MAYO DEL 68 EN EL CÓMIC CONTEMPORÁNEO
Introducción
Matthew Screech, profesor de la Universidad metropolitana de Manchester, califica de mito la percepción popular sobre el movimiento de contestación social, político y cultural de Mayo del 68[1]. Esta mítica visión de un acontecimiento histórico lleva asociada una deformación de la realidad que es asumida de modo incuestionable por una colectividad sin espíritu crítico. Desde esta perspectiva Screech pone de manifiesto que:
los acontecimientos de mayo 68 han entrado en la mitología nacional francesa: con el paso del tiempo, la imaginación popular ha reducido esta sublevación potencialmente revolucionaria, que estuvo a punto de hacer caer el gobierno, a una historia ejemplar de liberación social y cultural llevada sobre todo por estudiantes del Barrio Latino y cristalizada alrededor de personajes legendarios como Cohn-Bendit; esta historia simplificada, generalmente aceptada sin cuestionarla, condiciona la percepción del público en relación a Mayo (Screech, 2017).
Según una encuesta reciente de Le Nouvel Observateur, los franceses siguen considerando esos lejanos sucesos como un hito importante de la historia contemporánea de su país; aún más, dos tercios de la población declaran que hace 40 años habrían elegido las barricadas, y un 77% que habría estado al lado de los universitarios y de los huelguistas (Sáenz de Miera, 2009: 206).
Según Screech, esta fantasía mítica habría alcanzado también a personajes de la cultura, política, del mundo universitario y también a los autores de cómic. En su escrito “Le mythe de mai 68 et la bande dessinée” (“El mito de Mayo del 68 y el cómic”), Screech analiza obras editadas entre 1990 y 2012 para evidenciar la contribución de los tebeos a fomentar la mitología reinante en Francia.
Entre los numerosos cómics examinados por Screech, voy a reseñar brevemente algunos de ellos para mostrar los argumentos en los que se basa para señalarlos como potencialmente favorecedores de un Mayo del 68 mitológico.
En Célestin Speculoos, tome 2: Mai 68 (Bodard y Yann, 1993) se describe la lucha de los estudiantes del barrio latino y la liberación de las costumbres, pero Screech objeta que se silencia «las ideologías militantes, la contestación violenta, las fábricas en huelga y las negociaciones complicadas». Por el contrario, en el libro Mai 68. Histoire d’un printemps (Franc y Bureau, 2008) se construye un relato histórico en el que se «deja mucho espacio a los obreros en huelga y a las negociaciones políticas», pero Screech lamenta que la violencia haya sido reducida al mínimo y que se propugne la idea mítica de que las revueltas estudiantiles de Mayo del 68 fueran esenciales para poner fin al gaullismo paternalista y colonialista. Además, este autor llega más lejos en su crítica cuando afirma que: «Este álbum, con su grafismo limpio, su violencia atenuada y sus fantasías inofensivas, es la alegoría de una liberación socio-cultural; Mayo viene a ser una transformación modernizadora, más que una explosión de descontento sangrante y revolucionario» (Screech, op. cit.).
Screech aplica el mismo criterio de fantasía mítica a algunos de los relatos sobre Mayo del 68 que, escritos por diversos autores, fueron compilados en dos obras publicadas en el cuarenta aniversario de Mayo 68: Pilote. 60 auteurs de la BD réinventent 68 (Dargaud Éditions, 2008) y Le Pavé de la BD: Mai 68 (Soleil Productions, 2008). Estos relatos caerían en el misticismo imperante en la sociedad —porque se basan en premisas no probadas— en el que:
Mayo es un momento en el que, como por arte de magia, las reglas normales cesan de aplicarse; por consecuencia, lo que era imposible en otro tiempo puede realizarse. Los acontecimientos son reducidos a mini-alegorías ejemplares, en las que la liberación de un personaje simboliza el feminismo y el anticolonialismo que, según la percepción popular, son parte de la herencia de Mayo (Screech, op. cit. ).
Los dos episodios de la serie Le jour J (números 6 y 8) que están dedicados a Mayo 68: ¿L’imagination au pouvoir? (¿La imaginación al poder?) (Duval, Pécau y Mr. Fab, 2011) y Paris brûle encore (París arde aún) (Duval, Pécau y Demien, 2012) son, para el profesor Screech, un ejemplo de cómo «la fantasía mítica también puede dar nacimiento a una distopía contrafactual» (Screech, op. cit.) en la que la muerte del general De Gaulle ocasionaría una guerra civil en Francia.
A la hora de presentar los cómics L’Echarde (La Astilla) (Duvivier y Giroud, 2004, 2006) y L’Enfant maudit (El niño maldito) (Galandon y Monin, 2007, 2009), Matthew Screech lo hace como si fueran variantes de la fantasía mítica de Mayo del 68 que adquiere una dimensión literaria. Así, «Las intrigas relativamente complicadas permiten una mayor evolución psicológica de los personajes; la historia explora el impacto de Mayo sobre los pensamientos de los protagonistas» (Screech, op. cit.). En estas dos obras se utiliza la misma temática literaria: la investigación para conocer los orígenes familiares. Sin embargo, el contexto social de los protagonistas es bien distinto. Annette, heroína de L’Echarde, es universitaria mientras que Gabriel, personaje principal de L’Enfant maudit, pertenece a la clase obrera.
En su escrito, “Le mythe de mai 68 et la bande dessinée”, Screech también da cuenta de los escasos tebeos que «contestan la mitología dominante a través de la parodia, la reapropiación y la deconstrucción» (Screech, op. cit.).
En el presente artículo, se va a poner a prueba los argumentos que Screech esgrime para mostrar la contribución de los tebeos a la mitificación de Mayo del 68, aplicándolos a cómics publicados después de que apareciera su ensayo: Mai 68: La veille du grand soir (Rotman y Vassant, 2018) y Sous les pavés (Warnauts y Raives, 2018) o que no fueron incluidos en él: Wonder (Bégaudeau y Durand, 2016) y Mathilde, DesSeins (Pont, 2015). Además, dado que estos cuatro tebeos pertenecen al género dramático, se ha considerado conveniente incluir en este escrito dos obras ejecutadas con el mismo estilo literario que ya fueron analizadas por Screech: L’Enfant maudit y L’Echarde. El trabajo se divide en tres partes. En la primera se presenta, brevemente, a los principales personajes de ficción de las obras anteriormente citadas; en la segunda se expone la cronología de los acontecimientos de Mayo del 68 a través de los cómics, para evidenciar la concordancia entre el hecho histórico y los episodios referidos en los tebeos; y en la tercera parte se analizan temáticas concretas expuestas en los tebeos, sea bien por la originalidad de su planteamiento o bien por su contribución a fomentar / mitigar la mitología de Mayo del 68.
1. Los protagonistas de ficción en Mayo del 68
Antes de proceder al análisis referencial de los acontecimientos de Mayo del 68 francés en el cómic actual, conviene presentar a los principales protagonistas de ficción de algunos de los tebeos seleccionados. Si bien esta presentación conjunta de actores puede llevar a cierta confusión al lector, merece la pena el esfuerzo ya que conocer el origen y la personalidad de los mismos servirá para interpretar acertadamente su participación en los distintos pasajes tratados en este trabajo. Dado que Mayo del 68 afectó tanto al mundo universitario como al obrero, los distintos intérpretes de las novelas gráficas serán agrupados bajo estas dos rúbricas.
1.1. El mundo universitario
1.1.1. Los estudiantes protagonistas en Mai 68: La Veille du grand soir
En el año 2018, Patrick Rotman[2] (1949) realiza, en colaboración con el dibujante Sébastien Vassant, una novela gráfica histórica sobre los acontecimientos de Mayo del 68 en París: Mai 68: La veille du grand soir (Mayo del 68: la víspera de la gran noche). Si bien en esta obra intervienen algunos personajes de ficción, el mayor peso de la acción recae en los personajes reales de la historia. El relato vehicular en sí posee una estructura narrativa pobre. Los estudiantes protagonistas se dejan arrastrar por los episodios históricos convirtiéndose en meros observadores omnipresentes de las acciones estudiantiles, sin posibilidad de trascender con sus actuaciones. Su papel se limita por tanto a ver y opinar sobre lo que sucede a su alrededor. Los sucesos no impregnan sus espíritus salvo en las contadas ocasiones en que los interiorizan y les hacen reflexionar para luego exponer un razonamiento que asumen o rechazan según el estado mental que afecta a su ser. Los dos principales personajes de ficción representan a tipos de estudiantes tan estereotipados que sus creadores no se molestaron en ponerles un nombre; el primero, el consagrado a sus estudios, es un alumno de Historia en la universidad de la Sorbona, que se convierte en activista circunstancial cuando las autoridades cierran su universidad y sufre directamente la violencia injustificada de cargas policiales, en las que se emplean gases lacrimógenos y se golpea indiscriminadamente a todo aquel que encuentran a su paso; el segundo, el comprometido con la revolución estudiantil, es una joven de la universidad de Nanterre que es miembro del movimiento 22 de Marzo[3] (Bensaïd y Webe, 1969) y que está más interesada en hacer la revolución que en concluir rápidamente su carrera. Para referirnos de aquí en adelante a estos dos personajes les citaremos como el protagonista de La veille y la protagonista de La veille (FIG. 1).
FIG. 1. Los protagonistas de La veille escuchan a Henry Weber en el campus de la Sorbona (La veille du grand soir, Seuil-Decourt, 2018, p. 14). |
1.1.2. Los estudiantes protagonistas en Sous les pavés
Los cinco estudiantes universitarios protagonistas de Sous les pavés poseen características bien diferenciadas y están dotados del espesor necesario para hacerles creíbles en sus vicisitudes durante el convulso tiempo de Mayo del 68. Si bien un investigador policial considera que estos jóvenes son «hijos de burgueses, bien alimentados, bien alojados, bien vestidos, mimados por el confort… ¡Solo capaces de reformar el mundo con las palabras!» (p. 68), la realidad es algo más compleja.
Françoise Bonhivers es una estudiante de Bellas Artes en Nanterre que proviene de una familia campesina de la Boirie en la Isla de Oleron. Para resaltar su condición humilde en el cómic se exponen referencias como: «mis padres explotaban una pequeña granja en un lugar salvaje, preservado, auténtico» (p. 31). Siendo niña, ayudaba a sus padres a llevar los cántaros de leche, en el colegio sus compañeros se burlaban de ella: «Oye, huele a leche» (p. 27).
Gilles Dussart es médico residente e hijo de un famoso y acaudalado cirujano plástico que posee una clínica privada en Neuilly. Pese a que su padre frecuenta los círculos de poder, él detesta la mentalidad reaccionaria de su progenitor por lo que abraza los ideales de Mayo del 68. Gilles es el novio de Françoise Bonhivers.
Sarah Tanenbaum es una joven judía, estudiante de Bellas Artes en Nanterre, de comportamiento liberal tanto social como sexual (es amante ocasional del padre de Gilles). Pese a que proviene de una acaudalada familia (su padre es banquero), posee una ideología política anticapitalista. Su compromiso con los ideales de Mayo del 68 es bien temprano, ya que participó en la manifestación que reclamaba la liberación de los militantes del Comité Vietnam (entre ellos un estudiante de Nanterre) encarcelados, acusados de haber dañado un local de American Express.
Didier Saint-Georges es un estudiante perteneciente a una familia influyente de Guadalupe, su padre es un cirujano que tiene estrechos lazos con el poder metropolitano. La violenta actuación del poder colonial gaullista contra una manifestación sindical en la isla provocó los conocidos como “disturbios de mayo de 1967”; al ser Didier simpatizante del GONG (Grupo de organización nacional de Guadalupe), tuvo que abandonar el territorio francés de ultramar por temor a posibles represalias.
Jay Fergusson es un joven americano de origen rural. Desde 1967 disfruta de una beca de estudios de fotografía en Europa. Su proyecto universitario es realizar un reportaje sobre la juventud francesa. (FIG. 2)
FIG. 2. Cuatro de los protagonistas de Sous les pavés. De izquierda a derecha: Didier Saint-Georges, Sarah Tanenbaum, Françoise Bonhivers y Jay Fergusson (Sous les pavés, Le Lombard, 2018, p. 20). |
1.1.3. La protagonista estudiante en L’Echarde
Cuando se inician los acontecimientos de Mayo del 68, Annette está preparándose para las pruebas de acceso a un puesto de profesora de instituto. Ella no se interesa por el movimiento revolucionario sino por las consecuencias que puedan derivarse de sus acciones: «los alborotadores se excitan mucho, es verdad, pero de momento no molestan a los que [como ella] quieren trabajar» (T. I: p. 7). En su apartamento parisino en Belleville, ubicado en un barrio alejado de las zonas de conflicto, Annette oye indiferente las noticias que se emiten en la radio sobre el cierre de la Universidad de Nanterre, la convocatoria de Asambleas Generales (AG) entre profesores y alumnos o las declaraciones del líder estudiantil Daniel Cohn-Bendit (T. I: p. 18). Sólo tiene en cuenta la situación en tanto que le afecte directamente.
1.2. El mundo obrero
1.2.1. El protagonista obrero en L’enfant maudit
Gabriel Clairemont, el protagonista del cómic L’enfant maudit, es un joven obrero que trabaja en una fábrica ubicada a las afueras de París. Carente de raíces familiares y poco propenso a las relaciones amicales, muestra un carácter apático; por ello, no es de extrañar que Gabriel viva ajeno a las revueltas estudiantiles de Mayo del 68 hasta que la situación le afecta directamente por el cierre de la empresa por huelga de los trabajadores.
1.2.2. La protagonista obrera en Wonder
La protagonista del cómic Wonder, Renée, es una disciplinada trabajadora de la cadena de producción de pilas eléctricas en la empresa Wonder de Saint-Ouen al norte de París[4]. En la obra participa un personaje secundario de gran valor, Jeanine, que es la antítesis de Renée, con un carácter fuerte, rebelde y reivindicativa frente a los abusos laborales. Durante su jornada de trabajo, de diez horas diarias de lunes a sábado, Renée y Jeanine se dedican exclusivamente a ensamblar el dispositivo que va a permitir que la energía química se transforme en energía eléctrica (FIG. 3).
2. Cronología de los acontecimientos de Mayo del 68
2.1. Los antecedentes
El cómic Wonder se inicia con el texto siguiente: «La terrible guerra tuvo la gran ventaja de destruir el país… abriendo inmensos mercados de reconstrucción… El glorioso general [Charles De Gaulle] guiaba el país a la prosperidad… lo izaba a la cima del progreso» (pp. 5-6). Ciertamente, a causa de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) buena parte de las ciudades, infraestructuras y zonas industriales de Francia habían sufrido daños considerables, lo que llevó a una situación difícil a la población durante la posguerra. El 8 de enero de 1958, De Gaulle fue elegido presidente de la Quinta República e implantó una serie de medidas encaminadas a revitalizar la economía. Su mandato (de 1958 a 1969) se encuentra inmerso en el periodo que el economista Jean Fourastié (1907-1990) denominó Les Trente Glorieuses (Los treinta Gloriosos) como referencia a los treinta años, de 1946 a 1975, en los que se produjeron importantes cambios económicos y sociales en Francia (y en otros países occidentales) como el incremento de la producción industrial (5 % de media anual), el crecimiento demográfico (baby boom) o el aumento del nivel de vida. En este contexto se entiende que la población activa francesa no tenía grandes dificultades para encontrar un empleo ya que existía un equilibrio entre la oferta y la demanda de trabajo; se disfrutaba por tanto de un periodo de auge económico: el pleno empleo. Sobre todo se necesitaba mano de obra de bajo coste que trabajara en las grandes cadenas de producción para la fabricación de los nuevos productos con los que la industria inundaba los hogares franceses: la nevera, el lavavajillas, la lavadora, la batidora, la televisión, el tocadiscos o para la construcción de vehículos a motor tanto para el consumo interno como para la exportación como bien se muestra en Wonder (pp. 5-11). Empero, la historiadora y especialista en los acontecimientos de Mayo del 68, Ludivine Bantigny (1975) estima que la expresión Trente Glorieuses es bastante desafortunada, porque al estar bajo el sello de la homogeneidad oculta las situaciones específicas, ya que se basa «en un criterio que enmascara bien las diferencias: la tasa de crecimiento» (Bantigny, 2018: página). Esta historiadora detalla, en el prólogo de su libro 1968 De grands soirs en petits matins, las tensiones que sufrió la economía francesa durante el trienio 1966-1968 en el sector textil, el agrícola o el siderometalúrgico debido a la competencia internacional por la unión aduanera y de libre comercio puesta en marcha con el establecimiento del Mercado Común europeo. Para mejorar su competitividad, las empresas francesas se fijaron como objetivo bajar los costes de producción y aumentar la productividad. A consecuencia de ello los salarios se estancaron progresivamente dando lugar a un desequilibrio retributivo que favoreció la desigualdad social. Pero el indicador más revelador de la situación en la que se encontraba la economía era que «más de cinco millones de franceses vivían bajo el umbral de la pobreza y que dos millones de asalariados ganaban menos de 500 francos al mes (equivalente a 750 euros de hoy)» (Bantigny, 2018). Bajo este contexto social y económico el miedo a la pérdida del empleo se extendió por el país.
