LOS ROBINSONES DE LA TIERRA: LA “FRENCH CONNECTION” DE FONT
Cuando Alfonso Font publica la primera entrega de Los Robinsones de la Tierra (Les Robinsons de la Terre en el original francés) en Pif-Gadget, el popular semanario infantil/juvenil francés publicado por Éditions Vaillant, es ya un dibujante consolidado con quince años de carrera a sus espaldas que, tras haber trabajado mayoritariamente para las agencias barcelonesas que surtían a los mercados internacionales, como tantos de sus compañeros de profesión de nuestro país, en 1975 decide intentar la aventura de instalarse en París y trabajar directamente para el mercado francés, como previamente habían hecho Cabrero Arnal, Gabi, Julio Ribera, Antonio Parras y tantos otros talentos hispanos exiliados a tierras galas (aunque felizmente, nuestro artista regresaría a España a finales de la década). Recalando, por consejo de Víctor Mora, en la redacción de Pif, en breve obtiene allí trabajo, siendo su primera colaboración para la revista Sandberg, père et fils, serie sobre un juez y su hijo dedicados a resolver casos policíacos, con guiones del entonces debutante Patrick Cothias, años después célebre por Las 7 vidas del gavilán y otras creaciones. Pese a este debut prometedor, y tras una decena de episodios, la serie queda bruscamente interrumpida debido a discrepancias entre el guionista y la editorial. Seguidamente, Font realizaría, en colaboración con Carlos Giménez y Adolfo Usero bajo la firma común de Taller Premià 78 –que utilizarían igualmente para Tequila Bang y algún otro trabajo- otra serie con guiones de Bernard Solet, Dossiers Mystère, de la que en España aparecerían en 1981 un par de entregas en la efímera revista Vilán. Font ilustraría además para Pif un par de adaptaciones de obras de Julio Verne.
Pero es gracias a la intervención del guionista Roger Lécureux, redactor y prolífico guionista de Pif, que Font logra finalmente obtener “su” serie en dicha publicación. Lécureux deseaba introducir en sus páginas una serie de ciencia ficción en la línea de otra veterana serie del semanario y de la que él había realizado los guiones (surgida cuando este último fue fundado en 1945 con el título de Vaillant): Les Pionniers de l'Espérance, ilustrada por Raymond Poïvet, asimismo uno de los clásicos absolutos de la historieta francófona de ciencia ficción. Font, tras haber hecho gala de su talento en las páginas de Pif con las series arriba citadas, fue elegido para plasmar en viñetas el nuevo proyecto y, de este modo, Les Robinsons de la Terre debutaría en febrero de 1979 en el nº 518 de Pif (ó 1.754; hay que tener en cuenta que Pif seguía una doble numeración: una, contada a partir de 1945 con el nacimiento de Vaillant, y otra contada a partir de 1969 con el nº 1 de su nueva etapa con el título de Pif-Gadget), ganándose muy pronto el apoyo de sus jóvenes lectores.
El planteamiento de la serie, teniendo en cuenta el sector de público al que iba destinada, resulta simple pero efectivo, presentando un típico enfrentamiento entre el bien y el mal, eludiendo clichés maniqueístas, y aportando cierta crítica social -acaso convenga recordar que Éditions Vaillant dependía del Partido Comunista Francés- y algunas pinceladas de mensaje ecologista: la acción se inicia 250.000 siglos antes de nuestra era, girando la acción en torno a Thula, un paradisíaco satélite/mundo artificial perteneciente al planeta Axa, que es invadido por los “malos” de la historia, los zorkianos, liderados por Zorca, un déspota que luce, tal vez intencionalmente, unos significativos bigotes hitlerianos. Los “buenos” responden a los arquetipos habituales en este tipo de historias: hay un héroe y heroína ideales, Rodion y Lyla y el típico sabio inventor, Orloz, todos ellos axianos, más el benjamín del grupo, Tanou, un adolescente zorkiano cuya madre fue asesinada por Zorca. A bordo de Thula, los cuatro protagonistas, tras fugarse del satélite sometido por las fuerzas zorkianas, arribarán a lo que dentro de muchos milenios será el planeta Tierra, aún en plena era de los dinosaurios, donde habrán de enfrentarse a numerosos peligros, de los que a menudo saldrán airosos gracias a los conocimientos de Tanou sobre fabricación de armas y técnicas de supervivencia.
El dibujo es efectivo y dinámico, mostrándonos a un Font en plena madurez gráfica y sobresaliendo particularmente en el diseño de naves y arquitecturas espaciales, así como en el de los animales y paisajes prehistóricos. Todo ello resulta en un producto juvenil digno -que inevitablemente recuerda al Dani Futuro de Giménez, cuya colaboración conjunta con Font ya ha sido mencionada- que cumple con la misión de resultar atractivo al lector a que teóricamente va destinado, a la par que complace al lector adulto deseoso de disfrutar del buen hacer de un sólido profesional.
La saga de Los Robinsones de la Tierra concluiría a principios de 1982, tras 22 episodios que abarcan casi 250 páginas, en el nº 672 con un capítulo final titulado, apropiadamente, "Épilogue" (Éditions Vaillant dedicaría además un único álbum a la serie, reimprimiendo sus primeros episodios, en 1980). Por entonces, Font es ya un autor plenamente enfocado hacia el mercado adulto, habiendo ya dado buena muestra de ello con Historias Negras y Cuentos de un futuro imperfecto, y a punto de emprender la aventura de Rambla con sus personajes Clarke y Kubrick, para seguidamente iniciar una larga colaboración con Norma Editorial.
En España, Los Robinsones de la Tierra fue publicado inicialmente en 1980, en la breve y casi olvidada primera etapa de Cimoc, editada por Antonio San Román, antes de que el título fuera rescatado al año siguiente por Norma, iniciando con ello su etapa definitiva. Norma publicó además un primer álbum de la serie fuera de colección, retomando el material aparecido en el Cimoc “preNorma”, para seguidamente publicar varios episodios más en el nuevo Cimoc y dedicarle un segundo álbum en 1983, Evasión imposible, como nº 10 de su colección Cimoc Extra Color, si bien parte del material permanece todavía inédito en España. Volviendo a Francia, Los Robinsones de la Tierra está siendo reeditada actualmente en álbumes por Éditions du Taupinambour, lo cual podría constituir una buena excusa para recuperarla igualmente para nuestro mercado tebeístico, especialmente en estos tiempos en que la firma de Font se halla casi ausente del mismo.