Title:
Comic comics translation
Resumen / Abstract:
Un repaso somero a los recursos que requiere la traducción del humor en los tebeos, a partir de algunos de los libros traducidos por el autor del artículo en los últimos años. Se incluyen ejemplos extraídos de títulos de Nicolas de Crécy, Art Spiegelman, Aleix Saló, Tom Gauld, Zerocalcare, Benjamin Renner y Bryan Lee O’Malley. / A succinct overview of the resources required for the translation of humour in comics, based on several titles translated in recent years by the author of this article. The illustrations include examples taken from books by Nicolas de Crécy, Art Spiegelman, Aleix Saló, Tom Gauld, Zerocalcare, Benjamin Renner and Bryan Lee O’Malley.
Palabras clave / Keywords:
Gradación en la traducción, Contraste en la traducción, Anacronismos, Juegos de palabras, Referencias culturales, Oralidad, Traducción del humor, Traducción de cómics/ Translation progression., Translation contrast, Anachronisms, Play on words, Cultural references, Oral speech, Translating humor, Comics Translation

TRADUCIR CÓMICS CÓMICOS


Hace unos años, David Bellos, el autor de Un pez en la higuera. Una historia fabulosa de la traducción (2012), ese libro donde está todo, pronunció una famosa conferencia sobre la traducción del humor. Nada más empezar, planteó un reto a los asistentes: pidió que le contaran chistes a partir de la premisa «Entran dos traductores en un bar y...». Uno de los más divertidos fue: «Entran dos traductores en un bar y... Bah, da igual, el original tenía más gracia».

El humor tiene muchos resortes, y con ese chiste (ja, ja) se activa uno de lo más perturbador: el del miedo. Nada nos espanta más a los traductores que nos adentramos en el mundo del humor que el miedo paralizante a que alguien mire debajo de la alfombra y acabe diciendo precisamente eso: «El original tenía más gracia». Pero ¿dónde se esconde el humor? ¿Cómo se aplica? ¿Cómo se replica?

Hay humor en primer plano y humor que se mete en los pliegues de las frases, en las sombras de las viñetas, pero los obstáculos con los que nos encontramos suelen (snif) repetirse: la diferencia cultural, el ritmo, los juegos de palabras, las referencias (un beso, referencias), el contraste... Para saltarlos con brío y donaire, es clave entender bien la intención, el efecto que se busca, qué clase de risa, de sonrisa o, simplemente, de seducción artera se persigue.

Es una cuestión a la que damos muchas vueltas los traductores de literatura, en este caso de literatura con dibujitos. Aquí, con ejemplos de traducciones propias de tebeos cómicos que he ido haciendo a lo largo de los últimos años, voy a intentar ilustrar ese proceso. Los originales están en cuatro idiomas distintos, lo cual debería dar una fina pátina de diversidad y amplitud de miras a este repaso eminentemente acientífico en el que pretendo responder a la siguiente pregunta: ¿cómo evitar en la medida de lo posible que lo que anuncia ese (argh) miedo paralizante se haga realidad?

Podemos empezar con algo bastante directo: un tebeo de Nicolas de Crécy, la edición integral de Salvatore (2010), publicada originalmente en Francia y unos años más tarde en España (2015). En este ejemplo el humor está en la situación (una cerda entrañable, pero de armas tomar, que quiere ir en tren a Grenoble y se escandaliza porque solo queda un billete en primera), en la reducción del cuerpo de letra de algunos bocadillos y, sobre todo, en la repetición (los doce cerditos se quejan aquí y en otras ocasiones del hambre que pasan):

© 2018 N. Crécy

También vemos ahí uno de los problemas clásicos de la traducción de tebeos: la limitación de espacio. Está claro que «Tengo hambre» es más largo que «J’ai faim», pero en este caso el obstáculo puede salvarse con facilidad reduciendo un poco el texto, que de hecho es el mismo recurso utilizado en el original para imitar las vocecitas de los hijos de la cerda con un toque cómico. En español sencillamente le hemos dado otra vuelta de tuerca.

Vamos a complicarlo un poco más. Que pasen los condicionamientos gráficos y las referencias culturales, por favor.

Tenemos aquí un ejemplo de imagen que condiciona la traducción y que además encierra un par de referencias culturales. Se trata de unas viñetas de Art Spiegelman sacadas de In the Shadow of No Towers (2004), publicada en español como Sin la sombra de las torres (2015) y en la que el artista analiza su reacción ante los atentados del World Trade Center de Nueva York.