2.2. El 3 de mayo
En el 3 de mayo de 1968 se inicia el relato histórico de Mai 68: La veille du grand soir. El patio de la Sorbona está ocupado por un centenar de estudiantes que anuncian que «a partir de hoy, como en Nanterre, debemos desarrollar en todas las universidades un movimiento de contestación contra la represión» (p. 9). Se refieren a la convocatoria de siete estudiantes de Nanterre ante el consejo de disciplina en la Sorbona, para el lunes 6 de mayo. La aparición de miembros del movimiento político de extrema derecha Occident en las cercanías del campus presagia que se puedan producir enfrentamientos violentos, por lo que el rector Jean Roche[5] solicita la intervención de la policía para evacuar el patio de la universidad[6]. El relato de Sous les pavés se inicia, precisamente, con la llamada telefónica de Jean Roche al ministerio para que envíe efectivos policiales porque militantes de extrema derecha se dirigen al campus para desafiar a los gauchistes[7]. En Mai 68: La veille du grand soir (pp. 15-17) se muestra cómo los miembros de Occident se dispersan ante la presencia de estudiantes provistos de porras. Pese a la ausencia de lucha o de actos violentos, los agentes del orden acceden al campus de la Sorbona; los estudiantes no ofrecen resistencia frente a la actuación policial, pero arbitrariamente y sin causa aparente algunos de ellos son detenidos. Así, el protagonista de La veille, el responsable y sensato alumno que preparaba sus próximos exámenes en la biblioteca, es arrestado y comparte la restricción de libertad junto a los líderes estudiantiles Daniel Cohn-Bendit (1945), Alain Krivine (1941) y Henri Weber (1944-2020) (pp. 18-20 y 24-25). A causa de estas detenciones se producen las primeras confrontaciones de Mayo del 68 entre estudiantes y policía en el Barrio Latino. Tanto en Mai 68: La veille du grand soir (pp. 21-22) como en Sous les pavés (pp. 7-8) se muestra la desmesurada actuación policial que afectó tanto a estudiantes como a viandantes ajenos a la universidad. A consecuencia de esta acción, cuatro individuos fueron condenados a «dos meses de prisión firme por una revuelta que apenas había durado cinco horas» (Mai 68: La veille, 2018: 26) y otros ocho fueron encarcelados de modo preventivo (Bantigny, 2018).
2.3. El 6 de mayo. Comité de disciplina de la Sorbona
El día 6 de mayo el Comité de disciplina de la Sorbona se reúne para juzgar a los ocho inculpados por los sucesos de Nanterre entre los que se encuentra Cohn-Bendit. Dada la relevancia de este acto, las autoridades despliegan un fuerte contingente policial para reprimir cualquier alteración del orden. Sin embargo, el único hecho notable que se produce es cuando Cohn-Bendit se planta cara a cara delante de un policía, primero con mirada desafiante y luego con el rostro sonriente. Los reporteros gráficos recogieron ese careo y la imagen impresa se convertiría, en el futuro, en uno de los principales símbolos de Mayo del 68. En Mai 68: La veille du grand soir se recoge este simbólico acontecimiento: la policía custodiando la entrada del edificio universitario, la llegada de los estudiantes cantando La internacional, el insulto de un policía a Cohn-Bendit: «¡Este pelirrojo es el culpable de todo! ¡Sucio alemán!», la reprobación del agente por parte del jefe de policía Maurice Grimaud (1913-2009), el careo entre Cohn-Bendit y otro policía y finalmente la dispersión de los periodistas y estudiantes ante la demanda de las fuerzas del orden. Esta secuencia del cómic pretende ser fiel reflejo de un hecho histórico, pero todo parece apuntar a que el ataque verbal citado nunca ocurrió o al menos no se recoge en el encuentro que 50 años más tarde, en un programa de televisión, tuvo lugar entre los dos principales actuantes, el policía Christian Le Padellec y Cohn-Bendit (Fabre, 2018).
En la tarde del 6 de mayo se produce un enfrentamiento entre policía y estudiantes durante la manifestación en la que se reclama la liberación de los 27 estudiantes que permanecen detenidos desde el 3 de mayo. Ante la violencia de la policía y bajo una nube de gases lacrimógenos, el protagonista de La veille lanza adoquines contra las fuerzas del orden mientras su compañera le dice «He aquí cómo un amable estudiante se convierte en un enragé (furioso)» (p. 33). Los enragés es nombre autoimpuesto por un grupo de agitadores revolucionarios de la Universidad de Nanterre que a su vez tomaron prestado de los sans-culottes más radicales de la revolución francesa de 1789. En un momento de tregua, el jefe de la policía Grimaud parlamenta con los estudiantes que le comunican sus reivindicaciones: (1) Liberación de nuestros camaradas encarcelados, (2) La evacuación de la policía del Barrio Latino y (3) La reapertura de la Sorbona. Al no ser concedidas las peticiones estudiantiles, al anochecer se producen nuevos enfrentamientos con la policía que son retransmitidos en directo por reporteros de la radio, incluso en dos viñetas se recoge al cineasta Jean-Luc Godard (1930) filmando las explosiones de granadas, las nubes de gas lacrimógeno o los coches que lanzan agua a presión. Al día siguiente, 7 de mayo, se desarrolla una gran manifestación en la que el protagonista de La veille se siente eufórico con los acontecimientos que ha vivido: «No sé lo que me está pasando, pero nunca me he sentido tan feliz» (p. 43).
Los autores de Sous les pavés ha preferido mostrar lo acaecido en la noche del 6 al 7 de mayo mediante una alocución radiofónica[8] acompañada de imágenes matutinas de los desastres de la lucha: árboles caídos, mobiliario urbano destrozado, vehículos calcinados, adoquines desprendidos del pavimento, zapatos y ropa desperdigados por la calle, etc. (pp. 25-26). Además, se incluye el testimonio de Gilles Dussart dando presunción de certeza a rumores de que miembros de la policía habían incendiado automóviles en la calle de Gay-Lussac y confirmando que en la clínica de su padre había sido atendida gente con problemas oculares, debido a que el gas lacrimógeno empleado por la policía contenía cloro.
2.4. Manifestación del 10 de mayo
El día 10 de mayo se convoca una multitudinaria manifestación estudiantil. A las 17 horas, la participación era ya de 5 000 personas y alcanzaría las 20 000 a las 20 horas. Más tarde, «Alain Geismar, 28 años, líder del Sindicato nacional de la Enseñanza superior (Snesup), y Jacques Sauvageot, 25 años, vicepresidente de l´Unef (Unión Nacional de estudiantes de Francia), piden que se ocupe el barrio latino» (Caro y Bonte, 2020). Cohn-Bendit da la orden de ocupar el Barrio Latino pacíficamente rodeando los puestos de la policía y construyendo numerosas barricadas defensivas con todo tipo de materiales como adoquines, rejillas para árboles, paneles, muebles viejos etc.
Al mismo tiempo que se construyen las barricadas, tienen lugar negociaciones entre los miembros del gobierno y los sindicatos de estudiantes. En Mai 68: La veille du grand soir se reporta cómo evolucionan estas negociaciones, al igual que la llevada a cabo entre el rector de la Sorbona, Roche, y una delegación de tres personas, entre los que se encuentra el sociólogo Alain Touraine (1925), profesor en Nanterre y el estudiante Cohn-Bendit (pp. 62-63). En realidad, la delegación recibida por Jean Roche estaba compuesta por seis personas e incluían a Alain Geismar, Jaques Sauvageot (Caro y Bonte, 2020). Estos dos activistas sí son citados en Sous les pavés (p. 39).
Todas las negociaciones fracasan porque los órganos de poder político y académico no quieren aceptar los tres puntos propuestos por los estudiantes. Y aunque Louis Joxe, ministro de justicia, expresa su decisión de no atacar a los estudiantes: «Yo no di orden de disparar en Argelia a los Pieds-Noirs, yo no daré orden de disparar en París contra los estudiantes» (La veille, p. 60), el jefe de policía Grimaud y el ministro del interior Fouchet no encuentra otra salida a la crisis que ordenar que la policía desaloje a los estudiantes del Barrio Latino. Es la denominada ”Noche de las barricadas”.
En L’enfant maudit, el obrero Gabriel participa, sin gran convicción, en la manifestación del 10 de mayo, pero progresivamente se va contagiando de la euforia estudiantil e interviene activamente, gritando consignas con un megáfono («elecciones trampa para idiotas», «prohibido prohibir», «CRS=SS») y luchando cuerpo a cuerpo con los miembros de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS) hasta ser detenido (pp. 15-17).
La manifestación del 10 de mayo se obvia en Sous les pavés, pero se recrea la construcción de las barricadas en el Barrio Latino durante ese día (pp. 32-33) y la consiguiente lucha encarnizada entre CRS y estudiantes (pp. 36-37).
En Mai 68: La veille du grand soir se ilustra a la población parisina confraternizando con los estudiantes que edifican las barricadas del 10 de mayo, estos les llevan comida para que los jóvenes repongan fuerzas. Esta atmósfera de camaradería entre la población parisina y los estudiantes continúa incluso cuando se produce la violenta actuación de los CRS, así vemos a vecinos arrojar desde las ventanas de su domicilio objetos contra los CRS (p. 67) o dar refugio en sus viviendas a los estudiantes perseguidos por la policía (pp. 71-72).
Cuando, en Wonder, la asamblea de trabajadores plantea la opción de abandonar los puestos de trabajo para asistir, junto a los estudiantes, a la manifestación del 10 de mayo en el centro de París, Jeanine no duda en participar e incluso logra convencer a Renée para que la acompañe. Ellas, vestidas con la bata que sirve de uniforme de la empresa, se unen a los trabajadores que se desplazan desde la fábrica Wonder, ubicada en las afueras de París, hasta el centro de la ciudad. Renée no entiende la mayor parte de las consignas que corean los manifestantes como: «Sed realistas, pedid lo imposible»; perpleja manifiesta en voz alta que la frase carece de lógica y la respuesta de un participante la deja aún más confusa: «La lógica es burguesa». El relato dibujado en blanco, negro y gris adquiere su primera nota de color, rojo, cuando Renée consigue un gorro frigio, símbolo de la libertad, que lucirá en la cabeza de Jeanine. La manifestación pacífica se disuelve violentamente por la intervención de la policía, esto hace que las dos jóvenes obreras se separen y no vuelvan a encontrase. El color rojo invade las viñetas en las que se muestran las cargas de los CRS. Renée asiste perpleja e inmóvil a la brutal carga policial cuando un joven desconocido, Antoine, la lleva a un lugar seguro. A partir de ese momento el color rojo aparecerá en el relato como un distintivo del mundo revolucionario, sea bien en objetos como una puerta, un sillón, cortinas, la ropa o invadiendo toda la viñeta.
El prefecto Grimaud desgrana las cifras de la noche. Milagrosamente, no hubo que lamentar víctimas mortales. Pero se cuentan 367 heridos: 251 policías (18 en estado grave), 102 estudiantes (cuatro graves)[9]. Un total de 188 automóviles dañados entre los que 60 están totalmente calcinados y 460 personas han sido arrestadas (Caro y Bonte, 2020).
En Mai 68: La veille du grand soir se cita que el número de heridos fue de un millar entre los manifestantes (una cincuentena en estado grave) y 400 del lado de los policías; los vehículos incendiados se cuentan por decenas. Consultadas otras fuentes documentales las cifras presentadas difieren entre sí, por lo que todo parece indicar que no existió una cuantificación exacta.
2.5. Reapertura de la Sorbona
A pesar de la oposición del General De Gaulle, partidario de una acción contundente contra los estudiantes, su primer ministro Georges Pompidou anuncia en televisión, el 11 de mayo, la reapertura de la Universidad de la Sorbona y la aceptación de las tres reivindicaciones solicitadas por los estudiantes para poner fin a los disturbios. En su discurso, Pompidou afirma que «estas decisiones están inspiradas por una profunda simpatía por los estudiantes». Este importante evento solo es contemplado en el cómic de Mai 68: La veille du gran soir, y sus protagonistas lo celebran como «una victoria en toda regla» contra el poder (p. 83).
2.6. Manifestación del 13 de mayo
La violenta represión ejecutada por los CRS, en la noche del 10 al 11 de mayo, contra los estudiantes no logra ahogar la contestación universitaria, sino que provoca la indignación popular. A causa de ello, los sindicatos promueven la convocatoria de una huelga general para el día 13 de mayo. En L’Echarde se presta una sola página a esta manifestación unitaria entre estudiantes y obreros, la madre de Annette está aterrorizada por la ingente cantidad de personas que vocean consignas revolucionarias y Annette trata de tranquilizarla diciéndole que solo son palabras en un desfile pacífico (p. 36). Ciertamente, en esta manifestación hubo una gran afluencia, se habla de medio millón de personas, pero las cifras difieren entre un millón (según la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT)) y doscientas mil (según la Policía) tal y como se apunta en Sous les pavés. En esta obra no se muestra directamente la manifestación sino a través de una emisión televisada:
Una muchedumbre impresionante ha invadido las calles de la capital al grito de “Diez años, son suficientes”, alusión al décimo aniversario del regreso al poder del general De Gaulle. […] Más que sobre las reivindicaciones de las condiciones de trabajo y salariales, este movimiento se apoya sobre el rechazo del régimen gaullista y una puesta en causa del sistema social y de la sociedad de consumo vilipendiada por la juventud estudiantil que rechaza toda forma de autoridad, venga de donde venga. En una palabra, la juventud reclama su libertad (pp. 39-40).
La frase «diez años, son suficientes» aparece también en Mai 68: La veille du grand soir, donde se da cobertura a la manifestación en el desfile que va desde la Plaza de la República hasta Denfert-Rochereau. Aquí se pone el énfasis en el hecho de que Georges Séguy (1926-2016), secretario general de la CGT, quiso impedir que Cohn-Bendit estuviera en la primera línea de la manifestación. La protagonista del cómic hace notar a su compañero el malestar del secretario general de la CGT: «¿has visto la cara de Séguy? Él no quería a Dany [Cohn-Bendit] en la cabecera del cortejo… el PC [Partido Comunista] tiene miedo de ser aventajado por los gauchistes. Desde el inicio, él ha denunciado el movimiento [del 22 de Marzo] (…) Nuestro movimiento es tan anticomunista como anticapitalista» (p. 85).Esta aversión de los dirigentes del sindicato CGT (Confederación General del Trabajo) hacia Cohn-Bendit se reitera, en el cómic, en las palabras del secretario de estado agregado al ministerio de asuntos sociales, Jacques Chirac (1932-2019). Este político, que llegaría a ocupar la alcaldía de París (1977-1995) y la presidencia de Francia (1995-2007), mantenía excelentes relaciones con dirigentes sindicales que le informan de lo que acontecía en el seno de sus organizaciones: «esta mañana he vuelto a hablar con [Henri] Krasucki [dirigente de la CGT]. Se solidarizan con los estudiantes porque no les queda más remedio, pero no pueden tragar a Cohn-Bendit ni a todos esos gauchistes» (p. 80). El propio Cohn-Bendit se expresa rudamente contra los dirigentes de la CGT y por ende contra el Partido Comunista: «Con lo que más he disfrutado esta tarde [del 13 de mayo], es por estar en la primera fila de un desfile en el que los crápulas estalinistas estaban a remolque» (Bantigny, 2018).
2.7. Ocupación de los estudiantes de la Sorbona y el teatro Odeón
El 15 de mayo millares de personas ocupan el teatro [del] Odeón y al día siguiente los estudiantes ocupan la Sorbona. En Mai 68: La veille du grand soir, los dos protagonistas del cómic visitan estos dos centros culturales. En el primero, ven la ferviente actividad que se desarrolla en el centro universitario: en el patio se montan casetas en las que se venden artículos de todas las ideologías mientras un pianista ameniza el escenario con sus interpretaciones; hay debate continuo especialmente en el gran anfiteatro; se crean comisiones que trabajan en reformas para la escuela, la universidad o la sociedad en general; se crea un comité de ocupación para organizar la vida social, el avituallamiento, la información, la salud y la seguridad que llevaban a cabo estudiantes en un servicio de orden y obreros en un grupo denominado los katangais[10], «todo se hace en un alegre desorden sin que ninguna autoridad consolide cualquier legitimidad» (p. 89). Por el contrario, en el segundo recinto, los protagonistas perciben que lo que allí acontece es un auténtico folclore; frases ingeniosas son pronunciadas en el escenario o desde las butacas, pero la mayor parte de ellas no aportan gran cosa: «abrid las fronteras de vuestro corazón» o «tengo algo que decir, pero no sé qué» (pp. 96-97). La representación más curiosa la lleva a cabo Cohn-Bendit, quien desde el escenario anuncia que «debemos considerar el teatro como un instrumento de combate contra la burguesía», a su lado, el director del Odeón Jean-Louis Barrault le contesta: «estoy de acuerdo con usted. Barrault ya no es el director de este teatro. Barrault ha muerto»; el público valora esta “actuación”, en la que el propio Barrault anuncia que él ya está muerto, con una gran ovación (pp. 95-98).
La ocupación de la Sorbona y el Odeón también está presente en L’Echarde, la primera bajo la negativa perspectiva de la protagonista, Annette; la segunda como un referente cultural revolucionario. Así, Annette muestra su enojo cuando un policía le impide asistir a sus clases en la Universidad de la Sorbona porque los estudiantes la han ocupado: «solo faltaba esto, a base de promover el desorden en todos los auditorios [de la universidad], estos idiotas [los estudiantes] han atraído a los policías… [creerán] que en junio los profesores nos van a dar los diplomes en sobres-sorpresas» (T.I, pp. 22-23).
Además, en la obra se pone de manifiesto la preocupación de Annette porque se «desconvoque la oposición [para profesores de bachiller que ella está preparando en la Sorbona] por culpa de unos excitados» (T. I: p. 25).
La ocupación del Odeón solo aparece en L’Echarde como una cita. La refiere un grupo de estudiantes que se dirige a ese teatro para asistir a un foro de actores, obreros y estudiantes organizado por Arthur Adamov[11] y Roger Planchon[12] (T. I: p. 27).
2.8. La huelga general
Cuando se inician las manifestaciones universitarias en mayo de 1968, el malestar social de la clase trabajadora era evidente porque ya había tomado conciencia de la opresión a la que estaba sometida. Caen (Normandía) había sido un excelente banco de pruebas para la conexión entre el mundo obrero y el estudiantil, la colaboración se había llevado a cabo gracias a la UNEF (Unión Nacional de los Estudiantes de Francia) y a los miembros de las Juventudes Comunistas Revolucionarias (JCR). El éxito de las manifestaciones estudiantiles inspira a los sindicatos que vislumbran la utilización de la misma vía para obtener satisfacción a sus demandas sociales. Sin embargo, no todos los sindicatos acogieron con agrado esta colaboración entre universitarios y obreros, en este sentido «lo más importante fue la incomprensión y la esencial hostilidad entre la CGT y el movimiento estudiantil» (Wieviorka, 2018).
