REESCRITURA Y PUESTA EN IMÁGENES DE UNA NOVELA INTIMISTA
BUENOS DÍAS, TRISTEZA DE FRANÇOISE SAGAN ADAPTADA AL CÓMIC POR FRÉDÉRIC RÉBÉNA
Introducción
La narrativa del cómic y la de la novela están estrechamente vinculadas ya que «uno de los orígenes de la historieta se encuentra en la literatura de la que surge como ilustración…» (Altarriba, 2009). Quizá por ello, trasladar el contenido, parcial o total, de una novela a la secuencia de imágenes fijas del cómic, ha sido objeto de una ingente producción editorial, tal y como puede verse en la página web bdtheque, que a día de hoy registra la publicación, en Francia, de 1.159 cómics adaptados a partir de obras literarias, tanto clásicas como contemporáneas.
Si bien el flujo de obras literarias adaptadas al cómic es de notable caudal, no existe la correspondencia inversa. Sea por razones históricas o culturales la adaptación de cómics a la novela es prácticamente inexistente (Baetens, 2020: 6). Sin embargo hay excepciones como la de Ulysse Terrasson (Montpelier, 1995) que tuvo a bien novelizar el cómic Une nuit à Rome (Bamboo, 2012-2013) de Jim —seudónimo de Thierry Terrasson—, (Niort, 1966).
La adaptación del cómic a formato cinematográfico es un proceso que va de imagen a imagen, mientras que en la novela adaptada desde un cómic se procede a la descomposición de la imagen para dejar paso a la palabra. Quizá el impacto de la imagen fija del cómic impone al escritor una estética tan definida que hace innecesaria, o le dificulta, la descripción verbal creativa propia de la novela. Novelizar un cómic haría que la palabra perdiera su ambigüedad como significante, especialmente, en un modo de expresión donde lo abstracto del lenguaje domina sobre la especificidad que se da en la imagen narrativa, ya sea esta hiperrealista o imprecisa.
Tampoco es frecuente la auto adaptación de cómics a la literatura.
En el caso de Rodolphe Töpffer, el inventor del cómic en el sentido moderno del término, va de la imagen al texto. En 1840, el autor suizo vuelve a redactar bajo el formato de novela una de sus historias en estampas, “Voyages et aventures du Dr Festus”[1] (Jan Baetens, 2020: 7).
Este ejemplo prematuro de adaptación de la imagen al texto por parte de Rodolphe Töpffer (Ginebra, 1799 - ibidem 1846) no ha tenido continuación en épocas posteriores, salvando algunos casos aislados como el de Jean Claude Denis (París, 1951) que auto adaptó su cómic Quelque jours à Amèlie (Dupuis, 2002) al formato de novela.
El cómic y la novela tienen en común la vocación de narrar historias, pero el primero trata de hacer visible lo que las palabras de la segunda sugieren. La adaptación de obras literarias al cómic se efectúa en todo tipo de género, destacando el de aventuras, el policiaco o el de ciencia ficción porque eran temáticas habituales en los primeros tebeos. Sin embargo, no existía una tradición de cómics autobiográficos o intimistas, por lo que las novelas con este tipo de relato no fueron susceptibles de ser trasladas a un lenguaje en el que la imagen tuviera un papel primordial.
En la medida en que el cómic incorpora argumentos en los que se tiene en cuenta tanto la interioridad de los personajes como sus peripecias, se propicia la adaptación de obras literarias en las que el pensamiento, la reflexión y la intimidad son aspectos fundamentales. Un ejemplo de este tipo de relato es la novela Buenos días, tristeza de Françoise Sagan (Cajar 1935 - Équemauville 2004) que ha sido adaptada al cómic por Frédéric Rébéna (Clemont de l’Oise, 1965).
En este ensayo se analiza la adaptación que Frédéric Rébéna ha hecho de Buenos días, tristeza sin pretender establecer un baremo con el que confirmar la precisión de la adaptación, sino, más bien, apreciar hasta qué punto el cómic captura el ambiente en que se desarrolla el relato y cómo capta la esencia de la obra original. Se valora, por tanto, la adaptación en sí misma, sin que se establezca un estado de sumisión del cómic hacia la obra literaria adaptada.
Una novela polémica
En 1954, Éditions Juillard publica una novela de una desconocida joven de dieciocho años, Françoise Sagan, que tiene una gran repercusión social: Bonjour Tristesse (Buenos días, tristeza). Esta arriesgada apuesta se debe al editor Réne Juillard (Ginebra 1900 - París 1962) que confía en la promoción de jóvenes talentos surgidos tras la Segunda Guerra Mundial. Si bien esta obra es reconocida por una gran parte del público, otra parte la considera banal e incluso, los más descontentos, se preguntan «¿Cómo una jovencita puede hacer una apología de la pereza y del amor libre [en una novela]?». Desde Figaro, el premio nobel de literatura, François Mauriac, se refiere a la joven escritora como «pequeño monstruo encantador». El extraordinario éxito de Buenos días, tristeza traspasa las fronteras francesas, traduciéndose a más de una veintena de idiomas, y aparece el denominado “fenómeno Sagan” que provoca que un elevado número de jóvenes mujeres envíen a las editoriales del país manuscritos sobre temas más o menos escabrosos (Bessard-Banquy, 2014: 76-77).
La trama de la novela Buenos días, tristeza, no reviste excesiva complejidad. Cécile, joven de dieciocho años, pasa sus vacaciones de verano, junto a su viudo padre, Raymond, y su última amante, Elsa Mackenbourg, en una mansión de la Riviera francesa. Cécile establece lazos amorosos con un joven estudiante de derecho, Cyril, que también está de vacaciones en una villa próxima. La llegada de Anne Larsen, mujer madura, inteligente e independiente, provoca la intranquilidad de Cécile, que se materializa cuando su padre le anuncia que va a contraer matrimonio con ella, después de deshacerse de su última amante. Cécile no soporta la idea de que Anne sea su madrastra pues conoce su severo carácter, por lo que concibe un plan para hacer fracasar los planes de boda. Sin embargo, ella no prevé las trágicas consecuencias que tendrá la puesta en marcha de su proyecto.
Buenos días, tristeza es una obra profundamente literaria que existe por y en la palabra. Una edición con ilustraciones acompañando al texto de Françoise Sagan sólo tendría una función estética porque esta novela está escrita para evocar. No para visualizar un discurso lingüístico que opera directamente en la conciencia del lector a base de introspectivos recitativos. No obstante, el relato en sí mismo presenta las suficientes características narrativas para convertirse en imagen. De hecho fue llevada al cine, en 1958, por Otto Preminger e interpretada por Jean Seberg (Cécile), Deborah Kerr (Anne Larson), David Niven (Raymond), Mylène Demongeot (Elsa Mackenbourg) y Geoffrey Home (Cyril) en los papeles principales. El resultado de la versión cinematográfica de Buenos días, tristeza decepciona a Françoise Sagan debido, especialmente, a que el tratamiento demasiado unidimensional del personaje de Cécile oculta su íntima complejidad (Le résultat la déçoit, en raison notamment du traitement trop unidimensionnel de Cécile, dont la complexité intime lui semble occultée) (Roux, Baptiste, 2014: 547).
La novela Buenos días, tristeza está dividida en dos partes que contienen seis capítulos la primera y doce la segunda, lo que hace un total de dieciocho capítulos. En la edición francesa, el número de páginas por capítulo varía entre tres y quince.
De la novela al cómic
El cómic de Buenos días, tristeza de Frédéric Rébéna no tiene en cuenta la división capitular y presenta la adaptación como un continuus, en el que las viñetas se suceden sin que haya una separación o pausa en el relato. No existe una distribución homogénea del número de páginas del cómic para cada uno de los dieciocho capítulos de la novela —en edición original francesa—, sino que cada capítulo tiene una extensión variable en función de las necesidades narrativas (gráfica 1). Así, existen capítulos completos de la novela que no se han tenido en cuenta en la adaptación al cómic y se han añadido secuencias de viñetas que no figuran en la obra original.
Gráfica 1 | Gráfica 2 |
Del mismo modo que tampoco existe una correlación entre el número de páginas de cada capítulo de la novela —en edición original francesa—, y el número de páginas del cómic (gráfica 2).
La composición de planchas con pocas viñetas —la mayor parte de las páginas tienen entre 4 y 6 viñetas— junto al sencillo dibujo de Rébéna, contribuyen a que la imagen se incorpore al relato de forma natural, de modo que lo visual complemente a lo sugerido en el texto. Se trata de evitar la construcción de estructuras gráficas complejas y recargadas que impidan apreciar el flujo textual que nace de la escritura de Sagan.
En este artículo se utiliza, mayoritariamente, la versión de Buenos días, tristeza en castellano. Para la novela se emplea la edición de 2022 publicada por Tusquets, con traducción de Javier Albiñana Serain, y para el cómic aquella de la Editorial Planeta, 2020, con traducción de Albert Agut Iglesias. Las ediciones en lengua francesa, empleadas puntualmente, son la de Editions Pocket, 2012, para la novela, y la de Editorial Rue de Sèvres, 2018, para el cómic.
Retratos
Cuando un personaje de cómic surge de una obra literaria, las palabras dejan de ser un significante y se transmutan en una imagen vibrante que transmite vida y crea un efecto de emoción. El dibujo trasciende su propio significado, se convierte en el reflejo especular de la personalidad de un ser de ficción que existe en consonancia con su original literario. Se trata pues de conservar la esencia de cada personaje de la obra origen en su representación figurativa.
Por tanto, la apariencia de un personaje de cómic debe encarnar con naturalidad y armonía todas las sensaciones y emociones que se desprenden de sus vivencias. Las palabras danzando sobre su imagen, en globos de diálogo o en cartuchos recitativos, son su medio de comunicación pero, además, el lenguaje facial y corporal que emana de su figura va a completar su retrato para desvelar su intimidad y sus sentimientos más profundos.
En la obra Buenos días, tristeza el número de personajes es escaso, prácticamente se limita a cinco; además, estos se mueven, en la mayor parte del relato, en un espacio reducido. En la novela se desarrollan largos pasajes textuales de gran intensidad, que en la traslación al cómic se condensan gracias a la interacción de imagen y palabra.
