MEMORIA DE LA HISTORIETA,
RECUPERACIÓN DE UN PATRIMONIO
Aunque parezca mentira, hubo un tiempo en que los niños españoles leían tebeos. La historieta pasó de ser un vehículo satírico dirigido a los adultos a convertirse en herramienta ideal para representar cuentos, enseñanzas y otras lecturas que podían interesar y debían entretener a los infantes. Las revistas que contenían historietas comenzaron a proliferar a finales de la segunda década del siglo XX, y en los años treinta alcanzaron un altísimo nivel con material procedente del extranjero y con la labor de profesionales autóctonos que ya dominaban el lenguaje del cómic. Tras la Guerra Civil, el formato propició la oferta: las revistas de historietas incluyeron contenido variado donde predominaba el humor, y la aventura se refugió en los cuadernos apaisados que hicieron furor hasta los años sesenta. Fue a finales de esta década cuando la influencia de la industria del cómic franco-belga caló en nuestros editores, y las historietas de ese mercado y su forma de hacer propiciaron nuevos contenidos, aires de renovación que atrajeron a toda una nueva generación de autores que se consideraban como tales, y que dejaron profunda huella en los lectores. Y es que los tebeos atraían a cientos de miles de lectores que disfrutaban apasionadamente con sus héroes aventureros, sus animales antropomorfos o aquellos señores desgraciados con chaqueta y sombrero que lo pasaban mal pero con gracia; y con los porrazos, los trompazos, los sustos, la risa, la emoción, y la seguridad de que semana tras semana se volverían a encontrar en los quioscos.
Desde su creación, uno de los fines de la Asociación Cultural Tebeosfera ha sido la recuperación y divulgación del enorme patrimonio de la historieta que tenemos la suerte de haber disfrutado en España. En muchas casas (cada vez menos) y algunas bibliotecas (excepcionales) se hallan tesoros de papel que el tiempo está sumergiendo en el olvido, lamentablemente. Autores, personajes, series y revistas que antes eran conocidos, admirados y queridos, son hoy fugaces recuerdos para algunos lectores veteranos y obras totalmente ignoradas por las nuevas generaciones de aficionados. Y queremos que eso cambie, es necesario que eso cambie. Consideramos que para conocer nuestra cultura es necesario recordarla y recuperarla, y que eso tan solo puede llevarse a cabo tras un riguroso proceso de estudio y análisis, que gracias a la desinteresada entrega de numerosos colaboradores hemos conseguido reflejar en la página web del Gran Catálogo de la Historieta (del que existe un inventario en papel publicado en 2013). Y con el afán de seguir sumando esfuerzos y de promover el conocimiento de obras que ahora solo están en el recuerdo surge la idea de esta colección, una serie de libros que ahondará en nuestros tebeos más importantes para lograr una justa recuperación de su memoria. 
Kiosco infantil, años sesenta (foto: M. Cascales).
En este primer volumen tendremos la oportunidad de disfrutar de la lectura de textos dedicados a revistas emblemáticas de la historieta española, como TBO, cuya trayectoria repasan de forma exhaustiva Jordi Manzanares y Manuel Barrero, o la veterana revista catalana Cavall fort, que disecciona con esmero Alfons Moliné. Podremos descubrir cabeceras menos conocidas como la excepcional Pocholo, una de las mejores publicaciones de los años treinta, analizada por Jaume Capdevila, así como José María Conget recupera los contenidos de Nicolás, hoy olvidada competidora de las revistas Bruguera en los años cincuenta. Atenderemos también a la corriente renovadora que tuvo lugar a finales de los sesenta, con Gran Pulgarcito, de Bruguera, que estudia Eduardo Martínez-Pinna, o la innovadora Gaceta junior, que Antoni Guiral rememora de forma emotiva y rigurosa. Incluso habrá espacio para una publicación minoritaria por su carácter promocional, pero interesante para comprender un mercado que hoy resulta lejano: la ignota Búfalo, de la que Jordi Canyissà nos contará todo. Grandes teóricos reunidos para convocar la memoria de grandes publicaciones que entretuvieron y educaron (al menos sentimentalmente) a varias generaciones de lectores.
Los cuatro primeros capítulos del libro analizan estas cabeceras infantiles.
La elección de los tebeos analizados en este primer libro de la colección, Tebeos. Las revistas infantiles, no ha sido caprichosa. Los títulos escogidos obedecen a nuestro interés por situar el surgimiento de la revista infantil con historietas en el comienzo del siglo XX como producto específico para un nuevo público consumidor a través de la popular publicación TBO; reconocer las pautas seguidas por la pequeña industria editorial del cómic en España y sus fórmulas de éxito más creativas, ejemplo de lo cual fue Pocholo; entender la diferenciación de filosofías editoriales entre los editores de posguerra y la distinción de "escuelas" de producción a través de un título memorable como Nicolás; comprender la funcionalidad de la historieta en relación con otros medios y su uso como instrumento promocional o publicitario durante nuestra edad de oro, tomando como ejemplo Búfalo; trabajar sobre una publicación catalana y en catalán, como Cavall fort, determinando su evolución en contraste con lo producido en castellano; observar el intento de modernización de las revistas con cómics en el final de los años sesenta, en busca de otro público, caso de Gaceta junior; y, finalmente, analizar la transformación de formatos y el acercamiento a fórmulas foráneas en el periodo en el que ya se atisbaba una crisis en este sector editorial, usando para ello Gran Pulgarcito.
Cabeceras objeto de analisis en los tres últimos capítulos de esta obra.
Nuestra intención es seguir profundizando en el conocimiento de la industria de los tebeos y en las peculiaridades de sus principales representantes y obras (publicaciones, editores, series, autores). Con este primer conjunto de ensayos damos un primer paso en ese sentido, recobrando una parcela de nuestra cultura que consideramos necesitada de rescate, la memoria de la historieta.