En este caso, el autor se lamenta de estar condenado a llevar un albatros colgado del cuello. ¿Y eso qué quiere decir? Además, ese albatros no parece un albatros, ¿verdad? En realidad se trata de una frase hecha, una alusión a La balada del viejo marinero de Coleridge que significa simplemente soportar una carga psicológica como una maldición. Y el ave en este caso es un águila calva, el símbolo nacional de Estados Unidos, que Spiegelman cree en peligro tras los atentados y que va tocada con un simpático sombrero del Tío Sam.

¿Qué hacer con todo eso? La imagen pedía a gritos (o graznidos) una explicación. La solución elegida fue desarrollar brevemente en el texto lo que se veía en la viñeta, para no arrebatar información al lector, y dejar que el drama, con su contrapunto de humor, se defendiera por sí solo con los elementos presentes. En el fondo, se aplicó la gran máxima de la traducción: aspirar a que tu lector reciba lo mismo que recibía el de la versión original.

© 2018 A. Spiegelman

Referencias culturales, aunque de otro cariz, y condicionamientos gráficos tampoco faltan en la siguiente obra, Fills dels 80. La generació bombolla (2009), de Aleix Saló, y en su traducción castellana, Hijos de los 80. La generación burbuja (2014). En este caso el factor decisivo es la proximidad del castellano y del catalán y de sus ámbitos culturales. Hay superposiciones y hay incompatibilidades que a veces obligan a recurrir a equivalencias en apariencia lejanas.

Fills dels 80 fue el primer libro que publicó Saló, tras ganar en Cataluña un premio para autores de cómic jóvenes. Siguieron Españistán, Simiocracia y Euro Pesadilla, los tres aparecidos simultáneamente en castellano y en catalán. En el año 2014, cuando se decidió traducir Fills dels 80, vimos que para conservar el humor del original había que rebuscar en dobleces muy variados del original. Por ejemplo, en esta página en la que dos jóvenes nacidos en los ochenta entablan contacto en una discoteca. La traducción española se prestaba a conservar algunas de las rimas o a buscar otras que fueran por los mismos derroteros:

           
  © 2018 A. Saló  


En otros casos, sin embargo, cuando entraban en juego referencias culturales, el castellano no siempre podía quedarse en la misma casilla que el original. Veamos tres ejemplos más. En el primero el chiste se hace con un cantante de rock catalán, Gerard Quintana. La solución fue el cambalache: quedó convertido en un cantante conocido en toda España que pudiera cumplir la misma función y tuviera un aspecto físico similar. Además, hubo que sustituir la referencia a la subvención pública del libro original en catalán.

           
  © 2018 A. Saló  

Sin embargo, no todos los escollos tenían la misma solución. En estos otros dos ejemplos, la cosa televisiva estaba mucho más delimitada territorialmente:

           
  © 2018 A. Saló  

En la primera página, las referencias al célebre J. R. de la serie Dallas con una frase mítica de los inicios de TV3 (¿quién sería el genial traductor?) y a un personaje infantil de la misma cadena solo funcionaban en un ámbito cultural determinado. Algo parecido sucedía con las dos series del segundo ejemplo. ¿Cuál fue aquí la solución? Aprovechar la buena disposición de Saló, que accedió a retocar algunas páginas, y combinar las propuestas del traductor y del propio autor para buscar chistes equivalentes que funcionaran en el conjunto de España y no solo en Cataluña. Tenían que ser referencias de la misma época y lograr un efecto similar. La cosa quedó así:

           
  © 2018 A. Saló  

Por descontado, la adaptación de referentes culturales en los tebeos de humor se pone más espinosa cuanto más se alejan los ámbitos culturales del original y la traducción. Puede servirnos de ejemplo el caso de Tom Gauld, autor escocés del que he tenido la suerte de traducir dos obras, Un policía en la Luna (2017b) y En la cocina con Kafka (2018).

En las tiras y viñetas recopiladas en este segundo libro, aparecidas sobre todo en el periódico The Guardian, y en menor medida en la revista New Scientist, el artista ofrece relatos humorísticos con una economía de elementos pasmosa que conectan muy bien con el público. Como ha dicho con frecuencia, el secreto del humor gráfico no es saber dibujar bien ni saber contar chistes, sino saber combinar imagen y texto para contar una historia que llegue al lector.

