MODELOS FEMENINOS EN THE HEART OF JULIET JONES
MARÍA ABELLÁN(Universidad Complutense de Madrid (UCM))

Title:
Female Models and the Logic of Desiring Production in The Heart of Juliet Jones
Resumen / Abstract:
Este artículo analiza cómo el imaginario simbólico de la mujer, marcado por un modelo hegemónico y patriarcal, es presentado en algunos de los personajes de la primera época del cómic The Heart of Juliet Jones (1953-2001). Como complemento a esta construcción, se plantea una comparativa entre la metáfora de la máquina deseante (Deleuze y Guattari, 1998) y la estructura narrativa del relato aplicado al caso de Juliet Jones con el fin de desestabilizar la representación hegemónica de la mujer y del relato amoroso. / This paper analyzes how the symbolic imaginary derived from a hegemonic patriarchal female model affects the definition of the main characters of the comic-strip The Heart of Juliet Jones (1953-2001).As a tool of interpretation I propose a comparison between the "desiring-machine" metaphor (Deleuze & Guattari, 1998) and the narrative structure of "romance" in Juliet Jones' story as a means to destabilize the hegemonic representation of women and love stories.
Palabras clave / Keywords:
Julieta Jones, Máquina deseante, Imaginario simbólico, Tiras de prensa, Representación femenina/ Juliet Jones, Máquina deseante, Imaginario simbólico, Comic strips, Female representation

Modelos femeninos y lógica de producción deseante en The Heart of Juliet Jones

 

1. Introducción

            El cómic debe considerarse un producto cultural capaz de testimoniar los valores que cristalizan y los problemas que acontecen en distintas sociedades. Muchos cómics, especialmente los que ambientan sus argumentos en un realismo próximo al día a día de sus lectores, pueden servir como una herramienta de conocimiento social mediante la cual aprehender la idiosincrasia de una determinada época o vislumbrar los imaginarios simbólicos[1] que operan en esta. Tomando como válido este punto de partida, The Heart of Juliet Jones (1953-2001), con dibujo de Stan Drake[2] y guión de Elliot Caplin —conocida en España simplemente como Julieta Jones, sirve para ilustrar los ejes referenciales sobre los que se ha ido consolidando —y aún se sustenta— una imagen simbólica social de la mujer y de lo femenino, hegemónicos en la historieta de carácter amoroso.

            El objetivo que orienta esta aproximación teórica es el de evidenciar la construcción de un “metarrelato”, en el sentido lyotardiano del término, en torno a la idea de la mujer y de sus rasgos y aspectos de identidad vinculados a la utopía amorosa (Illouz, 2009) para, en última instancia, desactivar su carácter totalizador[3]. En este sentido, se coloca el foco de atención en la representación de las hermanas protagonistas, Julieta y Eva, como manifestación bipolar de la feminidad, analizando a los personajes desde una perspectiva fenomenológica, esto es, interesándonos en aquellos aspectos relacionados con su psicología (Casetti y Di Chio, 2007) y su representación gráfica en la historia. En segundo término, presentaremos una equivalencia entre la metáfora de la “máquina deseante” (Deleuze y Guattari, 1998) y el planteamiento narrativo de la tira de prensa de carácter romántico de Julieta Jones, entendiendo que la suspensión de deseo y el carácter de anhelo constante de felicidad configura tanto la definición del personaje protagonista de la historia como la propia estructura narrativa del relato principal.

 

