ROBERTO ALCÁZAR Y PEDRÍN fue una serie de historietas que comenzó con el título Roberto Alcázar, el intrépido aventurero español, publicada por el sello editorial Valenciana entre 1941 y 1976, en 1.219 cuadernos, de 17x24 cm., más una treintena de almanaques de 1943 a 1975, verticales, más una serie extraordinaria con nuevos episodios entre 1965 y 1969 (en lo que se refiere al tronco principal de la serie). Estas historietas fueron reeditadas ampliamente por el propio sello. |
Publicada al principio con periodicidad posiblemente mensual, la colección pasó, a causa del éxito alcanzado por el personaje, que correspondía al anhelo aventurero, escapista y soñador de la época (con abstracción de calidad literaria o artística), a publicarse con periodicidad quincenal, hasta el nº 470 (1961), pasando luego a ser semanal hasta el final de su publicación. Tal fue el éxito que, como era costumbre de la editorial, se reeditaban sin cesar los cuadernos atrasados, una práctica que duró por lo menos hasta finales de los años cincuenta. Se publicaron algunos episodios inéditos en la revista Selecciones de Jaimito (192 números, 1958-1965). También se publicó una serie Extra, con aventuras inéditas y contenido variado con otros personajes, en 1965-1969, 86 cuadernos quincenales 26x18 cm.
Llevó guión de Arizmendi (el creador del personaje, bajo el nombre de Jorge Duro y Luisín), Tomás Puerto, Pedro Quesada, Federico Amorós y otros, incluso el mismo Vañó. Dibujos de Eduardo Vañó, luego otros. En los años ochenta se publicaron unas reediciones en blanco y negro y en color y formato vertical, con episodios redibujados por Vañó. En el año 2000 comenzó a publicarse una reedición facsimilar, de la que hasta ahora se han publicado los números 1 al 400 (semifacsimilar ya que son facsímiles de ejemplares pertenecientes a diversas reediciones, lo que hace que nunca lleven la verdadera primera contraportada original, y a veces tampoco la portada original, sino la modificada, en particular por el precio).
No podían faltar las parodias de esta serie, con todos los prejuicios e ideas establecidas que algunos críticos impusieron. Así nació la serie Aventuras de Roberto el Carca y Zotín, de Antonio López Palies, publicada en la revista El Víbora en 1980. La editorial Laertes, dentro de su colección Laertes Cómic, publicó dos monográficos:
1. Perfidia moruna. Aventuras de Roberto el Carca (nº 4, 1982)
2. Nuevas Aventuras de Roberto el Carca (nº 9, 1984)
Y un tercer volumen publicado por La Cúpula:
3. Tras el telón de acero y otras historias de Roberto el Carca (1988)
La editorial Glénat publicó una políticamente equívoca parodia: Roberto España y Manolín: En defensa de la Democracia, con guión de Vidal y dibujos de Gallardo, en la revista Viñetas, 1994, recopilado en álbum en 1997, ediciones Midons. En la revista Star también apareció una parodia, firmada por Martí.
A pesar de su prolongado éxito en España, la serie nunca llegó a publicarse en el extranjero, seguramente a causa del grafismo, lo que hoy se llamaría “línea clara”, pero demasiado simple y esquemática, aunque de gran eficacia, como lo prueban sus numerosos lectores.
Primera página de historieta de esta serie, tomada del blog de Alejandro Capelo. Clic para agrandar
Una obra “española”
Uno de nuestros más longevos seriales, denigrado por muchos, pero que mantuvo su éxito durante 37 años. En sus inicios fue subtitulado ‘el intrépido aventurero español’ (nº 1 al 92), y los protagonistas, que se conocen en el primer número, se pasarán la vida recorriendo todos los países del mundo y conociendo aventuras de todo tipo, dentro del género policíaco sobre todo, pero teniendo aventuras exóticas en Europa, Asia, África, América y Oceanía, e incluso tocando géneros como el western, el terror y la ciencia ficción. Única excepción dentro de la serie es la larga aventura contra El Hombre Diabólico, comenzada a finales de 1946 y que se extendió por más de un año, hasta 1948, con un total de 27 cuadernos, y guiones de Pedro Quesada, quien se ocupó de este serial hasta el número 329, cuando le dejó el puesto a Federico Amorós (debido a las incertidumbres de la datación de estas colecciones de la época, nos basamos en nuestra imperfecta memoria, así como en la consulta de un especialista como Francisco Tadeo Juan, y también del trabajo realizado por José María Baena Liberato, aceptando que pueda haber un desfase de hasta tres a seis meses. En todo caso, en la página de "Distracciones" del Almanaque para 1949, publicado en noviembre de 1948, aparecen unos juegos relacionados con los personajes de la serie del Hombre Diabólico, pero esto no quiere decir que aún se estaba publicando la serie. Esta aventura perduró largo tiempo en las mentes de los lectores, alimentadas por las constantes reediciones y la popularidad que consiguió esta aventura singular, que además los niños de entonces tenían que buscar para completar la serie en quioscos de ocasión. Aún en fecha tan lejana de su publicación original como 1955, recuerdo que en Valencia se reeditaban los episodios de esta serie y todos los primeros números).