Empecemos por la tira que da nombre al libro, Baking with Kafka (2017a), un buen ejemplo de cómo trabaja Gauld, yuxtaponiendo elementos culturales a priori alejadísimos. En este caso, The Guardian le encargó que ilustrara un análisis de los programas de cocina de la televisión británica y su reacción inmediata fue buscar el contraste. Primero pensó en Nietzsche, pero no le funcionó. De ahí pasó a Kafka y, sirviéndose de citas auténticas del escritor, logró la oposición entre una serie de pensamientos sombríos sobre la muerte y la alegría forzada que asociamos al entretenimiento ligero televisivo. El anacronismo, el título, los pasteles elegidos y hasta el signo de admiración del final refuerzan ese recurso.

© 2018 T. Gauld


¿Qué se hizo en la versión española? Parecía claro que el humor podía estar en los mismos elementos sin excesivos problemas: un nombre gracioso para el programa que apelara a los referentes del lector español (y que además gustara a la editora como título de toda la recopilación), pasteles que funcionaran por sí solos sin una equivalencia exacta con el original, las mismas citas tétricas y, por supuesto, ¡los signos de admiración!

© 2018 T. Gauld


En la adaptación española de este libro, la colaboración del autor, que resultó amabilísimo, fue fundamental. El próximo ejemplo ilustra varias cosas: lo cerca que puede estar el inglés del español, sobre todo cuando utiliza palabras de origen latino o griego; lo importante que es la gradación en el humor, de la mano de la repetición y el contraste, y que ni al traductor ni a su entorno más cercano (paciente, sondeado y resignado) se le ocurrió nada que acabara en «-ista» y encajara con el dibujo del coctelero.

© 2018 T. Gauld

Mi solución fue pedirle al autor que, por favor por favor, modificara el personaje en cuestión para convertirlo en «trapecista, ajedrecista, electricista, exorcista, dadaísta o cubista». (Reconozco que con los dos últimos quizá me pasé un poco.) Gauld aceptó, si bien, con sabiduría y simplicidad, lo dejó en un estupendo malabarista:

© 2018 T. Gauld


El siguiente caso requirió un cambio más evidente, necesario para conservar la lógica de las frases en español. Simplemente le pedimos al autor que intercambiara el orden de las tres primeras columnas de esta viñeta:

© 2018 T. Gauld

Así, la traducción pudo funcionar bien sin grandes dificultades:

© 2018 T. Gauld


Y, ahora, dos fracasos. Dos fiascos en dos viñetas de esta misma obra que no acabaron de funcionar. Las dos se tradujeron y se maquetaron, pero al final no salieron en la edición española y el autor envió otras dos que no aparecían en la recopilación inglesa.

© 2018 T. Gauld


En el primer caso, el chiste, muy determinado por la imagen, surgía de una referencia editorial: a partir de un libro de la editorial Penguin, en su famosa serie The Penguin Book of..., juega con los elementos hasta llegar al absurdo. Todas las soluciones en español quedaban forzadas, con el «Penguin» editorial y el «pingüino» animal enfrentados, y el «breve» y el «bajo» también enemistados. El traductor no estuvo a la altura y pidió el comodín de la llamada al autor. Se traicionaba la intención original de la viñeta: no hacía gracia.

En el segundo ejemplo, el chiste está en dar una vuelta a títulos clásicos de la literatura con un nuevo ingrediente científico. Y el humor reside, por supuesto, en la cercanía entre el título original y el nuevo, cuyo sustantivo clave empieza por la misma letra. De «sentido», «sismología»; de «conde», «coleopterista», etcétera. Y el traductor se empeñó en que si alguna no encajaba en ese esquema la gracia se resentía. Modificó el título del segundo libro, ya que con La tienda de antigüedades de Dickens no se entendía demasiado bien la referencia, y pidió cambios en dos dibujos: el amante del tercer libro y los hombres del séptimo tenían que determinar el término científico de sus nuevas versiones, porque El lepidopterista de lady Chatterley y Tres micólogos en una barca no tenían ninguna gracia. En este caso, finalmente, se prefirió no modificar los dibujos y elegir otra viñeta inédita.

