LA TÉCNICA DEL CÓMIC, DE JOSEP M. BEÀ
PASIÓN CREATIVA
Lo que se nos ofrece es lo que se nos va a dar
Con el título La técnica del cómic, Josep Maria Beà, con el apoyo de Pascual Ferry, publicó en 1985 doce fascículos de periodicidad semanal dedicados a explicar diferentes aspectos de la técnica del cómic —aunque en realidad el primero de ellos casi se limitó a anunciar lo que aparecería en los once siguientes—. Aun así, vale la pena detenernos en el breve prólogo firmado por Beà. En él, después de manifestar ilusión y voluntad pedagógica, intenta situar las potencialidades y los límites de la obra al tiempo que la liga con su propia experiencia profesional. Así, después de asegurar que su única intención es «convertir este trabajo en la respuesta que todo aficionado a la profesión precisa en infinidad de ocasiones», reconoce la dificultad de realizar el aprendizaje de cualquier medio artístico a través del sistema de fascículos, pero agrega que algo se podrá aprender. Enseguida pasa a afirmar que lo que trata de hacer es transmitir sus conocimientos técnicos, adquiridos a lo largo de su carrera profesional, y en el último párrafo expresará que su único objetivo en esta obra es tratar sobre la práctica, sobre la “forma”, su ejecución, su plástica, su grafismo.
Y podemos decir ya de entrada que lo escrito en dicho prólogo define la esencia de la obra, eso es lo que podía esperar la persona que los comprara y eso es lo que les ofreció.
Pasemos ahora a comentar los diferentes fascículos que se publicaron a continuación.
Documentación y perspectiva
El segundo fascículo anunciaba que iba a tratar de la documentación y la perspectiva, combinando dos aspectos diferentes y diferenciados de la técnica, y entre los que intercalará una página dedicada a la medición proporcional de la página y un breve comentario y tira dibujada al alimón con Ferry sobre la ordenación de las viñetas en la página. La brevedad de esta referencia confirma el papel secundario que otorga en la obra al lenguaje y su gramática.
El apartado de la documentación, que ofrece ejemplos concretos de uso de la misma, es sin duda uno de los más afectados por el paso del tiempo y la capacidad de almacenar información y poder disponer de ella que actualmente brinda internet. Sin embargo, Beà nos ofrece unas reflexiones sobre el dilema entre copiar e inventar que siguen siendo muy válidas:
Nadie “inventa” cuando cree que lo está haciendo, tan solo modifica realidades impresas en su memoria… Incluso el esquema gráfico más inconexo e irracional, aparentemente “inventado”, no es otra cosa más que una combinación y una distorsión de formas reales archivadas en nuestra mente…. Otro aspecto es la imaginación, la intervención de nuestras facultades imaginativas… la habilidad para modificar, jugar y combinar todos o cada uno de los elementos que han ido configurando nuestro mundo interior.
En la parte final de este fascículo se explica en la práctica, o sea, con ejemplos, cómo conseguir el efecto de perspectiva. Explicación que se acompaña, como pasará en toda la obra, con tiras o dobles tiras cómicas protagonizadas por Gatony y Fifí, gato y perro ficticios creados, respectivamente, por Beà y Ferry.
Anatomía
La anatomía en el cómic será el tema del tercer fascículo. Y de nuevo en la introducción aporta palabras que explicitan conocimiento del medio y que deberían ser tenidas en cuenta por las jóvenes hornadas comiqueras: «La acción, la dinámica y el movimiento que el dibujante sabe transmitir a sus personajes, aún hoy, es considerado como un factor decisivo e inherente al cómic, típica característica que diferencia a este medio de otros, cuyo estatismo es su elemento determinante».
Burne Hogarth, Alex Raymond, Richard Corben y Liberatore son los ejemplos citados como referentes en el dibujo de la anatomía humana. Las siguientes secciones son “Dibujo al natural”, que se ilustra con dibujos de Adolfo Usero; “Proporciones”, ilustrado con múltiples figuras dibujadas; “La anatomía se viste” y “El encaje anatómico”. Vale la pena destacar que se dedica una página exclusivamente a uno de los grandes retos del dibujo de las personas humanas: las manos, una de las partes del cuerpo humano que más dificultades presentan en su recreación dibujada. Y con los ejemplos, una observación muy pertinente: «Solo un continuado e indesmayable ejercicio de apuntes al natural permitirá descubrir los secretos de la anatomía de las manos».
