MATA HARI: DARLE LA VUELTA AL MITO
La portada de este álbum, con la recreación gráfica que realiza Marika Vila de la figura de Mata Hari, cumple con su función de invitarnos a su lectura, pero lo hace al tiempo que nos lanza una especie de desafío. El busto semidesnudo de la espía, la cabellera roja, los adornos y el título sobre el que se apoya la imagen nos remiten al art nouveau y a su forma de contemplar y recrear a la mujer. Pero en esa imagen destaca un detalle que cuestiona la aparente frivolidad del vestuario: sus ojos azules. Ellos nos miran directamente y nos envían un mensaje de aparente intención seductora, pero que también nos dice que guarda secretos e historias que duelen; es una mirada que nos llena de interrogantes sobre lo que hay detrás de ella. Ese detalle es el anuncio de una historia compleja, la que nos ofrecen el guion de Andreu Martín y la realización gráfica de Marika Vila. Un relato que recrea un momento de la vida de Mata Hari, bailarina y espía, desde una perspectiva que se distancia del mito y se acerca a la persona.
Mata Hari se publicó originariamente en 1991 en la revista Totem el Comix, es decir, en una segunda etapa de la revista Totem, en la que fue editada por Josep Toutain. Se podría decir que es una obra de encargo, pues fue ese editor el que propuso el tema y el que hizo confluir a Andreu Martín y Marika en la realización de esta historieta. Ahora bien, tanto el guion como la narración gráfica se plantean y desarrollan no solo desde la madurez profesional, sino desde una voluntad diferenciadora y desde un compromiso creativo. Marika y Andreu compartían amistad y experiencias profesionales previas. Habían participado en 1977-78 en la creación de Bang-Trocha-Troya, la revista que bajo esos sucesivos nombres había intentado ofrecer «una historieta adulta, madura y crítica y que al tiempo sea popular y comercial...». Y aunque en esos días les tocaba vivir el declive de las revistas de cómic, los dos estaban en un gran momento creativo tanto en el terreno más comercial como en el autoral. Por eso, Andreu encara el guion con la voluntad de salirse de los límites del género y dar un tratamiento diferente al personaje protagonista, que nos presenta no como una víctima sino como una superviviente. El relato se desarrolla en el tiempo que Mata Hari pasó en Madrid; un tiempo y un lugar con un alto potencial narrativo, ya que la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial convirtieron el país en escenario de subterráneas, pero muy intensas, luchas de espionaje. Sobre esas referencias reales se desarrolla libremente una trama que combina intrigas, juegos de seducción y ansia de posesión sexual alrededor de la bailarina. Y todo ello nos llega con un tono que alterna lo paródico con lo dramático, en el que lo grotesco es la otra cara de lo trágico y el vodevil el reverso complementario de la guerra destructora. El grafismo de Marika, que distorsiona las pulcras y relamidas referencias de los tebeos sentimentales, es un vehículo muy apropiado para transmitir esa subversión de códigos. La definición de los personajes tiende a ridiculizar a los caracteres masculinos que rondan a Mata Hari, cuya actitud de depredadores sexuales liga muy bien con el abuso sin control del poder que se da en el mundo del espionaje. Y es que en estas viñetas se les desnuda de su apariencia poderosa para mostrar sus contradicciones, cuando no su esencia ridícula. Por el contrario, Mata Hari gana en complejidad, se muestra como dueña de su sexualidad y actúa con habilidad y acierto en un terreno dominado por el machismo, la adrenalina, las sospechas y las conspiraciones. Marika subvierte la cosificación de su cuerpo al despojar a la carne de su color y a las escenas sexuales de exhibicionismo, al tiempo que recrea una atmosfera aparentemente ligera pero en realidad cargada de tensión.
El álbum se complementa con dos historietas cortas sobre guiones de Felipe Hernández Cava que dibujó Marika también para Totem el Comix. Dos densos relatos protagonizados por mujeres que se afirman en mundos y situaciones adversas.
Finalmente hay que destacar una edición que revaloriza la obra. Por un lado cabe señalar el trabajo de Antonio Moreno sobre los materiales originalmente maquetados por Verónica Moretta, tanto en el diseño como en la superación de la ausencia parcial de originales; por otro, valorar los textos que ofrecen valiosa información para situar la obra en su tiempo y para poder disfrutarla plenamente.
