LA PRENSA SATÍRICO-GRÁFICA EN LAS OTRAS ABDICACIONES BORBÓNICAS

ALFONSO XIII, VENCIDO POR LOS COMICIOS

Marzo de 1931. Aprovechando el levantamiento de la censura, el dibujante Del Río publica en L’Esquella de la Torratxa esta viñeta, cuyo texto dice: “Apa, una empenta mes, i ja és fora!” (“¡Aúpa, un empujón más y ya está fuera!”).

También, como ocurriera con Isabel II, la prensa antimonárquica, hasta entonces atada de manos para publicar caricaturas reales, deja ver de inmediato las primeras imágenes paródicas del rey, hecho este que va a producirse, no obstante, de manera diferente en Madrid o Barcelona, por no incluir aquí Valencia, cuya reacción a través de la revista La Traca, merece un estudio aparte. Así, mientras que en Barcelona, ciudad en la que está arraigado desde décadas atrás el periodismo satírico, son las revistas de esta índole, y en particular el semanario L’Esquella de la Torratxa, las que se encargan de insertar en sus páginas tales dibujos burlescos sobre Alfonso XIII, en Madrid este papel les corresponderá a los periódicos de información general, y más concretamente a Crisol, lo que no es sino simple consecuencia de que las revistas humorísticas que se editaban entonces en la capital de España practicaban una gracia inocua (Buen Humor, Gutiérrez...) o picante (Muchas Gracias), no apartándose apenas de su línea tras el nuevo Estado.

Cierto es que tras la marcha del monarca —y en esto también se repite lo que sucediera tras la caída de Isabel II— saldrán a continuación en Madrid un puñado de nuevas publicaciones de contenido humorístico-político, aunque bastantes menos que las que vieron la luz tras la revolución de 1868, con títulos como El (nuevo) Gorro Frigio, Fray Lazo, Cascarrabias, Gracia y Justicia... que en esta ocasión, y dada la rapidez con que se proclamó la República y los novedosos y constantes acontecimientos que ésta trajo, no quisieron o no tuvieron tiempo suficiente para ocuparse en exceso de la figura de un rey depuesto, aplicándose las tres primeras en atacar al poderoso clero, para deslizarse la cuarta por el terreno fascista.

L’Esquella de la Torratxa cambia de tema

No sería éste el caso del veterano semanario republicano en lengua catalana L’Esquella de la Torratxa, publicación que se venía editando en Barcelona desde el siglo XIX con el fin de sacar punta a la política interna de la propia capital, pero que llevaba su más de medio siglo de existencia esperando la caída de la monarquía, manifestándose más impaciente que nunca desde el momento en que son convocadas las elecciones municipales de abril de 1931, convocatoria que, bien que mal, obligó al Gobierno a suprimir la censura que permanecía prácticamente en vigor desde hacía más de siete años en que la implantase el dictador Miguel Primo de Rivera.

	“Apa, Garibaldi; fes como jo; un set ben profund per colgar aquesta andròmina i que no surti més!” (“¡Aúpa, Garibaldi, haz como yo, un hoyo bien profundo para enterrar este trasto y que no salga más!”), propone la República al revolucionario italiano Giuseppe Garibaldi.

L’Esquella de la Torratxa no desaprovecha la oportunidad que le proporciona esta apertura previa a los comicios, y dejando aparcada en parte su propia razón de ser, incluye entre sus páginas algunas viñetas en las que pronostica el inminente fin de la realeza borbónica, comenzando por una portada de marzo, tachada por la censura, donde se representa un velatorio regio, o un dibujo interior a gran tamaño en que se muestra la extracción de un colmillo provisto de corona “regia” dentaria que está incrustado en el mapa de España.

Y cuando al fin los vaticinios se cumplen y la monarquía se desploma, junto a los múltiples dibujos que dedica a dar la bienvenida a la República, L’Esquella de la Torratxa se convierte en un derroche de nuevas sátiras antimonárquicas, aprovechando igualmente esos momentos para sacar las primeras caricaturas de Alfonso XIII, de manera que en la contraportada del 17 de abril, tres días después de la huida del monarca, el dibujante Bas Bofill lo muestra llorando y con una maleta rumbo a Portugal (en realidad, había partido a Francia) tras ser expulsado cual Adán del paraíso por una fulminante mano que emergente de un gorro frigio a la que secunda un conjunto de increpantes personajes de varias clase sociales.

Ya en el número siguiente, preparado con más tiempo, la figura de Alfonso XIII se erige en protagonista de L’Esquella de la Torratxa, empezando por una portada de Picarol en la que le dibuja de nuevo lloroso y añorante en el exilio parisino evocando el verso de Gustavo Adolfo Bécquer “volverán las oscuras golondrinas...”, y siguiendo por una viñeta que ocupa las páginas centrales del mismo número en las que vemos al monarca cual Quijote malherido tras topar contra un molino cubierto con gorro frigio, mientras que detrás, montado en un borriquillo, su fiel seguidor el conde de Romanones le avisa que aquello no era molino sino un “republicano terrible”.

