ROLDÁN SIN MIEDO
Creada por Víctor Mora y Adolfo Usero en 1972, la serie de aventuras juveniles Roldán Sin Miedo se ubica en el contexto histórico de la Edad Media. Algunos de sus personajes, como el propio protagonista, Roldán, o su padre, Reinaldo de Monbellán, ostentan nombres que se vinculan claramente con la materia de Francia o ciclo carolingio, tal como suele llamarse al conjunto de los cantares de gesta franceses del Medievo. Todas las acciones se sitúan geográficamente en una zona imprecisa de los montes Cárpatos, aunque en alguna ocasión se alude al país de Hungría. Por su parte, los castillos, bosques, cuevas y pantanos constituyen los espacios habituales por los que se mueven los personajes. Roldán e Ilona, joven pareja sentimental, son los máximos protagonistas de las cuatro entregas que formaliza la serie. Desde un planteamiento de justicia y reparación social, los dos jóvenes se enfrentan a diversos tiranos o caudillos con ínfulas de grandeza y conquista territorial. Para el desarrollo de todas sus intervenciones, Roldán e Ilona reciben la ayuda de un aliado muy especial, Rigelius de Orión, poseedor de sorprendentes recursos; se trata de un personaje de apariencia merlinesca que proviene del espacio exterior, según se desvela en el transcurso de las sucesivas historias.
Entre las señas esenciales de la serie se observa un ritmo narrativo presuroso, casi atropellado. Abundan las escenas acordes con las características argumentales de partida (la aventura de signo juvenil y los elementos de justicia caballeresca), pero también se reproducen algunas imágenes en las que se advierte una impronta y un lenguaje banalizados, conjugándose de esa forma dos tipos o niveles de expectativas lectoras. Se advierten, asimismo, diversos aspectos que reproducen componentes de otras series de la editorial Bruguera, tales como la incorporación de secundarios que exteriorizan cierta comicidad o la presencia de villanos que desarrollan siempre el mismo patrón, entre otros ejemplos.
El dibujo de Adolfo Usero se muestra rápido en su trazo, en busca siempre de la efectividad plástica en cada viñeta, con un estilo realista abierto, poco académico; en cualquier caso, menos minucioso y rotundo que Maese Espada, una de sus mejores obras, también de género caballeresco y contexto medieval. Se observa en varias páginas cierto despliegue del fondo de los escenarios y un uso variado y oportuno de perspectivas y planos. Todo ello, sin embargo, queda oculto en bastantes grados por la rotulación mecánica y el coloreado visiblemente antojadizo, que en diversos casos llega a tapar líneas y efectos.
Las cuatro aventuras se publicaron por entregas en las páginas de la revista DDT y, después, las tres primeras (Los pantanos del terror, El secreto de Karakorum y El regreso del vampiro) se reeditaron en la colección Grandes Aventuras Juveniles, números 52, 58 y 63. La cuarta aventura, La noche del jinete muerto, anunciada en principio para el número 69 de la citada colección, se reeditó finalmente en la revista Mortadelo Especial, número 137, donde se acreditaba a A. Martín (Andreu Martín) como guionista, junto a Víctor Alcázar, conocido seudónimo de Víctor Mora.
Los pantanos del terror
En la primera de las historias se despliegan en seguida los pilares narrativos y estilísticos de la serie y su adscripción al arquetipo de aventura y fantasía, como muchas otras de las series coetáneas de la editorial Bruguera. Se inicia el relato en el castillo del príncipe Bela, quien está agasajando a su viejo amigo Reinaldo, compañero de armas de las cruzadas. Surgen a continuación los protagonistas, Roldán e Ilona, hijos respectivos de los personajes antedichos. En un paseo por el bosque, los jóvenes se adentran en unos oscuros pantanos, donde se dice que habitan monstruos y un brujo poderoso y maligno. El brujo resulta ser Rigelius de Orión, un apacible anciano que de inmediato se encariña con la pareja. Rigelius vive en una extraña construcción, llena de luces y aparatos, y posee poderes aparentemente mágicos y una tecnología muy avanzada que Roldán e Ilona creen procedente del lado oscuro, aunque el lector puede realizar una interpretación diferente. Rigelius les proporciona los dijes, objetos portentosos con los que pueden teletransportarse en el espacio. Mientras tanto, un príncipe húngaro, de nombre Sandor, traiciona a los padres de los jóvenes y se une a unas cuadrillas de mongoles que invaden los dominios del príncipe Bela. Este y Reinaldo mueren en el violento asedio. Posteriormente, con ayuda de los encantamientos de Rigelius y también del socorro desinteresado de Yango el Zíngaro, el domesticador de osos, Roldán e Ilona logran vencer a Sandor y expulsar a los mongoles de aquella región.
