REBELDÍA Y RETRANCA EN EL ISOLINO DE XAQUÍN MARÍN
LUÍS VILLAMOR CANELAS(Universidad de Santiago de Compostela (USC))

Title:
Rebellion and irony in Xaquín Marín's Isolino
Resumen / Abstract:
En este artículo se analiza parte de la obra de Xaquín Marín en el diario La Voz de Galicia, concretamente 207 reflexiones de su personaje Isolino. El humorista gráfico ha mantenido a lo largo de los años una irrenunciable base crítica en todas sus viñetas, con las que tensa las costuras de una sociedad tejida con los mimbres de la desigualdad. Emblema del humorismo gráfico gallego, junto con su colega Siro, Marín ejerce a diario una crítica sin concesiones, con una retranca eficaz, abierta a la duda y exenta de dogmatismos, sí, pero insobornable desde un punto de vista político y social. La corrupción, la situación del gallego, la emigración o la explotación laboral figuran en su frontispicio temático. / This article analyses part of the work of Xaquín Marín in the newspaper La Voz de Galicia, specifically 207 reflections of his character Isolino. The satiric author has maintained an irrevocable critical base in all his cartoons throughout the years, stressing the seams of a society woven with the wickers of the inequality. Emblem of Galician editorial cartoons -with his colleague Siro- Marín daily exercises a criticism without concessions, with an effective irony (“retranca”), open to doubt and free of dogmatisms, yes, but politically and socially incorruptible. The situation of Galician language, political corruption, emigration or labor exploitation appear in the thematic frontispiece.
Palabras clave / Keywords:
Xaquín Marín, Humor gráfico gallego, Isolino, La Voz de Galicia, retranca/ Xaquín Marín, Galician Satiric Cartoons, Isolino, La Voz de Galicia, Galician irony

REBELDÍA Y RETRANCA EN EL ISOLINO DE XAQUÍN MARÍN

1. Introducción y contexto

Analizar el personaje Isolino del humorista gráfico Xaquín Marín supone introducir previamente algunas consideraciones sobre el humor gallego, asociado habitualmente a la retranca, bien distinta de la ironía, porque con aquella, más participativa, más democrática, uno se reiría en todo caso con su interlocutor y no tanto de su interlocutor. En consecuencia, habría una inequívoca voluntad de compartir. Cuestión, sin duda, bien distinta.

El humor galaico también se asocia con frecuencia a la morriña, diferente de la nostalgia y la saudade, aunque no entraremos aquí en el análisis de estas categorías. Igualmente, se emparenta con la indecisión. Es el tópico del gallego en la escalera, que no se sabe si sube o baja. En el caso de Marín, el humor marida sobre todo con una crítica social permanente.

A la hora de contextualizar, se hace precisa la mención de Celestino Fernández de la Vega, autor del excelente O segredo do humor (1963). Es necesario traer a colación a Castelao, Maside, Cebreiro o Quesada, que protagonizaron una época de esplendor, en la que se ha querido ver la primera edad de oro, y a los que aún mantienen en regla, pluma o rotulador: Siro, Xosé Lois (Carrabouxo), Davila, Gogue, Pinto y Chinto o Andrés Meixide, por ejemplo; estos dos últimos, actualmente, en las páginas de Opinión de La Voz de Galicia, en donde también asienta Marín, con periodicidad diaria, su historia gráfica. Sin olvidar a Chichi Campos, ya fallecido, ni a Ignacio Hortas (Nachortas). Siro y el propio Xaquín Marín, con su Manifesto en defensa do humor (1983), reclamaron más atención al humorismo gallego.

Hay que poner en contexto también publicaciones como Can Sen Dono, una revista de humor que nació como proyecto de Gogue y Pepe Carreiro en 1983 y, tras editar 23 números, se cerró en 1991; Xo!, con importante veta satírica, y Sapoconcho, todas ellas cerradas a principios de este siglo. Retranca, en la que publicó Xaquín Marín, apareció en 2007 y desapareció en 2011. La revista reunió a un buen número de nuevos humoristas gráficos, entre ellos, Francisco Javier da Silva (Kiko da Silva), Pinto y Chinto, Meixide, Leandro o Davila.

Esta reflexión sobre Isolino, alter ego de Xaquín Marín, está enfocada a aportar algunas consideraciones sobre el contenido de las viñetas del humorista gallego, en relación con el calado y perspectiva social del personaje. Se trata, pues, de un artículo orientado a examinar los temas cardinales que constituirían el corpus humorístico de Marín, puestos en boca de este reflexivo jubilado. Situaciones de las que se desprendería una significativa relación dialéctica sujeto-mundo, en tanto que valores y hechos sociales serían inseparables.

El suyo es un humor en todo caso peculiar. Félix Caballero, autor de una tesis sobre el humorista ferrolano (Xaquín Marín, innovación e tradición no humor gráfico galego), dirigida por Mercedes Román, lo considera el más relevante desde Castelao, y lo justifica porque ningún otro innovó tanto gráficamente ni fue capaz de hacer una obra de valores universales, con la temática de un «pequeno país» (La Voz de Galicia, 24-X-2015). Asegura que contó como nadie los grandes cambios experimentados por la sociedad gallega a lo largo de los últimos cuarenta y cinco años.

Marín ha publicado en La Codorniz, Hermano Lobo, Diario 16, Le Télégramme —periódico regional de la Bretaña francesa—, Teima, donde daba vida a su personaje Caitano, A Nosa Terra, El Ideal Gallego, Retranca y La Voz de Galicia.

 

       
    Libro antológico con tiras protagonizadas por Isolino: O lecer de Isolino, publicado en 2008 por Edicións Embora.    

 

2. Metodología

El trabajo se asienta en una metodología de base hemerográfica, con aportes del análisis de contenido, en el sentido que lo define Bernard Berelson (1952). Es decir, como técnica de investigación para la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto de las comunicaciones, cuya finalidad es interpretarlas (1952: 18). Una definición que recogió diecinueve años después Albert Kientz (1974: 14). En el caso que nos ocupa, pasa por la observación minuciosa de las viñetas, de las formas ejecutadas y de la economía o no del lenguaje utilizado. Esta aportación bebe también de lo expuesto por otros teóricos clave del análisis de contenido.