El guion
Aunque el cuarto fascículo tiene como título “El guion”, apenas tratará este elemento creativo: de hecho, sus primeras páginas son una continuación del fascículo anterior, es decir, de la anatomía. En “La anatomía en acción” se busca pasar de la descripción humana estática a esa figura en movimiento, de nuevo con ilustraciones prácticas. El siguiente capítulo se dedica a la anatomía animal, con imágenes creadas por Winsor McCay. Después se dedican unas páginas a la anatomía creativa y a la cabeza humana, respectivamente. Y es entonces cuando entramos en el terreno del guion o de la importancia de la narración en el cómic, por medio de una doble página titulada “Sobre el dibujo en el cómic”. En ese texto, que define al cómic como «un sistema narrativo de una idea argumental con dibujos», Beà se pregunta si «es necesario ser un buen dibujante para poder realizar un buen cómic». Para responder que « los grandes autores de la historia del cómic, los que han conseguido mayor audiencia y han sido más solicitados por el lector, no fueron precisamente los mejores dibujantes». Más adelante cita a Caza, Corben y Moebius como «maestros del dibujo, a cuyas imágenes les sobra texto, pero desgraciadamente este difícil plano de realización es un campo de refugio para un tipo de autores con gran habilidad en el dibujo pero con una manifiesta incapacidad para explicar algo…. y el cómic es comunicación, transmisión, un reflejo de realidades, de síntesis vivenciales». Este fascículo culmina con una historieta protagonizada por Gatony que viene a ejemplificar la importancia del relato, así como de la implicación del autor o autora en el mismo.
Tras explicar lo importante de comunicar, es decir, de los contenidos narrativos, el quinto fascículo se encabeza con el título “Desarrollo del guion, Creación de personajes”. Lo cierto es que el tratamiento de la técnica del guion se solventa de forma muy rápida e incompleta. La reproducción parcial de un guion, una página sobre el storyboard y ya está. Respecto a la creación de personajes, lo que se ofrece se centra especialmente en el tratamiento de los rostros, con ejemplos de Alfonso Font, Tha y Alfonso López y una doble página sobre expresiones faciales. Aunque no estaba anunciado, el fascículo se completa con secciones varias, como recomendaciones sobre los materiales. Luego nos encontramos con tres páginas dedicadas al enfoque y su repercusión narrativa, acompañada de una ejemplificación de los diferentes tipos de planos. Y como remate casi final, un inciso sobre las diferentes técnicas del lápiz.
El entintado
Hacia el ecuador de la obra entramos en un terreno muy práctico y por ello muy apreciado por los y las historietistas noveles. Y es que el sexto fascículo se inicia con una referencia, bastante completa para la época y con aún cierta validez actual, sobre los materiales a utilizar en el entintado: plumilla, pincel, estilógrafo, pluma estilográfica, caña, rotulador, lápiz de grafito muy blando, rotulador con punta de pincel, bolígrafo, rotulador con punta de caucho. A ellos hoy habría que añadir la tablet y sus programas. La siguiente sección ofrece una interesante y seductora muestra de diferentes sistemas básicos de entintado. “El entintado en la fotografía” recrea un proceso especial, mientras que “Los efectos del entintado” busca proseguir con la pedagogía práctica del dibujo por medio de los ejemplos, entre ellos el de Alfonso Font y su recreación de la lluvia. La enseñanza prosigue con el capítulo dedicado al siempre agradecido contraste de masas. Las siguientes secciones tratarán sobre el movimiento, o sobre como crear la sensación de movimiento en un medio bidimensional; sobre el bocadillo, balloon o globo de texto, y finalmente sobre los efectos especiales, o sea, sobre diferentes trucos para conseguir entintados especiales.
