RANXEROX - EN NUEVA YORK - ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, LUBNA!
Ranxerox, un agresivo androide desmadrado, sucumbe al complot del retorcido MR. VOLARE, magnate del kilovoltaje del mundo del espectáculo, que le necesita para resucitar a FRED ASTAIRE protagonizando un fastuoso musical retro. El complot incumbe a Lubna, el amor de Ranxerox, una pasión tóxica y toxicómana. El fracaso en Broadway abandona en una nebulosa suerte a la singular pareja.
El examen de la obra, con rigor, no arroja un balance ideológico / argumental muy positivo, aunque, por desgracia, refleja elementos de nuestra cotidianeidad. No cuenta nada que no veamos en un telediario. Hasta, incluso, se le puede acusar de pertenecer, y fomentar, una cultura que hoy día resulta problemática y está originando traumas. Ranxerox, por otra parte, es hijo de una determinada época y ampara pasiones oscuras e infecciosas.
En Ranxerox se defiende el consumo de drogas (el mismo androide está enganchado al VINAVIL, lo que sea eso) y se entiende con una golfa descarada y yonqui de doce años de edad, criminal, borde y sádica, que engatusa y maltrata al protagonista como quiere, obteniendo de él una suerte de sumisión masoquista fanática. Sobreviven en un entorno de bajos fondos habitados por una turbia humanidad (pero habitual de nuestras calles) tatuada y con el pelo coloreado al estilo de los estilosos cantantes pop de los 80, víctimas de un fashion que se intuía provocador, rompedor. Ranxerox es un pilar de la famosa ‘movida’ de los 80, pues responde a todos sus clichés, perfectamente catalogados hoy día (y época ahora ascendida a categoría de religión apócrifa. Este Scriptor la recuerda. Supo de su existencia cuando acabó. En cambio, los Evangelistas de la Movida predican que se vivía y se conocía desde el primer segundo de 1980: falso. La ‘movida’ nació a su término. Hasta entonces, era extravagancia de punkies, postmodernos y los pre skinheads actuales, otrora endomingados).
Ranxerox, además, ensalza la violencia: todo problema se resuelve a hostias y quebrando huesos (algo que LIBERATORE dibuja tan bien que hasta duele verlo). Tomemos un ejemplo que hizo escuela: cuando se le encarga asesinar al casi púber feroz crítico de arte (lo manda matar su padre, un yonqui repelente), Ranx aguarda en un velador de una discoteca. Una niña mendiga gitana le ofrece una rosa. Aplasta la mano de la cría, acto que es casi aplaudido (reflejo de una sociedad hastiada de la inoportuna injerencia de la pobreza en sus vidas elegantes y superficiales). Lobo se nutrirá, con otro formato, de hazañas parecidas. HARD BOILED, de FRANK MILLER y GEOFF DARROW, es un Ranxerox a lo bestia, más barroco, cuidado y ultraviolento, con un perfil de lo social más pulido (aquí entra en valor el talento de Miller, claro está. TAMBURINI pensaba en 2D; Miller, en 3D). En cuanto a Lobo, mito caído en desgracia, que produce ahora hasta desdén, en su día recibió loas por su desparpajo al desgraciar gente… al modo que lo hacía Ranxerox.
Destacábamos, hace poco, la importancia que el caro maestro de la ciencia ficción adjudicaba a sus TRES LEYES DE LA ROBÓTICA. Ranxerox no las conoce ni de lejos; no respeta ni el Código de Circulación. Todas estas obras de robots díscolos, en el fondo, son una reacción a un planteamiento de estructuras sociales e ideológicas algo idiotas. Si Asimov hubiera conocido a Ranxerox seguro que lo habría abominado. Se rebela a esos parámetros sanitarios que tanto tienen de anulación del individualismo, tan caros al BUEN DOCTOR. Eso, en cierto modo, nos hace un poco cómplices del androide que pudiera haber avanzado el CYBERPUNK (punto discutible, pues este subgénero de la ciencia ficción posee unas características que no se dan en Ranxerox; le sucede igual que a BLADE RUNNER, de RIDLEY SCOTT, que lo parece, sin serlo).
Ranxerox es una blasfemia de corte izquierdista, como confirman las alusiones, literarias o dibujadas, al comunismo. Los magnates son presentados como pervertidos de la peor calaña, practicantes de unas parafilias realzadas por los estupefacientes. El arte realista de Liberatore ilustra los perfiles de todos los personajes achatados, o como hocicos de comadrejas o hurones. El androide se mueve, con masiva imponencia, cuan TERMINATOR entre la multitud, indiferente a las consecuencias de sus actos. Carece de ética y moral.
A estas alturas ya conocemos, sobradamente, lo lesivo que es el consumo de drogas. En cambio, Lubna muestra saludable aspecto y parece afirmar que un par de picos de caballo al día tonifican el cuerpo (es como un Métete las espinacas por donde te quepan, POPEYE). Busca líos a Ranxerox por culpa del vicio. Mientras el androide se abre sangriento paso hacia su rescate, ella se coloca de continuo con farlopa de la buena.
No tenemos claro si, con esto, los autores trataban de ser insultantes y procaces en una sociedad conservadora de marcada relevancia católica, o es que de verdad hacían apología de la droga. No vamos a ser ingenuos culpando de la drogadicción a Tamburini y Liberatore, porque el problema viene de lejos. Sólo referimos que, pese a conocer la faceta nefasta del vicio, presentan a Lubna plena de facultades, cuando eso no es así. Tal vez ambos autores, en el fondo, pretendían hacer ver lo absurdo del asunto.
El poderoso dibujo de Liberatore sigue siendo el máximo crédito que avala la obra, resaltando la agilidad y la contorsión que esgrime Ranxerox en sus andanzas. El dibujante posee un amplio aparato de recursos artísticos para seducir nuestra mirada, y si nos fijamos con atención, apreciamos que Ranxerox es como una perversión de SUPERMAN, sobre todo el ilustrado por ALEX ROSS (que sin duda sí conoce al androide), con su flequillo de rocker alborotado al impulso de su rabia. El RIDDICK (VIN DIESEL) de PITCH BLACK nos recuerda con vehemencia a Ranxerox, y el personaje parece una muy superlativa adaptación del androide, que no de su entorno. Hubo rumores de que BRUCE WILLIS iba a interpretarlo, pero, como otros tantos proyectos, quedaron pospuestos ad infinitum.