A continuación se va a describir algunas de las particularidades, físicas y mentales, de los cinco personajes que deambulan por el texto de Françoise Sagan con referencias a su personificación gráfica en el cómic.
Cécile
«Aquel verano yo tenía diecisiete años y era completamente feliz» (Sagan, 2022 (1995) : 13). Esta breve frase, que inicia el segundo párrafo del primer capítulo del libro Buenos días, tristeza, es uno de los datos que Cécile da sobre su propia persona. (Sagan, 2012 (1954) : 13). Rébéna reescribe este texto en el cómic del modo siguiente «¿Yo podía seguir siendo feliz? Feliz como al principio de aquel verano. Acababa de cumplir 17 años» (Rébéna, 2020 : 16).
La pregunta inicial que Rébena añade al texto de Sagan «¿Yo podía seguir siendo feliz?» resume, en cierta medida, el sentimiento de tristeza que la protagonista expresa en el primer párrafo del libro:
A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan sólo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento. Hoy, algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás. (Sagan, 2012 (1954): 13)
Al leer este pasaje se percibe que algo grave ha ocurrido, pero se desconoce cuál es la causa de la tristeza de Cécile. El lector tendrá que esperar hasta los dos últimos capítulos de la novela para que lo acontecido le sea revelado, pues se trata de un hecho ocurrido en el pasado. Sin embargo, Rébéna no desea crear un ambiente de intriga, sino que desvela, crudamente, desde el inicio del cómic el germen de la tristeza de la protagonista. Por ello, la frase «¿Yo podía seguir siendo feliz? Feliz como al principio de aquel verano», que figura en el cómic, está más que justificada porque se trata de un texto basado en la causalidad.
«El amor al placer, a la felicidad, representa el único aspecto coherente de mi carácter» (Sagan, 2022 (1954): 64). «Idealmente, proyectaba una vida de abyección y libertinaje» (Sagan, 2022 (1954): 33). Esta despreocupada autodefinición de la personalidad de Cécile, descrita en la novela, contrasta con la tristeza que este personaje transmite a lo largo del cómic. Al desvelar, desde el inicio de la adaptación gráfica, el porqué de la tristeza de Cécile, Rébéna dota a la protagonista de un espesor que permite calibrar mejor cada una de sus acciones.
El aspecto físico de Cécile no se puede esbozar a partir de sus monólogos internos, sino que se deducen a través de los comentarios de su padre Raymond y de Anne Larsen. En ambos casos, se resalta la extrema delgadez de su figura: «¿Por qué eres tan desgarbada, mi amor? Pareces un gatito salvaje. Me gustaría tener una hija guapa y rubia, un poco llenita, con ojos de porcelana y…» (Sagan, 2012 (1954): 19), «parece[s] un pollo vaciado y asándose al sol» (Sagan, 2012 (1954): 85) le dice su padre; «deberías engordar tres kilos para estar presentable. Tienes las mejillas hundidas y se te marcan las costillas. Ve a buscar pan con mantequilla [para desayunar]» le apremia Anne Larsen (Sagan, 2012 (1954): 36).
En este cómic, de estilo realista, se tiene obligatoriamente que mostrar el aspecto físico de Cécile, lo que hace innecesaria cualquier descripción literaria de su imagen; sólo se hacen dos referencias comparativas de su figura. En la primera, por parte de su padre, se la equipara a un felino “pareces un gato callejero” (Rébéna, 2020: 18) y en la segunda, por parte de Cyril, se la asemeja a los despojos de un barco naufragado. En este último caso, al joven le sorprende la inmovilidad de Céline acostada sobre la arena de la playa y le pregunta, en la novela, «Etes-vous morte? De loin, vous aviez l’air d’une épave, abandonnée…» (Sagan, 2012 (1954): 20). En el cómic en francés se recoge exactamente la misma frase pero el trato de usted deja paso al tuteo, más actual entre jóvenes (Rébéna, 2018: 33). Sin embargo, tanto en la traducción de Albiñana de la novela como la que figura en el cómic, el sustantivo “épave” se traduce como “náufrago”: «¿Estás muerta? De lejos pareces un náufrago abandonado…» (Sagan, 2022 (1954): 20) (Rébéna, 2020 :29). La comparación del delgado aspecto físico Cécile con un náufrago abandonado parece menos afortunada que cuando se la compara con un barco naufragado (figura 1).
Figura 1: Ciryl compara la figura de Cécile con la de un barco naufragado (Bonjour tristesse, Rue de Sèvres, 2018: 33). |
No todos los comentarios sobre la belleza de Cécile son desfavorables; Anne elogia el bronceado de su piel por los baños de sol (Sagan, 2012 (1954): 25) y Raymond se enorgullece que ella haya heredado la forma de los ojos y la boca de él (Sagan, 2012 (1954): 31). Estos dos comentarios no figuran en el cómic pero el dibujo y el color los hacen innecesarios.
El rostro de una persona no es inmutable, varia de la noche al día, cambia según su estado de ánimo y la actividad realizada; el cansancio y el agotamiento puede alterarlo temporalmente. Una larga noche consumiendo alcohol hace que Cécile se vea a sí misma distinta. Pero ¿cómo reflejar la fatiga en un texto como el siguiente?
El espejo me devolvía un triste reflejo, me apoyé en él: unos ojos dilatados, la boca hinchada, un rostro desconocido, el mío… ¿Serían esos labios, esas proporciones, esos odiosos y arbitrarios límites la causa de mi debilidad y cobardía? Y si estaba limitada, ¿por qué lo advertía de un modo tan evidente, tan contrario a mi manera de ser? Me complací detestándome, odiando aquel rostro de lobo, hundido y arrugado por la disipación. Me puse a repetir esa palabra, sordamente, mirándome a los ojos y de pronto me vi sonreír. (Sagan, 2022 (1954): 62)
Las pocas palabras que Rébéna utiliza para acompañar a las tres viñetas que componen la representación gráfica de esta escena, plasma adecuadamente el texto de Sagan. «Esa boca… Esa cara desconocida. Esas proporciones arbitrarias y reducidas… Perdida… Perdida… ¿Y sonríes? Triste reflejo» (Rébéna, 2020: 62). Sin embargo, hay que señalar que el sustantivo que Cécile se repite así misma, en el original francés, es “débauchée”, que Albiñana ha traducido por “disipación” y en el cómic Albert Agut ha traducido por “perdida”; si bien ambas palabras tienen la connotación de conducta inmoral, la segunda posee otras acepciones que pueden confundir al lector y quizás hubiera sido mejor, en el cómic, emplear otro sustantivo como, “depravada” (figura 2).
Figura 2: Estado de ánimo de Cécile tras una noche de alcohol (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 62). |
Para esta escena, Rébéna ha preferido mostrar una doble imagen de Cécile —en un espejo la vemos frontalmente al tiempo que nos da la espalda—, en tres planos: americano, medio y primer plano, consecutivamente. En la primera viñeta los ojos hinchados se muestran como manchas y en la última se detalla ligeros pliegues que explicitan el agotamiento. Los sencillos rasgos que el dibujante ha otorgado a Cécile son suficientes para expresar su estado de ánimo. A pesar de las frases “¿Y sonríes?” en el cómic y “y de pronto me vi sonreír”, en la novela, la sonrisa no se dibuja en la expresión facial de Cécile, más bien se transforma en una mueca que encarna su anhelo autodestructivo en consonancia con la expresión de los ojos; una sonrisa abierta, en el cómic, hubiera desequilibrado la emoción que se intenta transmitir.
Finalmente, no sabemos hasta qué punto el retrato de Cécile en el cómic se asemeja a la imagen que Sagan concibió para su protagonista, pero Rébéna la presenta con un aspecto que podría ser acorde con la descripción literaria: cuerpo tipo reloj de arena, silueta estilizada y delgada, rostro ovalado y de cabello negro cortado a lo garçon.
Anne Larsen
Si hubiera que definir con una sola palabra la apariencia física de Anne en el cómic esta sería: elegancia. Rubia, de esbelta figura y con un deslumbrante rostro, en el que resalta la mirada inquisitiva y severa, es la apariencia que Rébéna le concede a partir de las breves descripciones que aparecen desperdigadas en la novela.
Anne seguía llevando el albornoz: se lo quitó tranquilamente, ante nuestras miradas observadoras, y se tumbó. Esbelta de cintura, de piernas perfectas, sólo podía reprochársele alguna leve estría en la piel, resultado sin duda de años de constante cuidados y atenciones (Sagan, 2022 (1954): 39). Sus ojos eran de un color azul oscuro (Sagan, 2022 (1954): 53). A los cuarenta y dos años [Anne] era una mujer muy seductora, con un hermoso rostro altivo y hastiado, lleno de indiferencia (Sagan, 2022 (1954): 18). Cuando me fijé en Anne y vi sus arruguillas en la comisura de los ojos y el leve pliegue en la boca, me sentí mal (Sagan, 2022 (1954): 113).
Figura 3: Anne Larsen, en primer plano, junto a Cécile (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 32). |
Rébéna presenta a Anne como una mujer madura, plena de belleza, en la que no hay trazas de pliegues en la piel junto a los ojos de color azul oscuro o en la boca (figura 3). Si bien en la novela no hay datos que confirmen el color de su cabello, Rébéna la dota de un hermoso cabello rubio que enmarca su bello rostro. Pero es sobre todo la elegancia de su figura y de sus modales lo que aproxima el retrato de Anne, en el cómic, a la imagen que se desprende de las palabras de Sagan.
Todo en ella [Anne] denotaba una voluntad constante, una serenidad de ánimo que intimidaba. Con ser divorciada y libre, no se le conocía ningún amante. Además, no teníamos las mismas relaciones; ella alternaba con gente fina, inteligente, discreta, y nosotros [Cécile y su padre] con gente bulliciosa, sedienta, a quien mi padre sólo exigía que fuese guapa y divertida. Creo que nos despreciaba un poco a mi padre y a mí por nuestra afición a las diversiones y trivialidades, como desprecia todo exceso. (Sagan, 2022 (1954): 18-19)
En este fragmento de la novela se dan algunas de las cualidades de la personalidad de Anne. Aunar el carácter de este personaje en una efigie que exprese vivamente tanto la severidad como el dolor no es una tarea fácil, ya que la fuerza de este interesante personaje radica en su forma de ser, en su modo de expresarse y en su capacidad intelectual y profesional. Estas características la definen como un modelo de mujer autosuficiente, dueña de una empresa de costura, económicamente independiente, que cree en la “cultura del esfuerzo” basada en la educación y que controla su libertad para establecer vínculos sociales y emocionales más allá de la época en la que vivió.
