TÉCNICA DE LA HISTORIETA (1967)
EL TRATADO INCONCLUSO
Esta obra podría ser el tratado perfecto para una introducción a la creación de historietas. El primer volumen es una impecable síntesis de todo lo advertido y propuesto en cuanto a dibujo en los libros anteriores de la Escuela Panamericana de Arte (EPA). El único problema es que la parte dura referida a historieta no la conocemos porque el segundo tomo, donde ésta iba a ser expuesta, no existió.
Hasta 1967, la EPA, y desde su matriz basada en su primera encarnación como Escuela Norteamericana de Arte (hacia 1951, con el curso por correspondencia de Alex Raymond), fue un proyecto también editorial. Gracias a ello supo dejar a lo largo de esos años un registro organizado de la evolución de su metodología de enseñanza, desde aquel modelo inicial hasta su propia y singular formulación didáctica. Sus manuales testimonian el aggiornamento de esta de acuerdo al estado en que se encontraba la historieta en Argentina al momento de su producción editorial.
De ellos, el último, Técnica de la Historieta, se ubica en el cénit de la etapa intermedia entre el fin de la denominada “Edad de Oro” y un renacer en los setentas (¿la “Edad de Plomo”?) en la que los estudios históricos coinciden en describir como un periodo de crisis de la historieta argentina, con la generalizada observación de que para cuando se montó la Bienal del Di Tella (1968), la historieta argentina más actual de esa exposición ya tenía cinco años de antigüedad, y aún con la también generalizada sentencia de que en ese momento de crisis fue justamente cuando se produjeron las primeras reflexiones ensayísticas sobre el devenir de la historieta (Masotta, Steimberg, etc). Lo cierto es que la propia EPA estaba atravesando una profunda inflexión: cuando se imprime Técnica, Alberto Breccia, Pablo Pereyra y Ángel Borisoff ya se habían ido del staff de la escuela para fundar su propio instituto de enseñanza, la IDA, Instituto de Directores de Arte (donde se formaría buena parte de la generación de historietistas que iban a eclosionar en los setentas). El propio director de la edición de Técnica, Enrique Vieytes (miembro fundador de la EPA) acabaría yéndose en 1970 a la Nueva Escuela de Diseño y Comunicación. Estas deserciones pueden explicar por qué nunca salió el segundo tomo de Técnica. No huelga recordar que el otro gran profesor de la especialización en historieta, Hugo Pratt, ya se había ido del país en 1962, como otro síntoma de aquella crisis.
Técnica, en relación a la trayectoria de los cursos de la EPA, no escapa a ese proceso de reflexión y autoevaluación crítica, y en ello se constituye en una extraordinaria síntesis de lo experimentado en los casi quince años previos de existencia.
Respecto a esa inflexión, este libro también representa al fenómeno operado en la propia Escuela, que deviene de facultad de las artes gráficas basadas en el dibujo y la ilustración profesional, hacia la que prevalecerá en los setentas como escuela de artes visuales orientadas al diseño y la creatividad para el mercado publicitario. Esa transición se verifica en su extraña ilustración de sobrecubierta, cuya única referencia a la historieta es un casi ilegible “Bang!” sobre un torso humano solarizado. Esto era obra de Pino Milas (Pino Migliazzo), profesor de diseño gráfico de la EPA entre 1966 y 1972. Creador de la famosa Gioconda Pop que acabaría siendo icónica de la Escuela en el futuro, Milas y Martín Mazzei «comienzan a proyectar una nueva identidad visual de la Escuela», que, dirigida en Argentina por David Lypszic desde 1962 cuando su hermano Enrique partió para fundar la EPA brasilera, la reorienta. Así «en aquella fase de la Escuela en Buenos Aires, los cursos de formación eran Diseño Gráfico, Publicidad, Fotografía, Diseño de Interiores, Artes Plásticas, Cine y Periodismo»[1]. Está claro que para entonces la historieta (y el humor gráfico) ya no era uno de los principales cursos del instituto[2].
Sin embargo, como Técnica de la Historieta se propuso como un tratado y estuvo en manos de Enrique Lipszyc, abrevó en los dos libros anteriores y en aquellas lecciones finales del curso completo, las de estudiantes “adelantados” que trazaban el itinerario lectivo hasta la especialización en historieta que en la escuela-atelier (presencial) se dictaba el tercer y último año. Además de la composición y diseño del libro, la reorganización de sus lecciones expone la madurez de todo el proceso experimentado desde la edición del primer gran libro, El Dibujo a través del temperamento de 150 famosos artistas, de 1953, que en menos de una década había agotado tres ediciones.
La estructura es la misma: una interesante organización en dos partes, las lecciones técnicas al principio, y la evolución histórica del lenguaje que podríamos interpretar como lecciones teóricas de la historieta.
La obra completa se dividía en dos volúmenes, de los cuales solo se publicó el primero. Era una edición de gran formato (36 x 25 cm), tapa en cartoné con sobrecubierta plastificada, guardas satinadas, interiores de 182 páginas en papel de alto gramaje, impecable diseño y diagramación, con los prólogos e introducciones de sus seis capítulos impresos sobre cartulinas azules que reproducen, además de los textos del propio Lipszyc, detalles de magníficas composiciones de José Luis Salinas, Milton Caniff, Harold Foster, Alex Raymond y Hugo Pratt.
Los capítulos del primer tomo son: “Línea y tono”, “Dibujo”, “Técnica”, “Composición” y “Estilización”.
Y los del segundo tomo, que aparecen anunciados en la solapa del primero, iban a ser: “Interpretación del guion”, “Secuencia”, “Personajes”, Escenario” y “Práctica profesional”.
