TARZÁN TOMA CUERPO. TARZÁN DE LOS MONOS (1918), LA PRIMERA VERSIÓN CINEMATOGRÁFICA DEL MITO
CARLOS RODRIGO PASCUAL

Title:
Tarzan embodied
Resumen / Abstract:
La popular novela Tarzán de los monos fue adaptada al cine por primera vez en 1918. Fue una gran producción para su tiempo que implicó rodaje en estudio, en exteriores localizados en Louisiana y el envío de una segunda unidad a África. Aunque hoy olvidada por el posterior éxito de la serie de películas protagonizadas por Johnny Weissmüller, su protagonista, Elmo Lincoln, encarnó fielmente a Tarzán para toda una generación de espectadores. / The famous novel Tarzan of the Apes was first adapted to the movies in 1918. It was a huge production for its time that implied shooting in the studio, outdoors in Louisiana, and a second unit was sent to Africa. Although it has been forgotten due to the success of the films starring Johnny Weissmüller, its star Elmo Lincoln faithfully embodied Tarzan for a whole generation of spectators.
Palabras clave / Keywords:
Edgar Rice Burroughs, Tarzán de los monos, Estudios sobre novela popular, Cine mudo, Elmo Lincoln/ Edgar Rice Burroughs, Tarzan of the Apes, Pulp novels, Silent films, Elmo Lincoln

TARZÁN TOMA CUERPO

Tarzán de los monos (1918), la primera versión cinematográfica del mito

 

El creador

     
      E. R. Burroughs, creador de Tarzán.

Edgar Rice Burroughs nació en 1875 en Chicago (Illinois), y se crió como el cuarto y último hijo de una próspera familia. Era un niño delicado pero inteligente, imaginativo y curioso. En 1888 comenzó a estudiar en Harvard, pero salió de la universidad cuatro años más tarde sin haberse graduado. Trabajó un tiempo en la fábrica de su padre, hasta que su delicada salud le obligó a trasladarse a un rancho familiar de Idaho. Allí aprendió a montar a caballo y se aficionó a los animales, y su padre le matriculó en la Escuela Militar de Michigan, donde no aguantó mucho tiempo la disciplina. Tras suspender el examen de ingreso en West Point, las influencias de su padre le consiguieron una readmisión en la escuela militar como profesor de tiro, equitación, tácticas y geología, pero solo aguantó allí un curso. Se alistó entonces en el famoso 7º de Caballería, pero nuevamente solo soportó un año debido a un problema cardíaco y en 1897 comenzó a buscar trabajo. Entre otras ocupaciones condujo ganado en Idaho, fue minero en Oregón, policía ferroviario en Utah, vendedor a domicilio, contable y asesor comercial (Dorao Orduña, 1997: 372-373) (Pedrero Santos, 2010: 21-22).

Burroughs encontraba empleo con facilidad en las más diversas actividades, pero lo abandonaba con idéntica rapidez. Parecía empeñado en la búsqueda de una actividad que garantizase su subsistencia. Hacia 1899 leyó El origen del hombre, de Charles Darwin, libro que influyó considerablemente en su posterior obra literaria. En 1900 contrajo matrimonio con Emma Hulbert, una amiga de la infancia. Vivieron con la familia de ella hasta 1907, época por la que Edgar encontró trabajo en los almacenes Sears. Seguía buscando un empleo que le permitiera mantener a su creciente familia, pues tuvo dos hijos en 1908 y 1909, pero no obtuvo resultado positivo (Dorao Orduña, 1997: 373-375).

     
Su primera novela: Bajo las lunas de Marte.      

Su último trabajo, en el que se dedicaba a promocionar una marca de sacapuntas, le obligaba a supervisar las inserciones publicitarias de la empresa. Así descubrió las revistas pulp, publicaciones baratas con portadas en color e interiores en papel basto que ofrecían literatura popular, muchas veces publicada por entregas. Este hecho cambió su vida. Le fascinaron las historias que leyó pero, al mismo tiempo, pensó que él podía hacerlo mejor que aquellos autores. No se equivocaba. Tras algún intento, en 1912 la revista The All-Story publicó por partes su novela Bajo las lunas de Marte, un relato fantástico de aventuras extraterrestres que le abrió las puertas de la fama a los treinta y seis años y por el que cobró cuatrocientos dólares. Firmó con el seudónimo Normal Bean, un juego de palabras que venía a significar algo así como «mente normal», pero que fue convertido por un error del editor en Norman Bean (Pedrero Santos, 2010: 22).