Se efectúa un seguimiento a una selección de 176 viñetas de Marín, incluidas en la antología O lecer de Isolino (2008), y, transcurrido casi un decenio, se analiza un período reciente, más breve, de treinta y una viñetas, desde el 22 de abril al 22 de mayo de 2017, que pudieran revelar alguna novedad en la trayectoria del humorista ferrolano; bien formal, temática, ideológica o de adopción de determinadas posturas diferentes ante hechos y circunstancias similares. Se tienen en cuenta igualmente aspectos de la obra de Marín publicada en La Voz de Galicia anterior al año 2000. Es decir, se trata, con carácter general, de analizar si Marín se mantiene abonado a la misma intensidad, a la misma carga semántica y social.

Para este cometido, ha resultado de utilidad la revisión de las entrevistas concedidas por el autor a diversos medios, así como sus declaraciones, algunas relacionadas con su cargo de director del Museo do Humor de Fene (A Coruña), que ostentó hasta su jubilación.

En consecuencia, se analizan viñetas publicadas en el diario La Voz de Galicia en el período mencionado, muy especialmente las que fueron reunidas y seleccionadas por el propio humorista en el volumen O lecer de Isolino, lo que en sí mismo ya nos proporciona información adicional sobre la intencionalidad del autor. El libro, dividido en once apartados temáticos, incluye un diálogo de tres páginas, a modo de prólogo, de Antón Cortizas.

Marín incluyó los siguientes apartados: Para empezar, Vida, paixón e morte, No medio ambiente que nos queda, A volta coa lingua e outras particularidades, A estas alturas, sexo, Vellos problemas, problemas de vellos, Festas de gardar (na memoria), Xente, xentiña, xentalla e ata bichos, Reflexións, Política versus traballo y Os que quedan. El personaje Isolino sigue estando vigente y, a la hora de realizar este trabajo, se mantiene en activo en las páginas del periódico coruñés.

Sobre el humorista ferrolano han publicado juicios críticos, entre otros, Domingo García-Sabell, Xosé Chao Rego, Gabriel Plaza, Xavier Costa Clavell, Carlos Rodríguez Silvar o M. P. Grueiro, reunidos en el volumen O humor desde Ferrol: Siro e Xaquín Marín, de la revista Ferrol Análisis (Cadernos 23/2009).

Se parte de la hipótesis de que valores y hechos sociales son inseparables en los trabajos de Marín y componen la atmósfera de una obra gráfica que pondría en primer plano la crítica al poder y al propio sistema. Y desde luego constituiría un resalte permanente de las señas de identidad de Galicia.

Se trata de buscar en las viñetas objeto de estudio elementos que configuren esta relación valores-hechos sociales, a partir de temáticas políticas, lingüísticas o medioambientales, inscritas en un marco propio, que son las que más preocupan al humorista gallego.

 

           
      Uno de los trabajos monográficos en los que se analiza la labor del autor Xaquín Marín (en este caso junto a Siro).      

 

3. Análisis temático: las constantes vitales del dibujante

Un día el director de cine cubano Tomás Gutiérrez-Alea, ya fallecido, puntualizó que el humor es un arma de doble filo, porque puede perpetuar una relación anómala, en vez de servir de palanca para salir de ella. No es el caso de Xaquín Marín.

Su humor hace palanca sobre la autoridad, las instituciones, las costumbres, los caciques o los gestores que patrimonializan la vida política. En definitiva, sus constantes vitales son las injusticias sociales.

El médico y ensayista Domingo García-Sabell escribió en la revista Ferrol Análisis (Cadernos 23/2009) que la diferencia entre los humoristas gallegos Siro y Xaquín Marín radica, entre otras cosas en que el primero "analiza" y el segundo "simpatiza", por lo que ambos, desde una perspectiva societaria, serían ante todo una síntesis, más que una suma.

En todo caso, Marín, que ocupa la centralidad de este relato, es, desde luego, un “simpatizante” neto, pero de cuestiones nucleares, desde el punto de vista social. Resulta una permanente bocanada crítica que actúa con perspectiva de país y que, desde Galicia, acaba por formular sentencias de validez universal. El humorista no se arredra y da la batalla todos los días.

Piensa globalmente, actúa localmente (think globally, act locally), podría ser la invitación, el punto de arranque, de las tiernas pero aceradas viñetas que construye en su cabeza Isolino, a modo de reflexiones inconvenientes, para los gestores de un modelo medioambiental agresivo y contaminante. Un sistema nada sostenible, que anula derechos básicos del individuo, que son realmente derechos colectivos.


3.1. Bandera blanca

El cemento inunda y araña el paisaje. La acumulación de edificios altos, brutalmente imbricados, y la saturación de las carreteras impiden disfrutar una puesta de sol o, simplemente, cruzar una calle. Nada más expresivo que Isolino sacando bandera blanca en medio de una gran avenida, o en mitad de un atasco asfixiante.

Marín resulta un estilete para el capitalismo salvaje cuando denuncia la destrucción del paisaje, la desastrosa planificación urbanística o la explotación de los recursos naturales gallegos por intereses ajenos a Galicia. Y así lo especifica, de una manera frontal, sin ambages. «Xa non hai que cuspir para saber para onde vai o vento, polo menos os beneficios van para Madrid», le dice a su compañera de paseo, ante un paisaje tocado por las polémicas aspas eólicas.

Sus viñetas, emplazadas actualmente en la desembocadura del periódico, sin embargo son auténticos editoriales. Entre las pertenecientes al libro O lecer de Isolino, un irredento Isolino concluye sobre la destrucción del medio ambiente: «Hai xente que se recrea na natureza, pensando en como vai quedar cando a estrague». Y quien la malogra, quien la golpea, es un encorbatado en fuga, con sombrero tipo capo mafioso y sugerente ataché. Hay atmósfera de thriller en la fechoría.


3.2. Negocio eólico

El negocio del viento también soporta la lupa humorística de Marín, puesta en la proliferación de gigantescos molinos por los montes gallegos, que se reprodujeron, en un momento dado, como por generación espontánea. El personaje de Marín despacha el asunto con un concluyente: «Ata na sopa!». A Isolino se le aparecen artefactos eólicos en miniatura, en un plato de comida que se dispone a ingerir.

Y, ante humeantes chimeneas, reflexiona sobre la contaminación: «A este paso a única flora que nos vai quedar van ser as plantas industriais». El amigo de Isolino se pregunta: «Que é raro que haxa outro vertido de petróleo?». El viejo responde: «Si, pero o raro é que non sexa en Galicia», en alusión a las catástrofes marítimas, en las que se han visto implicados petroleros monocasco, que con cierta regularidad causan serias alarmas y perjuicios en las costas gallegas. La última cita con la catástrofe fue la gran marea negra originada por el buque Prestige.

