NUEVAS HAZAÑAS BÉLICAS COMO CONTRAPUNTO
Nuevas Hazañas Bélicas fue un ambicioso proyecto editorial registrado en 2011 y puesto en marcha por el editor Joan Navarro cuando estaba al frente de Glénat y Editores de Tebeos (EDT). Comenzó a rodar en 2012 con la publicación simultánea de dos álbumes en formato vertical (24x32), tapa dura y 46 planchas de historieta en blanco y negro, cada uno de los cuales contenía en su interior un cuadernillo horizontal o apaisado (24x17) de regalo, numerados respectivamente como Vol. 1 y Vol. 2 y con diez planchas de historieta cada uno, también en b/n. De este modo arrancaba un proyecto formado por dos series, cada una de ellas compuesta por el correspondiente álbum inicial (cuyos títulos fueron: Unidos en la División y Dos águilas de un tiro) más once cuadernos de historieta.
Hernán Migoya fue el guionista de los dos tomos verticales y de los veintidós cuadernos apaisados. Las portadas de ambos tomos fueron obra de Miguel Gallardo, mientras que la parte gráfica de los mismos correspondió a Bernardo Muñoz en un caso y a José María Beroy, Joan Fuster y Carlos García (Perro) en el otro. Cada tomo finaliza, a manera de epílogo, con un texto de Antoni Guiral. Las ilustraciones de los veintidós cuadernos apaisados que conformaron las dos series correspondieron a un dibujante distinto en cada caso (Diego Olmos, Joan Marín, Albert Monteys, Kim, Natacha Bustos, Kano, Juaco Vizuete, Juanjo Sáez, Javier Fernández, Cels Piñol, Pedro Rodríguez, Calpurnio, Keko, Miquel Fuster, Bartolomé Seguí, Pere Joan, Miguel Ángel Martín, Enrique Ventura, Joan Escandell, Edmond, Sequeiros y Danide), mientras que todas las portadas de dichos cuadernos fueron obra de Daniel Acuña. Un escritor y veintiocho dibujantes, entonces, conformaron la gráfica de Nuevas Hazañas Bélicas.
En abril de 2019, el sello Norma Editorial ha editado en cartoné un volumen apaisado (30,5x22,5) que integra las veintidós historietas ofrecidas en los once cuadernos de cada una de las dos series de 2012. Es esta última publicación la que ha suscitado el comentario presente.
Hazañas Bélicas ante los espejos del callejón del Gato
El mero título de la obra, Nuevas Hazañas Bélicas, denota que se trata de un proyecto inspirado en aquellas Hazañas Bélicas de la postguerra española, una larga serie de historietas creada en 1948 por Boixcar (firma artística de Guillermo Sánchez Boix, 1917-1960), quien en 1955 abandonó la serie, que pasó a manos de otros guionistas y dibujantes. Pero no solamente el título, también el aspecto formal de Nuevas Hazañas Bélicas, en concreto de sus cuadernillos, remite a la obra iniciada por Boixcar [1] . Hazañas Bélicas tuvo diferentes vicisitudes editoriales, distintas ediciones y reediciones. La casa original de Hazañas Bélicas, Ediciones Toray, presentó —entre otras— dos colecciones de este título a finales de los cincuenta pasados, una en 1957 y otra en 1958, vigentes ambas hasta 1971 (la primera con 370 números ordinarios, la segunda con 328 ordinarios), que son las que sin duda han inspirado el aspecto formal de Nuevas Hazañas Bélicas [2] . El color que aparecía en las franjas superior e inferior de las cubiertas de estas dos colecciones de Toray llevó a que popularmente se las distinguiese como la “serie azul” (la iniciada en 1957) y la “serie roja” (la de 1958). A partir de 1959 (en el Vol. 55 de la serie azul y en el Vol. 9 de la serie roja) aparecía en la franja inferior de ambas series la leyenda “Revista para los jóvenes”. Por su parte, la franja inferior de la serie roja incluía el rótulo “Serie especial”. Un soldado de infantería estadounidense en posición vertical ocupaba el extremo izquierdo de las cubiertas de ambas series. En el ángulo superior izquierdo de cada ejemplar aparecía el número que le correspondía en la respectiva serie (Vol. 18, p. e.). Finalmente, en un rectángulo ubicado hacia el extremo inferior derecho figuraban los títulos de las historietas contenidas en el cuadernillo.