Durante los dos meses siguientes van a multiplicarse las caricaturas que inserta el semanario sobre Alfonso XIII, de manera que no hay número en el que no aparezca la imagen grotesca del monarca dos o tres veces, aludiendo mayormente al supuesto deseo de regresar a España que tiene el rey, como ocurre en estas dos portadas correspondientes a mayo:

Portada de Del Río en la que vemos a Alfonso XIII cantando en castellano una estrofa de un conocido tango de Gardel, cuya letra altera ligeramente al entonar: “Adios, muchachos, ya me voy, no me resigno...”.	Según dibujo de Anem, el rey, en Francia y separado de la España republicana por los Pirineos, comenta a los diarios monárquicos ABC y El Debate, encarnados en forma de perros fieles: “¿Vosotros erais los que me ibais a salvar? No volváis, que os echarán el lazo” (traducción del texto original en catalán).	El depuesto rey Alfonso XIII, cubierto con un orinal en vez de con la corona. Caricatura publicada en mayo de 1931.

Pero también mete otras de contenido diferente y más crueles, e incluso la revista incluye en un par de ocasiones dobles páginas centrales en las que reproduce, traducidas al catalán, una veintena de imágenes caricaturescas sobre Alfonso XIII que se habían venido publicando durante esos días en la prensa europea y americana.

Dos viñetas extranjeras sobre la caída de Alfonso XIII reimpresas por L’Esquella de la Torratxa en mayo y junio de 1931. La de la izquierda, tomada del periódico suizo Nebelspalter, representa al rey tratando de restaurar el trono, mientras que la de la derecha, del estadounidense The Detroit News, lo muestra guardando cola en la oficina de empleo.

En lo que queda de 1931, L’Esquella de la Torratxa seguirá escribiendo sobre el rey y dedicándole portadas de todos los estilos y dibujantes, sumándose a los citados de Bas Bofill, del Rio, Picarol y Anem, los nombres de Arnal, Moreno, Niv, etcétera.

Portadas de L’Esquella de la Torratxa publicadas en octubre y noviembre de 1931. En la imagen de la derecha: contraportada del Día de Reyes de 1933, dibujada por Valentí Castanys durante su etapa republicana, a cuyo pie se lee: “Tots els anys ells venen, i jo no tornaré mai més” (“Todos los años ellos vienen, y yo no volveré nunca más”).

	“Ara si que estic f...” (“Ahora sí que estoy j...”). Caricatura de Niv publicada en L’Esquella de la Torratxa el 14 de agosto de 1936, a sólo un mes de haber comenzado la Guerra Civil.

Con la entrada de 1932, lo referente a este tema va apagándose, de manera que L’Esquella de la Torratxa sólo publicará en adelante caricaturas del rey en momentos especiales, para terminar por olvidarlas del todo, recuperando con ello la temática que había sido habitual en la revista desde su fundación: la sátira política y social de Barcelona y Cataluña.  Y en esas estaba cuando en julio de 1936, a poco más de un lustro de aquel 14 de abril de 1931 en que se fue Alfonso XIII, estalla la Guerra Civil española, y L’Esquella de la Torratxa vuelve a traer a sus páginas la figura del monarca, quien, ¡iluso!, suponía que Franco luchaba por restaurarlo en el trono.

La renuncia de Alfonso XIII vista por Bagaría en Crisol y Luz

Faltando muy pocos días para celebrarse las elecciones municipales que pusieron fin al reinado de Alfonso XIII, sale a la calle Crisol, un periódico republicano de cuatro páginas que en principio va a publicarse tres veces a la semana. Cuenta con un único dibujante, Bagaría, un barcelonés afincado por entonces en Madrid y cuyas viñetas de contenido político, realizadas con un estilo gráfico tremendamente sencillo, limpio y, en cierto punto, infantil, arrasaban en esos años desde la primera plana del diario El Sol, periódico que Bagaría acababa de dejar para integrarse en el nuevo medio, más acorde a sus ideas profunda y sentidamente antimonárquicas.

Entre los personajes más populares de Bagaría se encuentran El Español, versión propia del clásico Juan Español (a quien también el dibujante denomina algunas veces así) y el León Español, un leoncito con melena caracoleada, a los que a veces adorna con sombrero cordobés y que no va a dudar en insertar en Crisol la semana anterior a los comicios, dibujándolos bajo un árbol esperando la caída de unos frutos granados en forma de corona, alegoría que hasta esos momentos habría resultado imposible publicar, pero que entonces, merced a la supresión de la censura aprobada con motivo de las elecciones, era más factible de hacer. Es lo mismo que había hecho L’Esquella de la Torratxa. 