La huelga se extenderá por todo el país alcanzando, en su apogeo, la cifra de siete millones de trabajadores: «La huelga se ha producido sin que los dirigentes sindicales hubieran llamado a la huelga general, con la excepción de la convocatoria del 13 de mayo durante solo 24 horas. La propagación [de la huelga] responde a dos dinámicas (…) la primera se debe a la espontaneidad [y] la segunda implica un mimetismo» (Bantigny, 2018).En Mai 68: La veille du grand soir, se escenifica la declaración ”espontánea” de la huelga y la ocupación de la fábrica de Renault de Billancourt por los trabajadores, el 16 de mayo, y se señala que esta tiene lugar por un acto de ”mimetismo” por lo ocurrido previamente en las fábricas de Cléon y de Flins (p. 100).
El cese de la actividad toca a todos los sectores productivos, desde empresas automovilística como Citroën o Peugeot a bancos, aseguradoras, grandes almacenes o centros de seguridad social. Los servicios de transporte, trenes, autobuses, metro o aviación dejan de funcionar. Correos no opera y la recogida de basura no presta un servicio regular con lo que se amontonan las basuras. Los surtidores de combustibles quedan desabastecidos por lo que la gasolina comienza a venderse en el mercado negro. En la huelga no solo participan los obreros, sino que también profesionales libres como arquitectos, médicos, cineastas e incluso futbolistas se incorporan al cese de la actividad. En Mai 68: La veille du grand soir se resume el avance de la huelga general en los sectores citados anteriormente (pp. 110-111) y se muestra a un joven robando gasolina del tanque de un automóvil para luego venderlo a los comensales de un restaurante, La Coupole, ocupado por el movimiento estudiantil. Por su parte, en Wonder se ve cómo un joven se lleva alegremente varias prendas de ropa de unos grandes almacenes ocupados (Samaritaine) sin que nadie le ponga impedimento (pp. 77-79).
Esta imagen de caos se repite en muchas ciudades del país con la excepción de Nantes y su región donde un comité de huelga (CGT, CFDT, FO y representantes campesinos) logró el funcionamiento de los servicios públicos, el abastecimiento de carburante y productos alimenticios y el control de los precios para evitar la especulación (La veille, pp. 150-151; Bantigny, 2018).
2.9. Anuncio del referéndum
Dada la situación crítica en la que se encuentra el país, el 24 de mayo Charles de Gaulle anuncia en la televisión que en breve plazo se convocará a un referéndum. Si obtuviera un voto favorable a su proyecto, renovará su mandato presidencial, pero si este fuera desfavorable, asumirá que debe abandonar sus funciones (La veille, pp. 124-125). Con este referéndum, De Gaulle «une el destino de Francia al suyo» (Bantigny, 2018). Esta idea es captada por Sarah Tanenbaum, en Sous les pavés, y al escuchar por la televisión el anuncio de De Gaulle de someter a sufragio nacional su continuación como presidente de la república, ella se burla de su estrategia: «¡Márchate! Adiós De Gaulle. Mírale gesticular con sus orejas y sus grandes brazos de orangután. ¡Papá se va a enfadar mucho si no se hace lo que él quiere! Es patético con sus amenazas de dejar el poder… ¡Como que sin él, Francia ya no sería Francia!... ¡Esa Francia, yo la aborrezco!» (p. 58).
2.10. Incendio de la Bolsa de París
La noticia de la convocatoria de un referéndum se recibe con alegría por los detractores de De Gaulle ya que ven próximo el fin del mandato del presidente de la república. En la calle tiene lugar una gran manifestación bajo el lema: «Adiós De Gaulle». Al anochecer, la marcha alcanza la estación de Lyon y se divide en numerosos grupos que cruzan el río Sena; algunos de ellos cometen actos vandálicos en los comercios de la ribera derecha, en la que vive la población acomodada de París. En Mai 68: La veille du grand soir, vemos a alguien que grita «camaradas, es la última noche del capitalismo, quememos el templo del dinero», un grupo de activistas hace propia esta máxima e incendia el Palacio de la Bolsa de París; los dos protagonistas del libro están presentes pero la percepción e interpretación que hacen del mismo es bien distinta. Él solo ve a un grupo de locos incendiarios a los que es necesario detener, mientras que ella siente que la revolución está en marcha: «estamos en la víspera de la gran noche», a lo que él contesta «tú también estás loca» (p. 127). La excitación de algunos manifestantes alcanza su máximo grado cuando se apunta que ha llegado el momento de asaltar el Elíseo, sede de la presidencia de la república, para tomar el poder. Finalmente, este asalto no se producirá por la actuación de algunos dirigentes estudiantiles. Mientras tanto, en el Barrio Latino se suceden desórdenes generalizados, que dejan tras de sí un paisaje desolador de calles intransitables, debido a la construcción de barricadas con todo tipo de mobiliario urbano y a la tala de más de un centenar de árboles. A esto hay que añadir la acumulación de adoquines desencajados del firme urbano, los numerosos vehículos calcinados y las fachadas ahumadas de algunos edificios. El enfrentamiento entre las fuerzas del orden y los manifestantes se saldó con centenares de policías y manifestantes heridos y con 652 detenidos, de los que la mayoría no eran estudiantes. (La veille, pp. 125-137).
Ciertamente, la noche del viernes 24 al sábado 25 tuvieron lugar los actos más violentos del mes de mayo. En Sous les pavés, un policía veterano de la Guerra de Indochina lo describe así: «la noche más caliente del mes de mayo, en la que los estudiantes fueron a la ribera derecha a incendiar el Palacio de la Bolsa. En la que todos los puentes fueron bloqueados [y] las frecuencias de radio suprimidas» (p. 60). En el cómic no se presenta visualmente el suceso, pero se da constancia de él desde dos perspectivas distintas. En la primera, la expuesta por Sarah Tanenbaum, se pone de manifiesto que ella abandonó la manifestación cuando algunos activistas comenzaron «a romper los escaparates de las tiendas de lujo y atacaron al Palacio Brongniart (sede de la bolsa)» (p. 62); en la segunda, expresada por Didier Saint-Georges, se sugiere la existencia de una conspiración gubernamental para desacreditar los postulados de los estudiantes al presentarlos como alborotadores incívicos: «Pompidou ha jugado muy bien cerrando los puentes y haciendo que los manifestantes atravesaran el Sena para aterrorizar a la burguesía de la ribera derecha, incluso “L’Huma” (forma abreviada y coloquial de referirse al periódico de tendencia comunista L’Humanité) habla de [los manifestantes como] delincuentes y matones» (p. 62).
2.11. Acuerdos de Grenelle
El 27 de mayo se concluyen las reuniones entre patronal y delegaciones sindicales bajo el auspicio del gobierno en las que se acuerda un aumento salarial[13]; son los acuerdos de Grenelle con los que se pretende poner fin a la huelga general. Sin embargo, cuando el líder de la CGT, Georges Seguy, anuncia a los trabajadores de Renault en Billancourt la vuelta al trabajo ante la nueva remuneración ellos deciden continuar con la huelga: «La CGT al no dar la orden de ponerse en huelga no puede dar la orden de reanudación laboral» (La veille, p. 141). Pese a este contratiempo, Pompidou continúa la negociación, pero es consciente de que «el Partido Comunista es el único pilar sobre el que el gobierno puede apoyarse porque es la única fuerza que no quiere, a ningún precio, la revolución» (La veille, p. 142). En el estadio Charléty se organiza un mitin de fuerzas de izquierdas para encontrar un nexo de unión que permita la formación de un gobierno provisional que pueda acabar con la crisis y hacer que las instituciones y el mundo laboral retomen su actividad. En el cómic Pierre Rocard (1930-2016), secretario general del PSU (Partido Socialista Unificado), resume el sentido de la manifestación de Chartély: «Encontrar una salida política a una crisis de régimen. Pierre Mendès France [1907-1982] puede hacer el enlace entre las aspiraciones del movimiento de mayo y las fuerzas políticas de izquierda que quieren cambiar el orden antiguo de este país» (La veille, p. 145).
Sin embargo, estas aspiraciones no lograron concretarse porque en realidad el movimiento estudiantil no deseaba la toma del poder, sino lograr cambios sociales y mejoras en el sistema educativo: «En Mayo del 68 nunca hubo un movimiento político […] Algunos intentaron organizar una acción política en el estadio de Charléty. Pierre Mendès-France fue el protagonista principal, pero actuó con cierta torpeza y esta tentativa no condujo a nada» (Wieciorka, 2018).
2.12. El general De Gaulle juega al escondite
Ante la situación de caos que reina en Francia, el general De Gaulle se marcha, en secreto, a Baden-Baden (Alemania) utilizando el helicóptero presidencial. Ni siquiera su primer ministro, Pompidou, conocía sus planes. La desaparición del presidente de la república crea una situación inaudita que augura una crisis del régimen (La veille, p. 163). Aprovechando la debilidad del gobierno, el Partido Comunista (PC) cambia de opinión en relación al movimiento de Mayo del 68, ahora pretende liderarlo pero se encuentra con la oposición de los estudiantes. A pesar de ello, el PC organiza una multitudinaria manifestación para mostrar su fuerza como organización y reclamar un gobierno popular (La veille, pp. 168-169).
Realmente, De Gaulle ha realizado un golpe teatral para desconcertar al pueblo francés. Ante el aparente vacío de poder, una gran parte de la población vio con temor la posibilidad de la formación de un gobierno de corte estalinista liderado por el PC. De Gaulle regresa a París, ha cruzado dos veces el río Rin para «organizar la sorpresa» de su retorno como un general capaz de controlar la situación. Para ello, el 30 de mayo da un discurso radiofónico presentándose como el poseedor de la legitimidad nacional y republicana, tomando decisiones como la disolución de la Asamblea Nacional (como le aconsejaba su primer ministro) y la convocatoria de elecciones: «a menos que se pretenda amordazar a todo el pueblo francés impidiéndole expresarse… al mismo tiempo que se le impide vivir, por los mismos medios que se impide a los estudiantes estudiar, a los enseñantes enseñar, los trabajadores trabajar. Francia, en efecto, está amenazada de dictadura…» (La veille, pp. 170-177).
Tras la alocución del general los Campos Elíseos se llenan de gente enarbolando banderas tricolores en apoyo al presidente de la república (La veille, pp. 178-179). En Sous les pavés se recurre nuevamente a la televisión para escenificar esta demostración de apoyo popular a los órganos de poder. Se reproduce la misiva: «¡Estamos hartos del desastre, el General no está solo!» y en una de las viñetas se focaliza sobre un manifestante que porta un cartel con texto: «¡No al terrorismo intelectual! ¡No a la intoxicación!» (p. 64).
A partir del 30 de mayo se inicia el camino hacia la normalidad gaullista. La gasolina, que solo se podía encontrar en el mercado negro, «reaparece como por encantamiento» y los obreros retornan a sus puestos de trabajo. Solo los estudiantes continúan la lucha, pero el 14 de junio el Odeón es evacuado por las fuerzas del orden y dos días más tarde la Sorbona en la que solo quedaban grupos ajenos a la docencia: los katangais, saqueadores, vagabundos y marginales. Los gaullistas ganan las elecciones legislativas del 30 de junio (La veille, 182-183).
2.13. El final del movimiento de Mayo del 68
¿Cómo perciben los personajes de ficción el fin del movimiento estudiantil de Mayo del 68? Tanto para Gabriel, en L’Enfant Maudit, como para Annette, en L’Écharde, aquellos acontecimientos son el telón de fondo que dibuja el espacio y el tiempo en que se desarrolla su investigación; vivir en París y en ese momento histórico condiciona sus vidas porque suprime la actividad que habitualmente realizan, obrero el primero y estudiante la segunda, y les permite disponer de un tiempo libre para emprender la búsqueda de su origen familiar. En estas dos obras, el final de la revolución estudiantil ni siquiera aparece citada, lo que en cierta manera muestra que los acontecimientos no afectan a sus historias o a los valores morales e ideales políticos de los protagonistas. Gabriel y Annette no disertan sobre el significado de la aparente victoria gaullista y el fin del movimiento estudiantil, porque en realidad nunca formaron parte de una ni de otra opción. Por el contrario, en los cómics de Mai 68: La veille du gran soir y en el de Sous les pavés, sí hay personajes que están involucrados en el proyecto de cambios sociales que promueve Mayo del 68. Veamos dos ejemplos. Primero el desencanto de Sarah Tanenbaum con sus compatriotas:
Ovejas, ¡Un país de ovejas, eso es en lo que se ha convertido Francia! Que el pueblo decida su futuro, que diga por sí mismo lo que piensa, lo que desea [significa que la revolución] se ha acabado en Francia. La clase obrera ha mostrado que está integrada en la sociedad de consumo… ha bastado algún aumento en los salarios y la partida se ha acabado… En cuanto a los estudiantes, ellos tenían miedo del momento crucial, una vez concluidos sus estudios, en el que serían absorbidos por el sistema… solo buscaban retrasar el momento de ese inevitable compromiso (pp. 70-71).
Los estudiantes comprometidos con el ideario de Mayo del 68, como Sarah Tanenbaum, creían que los acontecimientos que estaban viviendo tendrían repercusión en el futuro si se producía la unión entre las clases estudiantil y la obrera. La decepción de Sarah es comprensible, pero no sorpresiva porque el director del Atelier Populaire de París, un anarquista partidario del colectivismo anticapitalista y la autogestión, le había advertido con una simple frase lo errónea que era su convicción: «la clase obrera en Francia ya no es una clase revolucionaria y los estudiantes son tan solo la vanguardia de sí mismos» (p. 46).
En un segundo ejemplo voy a mostrar cómo se va consumando en el tiempo la ruptura ideológica entre los dos protagonistas de La veille. Esta separación simboliza la desafección de la sociedad parisina con el movimiento de Mayo del 68 en la figura de él, mientras que con la de ella se representa la continuidad del pensamiento revolucionario.
Con las llamas de la bolsa junto con los hechos que sucedieron a continuación, en la noche del 24 al 25 de mayo, surge la primera grieta en la unidad de pensamiento ideológico de los dos protagonistas de La veille. Ella no excluye emplear la violencia para activar y lograr los objetivos de la revolución, mientras que él no es proclive a su uso por considerarla contraproducente frente a la opinión pública, por ello él clama a deshacerse de los grupos de delincuentes, introducidos en las filas de los estudiantes, responsables de saqueos y robos; es lo que el ministro del interior, Fouchet, pone de manifiesto con la frase: «la chusma ha salido de los bajos fondos» (p. 133). La segunda grieta entre los dos protagonistas de La veille aparece al valorar la situación que vive la ciudad como consecuencia de la huelga general: ausencia del servicio de transporte público que es asumido en parte por el ejército empleando camiones militares, colas de horas para obtener diez litros de gasolina por vehículo debido al desabastecimiento de los surtidores de gasolina, etc. Ella se muestra optimista y los ve como daños colaterales que serán subsanados con el tiempo, mientras que él predice que esta situación no puede continuar por ser insostenible: «no hay ninguna organización, ninguna perspectiva» (pp. 138-139). La tercera y definitiva grieta que rompe su unión ideológica, y por ende también la afectiva, es una tensa conversación de la que reproduzco algunas frases:
Él: la gente está cansada de nuestras tonterías. ¡Coches quemados, árboles talados!
Ella: ¡Hablas como Le Figaro! Tu destino está trazado, te vas a convertir en un dócil perro de guardia de la burguesía
Él: El movimiento de Mayo está muerto.
Ella: Tú te has pasado al otro bando.
Él: En absoluto. Yo soy realista. Tú quieres hacer la revolución ¿para quién? La única fuerza política que puede tomar el poder es la de los comunistas […] Prefiero no correr el riesgo de poner en el poder en París a lo que se combate en Praga.
3. Temáticas de Mayo del 68 en los tebeos
3.1 La violencia en las calles
3.1.1. La violencia de las fuerzas del orden
Si hay un elemento común en todos los cómics analizados es asociar Mayo del 68 con la represión de las fuerzas del orden y denunciar la extrema violencia de los CRS contra los estudiantes. A lo largo del cómic Sous les pavés se expone, gráfica y textualmente, actuaciones llevadas a cabo por los CRS poniendo el énfasis en la violencia exhibida por la policía, como muestra la siguiente emisión radiofónica atribuida a la RTL o Europe n.º 1:
Ayer, lunes seis de mayo por la mañana, los estudiantes han venido por millares para protestar contra las penas de prisión que han impuesto a cuatro de ellos. Sonriendo y cantando La Internacional han increpado a los policías haciendo guardia delante de la Sorbona… Los manifestantes han sido rechazados violentamente, pero ellos no han cedido. Las fuerzas del orden se han encontrado ayer, en esta noche del seis de mayo, frente a grupos de estudiantes decididos, dispuestos a resistirles y que, conociendo perfectamente las calles del Barrio Latino contiguas al bulevar Saint Michel, han organizado el contraataque… lo que hemos asistido esta noche, nunca lo habríamos imaginado asistirlo aquí un día en pleno corazón de París… Nosotros hemos contemplado numerosos acontecimientos dramáticos, con frecuencia violentos, en diversas partes del mundo. Pero puedo afirmar que la brutalidad de la que han hecho gala esta noche las fuerzas del orden parisinas sobre todos aquellos que eran jóvenes, muestra definitivamente métodos de otra época… métodos que creíamos desaparecidos… Hemos visto jóvenes, tanto chicas como chicos, golpeados con violencia inaudita y asfixiados por gases lacrimógenos (pp. 25-26).
La brutalidad policial anunciada en la radio es corroborada por Françoise y Jay que estuvieron presentes en la manifestación del 6 de mayo: «CRS son unos matones» (p. 28).
