RATAS, EL MAUS GALLEGO
MANUEL BARRERO

Title:
'Ratas': Galician 'Maus'
Resumen / Abstract:
Reseña del libro de Xaquín Marín 'Ratas' (1977) / Review of Xaquín Marín's book 'Ratas' (1977)
Palabras clave / Keywords:
Ratas, Xaquín Marín, Emigración/ Ratas, Xaquín Marín, Migration
  • Típica composición iterativa con ecos del pop.
  • Una ejecución del movimiento que bebe de los recursos del futurismo.
  • Las redes viarias complejas eran un síntoma de futurismo entonces.
  • Marín innova haciendo del texto protagonista del montaje.
  • Otra innovación narrativa: incorporar viñetas dentro de globos.
  • La máquina (de construcción) como símbolo del gran enemigo: el capitalismo.
  • Rotulación y onomatopeyas también son protagonistas del cómic.

RATAS, EL MAUS GALLEGO

Los gallegos se han caracterizado históricamente por la emigración. Han migrado desde mediados del siglo XIX, a América, a Europa, a las grandes urbes del interior de España. Y su figura ha sido escasamente reconocida salvo por autores como Xaquín Marín. El franquismo generó un vacío en el conocimiento de este fenómeno por razones de reevaluación del concepto de "España", una patria proyectada hacia lo universal que no podría entenderse si se hablaba de huida. Por esta razón la emigración fue un tema relegado del cine español entre 1939 y 1975. Por esta razón tampoco aparecía en los tebeos.

Muchos gallegos regresaron a su país tras la muerte de Franco, y también a su "país gallego", ya por entonces reclamado como patria natural. Una reclamación que se sumaba a la de la protesta contra la codicia mercantil generalizada por el capitalismo. Hoy se sabe bien que los trabajadores emigrantes que aportaban divisas desde el extranjero contribuyeron significativamente a la riqueza de España en el periodo del desarrollismo.

En el tebeo Ratas (publicado con formato de álbum en 1977 por el sello madrileño Tres, Catorce, Diecisiete) se plantea este problema, el del regreso a un país que ha sido tomado por otros. Marín construye una hipérbole de ciencia ficción en la que un astronauta recorre el cosmos einsteniano y regresa joven a un planeta Tierra viejo. Ya no es su Tierra, es otra tierra en la que los robots (las "máquinas" en el tebeo) han aniquilado a la especie humana adueñándose del mundo. Para sorpresa del astronauta, en el subsuelo habita una especie nueva, un cruce entre roedores y humanos que rápidamente le identifican con un Mesías, un salvador (pese a ser el único representante que queda de los que planificaron el fin del mundo). Lo que sigue es el habitual esquema narrativo de comandancia orientada al rescate de la utopía, que al final se rebela imposible, claro. Ratas es, leído hoy, un guion sencillo, muy apegado a las preocupaciones de su tiempo, cuando se utilizaba la ciencia ficción para construir este tipo de parábolas de denuncia. A esto el cómic llegaba tarde, porque en literatura ya se había hecho hasta la saciedad en los años cincuenta, y en el caso de Marín se nota que su tebeo es tanto repetición de fórmulas (el relato circular, la visión pesimista del futuro) como un forzado ejercicio de estilo (fue uno de sus primeros cómics).

Precisamente la importancia de esta obra hoy radica ahí, en que aquel ejercicio de estilo fue en su momento vanguardista. Porque… hoy lo sigue siendo, sorprendentemente. En la contracubierta del álbum se indica que la colección Comix 3-14-17 iba destinada a «propiciar el cómic subterráneo (…) que responda a la más radical vanguardia o como viene llamándosele “de autor”». Reimundo Patiño, director de la colección y seguramente autor de ese aserto, describía entonces un contexto de reivindicación para el medio que apenas se diferencia del actual salvo por el tratamiento temático de la obra. Por entonces la preocupación por la vanguardia en los cómics se ceñía, según el mismo director de publicación escribía en el prólogo al libro, a dos aspectos: la innovación formal estilística y la generación de un mensaje con gran capacidad transmisora.

En España, en 1977, se vivía un momento histórico de burbujeante lucha ideológica, de constante reivindicación por las libertades no recuperadas y de autoafirmación de mensajes de una clase, la obrera, a través de medios populares como el cómic. Sí: entonces aún se consideraba que la historieta era un medio de comunicación de masas con efectos presuntamente inmediatos sobre la población y con un potencial propagandístico por explotar. Patiño hablaba en aquel prólogo de Ratas como de un altavoz dirigido a un pueblo necesitado de saber: describe a Marín como obrero concienciado con el conflicto laboral, identifica a Galicia como país («un edén») por recuperar y denuncia la presión uniformista del centralismo y la degeneración causada por la industrialización en la patria chica de ambos. Llega a asimilar la idea de progreso futurista con el optimismo fascista.

Lo cierto es que ahí hemos llegado, a ese futurible indeseado pero presente, en el que los fascismos cambiaron de nombre y los conceptos de arraigo también. Patiño hablaba de Marín como «un artista popular de una Galicia en llamas» en su prólogo. Hoy ya no se reivindican las esencias del “pueblo”, como concepto que representaba a la población deseosa de ser más libre. Se reivindican las de la “ciudadanía”, que es un concepto más concreto, que deja de lado lo rural y esa masa humana que sobrevive a duras penas en el primer sector económico. El autor de Ratas no elaboraba en su día un ataque contra la segregación del labriego, como parece querer decir Patiño, pero sí contra la organización en núcleos urbanos tecnificados, identificando la ciudad como el representante del progreso opresor. Sus hombres rata, esa nueva especie superviviente, se refugian en el subsuelo (como el cómic vanguardista en lo underground) y se enfrentan al fascismo que imponen los robots de la gran ciudad, que es el gran mal. Es decir, Marín se limitaba a describir una opresión, la del progreso, sobre un pueblo ignorante, las ratas humanizadas, que bien podrían ser una imagen del pueblo llano, sin tecnología ni inventiva, como la gente oprimida lo es en la vida real. Es una alegoría sencilla, fácil de entender y con su bucle final, muy a tono con los tiempos que corrían.

Lo más valioso de Ratas es su carácter experimental, eso sí es innegable. En aquel momento lo era: el estilo de dibujo futurista, entre Marinetti y Duchamp; el planteamiento de cada página como un cartel; el uso contundente de la rotulación, convirtiendo cada frase en un logotipo, o cada rótulo en materia; la inserción de esquemas o juegos (incluso el juego de la oca) y la contundencia del montaje y de algunas composiciones en blanco y negro. Hoy estamos viendo tebeos similares a este, con recursos narrativos parecidos, que son rápidamente calificados como rompedores y transgresores, como el nuevo rumbo del cómic. Se diferencian de la obra de Marín en el mensaje, que hoy es abierto, y en el relato, que hoy se busca a sí mismo evitando el final cerrado y la consecuencia sencilla. Xaquín Marín hacía vanguardia en 1977, se atrevió con un “cómic de autor” de noventa páginas que hoy sería rápidamente etiquetado de otro modo e incorporado a otra categoría.

El mundo ha cambiado. El futuro fascista llegó. La máquina ya está aquí y todos somos ratas de laboratorio de las grandes empresas que se desarrollan en grandes ciudades y que nos organizan en redes sociales. Estamos a la espera del emigrante que regrese y sea nuestro salvador.

Creación de la ficha (2017): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2017): "Ratas, el Maus gallego", en Tebeosfera, tercera época, 4 (18-IX-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/ratas_el_maus_gallego.html