2. Las dos mujeres Jones

            The Heart of Juliet Jones es una girl strip centrada en el retrato dramático, aunque sin dramatismo, de una familia humilde y trabajadora estadounidense de los años cincuenta, los Jones, que viven en un pequeño pueblo, Devon. El núcleo familiar lo componen el padre Howard Jones, un hombre algo flemático de buen corazón; la hija menor, Eva Jones, temperamental y encantadora (en el sentido más amplio de la palabra), y Julieta Jones, que da título a la tira de prensa y que se presenta como una mujer tranquila, compasiva, intuitiva y empática hasta extremos insospechados. No es casualidad que, atendiendo al criterio anagráfico planteado por los investigadores Francesco Casetti y Federico Di Chio (2007), observemos que el nombre de Julieta (la eterna virgen, enamorada de Romeo, epítome del amor caballeresco y platónico) corresponde a la hermana mayor, cuya búsqueda de la felicidad y de la consecución amorosa es constante aunque infructuosa. Julieta atiende a una descripción iconográfica acorde con la mesura de una mujer decente de cierta edad (en la historia se nos presenta como una joven de treinta años). Es morena, lleva el pelo recogido y viste de manera decorosa. Como contrapunto, Eva (la mujer que incita al pecado en la tradición cristiana, curiosa, agente activo, cuyo amor lleva a la perdición) se presenta como una chica joven (está en el último año de instituto), rubia, con la melena siempre suelta y llena de movimiento, atrevida en su vestimenta (en numerosas ocasiones aparece en pijama o ropa que muestra sus encantos) y con un carácter personal diametralmente opuesto al de su hermana mayor. Donde Julieta es toda comprensión, Eva resulta caprichosa, rebelde e incomprensible a veces.

            Esta suerte de concepción de las dos caras de la moneda de la mujer encarnada en las hermanas Jones aparece en las primeras viñetas de la historia. Caplin y Drake presentan unos agentes de policía que comentan la velocidad que lleva un automóvil conducido por una «rubia tonta» (Caplin y Drake, 2008: 26) para descubrir que tras ese epíteto se encuentra Eva, al volante del coche de un joven, quizá su última conquista. Tras esta presentación de la menor de las Jones, descubrimos en la última viñeta de la tira a Julieta, a la que despertarán el timbrazo del teléfono y el anuncio de que su hermana pequeña se encuentra en comisaría (fig. 1).

 

 Fig. 1. Primera tira de The Heart of Juliet Jones, en un inserto publicitario de la prensa de la época, donde se presenta a los personajes y comienzan a perfilarse los caracteres de las dos hermanas. Mientras Eva aparece conduciendo y con una conducta, en primera instancia, agresiva, Julieta es presentada durmiendo
plácidamente sembrando la diferenciación constante entre ambas hermanas.

            El primer encuentro cara a cara entre las hermanas muestra, en un principio, una conflictiva relación, en la que Eva imagina a Julieta como su carcelera por tener un comportamiento conservador frente a su alocada manera de vivir. La dicotomía de las dos hermanas responde, como ha señalado Armando Méndez, a un «atractivo opuesto» (2008: 15). De este modo,

Eva Jones llegó a representar a la vecinita de al lado, la chica más guapa de su clase, la chica que estabas seguro de que iba a romper las ataduras de la vida en un pueblo pequeño (...) Julieta era la otra cara de la idealización, la chica que quedó atrás pero a la que nunca olvidamos, que representaba todo lo que de bueno tenían los valores del lugar donde creciste (2008: 15-16).

