Tanto Fermín Salvochea como el cantón gaditano han aparecido en las viñetas de los cómics, en un intento de aleccionar a los lectores sobre la historia de la ciudad de Cádiz. En las siguientes líneas analizaremos las dos obras que existen al respecto, veremos hasta qué punto tuvieron éxito, cuales fueron sus limitaciones y su repercusión.
1. EL CÓMIC EN LA EDUCACIÓN
Aunque la imagen se ha usado desde antiguo para educar y enseñar, el uso del cómic como herramienta educativa no comenzó a plantearse hasta mediados de los años 30 entre los educadores estadounidenses,[1] despertando vivos enfrentamientos entre aquellos que veían en el uso de viñetas un instrumento útil y aquellos otros que lo consideraban perjudicial, tanto dentro como fuera del aula.
En el caso español los cómics o tebeos no recibieron especial atención hasta los años de la Transición, habiendo sido hasta aquel entonces empleados, a lo sumo, como mera propaganda durante el régimen franquista, [2] debido a su popularidad entre el público infantil y adolescente. Fue entre finales de los años 70 y principios de los 80 que los cómics comenzaron a recibir una legitimación por parte de semióticos hispanoamericanos e italianos, llamando la atención de una nueva generación de educadores que los consideraron como una forma atractiva[3] de mostrar una Historia que había sido marginada -cuando no perseguida- por la dictadura. Las iniciativas para hacer cómics históricos que pudiesen emplearse como instrumento educativo corrieron por parte de algunas instituciones, pero también de algunas empresas privadas, como sería el caso de Ediciones Roasa o Ediciones Genil.
2. EL SALVOCHEA DE MARÍN Y OLIVERA
En 1980, después de que Rafael Marín[4] y Ángel Olivera[5] hicieran “Una pequeña Historia de Andalucía en cómic, siete paginitas que se editaron a tamaño folio e impreso en blanco, negro y verde.”[6], la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz se decidió a repetir la experiencia, recuperando esta vez del olvido oficial a Fermín Salvochea.
La brevedad del cómic hizo que los autores se encontraran con “el problema de sintetizar mucha información en siete páginas, por lo que la gran capacidad de narrador de Ángel Olivera quedó diluida por el tono informativo, más que didáctico (…) Se repartió por los colegios, aunque la impresión no era muy buena.”[7]
A pesar del poco espacio que poseían, la historia narraba de forma cronológica y coherente la vida de Salvochea, haciendo hincapié en su papel de revolucionario no sólo político, sino también social, en tanto que se mostró su lucha por la justicia social y la libertad.
Primera y sexta páginas del cómic Fermín Salvochea, de Rafa Marín y Ángel Olivera. |
3. EL CANTÓN DE ALONSO Y COLLADO
Unos años después, la Editorial Roasa decidió lanzar un cómic que recogiera la historia completa de la ciudad de Cádiz. Los encargados de dar forma a dicha historia fueron Jorge Alonso[8] y Luis Collado Coch[9], que a lo largo de casi ochenta páginas a todo color se enfrentaron a la difícil tarea de comprimir cerca de tres mil años de historia y hacerla asequible al lector.
En líneas generales, sin entrar a comentar la obra completa, podemos observar cómo el guión va perdiendo fuerza según la narración alcanza los siglos XIX y XX, llegando en un momento a ser cada viñeta prácticamente una estampa independiente, sin conexión ni secuenciación con las demás, en la que meramente se describe un hecho o un personaje. Esto bien puede deberse a las constricciones del espacio, que obligó a prescindir de una auténtica narración, sumado a la falta de experiencia de Alonso en el campo de las viñetas.