Isolino es explícito y directo. No hace concesiones. Y ante todo es un destilador de retranca diaria de alta graduación. La fabricada en su fino alambique intelectual, que se incrusta en las páginas de La Voz de Galicia, el diario de mayor tirada de la comunidad.

La siempre sugerente viñeta de Marín, con mayor o menor grado de explicitud, es de lectura obligada, aunque la suelen celebrar especialmente los lectores más progresistas, que siempre esperan del humorista una vuelta de tuerca más.

Figura 1

3.3. ¿A qué se dedica Isolino?

Henri Bergson sostiene que la originalidad del dibujante cómico podría definirse por el particular género de vida que sabe dar a un simple muñeco (Bergson, 1986: 58). El protagonista de Marín es un analista crítico de lo cotidiano, otras veces teoriza a su manera sobre temas más complejos y ambiciosos, pero lo hace muy terrenalmente, y sus reflexiones aparecen preñadas de una explícita crítica política y social. Isolino toma partido, no es neutral. ¿Acaso ha de serlo en la medida que opina y se mueve en un mundo tan complejo como el actual?

Es el protagonista de una viñeta comprometida con los damnificados del sistema, con las clases populares. «Camiña a pé e ve a vida tal cal é», como proponen los versos de Celso Emilio Ferreiro, el gran poeta civil de Galicia, incluidos en su poemario Longa noite de pedra.

Isolino camina solo, con un traje digno pero esencial. También lo hace acompañado. Cuando le apetece, se sienta en un banco (figura 1). Como único complemento, su bastón de edad, con terminación curva, similar al que usa cualquier paisano. Un cayado. Alguna vez monta en bicicleta y va «dereitiño». Y se jacta: «E sen necesidade de dopping!».


3.4. Paisaje y paisanaje

No resulta infrecuente la entrada de más de dos personajes en sus viñetas, hombres y mujeres, pero esta circunstancia no es predominante. En 51 de las 176 analizadas, incluidas en O lecer de Isolino, se produce esta situación, contando las figuras que aparecen en cuadros decorativos de interiores, alguna estatua y un pequeño astronauta.

Los animales son escasos: solo dos perros. Pero Isolino no carga contra ellos: «O que máis me amola dos cans son os donos!», se queja, bastón en alto, tras pisar excrementos caninos, que no ha recogido una dueña estirada.

En su mundo hay una dualidad clara. Por una parte están él y sus amigos, cuando pasea con ellos; con frecuencia solo una persona, y luego están los otros. En este caso, sus reflexiones críticas pueden ir dirigidas a personajes puntuales, de carne y hueso, o a las consecuencias de sus decisiones. A menudo son políticos, empresarios, capitalistas, que unas veces los lectores pueden ver retratados en la viñeta y otras tienen que adivinarlos.

Marín, en la etapa analizada de O lecer de Isolino, ha llegado a emplear entre tres y veintiuna palabras por viñeta, para proyectar sus reflexiones. Incluso ninguna, en alguna ocasión, en un alarde de concisión absoluta.

Sus dibujos resultan de una geometría evidente cuanto recrea una ciudad. En la urbe están los humos, los atascos, la arquitectura agresiva, por invasiva. El skyline del Isolino de Marín lo configuran edificios altos (pocas veces casas con tejas), fábricas, chimeneas, moles abrumadoras, y hasta jardines amables y ordenados, no exentos de sospechosa modernidad. Y que antes, cuando era joven, no figuraban en ese itinerario.

Es un paisaje invadido por la llamada civilización, por el progreso, ingrediente de las muchas veces afiladas reflexiones del personaje. Por oposición, Isolino y su gente, con carácter general, responden a trazos más amables.

El personaje ha estirado un poco su lenguaje quizá en los últimos tiempos. Marín, forzando la máquina dialéctica, le concede una viñeta con cuatro líneas de texto, cuando denuncia a los políticos y las famosas comisiones del «3%» (22-IV-17, figura 2).

Figura 2

4. Humor como herramienta social

Las caricaturas, ciertamente, alumbran las estructuras sociales de un país. Y hay, indefectiblemente, una relación dialéctica en las viñetas y enfoques de Marín. Una tesis, antítesis y síntesis latentes que, en el caso de esta última, se resuelve siempre a favor del sentido común, con frecuencia el menos común de los sentidos; de los más débiles, de la lógica más cercana a los desfavorecidos, y, desde luego, de la lengua, el territorio y las señas de identidad de una Galicia, como otras culturas, abrumada por la velocidad e intensidad de la globalización.

Una crítica a esta globalización la realizó en su momento el propio Marín, al afirmar fatalmente que está acabando con el humor y en general con todo, en una entrevista realizada por Marcos S. Pérez, en el desaparecido diario digital Vieiros (8-X-2008). «Creamos o Museo do Humor porque coidabamos que o humor galego se estaba perdendo. En realidade estase perdendo todo o humor», se lamenta Marín, para quien se está «globalizando, como todo».

«O problema é que gran parte da identidade galega procedía da vida agraria, que se está perdendo, e moita xente non quere saber nada da identidade galega ou do humor galego», protesta Marín. «Pero como vai haber humor galego se nos están bombardeando todo o día na televisión cos Morancos?», observa al respecto.

En esta percepción de la globalización subyace la censura a uno de sus axiomas básicos: la búsqueda de un común denominador mundial para la convergencia cultural de los consumidores, producto de los elementos que ha hecho calar la cultura de masas, a lo largo de los años, en el imaginario de esos consumidores pertenecientes a distintas culturas. Las industrias culturales de Estados Unidos aparecerían siempre como soportes naturales de esa universalidad, estableciendo los parámetros de la globalidad (Mattelart, 1998: 88).

La visión de la globalización de Marín no es precisamente positiva. No está con los que creen que está promoviendo las identidades y los movimientos "subnacionales", porque lo global estaría favoreciendo lo local al erosionar lo nacional (Curran, 2005: 182).

El punto de vista de Marín es más acorde con los que suscriben que la aparición de enormes corporaciones mediáticas internacionales genera una mayor uniformidad. Por ejemplo, en una viñeta en la que dibuja un frente de edificios plagados de anuncios publicitarios, todos en inglés, exclama: «Pero logo ven perigo en que os poñan en galego!».