En este momento se produjo un hecho que, aunque pudiera parecer nimio entonces, acabaría siendo determinante en la carrera del escritor. Cuando le llega el pago de su novela, comprueba que el recibo especifica que es «por todos los derechos». Burroughs llama al editor y muestra su disconformidad diciendo que él solo ha vendido los derechos de publicación seriada de su novela en la revista. El editor le pregunta qué otros derechos puede haber, a lo que el autor responde dubitativo que quizá los cinematográficos u otros que no se le ocurren. A pesar de sus dudas, la postura del escritor acabó siendo decisiva. La editorial acabó aceptando la pretensión, y ello sitúa a Burroughs como un auténtico precursor en la defensa de los derechos de autor. Esta defensa le permitiría con el tiempo crear un auténtico imperio económico basado en la explotación de los derechos de su obra literaria (Pedrero Santos, 2010: 22-23). La adaptación de sus novelas al cine, la radio, las tiras de prensa o el cómic proporcionarían con el tiempo pingües beneficios a Burroughs. Hay que tener en cuenta que no había transcurrido mucho tiempo desde que la polémica por la adaptación de la novela Ben-Hur al cine en 1907 había abierto la existencia de jurisprudencia acerca de los derechos de autor de las novelas adaptadas al cine.

Para su segunda obra, Burroughs retomó una idea que rondaba en su cabeza desde el nacimiento de su hijo; una idea acerca de un niño que se cría rodeado de animales. Tarzán de los monos fue publicada también en The All-Story,en el número de octubre de 1912, pero en una única entrega (Gual, 2012).

 

La novela

Los antecedentes de Tarzán de los monos son fácilmente identificables, ya que Burroughs reconoció expresamente algunos de ellos. La novela comienza con un viaje por mar que emprenden lord y lady Greystoke rumbo a una colonia africana. La travesía termina antes de lo previsto debido a un motín a bordo, y la pareja es abandonada en un salvaje y remoto paraje en el que debe iniciar una nueva vida. El tema era muy popular desde que a principios del siglo XVIII el inglés Daniel Defoe publicara su Robinson Crusoe, pero se mantuvo vigente gracias a otras obras de temática similar. Entre ellas destaca la novela del autor helvético Johann David Wyss El Robinson suizo, publicada a principios del XIX y que narra la vida de una familia de náufragos de dicha nacionalidad y su adaptación a la vida salvaje de una isla deshabitada. El relato tuvo un gran éxito en los Estados Unidos (Dorao Orduña, 1997: 376).

     
      Tarzan fue publicada en una revista pulp en 1912.

Durante un tiempo, el matrimonio Greystoke se adapta a la situación, vive en una cabaña y tiene un hijo. Pero la madre muere debido al quebranto que suponen los peligros de la selva, y el padre, abatido por la pérdida, es presa fácil de un gran simio que acaba con su vida. Es entonces cuando el pequeño es adoptado por Kala, una hembra de simio. La crianza del pequeño Tarzán por un animal salvaje tras la muerte de sus padres tiene el antecedente remoto de la leyenda de la fundación de Roma por Rómulo y Remo, ambos amamantados por una loba. Pero la influencia más inmediata y también reconocida por Burroughs es El libro de la selva, colección de relatos escritos por el británico nacido en la India Rudyard Kipling (Dorao Orduña, 1997: 376). Las primeras historias del libro están protagonizadas por Mowgli, un bebé perdido en la jungla india que es adoptado por una manada de lobos que lo crían con la ayuda de un oso. Su educación salvaje unida a su inteligencia humana le permitirán derrotar a un tigre de Bengala. También podemos entrever la impronta de La isla del doctor Moreau, de H. G. Wells.