Se percibe un claro intento de pasar de puntillas sobre algunos temas. Así, el cantón gaditano merece apenas una pequeña viñeta en la que un grupo de exaltados de rostros embrutecidos representan el caos mas no la revolución, dando una connotación claramente negativa a la experiencia cantonal. Fermín Salvochea directamente no aparece, siendo importante su ausencia, pues la imagen que los autores buscan dar es la de una revuelta popular, destructiva y acéfala. En contraposición, en la misma página observamos una enorme viñeta que muestra la prueba del submarino de Isaac Peral (cuyo viaje fue de Algeciras a Ceuta, no teniendo relación directa con la ciudad de Cádiz).
Así, o Alonso no quiso tratar ciertos temas (la Guerra Civil y la dictadura serán otros aspectos sobre los que pasará rápidamente y sin apenas decir nada) o bebió de escritos producidos durante el régimen anterior, que obviamente mutilaban la historia gaditana y le daban un tinte claramente conservador.
4. CONCLUSIONES
Es indudable que ambos cómics, aunque bienintencionados, adolecieron de graves fallas[10] que les impidió recibir el uso que los autores y editores habrían deseado.
En primer lugar, hay que recordar que ambas historias eran narraciones que abarcaban en muy poco espacio excesivos contenidos cronológicos y conceptuales. El ritmo acelerado de ambas historias impidió que se profundizara en personajes, ideas o situaciones, lo que sin duda dificultó la comprensión, conexión y asimilación por parte de los lectores. En segundo lugar, puesto que los profesores no recibieron instrucciones específicas de trabajar dichos cómics en clase, y éstos tampoco incluían actividades, hemos de entender que se vio el cómic más como una lectura ligera extraescolar que como una verdadera herramienta que pudiera utilizarse en el ámbito del aula. Quedaba al criterio de los alumnos el leer aquellas historias, y nadie podía asegurar que entendiesen su mensaje, pues no se les ayudaba a efectuar un análisis crítico. No obstante, también hay que tener en cuenta que la obra que repartió el Ayuntamiento gaditano fue totalmente gratuita, lo que permitió una mayor difusión. A eso debemos de sumar que su relato intentaba romper con muchos de los tópicos negativos que sobre el cantón gaditano y Salvochea existían.
La no aparición de más títulos, ni por iniciativa privada ni pública, impidió que los cómics históricos y educativos se consolidasen tal y como hoy día lo están en otros países,[11] desaprovechándose la que sin duda era y aún hoy es una muy válida herramienta pedagógica.
AA.VV.: Antología del cómic andaluz, Sevilla, Caja San Fernando, 2006
APARICI, Roberto: El cómic y la fotonovela en el aula, Madrid, De la Torre, 1992
DÍAZ, O. y FERNÁNDEZ, M.: El cómic en el aula, Madrid, Alhambra, 1991
MARTÍN, Antonio: Apuntes para una Historia de los Tebeos, Barcelona, Glenat, 2001
ROLLÁN MÉNDEZ, Mauro y SASTRE ZARZUELA, Eladio: El cómic en la escuela. Aplicaciones didácticas, Valladolid, Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Valladolid, 1986
SONES, W.D.: “The comics and instructional method”, Journal of Educational Sociology 18, EE.UU., 1944, pp.232-240
WITEK, Joseph: Comic Books as History, EE.UU., University Press of Mississippi, 1989
CÓMICS:
ALONSO, Jorge (guión) y COLLADO, Luis (dibujo): Historia de Cádiz, Granada, Ed. Roasa, 1983
MARÍN, Rafael (guión) y OLIVERA, Ángel (dibujo): Fermín Salvochea, Cádiz, Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, 1980
WEBS:
BARRERO, Manuel: Los cómics en el aula, trascripción de la conferencia impartida en las Jornadas sobre Narrativa Gráfica en Jerez de la Frontera, Cádiz, el 23 de febrero de 2002, que puede leerse en: http://www.tebeosfera.com/Hecho/Festival/Jerez/ConferenciaJerez020223.pdf
YANG, Gene: Comics in Education, puede leerse en: http://www.humblecomics.com/comicsedu/index.html
NOTAS