Silver Surfer es, sin duda alguna, uno de los personajes más carismáticos dentro del universo Marvel, un secundario al nivel de las mejores creaciones de Stan Lee y Jack Kirby, que aparece por primera vez en una de las mejores sagas de Los cuatro fantásticos, aquella que narra la aparición inicial de Galactus. En muchas ocasiones, ha encontrado el protagonismo que merecía en obras tan interesantes como Parábola, de Stan Lee y Moebius; Réquiem, de J. M. Straczynski y Esad Ribic, o Negro, de Donny Cates y Tradd Moore. Otra de esas obras en las que resulta indispensable detenerse es el Silver Surfer de Dan Slott, Mike Allred y la colorista Laura Allred, que ofrecen lo mejor de su repertorio para conseguir una de las mejores etapas protagonizadas por este personaje tan noble como atormentado en sus inicios. Son estos dos últimos, Mike y Laura Allred, los que consiguen un tono pop que resulta fundamental para el goce pleno de la historia, ofreciendo en cada viñeta un estilo surrealista, una tonalidad de colores vivos que darán a cada página una alegría desbordante, necesaria para plasmar la felicidad del viaje que cuenta Dan Slott. Una felicidad del viaje que acerca este cómic a una de las series de ciencia ficción más longevas de la televisión, Doctor Who. No es casualidad, por ejemplo, que la primera imagen de Dan Greenwood ya adulta sea en una cabina telefónica, en pleno Londres, evocando de esta manera la famosa Tardis del Doctor Who.
Es obvio, entonces, que las huellas de la serie Doctor Who son fundamentales en la creación de esta obra. Es tremendamente importante, por ejemplo, en la concepción y caracterización de uno de los grandes personajes de estas historias, Dan Greenwood, que se asemeja muchísimo más a una de las compañeras del Doctor Who que a cualquiera de los intereses románticos anteriores que Estela Plateada haya podido tener, alejada, por tanto, del rol que caracteres como Alicia Master hayan podido protagonizar anteriormente. Es más, ella será uno de los hilos conductores desde el principio, siendo, por ejemplo, quien salve a Norrin Radd, invirtiendo así el rol de salvada y héroe, ya que ella acabará siendo un igual, como se hace patente en muchas de las historias que componen esta saga, un igual que, como el mismo Norrin Radd reconoce, lo habrá salvado en muchísimas ocasiones. Es más, el mismo Dan Slott afirma que, además, de las compañeras de viaje del Doctor Who, la acompañante de Silver Surfer bebe también de las características de las heroínas de Miyazaki. No hay que olvidar, asimismo, que será ella la que muestre el punto de vista de asombro de todo lector, un punto de vista que nos irá ofreciendo retazos de la vida tanto de Norrin Radd como del heraldo de Galactus, sus triunfos y derrotas, sus virtudes y defectos, el punto de vista de sorpresa y maravilla ante el descubrimiento de personajes y rincones de un universo Marvel que se irá haciendo más amplio en estas historias. Y es en la creación, presentación y descripción de estos lugares remotos y desconocidos donde los lápices y colores del matrimonio Allred brillan de forma inusitada, presentando un Silver Surfer más cercano al de las primeras historias de Kirby que, por ejemplo, al de John Buscema, un personaje de líneas sencillas y de gran expresividad en sus gestos, sin olvidar la descripción de rincones interminables, originales, divertidos, que se hacen más bellos gracias a la tonalidad de colores vivos, brillantes, de Laura Allred, que consiguen la simbiosis perfecta entre guion, dibujos y color. Ejemplo perfecto de la conjunción de todos estos elementos es el número 11, “Never After”, en el que Norrin Radd queda atrapado en una cinta de Moebius, un prodigio tanto narrativo como visual, número que ganó el premio Eisner a la mejor historia de 2014.
El asombro de Dan Greenwood, ya lo hemos dicho, es la transposición del asombro de los propios lectores, que perseguimos una necesidad de aventuras para olvidar las pequeñas miserias del mundo cotidiano que nos rodea. Y es este asombro el que dará una brillantez inmensa a la ciencia ficción al nivel de los mejores episodios tanto de Silver Surfer como de Doctor Who, aprovechando, como hemos señalado, todo el potencial cósmico del universo Marvel, a veces, en historias tan intrascendentes como hermosas, que, sencillamente, cuentan la búsqueda del mejor helado del universo, otro de los rasgos que acercan esta trama a Doctor Who, en la que también es importante el placer del viaje por el viaje, la felicidad de encontrar lo inesperado al viajar. No son las únicas influencias de Doctor Who en esta etapa, dado que también la caracterización de la tabla se asemeja aquí mucho a la Tardis, siendo un personaje secundario más, con la que compartir, por ejemplo, secretos y confesiones, uno de los grandes hallazgos gráficos de esta historia, merced a los lápices y colores del matrimonio Allred.