El caso es que todos estos elementos mencionados de los tebeos Hazañas Bélicas fueron utilizados en la edición de los cuadernos de Nuevas Hazañas Bélicas [3] . Hernán Migoya situó sus historietas en el marco de la Guerra Civil española —un conflicto bélico ausente por completo en las historietas originales— y las dividió en dos series conforme a la nomenclatura popular de los dos bandos: la Serie Azul y la Serie Roja, con los respectivos colores bien visibles en las franjas superior e inferior de las cubiertas de los ejemplares. En la franja inferior de ambas aparece la leyenda “Revista para los jóvenes” y, bajo ella, el rótulo “Serie Azul” en un caso, y “Serie Especial” en el otro, si bien este último ha sido sustituido en el índice y portadillas de la reciente edición de Norma por el rótulo “Serie Roja”. El soldado americano presente en las cubiertas de Hazañas Bélicas figura en los cuadernos de las Nuevas como un miembro del ejército rebelde en la serie azul y un miliciano en la roja. La numeración, Vol. 1, Vol. 2, etc., aparece igualmente en el ángulo superior izquierdo. Finalmente, el título de cada historieta, acompañado de una breve descripción, figura encuadrado a la derecha del extremo inferior. En este respecto, por cierto, también el estilo de los títulos de Migoya parece directamente inspirado por el de las historietas de Hazañas Bélicas, con las matizaciones que luego veremos.
En cuanto al sentido de la narrativa de Hazañas Bélicas, o a su aparente humanismo, era distinto el discurso de Boixcar respecto al de H. G. Oesterheld, p. e., en Ernie Pike (serie iniciada por el escritor argentino en 1957 con el dibujante Hugo Pratt), en el sentido de que el catalán no exponía en el fondo unas hazañas antibélicas. Mientras el antibelicismo impregnaba el discurso de Ernie Pike, no ocurría lo mismo con Hazañas Bélicas, desde el momento en que era esta una serie escrita desde la perspectiva y en defensa de una posición victoriosa que justificaba la guerra, con el consiguiente menosprecio de “los enemigos”.
La apropiación formal de Hazañas Bélicas por parte del proyecto de Navarro y Migoya no satura el significado de las historietas de Nuevas Hazañas Bélicas. Los más de sesenta años que median entre el trabajo de Boixcar y el de Migoya y sus dibujantes no transcurrieron en balde. Nuevas Hazañas Bélicas se inscribe por completo en la historieta de género, como su precedente, aunque ahora se trata de un género pasado por el tamiz de la contracultura y de la ficción pulp. Dicho tamiz delimita una imagen especular que distorsiona las primigenias Hazañas Bélicas. Es una imagen un tanto esperpéntica, a la manera de las que reflejan los espejos del callejón del Gato en Luces de Bohemia, de Valle Inclán… aunque sin perder en cualquier caso aquel sentido de la ironía y del humor que es característico de los cómics desde su irrupción contemporánea. Las torsiones lingüísticas a que obedecen los títulos de las historietas de Migoya —torsiones que recuerdan a la escritura de Sánchez Abulí en Torpedo 1936— son buena prueba de ese sentido al que me refiero. Lo mismo ocurre con el planteamiento escénico, argumental, de prácticamente todas las historietas de Nuevas Hazañas Bélicas. Puede parecer un tebeo disparatado, pero no lo es tanto si se considera qué es lo que tenemos delante. Creo que desaprovecharíamos las aportaciones de Nuevas Hazañas Bélicas si nos limitásemos a la opinión de que se trata de un conjunto de disparates sumamente entretenido.