            Las dos versiones dispares de ideal femenino, no obstante, se presentan como imágenes atractivas sin menoscabar una frente a otra. La confrontación entre la dualidad de este ideal de mujer comienza de manera intensa en las primeras tiras, donde el argumento se centra en un extraño triángulo amoroso protagonizado por el prometido de Julieta (Gig), la misma Julieta y Eva. Este conflicto desencadenante de las aventuras de los Jones, sin embargo, concluye suavizando la virulencia de los choques entre las dos hermanas para centrarse en el desarrollo de sus caracteres. Así, el devenir de la trama permite explotar, la dualidad femenina mediante la que se representa a Eva como una joven pícara y pizpireta frente a una Julieta ingenua y comprensiva que, precisamente a causa de estos atributos, acaba metida en más de un malentendido por su natural vocación de samaritana y consejera amorosa. Este es el caso de algunas subtramas como las del doctor Davis y la actriz Dusty Talbot o, de manera mucho más visible —pues Julieta acaba recibiendo un cachetazo en la cara—, en la historia protagonizada por la profesora Pete Donnel y el mecánico Mike Shaftoe. En estas dos tramas episódicas todo parece indicar en un principio que será Julieta la afortunada elegida por el personaje masculino, pero los giros narrativos (potencialmente forzados por la condición rítmica de la tira de prensa diaria) hacen que, en apenas una viñeta, el varón manifieste su afecto y cariño por otro personaje femenino. En realidad, esta idea de la elección de Julieta como compañera es habitualmente una inferencia que el lector realiza por la manera en que se presentan los acontecimientos en las viñetas. Por ejemplo, en la historia a la que nos referíamos anteriormente de Donnel y Shaftoe, Julieta comienza a trabajar en la escuela infantil con Pete Donnel, una mujer que se define a sí misma como poco atractiva pero en la que apreciamos una más que evidente cultura y conocimiento. Lejos de marcar la autonomía de este personaje como un valor altamente positivo, Pete es  infeliz por estar sola y desemparejada. Es entonces cuando Mike Shaftoe, el padre de una de las alumnas más problemáticas de su centro, la pequeña Pam, hace su entrada y desestabiliza el raciocinio de Pete. Ante esta situación, Julieta se propone ayudar a su reciente amiga y aconsejarla para conquistar el corazón del mecánico (lo que pasa por una sesión de peluquería y maquillaje). Sin embargo, la historia muestra recurrentemente a  Pam, la hija de Shaftoe, afirmando que ella sabe que a su padre le gusta Julieta, cuestión que, por otro lado, Mike nunca confirma ni desmiente. De este modo, el lector va construyendo un relato paralelo en el que la pregunta constante acerca de los verdaderos sentimientos de Mike y la difícil situación a la que puede verse sometida Julieta ofrece el enganche a la historia e incita el consumo de la misma. El episodio mantiene la incertidumbre jugando al despiste con el lector. Julieta pretende enlazar a Pete con Mike, Mike parece solo mostrar interés por Julieta, y Pete, la profesora aparentemente poco agraciada, se lamenta de su situación e imagina la traición de su amiga fugándose con el hombre que ama. No obstante, la historia concluye, como en los mejores cuentos, descubriendo que Shaftoe solo estaba interesado en Julieta como consejera amorosa para conseguir los favores de Pete, y así, de nuevo, se reinicia la búsqueda de felicidad de Julieta.

            En las hermanas Jones y en el corolario de personajes femeninos y masculinos que van y vienen en la historia de este cómic se consolida una concepción bipolar de lo masculino y lo femenino arraigada en valores patriarcales. De este modo, los varones-pretendientes representados en las pequeñas historias episódicas de la saga suelen aparecer como analfabetos emocionales. Tal es el caso del propio Gig, que es incapaz de comprender su encaprichamiento por Eva; el Dr. Davis, que es tosco en el trato con cualquier otro ser humano; Mike Shaftoe, que acude a Julieta para que ejerza de casamentera entre él y Pete; el Sr. Mosby, que carece de escrúpulos y solo quiere casarse con Julieta para afianzar su negocio, etc. Por otro lado, Julieta Jones ofrece un catálogo femenino que preludia algunos de los problemas que la teórica y feminista Betty Friedan trataría unos años más tarde en su texto La mística de la feminidad (1965). En su trabajo de investigación, Friedan presentaba a la sociedad conservadora de los años sesenta en Estados Unidos una serie de conflictos vinculados a la construcción de un ideal femenino, de la mística femenina, que hacía terriblemente infelices a las mujeres de la época. Tal y como la autora señala, «la mística planteaba claramente un dilema; amor, hogar, hijos, o bien cualquier otro objetivo o actividad. Ante este dilema, ¿es de extrañar que tantas mujeres norteamericanas escogieran el amor como único objetivo de sus vidas?» (1965: 208). Este problema se aprecia claramente en Dusty Talbot, que vive en sus propias carnes el dilema entre la realización personal y la independencia que le da su trabajo como actriz y su faceta doméstica cuando se casa con el arisco Dr. Davis. También se observa dicha dicotomía en las hermanas protagonistas.