Otro de los grandes aciertos de la historia serán, cómo no, los secundarios, entre ellos los familiares de Dan, símbolo en todo momento de la tragedia personal que supone cualquier viaje, por la sensación amarga de las cosas y personas que dejamos atrás y que acaso nunca recuperaremos, familiares que desconocen el mundo superheroico de Silver Surfer, arraigados en unos valores familiares y laborales de lo más común, para los que la llegada del protagonista supone una sensación de alienación y extrañeza. No hay que dejar de lado, por otra parte, la inmensa galería de personajes secundarios que son ya familia del mismo Silver Surfer: desde Alicia Master y los Cuatro Fantásticos a los Guardianes de la Galaxia o los personajes, creaciones originales de esta etapa, que pueblan los diferentes planetas que recorren ambos protagonistas, moviéndose siempre entre la admiración, la duda, el miedo y la inseguridad que siembra en ellos la presencia del heraldo cósmico, otorgando así mayor profundidad al personaje, profundidad tanto psicológica como emocional, que se muestra tanto en los diálogos, tremendamente acertados, de Dan Slott como en los dibujos de Mike Allred, tanto de los protagonistas como de la tabla, que, como hemos dicho, es un personaje más de la historia. Para la visualización de dicha profundidad emocional son claves las viñetas en que la tabla muestra, de forma clara, los sentimientos y emociones contenidos por los mismos personajes.
Hay que destacar, asimismo, el humor que aparece en muchas de las tramas y diálogos, que rompen todo vestigio de lógica, apelando a explicaciones tan surrealistas como acertadas para achacar, por ejemplo, que Dan pueda respirar en el espacio o no congelarse debido al poder cósmico, justificación, en realidad, tremendamente fiel a la naturaleza del personaje. Muestras de este humor e ingenio son las batallas que Silver Surfer gana apelando a la inteligencia más que a la fuerza física o al poder cósmico, por ejemplo, al vencer al último guerrero eliminando su placa para que la solución acabe siendo pacífica, o el uso del mítico grito del Doctor Who, protagonizado por David Tennant: “Allons-y”, mientras Dan y Silver Surfer surcan los rincones más profundos del Universo.
Reflejo también del amor de Dan Slott por Doctor Who son los últimos números, en que cobrará más intensidad la necesidad de viajar en el espacio y el tiempo, para explorar más territorios desconocidos, para recrear una infancia, una adolescencia a la que ambos se aferran, entendiendo que el viaje en algún momento ha de acabar, aunque hagan todo lo posible para evitarlo en números tan experimentales en lo visual como “Bound for eternity”, que narra la separación y reencuentro de estos dos amantes, para no afrontar así las pérdidas que conllevan la madurez, el regreso a la responsabilidad, en el caso de Dawn, la pérdida del padre y el crecimiento de la hermana, que se ha casado y ya ha tenido un hijo, una bellísima reflexión sobre el dolor y la pérdida. El final de un viaje que conlleva, asimismo, la separación y el final del amor, de una historia de amor que ha hecho a Silver Surfer mucho más empático, mucho más comprensivo, mucho más humano, en una serie de números en que brillan sobremanera los lápices de Mike Allred y los colores de Laura Allred, convirtiendo cada página en puro goce visual, en pura experimentación narrativa al servicio siempre de la historia. Hay que reconocer que el hecho de que dibujante y colorista sean los mismos a lo largo de todos estos números da a los guiones de Dan Slott una brillantez inusitada. Y es que, como se repite en varias páginas, toda historia tiene un final.
Es, en suma, una historia de un lirismo, optimismo y alegría inigualables, una poderosa historia de amor que humaniza a Silver Surfer hasta límites insospechados, que deja en él el recuerdo y cariño de Dan, para recordarle a él y a los lectores que hay un poder mucho mayor que el cósmico, el de un amor que se ha hecho omnipresente en casi todas las páginas de un cómic de una sensibilidad, tanto en lo narrativo como en lo gráfico, excepcional, una historia de amor que conmueve y entretiene por igual. En cualquier lugar y en todas partes.