Los apéndices se dividen en “Evolución de la Historieta Americana” desde los precursores (1894) hasta la Segunda Guerra Mundial (1944) en el editado, y el segundo iba a cubrir desde la posguerra (1945) hasta el pop art (1966).
Así como en la solapa del único volumen disponible se manifestaba que «[…] el Apéndice Evolución de la Historieta le proporcionará [al estudiante] las bases de información necesarias para poseer un criterio y […] el conocimiento absolutamente necesario para orientar la labor profesional», es interesante observar cómo, desde el manual de 1953 a este, hubo una importante reducción de las páginas dedicadas a este repaso cronológico de la evolución de la historieta, así como la prescindencia de los textos explicativos que aleccionaban en base a las ejemplares tiras reproducidas, confiando ya toda la didáctica técnico-práctica en la primera parte, la de las lecciones.
Respecto a estas, frente a los poquísimos manuales de dibujo de historieta disponibles en español, el de la Panamericana les saca varios cuerpos de ventaja, ante todo, por haber sido creado sobre el análisis, la ejemplificación y la conceptualización de un abanico de múltiples profesionales, todos de primera línea y con trayectorias tan ricas como divergentes o complementarias. Desde inicios de los años cincuenta a esa parte, se habían asimilado las enseñanzas sobre nociones básicas de dibujo, técnicas, composición y estilización de un amplio cuerpo docente de expertos en cada materia. Si el manual de 1953 y el curso completo cubrían todo el dibujo profesional (o “comercial”) en sus variantes y aplicaciones específicas, este recorte sobre el campo de la historieta aparece cubierto en toda la amplitud, al menos en el género de aventuras (el humorismo cubre apenas cinco páginas) en las máximas figuras de la notable escuela argentina: Alberto Breccia y Hugo Pratt, pero también en Arturo del Castillo, Daniel Haupt, el propio Vieytes y Joao Mottini («En 1950 Mottini creó para sus aulas un conjunto de lecciones sobre la construcción de la figura humana denominado Ritmo y Movimiento»)[3]. El método de la EPA se había depurado con los aportes de todos sus integrantes pasados para concluir en esta obra de un presente de cambios profundos. Frente a ella, por dar un ejemplo, el libro del virtuoso Jesús Blasco editado por Parramón, Cómo dibujar historietas, de 1966, que aún podía conseguirse en librerías de Buenos Aires a mediados de los setenta, resultaba constrictivo a un único y singular modo de concebir el dibujo y a la historieta en sí. El tratado de la Panamericana no solo se agigantaba con la ejemplificación y el estímulo de la variedad de registros de sus autores, sino que dedicaba al problema de la estilización sendos capítulos. Es significativo que las últimas lecciones del libro se ilustraron únicamente con ejemplos de Pratt y Breccia, a veces comparando sus particulares modos de resolución.
La inexistencia del segundo tomo lesiona una justa valoración de la obra como tratado. Allí, el editor se proponía publicar las lecciones sobre “Secuencia”, fundamentales para la narración gráfica, así como las de “Interpretación del guion”. Esta ausencia, además, abre una inquietud sobre qué argumento y guion modélico de ese lapso crítico de la historieta argentina que mencionamos ejemplificaría la interpretación. En el Temperamento se había utilizado el Vito Nervio de Wadel / Breccia, y en La Historieta Mundial un guion de Héctor Oesterheld, autor del que poco y nada se había utilizado para ilustrar las lecciones del primer tomo (las de Pratt, no realizadas especialmente para los cursos, eran todas de Ann y Dan, su primera obra como autor integral). ¿Habría hacia esta época algún inconveniente con derechos y autorías?
No di con trabajos analíticos de la metodología de enseñanza de la Panamericana frente a otras enseñanzas del dibujo, y es una tarea que excede en mucho las posibilidades de esta reseña. Consultados algunos dibujantes de historietas de distintas generaciones, y entre ellos especialmente los que han dado clases, sobre la vigencia de Técnica de la Historieta, todos coincidieron en reafirmarla, algunos ponderando las primeras lecciones, otros las de composición y ambiente, y todos destacaron la calidad de presentación, la precisión y claridad expositiva.
Doce años después de su publicación, y durante varios meses, en las contratapas de las revistas de Ediciones Récord se promocionaba la venta de este volumen, en combo con el catálogo de la famosa Bienal de la Historieta del Di Tella (1968), reelaborando el aviso ilustrado con una irresistible página del Sgt. Kirk, para felicidad de los jovencísimos protohistorietistas que leíamos Skorpio y TitBits (todo historietómano quiso alguna vez ser historietista). Como sea que haya llegado un importante stock a manos de Scutti, parecería que el libro no obtuvo muchas ventas al momento de su publicación.
Aún con los cincuenta y cinco años que han pasado y aunque en algo le pesan, Técnica de la Historieta, de haberse completado, sería muy probablemente al día de hoy una obra acaso definitiva (justamente “el Tratado”) sobre las bases técnicas de la creación de historietas. Pero como a veces sucede en el derrotero de los argentinos, con algunas de nuestras grandes iniciativas, originalidades e incluso genio, una vez más nos quedó trunco el proyecto.
NOTAS
[1] Enrique Lipszyc: A Ideia Panamericana, libro 2. São Pablo, Posigraf, 2013.
[2] Para un completo recuento histórico de la EPA, ver el artículo de Judith Gociol en la revista Sacapuntas, disponible en línea en: http://www.revistasacapuntas.com.ar/articulo_como-nacio-un-dibujante.
[3] Enrique Lipszyc: A Ideia Panamericana, libro 1. São Pablo, Posigraf, 2013. p 17.