LÁPICES INVISIBLES DEL COMIC BRITÁNICO
Reseña de The Inking Woman: 250 years of Women Cartoon and Comic Artists in Britain
Es posible que, con la perspectiva histórica suficiente, el momento actual del cómic sea visto como un punto de inflexión fundamental en la consideración del papel de la mujer en el noveno arte, desde todas sus perspectivas, de las temáticas a las autorales. Más allá de la necesaria revisión de los contenidos que el cambio de mentalidad social pueda aportar, también es necesario que esa actitud venga acompañada de dos tareas fundamentales desde la divulgación y estudio académico: en primer lugar, la recuperación y reivindicación de la historia autoral de la mujer en el cómic, tan invisible en muchos casos que obliga a los estudiosos y estudiosas a minuciosas y arduas labores de investigación. En segundo, la visibilización de la presencia de la autoría femenina en la creación actual, afortunadamente cada vez más pujante pero todavía lejos de condiciones de equidad. Estas dos tareas pueden ser aunadas fácilmente a través de exposiciones que, desde la rigurosidad académica y un tratamiento divulgativo amplio, puedan hacer llegar al gran público una realidad, a superar en el caso del pasado y a reivindicar en el presente.
En ese sentido, hay que alabar las iniciativas que llegan desde las, todavía escasas, asociaciones de autoras de cómic, que en el caso de España han llevado a cabo una espectacular labor a través de la muestra Presentes: Autoras de tebeo de ayer y hoy, que desde 2016 lleva recorriendo el mundo gracias al apoyo decidido de AECID. En esta línea habría que enmarcar el trabajo de Anita O’Brien, comisaria de la exposición The Inking Woman: 250 years of Women Cartoon and Comic Artists in Britain, organizada por el Cartoon Museum de Londres en 2017.
Un año después de esa muestra llega el libro del mismo título, ahora con Nicola Streeten y Cath Tate como editoras, con la intención de servir tanto de catálogo exhaustivo de aquella muestra como de estudio sobre el papel de la mujer en el cómic británico.
Si bien desde el punto de vista de muestrario de la labor de las autoras británicas de cómic durante los últimos doscientos cincuenta años poco se puede decir, en tanto hay una importante cantidad de información gráfica con cierta intención de completitud, son más cuestionables la estructura y artículos de divulgación que aporta. Las editoras optan por estructurar su estudio en dos grandes divisiones, una dedicada al trabajo de las autoras en prensa y otra a la presencia de la autoría femenina en la novela gráfica, lo que puede ser comprensible, pero estos son subdivididos en diferentes artículos temáticos a los que se pueden objetar muchos inconvenientes. La primera duda que se puede plantear es identificar toda aportación de cómic durante 250 años dentro de la novela gráfica, que si bien dentro de los subapartados aparecen, no parece que sea lo más adecuado incluirlos siempre dentro de la concepción actual de la novela gráfica, más ligada al cómic de autor. Otro problema evidente que provoca esta división es que da lugar a duplicaciones innecesarias, que se pueden comprobar en la repetición del análisis de la contracultura desde la prensa y el cómic desde varios capítulos, por ejemplo, al separar contracultura, mainstream alternativo o fanzines y autoedición en aportaciones diferenciadas que, obviamente, tienen demasiados puntos en común. Hay también decisiones inesperadas en un libro sobre cómic, como la reiteración en los artículos dedicados a las postales, una elección lógica si se abriera el abanico de opciones a la ilustración o si se aportara más información sobre la ilustración en general y su relación con el cómic. Puede ser también discutible que, si bien resulta muy interesante descubrir las antologías Fanny dedicadas a cómic de mujeres, quizá se le da un tratamiento de importancia muy superior a las contribuciones actuales del capítulo dedicado a la novela gráfica (que finalmente termina confundiéndose con un monográfico sobre la medicina gráfica, un término relativamente moderno para englobar la novela gráfica relacionada con las patologías, pero de rápida aceptación) o a las aportaciones de cómic autobiográfico o costumbrista.
Por desgracia, la sensación que dan estas elecciones es de cierta confusión expositiva y de oportunidad no aprovechada en todas sus posibilidades, aunque el prolijo descubrimiento de autoras británicas y la gran cantidad de documentos gráficos aportados compensa sobradamente la lectura, permitiendo un juicio global más benévolo.
