito, el listado de tebeos de estos treinta meses resulta impresionante: además del mencionado El gusto de cloro, hemos podido leer de Vivès en español Hollywood Jan, Ellas, En mis ojos, Amistad estrecha, La carnicería o el muy ambicioso Polina, además de los tres álbumes de Por el imperio, convencional serie de aventuras históricas con guión de Merwan. Y si esta última muestra el reverso de un dibujante que no renuncia a ser un trabajador de la viñeta, en los títulos anteriores se vindica con fuerza un creador de universo propio, temática reconocible y obsesiones recurrentes. Un autor. En la normalización de la presencia de Vivès en la actual escena española es esencial su editorial habitual, Diábolo, que puntualmente traduce y publica en generosas ediciones sus sucesivos títulos. También Videojuegos, que ha sido publicado en el verano de 2012, con posterioridad a Los melones de la ira.
El personaje principal sufre dolor debido a sus grandes mamas. |
Magalie muestra sus dotes. |
Como joven artista acaso hipersensible, Vivès retrataba en esos cómics relaciones posibles o soñadas, tiempos muertos melancólicos, fragmentos de cotidianeidad idealizada. Pero Los melones de la ira trata de descomunales glándulas mamarias femeninas, mareantes violaciones grupales o desinhibido incesto rural. ¿Qué ha ocurrido? Para poner el asunto en su justa medida, conviene entender que Les melons de la colère (título original del libro) ha sido publicado en origen por Les Requins Marteaux, una editorial underground que en su colección BD Cul está sacando obras subidas de tono de autores habitualmente asociados al ámbito del cómic independiente. Aude Picault, Hugue Micol o Morgan Navarro son, por ahora, los compañeros de Vivès en BD Cul, y todos ellos dan muestra de la heterogeneidad del sello. Un dato que nos hurta la edición española de Diábolo –excelente, por otro lado– es que la original de Requins Marteaux es más reducida de formato, y con tapa ligera en rústica, quizás para subrayar el espíritu contracultural y travieso del contenido.
Turbadoras relaciones familiares. |
Los melones de la ira es lo que podríamos definir como “un porno con argumento”. Aunque el libro tiene la intención de provocar una respuesta erótica en el lector, su dibujante y guionista se ha esforzado en generar un relato que articule y conecte las diferentes escenas sexuales. No es una historia de grandes ambiciones, sino casi una extendida broma narrativa de 120 páginas, que recuerda por espíritu al cine pornográfico clásico de los años setenta y ochenta; el tono de Los melones quiere ser –y a tramos funciona como tal– una comedia, una fábula de equívocos y confusiones, que invariablemente terminan en pasajes de sexo explícito. La protagonista del cómic, Magalie, es una atractiva joven que sufre molestias y dolores recurrentes a causa de sus pechos colosales, y que reside en el entorno rural de su casa familiar, con sus padres y su hermano pequeño. Cuando la familia, que parece vivir en un aislamiento anómalo e irreal, decide solicitar ayuda médica y social empiezan los problemas, ya que los sucesivos especialistas abusan sexualmente de la inocente y voluptuosa Magalie en la intimidad de la consulta. Durante un amplio tramo del libro, Vivès juega a desconcertar al lector sobre la abstracta ubicación cronológica de su relato, aunque al final, con la mención a Internet, se explicita que transcurre en la actualidad, lo que dota al conjunto de un mayor aire de teatrillo o mascarada.
En lo gráfico, en Los melones de la ira Vivès lleva al extremo el estilo desarrollado en Polina: ese trazo suelto de pincel, urgente y expresivo, trabajado sin color y con apenas un omnipresente tono de gris de fondo. Este estilo del libro que nos ocupa es la demostración definitiva de la confianza de Vivès en su propia habilidad como dibujante: mientras en Polina aún se recreaba en detalles, rostros y eventualmente en escenarios, en Los melones de la ira, la tendencia a la abstracción, al vaciado radical de líneas y manchas, es parte de la impronta narrativa del cómic. Ese estilo sirve para acentuar el tono de falta de verismo que Vivès parece haber buscado. En ese sentido, esta obra es un hallazgo, ya que a pesar de las delirantes situaciones que se narran en sus páginas se lee con una sonrisa, como un divertimento inocuo. El lector entiende que las desgracias y los abusos que sufre Magalie son una fantasía. Y cuando se inicia el inocente pero procaz jugueteo de la chica con su hermano, se refuerza la sensación de entretenimiento provocador.
El abuso sexual de la protagonista. |
Bastien Vivès parece haberse divertido mucho dibujando las páginas de Los melones de la ira. La prueba es la broma genial que publicó en su blog el 5 de octubre de 2011 (VÉASE AQUÍ). A través de varias ilustraciones, resueltas con su virtuosismo habitual, nos ofrece la visión de las encantadoras heroínas de sus cómics precedentes, todas modificadas físicamente con pechos tremendos, excesivos, para parecerse a Magalie. Desde las chicas de Ellas, pasando por las protagonistas de El gusto del cloro, En mis ojos y Amistad estrecha y hasta la mismísima Polina Oulinov; es ésta la penúltima etapa de una broma que parece haber divertido mucho al joven prodigio de la historieta francesa.
Vivès bromeó con el pecho de sus otros personajes femeninos, aquí la de El gusto del cloro.