UN NÚMERO DECISIVO: IRON MAN 55
Los autores
Hablar de Jim Starlin (Chicago, Illinois, 1949) es hablar del creador, o más bien, cocreador, de Thanos, inevitable referencia del universo Marvel. Starlin era un recién llegado a la editorial cuando escribe y dibuja este cómic. Tenía tan sólo 23 años. Era su segundo encargo para la editorial, pues ya había debutado en Spiderman, dedicándose a la finalización de algunas páginas. Se encargaría de dos números de Iron Man hasta su desembarco en la colección del Capitán Marvel, tomando las riendas en el número 25 (marzo de 1973). Allí, este devoto seguidor de Jack Kirby y Steve Ditko seguiría profundizando en personajes como Thanos, rediseñando a otros como Warlock, y agigantando la dimensión cósmica del universo marvelita.
Mike Friedrich (1949) llegó a Marvel desde la competencia. Para DC había firmado páginas en las colecciones de Batman, Detective Comics, Flash, Teen Titans, Challengers of the Unknown. y Justice League of America. Se mudó a Marvel y se hizo cargo de Iron Man desde el número 48 (julio de 1972) hasta el 81 (diciembre de 1975). Comparte con Starlin la escritura de este número 55, con lo que se le puede considerar el cocreador de Thanos y Drax el Destructor.
Las tintas son obra de Mike Esposito (Nueva York, 1927-Nueva York, 2010), considerado como uno de los mejores entintadores de la industria. Puso sus pinceles al servicio de artistas de la talla de John Romita Sr., Ross Andru (amigo de la infancia con el que hizo un equipo artístico inolvidable) o Curt Swan. Cuando llega a Iron Man es ya todo un veterano curtido en mil batallas. Entre los años setenta y ochenta no hubo ninguna colección importante de Marvel que no fuera entintada por Esposito, que también firmaba con los seudónimos de Mickey DeMeo, Mickey Dee, Michael Dee o Joe Gaudioso.
El rotulista John Constanza (Dover, Nueva Jersey, 1943) es otro veterano del mundo del cómic estadounidense. Su labor como dibujante se ha centrado en tebeos de funny animals e ilustraciones infantiles. Dentro de Marvel y DC se ha dedicado básicamente a la labor de lo que en Estados Unidos se conoce como letterer.
Del editor, Roy Thomas, poco más se puede decir. Fue la piedra angular de la segunda generación de Marvel, clave de bóveda de la editorial desde finales de los sesenta y toda la década de los setenta. Es junto a Lee y Kirby, la personalidad más influyente de la Casa de las Ideas. Ha escrito y editado decenas de cabeceras y ha creado multitud de personajes. Ya en ese momento era el editor jefe de la editorial, en sustitución del mismísimo Stan Lee, que había sido ascendido. No sería Marvel lo que es sin la aportación de Roy Thomas. No cabe ninguna duda.
El contexto
Tras la gran expansión de la editorial en la primera mitad de los sesenta, con la llegada de la segunda generación de escritores y dibujantes, Marvel va comenzando a liderar el mercado y, en un plano creativo, va estructurando y enriqueciendo su universo. El propio Thomas había ampliado los horizontes con la Guerra Kree-Skrull (Los Vengadores 89-97, de junio de 1971 a marzo de 1972). Seguía así el editor jefe de Marvel la estela galáctica de Kirby. Así que cuando Friedrich y Starlin llegan a Iron Man, las bases de la expansión ya han sido diseñadas. Starlin era un gran admirador de Kirby, que ya había dado pasos cósmicos en Thor y había creado Los Inhumanos, uno de sus más felices hallazgos narrativos. También admiraba a Ditko, cuya imaginería mística en Doctor Extraño es otra ilustre antecesora de la iconografía del artista de Chicago. Pero Starlin es uno de los grandes responsables de la explotación de la veta cósmico-mística, como bien demostraría en su etapa en Capitán Marvel. La primera piedra de este edificio es este Iron Man 55.
El personaje estaba en manos de George Tuska desde su número 5 (septiembre de 1968), que permanecería en ella hasta el número 106, cuya fecha de portada es enero de 1978. En estos diez años, otros autores realizaron breves aportaciones a la colección. De hecho Starlin firmaría solo otro número más, el 56 (marzo de 1973) con guión de Steve Gerber. El paso de Starlin fue breve, pero de una influencia decisiva en el futuro del personaje y de todo el universo Marvel. Y todo por la aparición de un personaje, Thanos, que a lo largo de los años, pero sobre todo por su aparición en la denominada fase tres del MCU (Universo Cinematográfico Marvel), se ha convertido en uno de los caracteres esenciales del panorama superheroico. Estamos, por tanto, ante un número icónico, decisivo. Vamos a estudiarlo con un poco más de detenimiento.