El secreto de Karakorum
En la siguiente aventura, Roldán e Ilona piden a Rigelius que les envíe con su magia a la ciudad de Karakorum, corazón del imperio mongol, por razón de las malvadas intrigas que en ese lugar se están gestando. Los jóvenes son teletransportados a las afueras de la ciudad, donde se encuentran con una caravana que lleva a una mujer encerrada en una jaula. Roldán e Ilona deciden salvar a la joven, pero en la acción son tragados por las arenas movedizas del desierto. Tras un extraño hundimiento, quedan milagrosamente ilesos y acaban en una oquedad muy profunda. La joven que estaba presa se llama Sakina y les cuenta cómo había llegado, siendo niña, a la ciudad de Karakorum, y cómo había recibido desde el primer momento el aprecio y protección del kan Ogodai. De igual forma, Sakina les revela la traición que están urdiendo el príncipe Batu y su mujer, Rajira. En ese instante, la cueva empieza a derrumbarse, y los tres jóvenes huyen del lugar. Logran encontrar una salida hacia la superficie que les conduce casualmente al jardín de Rajira. De inmediato, son apresados por los centinelas. Poco después, Rigelius, que ha seguido con una especie de localizador el itinerario de sus jóvenes amigos, provoca que la carreta donde van presos se eleve en el aire y vuele aparentemente sin control, mientras los mongoles huyen aterrorizados. La carreta se posa después en el palacio del kan, y Sakina se reúne con su abuelo adoptivo. Se inician seguidamente los enfrentamientos entre los seguidores del kan y los de Batu y Rajira. El bando de los conspiradores es derrotado, y el kan obtiene el apoyo mayoritario de su pueblo. Roldán e Ilona regresan a su tierra, merced, una vez más, a los increíbles poderes de Rigelius. En breve, Ilona se proclama reina de su tierra. En la última viñeta, el narrador avisa de que Roldán vivirá nuevas peripecias.
El regreso del vampiro
En el castillo de la reina Ilona se está maquinando una traición a manos del barón Matías y su hijo Geza. Por otro lado, Ilona envía a Roldán al feudo del conde Miskolc, por motivo de los ultrajes que está haciendo a sus súbditos. En un momento dado, se dice que un antepasado de este villano era un vampiro. En el camino, Roldán ayuda a ciertos lugareños frente a los soldados del conde. Después aparece un cadáver con la aparente marca de un vampiro, lo que produce el pánico inmediato en la población del lugar. Surge el personaje gracioso de Paprikoncius, que se hace amigo y ayudante de Roldán. Al socorrer a una muchacha que está siendo atacada por un hombre ataviado de vampiro, Roldán se hunde en una ciénaga. Antes de ser engullido, presiona su dije y se teletransporta a la casa de Rigelius. Tras referir a Rigelius todo lo ocurrido, Roldán acude también con el mismo objetivo al castillo de Ilona. Se produce un inciso en la narración, en el que se revela que Rigelius proviene de un planeta lejano, llamado la Atlántida, el cual ha sido arrasado por algún fenómeno sideral. Roldán presiona de nuevo el dije que lleva al cuello y se teletransporta a las tierras del conde. Se encuentra con Paprikoncius y juntos se dirigen hacia el castillo del malvado mandatario. Aparece muerto un centinela con la aparente marca sangrante de un vampiro. Detrás de estos sucesos están el barón Matías y su hijo, los cuales se hallan como invitados en el castillo de Miskolc. Han contratado a un actor de circo que se disfraza de vampiro con el propósito de asustar a los pobladores del feudo. El barón empuja al actor en las almenas para que muera en la caída y todos piensen que ha sido él quien ha logrado aniquilar al vampiro. Por tal razón, el conde trata al barón de héroe salvador. Roldán decide hacerse pasar por un fantasma, dado que se había extendido la noticia de que había perecido en la ciénaga. Al contemplarlo, Matías muere de un síncope. Posteriormente, Roldán y Paprikoncius se presentan ante la reina Ilona y le detallan todos los sucesos. Se prepara una expedición parlamentaria que acude al castillo del conde y le exige cambiar su comportamiento ante su pueblo.