Marín, en cuanto a las nuevas generaciones de profesionales, concede que «hai moitos e moi bos debuxantes; entrou moita xente nova con moi boa técnica». Pero percibe que «utilizan un humor que ten moi pouco de galego».

Tampoco está satisfecho con los periódicos. «En canto aos xornais, hai moitas viñetas, e déronlle entrada a moitos humorista gráficos, pero non saben utilizalos moi ben. Cando se utiliza o humor galego moitas veces úsase mal, recorrendo á chabacanería, ao máis simple», observa, en la entrevista de Vieiros.


4.1.
Viñetas editorializantes y deslocalizadas

La viñeta de Xaquín Marín, que en los años noventa se insertaba en la sección Colaboraciones de La Voz de Galicia (la actual Opinión), ahora va en la página de Pasatiempos, rodeada de Los ocho errores de Laplace, crucigramas, damero, jeroglífico y una jugada de ajedrez. Se edita, a tres columnas, a color, en página par (no preferencial).

Por tanto, las viñetas de Marín han emigrado de las páginas de Opinión del periódico, que acoge artículos de temática diaria, que no estrictamente el editorial, porque La Voz de Galicia, en sentido estricto, carece de él. Lo más parecido lo firman los analistas políticos Roberto Blanco (catedrático de Derecho Constitucional) y Xosé Luís Barreiro (politólogo y profesor de Ciencia Política), que se turnan en el análisis de los asuntos de máxima actualidad.

En congruencia, a la vocación editorializante de las viñetas de Marín debería corresponderle la sección de Opinión. Se produce pues una situación de incoherencia en la ubicación de la historia. El humor de Marín, desde esta perspectiva, se enfrenta a una deslocalización en el diario, aunque, sin duda, su mezcla con el entretenimiento, revitaliza la tradicional página de Pasatiempos. Con todo, las viñetas del humorista dicen una cosa, y su inserción otra.

Sus reflexiones no son asépticas, desde luego, pero ¿es que el humor, si es humor, ha de serlo? El chiste difunde las fantasías que alientan a la sociedad y da expresión placentera a las tendencias opresivas que existen en el ambiente (Gomis, 1991:47).


4.2. Explotadores y explotados

El creador de Isolino es un resistencialista que usa el humor como herramienta defensiva en tiempos difíciles. Así lo reconocía en una breve pero sugerente entrevista realizada por el periodista Ramón Loureiro (La Voz de Galicia, 26-IX-2012).

     
Figura 3.      
     
Figura 4.      
     
Figura 5.      
       

En la obra gráfica de Marín aparecen, de una u otra manera, reflexiones sobre opresores y oprimidos, explotadores y explotados, sobre gentes que escriben la historia y gentes que la padecen, decepcionadas con una administración de incumplimientos seculares. «Barcos non, pero prometen traballo na enerxía eólica», reflexiona el amigo de Isolino, que se encuentra con su escéptica respuesta: «A ver se o vento vai levar as promesas».

En otra ocasión, Isolino contempla el mar, y el amigo le plantea: «A terra é para quen a traballa! E o mar?». Lacónico y demoledor responde: «Tampouco!».

La reconversión naval, lacerante para Ferrol, en la medida que se prohibió en los años ochenta fabricar buques a Astano (Navantia), del que dependía en buena medida el tejido socioeconómico de la zona, también está presente en las viñetas de Marín.

Isolino hace barquitos de papel, con la grúa pórtico de Navantia al fondo, mientras reflexiona: «É o que nos queda!» (figura 3). El rótulo nominal del astillero tiene tachadas todas las letras menos «Na». Y muy poco asiento industrial permaneció ciertamente en Ferrol, como resultado de la brutal reconversión.

La vejez es vista por Isolino desde una perspectiva de clase: él no es de los que gozan de una bien remunerada jubilación. Otros, sí. Su mayor lujo es pasear, contemplar, observar, analizar y emitir juicios de valor (eso no cuesta dinero), comentarios enraizados en la tierra que pisa; reflexiones que comprende todo el mundo, aunque en ocasiones recurra a un léxico ideológico. Las pensiones en Galicia son de las más bajas del Estado, y él es uno de los afectados: «Todos teñen superpoderes, pero quería velos eu se tiveran que sobrevivir coa miña pensión», argumenta, acompañado de las figuras de Superman, Spiderman y Batman (figura 4).

Isolino llega un momento en que tiene necesidad de levantar el puño: «Sigo sendo tan rebelde como cando era mozo, só que daquela non o disimulaba» (figura 5).

El personaje de Marín interpreta la vertiente más negativa de la realidad. Cuando sus compañeros se pronuncian sobre el acontecer diario con cierta candidez y desde un evidente estado de alienación —no están muy bien informados—, el personaje siempre tiene un pero que poner: algo que aclarar. Las cosas no son como nos las cuentan.


4.3. Identidad: uso y defensa del gallego

El dibujante proyecta desde Galicia una ráfaga de reflexiones que arrancan de la sociedad que ausculta todos los días, con el idioma gallego como estandarte vehicular, porque sin él Marín no sería Marín. Algunas expresiones o segundas intenciones expresadas por Isolino quedarían seguramente mermadas en su intencionalidad. El personaje, con el índice en alto, dice identificarse con un paisano corriente: «Son reflexivo, irónico, filosófico, pacífico... Ou sexa, un galego do común!».

«Se vostede non domina o galego, quédalle o recurso de dicir que non hai dereito a impoñer un idioma», le dice Isolino a un señor con traje y corbata y bigote al estilo franquista. Y es que las viñetas sobre la lengua clarifican posiciones. Un individuo con cámara de fotos colgada al hombro, a modo de bandolera, y pinta de forastero, se dirige a Isolino y le comenta que vive lejos y le gustaría volver a su tierra antes de morir. El viejo le espeta: «E xa de paso poderías volver á túa lingua».

¿Cómo se puede ignorar un idioma propio? En este sentido, insiste y percute el personaje de Marín: «Os galegos somos moi nosos, sempre imitamos o dos demais», se lamenta Isolino, quien recurre a la paradoja: «Unha das peculiaridades que deixan ver que un é galego é a renuncia ás peculiaridades!».