Al cabo de unos años, un Tarzán convertido ya en un niño salvaje descubre la cabaña familiar y acierta a abrir la cerradura. Además de los cadáveres de sus padres y de la infortunada cría de Kala, el pequeño encuentra numerosos libros. Con la ayuda de cuadernillos escolares de lectura, Tarzán realiza la increíble hazaña de aprender a leer y escribir por sí solo. Ya adulto, la muerte de Kala le impulsa a abandonar la tribu de simios en la que se crió. Es entonces cuando hace su aparición la expedición liderada por el profesor Porter, al que acompaña su hermosa hija Jane. También ellos han sido víctimas de un motín, en lo que supone un notable abuso de un recurso narrativo muy propio de la literatura popular. Inmediatamente, Tarzán se siente atraído por la joven. Cuando esta es raptada por el simio Terzok, Tarzán lo mata para liberarla. Pero su relación se interrumpe porque llega un barco francés y Tarzán debe partir al rescate del teniente D'Arnot, raptado por una tribu de nativos. Durante su ausencia, los viajeros blancos abandonan el continente dejando tras ellos al oficial y al hombre mono. Este, que sabe leer y escribir en inglés, pero no hablar dicho idioma, aprende a hablar francés con la ayuda del marino.

La principal fuente de inspiración de Burroughs para la ubicación africana de la mayor parte de su novela parece haber sido las aventureras novelas del escritor inglés H. Rider Haggard ambientadas en el África meridional, como Las minas del rey Salomón y las secuelas de esta protagonizadas por Allan Quatermain. También la novela del escocés Arthur Conan Doyle El mundo perdido puede haber contribuido. Sin embargo, no parece que Burroughs se documentase mucho para crear una ambientación realista. Prueba de ello es que entre los numerosos animales que incluye en la narración se encuentran los tigres, grandes felinos que habitan en Asia y no en África. La editorial no corrigió el error. O no se percataron o no concedieron importancia a una licencia de ese tipo en una novela popular. Posteriormente un lector advirtió a la casa y el fallo fue corregido en las ediciones sucesivas sustituyendo a los tigres por leones (Dorao Orduña, 1997: 377-379).

Tarzán y D'Arnot se desplazan a la civilización, donde el primero adoptará sin dificultad los modales de un caballero sin perder por ello sus instintos y habilidades selváticas. También rescatan el importante tesoro que buscaba el profesor Porter y que habían enterrado los amotinados. El francés ratificará gracias a una huella dactilar presente en uno de los libros de la cabaña que Tarzán es el hijo del matrimonio Greystoke y su legítimo heredero. Ello permitiría a Tarzán reclamar el patrimonio familiar en perjuicio del pariente que lo ha recibido en su ausencia, y que es precisamente uno de los pretendientes de Jane y compañero de la expedición a África.

Tarzán se desplaza a continuación a los Estados Unidos, donde Jane Porter se está viendo obligada a contraer matrimonio con el hombre que financió la expedición de su padre y que pretende cobrarse así la deuda. Tarzán evita el compromiso entregando a Porter el tesoro que rescató, lo que le permite pagar la deuda. Además, salva la vida de Jane cuando se produce un incendio forestal y deja en evidencia al extorsionador. En ese momento, cuando parece tenerlo todo a su favor para conseguir casarse con Jane, se le adelanta su pariente lord Greystoke, quien consigue que Jane se comprometa a casarse con él. Tarzán tiene la posibilidad de arruinarle desvelando que es el auténtico heredero de los Greystoke, pero no lo hace.

Esta última parte del relato va perdiendo poco a poco el ambiente aventurero y exótico y adquiere un tono cada vez más folletinesco. La facilidad con la que Tarzán adquiere la educación y modales de un caballero europeo pese a haberse criado en una ambiente salvaje parece estar justificada por su origen aristocrático. La sangre impone el carácter a pesar del ambiente, una idea clasista muy arraigada en los folletines de la época. La existencia de un tesoro es otro de los fáciles recursos de la literatura popular. En este caso no sirve para otorgar riqueza al protagonista, sino para evitar la extorsión a la que están siendo sometidos los Porter. Y justo cuando todo parece estar preparado para que Tarzán recupere su título y se case con su amada, todo se tuerce en el último instante y el final feliz desaparece.