La noche del jinete muerto
La acción se inicia cuando Roldán e Ilona vagan perdidos por cierto paraje, en el que estaban participando en una partida de caza. Se encuentran con un jinete muerto que apenas se sostiene entre las riendas de su montura. Lo siguen y llegan a una casa donde todos los que allí se encuentran han fallecido. De repente, un sujeto intenta llevarse a Ilona y ésta presiona el dije que lleva al cuello, transportándose a las estancias de Rigelius. Por su parte, Roldán apresa al atacante, el cual confiesa que ha sido él quien envenenado a los habitantes de la casa. Se trata de un esbirro del Boyardo Negro. Justo en esos instantes aparece en escena el Boyardo Negro con sus huestes. Ilona regresa junto a Roldán y ambos deciden alejarse del lugar, pero en la huida se enfrentan a un grupo de boyardos. A punto de ser capturados, reciben la ayuda de un grupo de arqueros comandado por una joven que se llama Sonia. De inmediato, Roldán parece sentir admiración por la personalidad de la joven arquera, lo que no agrada a Ilona, que se marcha de improviso, visiblemente airada. Roldán y Sonia van rápidamente tras ella. En el trayecto, Sonia es atacada por un oso e Ilona logra salvarla. Los tres jóvenes se reconcilian y regresan al campamento. El lugar acaba de ser arrasado por las mesnadas del Boyardo Negro. Acto seguido, Sonia, Ilona y Roldán se ven rodeados por numerosos soldados que pretenden matarlos, pero Rigelius, que ha seguido a la pareja protagonista con sus portentosos localizadores, provoca un movimiento sísmico en la zona. Los agresores huyen despavoridos y el Boyardo Negro es atrapado por Roldán e Ilona, que deciden llevárselo a su país para juzgarlo por sus muchos crímenes. Sonia, por su lado, se dirige en busca de sus paisanos. La historia y la serie terminan con un Roldán mirando hacia atrás y una Ilona manifestando su rabia y malestar: «¿Quieres dejar de pensar en ella de una vez?»
El recorrido de las cuatro historias de Roldán Sin Miedo se asienta en el arquetipo de aventuras fantásticas que la editorial Bruguera había desarrollado con gran éxito en las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX, y que después, ya en los setenta, se abocó a una repetición de perfiles y escenarios y a una progresiva banalización de contenidos, formas y materias, como es precisamente el ejemplo que nos ocupa. No obstante, la imaginación de Víctor Mora consigue brindar algunos elementos narrativos de cierto atractivo, especialmente en la configuración de personajes y en las tramas de las peripecias. Por su parte, los pinceles de Usero muestran en buena medida su frescura gráfica y su dominio compositivo, pero la estética resultante, parcialmente aniñada y poco depurada, resta fuerza y belleza a las páginas. En cualquier caso, la serie quedó truncada, tal como se percibe en el desenlace abierto de su cuarta entrega. Quizá Mora tenía pensadas nuevas aventuras para Roldán e Ilona, los jóvenes justicieros que consiguen evocar las efigies del Capitán Trueno y Sigrid, caballero y reina en similares lances; sin embargo, en el transcurso de los setenta, y mucho más en los ochenta, el mundo del tebeo dio un giro de muchos grados en España, por lo que diversos proyectos fueron abandonados o quedaron marchitos. La aventura dio paso a nuevas fórmulas.