SOY ANECDOTA, DE DOLS
MANUEL BARRERO

UN TEBEO DE GUILLEM DOLS A TODO COLOR
 

 

El comienzo de esta historia. 
 Reseñar tebeos es fácil. Antaño era un ejercicio sencillo, consistente en describir someramente el producto y decir cuatro obviedades para salir airoso del paso y no dejar insatisfecho ni a autor, ni a editor, ni a lector. Para elaborar cualquier reseña se podría utilizar alguna de estas proposiciones, que pueden combinarse al antojo de cada cual:

“Se trata de un producto digno, lo cual no implica que se la mejor obra dentro de su género, mas no dejará indiferente al lector que se aproxime a este trabajo con un mínimo de curiosidad.”
 
“No puede decirse que sea una historia que despierte un inusitado interés, y lo cierto es que no toca un tema realmente original, pero el autor logra transmitir lo que pretende con las herramientas con las que cuenta, sin que esto signifique que sea una obra maestra”
 
“La capacidad expresiva del autor, como no podía ser de otra manera, es suficiente como para convencer al lector de que le va a gustar este cómic, porque qué es el cómic sino un gusto que se da el autor para ver si entretiene a un lector ¿eh? Al fin y al cabo, es como la vida misma.”
 
Aludía al “antes” porque “ahora” es mucho más sencillo. Ahora, ya no es necesario adoptar o combinar alguna de las anteriores proposiciones. Hoy basta con copiarlas de otro blog y pegarlas en el nuestro. Con imagen incluida. O más fácil aún: se vuelca la reseña que nos ha hecho el editor del producto, o se copia parte del pdf remitido como servicio de prensa. ¿Quién va a pensar que la reseña es mala si el propio editor la hace?
 
Reseñar hoy implica en muchos casos no esforzarse en modelar una crítica, ni estirando el eufemismo hasta el “si bien no me gusta, lo recomiendo”. Porque en el hato somos contados, y a poco que andes por un festival, puedes cruzarte con alguien a quien hayas reseñado negativamente. Y eso da muy mal rollo.
 
 

Dols modela su mito de autor narrando sus experiencias en los platós

Qué hacer, por ejemplo, si tenemos que reseñar a Dols.
 
Reseñar mal a Dols es imposible. Primero, porque Dols es un tipo sanote y simpático y le edita Dolmen. Segundo, porque es un libro en cartoné y viene avalado por el Govern de les Illes Balears, y quién va a pensar que un Govern iba a dilapidar su dinero en una obra burda, o quién puede sospechar que entre dos tapas en cartoné puede haber un mal tebeo. ¡Que es un tebeo y está en cartoné, oiga! Tercero, porque lleva prólogo de Berto Romero, el narizotas de Buenafuente. A ver qué otro tebeo lleva un prólogo de alguien de la tele; ni de triunfitos siquiera.
 
 Queda la cuarta opción: es un metatebeo.
 
Ya salió el palabro. He aquí al típico crítico gafapasta que levanta otro castillo en el aire con las cuatro páginas de un friqui.
 
Pero es que es verdad. Dols se lo pasa pipa haciendo “un tebeo”, como reza la cubierta. Su tebeo. Un volcado de plácemes y querencias por las culturas que uno mama de joven y que, en su caso, le han encarrilado en la vida profesional. Dols no es un novelista gráfico, claro, porque sus monos dan para cuatro páginas seguidas a lo sumo, y lo sabe. Así que construye una obra hecha de retales, producto shelleyano de los apuntes y bocetos de aquí y de allá, en la que se ríe de muchas convenciones pero pone en circulación otras tantas precisamente para hacer reír. Esto no es una novela gráfica, pues, pese al cartoné. En todo caso, un monólogo gráfico.
 

El humor de Dols llega más allá del repertorio de los monologuistas. Él es un guionista de humor televisivo, ergo de monólogos y de diálogos, y los que aquí muestra tienen un vínculo con aspectos de la realidad y de la cultura que no lograrían éxito ante una cámara o ante un micrófono. De ahí que utilice la historieta como escape, como trasgresión, hasta el punto de trasgredir el propio soporte, el tebeo, para orquestar una guasa narrativa sin precedentes en el cómic español. Así, la obra comienza con la parodia de Richard Matheson (de I`m Legend), ideal para contener un mundo de tarados por el cómic que se pueden comparar con el fenómeno zombi. Pero, a partir de ahí, todo son digresiones. Hallamos paralepsias hacia otros tebeos: genial la que nos conduce a leer un manga que se inserta dentro del propio tebeo y que obliga al lector a avanzar unas páginas para ir leyendo hacia atrás; muy divertidos los homenajes a las secciones humorísticas típicas de Bruguera; y descacharrantes del todo resultan las tiras de “El hombre que secuestró a Jordi Labanda” (que esperemos que Jordi se tome a bien, je). Dols se detiene en el relato para trasgredir los límites del monologuismo con esa historia sobre el cáncer. Y luego se parodia a sí mismo contando la desventura de uno de sus zombis o reconstruyendo el final deus ex máchina que ha descrito como absurdo al principio del libro.

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Cuatro de las páginas finales de esta obra. Las dos centrales son las páginas indicadas en el texto. Clic para ampliar.

Y, fíjense ustedes, qué cosa… Hay dos páginas ahí, al final, en ese absurdo zigzagueo a cuestas de un alienígena, en las que se describe el mundo heredado por los vampiros supuestamente extraído de la línea narrativa principal reminiscente del libro de Matheson. Es una parodia de un universo diegético fantástico que se ha extraído de una novela titulada Soy leyenda, y a la vez es un nuevo universo de ficción con seres paródicos que conviven con sus miserias y frustraciones: el desprecio, la violencia, el maltrato, la depresión, la enfermedad, el desamor… Y Dols, tras todo un libro riéndose de todo y de todos, hasta de sí mismo, nos pone las pupilas a temblar.
 
Vale, no hay relato apenas. Carece de lógica todo. El tebeo es para echar unas risas. Pero esas dos páginas… son leyenda.
TEBEOENLACES
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Creación de la ficha (2010): Manuel Barrero. Corrección por Lombilla.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2010): "Soy anecdota, de Dols", en Tebeosfera, segunda época , 6 (28-VI-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/soy_anecdota_de_dols.html