     
Novela con el regreso de Tarzán.      

La novela fue un éxito inmediato. Dos años después de su publicación, la editorial A.C. McClurg & Co., que la había rechazado en su día, la publicó en formato de libro. La defensa de sus derechos de autor por Burroughs comenzaba a dar sus frutos. El ya afamado novelista escribió pronto una secuela: El regreso de Tarzán. Este fue su personaje más popular y llegó a protagonizar unas veinticinco novelas. Además, ha sido adaptado sucesivamente al cine, tiras de prensa, radio, cómic, televisión y videojuegos. Pero fue el cine su principal terreno desde muy temprano, hasta el punto de que, aunque el personaje es originalmente literario, es la imagen de la gran pantalla la que ha quedado en la retina del público. Podemos afirmar que es uno de los personajes de ficción más populares y representativos del siglo XX. Junto con otras novelas, proporcionó a su autor una buena fuente de ingresos. Gracias a su aguda percepción de la importancia de los derechos de autor, Burroughs finalmente fue un verdadero triunfador en el sentido económico; un ejemplo de lo que se ha venido en llamar el “sueño americano” (Pedrero Santos, 2010: 21-24).

Pero si los antecedentes de Tarzán de los monos son tan claros como hemos expuesto, ¿cuál es la razón de su éxito? ¿Qué lo diferencia de Crusoe, Quatermain o Mowgli? La respuesta quizá sea que es un auténtico héroe selvático; el rey de la jungla. Su crianza en la selva entre animales salvajes le proporciona una fuerza, agilidad y conocimiento del terreno que le hacen superior a otros hombres. Y su inteligencia y habilidades humanas le sitúan por encima de las bestias. Sin tener poderes sobrehumanos como Superman y otros superhéroes posteriores, Tarzán vence por igual a hombres y bestias y es capaz de transitar del mundo selvático a la civilización sin perder su superioridad en ningún momento. De hecho, en la segunda novela del personaje, El regreso de Tarzán, su propio autor emplea la palabra «superhombre» para definirlo.

 

El cine

El éxito de Tarzán de los monos y sus continuaciones hizo que pronto se pensara en la adaptación al cine, una industria de reciente creación. El mismo Burroughs tenía ya desde 1913 un gran interés en un proyecto que le podía proporcionar pingües beneficios. Ofreció la idea a distintos productores cinematográficos, pero la dificultad de recrear la selva africana les hizo considerar que era un proyecto imposible y les disuadió a todos. Finalmente, en junio de 1916, fue Bill Parsons, un agente de seguros, quien se atrevió a afrontar el difícil reto y adquirió los derechos de adaptación de la novela al cine. Parsons fundó una sociedad y vendió acciones de la misma para conseguir fondos. En unos meses había constituido la National Film Corporation of America, de la que él mismo era el director general. Burroughs cobró por los derechos de autor cinco mil dólares más un lote de acciones de la compañía valorado en otros cincuenta mil (Bohl, 2013) (Pedrero Santos, 2010: 24).

 
Gordon Griffith, el primero en encarnar a Tarzán.   Elmo Lincoln fue elegido por su poderío físico.

Para dirigir el filme se eligió a Scott Sidney (Pedrero Santos, 2010: 24), un cineasta que ya había realizado unas cincuenta películas desde 1914 aunque, como tantos otros pioneros de la cinematografía, no ha pasado a las portadas de la historia del séptimo arte.

