En 1951, saturado el mercado de publicaciones dirigidas al público juvenil, Bruguera decide poner en circulación una revista que atendiera las necesidades humorísticas del público más adulto. Esa nueva revista, llamada El DDT, deja que la historieta al uso renuncie a buena parte de su espacio a favor de los textos y los paneles de chistes. En ese terreno, Carlos Conti se mueve como pez en el agua y colabora en numerosas secciones con sus textos de humor y sus dibujos. Una de esas colaboraciones fue la serie de chistes cortos titulada Don Eulalio.
Don Eulalio siempre va tapado hasta los pies con una gabardina, cubre su cabeza calva con sombrero negro y siempre lleva un paraguas colgado del brazo. Si bien su vestimenta ya es peculiar, lo que más llama la atención de su aspecto es una larga barba negra y descuidada que le tapa media cara y le llega hasta las rodillas. Don Eulalio es un eremita de peculiares costumbres, descuidado y casi siempre adormilado, que pasea su rutina por el mundo y provoca la carcajada cuando ésta choca con la alejada realidad.
Don Eulalio aparece por vez primera, como ya se ha comentado, en mayo de 1951, en el número 1 del semanario El DDT, y su composición consta de una sola viñeta y diálogo inferior que transcribe las palabras del protagonista en una situación cotidiana. Aparecía en una sección titulada “Selecciones indigestas”, una especie de resumen de prensa a cuatro columnas donde se agolpaban textos de humor de muy diversa índole firmados con los seudónimos más estrafalarios, muchos de ellos seguramente escritos por el propio Conti, ya que la sección desaparecerá con la marcha de éste.
La serie se desarrollará sin interrupciones durante casi seis años, hasta principios de 1957, año en el que Conti se asocia con otros compañeros de Bruguera y funda junto a ellos la revista Tío Vivo. Con la vuelta de los autores a la editorial madre, la gran mayoría de las creaciones que se habían parado fueron retomadas, pero Don Eulalio no vovió a imprimirse de forma regular hasta la aparición de la revista Jabato Color, ya a las puertas de los años setenta, donde se volvieron a publicar algunos paneles en la segunda página de cubiertas.