SUPERMAN – IDENTIDAD SECRETA. DE MATONES Y SUPERHOMBRES |
CLARK KENT, un sencillo adolescente de Kansas, sufre en silencio los efectos negativos de su afamado nombre, secuelas que llegan tanto desde su familia como del mundo exterior. Su vida recibe un giro espectacular, dramático e insospechado cuando desarrolla, o se impregna, de los poderes de su alter ego de ficción: Superman.
VAS DE ACAMPADA… ¡Y TE PASA ESTO!
Partiendo de una idea “medio cocinada” en el DC COMICS PRESENTS nº 87, escrito por ELLIOT S. MAGGIN y dibujado por CURT SWAN, según confiesa el propio KURT BUSIEK en el profuso prólogo de este estupendo volumen recopilatorio, el autor de la desigual carrera, que alterna éxitos con pifias para nuestro deleite (o frustración), trabaja el supuesto de que un joven convencional (que sufre tener un nombre reputado, aun de ficción), de pronto obtiene superpoderes increíbles semejantes a los del mito de la cuatricromía, pasando a fabular sobre cómo serían los distintos aspectos de su vida, pública e íntima, sometida a esta influencia.
Busiek (y aquello que STUART IMMONEN haya decidido retocar o aportar al concepto original planteado) posee una sólida formación documental “tebeística” y puede apelar a muchos y olvidados números o ideas para sacarles el orín del olvido y bruñirlos para nuestra degustación, caso que nos ocupa. No es ningún narrador mediocre, rozando lo excelente con frecuencia (lo demuestra MARVELS, la obra “documental” del UNIVERSO MARVEL, calidad amplificada por el dibujo de un ALEX ROSS “primerizo”), pero le aqueja una maldición extendida a todos los guionistas tan conspicuos y consolidados como él: recrear WATCHMEN como sea. Más propiamente: legar “su” Watchmen a la posteridad.
Y en Identidad Secreta ha perseguido este empeño también.
Notamos que los guionistas (o dibujantes -Alex Ross- que buscan un escritor que articule el conglomerado de brillantes ideas que sólo logra manifestar como viñetas) se olvidan de contar una historia para, cada vez, abocarse más a esta tarea. Y el estrés producido genera una tara, no un relato. En MARK MILLAR con WANTED, de la cual comentáramos algo en su momento, este afán era más que descarado. Parecía una necesidad patológica. Había tomado el concepto acuñado por ALAN MOORE y lo había llevado, o bien un metro más allá, o buscado un envés aún más retorcido todavía. Y nos referimos a una obra; sin duda el lector puede señalar cinco o seis más donde ese afán esté patente o se evidencie con cierto grado de descaro. El único que, de momento, parece inmune a este “virus de emulación-y-superación” es MIKE MIGNOLA, enredado en los cabalísticos y retorcidos vericuetos tenebristas nigromantes de HELLBOY, aunque ya sobre el papel no se prodiguen tanto sus aventuras.
Identidad Secreta sorprende por su solidez. De continuo este adjetivo acude a nuestra mente teniéndolo entre las manos. La edición nacional de PLANETA-DEAGOSTINI quizás sea la que más contribuye a remachar esta impresión. Su formato y la calidad de su papel satinado sirven de excelente marco para una historia que empuja Empuja EMPUJA a seguir leyéndola. Acaso sea un tanto escueta, en cuanto al texto, la narración en primera persona que nuestro abrumado protagonista realiza de su vida, sus progresos, cénit y pacífico otoño (relato que roza lo cicatero, más que lo lacónico, algo más bien inhabitual en Busiek, que es de “la vieja escuela”). Compendia casi toda su vida, recogiendo los momentos más grandiosos y sombríos que la distinguen del común de los mortales. Y creemos que Busiek/Immonen lo han hecho superlativamente. Cualquier deficiencia que resaltemos es una nimiedad y simple cuestión de gusto personal, más que “fallo” propio de la obra comentada.