¿Nuevas Hazañas Bélicas en el aula?
A la hora de interpretar el conjunto de Nuevas Hazañas Bélicas, dado que sus historietas transcurren en la guerra civil de 1936-1939, es decir, se refieren a un capítulo importantísimo de la historia de España (que todavía sacude conciencias), y dado que nunca tanto como ahora se ha insistido en las posibilidades pedagógicas de los tebeos (tal y como la revista Tebeosfera da cuenta de este fenómeno), una estrategia para enfocar un análisis de esta obra es la sugerida por la siguiente pregunta: ¿Podríamos a fecha de hoy emplear como recurso didáctico en las aulas de educación secundaria el tebeo Nuevas Hazañas Bélicas?
El asunto es que si respondiésemos negativamente a esa pregunta, estaríamos introduciendo de tapadillo (o más bien abiertamente) no ya sólo una distinción entre tebeos aptos y no aptos (para un fin pedagógico en este caso), sino también la correlativa distinción entre tebeos puros e impuros, con los dos cuernos que atañen a los términos ‘pureza’ e ‘impureza’: tebeos en sí y para sí, por un lado, frente a tebeos para otra cosa (para dar clase de Historia de España, p. e.), por el otro. Y lo que es peor, este dilema podría abocar a reproducir el debate acerca de si los cómics, o algunos de ellos, son buenos o no desde una perspectiva moral; con lo cual, en el ámbito de la teoría —espero que no en el de la práctica—, actualizaríamos el debate —y espero que no el escenario— descrito por David Hajdu en su libro La plaga de los cómics, cuyo epígrafe en la cubierta es bien elocuente: Cuando los tebeos eran peligrosos (Hajdu 2018). La pregunta en cuestión, además, resulta más que pertinente si se observa la leyenda “Revista para los jóvenes” que aparece en cada una las portadas de los veintidós cuadernos horizontales en que originariamente se distribuyeron las historietas de Nuevas Hazañas Bélicas [4], unido al hecho de que el trabajo de Migoya y sus dibujantes, lejos de constituir una perspicua novela gráfica —como es el caso de tantos tebeos que van saliendo y se aceptan para emplear en el aula—, presenta un semblante que a buen seguro no será del agrado de aquellos biempensantes siempre dispuestos a levantar la ceja. Pero antes de responder a esta pregunta, diremos algo acerca de Nuevas Hazañas Bélicas como contrapunto.
Una lectura contrapuntística
Las historietas de Nuevas Hazañas Bélicas están ancladas en un sustrato histórico, en la realidad fáctica de la Guerra Civil española. Es evidente la documentación de Hernán Migoya al respecto, por más que pueda parecer en ocasiones que juega con ella. Resuenan aquí las palabras de Daniel Torres en Picasso en la Guerra Civil: «La historieta no es sino historia, pero con… intenciones». Ahora bien, a diferencia de lo que ocurría en Hazañas Bélicas, el planteamiento de Migoya no resalta el discurso de ninguno de los dos bandos en litigio, siquiera alternadamente, y mucho menos el de los dos a la vez. Creo que la posición, la mirada de Migoya en sus historietas es la de otro bando, uno que no busca la equidistancia, sino que se basa en el distanciamiento. En términos cronológicos, el distanciamiento es obvio: ochenta años han pasado desde el fin de la contienda. En otros términos, sin embargo, los acontecimientos que pueblan el fantasma de la guerra todavía resultan cercanos. Uno de los beneficios que aporta la posición historietística del autor, heredera en cierto modo del tremendismo tebeográfico de la editorial EC y del humor salvaje de las revistas Panic y Mad, es que contribuye a disolver los fantasmas de aquella guerra en virtud del distanciamiento. Es un mérito a mayor gloria del arte del cómic.