Parsons tomó una decisión que nadie había llevado a la práctica antes: dividir el rodaje en tres lugares: los interiores fueron rodados en estudio en California, como era habitual; se envió una unidad a África para rodar escenas de naturaleza que pudieran intercalarse con la trama para conseguir una mejor ambientación, y los exteriores con los actores fueron rodados en Morgan City, en el Estado de Luisiana. Este lugar reunía tres condiciones fundamentales para la producción: un entorno de bosques y pantanos en el que se podría reproducir la selva africana, una población afroamericana que podía proporcionar abundantes extras y una buena comunicación por ferrocarril que permitía trasladar el material necesario para el rodaje. De esta forma, parece que fue la primera película estadounidense que se rodó fuera de los Estados de California, Nueva York (Bohl, 2013) e Illinois.

Hasta la llegada del Rey de la Selva a la gran pantalla, la única visualización del personaje había sido la de las portadas de las novelas ilustradas por James Allen St. John. Este presentaba siempre a Tarzán con sus músculos en tensión luchando ferozmente con bestias salvajes. El equipo tuvo que decidir qué aspecto debía tener este primer Tarzán de carne y hueso. En primer lugar se utilizó a un bebé no acreditado para encarnar al pequeño hijo de los Greystoke que es adoptado por Kala. Después, el actor infantil Gordon Griffith interpretó al Tarzán niño de la primera parte del filme. El joven prodigio había trabajado ya en diversas películas y había colaborado con actores de la talla de Charles Chaplin y Lon Chaney. Aunque su actuación puede parecer hoy excesivamente gesticulante, en su momento fue muy elogiada. Como correspondía a la trama, el niño aparecía desnudo en parte del metraje, algo que se hizo con gran naturalidad, evitando tanto el falso pudor como el exhibicionismo.

     
      Enid Markey resulta una Jane poco atractiva.

Para el Tarzán adulto se recurrió al actor Stellan Windrow (también citado como Winslow Winston por algunas fuentes). Sin embargo, poco después de comenzar el rodaje, Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial y Windrow se alistó en el Ejército. Hubo que buscar a toda prisa un sustituto. Este fue Elmo Lincoln, un robusto actor que había colaborado con D. W. Griffith (Pedrero Santos, 2010: 24). Tarzán de los monos fue su primer papel protagonista en una producción importante.

El reparto no incluye a estrellas de la época, quizá porque la mayor parte del presupuesto se dedicó a la difícil producción en escenarios naturales. Enyd Markey, una actriz no demasiado agraciada según los cánones actuales, encarnó a Jane Porter. True Boardman, un experimentado actor, interpretó a lord Greystoke, el padre del hombre mono. Fue casi su último papel, pues falleció ese mismo año víctima de la epidemia de gripe española. Su esposa fue interpretada por Kathleen Kirkham, una elegante actriz que encarna perfectamente a la dama victoriana.

 

La película

El filme se estrenó el 27 de enero de 1918 en el Broadway Theatre de Nueva York y fue un inmediato y rotundo éxito que ingresó más de un millón de dólares en el mercado nacional en su primera exhibición. Eso la convierte en una de las diez películas más taquilleras de la era silente y una de las primeras seis que superaron esa redonda cifra de recaudación. No obstante, la crítica suele señalar que el filme no aporta ningún avance cinematográfico, innovación técnica o aportación artística destacable (Bohl, 2013) (Pedrero Santos, 2010: 25). Esta apreciación puede ser correcta, pero menosprecia el atrevimiento de los autores al abordar un tema que todas las productoras de la época habían considerado imposible y el éxito que consiguieron.

Las primeras escenas muestran a lord y lady Greystoke en el aristocrático ambiente de la Inglaterra victoriana. A él se le encomienda una misión en África, y su esposa se empeña en acompañarle pese a las advertencias del alto funcionario que hace el encargo. Es la única secuencia ambientada en la civilizada Europa que se conserva.

     
Los Greystoke se ven envueltos en un motín.      

