NO MÁS DEBERES SIN DERECHOS, NINGÚN DERECHO SIN DEBER
Cuando aquel 23 de febrero de 1981, a media tarde, un grupo de guardias civiles entraba pistola en mano en el Congreso de los Diputados como parte de un intento del golpe de Estado, Miguel Núñez González era una de las personas presentes en el salón de plenos en el que se estaba realizando la votación para la investidura del nuevo presidente del Gobierno. Miguel Núñez se encontraba en desempeño de su función como diputado, electo en las listas del PSUC. Figura representativa para entender buena parte de la lucha antifranquista, a la semblanza de su vida dedicaron la obra Miguel Núñez. Mil vidas más Pepe Gálvez, Alfonso López y Jon Mundet allá por 2010; obra con la que ganarían al año siguiente el Premi Nacional de Còmic.
Resulta curioso cómo funciona a veces el azar, porque justo ahora que Tebeosfera está dedicando un número al 40º aniversario del 23-F, este mismo mes de abril Desfiladero Ediciones se dispone a publicar una nueva edición, ampliada y remodelada, de Mil vidas más. Pero no queda ahí lo azaroso, porque la recuperación de la memoria sobre una figura tan importante en la lucha por las libertades que supone esta nueva edición va a coincidir en el tiempo con una serie de iniciativas políticas que combinan el insulto a la inteligencia con una falta de ética que linda en lo patológico. Evidentemente, me estoy refiriendo al bochornoso espectáculo en el que, en ese mismo hemiciclo que antes mencionábamos, los diputados y diputadas que ostentan la custodia temporal de la soberanía popular en esta democracia indirecta que padecemos no parecían tener cosa más importante que hacer, mientras sigue muriendo gente cada día o la pobreza y la desigualdad crecen exponencialmente, que debatir iniciativas parlamentarias sobre si hay que repudiar “el comunismo” o no (lo de los eslóganes de campaña electoral rayando en la indigencia intelectual vamos a dejarlo para otro día). Probablemente lo más sangrante de todo este espectáculo lamentable sea que precisamente el partido político que ha puesto en marcha tal majadería sea una fuerza política que no solo se ha negado a condenar la dictadura franquista, sino que en su origen es una agrupación política creada por un ministro franquista. Tal vez alguna gente comprendería algunas cosas si se detuviese en la lectura de este Mil vidas más, aunque tampoco soy demasiado optimista al respecto de que realmente entendieran algo.
Decía, antes de comenzar a cultivar mi tendencia natural a la digresión, que esta nueva edición de Mil vidas más estará ampliada y remodelada. En efecto, esta nueva versión cuenta con 38 páginas nuevas de historieta, perdiendo en el camino los textos intercalados entre las historietas de la edición de 2010, así como (por desgracia) las ilustraciones de Joan Mundet que abrían cada uno de los capítulos que tenía la obra en su configuración original y que ejercían como una suerte de transición entre las partes de cómic y las partes de texto. La explicación de toda está remodelación debemos buscarla en Francia y en el pasado 2020, porque en realidad esta nueva versión fue creada por Pepe Gálvez y Alfonso López para la edición de la obra por parte de Éditions Otium, editora también, por ejemplo, de la versión gala del Pinturas de guerra, de Ángel de la Calle. Hasta donde llega mi información, Raúl Mora (principal responsable de Otium) se mostró muy interesado en la obra desde el momento en que la conoció, pero consideraba que su configuración no era las más indicada para el mercado francés. Comenzó entonces un trabajo de edición en el que editor y autores fueron buscando una nueva formulación, suprimiendo los bloques de texto de cada uno de los capítulos e intercalando nuevas páginas de historieta, hasta convertir Mille vies de plus en un producto más similar a una novela gráfica, menos hibrido de lo que era la edición original.
Lo cierto es que comparar ambas ediciones resulta un ejercicio de lo más interesante. En esencia cuentan lo mismo (una semblanza de la vida de Miguel Núñez), pero lo hacen de distinta manera, entre otros motivos porque buscan un público que no es exactamente el mismo, aunque exista un solapamiento. En la edición original, un grupo importante de sus potenciales lectores estaba formado por personas no habituadas al mundo del cómic; gente interesada en la memoria histórica en general y en la figura de Miguel Núñez en particular. Pensando en ello es, con toda probabilidad, por lo que Pepe Gálvez eligió ese modelo híbrido entre textos, historieta e ilustración. Sin embargo, ese modelo no era tan efectivo para el mercado francés actual, y por ello se remodeló hacía una versión más convencional de novela gráfica. Ello no quiere decir tampoco que se deseche la importancia de los textos complementarios a la parte de historieta propiamente dicha; y así, la edición francesa cuenta con un apéndice de casi treinta páginas en las que se van explicando con más detenimiento algunos de los eventos narrados y de los y las protagonistas de los mismos, así como una bibliografía recomendada sobre la II República, la Guerra Civil, el franquismo y la Transición. En cuanto a la inminente edición de Desfiladero, además de los textos introductorios de Pepe Gálvez y Carlos Giménez Villarejo, presenta también un apéndice final en el que se reproduce la unidad didáctica dedicada a Miguel Núñez. Mil vidas más, escrita por David F. de Arriba, aparecida en el libro Memoria y viñetas. La memoria histórica en el aula a través del cómic, y que se cierra con una “Guía de lecturas recomendadas”, realizada por el propio Pepe Gálvez.