En un texto publicado por la UNEF y la SNESUP, con la colaboración de enseñantes y estudiantes, se señala la dureza de la acción de los CRS: «Palizas, obstrucción a la acción de los sanitarios, tratos vejatorios y brutalidades, ensañamientos contra las jóvenes y los extranjeros, violación de los domicilios de los residentes, heridos dejados sin cuidados…» (Bantigny, 2018). Hay que resaltar que los efectivos policiales también sufrieron daños personales en los enfrentamientos contra los estudiantes, contabilizándose un total 1138 heridos en la policía parisina, aunque la mayor parte de ellos solo tuvieron lesiones ligeras que no necesitaron atención hospitalaria. En L’Echard, se muestra la habitual atención médica dispensada a los policías heridos en la lucha callejera en el hospital de Cochin[14] y, por otra parte, las reticencias de los estudiantes heridos a recibir allí los mismos cuidados médicos por temor a ser denunciados y detenidos si se les vinculaba con las manifestaciones (pp. 37-40) (FIG. 4).
Otra forma de resaltar el abuso policial en Sous les pavés es presentar la superioridad del equipamiento antidisturbios de los CRS frente al disponible para los estudiantes. Así en la madrugada del 11 de mayo en la calle Gay-Lussac, se muestra a los CRS bien pertrechados cargando contra estudiantes desprovistos de protección efectiva. Las fuerzas del orden avanzan por la larga calle hasta que una barricada les cierra el paso; desde lo alto de este parapeto, construido con todo tipo de materiales —incluido automóviles—, los manifestantes les lanzan cócteles molotov, piedras y otros objetos sólidos mientras esperan el asalto para tener una lucha cuerpo a cuerpo. Los CRS disparan granadas que expanden gases lacrimógenos y provocan lagrimeo, irritación y ceguera en los estudiantes. Los policías dotados de máscaras antigás sortean con facilidad las defensas y hacen demostración de una extrema violencia sobre personas ahora indefensas (p. 37).
Los autores del cómic Mai 68: La veille du grand soir ejecutan una puesta en escena de la lucha urbana entre policía y estudiantes, durante la noche del 10 al 11 de mayo, de modo semejante a la descrita en el párrafo anterior, pero si en Sous les pavés la secuencia busca el impacto gráfico y prescinde de las palabras, aquí se muestra el drama con el apoyo textual, in situ, de un reportero radiofónico y con los gritos de los estudiantes a la policía: «venid, esclavos» y «CRS=SS» (pp. 65-68). Esta misma consigna, que compara a las CRS con la SS nazi, la repite una y otra vez Gabriel, durante la misma manifestación, en L’Enfant maudit (pp. 16-17) (FIG. 5). En realidad, el eslogan de CRS=SS «es una recuperación histórica, ya había sido empleado por los mineros y obreros metalúrgicos en las huelgas insurreccionales del otoño de 1948» (Bantigny, 2018).
Durante los primeros enfrentamientos entre los CRS y los estudiantes, muchos ciudadanos se solidarizaron con los jóvenes debido al abuso que sufrían.
Los combates, que comienzan cuando los CRS bombardean a los manifestantes con granadas lacrimógenas y luego con granadas ofensivas, se llevan a cabo en una evidente solidaridad. Vecinos del barrio lanzan agua desde sus ventanas, para aliviar a los insurgentes de los gases lacrimógenos; otros residentes les llevan comida. Algunos CRS disparan granadas hasta en los apartamentos (Bantigny, 2018).
En Sous les pavés, un universitario hace patente esta solidaridad vecinal: «la gente nos ha rociado con agua desde sus balcones para paliar el efecto del gas, pero a ella [refiriéndose a una persona concreta] le explotó una granada CB al cloro»; la joven afectada confirma este hecho: «he visto a un CRS apuntándome con su fusil…». Su compañero denuncia la ilegalidad de los medios utilizados por la policía: «un tiro directo ¡Prohibido! Como las granadas al cloro… Son armas de guerra» (p. 38). Por su parte en Mai 68: La veille du grand soir se recoge a un vecino que desde su vivienda deja caer una maceta en la cabeza de un CRS. Este último acto es considerado como un ataque y los CRS no dudan en disparar granadas lacrimógenas hacia el interior de la casa (p. 68). Un disparo semejante es también reportado por un activista en Sous les pavés: «He visto a un CRS disparar una [granada] a un apartamento de la calle Gay-Lussac» (p. 38).
Las fuerzas de represión llegan aún más lejos, no tienen reparo en obviar el derecho a la inviolabilidad del domicilio privado y proceden al allanamiento de cualquier vivienda como si se tratara de un piso franco. Así, cuando estudiantes perseguidos por los CRS, en Mai 68: La veille du grand soir, se refugian en los distintos pisos de un edificio, los policías no dudan en derribar las puertas para entrar en el domicilio y ensañarse con sus víctimas. Entre estos estudiantes fugitivos se encontraban los dos protagonistas, pero tuvieron la suerte de que la vivienda en la que ellos se escondieron no fue forzada. Algo semejante se muestra en Sous les pavés en la noche del viernes 24 al sábado 25, Françoise y Jay también sufren los efectos de las granadas de gases lacrimógenos lanzadas por los CRS y se refugian, junto a otros manifestantes, en un edificio cuyos moradores les abren sus puertas. Para acentuar el dramatismo de esta escena y transmitir la idea de violación de derechos, la permisibilidad e impunidad en las actuaciones de los CRS, los autores de Sous les pavés no muestran los hechos directamente sino sus consecuencias. En las viñetas no aparecen los actores sino el escenario vacío con los restos de la lucha, aquí adoquines, macetas o zapatos desperdigados por el suelo del patio, allí manchas de sangre en las escaleras, puertas desmoronadas o enseres destrozados. Largos cartuchos de texto describen lo sucedido en el inmueble a través de la mirada de Françoise: «[Los CRS] parecían poseídos por una locura asesina (…) Gritos provenientes del cuarto de baño en el que una joven pareja se había refugiado. Escuchábamos los golpes de porra a destajo y el chico gritando que su compañera estaba embarazada (pp. 61-62).
Esta violencia contra una mujer no es una excepción. «Las agresiones sexistas alcanzan un grado de violencia exacerbado en las prácticas policiales» sea de palabra, gestual o física (Bantigny, 2018). En Mai 68: La veille du grand soir, vemos a un CRS arrastrar a una mujer por la calle tirándole del cabello, mientras que otro policía amenaza a una joven: «te vamos hacer atravesar París desnuda» (p. 71). Esta frase del cómic parece sacada de una situación real recogida en Le livre noir des journées de Mai (El libro negro de los días de Mayo): «Maldita zorra, te vamos hacer desfilar desnuda por las calles de París» (citado por Bantigny, 2018). En Sous les pavés, se registran varias acciones violentas de los CRS contra mujeres y ya desde el inicio del libro asistimos a la gratuita e innecesaria persecución de un CRS a una joven para golpearla en la cabeza y dejarla desangrándose recostada en el suelo (p. 8) (FIG. 6).
Los miembros de las CRS no solo se extralimitaban en las operaciones callejeras, sino que también agredían a los manifestantes detenidos en las dependencias policiales. En Sous les pavés, un grupo de estudiantes se refugia en la Facultad de Química y deciden esperar allí toda la noche para no correr el riesgo de ser detenidos por estar deambulando por la calle: «Es necesario quedarnos aquí hasta las ocho de la mañana si queremos evitar [que nos lleven a] Beaujon (antiguo hospital transformado en centro de identificación)». Los estudiantes comparten sus experiencias: «Yo estuve el 6 de mayo [en Beaujon] y eso me vale como experiencia. ¡Auténticos fachas!» (p. 38). Ciertamente, Beaujon es citado como un lugar donde la policía actuaba severamente contra los detenidos creando «una atmósfera violenta y un espectáculo atroz»; el número de denuncias de malos tratos presentadas por particulares y consignadas por la inspección general de la policía es extenso, como se recoge en el libro de Bantigny (2018).
La detención de estudiantes fue una práctica sistemática de la policía en Mayo del 68. Ya citamos más arriba que el encarcelamiento provisional de los líderes estudiantiles, el día 3 de mayo en la Sorbona, fue el detonante que inició los acontecimientos de Mayo del 68. Tan solo en esa noche la policía detuvo a 574 personas. En L’Echarde no se muestran escenas en las que se detengan a estudiantes, tan solo se cita que el novio de la hermana de Annette ha sido apresado durante una manifestación y que permanecerá encarcelado durante varios días (T. I., pp. 29 y 43). Al contrario, en Mai 68: La veille du grand soir sí se muestra la detención de estudiantes e incluso se ilustra el calabozo en el que están retenidos Cohn-Bendit, Alain Krivine, Henri Weber junto a otros compañeros. En esta celda ocurre el insólito hecho de que un policía se permita amenazar a Cohn-Bendit con torturarle: «Uno de nuestros colegas ha muerto […] tú vas a pagarlo. Mejor que hubieras reventado en Auschwitz con tus padres[15]. Así, no tendríamos que encargarnos hoy de ti» (pp. 24-25). En L’Enfant maudit también se describe la detención de manifestantes durante la protesta del 10 de mayo, pero aquí se pone el acento en la diferencia de trato según la calidad de la persona. Los estudiantes que comparten celda con Gabriel van siendo liberados paulatinamente al ser reclamados por sus familiares, pero él deberá permanecer en el calabozo hasta ser fichado e interrogado por un despiadado inspector de policía que lo somete a malos tratos. Al no encontrarse cargo punitivo en su contra, el inspector ordena su puesta en libertad con una frase despectiva: «Devuelve esta mierda [Gabriel] a la calle» (pp. 18-20). La diferencia en el trato dispensado al estudiante y al obrero por la policía muestra la brecha existente entre las clases sociales. La convocatoria de manifestaciones para la unidad proletaria y universitaria trataba de paliar esta discriminación con el fin de acometer una revolución popular que pusiera fin a la represión de la «dictadura burguesa» (p. 7).
En Sous les pavés se lleva la agresividad policial hasta el punto de acusar a las fuerzas de seguridad de ocultación de víctimas mortales entre los manifestantes. Esta acusación viene de Gilles Dussart, médico residente, que plantea que si estos fallecimientos no habían salido a la luz es porque un acta de defunción es fácilmente falsificable (p. 29). Si esta afirmación fuera cierta, el proceder de las CRS sería más propia de un estado dictatorial que de una república democrática. Si bien es cierto que Francia vivía bajo un régimen democrático, no es menos cierto que en su territorio se habían producido actuaciones policiales impropias de un estado democrático como la denominada “Masacre del 17 de octubre de 1961”. Como se recuerda en el cómic, esta masacre fue responsabilidad del prefecto de la policía Maurice Papon (1910-2007) que dirigió la represión selectiva contra los participantes de una manifestación convocada por el Frente de Liberación Nacional argelino produciéndose numerosas víctimas mortales[16] (p. 29). Además, en esta obra se introduce la idea de que la policía podía haber colaborado puntualmente con miembros de Occident, que, camuflados entre la multitud, boicoteaban las manifestaciones estudiantiles cometiendo actos vandálicos destinados a socavar la imagen de la protesta. (pp. 32-33).
Hay que destacar que la actitud del prefecto de la policía durante los acontecimientos de Mayo del 68, Maurice Grimaud, fue muy distinta a la de su predecesor Maurice Papon; pero la actuación de sus subordinados no deja duda de que pudo hacer más para evitar el desbordamiento de la violencia policial. En Mai 68: La veille du grand soir, bajo la figura de Maurice Grimaud, se presenta un punto de vista que no suele tratarse en los cómics que se desarrollan durante Mayo del 68: el estado anímico de los miembros de la policía. Sus palabras no dejan duda de cuál es el estado de ánimo de los agentes cuando el 12 de mayo, George Pompidou dispone la reapertura de la Sorbona: «Las fuerzas del orden están traumatizadas. Se ha lanzado a la policía contra los estudiantes y luego ha tenido la sensación de haber sido desautorizada» (p. 108). Además, las fuerzas del orden se sienten vejadas por los eslóganes que gritaban los manifestantes que ponían en entredicho su reputación, en especial aquel que la comparaba con las SS (Schutzstaffel), que sembraron el terror en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. Maurice Grimaud dio apoyo a sus agentes y manifestó su orgullo de comandar una policía ejemplar, pero también denunció «los excesos en el empleo de la fuerza», por ello convidó a sus subordinados a ganar dos batallas: «la de la calle y la de la reputación». El 29 de mayo Grimaud presentó una circular que contenía sugerencias como: «Golpear a un manifestante caído al suelo es golpearse a sí mismo […] Es todavía más grave golpear a los manifestantes detenidos…» (Bantigny, 2018).
3.1.2. La violencia en el movimiento estudiantil y el rechazo popular
Si bien en un principio el movimiento de los estudiantes en Mayo del 68 contaba con la simpatía de gran parte de la población parisina (según la emisora de radio RTL el 60 % de los parisinos apoyaban a los estudiantes, Sous les pavés: p. 32), no faltaron sus detractores. El padre de Sarah, el banquero Simón Tanenbaum, mantiene, en Sous les Pavés, una posición crítica frente a las acciones llevadas a cabo por los estudiantes; cuando estos le ponen en evidencia la desproporcionada extrema violencia que los CRS emplean contra los integrantes de las manifestaciones; no obstante, él presenta los hechos desde otra perspectiva: «Estaréis de acuerdo en que algunos manifestantes no se han quedado de brazos cruzados y en que ellos han provocado la reacción de las fuerzas del orden. La prensa con frecuencia denuncia la actuación de la policía sin relatar lo salvaje de ciertas agresiones de que son objeto» (pp. 48-49).
En esta misma obra, Jay trata de explicar el comportamiento excesivo de las fuerzas de seguridad: «Creo que ellos no se esperaban tal oposición por parte de los estudiantes. Muchos [de los CRS] han entrado en pánico. Es en este tipo de situación cuando tienen lugar los excesos…» (p. 29).
El rechazo al movimiento estudiantil también tiene lugar en L’Echarpe. Annette se queda estupefacta ante una asamblea revolucionaria que tiene lugar en el piso que comparte con su hermana Hélène y cuya convocatoria desconocía. Ella no se molesta en dirigir la palabra a los asamblearios allí presentes, pero la actitud reprobatoria hacia su hermana Hélène hace que los estudiantes abandonen la vivienda.
[A Hélène:] ¿qué es este circo? ¿te has vuelto loca? Alborotadores, anarquistas, ceniceros llenos de colillas sospechosas, un jaleo de mil demonios, tú quieres que nos echen del apartamento […] no te das cuenta de lo que te puede ocurrir si continúas frecuentando a esta banda de drogados. Te vas a quedar sin diploma y sin trabajo ¡en la calle! Y con un proceso judicial que dará vergüenza a toda la familia (pp. 26-28).
Con una breve secuencia de dos viñetas a toda página (splash pages) mostrando el destrozo urbano ocasionado durante la noche del 24 al 25 de mayo, se logra transmitir, al lector de Mai 68: La veille du grand soir, la transmutación de la opinión pública frente al movimiento de Mayo del 68. A partir de ese momento, un sector de la población francesa mira con desconfianza a los estudiantes y les culpabiliza del caos que vive el país: «Francia tiene vértigo delante del abismo» (pp. 134-135).
Existe una figura presente en la Sorbona durante los acontecimientos de Mayo del 68, que se cita en pocas ocasiones, pero que curiosamente en los tebeos recientes sí se le da cabida: el katangais. Se trata de:
la encarnación de jóvenes obreros que ocupan la universidad con los estudiantes (…) El personal docente los describe como “sub-proletariado” (…) Estos jóvenes se ocupaban del servicio del orden, ‘el comité de intervención rápida’ constituido con los estudiantes en la Sorbona. (…) Pero sus prácticas combativas fuera de control hicieron que los estudiantes se preguntaran de la pertinencia de la violencia (Bantigny, 2018).
Por esta razón, según la historiadora Ludivine Bantigny, los karangais fueron expulsados de la universidad, pero en Mai 68: La veille du grand soir se cita que ellos aún estaban presentes durante el desalojo de la Sorbona por las fuerzas del orden el 16 de junio (p. 183). En esta misma obra se escenifica la violencia sufrida por Cohn-Bendit en la Sorbona al no ser reconocido por miembros del servicio del orden (p. 154) y se muestra la estupefacción del protagonista de La veille al cruzarse en los pasillos de la universidad con un katangais que agita agresivamente una cadena de bicicleta (p. 104). Igualmente, en Sous les pavés se incluye una secuencia en la que Gilles Dussart, joven médico perteneciente a la alta clase social parisina, entrega comprimidos de Dexédrine[17] a un katangais para que sean distribuidos en las filas revolucionarias. Bajo los efectos de este medicamento los manifestantes entrarán en un estado de euforia. Su amigo, Didier Saint-Georges, le reprocha a Gilles que trate con esa clase de gente porque «son contra-productivos». Gilles los defiende: «Estos tíos no son hijos de un cirujano rico que tiene influencia en la calle [él mismo] o de un representante de la república [el propio Didier]. Son hijos del pueblo» (pp. 34-35).
3.2. Los sindicatos
Como ya anunciamos anteriormente, la victoria del movimiento estudiantil, refrendada por el primer ministro George Pompidou, pudo servir de estímulo a los sindicatos para reivindicar al gobierno sus derechos laborales, que se centraron, principalmente, en la reclamación de un incremento salarial.
En Mai 68: La veille du grand soir, al contrario que en otros tebeos, se da amplia cobertura al movimiento sindical especialmente con la incorporación de dos personajes de ficción: Antoine, afiliado a la CFDT (Confederación Francesa Democrática del Trabajo) sindicato cercano al PSU (Partido Socialista Unificado) y Georges, integrante de la CGT sindicato próximo al Partido Comunista. En cierto modo, estos dos sindicalistas adquieren el papel de portavoces de las opiniones de sus respectivas organizaciones. Por ejemplo, el argumento ”los estudiantes nos han mostrado el camino” para la lucha sindical es admitido por Antoine (CFDT), pero rechazado por Georges (CGT). Este último piensa que, «[el éxito de los estudiantes] no tiene nada que ver, luchamos por nuestras reivindicaciones» (p. 92). Sea cual sea la causa real, el caso es que los trabajadores de las fábricas de Renault en Cléon, Flins-sur-Seine y Billancourt se declaran en huelga y ocupan las instalaciones de la empresa; esta paralización laboral se propagará a otras empresas.