El cómic a color
Ya hemos llegado al séptimo fascículo, que se inicia, como una prolongación del anterior, con unas páginas donde se siguen dando ejemplos de trucos de profesional creativo para obtener efectos gráficos especiales. Luego entramos en el terreno del color, o sea, de la cuatricromía: magenta, azul, amarillo y negro. Una vez más la experiencia se convierte en consejo, en este caso sobre el control en la intensidad de los tonos al aplicar los colores en los originales. Tras otra página de tiras donde Fifí y Gatony dan el toque humorístico a las enseñanzas técnicas, llega otra lección magistral de Beà: «Cuando un piano no suena como una trompeta». En este texto utiliza una anécdota, real o no es lo de menos, de su trayectoria profesional para explicar las limitaciones y las posibilidades del color en los cómics cuando este dependía del uso por el impresor de la cuatricromía. Y aporta una reflexión final muy a tener en cuenta: «Llegando a la conclusión de que el conocimiento profundo del oficio de realizador de cómics no se alcanza solo en la mesa de dibujo, pues los originales tan solo están terminados cuando su autor acaba de retocar los fotolitos mismos». En la actualidad, la última frase podría sustituirse por la necesidad de comprobar en las pruebas de impresión la calidad de la reproducción. En la sección “El color al óleo” se utilizan viñetas realizadas por Fernando Fernández. El bloque final de este número contiene primero una explicación de los fotolitos y cómo colaborar en el trabajo que con ellos realiza el fotograbador. Le siguen dos páginas dedicadas a la pauta azul, prueba en azul, y al color directo, una sobre la simbología y los atributos del color, y otras sobre el sistema de “indicación por porcentajes”, además de la necesaria lista de materiales, hoy sustituidos mayoritariamente por programas infográficos.
Del aerógrafo al ordenador
En el octavo número de la publicación aparece una significativa síntesis entre innovación y desfase. Innovación en tanto que refleja la voluntad de experimentar y de adaptar la creación artística a la evolución tecnológica, desfase en cuanto que una técnica, la del aerógrafo ha perdido su cualidad de novedad mientras que el apartado dedicado al ordenador es tan avanzado para entonces como insuficiente ahora ante su actual realidad. Sin embargo, creo que merece la pena insistir en que ambas técnicas reflejan una inquietud y receptividad creativa no demasiado común. Como prueba: el aviso de que «aunque las comparaciones con el dibujo y la pintura tradicionales resultan odiosas, ello es por poco tiempo, dado el ritmo desenfrenado con que está evolucionando la electrónica». Debemos señalar, por otra parte, que los ejemplos en la utilización del aerógrafo, del que se explica con cierto detalle su funcionamiento, son obra de Herikberto, autor descubierto en las páginas y portadas de Rambla.
Dos secciones más conforman este fascículo. La primera está dedicada a la aguada, ejemplificada por trabajos de Carles Prunés y de la que se señala la especial dificultad de saber reservar el blanco del papel como zona de luz mediante transparencias monocromas, mientras que la segunda se dedica a ejemplos prácticos de onomatopeyas, entre los que destacan las viñetas de Carlos Giménez.
Elogio de las nuevas técnicas: la fotocopiadora, el collage
El fascículo noveno se inicia con un texto en el que Beà confirma lo que comentábamos en el párrafo anterior sobre su apertura de mente respecto de las innovaciones técnicas. Y lo hace saliendo en defensa del espacio que en esta obra se le dedica a las mismas. Así, pregunta: «¿Supone un alejamiento de la realidad el dedicar tantas páginas a la presentación de sistemas tan infrecuentes o poco habituales en la realización del cómic?» —como eran entonces los ordenadores, las fotocopiadoras, los collages—. Después de recordar lo sucedido con el estilógrafo o con el letraset, inventos que muchos consideraron que no iban a prosperar y se vieron desmentidos por la realidad, ese texto se cierra con otra serie de preguntas: «¿Qué ocurrirá en un futuro? ¿Preferirá el dibujante de cómic mejor grafito para su lápiz o un económico ordenador de alta resolución gráfica? ¿Y el lector, preferirá el cómic de papel o el cómic eléctrico?». Son ese tipo de interrogantes que viajan cómodamente por el tiempo hacia respuestas que hoy ya podemos dar. Se ha generalizado el uso del ordenador, que ha evolucionado muchísimo, y sin embargo, el cómic de papel persiste. Por otra parte, otros avances tecnológicos de entonces han pasado a ser anacrónicos. El uso de la goma de reserva, goma arábiga diluida, con ejemplos gráficos de El Cubri entre otros, ocupa una sección a la que seguirá la dedicada a la fotocopiadora y sus posibilidades experimentales. Después entramos en el terreno del collage, al que se dedican ni más ni menos que seis páginas, prueba del amor del autor por esos juegos expresivos. Las dos últimas secciones están dedicadas a la morfología del globo o bocadillo y a la rotulación. Sobre el primero se exhibe un amplio abanico de posibilidades, aunque sin apenas profundizar en su función. En cuanto a la rotulación, se reconoce que interviene decisivamente en la estructura narrativa del cómic, pero no se ejemplifica cómo.
