Los baños públicos, es decir, aquellos establecimientos en los que los clientes pueden disfrutar de un agradable baño en agua caliente, han desempeñado varias funciones a lo largo de la historia de la humanidad. La más obvia es la de proporcionar un lugar de aseo a aquellas personas que no podían costearse un baño privado por falta de dinero o infraestructuras. Pero, como sabemos, estos lugares también se convirtieron en espacios de encuentro donde desarrollar relaciones sociales, conversar con conocidos o incluso discutir negocios. Esta era una práctica habitual en la antigüedad, tal y como se ha podido establecer gracias a los vestigios de la época del Imperio romano que se han hallado. No obstante, con el paso del tiempo, la evolución de las sociedades y la imposición de ideologías que despreciaban el cuerpo y los placeres sensoriales, en muchos países occidentales se fue perdiendo la costumbre de bañarse en público. A pesar de ello, a día de hoy esta práctica todavía es relativamente frecuente en ciertas zonas de Asia, siendo Japón un ejemplo de la pervivencia de la cultura del baño comunitario. En la actualidad, la mayoría de los japoneses suelen meterse en la bañera a diario, solos o acompañados por hijos pequeños, y existen muchísimos baños públicos en los que por unos setecientos yenes es posible disfrutar de diferentes tipos de bañeras (con distintas temperaturas, con agua de diversas composiciones minerales, con polvos medicinales, con chorros de agua o incluso con placas que proporcionan pequeñas descargas eléctricas en la espalda). En estas instalaciones, separadas por sexos, uno puede disfrutar del placer de un relajante baño rodeado de decenas de desconocidos totalmente desnudos. Pese a que muchos occidentales son reacios a probar los baños públicos (sentou) o las aguas termales naturales (onsen), normalmente quienes se atraven a hacerlo olvidan pronto el pudor y disfrutan de una agradable experiencia.
Este contraste entre las culturas del baño en Japón y en Occidente es precisamente el punto de partida del cómic Thermae Romae. Escrito y dibujado por la mangaka Mari Yamazaki, esta obra se serializó en la revista Comic Beam de la editorial Enterbrain en el periodo comprendido entre diciembre de 2008 y marzo de 2013.Thermae Romae fue finalmente recopilada en seis tomos, que fueron publicados en España por Norma Editorial entre 2013 y 2014. Esta reseña se basa en la edición española, que cuenta con la traducción de Marc Bernabé. Además del cómic en sí, los tomos de Norma incluyen la sección “Mis amores: Roma y los baños”. Se trata de breves ensayos en los que Yamazaki explica varios aspectos relacionados con la historia de Roma, la cultura del baño en Japón y en otros países, anécdotas o vivencias personales, así como reflexiones sobre su proceso de documentación y creación del manga. Estos comentarios son verdaderamente interesantes y vienen acompañados de fotografías (en un tamaño bastante pequeño) tomadas por la propia autora
En dicha sección, Yamazaki reconoce que Thermae Romae iba a ser, en principio, una historia corta autoconclusiva. Así, en el primer capítulo conocemos a Lucius Modestus, un ingeniero especializado en la construcción de termas que vive en la era adriana (117-138) cuyos diseños han perdido popularidad y se encuentra en busca de nuevas ideas. Lucius acude a un baño público para relajarse y, tras ser succionado por un agujero en el fondo de las termas, emerge en un baño público del Japón actual. Asombrado por el encuentro con una raza desconocida para él, Lucius pronto comprende que se encuentra fuera de Roma. Pero su extrañeza es superada por su entusiasmo al descubrir los objetos que los japoneses usan en los baños públicos, tales como cubetas de plástico, secadores o bebidas (en Japón es tradicional tomar una botella de leche fría tras salir del baño, de ahí que en muchos vestuarios de baños públicos haya máqinas vendedoras). Lucius se ve de nuevo transportado a su época y aprovecha las ideas obtenidas en su viaje espacio-temporal para revolucionar los baños públicos de Roma.