Mientras Antoine (CFDT) confraterniza con los estudiantes, Georges (CGT) expresa su rechazo «No faltaba más que [los estudiantes] vengan a darnos lecciones (…) Hay que desconfiar de los gauchistes» (p. 86). La incomprensión y la hostilidad de la CGT, y por extensión del Partido Comunista, hacia el movimiento de los estudiantes es aprovechado por el gobierno para reforzar su posición de poder en las calles. Al grito de cientos de miles de manifestantes rechazando la larga duración de la presidencia del general De Gaulle en la marcha del 12 de mayo: «Diez años, ya es suficiente»; Georges Pompidou comenta en el cómic «Estos nos van a reventar la celebración del décimo aniversario… [pero no hay problema] podemos contar con [el apoyo de] los comunistas. Ellos conocen bien lo que es el orden» (p. 87). De forma semejante se expresa, en Sous les pavés, el cirujano Armand Dussart, padre de Gilles, al comparar la unión entre la clase estudiantil y la obrera como un trasplante o injerto quirúrgico abocado al fracaso y pronostica que los dirigentes comunistas no seguirán a sus bases porque «ellos tienen en común con el general [De Gaulle]: el rechazo al desorden y la voluntad de controlar todo» (p. 57).
3.3. Obreros y estudiantes
El 17 de mayo un grupo de estudiantes de la Sorbona, que incluye a los protagonistas de La veille, acude a Billancourt para testimoniar su solidaridad con los trabajadores. El lema «Obreros, estudiantes, el mismo combate» que claman los estudiantes no despierta gran interés en la mayor parte de los trabajadores, que parecen estar bajo la influencia de la CGT. Empero, Antoine (CFDT) accede a reunirse con los estudiantes y dialoga con la protagonista de La veille. Cuando ella le pide la unión de estudiantes y obreros para hacer la revolución y «poner a los obreros en el poder», él le pregunta «¿crees que los obreros quieren el poder?, en mi taller, [los trabajadores] quieren principalmente el aumento de los salarios… Os tengo afecto, pero me da la impresión de que vuestro Movimiento es un total desorden». Para confusión del sindicalista, los protagonistas de La veille le confirman: «No es una impresión, es un movimiento que no tiene ni pies ni cabeza» (pp. 100-101).
La conexión entre obreros y estudiantes también aparece reflejada en L’enfant maudit. A pesar de su carácter retraído, el obrero Gabriel conserva una amiga de su infancia rural, Camille, que estudia en la Sorbona y que colabora en labores de información y conexión entre el entorno proletario y el universitario. Ella visita fábricas para lograr el apoyo obrero al movimiento estudiantil alegando la necesidad de «acabar con la dictadura burguesa» y «el cese de la explotación obrera por una patronal sin escrúpulos» (p. 7). A pesar de su indiferencia, Camille logra que Gabriel, libre sine die de toda ocupación laboral por la huelga, asista a un mitin en la universidad. Si las disertaciones intelectuales de los oradores en la Sorbona aburren a Gabriel, su participación en la manifestación del 10 de mayo le saca de su habitual displicencia y luchará contra los CRS para defender a su amiga Camille, por lo que será arrestado y encarcelado. (pp. 17-20).
En Wonder se presenta a un activista universitario de Mayo del 68, Antoine, que realiza una función poco tratada en los cómics: miembro del comité de conexión entre universidad e instituto de enseñanza. Antoine participa activamente en la organización de las manifestaciones, pero muestra su desencanto por el hecho de que acaba de dejar el comité porque todos los miembros son estalinistas. Antoine y la protagonista de Wonder, Renée, van a servir de transmisores para mostrar la vinculación entre el universitario y la obrera. Esta relación no es fácil porque hay un complejo de desventaja de la segunda frente al primero, que se pone de manifiesto cuando Antoine le pregunta a Renée en qué facultad estudia y ella le contesta con una evasiva para eludir su pertenencia a la clase trabajadora. La dificultad de nexo entre estos dos mundos desconectados socialmente se hace más evidente cuando Renée, acompañada por Antoine, asiste a una reunión en la que participan estudiantes universitarios, intelectuales y burgueses de izquierdas (FIG. 7).
En la sesión se discute sobre la relación entre la sociedad y el individuo. El propietario de la casa, cuya figura recuerda al filósofo Michel Foucault (1926-1984), expone que «toda sociedad está estructuralmente forjada para requisar al individuo bajo el pretexto de protegerlo» y aborda la idea de que el individuo debe de tratar de escapar «no del patrón o de un gobierno determinado, sino de la sociedad en sí misma» (p. 58). Renée con su conciencia de mujer trabajadora interviene afirmando que «es fácil salir de la sociedad cuando no se tiene necesidad de trabajar… solo los burgueses pueden quedarse en la cama por la mañana» (p. 59). Los asistentes se compadecen de Renée por ser operaria en una cadena de producción, pero refutan su queja contra la clase burguesa con distintos argumentos de autoridad. Un asistente dice «nosotros somos los proletarios de la burguesía», otro añade «hay plebeyos en todas las clases sociales, dice Engels» y finalmente, un tercero sentencia que «no se juzga a alguien por su posición social sino a la posición en cuanto a su posición, dice Marx». El debate termina con el intercambio de ropa entre Renée y el propietario de la casa que simboliza la unión de clases: la clase obrera y la burguesía ociosa. (En el texto se emplea la palabra bourgeoisive, juego de palabras entre bourgeoisie = burguesía y oisive = ocioso) (pp. 56-63).
Pero la desconexión entre obrera y universitario en Wonder no termina con la escena descrita en el párrafo anterior. Existen otros dos notables ejemplos. En el primero, Renée se queda a dormir en la vivienda de Antoine y a la mañana siguiente se despierta tarde con la canción Stray cat blues que proviene de una radio de pilas. Ella se ha quedado en la cama, «como una burguesa», pero su responsabilidad como trabajadora vuelve a hacerse presente cuando se da cuenta que ya ha pasado la hora de entrada en Wonder. La falta de asistencia al trabajo no parece tener importancia para Antoine, que en ese momento baila despreocupadamente en la habitación con la música de los Rolling Stones. Ella no entiende las ideas de Antoine, pero quiere resaltar el valor de su trabajo y le dice «Si nadie trabaja, ¿esto [la radio] funciona?» Renée quita las pilas [Wonder] del aparato y añade: «Intenta bailar ahora… crees que [las pilas] caen del cielo». En el segundo ejemplo, Antoine y Renée contemplan el panorama de destrucción en la calle causado por el enfrentamiento entre las fuerzas del orden y los manifestantes; él le informa de que las fábricas en Francia han cesado su actividad por la huelga general y para mostrar que la utopía puede convertirse en realidad añade: «En este momento, cada nuevo día es un futuro mejor»; ella le contesta «no para ellos» (p. 75), señalando a los trabajadores que están retirando los objetos que ocupan la vía: coches destruidos, adoquines, ladrillos, mobiliario urbano etc.
Pero también entre los propios obreros existen diferencias interpretativas sobre el significado de la huelga general. En Mai 68: La veille du grand soir, tiene lugar una curiosa conversación entre los dos sindicalistas que transitan en la obra: Antoine y Georges. El primero, representante de la CFDT, piensa que a través de la huelga «la gente quiere cambiar su vida… dar sentido a su existencia»; el segundo, representante de CGT, le contesta «hablas como [Jean Paul] Sartre[18]» y expone que lo importante son las reivindicaciones materiales y que «la clase obrera es la que dirige», su contertulio lo pone en duda «Hablas como L’Humanité» (p. 115).
3.4. Prevención de riesgos laborales para la salud y la retribución económica
Entre las reivindicaciones expuestas por los trabajadores ante la patronal en la huelga general de Mayo del 68 figuraba, en primer lugar, el incremento de los salarios ya que «el sueldo real de los trabajadores no se había modificado desde el inicio del año 1967; la tasa de crecimiento de los salarios nominales apenas alcanzaba el coste de vida» (Bantigny, 2018). En el cómic Wonder, se expone las demandas de aumento de sueldo de los trabajadores, pero se pone el acento en otras cuestiones como la «condición humana» referida a la salud en el trabajo o el respeto a la dignidad del operario frente a los cuadros de mando.
Toda empresa debe garantizar y ofrecer vigilancia de la salud de sus empleados en cada uno de los puestos de trabajo, pero en la fábrica de pilas Wonder la prevención de riesgos laborales relacionados con la salud es escasa. Aunque el ensamblado de las pilas se efectúe en un recinto cerrado y bajo un ambiente cargado de polvo de carbón y de otras sustancias tóxicas, las trabajadoras disponen tan solo de una bata y una mascarilla de tela como medida de protección (FIG. 8). Como consecuencia de la continua exposición a un entorno insalubre, las operarias sufren la impregnación de polvo de carbón en su piel y la afección de sus pulmones, lo que conlleva un alto riesgo para la salud. Para compensar esta deficiencia en salud laboral, la empresa paga a sus empleadas en riesgo un plus que denomina «prima de negro».
El salario base de las trabajadoras de Wonder es exiguo, pero se ve incrementado, además de por la «prima de negro», por la «prima de productividad». Aun cuando las trabajadoras cobraran el salario con todos los pluses correspondientes, su jornal continuaría siendo de miseria. Para acceder a la prima de productividad las trabajadoras deben tener un alto rendimiento; para lograrlo el encargado las presiona continuamente controlando el número de pilas ensambladas y el número de unidades estimadas que les queda por hacer. Además, si se produjeran protestas o casos de indisciplina el encargado tiene la potestad de retirar la prima de productividad a las trabajadoras implicadas.
Bajo estas condiciones de trabajo no es extraño que se produzcan actos de rebeldía. Jeanine, compañera de Renée, se encara con el encargado, Monsieur Bidaut, por apremiarlas a que se realice el trabajo con mayor celeridad, «Ya está bien, no somos máquinas»[19], se queja de forma espontánea; la disputa sube de tono y termina cuando Bidaut retira la prima de producción a la rebelde. Renée, como obrera sumisa, aconseja a Jeanine que se excuse porque la prima de productividad «Ayuda a comer», pero ella se niega y cree que ha llegado el momento de pasar a la acción. Algunas de las causas de movilización obrera de enero de 1968 en Caen fueron precisamente el «chantaje de las primas», la autoridad de los «jefecillos» y la presión de los «ritmos de producción»; esta movilización sufrió la represión violenta de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS) en la noche del 26 al 27 de enero con la utilización de granadas explosivas (Bantigny, 2018).
3.5. La huelga en Wonder, una encrucijada entre el deber y la voluntad
Jeanine había escuchado en la radio a Daniel Cohn-Bendit hablar a la juventud obrera, quizás el discurso del dirigente estudiantil contuviera frases como la recogida por la televisión el día 9 de mayo: «Los estudiantes rechazan la función que se les ha asignado por la sociedad, es decir que ellos rechazan convertirse en los futuros ejecutivos que explotarán más tarde a la clase obrera y la campesina» (Bantigny, 2018).
Renée y Jeanine representan a la clase trabajadora que se debate entre el “deber” como obligación contractual y la “voluntad” como deseo de decidir en liberad. La mente de Renée acepta el deber como una necesidad, algo rutinario que no le supone un esfuerzo porque nace del hábito; si el cumplimiento del “deber” le resultara desagradable en algún momento, ese fugaz instante se le hace soportable ya que carece de una visión de futuro más allá del pequeño mundo obrero que le circunda. Renée carece de una alternativa de vida simplemente porque se deja llevar por la rutina de una existencia que le aporta tranquilidad; esta falta de perspectiva puede generar tristeza, pero en modo alguno suscita un acto de rebeldía o una acción en contra de un orden establecido que le resulta confortablemente familiar.
Jeanine no ve que la buena fe sea consustancial al contrato de trabajo más allá de la relación convencional entre salario y trabajo; ella concibe el «deber» laboral como la apropiación de su vida por parte de la fábrica Wonder. El potencial de una vida satisfactoria como expectativa solo puede adquirir rango de realidad como resultado de las decisiones derivadas de su voluntad y es esa “voluntad” la que le otorga la capacidad de emprender acciones contrarias a la tendencia general de acomodamiento que se amparan bajo el concepto del “deber”.
Mientras participan en la manifestación por la huelga general, Renée está preocupada por qué dirá el patrón de la ausencia de los operarios y por cuándo volverán a la fábrica; Jeanine, contagiada por el ambiente de camaradería, exhibe su alegría diciendo: «No volveremos nunca más» y agradece esta oportunidad de disponer de algo de tiempo libre para trasladarse al centro de París (ellas viven en la comuna de Saint Ouen que pertenece al distrito de Saint-Denis a solo 6,6 km del centro). La falta de tiempo y la escasa movilidad de Renée se hace patente cuando al ver la Torre Eiffel (que nunca había visto antes) pregunta con asombro: «¿cómo han construido eso? Jeanine le contesta con conciencia de clase, «no sé cómo, pero sí sé quién. Obreros como nosotras».
El hecho de participar en una manifestación supone la expropiación del “yo moral” de cada individuo ya que este se funde momentáneamente en el “grupo moral”, dando lugar al “nosotros”. Este “nosotros” no es el plural de cada uno de los “yoes”, sino una sincronización temporal de sentimientos desvinculados del razonamiento que cada individuo haya efectuado previamente para estar allí presente, de cómo haya valorado el éxito o el fracaso de la empresa y las consecuencias que esta le pueda acarrear. Lo realmente importante es que se comparten sentimientos y que en ese compartir se crea una “proximidad moral” que extingue la diferencia entre los individuos. En ese espacio y en ese tiempo se sienten todos iguales de modo que las personas se convierten en multitud. Una vez reunida la multitud, el individuo se convierte en un ser anónimo que carece de responsabilidad porque no toma decisiones, lo que significa “estar” pero “no ser”. Por lo tanto, la presencia de una masa ingente de personas otorga a la multitud una fuerza moral por el mero hecho de “estar”, lo que le permite proponer todo tipo de imagen social o cualquier meta. Pero el hecho de que el “estar” sea su principal fuerza supone que su fortaleza será efímera ya que la finalidad de la manifestación no presupone la consecución de un logro, sino tan solo la presentación de unos hechos y la propuesta de una solución. Este efecto de la expropiación del “yo moral” durante una manifestación no solo les ocurre a Renée y Jeanine en Wonder, sino que está plenamente extendida entre otros personajes de los cómics aquí presentados, como son el estudiante protagonista de La veille o el obrero Gabriel en L’Enfant maudit.
3.6. El taller de bellas artes
Para que la fuerza del “grupo moral” no se extinga a la finalización de una manifestación, con la vuelta a la individualidad, y se mantenga viva la imagen creada conjuntamente en cada uno de los participantes, es necesaria la existencia de referentes con los que identificarse y recordar el compromiso acordado para la consecución de metas propuestas. Uno de los métodos utilizado para la consecución de estos objetivos es la difusión de las ideas revolucionarias a través de carteles que lucirán en las paredes de las ciudades. En el Taller Popular de la (Ex-)Escuela de Bellas Artes, sito en 13 Quais Malaquais (París), se elaboraron cerca de 600 carteles que, pegados en los muros de la ciudad, transmitían mensajes de apoyo a los estudiantes, cuestionaban al poder, promovían la imaginación y estimulaban la lucha obrera. Artistas con tiempo libre, alumnos o antiguos alumnos de la Escuela participaban en la elaboración de los carteles. Sobre una pared del mismo taller, un cartel servía de referente a los artistas: «Trabajar en el Taller popular es apoyar concretamente el gran movimiento de los trabajadores en huelga que ocupan sus fábricas contra el gobierno gaullista antipopular» (Leprince, Chloé, 2018). El personaje de Sarah sirve de narrador para exponer cuál era la situación del Taller Popular en Sous les pavés. En su opinión, los miembros de la que fuera Escuela de Bellas Artes eran fanáticos maoístas: «[allí] todo se decide por asamblea general. Ninguna idea personal se tolera, inmediatamente eres sospechosa de ser una pequeña burguesa»; empero, ella reconoce que los carteles que se fabrican en el taller son eficaces porque «la mayor parte del trabajo [lo realizan] profesionales. Los estudiantes sirven de mano de obra». Esta afirmación de Sarah, que vincula la creación artística en el Taller Popular a la labor de autores de prestigio, ha sido refutada por el pintor Pierre Buraglio (1939):
Son gente no organizada, gente que siente el momento. Se trata evidentemente de jóvenes rebeldes, pero no de profesionales ni de trabajadores de encargo. Porque es triste decirlo, pero es increíble el hecho de que los marxistas-leninistas hayan sido desprovistos de toda imaginación. Todos los slogans más extraordinarios, los carteles más inventivos –y realmente, ellos lo han sido, ya que el capitalismo y la publicidad los han utilizado y es normal, son las reglas del juego– proceden de jóvenes que sienten un poco las cosas, pero que no están constreñidos por un peso teórico agobiante. Y luego, después, una permeabilidad a la calle, a las fábricas, y una relación del exterior (Leprince, 2018).
En el Taller Popular cada maqueta era sometida a votación y, una vez aceptada, los estudiantes participaban colectivamente en su elaboración tanto en la realización gráfica como en la elección del tipo de letra que se adecuara a la idea a comunicar con el texto. El cartel, como obra de arte político, no llevaba firma, pero en los producidos en Mayo del 68 generalmente se incluía un tampón que hacía referencia a su procedencia: el Atelier Populaire (Taller Popular) (Leprince, 2018). Esta participación colectiva en la elaboración de un cartel la vemos en Mai 68: La veille du grand soir. Se trata del famoso póster de Cohn-Bendit con el texto «todos somos judíos y alemanes» que los artistas del taller diseñan nada más conocerse la noticia sobre la anulación del permiso de residencia de Cohn-Bendit[20] en Francia (pp. 116-119).