De nuevo encontramos referencias, esta vez del ámbito cultural italiano y de unas décadas muy concretas, en los libros del creador italiano Zerocalcare, del que ya he traducido tres obras al español: La profecía del armadillo (2016b), Kobane Calling (2016a) y Olvida mi nombre (de próxima aparición).

Este artista romano del barrio de Rebibbia, de enorme éxito en su país, se caracteriza por el humor descarnado de sus tebeos, mitad denuncia social y mitad retrato generacional. Y a menudo recurre a referencias de la cultura de masas. Algunas veces se dejan trasladar sin oponer resistencia y ni el texto ni la imagen obligan a hacer piruetas: el abuelo de Heidi es el abuelo de Heidi, Maléfica es Maléfica y las citas de La chaqueta metálica o de Yoda tienen su reflejo en español y pueden cumplir la misma función.

© 2018 Zerocalcare


Otras veces, en cambio, sí que hay que darle un poco a la lavadora y buscar equivalencias, de modo que, por ejemplo, Lupin se convierte en Oliver y Benji. Con ello el personaje pasa de aludir a una serie de dibujos animados japonesa con sintonía famosa que un nacido en 1983 puede recordar con nostalgia y que tuvo mucho éxito en Italia... a aludir con la misma carita de inocente a una serie de dibujos animados japonesa con sintonía famosa que un nacido en 1983 puede recordar con nostalgia y que tuvo mucho éxito en España y, lo que es fundamental para dar credibilidad a la referencia, también en Italia (con el título de Holly e Benji).

           
  © 2018 Zerocalcare  


Y, de nuevo, la imagen puede determinar los recursos del traductor. Así, el tentempié preferido del alter ego de Zerocalcare, el plum cake (y que no tiene nada que ver con lo que en España se denomina plum cake), quedará convertido a lo largo las distintas entregas de sus aventuras en una madalena. Y su amigo el Supplì (dibujado como un supplì para proteger su intimidad) se transformará en Croqueta. Y el traductor, con un leve castañeteo de dientes, espera que eso tenga la misma gracia.

       
  © 2018 Zerocalcare  
       

Otro rasgo fundamental de los cómics cómicos, y de las historietas en general, es la oralidad, la fluidez del diálogo. Es uno de los aspectos en los que el traductor necesita más agilidad y también más conexión con los personajes. Veamos, por ejemplo, unas viñetas de Le Grand Méchant renard (2015a), de Benjamin Renner, publicado en español con el título de El malvado zorro feroz (2015b). El libro cuenta la historia de un zorro que se muere de ganas de zamparse a alguna gallina, pero no lo consigue debido a su torpeza. Y a que, en realidad, tiene su corazoncito (no es que sea bueno, es que lo han dibujado así).

Aquí el humor de la vertiente textual no está en las referencias culturales, o no solo: se apoya sobre todo en el trazo de los personajes, en las situaciones y en un claro dominio del diálogo.
Ese lenguaje oral, fresco y con gancho era lo que pedían los personajes entrañables de esta obra, una delicia que me hizo reír en todas y cada una de las fases del trabajo:

       
  © 2018 B. Renner  


Del tebeo, claro, se traduce todo. Y merecen mención aparte las onomatopeyas, a menudo vinculadas al humor, y su adaptación, tanto textual como gráfica cuando la obra lo pide (cosa que no sucede siempre). Si es importante el cariño del autor a la hora de dar luz verde a retoques que, al cambiar la obra, permitan serle fiel en la distancia, también lo es, y mucho, la disposición de la editorial a adaptar un tebeo con cariño. Y un clásico es el retoque de las onomatopeyas, como ya hemos visto en algunos ejemplos anteriores y podemos apreciar claramente en esta página de Seconds (2014a y 2015b) de Bryan Lee O’Malley.

           
  © 2018 B. L. O'Malley  

El mismo cariño editorial es evidente en la adaptación de estas viñetas de la mencionada Un policía en la Luna (2017) de Tom Gauld, Mooncop en su edición original (2016), cuando el agente protagonista entra en su establecimiento selenita preferido para recargar a THR-446, la unidad psicoterapéutica que le han enviado desde la Tierra al detectar que estaba algo deprimido.