El novelista mantuvo frecuentes discusiones con el productor porque entendía que no se respetaba el texto que escribió. Sin embargo, el filme es relativamente fiel al libro original, con la salvedad de que omite la parte final. El principal cambio es la introducción del personaje del marinero Binns. Este es quien salva al matrimonio Greystoke de la agresividad del resto de la tripulación amotinada y consigue que sea depositado sano y salvo en la costa africana. Después intentará volver a la zona para rescatar a la pareja, pero es capturado por esclavistas y permanece cautivo durante años. Cuando finalmente consigue escapar y llegar al lugar donde los aristócratas fueron abandonados, comprueba que han fallecido. Pero encuentra al niño Tarzán y decide llevarlo a Inglaterra. El personaje sirve para explicar la alfabetización de Tarzán de una forma más creíble que en la novela. En vez de ser un improbable autodidacta, el niño aprende el idioma de un maestro, aunque la educación de este deje mucho que desear según expresan los rótulos al intentar reflejar su habla de clase baja. También se acentúa así el tono antiesclavista de la película, pues la misión encomendada al principio a lord Greystoke es precisamente la lucha contra el tráfico de esclavos.

La llegada de los traficantes de esclavos obliga a maestro y discípulo a separarse. Sabemos por comentarios que luego hacen algunos personajes que Binns vuelve a Inglaterra y habla del niño a los familiares y amigos de los Greystoke. Parece ser que esta parte de la historia era narrada con cierto desarrollo en la película, pero ese metraje fue suprimido en posteriores reestrenos y se ha perdido definitivamente. La supresión parece lógica, ya que lo que el público demandaba eran las escenas en las que la acción transcurre en la jungla africana y Tarzán exhibe su poderío. Queda de esas secuencias perdidas alguna mención que los expedicionarios hacen al marino y que revela que le han conocido.

En cuanto a la representación cinematográfica de los simios de la tribu que adopta a Tarzán, es evidente que no puede satisfacer a los espectadores del siglo XXI. El filme utiliza a personas claramente disfrazadas, y añade algún chimpancé auténtico intentando dotar de mayor verosimilitud a las escenas. La expresividad de estos simios no solo está lejos de los modernos efectos por ordenador, sino también del elaborado maquillaje que cincuenta años más tarde se utilizó en El planeta de los simios (1968). Particularmente desafortunado es el gorila al que mata Tarzán con ayuda del cuchillo que encuentra en la cabaña de sus padres. No obstante, hay que situar el filme en su contexto, y en 1918 el público quedó satisfecho con la solución ofrecida.

Al igual que en la novela, el niño Tarzán descubre a los nativos africanos y los identifica como sus iguales. Ello le lleva a robarles las primitivas ropas con las que se cubre. Pero no parece haber mayor identificación con ellos, a diferencia de lo que sucede después cuando llegan los europeos de la expedición Porter. El comportamiento del protagonista puede parecer racista desde nuestra óptica, pero no resultaba llamativo en la época del estreno.

Gracias a la introducción del personaje de Binns, la llegada de la expedición Porter no es una tremenda casualidad ocasionada por la búsqueda de un tesoro y un segundo motín. El objetivo de la expedición es encontrar los restos de lord y lady Greystoke y averiguar si es cierta la afirmación del marinero de que su primogénito está vivo. En este sentido, la película resulta más verosímil que la novela

       
   
La muerte de Kala.     La expedición de rescate encuentra a Tarzán.

En lo que sí es fiel el filme a la novela es en el episodio de la muerte de Kala, la madre adoptiva de Tarzán, a manos de un cazador nativo. La consternación del héroe por la pérdida de quien ha sido la única madre que conoció es seguida de la inevitable venganza. El (inaudible en la película) grito de Tarzán aterroriza al infortunado cazador, que sabe que su vida corre peligro. Pero sus intentos de ponerse a salvo son inútiles. Tarzán le persigue a través del arbolado, aunque hay que reconocer que las habilidades de Elmo Lincoln en este tipo de movimientos están lejos de lo que Burroughs sugiere en su novela. Finalmente, el africano muere estrangulado por los poderosos brazos del hombre mono.

El episodio literario en el que Tarzán aterroriza a los nativos (caníbales, para que el lector no sienta simpatía alguna por ellos) se reduce considerablemente en el filme. El negro muerto resulta ser el jefe de la tribu, y eso basta para que sus seguidores depositen ofrendas al espíritu que ha acabado con su vida.