Otro mérito se encuentra también en Nuevas Hazañas Bélicas: aquel que procede de su valor como contrapunto. A través de sus historietas, Hernán Migoya pone en relación diferentes voces y figuras enfrentadas en la contienda. La diversidad gráfica obtenida por la multiplicidad de dibujantes que intervienen en Nuevas Hazañas Bélicas es un reflejo visual de ese contrapunto [5] . No hay maniqueísmo, aunque tampoco equidistancia, como dijimos. Pretender ser equidistante entre dos laderas enfrentadas es una manera de acabar cayendo en el vacío. La función del contrapunto en el enfoque de Migoya contribuye a fomentar una superación definitiva del conflicto entre las fuerzas enfrentadas, siquiera sea por medio de la conjunción entre la inteligencia, la gráfica y el disparate. La guerre est finie. Este contrapunto supone también una superación del discurso maniqueo presente en Hazañas Bélicas. Las guerras no son saludables. Démosle una oportunidad a la paz [6] .
La lectura contrapuntística de Nuevas Hazañas Bélicas que sugiero es visible en la historieta “La venganza del padre de Don Mendo”, dibujada por Juaco Vizuete y con guion, claro está, de Hernán Migoya. A manera de parodia del Cuento de Navidad de Charles Dickens, el 25 de diciembre de 1936, días después de las denominadas “matanzas de Paracuellos”, el fantasma de Pedro Muñoz Seca se le aparece a Santiago Carrillo. El tono paródico de la historieta se acentúa por el hecho de que el fantasma habla en versos rimados, a imitación del lenguaje de la conocida comedia de Muñoz Seca. Pues bien, el resultado de tanta parodia no es otro que un apunte velado acerca de la importancia histórica de la política de reconciliación nacional impulsada por el PCE a partir de 1956 y que contribuyó a consensuar la democracia en España tras la muerte de Franco [7] .
Nuevas Hazañas Bélicas en el aula
La significación de la historieta “La venganza del padre de Don Mendo” sirve para alumbrar una respuesta a la pregunta anterior: ¿Podríamos a fecha de hoy emplear como recurso didáctico en las aulas de secundaria el tebeo Nuevas Hazañas Bélicas? Yo pienso que sí. Pero es una respuesta que no opera en el vacío, como tampoco lo hace la misma pregunta. La educación es un arte vinculado a una praxis (como el arte de la medicina, de la abogacía o de la pesca). Se realiza bajo determinadas condiciones de toda índole. De qué tipo de escuela hablamos, bajo qué paradigma educativo, según qué metodología, dirigida a qué alumnado, con qué medios disponibles, etcétera. Un largo listado de condiciones, que incluyen por supuesto las relativas al profesorado, inciden en todo proceso de enseñanza o aprendizaje efectivos. Y determinante es, desde luego, el “a fecha de hoy” (2019) que en la pregunta aparece. Introducir en las aulas un cómic del tipo de Nuevas Hazañas Bélicas sería inconcebible hace unas décadas, pero hoy resulta más que factible. Los proyectos de renovación pedagógica vigentes, el currículo abierto, el paradigma constructivista regido por el principio del aprendizaje significativo, la metodología activa, la consideración del contexto afectivo como reforzador didáctico, la escuela moderna y crítica, en definitiva, proporciona un marco idóneo para la utilización de los cómics en general como elementos valiosos para el desarrollo de procesos de enseñanza y aprendizaje. En este contexto, resulta prioritaria la pericia o habilidad profesoral para introducir el material y motivar su valoración adecuada entre el alumnado. En el límite, si me apuran, nihil novum sub sole si hacemos abstracción de metodologías obsoletas y del dogmatismo. La consideración del aula como taller o laboratorio se ha ido extendiendo, desde la escuela unitaria, la formación profesional y los laboratorios científicos, a las etapas de educación general, ESO y Bachillerato. La novedad permanente estriba en la aplicación de nuevos materiales y nuevas tecnologías. Los mayores inconvenientes para este tipo de enseñanza, con todo, conciernen a la dotación de recursos y a la masificación en las aulas.