       
     
      Figura 6
     
      Figura 7
     
      Figura 8
     
      Figura 9
     
      Figura 10
       

En un momento dado, en otra viñeta, comenta a su compañera, en la proximidad, nuevamente, de un hombre con traje y corbata: «Hai moitos que poñen como impropia a lingua propia».

La dialéctica corbata / no corbata está muy presente en el trabajo gráfico de Marín. Como el binomio hablantes / migrantes del idioma propio, que también opera a menudo. «Yo te soy muy de la tierra», dice un señor de bigotito a una señora con bolso de mano, en la convicción de estar usando seguramente un perfecto castellano, a pesar del impropio y sociológico "te" que invade la frase. Isolino le reprocha el comentario: «Os galegos sempre emigrando, ata da lingua!» (figura 6).

En la viñeta en que se ve a un joven con melena, visera hacia atrás, imperdibles en la nariz y camiseta con dibujo frontal, Isolino advierte: «Os que queren pasarse a outra cultura deberían pensar que ata perden o pouco que teñen da súa».

Y un reproche a una señora que parece conocer, que porta bolso de mano y collar: «É unha dilapidadora, xa case non di palabra en galego» (figura 7). El personaje la señala con el brazo y la mano extendidos, como ejemplo de renuncia a lo propio. Isolino ataja a su compañero cuando pronuncia un refrán muy presente en las conversaciones populares: «O falar non ten cancelas». Discrepa absolutamente y le replica: «Pero o falar en galego, si» (figura 8).


4.4. Retranca imprescindible

El personaje habla con sabia desconfianza. El Isolino de Marín es un escéptico galopante y un retranqueiro imprescindible. «Teño que recoñecer que tanto como no bastón me apoio na retranca», confiesa un buen día, en ese ejercicio de autodefinición que protagoniza episódicamente (figura 9). Isolino se dedica a veces tiempo a sí mismo, tiene necesidad de recordarles a los demás, de hacerle ver al lector, quién es y cómo procede en la vida. Otro día el personaje se lamenta: «Que tempos! Sae un coa súa retranca e o confunden coa sota de bastos!». Ahí palpita el «non nos entenden, non», que recoge Eduardo Pondal en Os Pinos, el himno gallego, una composición que le fue solicitada al poeta por el compositor Pascual Veiga.

El humorista crea un molde con identidad propia, pero construido con valores universales. Hay demasiadas toneladas de registro bruto compensado en cada viñeta de Marín. ¿Será por su procedencia del sector naval? Con todo, algunas tendrían plena validez sin texto, por su fortaleza y trazo social.

La textura del dibujo, especialmente aristada por momentos a la hora de interpretar el paisaje urbano, la limpieza de formas, el texto siempre en mayúsculas blancas sobre fondo negro, hacen inconfundible la viñeta de Marín. En algunas ocasiones hasta puede resultar innecesario, por la alta resolución ejecutiva. Hay que señalar que el objetivo profesional inicial de Marín era el dibujo. Con este reto empezó su trayectoria. Y así lo subraya él mismo, cuando reconoce tener una deuda pendiente al respecto.


4.5. Políticos, corrupción y teléfono móvil

La clase política está en el centro de las críticas de la obra de Marín. Isolino impreca hasta a los baches de una maltrecha carretera: «Tremede fochancas, que veñen aí as municipais!», en una suerte de observación quijotesca, en la que los molinos de viento de Alonso Quijano devendrían ahora deleznables socavones. Pero Isolino no es don Quijote, no ve gigantes donde hay molinos. Es un materialista que repara, obviamente, en las fochancas, en los puros baches. Va a haber elecciones y, en Galicia, algunas carreteras locales, difícilmente transitables, con suerte, tienen los días contados: hay que tapar agujeros y ganar votos.

Isolino no perdona los desmanes de los que se lo llevan crudo, de los que meten la mano en la caja, como se evidencia en este diálogo ante la estatua del alcalde “Fulánez”. «Coidas que é un alcalde corrupto?». «Seguro, morreu hai dez anos!». Y una tercera: «Coa campaña electoral hai moitas ceas políticas». «Mentras non sexa a base de chourizos!», sentencia, irredento.

Marín es continuista al fustigar a los políticos profesionales, responsables muchas veces de las atrocidades cometidas con el ladrillo, generador de grandes plusvalías. «Foi un alcalde prevaricador, a súa actuación foi demasiado "edificante"», formula Isolino, en un tan sugerente como paradójico juego de palabras (figura 10).

Ahora el personaje habla con un amigo. Una lancha repleta de personas se acerca a la costa. En primerísimo plano, un individuo con corbata, chaqueta y sombrero, porta un maletín repleto de dinero. Isolino denuncia a su compañero: «De acordo que hai moitos sen papeis, pero máis grave é que hai uns poucos que teñen demasiados».

En otra historia se focaliza la dilapidación de los fondos europeos, que aparecen asociados a un mapa de Galicia, a modo de gran fosa, señalada por Isolino. El lenguaje empleado en algunas viñetas resulta muy revelador. «Os pobres da terra sempre levamos as de perder, agora nos quitan as manifestacións», se queja el personaje de Marín, sentado en un banco con un compañero, mientras contempla una protesta en defensa de las manifestaciones.

El lamento se acidifica cuando unos hombres vestidos con traje y corbata y unas señoras con abrigo largo y bolso de mano enarbolan una pancarta incompleta, en la que se deduce "Zapatero, dimisión". «Nos nosos tempos as manifestacións non tiñan "glamour"», concluye con retranca el viejo Isolino, al advertir la distancia entre los protagonistas de aquella manifestación y los de su etapa en activo.

«Tal e como están as cousas, non sei se declararse republicano pode considerarse inxurias á coroa», reflexiona Isolino, siempre atento a las cuestiones relacionadas con la libertad de expresión. Al respecto, la siguiente viñeta: «Agora a liberdade de expresión é boa», pero Isolino matiza a su amigo: «Aínda que ás veces a expresión da liberdade non o é tanto».

El teléfono móvil tampoco escapa a la crítica. «Ten unha vida sexual moi intensa, non para de falar polo móbil», bromea Isolino con un amigo (figura 11). El primer plano se dedica a un "encorbatado", con gafas, y cigarrillo en mano, que hace uso de él, sentado en un banco. En otra viñeta: «E ti como levas o do sexo?», le preguntan a Isolino. «Ben! Aínda teño boa memoria!», zanja el jubilado.