Gracias a Binns, Tarzán sabe escribir. Así que, cuando sabe de la llegada de los visitantes, deja una nota de advertencia en la puerta de la cabaña. Los expedicionarios encuentran los esqueletos de lady y lord Greystoke, así como el diario que este escribía. Al igual que en la novela, confunden de manera incomprensible el esqueleto del simio hijo de Kala con el del bebé humano. El heredero del título de lord Greystoke, que participa en la expedición, es el primer interesado en apuntalar ese error. Solo el escepticismo de uno de los científicos y el hallazgo de las huellas dactilares del bebé permiten aventurar que la verdad prevalecerá finalmente.

El nuevo lord Greystoke es retratado en el filme con tintes mucho más desfavorables que en el libro. Sus intentos amorosos hacia Jane se convierten en un verdadero acoso, lo que motiva la intervención de Tarzán. El petimetre es puesto en ridículo delante de Jane y su criada y abandona la cabaña con tan mala fortuna que se topa con unos nativos y mata a uno de ellos.

     
      La película fue promocionada con éxito.

Hay escenas de interacción de Tarzán con animales. En una de ellas cabalga sobre Tántor, el elefante, que se nos dice es amigo del héroe. En otra, lucha con un león que amenaza a Jane. Sobre esta secuencia se han dicho muchas cosas: que Lincoln luchó con él realmente y lo mató o que el animal estaba drogado, entre otras. El visionado de la secuencia permite suponer que en unas tomas Lincoln sería doblado por un especialista mientras que en otras el animal parece poco más que una alfombra. En cualquier caso, junto con las imágenes africanas rodadas por la segunda unidad e intercaladas a lo largo de la cinta, fueron más que suficientes para que el público de la época vibrara con el espectáculo. Debemos tener en cuenta que nuestra visión de espectadores de un siglo más tarde está adulterada por todo el cine realizado con posterioridad. El público de hace cien años solo podía comparar la película con lo que había conocido hasta entonces. Y Tarzán de los monos les pareció un vibrante y realista espectáculo.

El episodio del león permite que uno de los expedicionarios vea que ha sido un hombre blanco quien ha realizado la hazaña, así que reanudan su búsqueda por si pudiera ser el hijo de los Greystoke. Nuevamente Jane queda sola con su criada y el innoble Greystoke y es secuestrada por un nativo. Será Tarzán quien rescate a la joven tras un duro combate con el secuestrador. Mientras tanto, los amigos de Jane se aproximan a la aldea de los caníbales buscando a la muchacha y son atacados. Nuevamente Tarzán deberá acudir en su ayuda. Prende fuego a la aldea y los nativos abandonan el combate.

A continuación siguen unas secuencias que describen el enamoramiento de Tarzán y su cortejo a Jane. El inicial miedo de ella es vencido por la galantería de él. Tras prepararle un lecho en la rama de un árbol, le entrega su cuchillo para tranquilizarla. Ella, naturalmente, se lo devuelve, pues de poca ayuda podría ser en sus manos. A la mañana siguiente, Tarzán conduce a Jane hasta la cabaña y se dispone, desolado, a marcharse, pero ella le llama y le demuestra su amor. El final resulta un tanto abrupto, pero conduce aproximadamente al mismo punto al que lleva el final de la segunda novela, El regreso de Tarzán, tras múltiples e inverosímiles peripecias.

 

Trascendencia

El éxito de la película impulsó a Parsons a rodar inmediatamente una continuación: El romance de Tarzán. Esta fue dirigida por Wilfred Lucas y, aunque tuvo cierto éxito de taquilla, fue peor recibida por la crítica. El filme se ha perdido, lo que impide analizarlo debidamente, pero parece que lo que más le perjudicó fue el hecho de que Tarzán abandonaba la jungla en la que era el rey y se trasladaba a la civilización. Aunque esto era también lo que sucedía en la segunda parte de la novela original, cabe suponer que el robusto Elmo Lincoln no estaba tan atractivo embutido en un traje como vestido con su piel de leopardo (Pedrero Santos, 2010: 26). Podemos suponer que la presencia de Tarzán en el Oeste supone un precedente de Tarzán en Nueva York (1942) y Cocodrilo Dundee (1986).