La profesora de literatura francesa en la Universidad de Oxford, Ann Jefferson (Reino Unido, 1949), considera a Anne Larsen como un personaje que encarna a la “Mujer independiente” de Beauvois y lo contrapone con el de Cécile que rechaza todo, incluso la independencia:
Cécile no vive su adolescencia con este sentimiento de opresión existencial descrito por [Simone de] Beauvoir, sino que ella parece rechazar con energía la imagen de la mujer independiente, encarnada en este caso por Anne Larsen…[2] (Jefferson, A. 2014: 75)
Raymond
«Mi padre tenía cuarenta años y era viudo desde hacía quince. Era un hombre todavía joven, lleno de vitalidad […] Se dedicaba a complicados ejercicios con las piernas para eliminar un amago de barriga incompatible con sus condiciones de Don Juan» (Sagan 2022 (1954): 13-15). Este escueto texto es una de las pocas descripciones del físico de Raymond, que aparece en el relato original. Además, se indica que «le brillaban los ojos oscuros, con graciosas arruguillas que acentuaban las comisuras, y encogía levemente la boca» (Sagan, 2022 (1954): 20).
Raymond es un exitoso hombre de negocios en el sector de la publicidad. Su personalidad ejemplifica al casanova que necesita la continua presencia de una mujer en su vida, pero que no duda en cambiarla «¡cada seis meses!» (Sagan 2022 (1954): 14). «Rechazaba por sistema las nociones de fidelidad, de seriedad de compromiso» (Sagan 2022 (1954): 20). Según su hija era «bueno, generoso, alegre y cariñoso [con ella]. No cabía imaginar mejor amigo ni más jovial» (Sagan, 2022 (1954): 14), pero también “era débil, frívolo, pasivo a ratos” (Sagan, 2022 (1954): 27).
Rébéna, en el cómic, eleva la edad del padre de Cécile hasta los cincuenta años, quizá para adaptarse a la del envejecimiento actual de la población, y lo retrata con una figura atlética, cabello castaño, ojos grises, elegante y con el atractivo propio de un hombre de la mitad del siglo XX. Sin embargo, en una ocasión él se refiere a sí mismo, irónicamente, como si fuera un hombre viejo (Sagan, 2022 (1995): 20) o como un anciano reumático (Sagan, 2022 (1995): 52). Quizá por estas referencias sarcásticas, en el cómic se representa a Raymond con el rostro surcado por finas arrugas (figura 4).
Figura 4: Raymond ejemplifica a un casanova de mediados del siglo XX (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 96). |
Elsa Mackenbourg
Françoise Sagan apenas dedica espacio para la descripción física de Elsa, tan solo cita que es «alta y pelirroja» (Sagan, 2022 (1954): 14), que tiene unos «bonitos ojos verdes» (Sagan, 2022 (1954): 93) y que tiene veintinueve años (Sagan, 2022 (1954): 37). Con sólo estos dos adjetivos descriptivos y con la edad, Rébéna representa gráficamente la apariencia de Elsa, añadiendo otros elementos físicos señalados indirectamente por Cécile cuando su padre, Raymond, le juzga su extrema delgadez: «¿me preferirías redondita como Elsa? Me pregunto qué le ves […] aparte de los pechos y el trasero» (Rébéna, 2020: 18).
En la novela se alude, en varias ocasiones, que los baños de sol enrojecían la piel de Elsa y que «acababa pelándose entre tremendos dolores», sin embargo en el cómic es la propia Elsa la que describe su estado dermatológico, «no me mires, estoy horrible. El sol me ha comido literalmente […] Parezco un pimiento. Me voy a repelar como un papel pintado viejo […] Tengo la piel en carne viva» (Rébéna, 2020: 19). Pese a que este texto, exclusivo del cómic, apoya el texto de Sagan, Rébéna dibuja esta escena —cargada de una sensualidad inexistente en la novela—, con gran benevolencia hacia la figura de Elsa, que siempre mantendrá su encanto físico a lo largo de la narración (figura 5). Sin embargo, Rébéna permanece fiel al relato de Sagan cuando se trata de poner en evidencia las carencias de Elsa: «Yo aceptaba la presencia de Elsa, entre bella y mundana, completamente inofensiva» (Rébéna, 2020: 22).
Figura 5: Elsa Mackenbourg en una escena inexistente en la novela de Sagan (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 19. |
Cyril
Este personaje de la novela Buenos días, tristeza interpreta el importante papel de ser la pareja de Céline, pero carece de un carácter fuerte y, en ocasiones, queda relegado a ser una marioneta en manos de ella. Desde, el primer encuentro entre los amantes, Céline se entera que él «era estudiante de derecho y pasaba las vacaciones con su madre en una casa cercana. Tenía un rostro latino, muy moreno, muy abierto con algo equilibrado, protector, que me gustó […] Era alto y a ratos guapo, de una belleza que inspiraba confianza» (Rébéna, 2020: 16) .
Mas adelante añade que él «era ancho de hombros» (Rébéna, 2020: 38). Si bien este último detalle del físico de Cyril parece coincidir con la figura que se le confiere en el cómic, Rébéna no toma en consideración todos los caracteres descritos en la novela y lo dibuja con el cabello rubio con una fisonomía alejada de la belleza latina (figura 6).
Figura 6: Cyril es una marioneta en las manos Cécile (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 77. |
La indumentaria
La ropa que usan los personajes en las distintas escenas de Buenos días, tristeza es el reflejo de una época, años 1950, de un estilo de vida y, en cierta forma, una prolongación de su propia personalidad.
Al desarrollarse la mayor parte de la obra en un ambiente aislado y durante el periodo estival, en el que dominan las altas temperaturas diurnas, el atuendo que suelen utilizar los moradores de la villa se reduce a ropa ligera o directamente a trajes de baño. Sin embargo, una salida nocturna para bailar y jugar en un casino de Cannes convoca a un cambio de vestuario. Tales mundanidades obligan a buscar una envoltura con la que agradar físicamente a los demás, sacrificando incluso la propia comodidad, para proyectar una imagen con la que sentirse satisfechos.
Sagan describe la ropa que lucirán sus personajes en esta noche especial y Rébéna se ajusta, todo lo que puede, a lo que se explicita en el texto original. Cécile nos desvela lo reducido que es su fondo de armario y la influencia de su padre a la hora de seleccionar su vestimenta.
[…] subí a mi habitación a ponerme un vestido de noche, el único por lo demás que poseía. Lo había elegido mi padre; era una tela exótica, un poco demasiado exótica para mí, sin duda, pues mi padre, fuese por gusto o por costumbre, tendía a vestirme a lo mujer fatal (Sagan, 2022 (1954): 51)
Raymond, fiel a su imagen de hombre seductor maduro, viste una prenda clásica para resaltar una belleza masculina que tanto agrada a su hija. «Me lo encontré abajo [a Raymond], deslumbrante con su esmoquin nuevo, y le eché los brazos al cuello […] Mientras bailábamos, respiré su perfume familiar, mezcla de colonia, calor y tabaco» (Sagan, 2022 (1954): 51-52).
El placentero baile que ejecutan padre e hija en el salón de la villa se ve interrumpido cuando Elsa baja «la escalera lentamente con su vestido verde, esgrimiendo una desenfada sonrisa mundana, su sonrisa de casino. Había sacado el máximo partido de su pelo reseco y su piel quemada por el sol, pero el resultado era más meritorio que brillante» (Sagan, 2022 (1954): 52).
Rébéna obvia la puesta en escena de Sagan y presenta a estos tres personajes vistiéndose juntos en el salón de la villa. Además, se muestra benevolente con los daños que el sol ha causado en la piel de Elsa ya que la prestará una suave tonalidad rojiza. Sin embargo en el cómic se da cierta visibilidad gráfica al espectacular vestido de Anne. «[Anne] Llevaba un vestido gris, de un gris extraordinario, casi blanco, al que se adhería la luz, como ciertas tonalidades del mar al amanecer. Aquella noche, parecía concentrar en su persona toda la seducción de la madurez» (Sagan, 2022 (1954): 53).
Ciertamente, Rébéna se aleja del modo en que Sagan describe cómo deambulan los personajes en esta secuencia dedicada al vestuario para la salida nocturna. Empero, el dibujante diseña una elegante colección de vestidos que podrían reflejar, con bastante fidelidad, lo sugerido por la novelista (figura 7).
Figura 7: Rébéna diseña, para el cómic, vestidos que se asemejan a los descritos por Sagan en la novela (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 52). |
Escenario. La casa de vacaciones. Descripción del lugar.
La representación gráfica de los lugares en los que sucede los acontecimientos que se narran en un cómic es de gran importancia porque transmite una realidad espacial —geográfica, paisajística, arquitectónica, etc.—, que contribuye a aportar cierta veracidad al relato.
La mayor parte de la acción de Buenos días, tristeza transcurre en una villa aislada en la costa mediterránea francesa, relativamente próxima de las localidades de Cannes y Saint-Tropez, que Sagan, a través de Cécile, describe con el texto siguiente:
Mi padre había alquilado, en el mediterráneo, una gran casa con jardín, blanca, apartada, preciosa, con la que soñábamos desde los primeros calores de junio. Se alzaba sobre un promontorio, dominando el mar, rodeada por un bosque de pinos que la ocultaba desde la carretera. Un sendero descendía hasta la cala una cala dorada, bordeada de rocas rojizas, donde se mecía el mar. (Sagan, 2022: 14-15).
En el cómic Rébéna omite toda descripción lingüística del lugar y se limita a representarlo mediante el dibujo, a veces detallado y otras veces apenas esbozado. No sé de dónde Rébéna se inspira para recrear gráficamente la vivienda y sus zonas adyacentes, pero seguro que ha tenido en cuenta los pocos elementos ambientales que se describen en el libro. El dibujante ha tenido que interpretar lo que la palabra escrita de Sagan pretende sugerir y transformarla en imagen, creando espacios y volúmenes que permitan contemplar el tránsito de los personajes por parajes en consonancia con el relato.
