PETER HIPNOS
EL SUEÑO DE LA SINRAZÓN
Asuntos Especiales, S. L., empresa que actúa en la edición de tebeos bajo el nombre de Trilita, ha hecho otra edición excelente de una obra de Josep Maria Beà, Peter Hipnos. Un libro grande, con impactante portada elaborada para la ocasión y con una edición muy cuidada pero que nos brinda una serie, de nuevo, incompleta.
The Adventures of Peter Hypnos fue una serie propuesta por J. M. Beà a Warren Publishing cuando en las revistas de cómic de James Warren la mayor parte de los dibujos eran elaborados por autores españoles. En el final del año 1975, que es cuando aparece publicado este trabajo de Beà, estaban produciendo historietas para sus revistas de salida mensual: José Ortiz, Auraleón, Leopoldo Sánchez, Luis Bermejo, José Gual, Esteban Maroto y otros. La serie de Beà comenzó a ofrecerse en Eerie, en el núm 72, fechado en febrero de 1976 (es decir, que vio la luz en los quioscos dos o tres meses antes), con el episodio "Tales Of Peter Hypnos: The Incredible People-Making Machines". Le siguieron: "Voyage To The Final Hole", en Eerie, 73, número fechado en marzo, y "The Silver Key", en Eerie, 76, de agosto. Pese a que la propuesta de Beà fue muy apreciada, a juzgar por los comentarios de los lectores y de los críticos emitidos posteriormente, el resto de historietas de la serie producidas por el autor no vieron la luz en las ediciones de Warren. Curiosamente, sí aparecieron recogidas en un libro de 68 páginas publicado en Australia por el editor Grewdon, que trabajaba tanto con material procedente de Estados Unidos como de Reino Unido, por ejemplo, de IPC. Este libro, titulado The Monster Factory, data de 1976 y recogía siete historias de Peter Hypnos, por este orden: “The Monster Factory”, que era “The Incredible People-Making Machines”; “Games Around Reality”, que no había aparecido en Warren; “Through The Door Of The Silver Key”, que era “The Silver Key”; “The Final Hole”, que era "Voyage To The Final Hole", y que ahora pasaba a transcurrir después de la anterior, pese a que en EE UU se ofreció antes; “Short Trip To Old Age”, inédita, como las dos siguientes: “The Solution In A Mirror” y “A Walk Through The Subconscious”. Cuando la serie fue traducida al castellano solo llegamos a leer cinco historietas, ofrecidas en distintos números de Vampus y Spirit (las tres que publicó Warren) y Rambla (dos más), que luego Beà recogió en un álbum de la colección Intermagen: “Monstruos”, “La llave de plata”, “La solución en el espejo”, “Viaje al inconsciente” y “El final”. Supongo que será fácil para cualquiera establecer la concordancia con los títulos originales y comprobar que quedaron por traducir “Games Around Reality” y “Short Trip To Old Age”. Este libro de Trilita recupera solo las cinco historietas ya conocidas en España por expreso deseo del autor.
La edición que comentamos ahora recoge la obra que el autor quería que leyésemos, por lo tanto, una serie compuesta por cinco historietas. Este trabajo, que en la carrera de Beà se podría entender como obra menor, supuso un hito en su día por varias razones. Una, que era una fábula decimonónica que el autor logró vender como serie de horror. Dos, que estaba construida como homenaje apropiacionista (McCay, Dahl, Max Ernst, El Bosco, Lovecraft, Dante, por supuesto Carroll), pero se leía como obra experimental. Tres, que era una historieta de creación autoral, propia, dirigida a un mercado ajeno. Esto último, que hoy puede carecer de importancia, en su momento supuso todo un logro entre los autores españoles que estaban trabajando para editores extranjeros, creadores que habían visto anulada su autoría, borradas sus firmas y negada la posibilidad de dar rienda suelta a sus ideas. Beà rompió con eso.
El creador de Taberna Galáctica tenía a su favor, aparte del talento, la pasión. Es de esos tipos capaces de convencer a un subsahariano de que necesita una estufa, y está claro que sedujo a autoridades del relato dibujado como Will Eisner, porque aplaudió sinceramente esta obra. De modo que consiguió colocar en una revista de Warren, habitualmente repleta de monstruos repelentes, estas vivencias infantiles ambientadas en bucólicos y extraños parajes (para los lectores estadounidenses), algo radicalmente diferente de lo que se estaba ofreciendo a los compradores de Eerie, Creepy, Vampirella y resto de revistas de la editorial de James Warren. La diferencia estribaba en que la semilla del horror aquí no era un espíritu vengativo, un asesino o una maldición infernal. El miedo brotaba aquí como algo incierto, geométrico, incomprensible. De hecho, en un comienzo solo hay atisbos terroríficos en la distorsión de las piernas y cabezas que sufren algunos personajes.
¿Qué es entonces Peter Hipnos? Pues es un decapado de los estados de conciencia. Solo hay que fijarse en los sucesivos viajes que realiza el personaje protagonista, como si fuera “Alicia en el país de las pesadillas”. Primero conoce la existencia de otro mundo, paralelo a nuestra realidad, en el que descubre que él no quiere cambiar (no quiere «modificarse»). Vuelve a ese mundo internándose en una obra artística, entrando a través de una pintura, y en esta ocasión se percata de que necesita aprender a confiar. El tercer viaje lo realiza a través de una oquedad y en este caso, tras consentir el cambio (aquí sí es distorsionado) y confiar (se intercambia por su reflejo), con lo que queda abierta la puerta para un último y revelador viaje, el cual le lleva a sumergirse en las capas de la conciencia. Y ahí es donde Beà juega con todos nosotros, con sus alusiones a círculos dantescos, con sus derivaciones al absurdo y con sus personajes de atrezo, para, a fin de cuentas, hablarnos del yo reprimido, del yo subconsciente y del yo ideal. Vaya, era Freud la base. Y, lo más gordo: ¡el ideal promueve el terrorismo!
Si bien la obra ha envejecido, hay que quitarse el sombrero ante el atrevimiento de Beà. Tuvo los arrestos de proponer una idea original a un editor extranjero y evitar lo convencional para venderle una declaración sobre la libertad creativa y de acción (esto en Francia lo habrían entendido todos en los primeros setenta). Una historieta abiertamente surrealista, intemporal y que sigue funcionando, de la que hoy podemos disfrutar con una nueva edición de Trilita, revisada por el autor y con algunos retoques, como la incorporación de algún elemento (las escalas musicales, los fondos, algunos collages…) o la limpieza del trazo, y con una nueva portada que quita el hipo, la cual resume con su aterradora simetría la idea revolucionaria del tebeo: ¡transformaos y rebelaos!