Fig. 2. Los dos modelos femeninos en las hermanas. A la izquierda, Eva en una viñeta posando como modelo
para el esmalte de secado rápido que su padre inventa y que hace que la menor de las Jones fantasee
con una vida de lujo y riqueza. A la derecha, Julieta, resignada al ámbito doméstico
y esperando un oportunidad para hacer algo diferente a las tareas del hogar.

            Por un lado, Julieta, sujeta a una más que evidente moral victoriana en la manera en que Eva Illouz la define como cumplidora de una eterna «espera» (2009: 233), se encuentra sometida al cuidado familiar (fig. 2). Si bien no es madre ni esposa, actúa como tal con su hermana menor y con su padre, además de incluir en su faceta hogareña de manera ocasional trabajos remunerados fuera del núcleo familiar. Por otro lado, Eva, mucho más alejada del correcto modelo de la mujer casta de su hermana mayor, juguetea con acudir a la universidad, con promocionar socialmente, con lograr una vida mejor más allá de las obligaciones del hogar y las limitaciones de su pueblo. El modelo femenino de Julieta Jones oscila entre la consecución de la felicidad mediante la obtención de un compañero-marido que encaje en el estándar normativo y patriarcal y la realización profesional como logro individualista, entendiendo esta disyuntiva como parte fundamental del motor narrativo y asemejándolo a la lógica del maquinismo desarrollado por Gilles Deleuze y Felix Guattari en El Antiedipo (1998), como veremos a continuación.  

 

3. El relato amoroso de Julieta Jones como máquina deseante

   
    Fig. 3. Publicidad del lanzamiento de The Heart of Juliet Jones. Fuente: Comics Kingdom. Disponible en: comicskingdom.com [última consulta, 15-IV-2017].

            Desde el principio, la obra de Julieta Jones aparece rodeada de un halo amoroso que se asocia a un consumo eminentemente femenino. La promoción lanzada en The Binghamton Press en 1953 presentaba la historia de Julieta Jones como un «un nuevo tipo de historia de amor», como «una historia emocionante de una mujer cálida y su búsqueda de la felicidad» (Comics Kingdom, 2013) (fig. 3). Helen Fisher señaló en su estudio ¿Por qué amamos? (2004) que la necesidad es una de las cuestiones capitales en el amor, así como una de las variables más universales y comúnmente compartidas por todos los individuos. Como ella misma titula en uno de los apartados del libro, hay un «anhelo de la unión emocional» (Fisher, 2004: 29).

            La obra de Julieta Jones basa el gran argumento de sus páginas en la insatisfacción velada de Julieta, que está marcada por la trama de la primera historia: su prometido queda prendado de su totalmente opuesta hermana menor. Desde este instante, y de algún modo, el afán de conexión y unión aparece sutilmente como un imperativo tanto para el personaje como para el lector. La búsqueda de la felicidad, el amor y el ser amado se convierte en el objeto de deseo y en el objetivo que se aspira a obtener y a consumir. Así, se despierta la necesidad del individuo, tanto del personaje de Julieta como de los lectores potenciales, haciendo que el deseo provoque deseo. Es decir, el propio interés de la estructura narrativa se organiza para presentar ante la mayor de las Jones opciones para obtener la felicidad sin que nada (hombre, trabajo o acontecimiento) llegue a cubrir por completo las necesidades de Julieta.

            El elenco de potenciales parejas que se van presentando en las páginas para Julieta, sin que ninguno de los sujetos se afiance como el adecuado sobre el que depositar todo su amor, permite equiparar la dinámica del relato con la lógica capitalista que rige la idea de la máquina deseante de Guattari y Deleuze (1998). La producción de la máquina deseante, según la propuesta de sus autores, se puede entender como un proceso en el que la fuerza impulsora del engranaje corresponde a una insatisfacción del sujeto, a una suspensión del deseo, que persiste aun habiendo consumido aquello que se anhelaba. De este modo, Deleuze y Guattari afirman que «producir siempre está injertado en el producto» (1998: 15), por tanto, el objeto de consumo nunca satisface porque está pensado para continuar el camino de la insatisfacción y hacer que el sujeto anhelante busque más y consuma más. Este razonamiento que se nos presenta en El Antiedipo 1998) a través de la lógica del maquinismo, se articula como colofón de la lógica capitalista y se orquesta de igual modo en el gran discurso del relato amoroso visible en la narración de Julieta Jones.