Al leer la novela de Sagan vamos creando imágenes del escenario en el que se desarrolla la obra, ya sea directamente mediante nuestro conocimiento del lugar por experiencia personal o indirectamente por cualquier medio visual que hemos consultado a lo largo de nuestra vida: dibujos, fotos, películas o videojuegos. Estas imágenes se fijan en nuestro recuerdo y surgen con la lectura para construirnos un decorado ad hoc.
Figura 8: Representación gráfica de Rébéna para la casa de vacaciones donde se desarrolla gran parte del relato (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 16). |
En este sentido vemos que la casa representada por Rébéna se adecúa a lo evocado por Sagan en el relato. No obstante, hay que señalar que existen algunas modificaciones como la presencia de un sendero que desciende desde la vivienda hasta la cala, referido en la obra original, que en el cómic es sustituido por una cómoda escalera (figura 8).
Por otra parte, Sagan señala, a través de la voz de Cécile, que en el jardín de la vivienda habían plantados gladiolos: «Mi padre […] cortó todos los gladiolos del jardín para ofrecérselos [a Anne] en cuanto se apease del tren» (Sagan, 2014 (1954): 23). Sin embargo en el jardín del cómic no se ven gladiolos, tan solo se muestran en un bello ramo que Elsa entrega a Anne cómo símbolo de bienvenida a la casa de vacaciones (Rébéna, 2020: 36-37). Además, Rébéna ha contemplado incluir, de su propia cosecha, un parterre de cactáceas en el jardín de la casa. Sin duda una buena opción, dado que estas plantas pueden soportar largos periodos de escasez pluviométrica que puede darse en la costa sur mediterránea francesa durante el periodo estival (figura 9).
Figura 9: Diseño de un parterre de cactáceas por parte Rébéna que no se cita en la novela (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 72). |
En el jardín y en las zonas anexas a la vivienda, Rébéna dibuja matorrales y árboles de hoja perenne para crear un ambiente de verdor, destinado a sustituir, en parte, al bosque de pinos que rodea a la casa en el texto de original.
Caminábamos [Cyril y Célene] hacia la casa por el pinar y, para entrar en calor, inventábamos juegos de indios y carreras en las que me dejaba salir con ventaja. Regularmente me alcanzaba antes de llegar a casa, se abalanzaba sobre mí gritando victoria, me hacía rodar por la pinaza, me inmovilizaba, me besaba. Recuerdo todavía el sabor de aquellos besos jadeantes, ineficaces, y el palpitar del corazón de Cyril contra el mío acompasado con el romper de las olas sobre la arena (Sagan, 2012 (1954): 68)
Este fragmento, en el que Sagan se refiere a las andanzas y juegos sensuales entre Céline y Cyril en el bosque de pinos, se traslada, en el cómic, directamente a la playa. Rebéna tan solo recupera del texto las palabras “los ineficaces” refiriéndose a los besos que Cyril concede a Cécile (figura 10).
Figura 10: La escena que transcurre en medio del bosque de pinos en la novela se traslada a la playa en el cómic (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 67). |
En cambio en el cómic sí se muestra el párrafo que viene a continuación en el escrito de Sagan, en él se describe cómo Anne sorprende a Cécile y Cyril entrelazados amorosamente, aunque con notables diferencias.
Una noche nos separó la voz de Anne. Cyril estaba tumbado sobre mí, medio desnudos los dos a la luz llena de arreboles y sombras del crepúsculo y comprendo que aquello pudo engañar a Anne. Pronunció mi nombre con tono seco.
Cyril se levantó de un salto, avergonzado, por supuesto. Yo me incorporé a mi vez, más lentamente, mirando a Anne. Esta se volvió hacia Cyril y le hablo con suavidad, como si no lo viese:
—Espero no volver a verle —dijo. (Sagan, 2012 (1954): 68-69)
Pero en el cómic esta escena tiene lugar a la luz del día en la playa y no hay rastro del color rojo en las nubes iluminadas por la luz del sol que define el término “arrebol” y que el traductor Albiñana ha sustituido a la de “rougeurs” (enrojecimiento) en el texto original de Sagan. Claro está que las “sombras del crepúsculo” no podían engañar a Anne, en el cómic, porque la claridad del azul del cielo permite ver, netamente, que los jóvenes no están “medio desnudos”, sólo en traje de baño.
Es de interés señalar que Rébéna utiliza el paisaje no sólo como un elemento decorativo, que obligatoriamente debe acompañar a los personajes, sino que posee un carácter narrativo. Así en la escena del libro de Sagan que describe a Cécile, sentada en la cama de su dormitorio, reflexionando sobre las consecuencias que pueden acarrear la intromisión de Anne Larsen en la grata y apacible vida que ella lleva con su padre; en el cómic se traslada a un paisaje costero desolado en el que Cécile vaga entre sombras (figura 11).
La oscuridad de la noche, la roca desnuda y las ramas de los árboles desprovistas de hojas armonizan mejor, gráficamente, con el estado emocional de la protagonista que ubicándola en una habitación iluminada por la luz de la tarde y acompañada por incomprensibles enunciados filosóficos de Henri-Louis Bergson (París, 1859-ibidem 1941), en el texto original:
Era absolutamente necesario reaccionar, recobrar a mi padre y nuestra vida de antaño. Con qué encantos se me aparecían de repente los dos felices e incoherentes años que acababan de pasar, esos dos años de los que tan pronto había renegado el otro día… La libertad de pensar, y de mal pensar y de pensar poco, la libertad de elegir yo misma mi vida, de elegirme a mí misma. No puedo decir “de ser yo misma” puesto que no era más que un barro moldeable, pero sí la libertad de rechazar los moldes.
Se que pueden achacarse complicados motivos a ese cambio, que pueden atribuírseme magníficos complejos: un amor incestuoso por mi padre o una animadversión malsana por Anne. Pero yo sé las verdaderas causas: fueron el calor, Bergson y Cyril, o al menos la ausencia de Cyril (Sagan, 2012 (1954): 75).
El Silencio
Pese a que en el cómic Buenos días, tristeza más de la mitad de sus páginas contienen al menos una viñeta sin texto —el 55,3% de las páginas del álbum—, la adaptación de Rébéna se basa sobre todo en la palabra. El amplio uso de los escritos de Sagan en la adaptación al cómic hace que tan solo el 11,66% de las viñetas carezcan de diálogos o de recitativos (52 viñetas mudas de las 446 que contiene el álbum).
Estas imágenes que transcurren en silencio son, en general, viñetas de situación, que ilustran el ambiente en el que se desarrolla la acción; viñetas de detalle, que focalizan elementos determinantes aislados de su entorno para resaltar su importancia; o viñetas de transición, que sirven para conectar dos secuencias consecutivas o para pausar levemente el relato. Normalmente se intercala una sola viñeta muda entre un conjunto de viñetas con texto, de modo que las secuencias con dos o más viñetas carentes de palabras son más bien escasas en esta obra.
Figura 12: Viñeta de situación en la que se que detalla la decoración interior de la villa. (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 32). |
En la figura 12 se muestra una “viñeta de situación”, sin palabras, en la que se detalla la decoración interior de la villa junto al mar. La puesta en escena hace innecesario la incorporación de texto recitativo que pormenorice lo que ya vemos. El juego de sombras que dibuja la corporeidad de Cécile y Anne aporta una sutil nota de elegancia y contrasta con los tonos azules del horizonte marino y celeste. Esta viñeta posee una estética apropiada al ambiente que se describe en la novela.
Figura 13: Secuencia de viñetas con luces y sombras para crear tensión argumental. (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 59). |
Sin embargo, hay momentos en que las imágenes de Rébéna adquieren una función narrativa sin que sea necesario el apoyo de la palabra. Se trata de secuencias de dos o tres viñetas consecutivas que tienen la misión de transmitir sensaciones o emociones que son más sencillas de expresar con el rostro y la figura humana que con la abstracción de un texto escrito. Curiosamente, Rébéna emplea una larga secuencia de quince viñetas, casi sin palabras, para narrar un acontecimiento que no se describe en el libro de Sagan (Rébéna, 2020: 59-61). En esta escena el autor gráfico emplea distintos tipos de dibujos. Por un lado, apuesta por el sombreado para resaltar el contraste entre luces y sombras, de un espacio dominado por la oscuridad, para crear la tensión narrativa de la “observadora” accidental, Cécile, que espía a su propio padre en condición de amante (figura 13).
Figura 14: La iluminación lateral llena de color a los amantes espiados (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 60). |
Por otro lado, emplea un dibujo convencional luminoso sobre fondo, prácticamente, en negro para mostrar lo “observado”, Anne y Raymond envueltos en la pasión amorosa (figura 14).
Finalmente, la secuencia concluye con un zoom de tres viñetas horizontales homogéneas —que cubren toda una página—, en las que se percibe el malestar y la desesperación de Cécile (figura 15).
Figura 15: Travelling resaltando el malestar de Cécile (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 61). |
Ahora cabría preguntarse, ¿cómo hubiera novelizado la propia Françoise Sagan esta escena gráfica imaginada por Rébéna? ¿la oculta magia de las palabras podría captar y cautivar la belleza estética de la imagen revelada de un cómic? Si algún día fuera corriente novelizar cómics podríamos tener una muestra suficiente para desvelar esta última cuestión.
Articulación del lenguaje
Para trasladar el texto literario de Sagan al leguaje del cómic, Rénéba, primero, busca lo esencial en las palabras de la obra original, luego tantea imágenes que reflejen la articulación de los procesos de significación y, finalmente equilibra texto y representación gráfica para mostrar una realidad coherente que refleje lo fundamental del relato.