         
     
El romance de Tarzán, la inevitable secuela.       En la secuela Tarzán viajaba a América.

La secuela motivó un enfrentamiento entre Burroughs y Parsons. El escritor pretendía cobrar derechos de autor por el nuevo filme, pero el productor dijo que él ya había comprado los derechos de adaptación de la novela y que podía adaptarla en una sola película o en dos, si así le placía. Burroughs tuvo que conformarse. De todas formas, sus ingresos por la adaptación cinematográfica fueron notables. En 1919 pudo comprar por 125.000 dólares un rancho en el californiano valle de San Fernando que denominó Tarzana, nombre que acabaría años después por extenderse también a la localidad vecina (Pedrero Santos, 2010: 26).

     
Lincoln todavía protagonizó un serial sobre Tarzán.      

Elmo Lincoln todavía volvió a encarnar por tercera vez al hombre-mono en Las aventuras de Tarzán, un serial cinematográfico de quince capítulos realizado en 1921 por otra productora. El filme tuvo gran éxito, como prueba que fuera reestrenado con sonido añadido en 1928 y de nuevo en fecha tan tardía como 1935. De esta forma, el fornido actor fue para toda una generación de espectadores la exacta representación de Tarzán. Hubo otros actores que encarnaron al personaje durante la época del cine mudo, pero él fue el primero y principal.

No fue hasta 1928 que Tarzán llegó a las tiras de prensa, de la mano de Harold Foster. Para entonces, el cine ya había realizado varias películas más sobre el personaje. Además, Foster fue relevado por Rex Maxon, un dibujante de menor interés, y no retomó el personaje hasta 1931.

El personaje llegó a las ondas radiofónicas en 1932 en forma de serial. Justamente el mismo año en el que el nadador olímpico Johnny Weissmüller encarnó de nuevo en cine al rey de la selva, y su imagen, repetida a lo largo de doce largometrajes, se impuso en las retinas del público y desbancó la de Elmo Lincoln.

De esta manera, Tarzán se ha convertido en el prototipo del héroe de la literatura popular, el cine de aventuras y el cómic (Pedrero Santos, 2010: 21) y en precursor de los superhéroes que posteriormente inundaron estos medios.

 

Bibliografía

* BOHL, Al. “Tarzan of the Apes”. Know Louisiana. Louisiana Endowment for the Humanities. Editor: David Johnson. 2013. Consultado en http://www.knowlouisiana.org/entry/tarzan-of-the-apes el 21 de enero de 2018.

* DORAO ORDUÑA, Marisol. “Tarzán de los monos: una utopía americana del siglo XX”. Trocadero. Nº 8-9. 1996-1997. Páginas 369-382. Universidad de Cádiz. Cádiz. ISSN: 0214-4212.

* GUAL, Óscar. “Los personajes de Edgar Rice Burroughs en el comic estadounidense”. Tebeosfera. Sevilla. 2012. 2ª época. Nº 10. ISSN: 1579-2811. Disponible en línea en https://www.tebeosfera.com/documentos/los_personajes_de_edgar_rice_burroughs_en_el_comic_estadounidense.html.

* PEDRERO SALAS, Juan A. Johnny Weissmuller. Biografía. T&B Editores. Madrid. 2010. ISBN: 978-84-92626-35-9.

* TORRES, Vicente Francisco. “Habitantes del Edén”. Tema y variaciones de literatura. Nº 27. 2006. Páginas 61-75. Universidad Autónoma Metropolitana. Ciudad de México. ISSN: 1405-9959.

 
Creación de la ficha (2018): Antonio Moreno · Revisión de Alejandro Capelo, Manuel Barrero y Félix López.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Carlos Rodrigo Pascual (2018): "Tarzán toma cuerpo. Tarzán de los monos (1918), la primera versión cinematográfica del mito", en Tebeosfera, tercera época, 8 (23-IX-2018). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 19/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/tarzan_toma_cuerpo._tarzan_de_los_monos_1918_la_primera_version_cinematografica_del_mito.html