La llegada de Thanos
Ni la trama ni la puesta en escena parecen anticipar la importancia de este número. Los personajes que intervienen, dos de ellos, Drax y Thanos, aparecen por vez primera. Su construcción, por tanto, es bastante esquemática: el arquetípico villano extraterrestre con deseos de expansión y conquista. Frente a él, su némesis, Drax, que pide ayuda. Aparecen otros personajes, los Hermanos de Sangre, y, en última instancia, Mentor, que ejerce como deus ex machina. Hasta ahí, todo muy convencional, pero es quizás en el subtexto donde ya se adivina el posterior desarrollo, y enriquecimiento del dramatis personae, con unas relaciones Drax-Thanos-Mentor que van más allá del de simples enemigos, con concepciones del universo que han de remitir —de hecho, remitirán con los años— a caracterizaciones más matizadas. Se adivina ya una especie de fatum, de destino irremediable en estos personajes recién creados. En medio de todo ello, un Iron Man bastante superado por los acontecimientos. Un héroe con problemas, algo muy dado en Marvel. Será su voluntad su mejor arma, con lo que no se puede evitar la moraleja implícita sobre el verdadero origen del poder y del éxito.
La simpleza narrativa, ya decimos que un tanto aparente, descansa sobre una estructura más compleja. En ciento diez viñetas repartidas en veinte páginas, con dos splash-pages, Starlin recurre a veinticuatro primeros planos, con lo que los autores dan importancia a las reacciones, expresiones y motivaciones de los personajes. Esto, en cuanto a la disposición gráfica. En lo que se refiere a la narración, Starlin y Friedrich dividen la acción en siete escenas, con una trama a la que accedemos ya empezada. Por eso, y para conocer los hechos anteriores, los autores recurren a una analepsis que muestra la toma de contacto telepática de contacto entre Iron Man y Drax. Hay un segundo flash-back en el que se nos hace partícipes de los orígenes de Drax y Thanos, quien quedaría posteriormente vinculado al mundo de Los Eternos, la última gran creación de Kirby para Marvel. Una estructura compleja, meditada, para un comic book que en principio no debía pasar de ser un fill-in, un número unitario de relleno que en la industria se utiliza cuando el autor principal se retrasa con los plazos de entrega o cuando se produce un cambio de equipo creativo o de arco argumental. Dicho de otra manera: no parecía un número destinado a perdurar en el recuerdo.
Tampoco en el plano gráfico es un número especialmente brillante. Starlin es todavía un joven artista en formación, que se mueve con resolución pero no con espectacularidad. Aunque se adivina su personal estilo, está lejos todavía del dibujante que llegaría a ser en Capitán Marvel o Dreadstar. Quizás el entintado de Esposito deja entrever menos el estilo de Starlin, pero, en todo caso, son unas páginas de un dibujante que todavía busca, y en medio de ese camino, muestra algunos hallazgos.
Thanos, el inevitable
Los designios del éxito son inescrutables, si se nos permite la pedantería. Pero, medio siglo después, este número 55 de Iron Man, un fill-in elaborado por un equipo creativo ad hoc y novato, se erige ahora como un momento crucial en el Universo Marvel. Ni su trama, convencional, ni su arte, todavía en desarrollo, lo debían de situar como un número de referencia. Pero ya lo es. Se dirá que todo ello se debe a la adaptación cinematográfica de Thanos, convertido ya en un icono de la villanía dentro del cine de acción de la posmodernidad. Sin duda que es así. Pero Thanos ya anunciaba en este número algo más. En él se adivina una profundidad que se desarrollaría con maestría en posteriores apariciones y con aportaciones de otros autores. Su compleja y lenta construcción permitió su elección como el gran enemigo de los Vengadores cinematográficos. Y así hasta convertirlo en Thanos, el inevitable. Pero todo empezó, no lo olvidemos, en un número de relleno.
Ediciones en España
El Hombre de Hierro, v1, 28 (Vértice, X-1971)
Clásicos Marvel B/N, 3: La vida del Capitán Marvel (Forum, V-1998)
Biblioteca Marvel, línea Excelsior: Capitán Marvel, 4 (Forum, VI-2002)
Biblioteca Marvel, línea Excelsior: Iron Man, 15 (Panini Comics, V-2006)
Marvel Gold, 1: Vida y muerte del Capitán Marvel (Panini Comics, 2011)
La saga de Thanos, línea Omnigold (Panini Comics, 2018)
Marvel Cinematic Collection, 4: Guardianes de la Galaxia, preludio (Panini Comics, 2019)
Fuente: Universo Marvel y Tebeosfera.