Evidentemente, hay mucho texto de la novela, especialmente las reflexiones y los pensamientos de Cécile, que no han sido recogidos en el cómic debido a la necesidad de síntesis que requiere la adaptación al cómic. Si hubiera que resaltar uno de los textos excluido, sería aquel que refiere a cómo Cécile ve el amor en la mujer madura: “Seguramente, a su edad, yo también pagaría a jóvenes para que me amaran porque el amor era la cosa más dulce y más viva, más sensata. Y porque el precio no importa”. Esta frase de la joven Cécile, es una invitación a la prostitución masculina para satisfacer la necesidad sexual de mujeres de edad avanzada. Este tipo de prostitución ha existido desde la antigüedad y hoy está presente, especialmente en el turismo sexual. Esta frase del libro de Sagan, exceptuada por Rébéna en su adaptación de Buenos días, tristeza, aparece citada, algo modificada. en la primera página del cómic Le prix de l’amour de Axel y es el leitmotiv de la obra (figura 16).
Figura 16: Texto de Françoise Sagan que sirve de Leitmotiv a un cómic sobre la prostitución masculina (Le prix de l’amour, Dynamite, 2020: 6). |
De la narración a los cartuchos recitativos
Dada las características y densidad de la escritura de Françoise Sagan, en Bonjour tristesse, Rénéba no ha considerado oportuno reproducir íntegramente fragmentos del texto original, sino que utiliza recursos como son la contracción del texto; el tránsito de texto en diálogos o viceversa; rehacer el texto original cambiando tiempo verbal, expresión u otras formas literarias; e incluso apela a la introducción de textos o diálogos inexistentes en la obra original.
En el siguiente párrafo vemos un ejemplo de “contracción” en el que se copia literalmente frases del texto original que están distanciadas entre sí y que resalto en letra cursiva:
Le lendemain matin fut pénible, sans doute à cause des whiskies de la veille. Je me réveillai au travers de mon lit, dans l’obscurité, […] Un rai de soleil filtrait à travers les fentes du volet, des poussières y montaient en rangs serrés. Je n’éprouvais ni le désir de me lever, ni celui de rester dans mon lit. (Sagan, 2012 (1954): 87)
Rénéba incluye en la primera viñeta un cartucho recitativo que recoge la frase inicial del texto y la primera parte de la segunda frase seleccionada (Le lendemain matin, je n’éprouvais ni le désir de me lever/ A la mañana siguiente no tenía ganas de levantarme), aislando la segunda parte de la frase en la viñeta siguiente (Ni celui de rester dans mon lit/ Ni de quedarme en mi cama) (figura 17). Esta separación del texto de la segunda frase no es gratuita. Viene motivada por la acción que se muestra en las viñetas. En la primera Cécile acostada en la cama de su dormitorio percibe que el día ha despertado pero que no tiene ganas de levantarse, mientras que en la segunda viñeta piensa que tampoco desea quedarse en la cama; hecho que se pone de manifiesto con la imagen de Cécile incorporándose del lecho.
Figura 17: Contracción del texto original de la novela de Sagan motivada por la acción mostrada (Bonjour tristesse, Rue de Sèvres, 2018: 66). |
El texto del libro excluido por la contracción hace, por un lado, alusión al estado de Cécile a causa de haber bebido excesivamente en la víspera y, por otro lado, describe dónde y cómo se encuentra ella. De este párrafo se desprende que Cécile está acostada de través en la cama y que el sol se infiltra en la habitación a través de las rendijas de la persiana formando bandas de luz en las que partículas de polvo flotan ingrávidamente. Esta descripción de Sagan ha sido obviada por Rébéna que muestra a Cécile acostada a lo largo de la cama con la limpia luz del sol entrando sin obstáculos en el cuarto.
Como hemos visto, Rébéna emplea cartuchos para incluir recitativos surgidos del pensamiento o de las reflexiones de Cécile, como narradora en primera persona, en la novela original. De este modo se produce el transporte de “texto narrativo” de Sagan a “texto narrativo” en el cómic. A continuación comparo un texto del libro con aquel, más breve, del cómic (las cursivas indican el texto coincidente).
Je m’allongeais dans le sable, en prenais une poignée dans ma main, le laissais s’enfuir de mes doigts en un jet jaunâtre et doux, je me disais qu’il s’enfuyait comme le temps, que c’était une idée facile et qu’il était agréable d’avoir des idées faciles. C’était l’été. (Sagan, 2012 (1954): 13).
El texto de Sagan se inicia con la descripción de cómo Cécile se acuesta en la arena de la playa, cómo toma un puñado de arena y cómo lo deja caer suavemente, pensando que los granos de arena se escapan de su mano de la misma forma como se nos escapa el tiempo en la vida. Esta idea le parece simple, pero afirma que es agradable tener ideas sencillas (figura 18).
Figura 18: Desconexión entre lo textual y lo figurativo para representar una reflexión sobre el paso del tiempo (Bonjour tristesse, Rue de Sèvres, 2018: 26). |
Para adaptar este párrafo Rébéna cambia el orden del texto de Sagan, se cita que es verano (C’était l’été) como primera frase, en un cartucho independiente de la primera viñeta, mientras que en el texto original aparece al final del fragmento; luego, en la misma viñeta, indica que «el tiempo se escapa entre mis dedos / Le temps s’enfuyait entre mes doigts» a modo de resumen del texto excluido del párrafo original; finalmente incluye la frase final del texto de Sagan, pero dividiéndolo en dos cartuchos recitativos ubicados en la parte superior e inferior de la segunda viñeta; «C’était l’été. Le temps s’enfuyait entre mes doigts. Je me disais que c’était une idée facile. Et qu’il était agréable d’avoir des idées faciles» (Rébéna, 2018: 26).
En la viñeta no se muestra cómo caen los granos de arena de entre los dedos de la mano de Cécile, sino que ésta permanece inerte sobre la arena; por lo que, en el cómic, se pierde la conexión entre la imagen y la metáfora, del paso del tiempo como ocurre en un reloj de arena, presente en el libro. De este modo, el lector del cómic no entenderá por qué Cécile dice que “El tiempo se me escapa de mis dedos”.
Por el contrario, en el cómic Quelques mois à l’Amélie, de Jean C. Denis, se muestra una secuencia que bien podría representar visualmente esta simple metáfora (figura 19).
De la Narración al diálogo
El primer encuentro entre Cécile y Cyril se describe en un breve texto:
El sexto día vi a Cyril por primera vez. Iba costeando con una pequeña embarcación de vela y zozobró delante de nuestra cala. Le ayudé a recuperar sus cosas y, entre risas, me enteré de que se llamaba Cyril, era estudiante de derecho y pasaba las vacaciones con su madre en una casa cercana (Sagan, 2022 (1954): 15-16)
Este texto meramente narrativo es transformado por Rébéna en un diálogo que transcurre en cuatro viñetas (figura 20).
Figura 20: Un texto narrativo de la novela de Sagan es transformado en diálogo en el cómic Rébéna (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 23). |
En el diálogo se recoge lo fundamental de la narración, pero variando el contenido e introduciendo algunos elementos nuevos para dinamizar la escena. Así, en la primera viñeta, Elsa, situada de perfil en el margen izquierdo de la viñeta, advierte de la presencia de Cyril: «Un muchacho»; Raymond, que está acostado en reposo sobre la arena ocupando el ancho de la parte inferior de la viñeta, dice una frase que no se corresponde con el párrafo de Sagan: «Si es guapo [Cyril] que se ahogue», lo que evidencia su desinterés en lo que sucede y su deseo de evitar la presencia de alguien bello que pueda perturbarle; la inacción de Raymond contrasta con la posición central de Cécile, que, incorporada, presta atención a lo que se sucede: el barco con la vela reposando sobre la superficie marina. En la segunda viñeta es Raymond quien ocupa, de espalda, el margen izquierdo de la viñeta, mientras observa con asombro cómo Cécile se dirige corriendo en auxilio de navegante: «¿Dónde va mi gatito?», mientras que ella, recuperando el sentido de lo narrado en el libro le contesta: «Voy ayudarle».
En las dos restantes viñetas vinculadas a este párrafo, se muestra sólo a Cécile y Cyril flotando en el mar junto a la embarcación. En la tercera viñeta Rébéna introduce nuevas frases en el diálogo para aportar realismo a la acción, como es el hecho de que Cyril pida permiso para amarrar su embarcación en la pasarela perteneciente a la vivienda y que anuncie la causa de su accidente: «He zozobrado y se ha roto el timón (J’ai chaviré et le gouvernail a cassé)». En la cuarta viñeta se transcribe lo expresado en el texto pero de forma bien distinta. Cyril no dice que esté estudiando derecho sino que es Cécile quién lo adivina; en la imagen no se aprecia que los personajes se estén riendo de lo embarazoso de la situación, sino que más bien muestran un talante serio; en el cómic no se ve que haya objetos a recuperar como dice en el texto de Sagan y los actores no se presentan hasta el final de la conversación que viene a continuación y que tiene lugar en la pasarela de madera que da acceso directo al mar.
Figura 21: Diálogo en el cómic que surge de los pensamientos y las reflexiones de Cécile en la novela (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 24). |
En el texto original en francés de Sagan, Cécile desgrana sus pensamientos sobre con quién le gusta relacionarse socialmente y afirma tajantemente: «No me gustaba la juventud (Je n’aimais pas la jeunesse)» (Sagan, 2012 (1954): 13). Esta frase no aparece en la traducción de Javier Abiñana en el libro, pero sí se incluye en el cómic aunque algo alterada: «Je fuis la jeneusse (Huyo de la juventud)» (Rébéna, 2020: 24). No sólo se cambia el verbo (aimer por fuir) sino que se modifica el tiempo verbal (figura 21). Esto se debe a que en el libro se narra empleando el imperfecto mientras que en el cómic se dialoga en presente. Estos cambios de tiempo en los verbos son frecuentemente utilizados por Rébéna, especialmente, cuando parte de un texto narrativo y lo transforma en un diálogo como vemos a continuación:
Prefería con mucho a los amigos de mi padre, cuarentones que me hablaban con cortesía y cariño, me trataban con dulzura de padres y amantes. (Je n’aimais pas la jeunesse. Je leur préférais de beaucoup les amis de mon père, des hommes de quarante ans que me parlaient avec courtoisie et attendrissement, me témoignait une douceur de père et d’amant) (Sagan, 2012 (1954): 14).
Cécile: Me gustan los hombres de 40 años, amables, dulces corteses (Les hommes de 40 ans, voilà ce que j’aime, gentils, doux et courtois)
Cyril: Bien. Yo tengo 25… ni joven ni viejo (J’ai 25 ans… c’est jeune et c’est vieux) (Rébéna, 2018: 28 (E:24)).