            La idea organizadora de la máquina deseante, puesta al servicio del amor y el relato amoroso del cómic, introduce el deseo como elemento crucial en la ecuación —tal y como ocurre en un sentido amplio con el consumo en general—. Esto es, el amor es entendido como el objeto que se anhela, y cuanto más se consume más se necesita, porque nunca aparece satisfecha la necesidad; porque «las máquinas deseantes no funcionan más que estropeadas, estropeándose sin cesar» (Deleuze y Guattari, 1998: 17). La frustración ante la falta o el anhelo, sin embargo, no debe ser tan clara o poderosa que anule toda posibilidad de volver a desear el objeto. El flujo narrativo, por tanto, se adecúa tanto al deseo del personaje como al deseo narrativo (Currie, 1999). Traducido al relato de Julieta Jones se observa que en el conjunto de subtramas que organizan el relato global se presentan siempre momentos en los que parece que Julieta logrará al fin su objetivo de ser feliz solo para desmentir tal cuestión unas viñetas más adelante. Cuando se lee la historia de Julieta, cada vez que aparece un personaje masculino nuevo éste es presentado como el elegido, el pretendiente definitivo. Pero este ideal nunca se consuma, y el funcionamiento de la máquina vuelve a reiniciarse y a ponerse en movimiento para el siguiente candidato potencial. En el plano de la diégesis, Julieta (y ocasionalmente Eva) también sufre esta especie de desilusión cuando se lamenta por su situación: falta de tiempo, dedicación absoluta a su familia, ausencia de pareja...Sin embargo, esta incomodidad siempre queda reducida a los pensamientos de la joven, por un lado, y por otro, nunca limita el carácter idealista de la protagonista que siempre asume su condición con agrado y abnegación, sintiendo finalmente el consuelo de la vida sencilla y el valor de las pequeñas cosas (fig. 4).

            La incapacidad de obtención de lo que se desea, por tanto, es sutil y no determinante, porque si ocurre lo contrario, por llena o por vacía, la máquina deseante deja de cumplir su función disyuntiva. En nuestro caso, el relato se agotaría, pues con la obtención de la satisfacción de la protagonista la historia concluiría y dejaría de funcionar.

Fig. 4. Fig. 4. En esta tira de 1954, Stan Drake resalta la soledad de Julieta en la última viñeta usando un punto de vista cenital dramático y casi teatral, en el que se ve a la protagonista cenando en soledad con las sillas que debían ocupar su hermana y su padre vacías. A pesar de encontrarse en un momento profesional dulce (la empresa de su padre va, aparentemente, viento en popa) el discurso narrativo nos presenta cierta desilusión en el ámbito emocional por parte de Julieta que es presentada como la figura de una abnegada madre a la que nada se le reconoce. Fuente: Drake y Caplin (2008: 148)

 

3. El valor simbólico de Julieta Jones: reflexiones finales

            The Heart of Juliet Jones nos ha permitido observar la imagen simbólica de la mujer basada en una bipolaridad que oscila entre la mujer casta y la mujer indecente. Estas dos caras de la representación habitual de las mujeres aparecen encarnadas en las figuras de Julieta y Eva Jones como las dos caras de una misma moneda, como si de contentar a todos los públicos se tratase. Además, hemos esbozado algunas particularidades propias de la época, como la dicotomía existente entre la consecución de la felicidad mediante la realización laboral frente a la obtención de la felicidad mediante la consumación del matrimonio que señaló Betty Friedan en su obra La mística de la feminidad (1965). Esto ha podido observarse de manera más clara en algunos personajes episódicos donde el conflicto narrativo se centraba, precisamente, en la dualidad trabajo/pareja, como ocurría con la historia de la actriz Dusty Talbot o la profesora Pete Donnel.