La composición de Nuevas Hazañas Bélicas mediante historietas independientes y autoconclusivas de diez páginas favorece su utilidad didáctica. En principio, el área de ciencias sociales parece la más idónea para su uso, pero qué decir de la riqueza gráfica que el volumen contiene y de su valor para las clases de plástica, o de su versatilidad lingüística. Historietas como “La derrota de Durruti”, dibujada por Juanjo Sáez, “Azaña bélico”, con gráfica de Danide, “¡Moreneta del destino!”, con dibujo de Edmond o “La guerra de los inmundos”, de Cels Piñol, ofrecen la oportunidad de tratar información histórica pertinente. Aunque bien mirado, en todas y cada una de las historietas subyace tal información. Otras como “¡Animales de campo!” (Miguel Fuster), “La pasión aria” (Natacha Bustos) o “Amor de hombres” (Santiago Sequeiros) permiten trabajar temas transversales. Y así sucesivamente. Pero no se trata de considerar todo el libro, sino de encontrar vías de aproximación didáctica a sus contenidos.
Desde una aproximación global en cuanto historia de la Guerra Civil española, Nuevas Hazañas Bélicas confirma algo sugerido por Michel Matly cuando observa los cómics sobre este conflicto bélico, que la historieta de perspectiva republicana muestra una guerra extraña entre dos adversarios amputados (Matly, 2018: 390-91):
el campo franquista está amputado por abajo, cosificado, se ve a Franco, a sus generales y dignatarios, pero muy poco a sus soldados y partidarios (…) El cómic nos muestra, al contrario, un campo republicano amputado por arriba: se ven en abundancia los compromisos y alistamientos de quienes lucharon contra el levantamiento militar, al militante de base, al miliciano y al soldado, pero la República, la institución que cada uno de esos personajes defiende supuestamente, está ausente.
Nuevas Hazañas Bélicas, en efecto, certifica este aserto de Matly a excepción de la última historieta del libro, “Azaña bélico”, en que sí intervienen dignatarios del gobierno de la República. Dejo este apunte a modo de curiosidad, antes de finalizar refiriéndome a Nuevas Hazañas Bélicas en relación con los jóvenes.
La diferencia específica de Nuevas Hazañas Bélicas
La representación de la guerra civil llevada a cabo en Nuevas Hazañas Bélicas ofrece una diferencia respecto a la seriedad formal vigente en tantísimos tebeos e historietas, cortas o largas, con acabado de novela gráfica o sin él, que tratan de la guerra civil en su conjunto o de algún aspecto de ella. Ya lo hemos dicho, estamos ante un conjunto de historietas que enlazan con la ficción pulp, el tremendismo de EC, el humor de Panic y Mad, el comix, la historieta de género, el cómic adulto. Suficientes elementos para escandalizar a unos, pero también para conectar con otros, especialmente si son jóvenes. El aire libertario o ácrata que rezuma este tebeo es tan específico como el de los comic books que obsesionaron a Fredric Wertham y fueron objeto de la cruzada del siglo pasado contra tales publicaciones:
Una de las principales objeciones de Wertham a los superhéroes —y a todos los cómics en general— era el escepticismo hacia la autoridad, consustancial a la naturaleza de la historieta en cuanto medio de expresión de guionistas y dibujantes que se veían a sí mismos como marginados culturales que trabajaban en un medio infravalorado o malintrepretado. Aquel espíritu era un elemento fundamental en el atractivo que tenían los tebeos para los jóvenes que luchaban por establecer su identidad generacional, y Wertham lo aborrecía (Hajdu, 2018: 265-66).
Termino con una inquietud. No puedo dejar de tener ciertas dudas acerca de si el hecho de introducir los cómics en las aulas de secundaria no irá en detrimento de los propios cómics, por causa de la rebeldía connatural a los adolescentes. En particular, desconozco cuál podría ser el efecto, entre los jóvenes, de historietas como las escritas por Migoya una vez presentadas bajo la disciplina escolar. No hay que descartar el efecto de rebote, tanto ante los tebeos de un tipo como ante los de otro. Al cabo, insistiré en que todo depende de las circunstancias y del uso. Pensar que los cómics producen per se efectos deseados o indeseados es tan magicista como atribuirles propiedades anímicas; lo cual, en definitiva, concuerda con lo que pensaban los detractores del medio como Wertham y sus correligionarios.