3.7. La sexualidad
En el Taller de Bellas Artes, la protagonista de La veille critica un cartel, en el que bajo la frase «disfrutemos sin restricciones» aparece horizontalmente entrelazada una pareja de amantes, «¿ustedes creen que se puede colgar este tipo de carteles en las paredes de las fábricas? […] Los carteles están al servicio de las luchas, no para la diversión» (p. 117). Esta peculiar escena no debería hacernos pensar que la protagonista de La Veille excluya la liberación sexual y de las costumbres en el ideario de las reivindicaciones de Mayo del 68. Nada más alejado de la realidad en esta ficción. Así, cuando en una comisión para debatir sobre la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, una de las cinco participantes manifiesta que: «las mujeres no tienen que tener reivindicaciones específicas. La emancipación [de la mujer] llegará con la revolución proletaria», la protagonista de La veille introduce la cuestión de la sexualidad y la dominación masculina. Sin embargo, sus compañeras no se muestran receptivas, ya que para ellas «eso son frentes secundarios… reivindicaciones de pequeñas burguesas, los obreros no se plantean esas preguntas… lo importante es la lucha de clases, no la lucha de sexos». La protagonista de La veille comenta de forma irónica «¡No sexo! La revolución va a ser divertida con vosotras» (p. 140). En cierta forma esta idea se asemeja a la expresada por la periodista Ana Requena Aguilar (1984) en su libro Feminismo vibrante. Sin placer no hay revolución.
La especialista en historia de las mujeres Marie-Jo Bonnet constata que en Mayo del 68 «había muchas mujeres en las manifestaciones, en los grupúsculos de los gauchistes y entre los huelguistas pero ellas han interpretado los papeles secundarios» (citado por Flandrin, 2018). Un ejemplo de ello podría ser la protagonista de Wonder. El cese de la actividad laboral deja a Renée libre de obligaciones, pero le produce un vacío existencial que no sabe cómo rellenar, «si ya no hay fábricas, ¿dónde está mi sitio?» (p. 77); su rutina se ha roto y ella carece de la capacidad y del conocimiento suficiente para emprender proyectos que le hicieran crecer como persona, pensar sobre sí misma y saber qué es lo que desea hacer. Su vida siempre ha estado condicionada por el concepto del “deber”, por la obligación de cumplir las órdenes de sus superiores, por poner la voluntad de los demás por encima de la suya porque desconoce sus propios deseos. Al carecer de una personalidad fuerte construye la suya con los elementos que le proporciona la cultura popular, su modelo de referencia es la cantante Sylvie Vartan (1952), de quien ha copiado el corte de pelo; la letra de la canción Comme un garçon le sirve de argumentario para crearse una identidad que le protege frente a los otros:
Como un muchacho, soy testaruda
y con frecuencia doy palizas
para que tengan cuidado conmigo.
Como un muchacho, yo no tengo miedo de nada.
Como un muchacho yo tengo colegas
y en la banda soy yo quien manda».
El tono beligerante de estos versos desaparece en la continuación del poema, que presenta a la mujer de forma sumisa frente al amado: «Sin embargo, yo tan solo soy una chica y cuando estoy contigo solo soy una niña, tú haces lo que quieres de mí… y es mucho mejor así». Este estado del alma que mezcla el amor y el temor se produce en la mente de Renée. Ella cree estar enamorada de un compañero de la fábrica, Michel, pero al mismo tiempo le teme. Se imagina la posibilidad de casarse con él porque es lo que se espera de una joven, pero no consiente mantener relaciones sexuales prematrimoniales porque no se siente segura y tiene miedo. Miedo de quedarse embarazada, miedo de tomar la píldora porque teme volverse estéril, miedo de que la examine un ginecólogo o de tener un cuerpo imperfecto. Michel le reprocha su beatería recordándole su posición social: «El culo es la única cosa que es gratuita para los pobres… y tú le escupes encima» (pp. 25-31).
En Sous les pavés, la madre de Sarah Tanenbaum manifiesta claramente su opinión sobre cuál es el papel primordial de la mujer de los años sesenta en la sociedad francesa: el matrimonio. Por ello aconseja a su hija que «es mejor encontrar a alguien [un joven que sea un buen partido] mientras que estés en la facultad. Una vez que dejes la universidad eso será más difícil» (p. 49). Esta máxima hace pensar que la madre de Sarah desconoce algunas de las cualidades de su hija: ser una mujer libre de las ataduras de su clase social [alta], con profundas convicciones políticas y libertaria frente a la sexualidad. Prueba de la desinhibición sexual de Sarah es la frase irónica que dirige a su amiga Françoise: «deberías cortarte el flequillo a lo Françoise Hardy[21]… tú eres tan mojigata como sus canciones» (Dufay, 2018) o cuando escribe en la parte trasera de su minifalda «lo indecente no es mi culo» y en la delantera «sino vuestra mirada». Este apotegma podría parecer un anacronismo, pero en el libro de Bantigny se cita a una joven que en 1968, en referencia al extendido uso de la minifalda, dice: «lo indecente no está en la ropa sino en la mirada» (2018). Cuando Françoise comenta que el texto escrito sobre la falda es un tanto provocador, Sarah le contesta: «yo quiero existir plenamente en mi cuerpo, asumirlo en su totalidad, si ellos se babean, es su problema. Eso no debe impedirme nada… debo poder disponer de mi cuerpo como yo lo concibo… ¡Hay que acabar con esta sociedad machista!» (p. 44) (FIG. 9).
La relajación de las costumbres sociales de la juventud francesa, debido al aire de libertad que promovían las ideas de Mayo del 68, se ve reflejado en una fiesta particular improvisada en la Rue des Écoles, en la que participan los protagonistas de Sous les Pavés. En ella se mezcla el consumo del alcohol y drogas bajo la atmósfera creada por la música rock proveniente de gramófonos. Los invitados se desinhiben de las convenciones sociales y despliegan sus afectos amorosos públicamente. La expresión artística está presente con la ejecución del pintado del cuerpo desnudo como si se tratara de tatuajes maoríes. Pero, sin duda, la actividad más audaz tiene lugar con el juego “acción o verdad” llevado hasta límite de sus posibilidades. El negarse a contestar una pregunta incómoda conlleva efectuar una acción atrevida propuesta por el propio interrogador. En dicho juego, Françoise decide no responder a su novio Gilles sobre una cuestión delicada y prefiere ejecutar la acción de besar intensamente a otra chica. Finalmente es solo un juego (pp. 52-54).
3.8. El individualismo como malestar de la sociedad
En Mai 68: La Veille du grand soir se presenta ampliamente cómo se viven los acontecimientos de Mayo del 68 en los centros del poder. En una de las numerosas reuniones del gabinete gubernamental de crisis que se presentan en la obra, asistimos a las deliberaciones que tienen lugar entre el ministro de educación Alain Peypefitte, el ministro del interior Christian Fouchet, el ministro de justicia Louis Joxe y el presidente de la república Charles de Gaulle, que en ese día, miércoles 8 de mayo, sustituye al primer ministro George Pompidou por estar de viaje oficial en Teherán. El general De Gaulle no percibe que el gobierno se enfrenta a una crisis social de gran complejidad, sino que está frente a disturbios callejeros fácilmente controlables. Por ello, De Gaulle es partidario de actuar de forma contundente contra los estudiantes y en el tebeo lo expresa del modo siguiente: «No se puede aceptar que el desorden se instale en la calle… no se capitula frente a una revuelta. Si nos mostramos débiles ¡no hay Estado! Si el poder retrocede está perdido. Y no olvide que un ministro del interior debe saber dar la orden de disparar… Se dispara al aire una, dos veces, y si eso no basta, se dispara a las piernas» (pp. 50-51).
El presidente de la República no ha prestado atención a la reflexión más interesante que surge del grupo ministerial, la expresada por Louis Joxe: «Estamos ante un malestar de la sociedad. Hay una crisis de civilización». Esta misma idea es expresada por el padre de Sarah, Simon Tanenbaum en Sous les pavés. Para él, estos sucesos son el reflejo de:
una crisis de civilización, es evidente. En todas las partes del mundo, tales fenómenos han tenido lugar. Ahora que tenemos una civilización sin equivalente en esta tierra, nos enfrentamos a una crisis de valores que tampoco tiene un precedente. Nuestra civilización se cree la heredera de todas las anteriores. Estamos frente a una lucha entre el humanismo –este aticismo que se encuentra en el origen de todo lo que forma parte de la intelectualidad–, las artes, las ciencias, la filosofía y el hecho religioso, la fe. La civilización moderna quiere ser agnóstica. Ella se adentra en lo desconocido (p. 48).
Este punto de vista se asemeja mucho a lo que el filósofo católico canadiense Charles Taylor (1931) denomina el “malestar de la modernidad”:
Entiendo por [malestar de la modernidad] a aquellos rasgos de nuestra cultura y nuestra sociedad contemporáneas que la gente experimenta como pérdida o declive, aun a medida que se “desarrolla” nuestra civilización. La gente tiene en ocasiones la impresión de que se ha producido un importante declive durante los últimos años o décadas, desde la Segunda Guerra Mundial, o los años 50, por ejemplo. (Taylor, 1994: p. 37).
Al poner en los labios de un banquero judío, Simon Tanenbaum, palabras que se corresponden con la filosofía de Charles Taylor se establece un nexo entre la Halakha (o Halajá), reglas religiosas judías extraídas de la Torá escrita y oral que guía al creyente en aspectos de su vida cotidiana, y la doctrina cristiano-católica. Ambas religiones monoteístas, junto con la musulmana, tienen como prioridad la lucha contra el humanismo agnóstico y el ateísmo, que parece generarse con la aplicación de ideas como las que se exploraron durante Mayo del 68.
En referencia a los acontecimientos de Mayo del 68, el escritor y político André Malraux se expresa de forma semejante a Taylor en el relato de sus conversaciones con De Gaulle, ya retirado en Colombey les Deux Eglises: «El drama de la juventud —le dice Malraux al general— me parece consecuencia de lo que se ha venido en llamar el desfallecimiento del alma. Ninguna civilización puede vivir sin un valor supremo. Ni quizá sin trascendencia» (Citado por Sáenz de Miera, 2009: 208).
Para Taylor las causas del declive de la civilización son dos: el individualismo y la primacía de la razón instrumental. El individualismo es lo que impide que la gente se considere:
como parte de un orden mayor (…) Este orden jerárquico se refleja en las jerarquías de la sociedad humana (…) Estos ordenes daban sentido al mundo y a las actividades de la vida social (…) Del mismo modo los rituales y las normas de la sociedad tenían una significación que no era meramente instrumental. Al descrédito de esos órdenes se la ha denominado “desencantamiento” del mundo (…) en otras palabras, el lado obscuro del individualismo supone centrarse en el yo, lo que aplana y estrecha nuestras vidas, las empobrece de sentido, y hace perder interés por los demás o por la sociedad (Taylor, 1994: 38-40).
La segunda causa del desencantamiento del mundo y el declive de la civilización es la “primacía de la razón instrumental”:
Una vez que la sociedad deja de tener una estructura sagrada, una vez que las convenciones sociales y los modos de actuar dejan de estar asentados en el orden de las cosas o en la voluntad de Dios, están en cierto sentido a disposición de cualquiera (…) La norma que se aplica entonces en lo sucesivo es la de la razón instrumental (…) que es la clase de racionalidad de la que nos servimos cuando calculamos la aplicación económica de los medios a un fin dado. La eficiencia máxima, la mejor relación coste-rendimiento, es su medida de éxito (Taylor, 1994: 40).
Según Taylor, del “individualismo y razón instrumental” se derivan consecuencias nefastas para la política «que fuerzan a las sociedades tanto como a los individuos a dar a la razón instrumental un peso que nunca le concederíamos en una reflexión moral seria, y que incluso puede ser enormemente destructiva» (Taylor, 1994: p. 44).
En continuidad con el planteamiento de Taylor, el filósofo y sociólogo Gilles Lipovetsky afirma que Mayo del 68 solo puede entenderse bajo el prisma del individualismo moderno. Si bien, por una parte, Lipovetsky reconoce que el movimiento se retroalimentaba de un «ideal de solidaridad: solidaridad con los manifestantes encarcelados, con el pueblo vietnamita, con los trabajadores en huelga», por otra parte, concluye que en realidad potenciaba valores de naturaleza individualista que debilitan los lazos sociales (Lipovetsky, 1986: 91-92).
Mayo [del 68] ha estado dominado, no por un individualismo pequeño-burgués sino por lo que podríamos denominar como individualismo transpolítico, en el que se ha entrelazado estrechamente, lo político y lo existencial, lo público y lo privado, la ideología y lo poético, el combate colectivo y la llamada al goce, la revolución y el humor […] La combinación híbrida de intención revolucionaria y de pasiones individualistas es lo que constituye la originalidad de Mayo del 68 (op. cit.: 95-96).
Posiblemente, el planteamiento de Lipovetsky hubiera dejado perplejo al pueblo francés en los años sesenta y setenta (Sáenz de Miera, 2009: 210), pero tuvo cabida en las décadas posteriores y se abrió la pertinencia de un Mayo del 68 generado a través de un individualismo autosuficiente actuando colectivamente. Desde este punto de vista la meta a lograr con las manifestaciones no solo sería parabienes para la colectividad, sino que también se buscaría otro beneficio específico subjetivo que favorecería al individuo en sí mismo. Por ello:
Mayo del 68 constituiría la última batalla de la conciencia revolucionaria, en la que se aceleraría paradójicamente la descomposición de los grandes movimientos colectivos portadores de la transformación social y el repliegue hedonista sobre el Ego» (Lipovetsky, 1986: 99).
La aceptación del individualismo como hecho inherente a Mayo del 68 dio brío a postulados más osados específicamente en el terreno político:
Fue el candidato a la presidencia Sarkozy quien abrió el fuego de las celebraciones del cuarenta aniversario de los Sucesos, cuando en un discurso electoral en Bercy, discurso que pasará también a la historia, lanzó un furibundo ataque contra la herencia del 68 a la que hacía responsable, si no de todos, sí de muchos de los males de Francia. “Mayo del 68…” afirmó Sarkozy en un tono enfático, “impuso el relativismo intelectual y moral (…) sus herederos propagaron la idea de que todo era posible, de que no había diferencia entre el bien y el mal (…) De que la autoridad había dejado de existir (…)”. Acusó al 68 “de introducir el cinismo en la sociedad y en la política”; de favorecer: “el culto al dinero y a las consecuencias del capitalismo financiero…el odio a la familia, a la sociedad, al Estado, a la nación, a la República” (Sáenz de Miera, 2009: 212).
3.9. Los Situacionistas
El cómic Wonder nos acerca a una intervención individualista dentro del colectivismo que podría acercarse a lo postulado, en párrafos anteriores, por Lipovetsky. La revolución de Mayo del 68 da, a la protagonista obrera Renée, la oportunidad de vivir sin ataduras sociales y sin prejuicios morales. Es el tiempo fuera del tiempo de las convenciones sociales, del orden jerárquico determinado por el poder económico, el tiempo de la experimentación de su voluntad libre de la obligación del deber. En definitiva, la búsqueda de la felicidad por sí misma en una actuación colectiva. Renée se une a un grupo de artistas perteneciente a la “Internacional Situacionista”[22] con el que realiza actuaciones callejeras improvisadas empleando el recurso fonético del calambur[23].
La representación gráfica de esta etapa de la vida de Renée con los situacionistas, que va desde el 11 al 27 de mayo, llena de color las viñetas para recrear un estado de alegría y la construcción de ella como sujeto provisto de voluntad y deseo. Ahora la obrera alienada es capaz de sentir cada instante de su vida al independizarse de las obligaciones que diariamente la limitaban, puede involucrase en un proyecto de expresión artística basado en la espontaneidad que le hace tomar conciencia de su potencial como persona, se entrega al amor sin límites abriéndose a relaciones sexuales libres e incluso lésbicas (pp. 80-115).
Pero el periodo de tiempo que la revuelta de Mayo del 68 despojara al tiempo oficial, basado en la separación de clases sociales, llega a su fin. Para representar la vuelta a la normalidad se emplea una metáfora visual: la mano del general De Gaulle provista de una esponja borra las viñetas que exhiben los acontecimientos que Renée ha vivido en plena libertad. El grupo de situacionistas ya no tiene nada que hacer en un lugar regido por la rutina y abandona la ciudad, pero Renée decide quedarse en París porque «Es necesario que me gane la vida» (pp. 116-123). «Tampoco la Internacional Situacionista sobrevivió al post-68, aunque el núcleo de sus ideas, así como la invocación a una “nueva política” sensible a la vida de la gente, tenga en la actualidad vigencia» (Sánchez Prieto, 2018: 4).
3.10. Destellos de la mitología en los cómics de Mayo del 68
En un tebeo cuya trama es ajena a Mayo del 68, Lady of Shalott de Daniel Ceppi (1951), se reporta la expulsión de un profesor de la Academia de Artes Decorativas por un litigio con una modelo que posaba para los alumnos; este hecho, que a los intervinientes les parece insólito en la época histórica en la que viven, lo justifican porque ocurrió en «1968, amigo mío, el poder para el pueblo» (p. 36). Esta idea es un recurrente comúnmente admitido: Mayo del 68 es un periodo de tiempo en el que el desorden institucional permite que cualquier cosa pueda suceder, incluso en la confrontación entre jerarquías sociales: rico y pobre; patrón y obrero; profesor y alumno, la balanza de la razón no tenía que caer siempre desde el mismo lado; hasta al sabio se le permitía equivocarse frente a la intuición del discípulo.
Quienes participaron activamente del Mayo francés sintieron una transformación de sus vidas, la continua lucha en las calles parisinas consiguió que muchos jóvenes percibieran ese tiempo como un tiempo de gran intensidad de aprendizaje y experiencia de unas sensaciones lejos de los tiempos y la monotonía que determina el capital. La distinción entre el tiempo de rutina y el tiempo poético marcan una sensibilidad diferente en algunos acontecimientos en nuestra vida. No solo luchaban contra las expresiones del capital en su vertiente laboral o estudiantil, sino contra la vida rutinaria en que este les sumía. (Malatesta, 2018).