            Por otra parte, apreciamos cómo en un sentido estructural, la narración de Julieta Jones busca siempre activar al lector en un plano emocional. Las emociones tienen la capacidad de dirigir la atención y favorecer el seguimiento de la narración del relato que se consume. La sorpresa sobrevenida con los giros narrativos exalta ciertas emociones que activan al espectador y perpetúan la necesidad de seguir consumiendo (Carroll, 2002). La metáfora de la máquina deseante encaja aquí tanto en la dimensión del lector como en la del texto en sí. En Julieta Jones cada página se encuentra cargada de emoción y diseñada para cautivar (fácilmente observable en la categoría del dibujo de Stan Drake y la calidad de los diálogos de Elliot Caplin) y despertar en los lectores una suerte de adicción que no hace fácil desembarazarse del relato. Las rupturas narrativas y las respuestas emotivas a las mismas despiertan la atención de la audiencia (Rajas, 2014), y es en estos quiebros argumentales sorpresivos donde el relato afectivo de Julieta Jones define una estructura deseante que señala porqué funcionó (y funciona) tan efectivamente desde su concepción y hasta el final de su publicación.

            Aunque el medio cómic aparezca como un lenguaje refinado, sistematizado y codificado, es también inmediato, cautivador y emocional. La vinculación emotiva del lector en el relato sentimental se da para que vivan la historia de los personajes, pero también su propia historia. Como señalaba José Joaquín Rodríguez, las girl strips (donde se incluiría la obra de Julieta Jones) poseían «el aliciente de mostrar a mujeres trabajadoras. [Eran] un modelo de conducta para las lectoras. Sin embargo, vemos que los trabajos que desempeñan son bastante conservadores» (2007: 128).El modelo de feminidad que se manifiesta en los personajes de Julieta Jones podía concordar con el que manejaban o al que aspiraban sus consumidoras potenciales, pero, bajo una lectura crítica en clave de género, podemos apreciar cómo las cualidades de las hermanas Jones resultan mucho más estables e identificables en productos actuales de lo que en un principio se podría creer. El imaginario simbólico social que dibuja la imagen perfecta de la mujer se ha ido fraguando durante siglos, y los productos culturales, como el cómic, permiten rastrearlos, identificarlos y desarticular sus características absolutistas.

Bibliografía

Ask the Archivist: The Heart of Juliet Jones. 6 de marzo de 2013. (2013).Comics Kingdom. Recuperado el  25 de febrero de 2017, desde http://comicskingdom.com/blog/2013/03/06/ask-the-archivist-the-heart-of-juliet-jones

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Notas

[1] Según nuestra propuesta, podemos identificar el cómic como un portador del imaginario simbólico, ya que en su expresión formal se convierte en un opus operatum donde entran en juego los sistemas simbólicos tanto del lenguaje como de las imágenes (Bourdieu, 2000) dada su naturaleza lexipictográfica, su expresión verboicónica.

[2] Cabe señalar que la larguísima historia de las hermanas Jones fue dibujada por Stan Drake hasta 1989, fecha en la que abandonó el proyecto siendo relevado por el dibujante Frank Bolle. Sin embargo, el éxito de The Heart of Juliet Jones, especialmente en los primeros años, había llevado a Stan Drake a utilizar numerosos ayudantes (Méndez, 2008: 19).

[3] Esta misma idea regidora organiza la propuesta de José Joaquín Rodríguez titulada "La imagen de la mujer en los cómics estadounidenses: 1900-1950" (2007) que encontramos muy alineada con la premisa de nuestro texto. Rodríguez afirma: «Lo que vamos a ver en las viñetas no es a la mujer en sí, sino una representación  —a veces muy acertada, a veces muy utópica— de la mujer. Tendremos que preguntarnos quién ha creado esa imagen, en qué contexto, y a qué público se dirige» (2007: 124).

Creación de la ficha (2017): María Abellán Hernández. Revisión de Alejandro Capelo. Edición de Antonio Moreno · Datos e imágenes obtenidos de diversas fuentes
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
María Abellán (2017): "Modelos femeninos en The Heart of Juliet Jones", en Tebeosfera, tercera época, 3 (11-VI-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/modelos_femeninos_en_the_heart_of_juliet_jones.html