A grandes rasgos, esta estructura narrativa se mantiene en prácticamente todos los capítulos y arcos argumentales del cómic. Durante los primeros tres volúmenes, el modelo narrativo consiste en que Lucius tiene un problema en Roma, se ve transportado al Japón actual de modo improvisto, experimenta o descubre algún aspecto característico de la cultura del baño japonés, y regresa a Roma, donde aplica a su manera el hallazgo que ha hecho. Evidentemente, cada capítulo intenta sorprender con nuevas situaciones tales como el descubrimiento de los inodoros con washlet (una función similar al bidé que tienen muchos inodoros japoneses), de las bañeras individuales o de los parques acuáticos con tobogán. Y lo cierto es que Yamazaki consigue encontrar suficientes elementos comunes relacionados con los baños, la higiene o la cultura de Roma y Japón como para que Lucius continúe viajando en el espacio y el tiempo. Las sorprendentes apariciones del romano, que casi siempre llega desnudo, así como sus reacciones y su modo de interactuar con los japoneses (Lucius habla latín), generan una simpática comicidad. Sin llegar a ser un cómic delirante que busque continuamente la carcajada, lo cierto es que Yamazaki se las ingenia para incluir varios gags visuales que consiguen arrancar una sonrisa al lector. Sin duda, la autora nos ofrece una exageración o parodia de las reacciones de muchos extranjeros al encontrar por primera vez ciertos aspectos propios de la cultura japonesa.
Si bien los dos primeros tomos presentan una configuración principalmente episódica, Yamazaki intenta introducir cierta serialidad en el cómic a través de la presencia de personajes históricos. Debido a sus grandes “inventos”, Lucius llamará la atención de los poderosos y empezará a trabajar para el propio emperador Adriano. A través del cómic y su sección de comentarios, Yamazaki nos relata parte de la vida de este emperador y nos presenta a otros personajes importantes de la historia de Roma, a pesar de tomarse ciertas licencias creativas en determinados momentos. Hacia el cuarto tomo, la fórmula episódica se encuentra agotada, y la autora apuesta por desarrollar una trama argumental más extensa. Por primera vez Lucius permanece semanas en Japón y encuentra a una japonesa capaz de hablar latín, de modo que es capaz de recibir explicaciones sobre cómo funcionan los baños termales japoneses y los negocios hosteleros generados a su alrededor. Estos tres últimos tomos resultan, en comparación con los tres primeros, menos inspirados y divertidos, puesto que el humor se ve desplazado por la introducción de una sosa trama romántica y alguna que otra escena de acción que, en cierto modo, desvirtúan el espíritu de los tres primeros volúmenes. Por ello, parece aceptable que Yamazaki finalizara la serialización con este último arco en vez de empeñarse en alargar la historia innecesariamente.
En cuanto al apartado gráfico, este cómic presenta una estética un tanto alejada de las convenciones iconográficas del manga. Yamazaki estudió durante años la pintura occidental y es una apasionada de la cultura clásica, de ahí que el cómic destaque por sus representaciones realistas de la antigua Roma. Lucius y los otros personajes históricos tienen un aspecto similar al de las estatuas romanas que aún se preservan y aparecen dibujados con una complexión proporcionada y expresiones faciales detalladas. La narrativa gráfica es correcta, si bien alguna que otra secuencia especialmente compleja en términos de acciones y movimientos aparece representada de un modo más bien sincopado. Aun así, el ritmo es adecuado y la lectura es en general fluida, incluso en los pasajes donde abundan los diálogos explicativos.
El cómic de Yamazaki fue un éxito de crítica y obtuvo prestigiosos galardones, tales como el Tezuka Osamu Cultural Prize en su decimocuarta edición (2010), dentro de la categoría de “historia corta”, o el premio Manga Taishō, dirigido a series con menos de ocho volúmenes, en su edición de 2010. También recibió una nominación al premio Eisner a la mejor edición estadounidense de material internacional de un cómic asiático, y ha contado con versiones en otros medios de comunicación. En 2012 se estrenó la adaptación al anime, que se compone de tres episodios emitidos por la cadena Fuji TV, y en abril del mismo año aparecieron tres OVA que narran historias originales. En abril de 2012 también se estrenó en Japón una película de imagen real basada en el manga de Yamazaki, dirigida por Hideki Takeuchi y protagonizada por el popular actor Hiroshi Abe. Esta adaptación cinematográfica fue todo un éxito y se convirtió en la segunda cinta más taquillera del año, alcanzando unos ingresos cercanos a los seis mil millones de yenes. Como resultado, en el año 2014 se estrenó una secuela que no consiguió repetir el triunfo de la primera película.