Bibliografía citada
NOTAS
[1] Los textos de Antoni Guiral que cierran cada uno de los dos tomos verticales que iniciaron la publicación de Nuevas Hazañas Bélicas se titulan, respectivamente, “Hazañas Bélicas: ¿Una visión más humana de la guerra?” y “Boixcar: Un referente”.
[2] Cfr. https://www.tebeosfera.com/publicaciones/hazanas_belicas_1957_toray_-extra_azul-.html y https://www.tebeosfera.com/publicaciones/hazanas_belicas_1958_toray_-extra_rojo-.html .
[4] El contenido del volumen Nuevas Hazañas Bélicas publicado por Norma Editorial es el siguiente: Sánchez Abulí: Prólogo; Diego Olmos: “Furia Roja” (serie azul); Joan Marín: “Con los pies por delante” (serie roja); Albert Monteys: “Evasión o Vitoria” (serie azul); Kim: “Con el Moscardó tras la oreja” (serie roja); Natacha Bustos: “La pasión aria” (serie azul); Kano: “La vitualla del Ebro” (serie roja); Juaco Vizuete: “La venganza del padre de don Mendo” (serie azul); Juanjo Sáez: “La derrota de Durruti” (serie roja); Javier Fernández: “El novio de la muerta” (serie azul); Cels Piñol: “La guerra de los inmundos” (serie roja); Pedro Rodríguez: “Grupa salvaje” (serie azul); Calpurnio: “¡Pánico en La Muela!” (serie roja); Keko: “La Cóndor pasa” (serie azul); Miquel Fuster: “¡Animales de campo!” (serie roja); Bartolomé Seguí: “Huida del planeta de los tibios” (serie azul); Pere Joan: “Rossi de Palma” (serie roja); Miguel Ángel Martín: “Raza 2” (serie azul); Enrique Ventura: “El badajo de Badajoz” (serie roja); Joan Escandell: “Las aventuras falangistas del joven Samaranch” (serie azul); Edmond: “Jan Europa en ¡Moreneta del destino!” (serie roja); Sequeiros: “Amor de hombres” (serie azul): Danide: “Azaña bélico” (serie roja); Hernán Migoya: Epílogo; Daniel Acuña: galería de cubiertas. De un modo más palmario, la ordenación por series queda así: Serie azul: “Furia Roja”; “Evasión o Vitoria”; “La pasión aria”; “La venganza del padre de don Mendo”; “El novio de la muerta”; “Grupa salvaje”; “La Cóndor pasa”; “Huida del planeta de los tibios”; “Raza 2”; “Las aventuras falangistas del joven Samaranch”; “Amor de hombres”. Serie roja (Serie especial): “Con los pies por delante”; “Con el Moscardó tras la oreja”; “La vitualla del Ebro”; “La derrota de Durruti”; “La guerra de los inmundos”; “¡Pánico en La Muela!”; “¡Animales de campo!”; “Rossi de Palma”; “El badajo de Badajoz”; “Jan Europa en ¡Moreneta del destino!”; “Azaña bélico”.
[5] La heterogeneidad gráfica de Nuevas Hazañas Bélicas da para numerosos estudios teóricos.
[6] Oportunamente, el prólogo de Sánchez Abulí a Nuevas Hazañas Bélicas (2019) lo encabeza el epígrafe: “Ojo por ojo, y el mundo quedará ciego”, de Mahatma Gandhi.
[7] El título completo de la Declaración del Partido Comunista de España, fechada en junio de 1956 y firmada por el Cómite Central del partido, es: “Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español”. Cf. http://www.filosofia.org/his/h1956rn.htm .