       
    Figura 11    


4.6. Viñetas recientes: el humorista no pierde comba

Del análisis de viñetas en color posteriores a las recogidas en O lecer de Isolino, comprendidas entre el 22 de abril y el 22 de mayo de 2017, no se desprende una mutación temática, si acaso alguna ampliación, producto de la aparición de nuevas tecnologías, como sucede con el teléfono móvil. Lengua gallega, corrupción, medio ambiente, caciques, sexo o emigración suponen una constante en sus trabajos gráficos.

Las historias de crítica económica y política resultan predominantes. Suman doce de treinta y una, lo que representa un porcentaje del 38,71%, que se eleva casi al 50% si se incluyen las referidas al uso y protección del gallego. En consecuencia, la jerarquización de temáticas sitúa las referidas a políticos, corrupción y lengua gallega en el podio de las preocupaciones del humorista.

Eso sí, Isolino ya no usa su habitual traje de rayas y se ha pasado al color: granate, azul, beis, verde o marrón. Ha transcurrido casi una década, y Marín mantiene sus principios básicos. Si acaso, aumenta más el guión argumental, le da más "carrete" al personaje, que reflexiona con frecuencia, en las treinta y una viñetas analizadas, en un espacio de tres y cuatro líneas (54,84%).

Antes Isolino era más lacónico: optaba a menudo por comunicar en dos líneas, e incluso una le resultaba más que suficiente. Ahora recurre con cierta frecuencia a viñetas más generosas, ocupadas por más de treinta palabras. Excepcionalmente, Marín había dejado que el dibujo hablase por sí mismo y obviado el texto. Cuando Isolino levanta su bandera blanca, en medio de una inundación de rascacielos y automóviles, que lo anulan como peatón, ciertamente, sobran las palabras.

       
    Figura 12    


Marín se mantiene asido a las mismas claves. «Para entender este país, hai que estudar espeleoloxía», sentencia Isolino (29-IV-17, figura 12), y el humorista ejecuta un dibujo con el personaje perplejo, y el índice desplegado, ante un mapa de Galicia socavado, a modo de fosa, que indica bien a las claras su visión actual de un territorio hundido, golpeado por la brutal crisis económica.

El de Isolino es un país bien distinto al que reflejan las estadísticas oficiales y emana de las instituciones de Gobierno. Y no solo. Pero esta impactante viñeta del mapa de Galicia concebido a modo de fosa no es la primera vez que la proyecta. «Velaí os fondos europeos!», había indicado su personaje, años antes, mientras apuntaba con el dedo un tremendo socavón geográfico, de factura prácticamente idéntica, correspondiente a una de las viñetas del libro O lecer de Isolino. El humorista sigue siendo el que era.


4.6.1. Una broma es una cosa muy seria

Marín ha apretado a fondo el botón de la retranca. El 27 de abril de 2017 destina tres líneas a la siguiente reflexión, que un banquero dirige a Isolino: «Se os altos cargos da banca aceptamos unhas xubilacións tan esaxeradas, é polo ben xeral, xa que así mellora a media de todas» (figura 13), en un país cuyas pensiones están entre las más bajas del Estado. Es Marín en estado puro.

La jornada siguiente, el dibujante se defiende ante una presunta crítica externa. Su viñeta (también de tres líneas) tira con bala: «Hai quen opina que o que se di nesta viñeta non son chistes. Non sabedes como llo agradezo» (28-IV-17, figura 14). Está claro que es consciente de que el humor es la cosa más seria del mundo. O, como lo diría Winston Churchill: una broma es una cosa muy seria.

               
    Figura 13         Figura 14    


4.6.2. Explotación y muros invisibles

Isolino está harto y señala de nuevo con su dedo acusador: «Ten unha fundación que prepara para traballar nas súas fábricas aos orfos dos que morren nelas por sobre-explotación» (30-IV-17). De un automóvil con chófer sale el empresario, a quien aquel ayuda a asentar la chaqueta sobre los hombros.

De ronda con un amigo, pasa por delante de un gran logotipo verde en el que se lee «1º de Mayo», que empequeñece los pasos de la pareja, y el perspicaz personaje argumenta: «Cando había traballo, neste día reprimían as manifestacións dos obreiros; agora xa non precisan reprimir, case non quedan obreiros» (1-V-17, figura 15).

Marín, humorista de innegable pupila, no pierde baza e incide una y otra vez en la cuestión social y la explotación laboral. Ese día, su viñeta sí alude directamente a la actualidad diaria. Cuatro días más tarde, resulta sumamente dialéctica. Una pareja circula en un descapotable rojo, ajena a lo que deja a un lado de la carretera. Un mendigo con su perro pide limosna apoyado en un muro; unos niños (uno calzado y otro no) juegan a la pelota entre un cúmulo de residuos. El texto resuelve: «Aínda ninguén se decatou, pero o grande invento do capitalismo son os muros invisibles» (5-V-17).

       
    Figura 15    


Marín recurre de nuevo, a las pocas horas, a la idea del muro. En tres líneas, emplazadas a lo largo de la viñeta, Isolino le da una vuelta al asunto: «Hai gobernantes tan parvos que aínda non se decatan de que para separar pobres e ricos non é preciso levantar muros físicos» (8-V-17). El dibujo refleja una grúa moviendo ladrillos.

Ese mismo día, el 8 de mayo, el siguiente a las elecciones francesas, los humoristas de las páginas de Opinión del periódico, Pinto y Chinto y Andrés Meixide, dedican sus tiras, respectivamente, a Donald Trump y los comicios galos. Marín sigue construyendo historias ajeno a la tiranía que ejerce la rabiosa actualidad, pero no por ello abandona el foco semántico.

El humorista ferrolano abunda en el cambio climático. «E non sabemos que será de nós, no futuro!», le hace saber un amigo a Isolino, quien responde: «E con tanto cambio de tempo, menos!» (7-V-17). El telón de fondo de la viñeta lo comparten las nubes, la lluvia, el viento, que se lleva unas hojas, y el sol.

Las viñetas últimas de Marín suponen una continuidad en el tiempo. Hay coherencia discursiva. Isolino señala ahora con el dedo a un hombre con traje azul, corbata, sombrero, gafas oscuras y bigotito. «Ten moitos complexos, pero a maioría industriais» (11-V-17, figura 16), observa, mientras al fondo de la viñeta dos chimeneas proyectan una nube de gases a la atmósfera.

