LIANA: TEBEOS CON COMPROMISO
De un tiempo a esta parte, están surgiendo algunos sellos editoriales que se caracterizan por publicar tebeos que se alejan de las rutas más transitadas, las del entretenimiento, para enfocarse sobre causas concretas, dentro de ese marco difuso que es el “compromiso”. El sello Liana está editando tebeos en español desde marzo de 2019 y se caracteriza por ofrecer obras fundamentalmente traducidas del italiano, algunas para el público infantil, en su colección Manglar, y otras dirigidas al lector adulto, los de la colección Bromelia. En ambos casos, nos han brindado hasta la fecha ediciones muy cuidadas, todas ellas en el marco del libro estándar con 24x17 cm, sea en rústica o en cartoné, y se agradece el exquisito cuidado que ponen en la elección del papel.
El más reciente título publicado dentro de la colección Manglar es Soy Mar, obra de la italiana Cristina Portolano. Esta autora se ha caracterizado por trabajar en áreas tan distantes entre sí como el cuento infantil, las biografías de pintores y los productos vinculados con la agenda feminista, todo ello resuelto con un estilo naíf que además ella diluye en tonos pastel, lo que acaba generando una lectura plácida. Con Soy Mar, un tebeo aparentemente simple dirigido al lector infantil, aborda la cuestión identitaria de una manera muy sutil. El argumento es sencillo: una niña adora al pez payaso que vive en su pecera, Franky, aunque su madre no le deja tocarlo. De noche, en sueños, ve que se escapa y la lleva consigo al reino del mar, donde algunos caminos son difíciles de transitar (como cuando tienen que atravesar un banco de anémonas, que son el hábitat natural de los peces payaso). Mar supera sus miedos y logra alcanzar la comunidad a la que pertenece Franky, quien ha experimentado una evidente transformación al llegar. No todo el mundo sabe que el pez payaso es una especie hermafrodita protándrica, lo que quiere decir que el macho se transforma sexualmente para poner huevos si la hembra muere o se aleja de la colonia. Este singular cambio fisiológico e inconsciente del pez sirve a la autora para lanzar un mensaje subrepticio sobre la identidad de género que no es fácil de captar, porque pocos conocen esta peculiaridad sexual y, además, no todos los lectores se percatarán de que lo que celebra Mar al final del tebeo es la posibilidad de transformarse ella misma al igual que hizo su pez preferido.
Tras esta lectura practiqué un experimento que me pareció interesante. Se lo di a leer mi hija adolescente, de quince años, con el fin de comprobar si ella captaba el sutil mensaje transgénero (lo cual resulta evidente si atendemos a la breve reseña de Daniele del Pozzo dispuesta en la contracubierta). Me llamó poderosamente la atención que mi hija no captara tal alusión porque ella es una convencida defensora de la causa LGBT y suele mostrarse muy interesada de todo lo relativo al género autopercibido o la inconformidad con el sexo biológico. Ella solo extrajo que era un cuento bonito sobre una niña que gracias a su pez toma confianza para ir superando las dificultades de la vida. Es posible que la autora no logre transmitir el mensaje que pretendía con este relato cuando lo leen los niños. Un adulto atento no debería tener dudas tras su lectura, sin embargo. Por lo tanto, se trata de un tebeo tan simple como arriesgado y que es posible leer de dos maneras muy diferentes.
En el caso de Khalat, libro destinado a la colección Bromelia, va exclusivamente dirigido a un lector adulto y su aparente simplicidad de puesta en página se diluye tras comenzar la lectura. Con este tebeo también tuve una experiencia poco habitual: en una primera lectura me pareció una obra aburrida, escasamente historietística, demasiado cercana a la frialdad fotográfica y la dejé a un lado. Pero me obligué a la relectura y tras la insatisfacción primera recobré un tebeo poderoso.
Su autora, Giulia Pex, milanesa de nacimiento, estudió fotografía, luego dio un viraje hacia la ilustración, matriculándose en una escuela de cómic para especializarse en esta difícil arte de relatar con dibujos estáticos. Y sus dibujos son verdaderamente estáticos. Se aprecia un notable uso fotográfico de la imagen en esta autora, porque cada plano, cada enfoque, parece basado en una fotografía preexistente, lo que otorga al conjunto un aspecto paralizado en el tiempo, como el que nos brinda un álbum de fotos.
La historia que cuenta se parece en cierta manera a la del tebeo anterior, porque se trata de juntar algunos pedazos de la vida de una joven siria, llamada Khalat, que vive los acontecimientos del alzamiento kurdo de 2011-2014, que tuvo como consecuencia la declaración del Estado Islámico de Irak y Levante. La narración es por fuerza efectiva, dado que no se narra la construcción de un personaje o de una vida sino todo lo contrario: su descomposición, sus pedazos. En el arranque del tebeo Khalat, Siria es un país demolido por el racismo y el fanatismo islamista, y también es una cultura en la que la mujer ocupa una posición muy relegada y reprimida. Resulta llamativo que la imagen con la que se inicia la historieta es la de un hombre sosteniendo a un bebé, un acto que recuerda a la maternidad, y en la página opuesta vemos un primer plano del padre de Khalat estableciendo que él decidirá con quién contraerá matrimonio la protagonista. No es que la imagen de su hermano sujetando a un niño anule la maternidad de Khalat, pero sí refuerza la idea que viene a continuación de que el hecho de ser madre (y de amar) queda fuera de su competencia. Y hablamos de una costumbre que se mantenía en varios países de nuestro mundo actual, o al menos en 2011.
Las estáticas imágenes de Pex que siguen nos transmiten el afán de Khalat por aprender, por ser una mujer moderna. Expresa que su pretensión es triunfar en un país occidental, donde estará liberada de sus actuales costumbres, para luego poder regresar a ver a sus familiares y relatarles sus logros. Este deseo de progresar, de trascender su condición subyugada se malogra. Ella estudia francés, lee a Prévert y se queda prendada de su profesor, pero es su última fantasía. Precisamente la lectura de un verso de Prévert es el que la devuelve a la cruda realidad política, en la que su amoroso hermano es ajusticiado por rebelde. El resto del tebeo es huida, una lenta y triste huida atravesando varias fronteras, en la que ella y su familia van perdiendo dinero y dignidad. Ella vive algún atisbo de esperanza debido a su conocimiento de tres lenguas y a que tienen éxito en su travesía de Turquía a Grecia, descrita magistralmente con una sola viñeta en la que apenas se atisba el mar bajo las sombras de la noche. Khalat parece alcanzar la paz gracias al exilio, pero con un alto coste: la pérdida de las ilusiones. Esto, narrado con imágenes tan “detenidas”, logra una fuerte conexión con el lector, porque transmite la certeza terrible del vacío con gran eficacia.
Es un tebeo duro el de Pex. Cuesta digerirlo. Narrativamente funciona muy bien si se lee con una calmada actitud y sin prejuicios. Son muy pocas imágenes las que le hacen falta a la autora para retratar un episodio terrible que están viviendo miles de personas todos los días. Miles de episodios que conducen a una nada absurda en la que las esperanzas se apagan porque el futuro que espera tras una migración contiene muy a menudo recuerdos solo preservados en fotos oscuras y ajadas, como lo están las imágenes de este tebeo altamente recomendable publicado por Liana.
Estamos de enhorabuena de por contar con nuevos editores, como Liana, que nos proponen tebeos con dobles lecturas o que invitan a leerlos dos veces, y que además nos está mostrando algunas interesantes producciones recientes de fumetti.