TÚ TIENES ACNÉ; YO PUEDO VOLAR
Clark es el blanco del matón del instituto y su cohorte de comparsas. Todos conocemos al tipo: es ese triunfador atlético rubio amado en los vestuarios a la hora de gimnasia, encumbrado por el entrenador escolar, con el cerebro lleno de puñados de nociones prácticas (suficientes para permitirle conducir su buga) y todo un éxito entre las chavalas. Anda siempre como un perro en celo y en poco más piensa. Esto explicaría su bajo rendimiento académico: la sangre que debiera irrigar sus sesos alimenta su permanente erección. Fortalecer su imagen de hiperactivo macho heterosexual lo lleva a extremos de paroxismo paranoico obsesivo. El ATILA deportivo y BARRABÁS de las nenas madura convertido en un amargado alcohólico propenso a la violencia doméstica. (Luego nos quieren vender la moto de que el chaval apocado y torturado por este monstruo triunfa en la vida merced a su alto nivel cultural, que le permite obtener elevados ingresos económicos. Pero el matón lo sigue siendo y concita un extraño afecto entre la gentuza como él o sus viejos compinches, mientras que el triunfador recibe el desprecio de estos perros empalmados, envidiosos ahora de su fortuna. El acosado nunca deja de serlo –por mucho que digan en series estúpidas como CSI-; sólo cambia la cara del que avasalla.)
De esto va también la obra de Busiek: Clark es víctima del BIFF de turno, como también lo era PETER PARKER, o cincuenta mil más parecidos, conocidos o familiares. Introvertido y acosado, un día acampa en el bosque y amanece con facultades superiores (es como un reverso de JOHN CARTER, ¿verdad?). Sus superpoderes le otorgan una nueva consciencia que contempla a la Humanidad con una mezcla de compasión, desdén, paciencia y un atisbo de sabiduría. Ahora soporta al matón porque quiere: en un instante lo vaporizaría con su supermirada térmica. Y saberlo, lo aplaca. Hace el cáliz más digerible. Pero ese grado nuevo de entendimiento lo hace tolerante con una forma de vida intelectual inferior, en realidad. Tolerante: no comprensivo/compasivo.
Clark, mecenas que generosamente pone sus superpoderes al servicio de la Humanidad disfrazado de Superman (¿qué mejor manera de confundir, o aun silenciar por vergüenza, a quienes se beneficien de su munificencia?), cree haber superado esta traumática experiencia juvenil, pero pronto descubre que cambia un matón, absurdo y pueril, por otro, mayúsculo y decidido, una amenaza gubernamental que no escatimará medios buscando diseccionarlo.
EN LA GRAN CIUDAD
Busiek nos embroma un tanto con el trabajo que el adulto Clark desempeña. Es como si desarrollara una teoría determinista de MARK TWAIN. De entrada, se nos parece una especie de STEPHEN KING que va a por todas (bestsellers, chicas despampanantes, dinero…) y lo mete en una redacción periodística: ¿qué mejor empleo para alguien llamado Clark Kent? Allí, el matón del cole adquiere otra de sus múltiples facetas: ahora se llama “compañeros de trabajo”.
Clark sigue desempeñando su labor altruista, pero es atrapado y sometido a brutales experimentos que lo horrorizan por los inhumanos extremos a que son capaces los humanos de llegar con tal de “entender, comprender” y, quizás, “eliminar” un “peligro” como él. El matón del cole no puede permitirse competencia, sentirse amenazado. Busiek penetra directamente en los manglares de las especulaciones FOX MULDER y sus teorías de las cuerdas de las conspiraciones, amplio campo abonado para los que adoran a la Luna en templos selváticos, pero que, de ser un extravagante argumento televisivo de cuarenta y pico minutos de duración, pasa a ser una letal realidad para Clark. Los recelos del Gobierno no tienen límites ni moralidad.
¿Merece una Humanidad así mi ayuda?, deja latente Busiek.
Para seguir lealmente con la semblanza del icono sobre el que trabaja, Busiek le entrega una esposa hindú, que viene a ser la traslación de la LOIS LANE humana y terrestre para el KAL-EL de KRYPTON. Aunque americanizada (occidentalizada), sigue proviniendo de un país que, si no lo está, parece del Tercer Mundo (otro mundo: interesante analogía). Es una forma ingeniosa de adecuar “su” mito al de Superman. Los miedos de Clark ahora se intensifican. Porque la familia feliz del triunfador escritor (que observa las distintas cuestiones que valora en sus libros –de éxito- con “un punto de vista extraterrestre”, desapegado y quizás más objetivo) se amplía con dos retoños y el matón del cole sigue acechando tras la ventana. Peor aún: ¿mis hijas también tendrán superpoderes? ¿Cómo afectará eso a sus vidas? (Algo de esto vimos en LOS INCREÍBLES.) Para colmo, el Gobierno no ceja en sus muchos y variados trucos para atraparle otra vez.