       
    Figura 16    


4.6.3. Vuelve la corrupción

En realidad, la denuncia de la corrupción nunca caducó en la obra gráfica de Marín, como puede constatarse en el análisis de las viñetas del libro O lecer de Isolino y en la reiteración de la crítica a este fenómeno en los tiempos que corren.

Isolino contraría totalmente a un "encorbatado" que pronuncia un discurso desde un atril. No se dice de qué habla pero, observándolo, en compañía de un amigo, le responde: «E a proba de que hai moita corrupción é que moitos "responsables" afirman que xa non hai corrupción» (4-V-17).

Diez días después, La Voz de Galicia publica otra viñeta suya sobre corrupción: «A xente vai decatándose de onde están os corruptos», le dice un amigo a Isolino. Y le responde: «O malo é que tamén van afacéndose a convivir con eles» (14-V-17). Entre ambos, aparece un recurrente personaje con abrigo, corbata y sombrero.


4.6.4. La guerra y el sexo

Marín no pierde baza. Enfoca ahora los temas de actualidad con el mismo prisma que hace casi una década. A propósito del conflicto sirio, introduce la cuestión de la irracionalidad de la guerra. «Os humanos somos animais racionais que con frecuencia perdemos a razón!» (3-V-17, figura 17), argumenta Isolino, quien deja detrás una escena de bombardeos con gases prohibidos, donde aparecen un muerto y un rescatador con máscara, que porta en brazos a una persona abatida.

La temática bélica incluye también al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a quien dedica la siguiente observación, con una bomba de fondo: «Vai pasar á historia como o gobernante coa bomba máis grande e o cerebro máis pequeno do mundo» (22-V-17).

Un diálogo de veintidós palabras entre Isolino y su compañera deja bien claro que el tiempo pasa factura: «Perdemos poder adquisitivo, sobe a electricidade, o butano e os impostos, os bancos…», comenta el personaje a su mujer en la cama. Ella zanja la farragosa explicación: «Cala xa! A ver cando o fas doutro xeito» (11-V-17).

Pero cuidado con los excesos físicos. «Será bo reflexionar, pero eu, cos anos que teño, non estou para facer máis dunha flexión» (25-IV-17), comenta un esforzado Isolino, que suda la gota gorda mientras se ejercita, tendido en el suelo.

           
    Figura 17     Figura 18    


4.6.5. Libertad de expresión y lengua gallega

Freud observó que el humor es la manifestación más elevada de los mecanismos de adaptación del individuo. Marín acaso hace buena esta percepción. «Teño que ter coidado co que digo, non me vaian denunciar por apoloxía do humorismo» (2-V-17, figura 18), reflexiona Isolino, mientras le pasa por delante un payaso, detenido por dos policías. Como en otras ocasiones, la temática no es exactamente del día, pero la crítica a la llamada ley mordaza está bien presente.

Isolino retoma la ofensiva en defensa del gallego con tres viñetas a propósito del Día das Letras Galegas, publicadas el 15, el 16 y el 17 de mayo. En la primera, Marín reflexiona ante una lengua gigante que sale de una boca enorme: «É a nosa, pero moitos prefiren facer esforzos para ignorala e non para aprendela!» (15-V-17). Mantiene la idea al día siguiente, y esa misma lengua se prolonga aún más desde la boca de un personaje que ahora asoma ya la nariz: «Mira que é grande a nosa lingua, e podemos perdela por non decatarnos» (16-V-17), incide Isolino. La serie termina el día de la jornada festiva: «Hoxe é 17 de Maio, pero mañá non debe ser menos» (17-V-17), propone el reivindicativo personaje de Marín, ante las vicisitudes del gallego.


4.6.6. El "lado malo"

La intensidad crítica actual (22 abril-22 mayo 2017) no es desde luego novedosa, respecto a los dibujos del libro O lecer de Isolino. De esa época es la siguiente viñeta dialogada: «Din que a terra vista dende o espazo é preciosa», comenta un amigo a Isolino, quien responde: «Como que dende alí non se ven as inxustizas». A Marín, los árboles no le impiden ver el bosque.

En otra viñeta, también de esta etapa, Isolino lo tiene claro: «O mundo da moitas voltas», le sugieren, y sentencia: «Pois a nós sempre nos toca o lado malo». El escepticismo "retranqueiro" es también moneda de curso corriente. Isolino mira por un microscopio y adjunta: «É que din que a felicidade está nas cousas pequenas».

El lado malo, sí, le ha tocado a las clases populares. «Esta era unha terra de labregos, mariñeiros e emigrantes. Quedou nunha terra de emigrantes», sentencia Isolino (9-V-17, figura 19), mientras señala a un grupo de seis personas, que se marchan de Galicia, esta vez con maletas de ruedas y mochilas, para ganarse el sustento. Todo muy moderno.

       
    Figura 19    


5. ¿Risas o sonrisas?

Sostiene Max Scheller que el hombre es el único animal que ríe, a lo que Bergson hace algunas puntualizaciones en su ensayo sobre la risa, que conviene incorporar. Considera que así como varios filósofos han definido al hombre como un animal que sabe reír, también podrían haberlo definido como un animal que hace reír, pues si algu´n otro animal lo consigue, o algu´n objeto inanimado, es por un parecido con el hombre, por la marca que este le imprime o el uso que hace de e´l (1986: 50).

No hay comicidad al margen de lo propiamente humano. Un paisaje podra´ ser hermoso o feo, pero nunca risible. Nos reiremos de un animal, pero porque habremos descubierto en e´l una actitud o expresio´n humana. A mayor abundamiento, Bergson ejemplifica que cuando nos reímos de un sombrero no lo hacemos de un trozo de fieltro sino de la forma caprichosa que le han dado unos hombres.

La insensibilidad suele acompan~ar a la risa, sostiene el filósofo francés. Su mayor enemigo es la emocio´n. No quiere decir que no podamos rei´rnos de una persona que nos inspire piedad, y aun afecto; pero será menester que en ese caso olvidemos por unos instantes ese cariño y hagamos callar esa piedad. Observa que es probable que en una sociedad de inteligencias puras no se llorase, pero sí se riese, mientras que entre almas sensibles en las que todo suceso produjera un eco sentimental, no se conocería ni entendería la risa. Para Bergson, lo cómico exige algo asi´ como una momentánea anestesia del corazo´n, para dirigirse a la inteligencia pura (1986: 50).