Antes de centrarnos con más detenimiento en el contenido de la obra, un comentario que no quería omitir es aquel referido a lo paradójico que resulta el hecho de que el que esta obra haya vuelto a ver la luz, en esta nueva versión, se haya debido en buena parte al interés de un editor francés. Cierto es que los temas relacionados con la Guerra Civil y el franquismo parecen haber sido siempre de interés para nuestros vecinos; pero lo verdaderamente paradójico resulta el hecho de que no se percibe que haya ese mismo nivel de interés acá. Algo que excede, evidentemente, al campo de la historieta y que queda palpablemente de manifiesto, por ejemplo, en el simple hecho de observar la constante necesidad de seguir reivindicando la recuperación de nuestra memoria histórica y democrática, cuando este ejercicio debía ser inherente, casi por higiene, a cualquier sociedad que se considere a si misma con un poco de dignidad.
Y ya que mencionamos la dignidad, y entro ya en el contenido de Mil vidas más, casi podríamos decir que ese valor constituye un eje sobre el que está construida la obra; y por extensión la vida misma de Miguel Núñez. La dignidad como motor de la actuación en las luchas por la libertad, por los derechos, por la igualdad… en distintos lugares, momentos y contextos, ya sea como combatiente en la Guerra Civil, como enlace con la guerrilla antifranquista, como responsable político en la clandestinidad, como diputado o como activista en organizaciones de cooperación internacional (e incluso la dignidad a la hora de elegir cómo morir). Siguiendo la vida de Miguel Núñez vamos asistiendo a la proclamación de la II República, la Guerra Civil, el régimen franquista (con su brutal represión), la llamada Transición y lo que sea que estuviéramos viviendo al comienzo de siglo XXI. Lo cierto es que Mil vidas más, en parte como sucedía en el Modotti, de Ángel de la Calle, lo que consigue es, a través de la biografía de un personaje, realizar toda una descripción de un momento histórico (no poco extenso en el caso de Miguel Núñez) construyendo lo que podríamos llamar, no sin cierta petulancia, el fresco de una época.
Por no extenderme más, recalcaré tan solo los dos elementos que más me interesan de la obra. Por un lado estaría el relato de la vida en la clandestinidad, tanto en la vertiente de las precauciones con las que había que manejarse para no ser detectado como en la desarrollada en la cárcel cuando “habías caído”. El segundo elemento sería el referido a la tortura, en el que se hace una exposición del tema realmente brillante, a mi entender, para la que Alfonso López despliega todo su talento expresivo. Lo que me recuerda que no he mencionado el trabajo de Alfonso López, un autor por el que parece que no pasen los años, que consigue obra a obra sorprendernos por la fuerza de su dibujo. En todo caso, y más allá de subjetividades, lo que sí es fácilmente contrastable es que ambas temáticas (la vida en la clandestinidad y la tortura) constituyen elementos muy difíciles de encontrar en nuestra historieta.
Y ya, para cerrar esta reseña, no me resisto a dejarles con unas palabras del propio Pepe Gálvez en el epílogo de la obra, que creo que hablan por sí mismas:
Ahora, más de doce años después, cuando aún no hemos salido de aquella crisis, sufrimos el flagelo de otra que destruye y/o arruina vidas. Y una vez más suena el eco de la voluntad de levantarse tras tropezar en los errores propios y en las zancadillas ajenas, de construir alianzas solidarias, de tejer complicidades, de construir colectivamente, de cambiar el mundo de base.
Posdata para políglotas: ya que el 23-F era el motivo de esta serie de textos en Tebeosfera, tampoco me resisto a dejarles una imagen en la que pueden leer (quienes sepan francés, claro) el texto dedicado al intento del golpe de Estado en la edición de Otium. Lo cierto es que no sé quién lo escribiría, probablemente el mismo Raúl Mora, pero en todo caso no deja ser un ejercicio muy interesante.