Es una lástima que Rébéna omita, en el cómic, las últimas palabras de la frase en la que Cécile refiere a que los amigos de su padre, «[la] trataban con dulzura de padres y amantes», pues determina la causa de por qué ella prefiere a las personas mayores antes que a los jóvenes; y de paso insinúa el carácter transgresor de Cécile frente a las relaciones sociales en los medios que frecuenta. Por ello, es oportuna la respuesta de Cyril que Rébéna introduce de su propio puño en el cómic: «Yo tengo 25… ni joven ni viejo»; porque se presenta, así mismo, como candidato válido para flirtear con Cécile.
El diálogo entre los dos jóvenes en el cómic se nutre de pensamientos que Cécile expone en el libro de Sagan. Concretamente se refiere a esa especie de repudio que ella siente hacia las personas desprovistas de belleza física (figura 21):
Sin compartir con mi padre esa aversión por la fealdad que nos llevaba con frecuencia a alternar con gente estúpida, yo experimentaba frente a las personas desprovistas de todo encanto físico una especie de apuro, de vacío; esa resignación de algunos a no agradar se me antojaba una tara deshonrosa. Porque, ¿qué buscábamos, sino agradar? (Sagan, 2022: 16).
Esta larga reflexión de Cécile se recoge en el cómic en modo dialogado: «Además… La gente sin carisma físico me molesta. Resignarse a no gustar me parece una enfermedad indecente / infirmité indécente» (Rébéna, 2018: 24). Considerar la resignación de no gustar a los demás como una “enfermedad indecente” aparece tanto en la obra original en francés como en el cómic, en ambos idiomas. Sin embargo, en la traducción de Albiñana queda alterada al considerarla como una “tara deshonrosa”.
En el texto original de Sagan, Cyril se ofrece para enseñar a Cécile a navegar a vela como medio para obtener una nueva cita, pero en el cómic se obvia este pretexto y se fija la posibilidad de un nuevo encuentro entre la duda de un “quizá” por parte de Cécile y la certeza por parte de Cyril, para quién este adverbio sólo tiene la acepción de dar algo por seguro.
Este diálogo entre Cécile y Cyril en el cómic termina con presentación formal de los jóvenes enunciando sus respectivos nombres, mientras que en el texto de Sagan se señala que este trámite tuvo lugar cuando aún ambos estaban en el mar junto a la barca zozobrada.
La escena concluye con una pregunta que Cécile se plantea a modo de confesión: «¿Y qué buscaba yo, sino gustar?» (Rébéna, 2018: 24). No obstante, en el texto original esta idea se generaliza al emplear la primera persona del plural: «Porque, ¿qué buscábamos [nosotros], sino agradar?». El empleo aquí de esta forma verbal denota que Cécile considera este modo de actuar, frente al otro, como un comportamiento generalizado, lo que justificaría la banalidad y la superficialidad de las relaciones sociales que ella y su padre mantienen habitualmente.
De diálogo a diálogo
La novela de Buenos días, tristeza está narrada en primera persona y la narradora se expresa mediante largos recitativos por lo que los diálogos no son abundantes. No obstante, Rébéna recupera algunos diálogos del libro en su adaptación al cómic, pero los transforma para integrarlos en un contexto en el que la imagen y la palabra se dan la mano; eliminando todo aquello que resulte accesorio o sea redundante.
En ocasiones, Rébéna cambia la ubicación espacial en la que conversan los actores para darle un escenario que resulte más propio para lo que trata de transmitir con el texto y sugerir con las imágenes. Este es el caso de la conversión del diálogo literario al diálogo en el cómic.
En la obra original la escena dialogada que se va a comparar, entre novela y cómic, se desarrolla en la playa. Cécile descansa tumbada en la arena, después de disfrutar de un baño matutino en el mar. Ella se siente despreocupada y feliz hasta que aparecen su padre, Anne y Elsa que también desean deleitarse de la bonanza estival en traje de baño. Anne le pregunta directamente a Cécile:
—¿Y tu examen?
—Suspendido —dije con vehemencia—. ¡Y bien suspendido!
—Tienes que aprobarlo en octubre, necesariamente. (Sagan, 2022 (1954): 40)
En el cómic esta escena no tiene lugar en la playa sino que transcurre en la terraza de la vivienda. Anne y Raymond conversan sentados junto a una mesa mientras Elsa permanece de pie en silencio —Ninguno de ellos lleva ropa de baño—, Cécile, que acaba de levantarse tarde en la mañana, los observa a distancia sin que los demás adviertan su presencia (figura 22). Anne pregunta a Raymond por los estudios de Cécile y él le contesta que ella ha suspendido sus exámenes y justifica el desinterés académico de su hija con una frase que define su filosofía de vida: «Cécile es como yo. Completamente incapaz de esforzarse. Una hedonista» (Rébéna, 2020: 41).
Figura 22: Diálogo de la novela de Sagan modificado en el cómic (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 41). |
En la novela se expresa la misma idea, ajena a la cultura del esfuerzo, pero incluye un matiz propio de la mentalidad de los años 50 del siglo XX, especialmente, en cuanto se refiere a la situación social que aspiraban algunas mujeres.
—¿Para qué [estudiar]? —intervino mi padre—, Yo nunca he tenido ningún título. Y llevo una vida fastuosa.
—Tú tenías cierta fortuna cuando empezaste —recordó Anne.
—Mi hija siempre encontrará hombres que la mantengan —dijo mi padre noblemente.
—Tiene que trabajar estas vacaciones —dijo Anne, cerrando los ojos para dar por zanjada la conversación. (Sagan, 2022 (1954): 40)
Pese a que en la novela Cécile está presente durante todo este diálogo, Anne la ignora cuando le impone la ardua tarea de trabajar sobre la filosofía de Henri-Louis Bergson. La frase “Tiene que trabajar estas vacaciones” supone un imperativo incuestionable que deja fuera de juego a Raymond e indefensa a Cécile, que presiente el fin de la placidez de sus vacaciones y la privación de su relación amorosa con Cyril. En cierto modo, esta frase anuncia la rivalidad entre estas dos mujeres para disputarse el afecto de Raymond. La cuerda se tensa para ver qué es más fuerte, el lazo paterno-filial o el marital.
Como hemos dicho más arriba, en el cómic Cécile escucha la conversación sin que la vean, por ello se incorpora a la tertulia, en un tono insolente, que continúa del modo siguiente:
Cécile: ¿Habláis de mí? Seguro que es muy interesante.
Anne: Cécile, es tu futuro. Solo faltan unas semanas para tus exámenes de recuperación.
Cécile: Estoy de vacaciones. Anne, ¿No te marchabas hoy? ¿No me digas que les has tomado el gusto a este paraíso de la holgazanería?
Raymond: Gatita mía. Deberías estar estudiando a Bergson… Anne tiene razón.
(Rébéna, 2020: 41-42)
En la comparación de estos dos diálogos, novela y cómic, es evidente que, aunque no se pierda el contenido del relato, existen cambios sustanciales desde el punto de vista lingüístico. Rébéna logra acomodar el diálogo de Sagan al lenguaje del cómic, pero se toma bastantes licencias a la hora de escribir un texto adaptativo que, sea dicho, se adecúa al perfil de los personajes de Sagan. Es de destacar que la ocultación de Cécile, en el cómic, en la primera parte del diálogo entre Anne y Raymond, aporta mayor libertad de expresión a los tertulianos y de ello se desprende que Cécile, al escucharlos, descubra la influencia que Anne tiene sobre su padre y por tanto la pérdida de complicidad en la relación paterno-filial.
La puesta en imágenes del diálogo original no hubiera revestido gran dificultad en la adaptación, pero el autor del cómic prefiere modificar el contenido del coloquio para evidenciar la animadversión de Cécile hacia Anne, expresada en distintos recitativos de la novela, y hacer patente la sumisión de Raymond a la decisión que Anne toma sobre el futuro de su hija. En la novela Raymond no se atreve a manifestar su opinión y guarda silencio: «[Cécile] Dirigí una mirada de angustia a mi padre. Me contesto con una sonrisilla apurada» (Sagan, 2022 (1954): 40).
Sin embargo, hay fragmentos de diálogos en la novela que Rébéna traslada prácticamente de modo literal al cómic. Un ejemplo es la disertación que Anne da a Cécile sobre qué es el amor porque presupone cierta incoherencia en sus planteamientos sentimentales.
—Te haces una idea un poco simplista del amor. No consiste en una serie de sensaciones independientes entre sí […] Es otra cosa —decía Anne—. Un cariño constante, la dulzura, la añoranza… Cosas que tú no puedes entender. (Sagan, 2022 (1954): 46)
Para plasmar gráficamente esta escena, Rébéna confronta a las dos mujeres en un marco en el que el cambio de plano es continuo y el decorado se transmuta para acrecentar la vivacidad y la profundidad del texto. Además, el dibujante se permite añadir unas palabras —a la disertación de Anne—, que bien pudieran ser dignas del estilo de la propia Sagan, «Añorar a alguien… incluso cuando está a tu lado» (Rébéna, 2020: 44). Esta breve frase, que evoca la tristeza del ausente pero que se aplica a alguien que está presente, no carece de audacia porque expresa una contradicción poética que, en sí misma, es una concepción del amor ajena al otro: aquella persona que en proximidad despierta nuestros sentimientos melancólicos sin que tenga conciencia de ello (figura 23).
Figura 23: Diálogo que es trasladado de la novela al cómic con pocas alteraciones y un añadido (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 44). |
“Añorar a alguien” es una frase justamente introducida por Rébéna en el cómic porque la palabra “añoranza”, citada en la disertación de Anne en la novela, tiene un gran impacto en Cécile, como se aprecia en el párrafo siguiente:
Pensé que [Anne] tenía razón, que yo vivía como un animal, a merced de los demás, que era pobre y débil […] subí a mi cuarto y me sumí en la ensoñación. Las sábanas estaban tibias debajo de mí, seguía oyendo las palabras de Anne: “Es otra cosa, es una añoranza”. ¿Había añorado yo alguna vez a alguien? (Sagan, 2022 (1954): 20).
