Texto de presentación de la muestra y biografía escrita por el autor:
MONKEY BUSINESS
(El humor en los tiempos del paro)
Hace muchos años, durante una reunión con el productor de la Metro Irving Thalberg, en la que éste dejó colgados a los hermanos Marx para asistir a otra reunión, ellos, ni cortos ni perezosos, mandaron al botones a por patatas, encendieron un fuego en el despacho de Thalberg, se pusieron en pelotas y comenzaron a asar las patatas allí mismo… Esta magnífica anécdota de los geniales Marx bien podría servir como metáfora del uso del humor como lenitivo ante las circunstancias adversas. Si bien es cierto que en estos tiempos de crisis, en los que tantos estamos desnuditos de cintura para arriba asando patatas como único sustento, repetir la hazaña humorística de los hermanos Marx podría malinterpretarse, siempre se puede, no obstante, recurrir a otros tejemanejes “marxianos” para paliar esta angustiosa situación en la que vivimos. Por ejemplo, cuando un empresario espoleado por la reforma laboral de Zapatero nos dé a firmar un contrato “flexible”, no tenemos nada más que acordarnos de Groucho en la ópera y romper ese contrato por partes mientras decimos rápidamente y entre carcajadas: la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte… Seguiremos en el paro, claro, ¡pero qué risas…!
Cuando llevemos ya cinco horas esperando en una interminable cola a que nos atiendan en alguna oficina del INEM, podemos imitar al enternecedor Harpo y ponernos a quemar todas las carpetas y papeles de la oficina en cuestión al modo en que el hermano más silencioso quemaba los libros del profesor Quincy Adams Wagstaff, interpretado por Groucho en “Plumas de caballo”, la cuarta película de los hermanos Marx. No sólo lograremos trocar el mal momento en un festival del humor, sino que, además, cuando nos metan en la cárcel por pirómanos conseguiremos comer gratis…
Si un día cualquiera, mientras paseamos por una bonita plaza de Constantinopla, por ejemplo, nos encontramos a la Vicepresidenta Primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, paseando del brazo de Constantino I el Grande, bien podríamos pararla y espetarle «¿Quiere usted lavarme un par de calcetines? ¡Ésta es mi manera de decirle que la quiero…!», así, como quien no quiere la cosa, recordando la desopilante escena de la segunda película de los Marx, “Animal Crackers”, en la que Groucho le dice eso mismo a una ricachona a la que quiere engatusar con ésta y otras galanterías igualmente románticas…
Claro que, para soportar estos malos tiempos, además de imitar a los hermanos Marx también podemos hacer otra cosa igualmente divertida: venirnos a La Rinconada y disfrutar de sus propuestas culturales. Yo, aprovechando la amabilidad de sus responsables, no he dudado en venirme con algunos dibujitos que me han servido como eficaz terapia contra estos tiempos, que, si no son “del cólera” como los de García Márquez, sí que son, desde luego, bastante “coléricos”…
CURRÍCULUM (más o menos gracioso)
Me llamo Lombilla y nací siendo muy niño en Sevilla, en 1966, justo después del famoso baño radioactivo en Palomares que convirtió a Fraga Iribarne en un mutante inmortal. He vivido en Sevilla, pero lo realmente interesante es dónde no he vivido, esto es, en Nueva York; Dublín; Caracas; Hong Kong; París; Estocolmo; Pernambuco; etcétera, etcétera (bueno, en Etcétera estuve un verano, pero prefiero no recordarlo). Debido a mi voracidad galopante, el lugar que visito más a menudo es la cocina. Después, por una relación de causalidad tan perfecta que ni el mismísimo Hume se atrevería a discutir (sea quien sea este señor, claro), visito otro lugar de la casa. Y así paso mis días, de la cocina al baño como la reina María Cristina iba de Cánovas a Sagasta…