Si consideramos el precedente texto de Malatesta como una prueba de la existencia de un Mayo del 68 mitológico ajeno a la realidad de los hechos, podríamos señalar que en los cómics se pueden encontrar escenas que se prestan a esta interpretación. Así, en Sous les pavés vemos a Françoise plasmar, en una carta dirigida a Joy, su reflexión sobre los acontecimientos vividos:
Caminar sobre los adoquines del barrio latino [en el mes de mayo de 1968], vivir plenamente esta revolución ha sido lo más intenso de mi vida. Ello ha despertado en mí un deseo absoluto… la convicción de que tenía que huir de la vida totalmente definida, confortable, encarnada por Gilles… Es necesario soñar para despertarse y abrirse realmente a la vida (p. 74).
En el relato breve “Mathilde”, incluido en la obra DesSeins de Olivier Pont (1969), se muestra la activa participación de las mujeres en mayo de 1968. La protagonista abandona hogar, esposo e hijos para iniciar una convivencia lésbica. En su despedida epistolar le hace saber a su marido que: «hace mucho tiempo que me ahogo en tu pequeño universo mezquino, sucio y rígido. Me marcho para ser simplemente lo que soy y no lo que tú deseas que yo sea […] Yo no te tomo por un monstruo sino solo por un hombre… un hombre tan pequeño, tan gris, tan plano que ni siquiera querría tenerte como amigo» (pp. 25-26).
Este acto de rebelión contra una autoridad marital que solo veía en la mujer a un objeto de su propiedad ocurre «en este bonito mes de mayo [de 1968]». Con esta declaración de intenciones se proyecta la imagen mítica de que Mayo del 68 contagia ansias de libertad a las personas que viven oprimidas. Este anhelo libertario se escenifica en el cómic cuando la protagonista, junto con sus compañeras, queman sus sujetadores en lo alto de una barricada para luego lanzárselos a los policías que apostados frente a ellas intentan mantener el orden. En esta ficción, el sujetador, considerado como un símbolo de la opresión de una sociedad misógina, es quemado para representar la liberación de la mujer. Sin embargo, no hay constancia documental de que esta acción fuera llevada a cabo por mujeres participantes en las manifestaciones de Mayo del 68 (Levy-Willard, 2014).
El deseo nacido en Renée de cambiar radicalmente su cotidiana vida gris por una fábula colorista llena de creatividad y felicidad se podría prestar a considerar a Wonder como un relato de apoyo a la interpretación mitológica de Mayo del 68. Pero si bien es cierto que en la obra puedan existir connotaciones de carácter mitológico, no es menos cierto que la “realidad” acude en su ayuda y disipa, o al menos la atenúa, esta percepción, como veremos a continuación.
Al separarse Renée de los situacionistas, el hábitat que constituye su mundo pierde sus vivos colores y vuelve a ser gris. En el exterior de la fábrica de pilas Wonder, los trabajadores debaten sobre la suspensión de la huelga, los representantes sindicales allí presentes consideran una victoria el aumento del 2 % de los salarios que concede la patronal y presionan a los obreros para que se incorporen a sus puestos de trabajo. A Renée este incremento salarial le parece una tomadura de pelo y se manifiesta en contra de la vuelta al trabajo, pero se queda atónita al ver cómo su revolucionaria compañera, Jeanine, atraviesa dócilmente el umbral de la puerta para incorporarse a su puesto en la cadena de producción. Renée se da cuenta de que los sucesos de Mayo del 68 han producido en su vida un cambio radical que le impiden volver a la rutina de la cadena de producción: «No entraré nunca más en esa cárcel. Se acabó esta vida de perra. No quiero estar de mierda hasta el cuello y que el negro [del carbón de las pilas] me corra por todas las partes [del cuerpo]» (pp. 128-130).
Aquí la ficción confluye con la realidad a través de un documento fílmico de diez minutos de duración rodado por dos alumnos del Institut des Hautes Études Cinématrographiques de París (IDHEC), el día 10 de junio de 1968, titulado La vuelta al trabajo en las fábricas Wonder (Willemont, 2018). Tras el acuerdo de Grenelle entre sindicatos, patronal y gobierno, los trabajadores de Wonder votaron suspender la huelga y volver al trabajo, en la cinta cinematográfica se recoge el momento en el que los dirigentes sindicales de la CGT explican a los trabajadores que el acuerdo alcanzado con la patronal es una victoria de la clase obrera, que no se pueden lograr de golpe todas las reivindicaciones y que se trata solo de una etapa en la lucha por los derechos laborales. En un grupo compuesto principalmente por hombres, aunque la empresa Wonder tuviera un 78 % de mujeres en su plantilla (Braibant, 2016), una única voz femenina se eleva para señalar que la votación ha sido amañada y expresa su voluntad de no incorporarse al trabajo: «No volveré a entrar [a la fábrica]. No pondré nunca más los pies en esta cárcel. ¡Entrad vosotros! ¡Vayan a ver la basura que es! Es repugnante. Nos ponemos de negro hasta arriba, nos bañamos en la suciedad, no hay un lavabo para asearse, no tenemos derecho a ir a orinar cuando queremos».
Nadie la escucha. Solo un joven gauchiste apoya y comparte el parecer de la obrera. Los sindicalistas le reprochan que él no pertenece a la plantilla de Wonder y que no sabe de lo que está hablando. Los sindicalistas logran que los trabajadores atiendan la llamada del capataz y lentamente atraviesan la puerta de la fábrica. La huelga ha terminado.
¿Quién es la trabajadora que muestra su cólera en el documental? Cuando las obreras se incorporaron a su puesto de trabajo, ¿tuvo ella la fuerza de mantenerse firme a sus principios y abandonó la empresa Wonder? ¿Qué fue de ella? Estas mismas preguntas se las hizo en 1997 el crítico y cineasta Hervé Le Roux (1958-2017) y para hallar las respuestas inició una investigación que plasmó en un documental de tres horas titulado Reprises. Le Roux no encontró a la mujer «que se negaba a entrar en la fábrica. La que un día de primavera dijo “No” a la explotación» (Vaillant, 2018), pero al menos averiguó su nombre: Jocelyne. Los casi treinta años transcurridos entre 1968 y 1997 habían borrado las huellas que Jocelyne dejara en Wonder; nadie le prestó atención ni oyeron su vehemente adiós; su recuerdo se desvaneció de las mentes de unos trabajadores, que prefirieron creer en las promesas que les hicieron la patronal y los representantes sindicales y que nunca se cumplieron:
[Jocelyne] sabe que los logros obtenidos al final de esta huelga son insignificantes. De hecho, después de 1968, se instalarán dos duchas en esta fábrica, donde las mujeres operarias son mayoría, y la pausa-pipí, al fin acordada, será de cinco minutos… ¿El aumento de sueldo obtenido? Una propina. Insuficiente. Humillante. La prueba de una ausencia de consideración. (Vaillant, 2018)
La semejanza entre Jocelyne, la trabajadora real de la empresa Wonder, y Renée, el personaje de ficción del cómic Wonder, es evidente como hemos visto anteriormente. Sin embargo, la dibujante Elodie Durand no estimó oportuno transponer el rostro de Jocelyne a Renée sino en su compañera Jeanine: «No quería que nuestra heroína se pareciera a la persona del documental [Jocelyne], porque (…) nadie sabe lo que le ocurrió, no quería contar estupideces sobre ella, es por esa razón por la que el personaje principal [Renée] no se le parece físicamente y que su amiga [Jeanine] se desvanezca en el álbum» (Braibant, 2016).
Renée, al igual que Jocelyne, va a desligarse del entorno gris de la fábrica de Wonder. Para ello los autores del cómic repiten la metáfora del borrado de viñetas que expusieron para ilustrar la vuelta a la normalidad promovida por el General De Gaulle. Pero ahora, es la mano de Renée la que borra todas las viñetas con imágenes de la fábrica y a todos los que en ellas cobran vida. No es Renée la que desaparece, sino el sistema que la rodea y la oprime hasta negarle una identidad propia; una identidad que la aleje de la uniformidad que supone la ejecución de un trabajo monótono, día tras día.
El mundo se ha deshabitado y desdibujado. Solo queda la figura de Renée frente al vacío: el Ser enfrentado a la Nada. Es en ese vacío donde Renée pinta su nuevo mundo lleno de colores al estilo expresionista. De la Nada crea un espacio y un tiempo que le permita pensar que existen otras elecciones de vida más allá de la fábrica Wonder, como se desprende del texto final del cómic: «Entregándose al viento [Renée] pospone el momento de decidir su destino, eso vendrá cuando tenga que venir. Ella tenía confianza. Ya no tenía miedo. Todo comenzaba» (p. 138-140).
3.11. La traición a los ideales de Mayo del 68
No sabemos cuál fue el futuro de Renée, pero podríamos afirmar que la mayor parte de los obreros de Wonder no pospusieron, como ella, «el momento de decidir su destino» (pp. 136-137), sino que volvieron a la “normalidad” tras la huelga general. Esa normalidad de la que algunos creyeron poder escapar, pero que finalmente les atrapó. Cada persona debe ocupar su sitio en la jerarquía social. Esta es la idea que, en Sous les pavés, el acaudalado cirujano Armand Dussart trata de transmitir a su hijo Gilles durante una cena en el exclusivo restaurante de la Torre Eiffel. Lo más curioso es que para lograr su objetivo, Armand utilice, con total desprecio, la figura de la novia de su hijo: Françoise. Él piensa que ella es solo una pueblerina con conocimientos muy básicos que estaría muy incómoda en un restaurante de gran lujo como en el que ellos están cenando; «tú sabes… es como en una estación, tú te cruzas con gente que ha triunfado y con otra que no son nada» (p. 56) (FIG. 10).
Esta frase es un procronismo ya que fue pronunciada por el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, en junio de 2017 en el acto de inauguración del campo de startups, Station F, en la Halle Freyssinet de París. Esta Nave, construida en los años veinte, fue un edificio ferroviario antes de transformarse en un espacio de trabajo compartido para empresas del sector informático. De ahí que Macron utilizara la metáfora de una estación ferroviaria para advertir a los emprendedores empresariales de los riesgos de la excesiva confianza ante un logro económico prematuro: «No penséis ni por un segundo que la cosa está hecha si mañana vuestras inversiones o startups tienen éxito. No, porque vosotros lo habéis aprendido en una estación y una estación es un lugar donde se cruza gente que tiene éxito y gente que no son nada/nadie, porque es un lugar donde pasamos, porque es un lugar que compartimos» (Le Figaro, 2017).
En esta frase, Macron se autoproclama como un indudable triunfador y por extensión un referente para la clase que tiene éxito en el mundo político, económico y financiero; pero con esta visión del mundo también presenta como fracasados a una gran parte de la población francesa, por lo que podría entenderse que se trata de una clase cuya existencia es insignificante. En la metáfora las dos clases, que en su conjunto constituye la nación francesa, se cruzan en una estación, un lugar físico que representa el país: Francia. Las críticas a estas palabras de Macron no se hicieron esperar y fueron tachadas de “vergonzosas” por políticos y cronistas. En el cómic, Gilles siente la misma vergüenza por la denigración que su padre, Armand Dussart, hace de su novia Françoise comparándola con esas personas insignificantes que “no son nada”; su crítica podría ir dirigida tanto a su padre como a Macron: «¡Mira que puedes ser snob, reaccionario, elitista! Tú encarnas todo aquello contra lo que nosotros luchamos [en mayo del 68]» (p. 56). Este pasaje es especialmente significativo porque Emmanuelle Macron intentó, sin éxito, liderar la celebración del cincuentenario de Mayo del 68, acercando su dimensión internacional y alejando el “manido” discurso sobre su contribución a la modernización de la sociedad francesa (Ducros, 2017).
Armand Drussard muestra a su hijo todo aquello que puede perder si continúa actuando en un mundo que no es el suyo, que no le corresponde por su clase social. «El movimiento, la agitación, la excitación que los acontecimientos» de Mayo del 68 procuran a Gilles están bien, desde el punto de vista del placer, pero él no tiene la necesidad de comprometerse con las ideas políticas que atentan contra sus propios intereses al pertenecer a la clase social dominante, al poder disfrutar del bienestar que le proporciona el dinero y del reconocimiento, al ocupar un lugar privilegiado en la sociedad, «con un futuro radiante [como cirujano]… La clínica y sin duda, más tarde un puesto en la facultad de medicina. Igual que su padre» como predice la alienante madre de Sarah (p. 49). Efectivamente, Gilles debió de reflexionar sobre el planteamiento del modelo de vida expuesto por su padre y consideró conveniente escabullirse de la escena en los acontecimientos de Mayo 68, lo que lleva aparejado desaparecer del relato. ¿Cómo debemos de interpretar esta deserción? ¿Se trata de una traición a los ideales revolucionarios o la toma de conciencia del lugar que ocupa en la sociedad por nacimiento y por la formación intelectual y profesional? La figura ficcionaria de Gilles no constituye un fenómeno aislado, sino que puede hacerse extensible a muchos activistas de Mayo del 68 como denuncia el profesor Françoise Cusset (1969):
Los líderes de un movimiento sin líder que van a triunfar en esta hazaña histórica: permanecer en el centro del escenario, bajo los focos, pasando de un lado al otro de la barricada, de la Comuna a su represión, hasta hacer de este cambio el signo de su virtud y de tal traición culmen del heroísmo… su justificación… es necesario haber soñado anteriormente para poder adoptar hoy la postura realista, haber hecho bascular el poder para saber defenderlo y conservarlo mucho mejor (Cusset, 2013: 70).
En la larga lista de personajes relevantes de Mayo del 68 que, según Cusset, cambiaron su discurso hacia posiciones más conservadoras se encuentran los filósofos André Glucksmann (1937-2015), Alain Finkielkraut (1949) o Bernard-Henri Lévy (1948). En el caso de Gluksmann, pasó de ser un joven maoísta, que participó en los sucesos de Mayo de 1968, a apoyar al candidato del partido ultra conservador UMP (Union pour un mouvement populaire), Nicolas Sarkozy (1955), que alcanzaría la presidencia de la República Francesa (2007-2012) y que prometió liquidar la herencia del Mayo 68. No obstante, André Gluksmann no estuvo de acuerdo con la visión de Mayo 68 de Sarkozy y escribió el libro Mayo 68 explicado a Nicolas Sarkozy, en colaboración con su hijo, el periodista Raphael Gluksmann, que es un alegato subjetivo que adopta las tesis liberales y acusa, no sin razón, a la izquierda francesa de todas las vilezas que a su juicio han cometido (Gluksmann & Gluksmann, 2008). Por su parte, Daniel Cohn-Bendit dirigió sus pasos hacia posiciones más conservadoras, de carácter “liberal-libertario”, logrando una notable carrera política de base ecologista (Die Grünen, en Alemania, y Europe Écologie-Les Verts, en Francia), pero integrada en la economía de mercado; en las elecciones presidenciales de 2017, prestó su apoyo al candidato neoliberal Emmanuelle Macron al considerar que era el mejor posicionado para vencer a la candidata de extrema derecha Marine Le pen (1968).
Conclusiones
En el inicio de Mai 68: La veille du grand soir se muestran imágenes de un breve recorrido por las calles del Barrio Latino de París hasta llegar a la Sorbona, en el día del 3 de mayo de 1968. En la biblioteca de la universidad, varios estudiantes se libran de sus quehaceres académicos cuando la voz proveniente de un megáfono interrumpe el silencio que reina en la sala. Un joven abandona su mesa de trabajo y mira a través de una de las ventanas que dan al patio principal del centro educativo. Allí tiene lugar una asamblea de estudiantes con el objetivo de constituir un movimiento de contestación por el cierre de la Universidad de Nanterre, el 2 de mayo, y por citar a ocho compañeros, para el 6 de mayo, ante el consejo de disciplina acusados de ser los responsables de actos de agitación del campus que impiden el usual desarrollo de la docencia. La escena final del libro transcurre, el 3 de julio de 1968, en la misma sala de la biblioteca de la Sorbona con la que se abre el relato y con el mismo joven que deja de estudiar para mirar por la ventana (han transcurrido tres meses entre la escena inicial y final del libro). A esa hora no hay estudiantes en el campus, sino los encargados de la limpieza desencolando carteles adheridos a los muros del centro y barriendo panfletos desperdigados por el suelo. Curiosa metáfora, en la que los barrenderos sustituyen a los estudiantes, para sugerir que Mayo del 68 fue un entreacto de poca importancia para la historia reciente de Francia. La alegoría de la pulcritud para borrar las huellas de los acontecimientos de Mayo del 68 también aparece en Wonder: la mano del general De Gaulle mueve una esponja con la que se disipan todas las viñetas de la movilización estudiantil reduciéndolas a la nada. Esta ocultación de los hechos conlleva la posibilidad de presentar acontecimientos históricos bajo una nueva realidad adaptada a la ideología imperante en una época dada.
La historia acaba reducida a la memoria colectiva del grupo de los historiadores, sometidos ellos mismos a la presión de las memorias sociales fragmentarias. El énfasis en la pluralización de las memorias cuestiona la posibilidad misma de una memoria histórica unitaria, y limita el empeño de la historia a la reconstrucción y explicación de ese juego de memorias (Sánchez Prieto, 2018: 2).
La pluralización de las memorias podría explicar la diferencia de opinión, para un mismo acontecimiento, entre el sociólogo Alain Touraine (1925) y el historiador Françoise Cusset. Para el primero, el impacto político de Mayo del 68 ha sido nulo, mientras que en materia social y cultural ha sido y continúa siendo extremadamente importante, «las representaciones son tan importantes como los actos propiamente políticos» (Wieviorka, 2018). En cambio, para Cusset «las autoridades han hecho todo lo posible para separar la dimensión cultural de la política de esa revolución, y así hacerla inofensiva [cuando en realidad] era un movimiento anarquista libertario» (citado por Bonet, 2018).