Entre ambos (entendidos como entidades) empieza un juego que, al menos para Clark, puede tener consecuencias mortales si lo pierde. No importa lo fuerte, rápido o meticuloso que sea. Acabarán tajeándolo, porque ¡su piel puede ser perforada por una aguja!, aunque al tiempo rechace las balas… Logra arrancarle un pacto al matón y, eso, en teoría, le permite unos años de relativo sosiego y expansión personal. Entre tanto, el declive también afecta a sus poderes, y termina convertido en un “venerable anciano” que consigue estar en paz con un mundo que ahora disfruta de los dones de una raza superheroica auténtica, no mera ficción parcelada por viñetas. Una profecía un tanto alocada (los superhombres y supermujeres de ficción) se manifiesta real, como un escalón más de la evolución humana. ¿Acaso mejor, más sabia y justa? Otra pregunta latente…
RECAPITULANDO
Nos permitimos recomendar este tomo por su “valor humano” (o intento de humanizar lo invulnerable) y, por tanto, de diferente, como una óptima oxigenación de una rutina de superproezas que llegan a estragar por el esfuerzo de imponencia e imperio al que se somete el equipo creativo, obligado a triplicar el “más difícil todavía” del último número, mantener la vitalidad de una serie de este tipo.
Busiek ha cumplido con sobresaliente esta vez, porque, ya dijimos, es habitual en él dar un hito y luego algo de inferior calidad. En eso es rutinario y cíclico, y el lector sólo debe estar pendiente al turno y eludir los “malos” trabajos.
Aunque sabemos que esto no es así, hemos intuido que Identidad Secreta es un germen de la deleznable serie HEROES, a la cual tundimos siempre que podemos desde estas líneas, y no porque la idea que sus responsables ahogan (pues la impiden crecer) no sea buena, valiente, ambiciosa y beneficiosa para la Historieta. El principio que “alimenta” es excelente y recibe todo nuestro sincero encomio. Lo que siempre hemos deplorado de tan mediocre resultado es el modo como han podado su desarrollo. Eventos del segundo episodio siguen coagulando en el quincuagésimo octavo. Lento-lento, TIM KING, JEPH LOEB y la peña aneja se delectan gozosamente en la magnitud de sus pelotas conforme dejan pudrir de asco y lentitud Heroes. Todo lo contrario es lo que hace Busiek aquí. Explora con virtuosa premura y extensión la faceta íntima de un ser superpoderoso. Lo que a los negados de Kring y Loeb les lleva setecientos capítulos, Busiek lo explica en una página, ¡aún menos!, en un cartucho de texto especialmente certero.
Sobre el trabajo de Immonen, que huye de la concepción semi caricaturesca de dibujo para hacer viñetas llenas de realismo convincente, aparte de que nos recuerda sobremanera al de JOHN PAUL LEON en TIERRA-X, sólo podemos verter loas, y lo hacemos comedidamente, que luego nos acusan de ditirámbicos (aunque sin mala intención, esto es).
Hemos, sí, de señalarle una pega: aunque sin duda el dibujante ha tratado de acompasar su trazo con los momentos de triunfo y drama escritos por Busiek, el fondo de todo el trabajo es oscuro, incluso a veces tenebroso, y no precisamente en las secuencias que tocaba serlo. El infocolor aplicado ha huido de los segmentos cromáticos brillantes (como de concepción simplista usual del género) para otorgar gamas frías y parcas de tono a las viñetas. Es como presenciar un VALDÉS LEAL con las habituales señas de identidad de Superman.
Identidad Secreta, finalmente, no perjudica la leyenda del KRYPTONIANO CAUCÁSICO, sino todo lo contrario: lo engrandece, ayuda a cobrarle respeto a un personaje tan maltratado por los miserables vaivenes oportunistas de los políticos crápulas, y aquellos que han querido endosarle la generosa piel de Superman a ciertos sujetos, o causas, a las que el ÚLTIMO HIJO de Krypton se opondría con su habitual elegancia diplomática.
FICHA TÉCNICA
SUPERMAN – IDENTIDAD SECRETA
GUIÓN: KURT BUSIEK
DIBUJO: STUART IMMONEN
EDITA (EE UU): DC COMICS, 2004-2005
EDITA (ESPAÑA): PLANETA DeAGOSTINI, 2005
TRADUCE: DAVID MACHO y GERMÁN MUÑOZ
REALIZACIÓN Y ROTULACIÓN: CARLOS MONTE y PILAR TOMEO
FORMATO: LIBRO, 4 NÚMEROS, 210 PÁGINAS
DEP. LEGAL: B-22207-2005
P.V.P.: 12,00 EUROS
PARA: ELLIOT S. MAGGIN, CURT SWAN y JULIUS SCHARTZ