“Poco tendremos que molestarnos”, es el texto que figura bajo esta viñeta de Bagaría, aparecida en el segundo número de Crisol, correspondiente al 7 de abril de 1931.		Puede que sea esta caricatura debida a Bagaría la primera que se hará del rey tras su renuncia. Fue publicada el 18 de abril de 1931 en Crisol. Debajo figuraba la premonición: “El tío de pueblo —¡Que el viaje no es más que de ida!”.

Bagaría, no obstante, ha de esperar al 16 de abril, dos días después de haber salido del país Alfonso XIII, para insertar en Crisol una viñeta con la caricatura del monarca, que, por simple cuestión de periodicidad, se adelantará algo a las que pudieran publicar las revistas de tirada semanal, como es esa otra ya aludida de Bas Bofill que el día 17 insertaba L‘Esquella de la Torratxa en contraportada. En la suya, Bagaría, bajo el titular de “¡Adios, muy buenas!”, lo representa emigrando con un hatillo al hombro, si bien lo cierto es que Alfonso XIII viajó en coche desde Madrid a Cartagena, donde, sin peligro y acompañado de parte de sus bienes, tomó un barco rumbo a Francia, lo cual no impide que con pequeñas variantes esa visión del viaje a pie sea también utilizada por diversos dibujantes en diferentes revistas y periódicos del país de tendencia antimonárquica, siendo la más cruel de todas estas imágenes la de la portada de la revista La Traca del 21 de abril, número con el que esta veterana publicación valenciana emprende su andadura nacional en castellano.

“El rei que guilla” (“El rey que huye”), era el pie de este dibujo publicado en La Campana de Gràcia.	Ilustración de Robledano para Luz.	“El franco, el marco, la corona y el peso que huye”, viñeta de Ferrer publicada en La Voz.

Una semana y media más tarde de haber publicado aquella imagen del monarca en su partida, Bagaría dejará en Crisol una segunda caricatura de Alfonso XIII en la que éste se congratula de haberse exiliado a Francia, pero no tardará en publicar una tercera donde lo representa rogando a Dios por su vuelta, y en los meses posteriores, aunque ya más espaciadamente, seguirá metiendo la figura del Borbón en sus viñetas, entre las que nos encontramos con una del monarca nuevamente implorando —aunque ahora ante un altar— que le nombren rey de Navarra. En todas ellas el rostro de Alfonso XIII apenas si varía con respecto a la primera caricatura que hiciera Bagaría, dibujándolo siempre de perfil y con idéntico gesto. 

	Enmarcado con un fondo de amanecer republicano, el pueblo español expulsa de un puntapié al monarca Alfonso XIII. Fragmento de la portada de La Traca del 21 de abril de 1931.

Coincidiendo con la llegada del verano en que Crisol pasa a ser diario, la viñeta de Bagaría es trasladada a páginas interiores, optando éste por aparcar la figura de Alfonso XIII, pero no así las de los que denomina “resentidos”, “monárquicos” y “juníperos, que representa mediante un personaje que recuerda bastante a Martínez el Facha, obra posterior de Kim. 

Habremos de esperar al año siguiente, en que Crisol es sustituido por Luz, para que vuelva a dibujar algunas nuevas imágenes del monarca, en las que ya ha pulido algo su caricatura y al que además viene a representar bajo otros puntos de vista.

Las imágenes del rey en Luz no serán muchas, tanto porque el diario cierra tras poco más de dos años y medio de vida como porque Alfonso XIII, al igual que Romanones o Lerroux, otros de sus personajes favoritos, están empezando a ser figuras del pasado. Ahora lo que cuenta son los emergentes Azaña, Mussolini, Hitler y un gallito (así lo llega a dibujar Bagaría) general Franco, pero eso no es obstáculo para que deje caer con relativa frecuencia sus lacerantes dibujos sobre los monárquicos.

Alfonso XIII en dos viñetas de Bagaría para el diario Luz. La primera, con motivo de unas Fallas, y la segunda, tras saberse que el rey había colaborado ocultamente en la I Guerra Mundial.		Esta viñeta de Bagaría, publicada en Luz, no precisaría texto alguno aunque lo llevara.

Tras el cierre de Luz, Bagaría ha de regresar a El Sol, pero ni este medio, ni L’ Esquella de la Torratxa, ni La Traca, ni ninguna de las publicaciones republicanas llegarán a ser testigo del traspaso de las prerrogativas dinásticas de Alfonso XIII a su hijo Juan de Borbón. Para entonces, un 15 de enero de 1941, Franco había ganado la guerra por él emprendida, estableciendo como única prensa posible la afín al “Movimiento”. Una prensa en la que no cabía el humor gráfico; el país no estaba para guasas.