Thermae Romae comenzó como un divertimento y, afortunadamente, la idea original tuvo éxito. Ello le permitió a Yamazaki ir configurando una obra en la que explorar las diferencias culturales entre los japoneses y los extranjeros, un tema recurrente en su producción gráfica que se debe posiblemente a su trayectoria vital. Yamazaki nació en Tokio en 1967 y vivó su infancia en Hokkaidō, pero con diecisiete años se trasladó a Italia y allí pasó más de diez años estudiando pintura en la Accademia di Belle Arti Firenze. Durante este periodo tuvo una relación con un poeta italiano y tuvieron un hijo al que crió sola tras romper con su pareja. Comenzó a dibujar manga para ganar dinero extra narrando sus experiencias en Italia o sus desventuras como madre soltera en ensayos manga (publicaciones que combinan texto escrito, viñetas e ilustraciones). Después de volver a Japón y pasar algún tiempo enseñando italiano en la universidad, se casó con el italiano Beppi Chiuppani, y desde entonces ha vivido en varios países con su marido. Yamazaki ha registrado sus paso por lugares como Chicago, Lisboa o Cuba en sus cómics, mostrando así su visión sobre las diferencias culturales. En Thermae Romae dicho aspecto también está muy presente, si bien se aprecia una cierta predilección por las tradiciones culturales japonesas. Tanto en los diálogos de los personajes como en sus propios comentarios, Yamazaki expresa en varias ocasiones que los japoneses tienen una cultura higiénica superior a las de los europeos, además de un mayor aprecio por la tradición, o un sentido estético más exquisito. En suma, a pesar de sus experiencias en el extranjero, la autora transmite en su cómic la visión (bastante común entre los japoneses) de que Japón es un gran país con una cultura rica y profunda del que los extranjeros tienen mucho que aprender.
En términos generales, la obra de Yamazaki se puede dividir en tres tipos de trabajos. Por un lado encontramos varios cómics de corte autobiográfico en los que refleja con humor encuentros interculturales o experiencias personales, tales como Moretsu! Itaria Kazoku (2006) o Sweet Home Chicago (2011). En el segundo grupo podemos ubicar historias ambientadas total o parcialmente en el pasado histórico, especialmente en la Antigüedad clásica, tales como Thermae Romae o Plinius, manga sobre el naturalista Plinio el Viejo creado en colaboración con Tori Miki que comenzó a publicarse en 2013. En España esta obra está siendo publicada por Ponent Mon, alcanzando tres volúmenes hasta la fecha. También una de sus más recientes historias, Olympia Kyklo, repite la premisa de Thermae Romae al presentar a un corredor griego que se ve trasladado a los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964. El tercer grupo correspondería a biografías de personajes más contemporáneos, tales como su manga sobre Steve Jobs (2013-2014) o su recientemente iniciada obra sobre la vida del joyero Sotirio Bulgari (2017-).
Thermae Romae es un cómic original, divertido y bien ilustrado que agradará a los amantes de la historia. Los primeros tres volúmenes, que desarrollan historias prácticamente independientes entre sí en las que se repite la misma estructura narrativa, son más divertidos y entretenidos que los tres últimos, donde se traza un arco narrativo más convencional y menos inspirado. Por ello, mi recomendación sería leer inicialmente los dos primeros tomos y, en función del interés que despierte en el lector, continuar con el relato. Lo cierto es que, además de entretener y divertir, este cómic también permite aprender sobre la historia de Roma y la cultura del baño en Japón, de ahí que quizá pueda ser usado con fines didácticos por parte de docentes creativos.