       
  © 2018 T. Gauld  

Vemos la importancia del retoque en los dos rótulos, pero también, y sobre todo, en la ampliación del último bocadillo. En caso de no haberlo modificado, y aunque a simple vista parezca paradójico, habríamos sido menos fieles a la versión inglesa. La gracia está en encontrar la justa medida de equivalencia y de compensación para que se cumpla esa verdad ancestral: a menudo, para ser fiel al original hay que saber alejarse.

Este mismo autor puede servirnos perfectamente para cerrar este somero repaso a los intríngulis de la traducción de tebeos graciosos. Hemos visto hasta ahora humor que, en la vertiente textual, se basaba en la oralidad, en las referencias culturales, en la ironía, en el contraste, en la gradación, en los juegos de palabras, en los anacronismos, en la concisión o en la repetición. En Gauld están todos esos elementos (¡referencias culturales a él!). Y funcionan con una economía de medios fascinante.

A veces, incluso hace chistes sobre este oficio nuestro. Verbigracia:

© 2018 T. Gauld

El chiste parece sencillo de trasladar, pero en este caso la traducción avanzó a trompicones y tuvo varias variantes. La definitiva es esta:

© 2018 T. Gauld

En las primeras versiones fallaba la repetición del ritmo. Además, la limitación de espacio también impedía poner en la segunda viñeta distintas soluciones con «diminutos», «pequeñitos» o el prefijo «mini-» (que habría afeado la cosa al tener que dividir «mini-rrobots»). Luego, la preposición pidió paso para que las respuestas funcionaran con más naturalidad en español y permitió unificar, pero seguía faltando ritmo. Había una pata más corta. La clave estuvo en dejar tres palabras en todas las respuestas, de ahí ese «mucha» que llegó al final. (Por cierto, la respuesta correcta, como todo el mundo sabe, es la última.)

Con todos los malabarismos que hemos visto, los traductores espantamos ese miedo del que (ay) hablábamos al principio, para que, por arte de birlibirloque, lo que hacía reír a unos haga reír a otros. Para que la traducción del humor no acabe siendo el humor de la traducción. Y suele conseguirse, aunque a veces la gracia esté en otro sitio por la ley de la compensación. O, directamente, sea una gracia distinta que después de mucho pensar nos ha parecido equivalente.

Y, por descontado, todo eso lo hacemos siempre pensando en el lector, en su risa y en su sonrisa. Bueno, en el lector y (ejem) en el autor, no vaya a ser que...

© 2018 T. Gauld

 

Bibliografía:

BELLOS, D. (2012): Un pez en la higuera. Una historia fabulosa de la traducción, trad. de Vicente Campos, Barcelona, Ariel.

CRÉCY, N. de (2010): Salvatore, París, Dupuis.

—, (2015): Salvatore, Rasquera, Ponent Mon.

GAULD, T. (2016): Mooncop, Montreal, Drawn & Quarterly.

—, (2017a): Baking with Kafka, Montreal, Drawn & Quarterly.

—, (2017b): Un policía en la Luna, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Salamandra Graphic.

—, (2018): En la cocina con Kafka, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Salamandra Graphic.

O’MALLEY, Bryan Lee (2014a): Seconds, Nueva York, Ballantine Books.

, (2014b): Seconds, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Debolsillo.

RENNER, B. (2015a): El malvado zorro feroz, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Reservoir Books.

—, (2015b): Le Grand Méchant renard, París, Éditions Delcourt.

SALÓ BRAUT, A. (2009): Fills dels 80. La generació bombolla, Barcelona, Editores de Tebeos.

, (2014): Hijos de los 80. La generación burbuja, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Debolsillo.

SPIEGELMAN, A. (2004): In the Shadow of No Towers, Nueva York, Pantheon Books.

, (2015): Sin la sombra de las torres, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Reservoir Books.

ZEROCALCARE (2012): La profezia dell’armadillo, Milán, Bao.

—, (2016a): Kobane Calling, Milán, Bao.

—, (2016b): La profecía del armadillo, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Reservoir Books.

—, (2017): Kobane Calling, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Reservoir Books.

—, (en prensa): Olvida mi nombre, trad. Carlos Mayor, Barcelona, Reservoir Books.

Creación de la ficha (2018): Carlos Mayor. Edición a cargo de M. Barrero. Revisión de Alejandro Capelo, M. Barrero y F. López.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
CARLOS MAYOR (2018): "Traducir cómics cómicos", en Tebeosfera, tercera época, 7 (29-VI-2018). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/traducir_comics_comicos.html