Las viñetas del Isolino de Marín, más que risas, despiertan sonrisas, aunque ambas, risas y sonrisas, revelarían en todo caso rasgos esenciales de humanidad. Es un humorista de alta sensibilidad social y, en consecuencia, detectado y sentido por personas que responden a la categoría de sensibles; es decir, siguiendo los argumentos de Bergson, probablemente no serían tanto de reír como de sonreír. Marín provocaría sonrisas de clase (social), porque no estamos, obviamente, ante una sociedad de inteligencias puras (que Bergson asocia más a la risa). Suscitaría sonrisas cómplices que celebran una ironía dirigida contra el caciquismo y el establishment.

Algunos estudiosos de la cuestión de la risa y la sonrisa han puesto de relieve que también los simios sonríen, o por lo menos hacen una mueca susceptible. En cualquier caso, con seguridad no lo harían con una viñeta de Marín, aunque Isolino, de pronto, saliera de la viñeta y arrancase a hablar.

Un individuo controla normalmente su cuerpo y lo utiliza como instrumento físico y también como vehículo de expresión. Las manos se pueden emplear para el manejo de una herramienta o un arma y para realizar gestos que indiquen enfado, deseo, voluntad de aplacamiento o muchas otras cosas. Ambos tipos de uso presuponen una conciencia: el individuo, cuando usa sus manos, de uno u otro modo, sabe lo que hace... Un animal carece de esa conciencia (Berger, 1998: 92).

En el caso de Marín concurre una doble circunstancia: el humor que dimana de las viñetas que ejecutan sus manos es herramienta y arma defensiva al mismo tiempo. Los seguidores del personaje celebran la conciencia crítica de quien no baja la guardia. Isolino suscita indignación lógica e ideológica. Ambas confluyen en el río creador del humorista galaico.


6. En las antípodas de la abstracción

Los dibujos del Isolino de Marín resultan aristados cuanto recrea una ciudad. Los paisajes urbanos, edificios, fábricas y demás edificaciones devienen moles abrumadoras que asoman por todas partes. Invaden el paisaje y, desde luego, las muchas veces tranquilas reflexiones del personaje. En contraste, Isolino, amigos y compañeros responden a formas más amables. No hay "cabezas cuadradas". Aunque, en rigor, se puede contabilizar una: Isolino denuncia la ludopatía, con un encorbatado que, en vez de cara, lleva una máquina de juego de azar, con tres cerezas en raya (figura 20).

El lenguaje de las viñetas, de temática variada pero de honda raigambre político-social, está comprometido con las aguas diáfanas de una izquierda irredenta. Isolino es un inconformista. Cuando utiliza palabras y expresiones como «inxustiza», «pobres da terra», «capitalismo», «nós», «a terra para quen a traballa», o pinta encorbatados con el dinero en fuga o prevaricando, el humorista se sitúa en las antípodas de la abstracción que, por otra parte, en ningún momento ha pretendido.

La forma de vestir, las ropas, definen las clases sociales en las viñetas de Marín. El "malo", el sospechoso, lleva traje, corbata, ataché, gafas oscuras, sombrero y bigote de corte franquista o hitleriano. Las señoras que desagradan a Isolino visten abrigos largos, portan bolsos de mano y lucen alguna que otra joya.

       
    Figura 20    


7. Conclusiones

Marín inscribe su discurso gráfico en un marco social en el que actúan explotadores y explotados. Vencedores y perdedores. Las viñetas de Isolino obran siempre a favor de los segundos. El humorista ferrolano, en rigor, pone voz a los que con frecuencia no disponen de los canales adecuados para quejarse, protestar o reclamar una existencia más justa. Isolino emplea la "retranca" y usa la lengua gallega como elemento irrenunciable e identificador. En la última etapa analizada es incluso más locuaz. Marín recurre mayoritariamente a viñetas de tres y cuatro líneas (54,84%). La defensa de la libertad de expresión, la denuncia del expolio industrial y paisajístico de Galicia, de la corrupción o los ritmos vitales que marca la sociedad actual, así como la crítica a las políticas caciquiles, representan un potencial explosivo de primer orden, si no fuera porque su fino periscopio social supone un antídoto contra el entusiasmo ciego. Las viñetas analizadas en este trabajo sobre Isolino, unas del libro O lecer de Isolino (2008) y otras de este año (abril-mayo 2017), ponen de relieve que Xaquín Marín, pasada casi una década, mantiene la misma tonalidad crítica con el poder y sus gestores. Una constante de defensa de los más desfavorecidos, e insiste prácticamente en el mismo haz temático. Las ideas y puntos de vista son coherentes y recurrentes: permanecen intactos, aunque con los años adiciona problemas sociales, relacionados con la aparición de nuevas tecnologías. Marín no pierde comba. Es cierto que alguna viñeta repite planteamiento, como ese mapa de Galicia socavado a modo de fosa, tan válido para denunciar un país hundido como el destino de los fondos europeos. El humorista trabaja siempre con Galicia en el frontispicio de su trazo humorístico. Sus caricaturas actúan en un medio donde el poder no trata bien a los ciudadanos, donde se palpa la desigualdad. Donde la apuesta por un determinado modelo de desarrollo, que altera el planeta, hace poco agradable la vida a los que menos tienen. La obra gráfica de Marín revela una concepción del mundo crítica y solidaria, impregnada de alto compromiso social.

8. Bibliografía

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BERGER, P. L. (1988): Risa redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana, Barcelona, Kairós.

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CURRAN, J. (2005): Medios de comunicación y poder, Barcelona, Hacer.

FERNÁNDEZ DE LA VEGA, C. (2009): O segredo do humor, Vigo, Galaxia.

FERREIRO, C. E. (1989): Longa noite de pedra, Madrid, Akal.

GOMIS, L. (1991): La teoría del periodismo. Cómo se forma el presente, Barcelona, Paidós.

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MARÍN, X. (2008): O lecer de Isolino, Ferrol, Embora.

MATTELART, A. (1998): La mundialización de la comunicación, Barcelona, Paidós.

Creación de la ficha (2017): Luís Villamor. Revisión y corrección de Félix Caballero, Féiix López y Alejandro Capelo. Edición de Manuel Barrero · Imágenes proporcionadas por el autor del texto.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Luís Villamor Canelas (2017): "Rebeldía y retranca en el Isolino de Xaquín Marín", en Tebeosfera, tercera época, 4 (18-IX-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/rebeldia_y_retranca_en_el_isolino_de_xaquin_marin.html