No obstante, Cécile pronto conocerá el amor físico con Cyril. En la novela ella hace una poética descripción del acto sexual y, en cierto modo, hace propias las palabras que Anne utiliza para definir qué es el amor más allá de la pasión, como se ve en el texto siguiente:
Luego comenzó la ronda del amor: el miedo de la mano del deseo, la ternura y la pasión, y ese brutal sufrimiento al que seguía, triunfante, el placer. Tuve la suerte —y Cyril la dulzura necesaria— de descubrirlo aquel mismo día.
Permanecí junto a él una hora, aturdida y sorprendida. Siempre había oído hablar del amor como de una cosa fácil. Yo misma había hablado de él con crudeza, con la ignorancia de mi edad, y medio la impresión de que nunca más podría volver a hablar de él así, de ese modo indiferente y brutal […] No sé si era amor lo que sentía por él en aquel momento […] pero le amaba más que a mí misma, habría dado la vida por él (Sagan, 2022 (1954): 46)
Diálogos de nuevo cuño
En el cómic de Buenos días, tristeza también existen diálogos que el adaptador transpone y modifica para presentar acontecimientos que no ocurren en la novela. Es de destacar una conversación entre Anne y Cécile, que reviste gran importancia, porque constituye el pilar que sostiene la interpretación, o más bien recreación, concluyente que Rébéna hace de esta novela de Sagan. Rébéna parte de un diálogo que tiene lugar en la habitación de Céline (Sagan, 2022 (1954): 151) y lo traslada al coche descapotable de Anne mientras transitan por la peligrosa carretera en la que, más adelante, ocurrirá el dramático “accidente” que segará la vida de la propia Anne. El contenido del coloquio está profundamente modificado para que sirva de premonición. Ellas asisten, involuntariamente, al alzado de un vehículo que se había precipitado al mar desde la carreta que transita al borde de un acantilado (figura 24).
Figura 24: Accidente automovilístico que horroriza a Anne frente a la indiferencia de Cécile (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 46). |
El espectáculo del automóvil siniestrado horroriza a Anne, pero Cécile le resta importancia: «Qué más da morir así o de otra forma» (Rébéna, 2020: 47). El desapego a la vida que expresa Cécile, contrasta con el deseo de no desaprovechar cada instante de la existencia por parte Anne:
Cécile: ¡Siempre conduces tan rápido!
Anne: No tengo mucho tiempo que perder. Ya lo sabes.
Cécile: Es como si oyera a mi padre: ¿Tan complicado es envejecer?
Anne: Llega un momento en que no puedes saltarte ninguna curva. A tu edad se piensa poco en el futuro. Es el privilegio de la juventud.
Cécile: Olvida mi juventud. Para mí no cuenta
Anne: ¿Y que cuenta para ti?
Cécile: Nada, creo.
Anne: ¿Y te gusta así?
Cécile: ¿Quién ha dicho que me guste?
(Rébéna, 2020: 45)
Con esta conversación queda claro, en el cómic, el deseo de vivir de Anne. Con la metáfora de que en la madurez “no puedes saltarte ninguna curva”, se refiere a que todos los acontecimientos, incluidos los difíciles, los complicados o los tristes, deben abordarse, asumirse e incorporarse en la propia conciencia, como si fuera una experiencia más, porque el tiempo apremia y la presencia en este mundo cada día es menor. Este pragmatismo vital contrasta con el vacío que representa la “nada” que Cécile coloca en el centro de su existencia; “nada” significa ver la vida como un espectáculo que pasa fugazmente sin que le afecte ni le cause daño o remordimiento. Una especie de vacío existencial consecuencia de una vida banal.
Al final de este diálogo, creación exclusiva de Rébéna, Cécile anuncia que está escribiendo un drama en el que la propia Anne podría ser fuente de inspiración para un personaje de ficción. Este escrito va a ser de vital importancia en la conclusión del cómic tal y como se describirá más abajo.
Cambios narrativos
En el cómic se producen algunos cambios al narrar cómo se desarrollan las distintas tramas que Sagan teje en su novela, pero la más sorprendente, sin duda, es aquella que refiere al desenlace de la obra; que si bien no altera el resultado final sí lo muestra desde una perspectiva sorprendente.
El cómic se inicia contando el final de la historia. Al conocerse, desde el inicio, el trágico final de Anne, se anula toda traza de intriga. Es como si Rébéna quisiera dejar caer todo el peso de la culpa sobre la inconsciencia de Cécile, que para conseguir sus fines manipula a todas las personas de su entorno; ella, una joven de diecisiete años, manejando a su antojo a adultos como si fueran títeres de una obra de teatro.
Cécile no supo medir el daño emocional que ella podía infringir a una mujer aparentemente fuerte, pero de gran fragilidad en lo que se refiere a los sentimientos y al amor. No se percató, hasta el último momento, de lo fácil que es herir, en lo más profundo de su ser, a alguien que estaba necesitada de ternura, de afecto, de cariño, de estima… y que cuando creyó haber cubierto estas necesidades, Cécile la puso, brutalmente, frente a una realidad que no había querido ver y que no supo presagiar. Anne fue incapaz de percibir la banalidad y la superficialidad de Raymond: la persona en la que había puestos sus esperanzas en una vida alejada de la soledad.
Las terribles consecuencias que produjeron las maquinaciones de Cécile, para expulsar a Anne de su vida, están presentes en cada una de las viñetas —imagen y palabra— que conforman las primeras escenas del cómic. Rébéna construye este trágico episodio, primero con la conversación, entre Anne y Cécile, para analizar la causa que origina el sufrimiento emocional de la primera y luego copia casi literalmente el texto de Sagan, que corresponde a las reflexiones auto inculpatorias de Cécile, para acompañar la secuencia gráfica del accidente (en el cómic suicidio) automovilístico de Anne, aunque en la novela realmente no se detalle cómo ocurrió exactamente.
Entonces comprendí bruscamente que había dirigido mis ataques contra un ser vivo y no contra un ente. Había debido de ser una niña, un poco silenciosa sin duda, luego una adolescente y una mujer. Tenía cuarenta años, estaba sola, amaba a un hombre y esperaba ser feliz con él diez años, quizá veinte. Y yo… aquel rostro, aquel rostro era obra mía. (Sagan, 2022 (1954): 168)
La aportación más curiosa de Rébéna en su adaptación de Buenos días, tristeza al cómic es sin duda la de haber hecho posible que Cécile, actuando como protagonista, suplante a Françoise Sagan como “autora”. De este modo, la asociación Cécile-Sagan iría más lejos de lo que corresponde a la identificación de la autora literaria con su propio personaje de ficción. Ciertamente, en el cómic Cécile debió estar escribiendo el libro de Buenos días, tristeza, a modo de un diario literario, como medio para canalizar toda su ira contra la frustrante situación que vivía durante las vacaciones por culpa de Anne. Contra ella volcaba su cólera. Elegía palabras y tejía frases en su novela para mostrar, abiertamente, su animadversión contra Anne por querer arrebatarle el cariño y el amor de su padre. Por todo ello, resulta insólito que, en el cómic, Céline dejara que Anne leyera su escrito (figura 25).
Anne: Gracias por dejarme leer tu novela. Es extraordinaria para una joven de tu edad.
Cécile: ¿En serio? ¿De verdad lo crees?
Anne: Tienes mucho talento
Cécile: Gracias.
Anne: “Anne es fría…” “… Nosotros somos efusivos… Nosotros somos los únicos que estamos vivos… se desliza entre nosotros como una hermosa serpiente…” “… me impedía quererme a mí misma. Yo, de natural despreocupada, por su culpa me adentraba en un mundo de mala conciencia” (Rébéna, 2020: 9).
La Anne del cómic continúa recitando de memoria fragmentos del libro de Sagan —que en la novela se corresponde a pensamientos o reflexiones que Cécile expresa en distintas partes del libro (Sagan, 2022 (1954): 74; 82-83). No obstante, Cécile, en la novela, no sólo alberga exclusivamente odio hacia Anne, sino que expresa dudas sobre sus sentimientos, no sabiendo distinguir si su animadversión está justificada o, por el contrario, proceden de una sensibilidad egoísta, estúpida y miserable. Estos debates internos hacen que Cécile entre en un estado de disonancia cognitiva que le provoca malestar y le impide ver, momentáneamente, cómo debe actuar:
Por primera vez en mi vida ese “yo” parecía dividirse y el descubrimiento de semejante dualidad me sorprendía enormemente […] Me debatía horas enteras en mi habitación para dilucidar si el temor y la hostilidad que me inspiraba Anne en aquel momento tenían razón de ser o yo no era más que una joven egoísta y mimada con ínfulas de falsa independencia (Sagan, 2022 (1954): 74; 83).
Hacia el final del cómic se vuelve a recrear el encuentro de Anne y Cécile, después de que la primera concluya la lectura del escrito, inacabado, de la segunda. Previamente, Anne ha leído el texto de Cécile que en realidad está compuesto, exclusivamente, de fragmentos extraídos directamente de la novela de Sagan (Rébéna, 2020: 86-88).
Las crudas palabras del texto —lúcido, pero aborrecible— impactan en Anne, que desconcertada se adentra en el bosque anexo a la vivienda. Allí, oculta tras los árboles, encuentra a Raymond y Elsa besándose apasionadamente y descubre la verdadera naturaleza de su prometido, cuando le escucha decir: «Una piel joven [la de Elsa] es más adorable… [que la de Anne]» […] «Pensar que un hombre [él] es para una sola mujer [Anne] es una estupidez…» (Rébéna, 2020: 89-90) (figura 26). La reacción de Anne no se hace esperar se despide de Cécile y acude a su cita con la muerte, más bien provocada que accidental en el cómic.
Figura 26: Anne descubre la verdadera naturaleza de su prometido Raymond (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 90). |
No existe una motivación profunda que justificara el plan que Cécile elaboró para apartar a Anne de la vida de su padre. Ella se siente abrumada por la dimensión que adquirieron las ideas que fraguó en su mente. Sin embargo, la manifiesta superficialidad de Cécile no puede desvincularse de su responsabilidad y por tanto de las consecuencias de sus actos.
La identidad de Cécile posee la libertad de no verse coaccionada por motivos morales. Ella se desprende de toda responsabilidad frente al otro. Sin embargo, el resultado de su acción frente a Anne que, indirectamente tiene consecuencias trágicas, le crea inadecuaciones personales y desarrolla sentimientos de culpa que terminan en un estado de angustia.