La portada del cómic, el cómic infantil
Una vez más el texto con el que Beà inicia este número de la colección se convierte en la parte que justifica por sí sola el todo, o sea, el fascículo. La pieza está encabezada por un título de índole publicitaria: «Cómo conseguir el éxito en pocas lecciones», al que sigue una entradilla donde anuncia una serie de «normas básicas cuya observación y puesta en práctica pueden ayudar mucho a cualquier persona que se inicie como dibujante de cómic». Y efectivamente, a continuación desgrana veintiuna normas que, en mi modesta pero convencida opinión, deberían conocer y tener en cuenta todas aquellas personas que cursan estudios, oficiales o no, de cómic. Hay mucha experiencia acumulada cuando recomienda tomar el aprendizaje con mucha calma, es un oficio duro, de años, o dibujar tanto como se pueda, pero eso sí, siempre que apetezca… así como practicar el aprendizaje de profesionales, o conocer los instrumentos tradicionales y familiarizarse con los nuevos. Quizá hoy habría que insistir en conocer los tradicionales. También hay muchos consejos prácticos sobre posturas, iluminación, cuidado del instrumental, no dejar la viñeta más difícil para el final… Y tres recomendaciones más generales y muy sabias:
A partir de ahí se desarrollan una serie de secciones: “La portada de cómic”, “Color por indicación”, “La mesa transparente”, “El proyector de cuerpos opacos”, “Las tintas de colores”, “Portada al óleo”, “El cómic infantil”, “El huevo de Colón para el dibujante de cómic”, “El efecto Rubber”, “Las expresiones, formulas y claves” y “Un antiguo ejercicio disciplinario”.
El cómic de humor
De nuevo hacemos hincapié en el texto de entrada que, a modo de editorial, encontramos en muchos de los fascículos. En este, titulado: “Por favor, hazme reír”, reflexiona Beà sobre la relación entre la técnica utilizada y el éxito o fracaso en hacer reír al lector. Su conclusión es que «el cómic de humor, como indica su nombre, debe provocar humor, para lo cual se justifican todos los medios empleados por sus autores para conseguirlo. De no ser así, por más espectacular y aparatoso que sea el sistema técnico empleado, los resultados son inútiles». Siguen unas páginas de ejemplos, entre ellos los del dibujante Norton, una de las varias personalidades creativas de Beà, y una explicación de Forges sobre su proceso técnico de creación, a la que dan continuidad páginas de Kim, Óscar y Bosch. La sección dedicada a la caricatura, con esplendidas muestras de Gin entre otras, cierra este penúltimo capítulo.
El proceso industrial
El libro se cierra con el capítulo dedicado al proceso industrial, es decir, a la conversión de los originales en obras de difusión masiva, en formatos de revista o de libros, mayoritariamente. Es un proceso que, debido a los avances tecnológicos, ha quedado muy desfasado, aunque tiene el valor de testimonio a la hora de contemplar la evolución del medio.
“Producción editorial y maquetación”, “Fotocomposición de textos y montaje”, “Fotograbado y fotomontaje”, “Insolación, reproducción e impresión”, “Encuadernación”, “Distribución y venta”, son las secciones que recrean el proceso industrial, con amplios y oportunos reportajes gráficos y sus correspondientes comentarios. Un proceso que aparece muy bien sintetizado en “El auca de la edición”.
Pasión creativa
Invertimos el orden de las reseñas de los anteriores capítulos para comentar aquí el texto editorial de este último, que se titula “Solo quien ama el cómic puede entender sus imágenes”. Y lo hacemos así porque en él Beà realiza su propia valoración de esta obra. Se reafirma en los objetivos y limitaciones que ya comentamos al reseñar el primer fascículo, aunque reconoce que bastantes aspectos de la técnica del cómic se han quedado por el camino y otros han sido tratados insuficientemente por falta de espacio. Y es cierto, como ya se valoró anteriormente, que lo que se ofrece es lo que se da. Como sistema de comprensión del medio peca de inconexión y fragmentación. Como catálogo de propuestas y soluciones técnicas concretas funciona y está avalado por la experiencia del autor. Pero además hay otra dimensión que Beà plantea al rendir homenaje al libro La historieta, de Emilio Freixas, y reconocer lo mucho que aprendió de él: el amor al cómic. Por ello no solo es una obra honesta, es que además incorpora un compromiso del autor, una implicación que va más allá del recetario técnico, de la preocupación por la forma, y es el intento de transmitir una visión del medio desde la pasión creativa.