La cronología de los acontecimientos de Mayo del 68 a través de los tebeos aquí presentada, indica que hay una gran concordancia entre la historia, como fuente documental, y los relatos de ficción. Pueden existir pequeños defectos formales en las obras con respecto al contexto histórico, como se ha señalado, pero la gran correspondencia entre realidad y ficción hace que estos relatos tengan una baja carga mitológica.
La cita o aparición de personajes reales en estos tebeos, desde Charles De Gaulle a Daniel Cohn-Bendit, no los convierte en seres míticos porque sus acciones no traspasan lo meramente humano. Las contribuciones sociales o políticas de estos personajes reales pudieron tener mayor o menor trascendencia, pero en los tebeos no se abandona el papel que se les otorga en los numerosos estudios periodísticos o académicos.
Los personajes de ficción de los tebeos analizados poseen gran espesor y responden a personalidades bien diferenciadas y perfectamente integradas en el marco histórico en el que se desarrollan sus andanzas. Si bien en sus pensamientos o en sus andanzas pueden existir pequeños destellos sospechosos de contribuir a una visión mítica de Mayo del 68, la mayor parte de sus hazañas no tienen la magnitud suficiente para alzarse en lo extraordinario, por lo que se mueven en esferas alejadas de la mítica.
Como hemos visto más arriba, el expresidente de la República, Nicolas Sarkosy, fomentó la necesidad de «liquidar la herencia de Mayo del 68 de una vez por todas» (Auffray, 2007). La cultura hedonista, el desprecio a la autoridad, a la jerarquía social y hacia los estamentos, que garantizan la convivencia pacífica y el bienestar social, propugnado por los líderes de Mayo del 68, habrían propiciado el auge del “individualismo” y de la “primacía de la razón instrumental”, que bajo la bandera del agnosticismo, según Charles Taylor, son causa del declive de la civilización. Este individualismo nocivo, que Lipovetsky adjetivara como transpolítico, surgido a partir de Mayo del 68, habría dado el origen a las políticas neoliberales y al capitalismo financiero. Sin embargo, el conjunto de ideas expresadas en este párrafo no se sostiene y carece de rigor para el historiador François Cusset: «No es cierto que la Revolución del 68 favoreciera la ola neoliberal. En realidad, lo que sucedió es que el nuevo capitalismo del espíritu emprendedor y de Silicon Valley se reapropió de los logros culturales de esa revuelta, como la revolución sexual y la exaltación de la juventud y de la creatividad» (citado por Bonet, 2018).
El artículo de Matthew Screech, “Le mythe de mai 68 et la bande dessinée”, parece impregnado del ambiente político y cultural imperante en las primeras décadas del siglo XXI, descrito en los párrafos anteriores; se hace eco de postulados que describen el Mayo del 68 como un periodo carente de una entidad propia, que perdura en el tiempo gracias a una mitología basada en la magnificación de acontecimientos de «descontento sangrante y revolucionario» y por la ocultación de otros que resultaran lesivos para la imagen mítica de una «historia ejemplar de liberación social y cultural». Según su criterio, la mayor parte de los tebeos editados entre 1990 y 2012 contribuyen a propagar el aspecto mítico de Mayo del 68. Ciertamente, los mitos son una forma de literatura épica que por su carácter evocador se dirige hacia el intelecto a través de las emociones. Como afirma el mitólogo Geoffrey Kirk: «El mito no es una cuestión propia del saber y la razón, sino más bien de lo poético, lo simbólico y lo hermoso. En realidad, por supuesto, los mitos a menudo no pertenecen a ninguna de estas esferas, pues muchos de ellos son prosaicos, utilitarios y desagradables» (Kirk, 1973: 16).
Los cómics sobre Mayo del 68, según Screech, entrarían en las esferas de lo prosaico y del utilitarismo. Al escamotear la presencia de ideologías radicales, de contestación violenta o de fábricas en huelga y que, además, se propugne la idea de que este movimiento fuera esencial para poner fin al gaullismo, hace que los tebeos hayan contribuido a reforzar el estatus mítico de Mayo del 68; pero Screech se basa especialmente en el cliché de que «Mayo es un momento durante el cual, como por arte de magia, las reglas normales dejan de aplicarse; por consecuencia, lo que antes era imposible ahora puede ser realizado». A continuación, muestro tres ejemplos de obras ya analizadas por Screech que, a mi juicio, podrían tener una interpretación no mítica.
Según Matthew Screech, en los dos episodios de la serie Le jour J (números 6 y 8) dedicados a Mayo 68 se configura un universo posible, una distopía contrafactual en la que la muerte del general De Gaulle ocasionaría una guerra civil en Francia; bajo este contexto se presentan cambios muy radicales en Francia desde todo punto de vista: social, económico, político etc. Dado que los dos relatos de Le jour J se inscriben en el género literario de la ucronía, se debe producir un momento en el que la historia del cómic se separa de la historia auténtica. Esta separación crea una realidad alternativa meramente especulativa, por lo que se hace difícil sostener la idea de que estas dos obras contribuyen a la representación de Mayo del 68 como fantasía mítica, dado su poco atractivo histórico.
A la hora de analizar los relatos gráficos de L’Écharde y L’Enfant maudit Matthew Screech hace constar que en ellas: «la fantasía mítica adquiere una dimensión más literaria… Son variantes de la fantasía mítica de Mayo. Las historias muestran las repercusiones personales para el/la protagonista en un momento en el que desaparecen todas las reglas que gobiernan las relaciones familiares y en el que se produce lo que antes parecía imposible» (Screech, 2017).
La implicación de los acontecimientos de Mayo del 68 en L’Enfant maudit apenas afecta a una quinta parte de la obra. A partir de la excarcelación de Gabriel, en el relato desaparecen las referencias a Mayo del 68 con la excepción de una breve secuencia en la que un camionero se queja, por una parte, de la dificultad de encontrar gasolina, «con toda esta mierda [de la revuelta estudiantil] ya no es posible llenar completo el tanque de gasolina», y por otra parte, del comportamiento de los universitarios: «espero que tú [Gabriel] no seas uno de esos insolentes que impiden trabajar a la gente» (p. 30). Además, se incluye una viñeta de una manifestación en Berlín para recordarnos que Mayo del 68 fue un conflicto internacional (p. 56). Por el contrario, el relato de L’Écharde transcurre íntegramente durante los acontecimientos de Mayo del 68, pero la protagonista, Annette, da más que pruebas suficientes de su aversión al movimiento estudiantil, lo que contribuiría muy poco a enaltecer la épica mítica de este turbulento episodio de la historia de Francia. Gabriel y Annette solo buscan conocer quiénes fueron sus progenitores, pero nada les vincula con el ideario político que ahora perturba sus vidas durante el mes de mayo de 1968. Estos dos tebeos se desarrollan en un determinado contexto y no pretenden mitificar, sino exponer acciones humanas interpretables sin un mensaje único. Las investigaciones de Gabriel y Annette pudieron desarrollarse en cualquier otro tiempo y bajo circunstancias distintas, pero siempre con la condición de disponer del tiempo libre suficiente para hacer sus indagaciones, lejos de las obligaciones laborales en la fábrica para Gabriel y de los arduos estudios en la universidad para Annette. Tiempo libre. Eso es todo lo que Mayo del 68 les dio. Es difícil considerar que estos dos relatos cumplen la condición necesaria para mitificar unos acontecimientos que tan ajenos fueron a los protagonistas.
Otro argumento utilizado por Screech es el de la “liberación de un personaje” (emancipación femenina) como causa directa de la ideología de Mayo del 68. En este caso entraría de lleno la protagonista de Mathilde, que logra librarse de su marido en “un bonito mes de mayo”. Empero, la decisión de Françoise, en Sous les pavés, de no desear una vida reglada y económicamente beneficiosa junto a Gilles, no entraría en este mismo argumento, sino que es más bien fruto de una transformación personal debido a un crecimiento interno intelectual y emocional, que de la asimilación de postulados de Mayo del 68. Françoise participa y defiende ideales estudiantiles, pero rechaza máximas como “la vida en comunidad”, “el amor libre” o de “disfrutar sin obstáculos”.
La falta de atención a las “fábricas en huelga” y al mundo sindical en los tebeos constituye otro de los argumentos expuestos por Screech, pero vemos que tanto en Wonder como en Mai 68: La veille du grand soir se da amplia cobertura al movimiento obrero y sindical; el desesperado e infructuoso intento de los estudiantes de lograr una unidad de acción junto a los obreros o el rechazo del sindicato de orientación comunista CGT al movimiento de Mayo son tan solo dos ejemplos.
La descarnada presentación de los acontecimientos de Mayo del 68, en muchas de las secuencias de La veille du grand soir o en Sous les pavés, contradice el argumento de Screech de que en los tebeos se presentan los acontecimientos como una “historia ejemplar de liberación social y cultural”. En estas obras no se trata de “ocultar la violencia” tal y como Screech argumenta para otros tebeos. La actuación de los efectivos del estado para reprimir las manifestaciones y la fuerte contestación estudiantil en estos dos tebeos no deja lugar a duda de la extrema beligerancia que hubo en esos días, es más, incluso se muestra a grupos minoritarios extremadamente violentos, como los katangais, entre las filas de los estudiantes.
Ante la dificultad de mostrar una realidad objetiva universal, en la ficción solo se busca exponer un relato compatible con el hecho histórico. Una aproximación a la verdad sin garantía de certeza. El éxito o el fracaso de tal empresa narrativa depende de la subjetividad analítica del autor frente al objeto de estudio. Los tres tebeos, Mai 68: La veille du grand soir, Wonder y Sous les pavés contribuyen más a la reflexión que a la mitificación de unos sucesos que aún hoy divide al pueblo francés sobre qué dimensión debe darse a Mayo del 68 en el conjunto de la historia reciente de Francia. Como hemos visto a lo largo de este escrito, estos tres cómics, junto a L’Écharde y L’Enfant maudit, ponen en duda que los tebeos contribuyan a la creación de símbolos o de referentes que confirmen la legitimación de un Mayo del 68 mítico sensu stricto.
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NOTAS
[1] Habitualmente se denomina Mayo del 68 a las manifestaciones estudiantiles y las huelgas obreras que tuvieron lugar en Francia durante los meses de mayo y junio de 1968. Este trabajo se centrará espacialmente en París y temporalmente durante el mes de mayo porque los tebeos que se analizan se circunscriben, casi exclusivamente, a ese lugar y a este periodo.
[2] Patrick Rotman era estudiante en la Universidad de la Sorbona cuando se produjo Mayo del 68. En esa época él militaba en el movimiento trotskista y fue testigo directo de muchos de los sucesos que tuvieron lugar en esas semanas trascendentales de la vida universitaria. Tras concluir su doctorado en Historia, Rotman inició una fructífera carrera como autor literario e histórico, así como guionista de cine y realizador de documentales; Mayo del 68 es un tema recurrente en su larga obra.
[3] El movimiento 22 de Marzo tiene sus raíces en la huelga reivindicativa de noviembre de 1967 para protestar contra las condiciones de acceso a la universidad por la reforma Fouchet. Las peticiones solicitadas por los estudiantes eran asumibles: revisión de las equivalencias [entre diplomas] debido a la incoherencia con que eran adjudicadas; grupos de trabajos prácticos con un máximo de 25 estudiantes para poder realizar una buena labor pedagógica; oposición al control administrativo de la asiduidad o reivindicaciones relativas a la biblioteca o la piscina. Además, se solicitó la modificación del reglamento de las residencias universitarias que prohibían toda visita de los estudiantes a los edificios de las estudiantes y viceversa.
El 8 de enero de 1968 el ministro de juventud y deportes, François Missoffe (1919-2003) inauguró la piscina del campus de la Universidad de Nanterre, durante el acto el aún desconocido estudiante Daniel Cohn-Bendit (1945) interpeló al ministro al señalarle que en su Libro blanco de la juventud no decía ni una sola palabra sobre cuestiones referidas a la sexualidad; el ministro no encontró otra respuesta que aconsejarle [a Cohn-Bendit] que se diera un chapuzón en la piscina recién inaugurada; el estudiante le contestó: «este es el tipo de respuesta que se obtiene en los regímenes fascistas». Un movimiento de solidaridad estudiantil se desencadena cuando Cohn-Bendit es amenazado con ser expulsado de la universidad por haber ofendido al ministro. El estudiante recibe muestras de apoyo de distintos sectores universitarios y finalmente el consejo de disciplina de Nanterre decide no sancionarle. Esta solidaridad estudiantil se activa y se amplifica después de la detención de Nicolas Boulte y Xavier Langlade (ambos miembros del Comité Vietnam nacional (CVN) y militantes de la Juventud Comunista Revolucionaria (JCR) en Nanterre, acusados de romper la cristalera de la American Express durante una concentración contra la guerra de Vietnam, el 21 de marzo. A consecuencia de ello, el 22 de marzo de 1968, los estudiantes ocuparon la emisora central de la facultad y organizaron varios mítines en la facultad para pedir la libertad del estudiante de Nanterre Xavier Langlade. A continuación, los locales de la administración, incluida la sala del consejo de los profesores, fueron ocupados toda la noche por ciento cuarenta y dos estudiantes: el movimiento 22 de Marzo había nacido.
[4] La fábrica Wonder, fundada en 1914, estuvo activa hasta 1986, cuando fue vendida a la multinacional americana Ralston.
[5] Jean Roche (1901-1992) fue un médico bioquímico que realizó estudios científicos sobre las hormonas tiroideas, pigmentos respiratorios y la osificación. Ocupó el cargo de rector de la Universidad de París entre 1961 y 1969.
[6] Según Bantigny, «en el meeting del 3 de mayo en la Sorbona se convocó a estudiantes procedentes de Turín, Ámsterdam, Madrid, Berlín y Louvain. Según el Movimiento de Acción Universitaria (MAU), la decisión tomada por el rector Roche de cerrar la Sorbona sería también debido a la presión de las embajadas europeas, que no hubieran deseado un encuentro internacional» (Bantigny: 2018).
[7] Los principales grupos gauchistes eran de ideología trotskista, maoísta o situacionista.
[8] Dado su interés, esta alocución radiofónica se mostrará de modo resumido en el apartado dedicado a los CRS.
[9] El lector habrá notado que el número total de heridos citados no coincide con el montante de los dos sumandos.
[10] Los katangais son jóvenes obreros que ocuparon la Universidad de la Sorbona junto a los estudiantes durante Mayo del 68. Realizaron funciones de seguridad pero sus excesos en las prácticas combativas hicieron que fueran expulsados de la Sorbona
[11] Arthur Adamov (1908-1970) fue un dramaturgo francés de origen armenio que cultivó el teatro del absurdo de carácter social.
[12] Roger Planchon (1931-2009) fue un dramaturgo, actor y director de cine y teatro francés.
[13] Aumento del 35 % del salario mínimo interprofesional (SMIG: Salaire Minimum Interprofessionel Garanti) e incremento medio del 10 % para los demás salarios. Si bien estos acuerdos nunca fueron rubricados por las partes; sí fueron aplicados, en parte, por el gobierno de Pompidou.
[14] El hospital público de Cochin se encuentra en el distrito catorce de París próximo al Barrio Latino, sede de violentos enfrentamientos entre policía y estudiantes.
[15] Los padres de Daniel Cohn-Bendit, de origen judío, no murieron en Auschwitz. En 1933, huyeron de Alemania por temor a ser detenidos. Durante la Segunda Guerra Mundial, vivieron primero en París y luego en Montauban. El padre muere en 1953 y su madre en 1963.
[16] En el libro se cita erróneamente el 11 de octubre de 1961 como la fecha de la masacre.
[17] La dextroanfetamina comercializada con el nombre de Dexédrine es una droga psicoestimulante que actúa sobre el sistema nervioso central y simpático produciendo un estado de euforia y de vigilia.
[18] El filósofo Jean Paul Sartre (1905-1980) aparece como personaje en el cómic de Mai 68: La veille du gran soir dando una conferencia el día 20 de mayo en la Sorbona (pp. 112-113).
[19] La frase empleada por Jeanine recuerda al eslogan: «des hommes, pas de robots», empleado en la huelga en la Rhodiaceta de Besançon en 1967 y que luego retomara el sindicato de la CFDT en la huelga de Mayo del 68.
[20] Daniel Cohn-Bendit nace el 4 de abril de 1945 en Montauban (Francia), en el seno de una familia de origen judío que se había refugiado en Francia desde 1933 huyendo del régimen nazi. Fue apátrida hasta la edad de 14 años cuando eligió la nacionalidad alemana para evitar hacer el servicio militar en Francia. El 21 de mayo de 1968, durante una estancia en Frankfurt (Alemania), recibe del ministerio del interior francés una orden de deportación. Si bien Cohn-Bendit regresó de incognito a la Sorbona el día 28 de mayo, como se describe en el cómic Mai 68: La veille du gran soir (pp. 146-147; 149; 154), su estancia solo se prolongaría durante cuatro días. En el año 2017 obtendrá la nacionalidad francesa.
[21] Durante los acontecimientos de Mayo 68, la cantante Françoise Hardy se marchó de París. Su conciencia política era nula en aquella época y no se sentía vinculada con las manifestaciones convocadas por los estudiantes. Para ella, la violencia y el vandalismo presente en las protestas desacreditaron la razón de causa por muy justas que fueran sus reivindicaciones. Hardy pone de manifiesto que «Si Mayo 68 no hubiera tenido lugar, la evolución de la sociedad francesa habría sido la misma» https://madame.lefigaro.fr/societe/que-faisaient-elles-mai-68-120408-11407 (Hardy, 2008)
[22] La Internacional Situacionista es un movimiento revolucionario compuesto por artistas e intelectuales de ideología marxista que operó entre 1957 y 1972. En su ideología está presente la revolución de la vida cotidiana bajo conceptos libertarios y hedonista.
[23] Calambur es una forma de expresión oral que utiliza la homonimia, la paronimia o la polisemia para alterar el significado de las palabras o frases. La riqueza sonora en la pronunciación del idioma francés se presta a estos juegos lingüísticos.