El breve párrafo final del libro de Sagan, aúna fuerza narrativa con expresividad poética. La escena tiene lugar en el dormitorio de Cécile y surge involuntariamente de su memoria:
Pero cuando estoy en la cama, al amanecer, sin más ruido que el tráfico de París, a veces me traiciona la memoria: vuelve el verano, con todos sus recuerdos. ¡Anne, Anne! Repito ese nombre muy quedo y durante mucho rato en la oscuridad. Entonces algo sube por mi interior y lo recibo llamándolo por su nombre, con los ojos cerrados: Buenos días, tristeza (Sagan, 2022 (1954): 179).
Figura 27: Raymond presiente los pensamientos de culpabilidad de Cécile por la muerte de Anne (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 97). |
Este texto, en el cómic, es transfigurado espacial y temporalmente por Rébéna para darle vigor al aspecto visual. Para ello, inicia el texto durante el tránsito en automóvil de Raymond y Cécile bajo una intensa nevada, desde el lugar de la fiesta de Año Nuevo hasta el propio domicilio; esta escena, construida a base de primeros planos, crea un ambiente de aislamiento y pesadumbre causada por el recuerdo de Anne. Vemos los pensamientos de Cécile, pero ella no pronuncia palabra alguna. Sin embargo su padre presiente los sentimientos de su hija y se aventura a decir: “Fue un accidente” (figura 27).
Más tarde, en el cómic, se representa a Cécile acostada en su cama y ahora su imagen es el fiel reflejo del texto de Sagan. La tristeza no solo es expresada con palabras sino también con la efigie de la protagonista; un bello rostro desencantado en el que se ha grabado la tristeza. En la novela se cita que los ojos de Cécile están cerrados —como rebuscando en su interior una justificación sanadora—, mientras que en el cómic los ojos de la protagonista están bien abiertos, mirando al exterior, hacia un futuro que cure las heridas del pasado (figura 28).
Figura 28: Representación gráfica de la tristeza en la soledad de la noche (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 99). |
Al concluir la novela nace la duda de si Cécile recobrará la alegría de vivir pese a que, previamente, manifestara que «la vida volvió a ser como antes, como estaba previsto que volviera a ser […] Pero somos felices» (Sagan, 2022 (1954): 179). Empero, se podría plantear la hipótesis: ¿es posible ser feliz y amar después de sentir el peso de la responsabilidad de haber destrozado a una persona, hasta las últimas consecuencias, por el mero hecho de querer —o quizá de creer—, amar a su padre, Raymond? La respuesta a esta cuestión no queda establecida en la novela porque la tristeza parece planear sobre la vida de Cécile.
La vida sigue
Después del fallecimiento de Anne, Cécile y su padre trataron de excluirla de sus conversaciones, pero con el paso del tiempo ellos pudieron «hablar de Anne con un tono normal, como un ser querido con quien hubiéramos sido felices…» (Sagan, 2022 (1954): 178). La vida sigue su curso y las viejas habitudes vuelven a instaurarse en el día a día de Raymond y su hija. «Cuando nos vemos, mi padre y yo nos reímos, hablamos de nuestras conquistas. Seguro que le consta que mis relaciones con Philippe no son platónicas, y a mí me consta que su nueva amiga le sale muy cara» (Sagan, 2022 (1954): 179).
Figura 29: Cécile y Raymond bailan con sus nuevas parejas que guardan el anonimato físico (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 96). |
Rébéna incluye en el cómic una viñeta que podría sintetizar las nuevas relaciones afectivas de Cécile y su padre. En ella se representa una elegante fiesta de Fin de Año donde varias parejas bailan bajo un cielo de guirlandas; las figuras de Cécile y Raymond destacan danzando con quiénes podrían ser sus nuevas parejas, pero Rébéna ubica a estas personas de modo que no se les ve el rostro, como si deseara mantenerlas en el anonimato, pues mañana podrían ser sustituidas por otras (figura 29).
A pesar de que la tristeza es el sentimiento que acomete la conclusión de esta novela de Sagan, en el cómic Rébéna añade una página-viñeta a modo de epílogo (figura 30). La imagen muestra un paisaje costero con fachada de una espléndida villa, enmarcada entre árboles, frente a la que se extiende una amplia piscina. La escena inspira calma y sosiego bajo un cielo raso. Cécile ocupa el primer plano de la viñeta, acostada, fumando y con los ojos abiertos mientras que su padre, somnoliento, ocupa el segundo plano. Un cartucho incluye el texto final del cómic: «El verano siguiente ya no alquilamos aquella misma casa, sino otra» (Rébéna, 2020: 100). Esta frase proviene de una frase incluida en el penúltimo párrafo de la novela y que declara: «El invierno toca a su fin, no alquilaremos la misma casa, sino otra, cerca de Juan-les-Pins» (Sagan, 2022 (1954): 179).
Figura 30: El deseo de olvidar aparece en la última viñeta del cómic (Buenos días, tristeza, Planeta cómic, 2020: 100). |
En relación a la vida futura de la protagonista de Buenos días, tristeza Sagan expresa, consecutivamente, dos ideas contradictorias. Primero hace referencia a la felicidad de Cécile para luego mostrar su profunda tristeza. Por lo que para el lector de la novela prevalecerá la sensación de que la tristeza domina sobre la felicidad. Estos dos sentimientos antagónicos son invertidos en el tiempo en la adaptación en el cómic por que la interpretación puede ser justo la contraria; en cierta medida, evoca el deseo de olvidar.
Conclusiones
La adaptación de Buenos días, tristeza al lenguaje del cómic por parte de Frédéric Rébéna no consiste en la exposición lineal de los acontecimientos que pretende resaltar del relato de Françoise Sagan, sino que es una reescritura y puesta en imágenes creativa. El adaptador se permite importantes alteraciones —temporales, espaciales, visuales o de contenido— que no traicionan la esencia del relato original. En el cómic se respira el aire que circula entre las páginas de la novela; se establece un ritmo narrativo próximo al relato original —que se marca contrapesando los recitativos y los diálogos—; se aúna de forma compacta lo esencial de la obra sin que se tenga la sensación de vacío —por la carencia de pasajes fundamentales— o de premura —al representar de manera forzada muchos acontecimientos en muy pocas viñetas— y, sobre todo, se presenta un marco visual que, apropiándose de las palabras de Sagan, engendra imágenes que hacen sentir la melancolía que emana de la voz narradora de Cécile.
Rébéna ha captado la palabra descriptiva de Sagan y la ha transformado gráficamente en “objeto” y “sujeto”. Con el primero recrea la realidad estética/física o ambiental que se sugiere en Buenos días, tristeza y con el segundo ayuda a imprimir la dimensión psicológica de los personajes a través de la fuerza expresiva del dibujo. Este último punto es importante porque dota a los personajes de un aspecto concreto, corpóreo y facial, que les confiere la expresividad en coherencia con el retrato descrito en la novela.
La inclusión de abundantes recitativos originales de Sagan se debe a un deseo de fidelidad argumental en la adaptación. En la reescritura de Buenos días, tristeza, Rébéna recurre con frecuencia a la contracción textual de determinados y determinantes pasajes de la novela, sin que ello suponga una merma en la esencia del propósito presente en la obra de Sagan. Aquí, la imagen tiene la potestad de sustituir a la palabra evitando el efecto de reiteración ligüistico/visual.
El adaptador se permite modificar e incluir textos propios, próximos al estilo de la novelista, que se imbrican en el cómic como si procedieran de la obra original y sin que se produzca la sensación de discontinuidad o falseamiento de la idea general que sobrevuela el relato literario. Este proceder se acerca más a una “reinterpretación” de la novela que de una “adaptación rigurosa”.
La “adaptación rigurosa” de una novela al cómic tiende a limitar la expresión artística por ser imperativa, lo que, en teoría, propicia que la adaptación sea una pobre imitación desvalida, en la que el dibujo sería tan solo un revestimiento para decorar la estructura literaria subyacente, que por fuerza estaría amputada por la necesidad sintética que suele ser la entidad intrínseca de los cómics adaptados.
Rébéna nos brinda una “reinterpretación” de Buenos días, tristeza que, si bien se ajusta al texto original de Sagan, también ofrece otra perspectiva desde el punto de vista narrativo. El nivel de fidelidad a la obra original es más que evidente en cuanto a la presentación y al nudo del relato, pero introduce algunas alteraciones en relación al orden de los acontecimientos y sobre todo modifica el desenlace.
El sorpresivo desenlace del cómic de Buenos días, tristeza confiere una nueva perspectiva de la relación entre narradora y personaje. La “Céline protagonista” suplantaría a la autora literaria, Françoise Sagan, y se convertiría en la creadora de la novela origen del cómic que estamos leyendo. Por tanto, estaríamos ante una obra autobiográfica. En el cómic, Cécile relata una historia ya vivida y se reconoce en ella, creando una identidad narrativa que está fuera de su ser. La exteriorización de sí misma, a través del lenguaje, crea un significado a modo del “personaje Cécile” —doblemente ficcionario desde la perspectiva de la propia Françoise Sagan—, a través del cual trata de justificar sus actos la “Céline narradora”. Lo que piensa y reflexiona, esta última, es lo que le sucede a la Cécile personaje. Esta es la razón por la que en el cómic Buenos días, tristeza planea continuamente la sensación de tristeza y melancolía porque el relato nace desde la culpa.
Bibliografía
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ROUX, Baptiste (2014). “Au cinéma, un moteur qui s’enraye”, en Le Magazine Littéraire, 547, 2014, pp. 90-93
NOTAS
[1] Traducción propia del original francés: «Chez Rodolphe Töpffer, l’inventeur de la bande dessinée elle-même au sens moderne du terme, il va encore de l´image au texte. En 1840, l’auteur suisse remanie sous forme de roman une de ses propres histoires en estampes, “Voyages et aventures du Dr Festus”».
[2] Traducción propia del original francés : «Cécile ne vit pas son adolescence avec ce sentiment d’oppression existentielle décrit par Beauvoir, mais elle semble repousser avec énergie l’image de la femme indépendante, incarnée en l’occurrence par Anne Larsen…».