Las aventuras que siguieron al Hombre Diabólico permanecieron en un contexto de misterio fantástico, de moda a causa del cine y con parecido a las aventuras del Inspector Dan, quien comenzaba su carrera de éxito en las páginas de la revista Pulgarcito desde enero de aquel mismo año de 1947. Las aventuras, tratadas en el más puro y sencillo estilo folletinesco, además de las “charadas” de Pedrín, cuyas expresiones han quedado en el alma del pueblo para la posteridad, y además de los atractivos títulos de las aventuras, ilustrados con portadas en varios cuadros que también nos recordaban los anuncios del cine, fueron los elementos clave para el éxito de este serial. Tuvo una garra particular, a pesar de sus defectos formales y técnicos, para agradar al lector y retener su fidelidad a través de los años, al tiempo que adquiría nuevos adeptos en las generaciones que venían y que veían a sus padres, a sus hermanos mayores y a sus amigos deleitarse con las aventuras del guapo y apuesto Roberto Alcázar (siempre elegante, siempre trajeado y, se adivinaba, lavado y perfumado, algo que no era tan corriente en aquellos sus primeros duros tiempos), y de su gracioso y valiente compañero, el simpático Pedrín, bien peinadito y sueño de tantos huérfanos que hubieran deseado tener un padrino como Roberto. Ambos resolvían enigmas y se enfrentaban a toda clase de peligros y desalmados enemigos de la sociedad, adversarios de todo tipo y raza, repartiendo puñetazos y estacazos, porrazos y patadas, usando raramente las pistolas u otras armas mortíferas, aunque a veces incluso Pedrín no dudaba en amenazar a un gánster con aplicarle corrientes eléctricas para que hablara, alusión explícita a las torturas, como también se hacía en el otro serial de gran éxito de la editorial, El Guerrero del Antifaz. Otro elemento que sin duda contribuyó al éxito fue el de publicar una aventura completa en cada cuaderno, o cada dos números, con la ya citada excepción de la aventura del Hombre Diabólico. Se podía empezar a leer la colección en cualquier número, sin sentir la frustración ni el agobio de las aventuras serializadas. Y cuando te cansabas, dejabas la colección durante algún tiempo, volviendo más tarde y con la posibilidad de conseguir los números atrasados gracias a los quioscos de compra y venta y a las constantes reediciones de la editorial. También había aquella fascinadora lista de números publicados, cuyos títulos son un fabuloso programa evocatorio de emociones y aventuras sin fin. Tenemos la impresión de estar ante una lista de novelas fantásticas, de aventuras, del Oeste, exóticas, policíacas, de ciencia ficción. Todos los géneros se reúnen en una amalgama de palabras y nombres evocadores que llegan a dibujar un gigantesco mosaico de ensueño en el que sobresalen en relieve las inolvidables efigies de los dos valientes, incorruptibles e invencibles protagonistas, rodeados por una infinidad de cuadros multicolores que representan sus aventuras en diferentes países.
Los guionistas han trasladado a la historieta sus lecturas de aventuras populares en los antiguos folletines, de novelas policíacas, del Oeste, fantásticas e incluso de obras literarias, sin olvidar las películas y los seriales cinematográficos de los que también se inspiraba. De esto hablamos más adelante.
Una de las claves del éxito, como ya mencionamos, son las charadas y expresiones características de Pedrín, que han pasado al habla popular durante varias generaciones. Pedrín aparece siempre sonriente, expresando su alegría de vivir y su gozo. Nunca iba a la escuela, lo que era genial para todos los niños que leían sus aventuras, todo un desafío a la censura y a las buenas costumbres de la época, por no hablar de la ausencia de culto eclesiástico en la serie. Su arma favorita es una tranca de madera que será reemplazada más tarde por una porra que siempre lleva consigo, puesto que es su sino el repartir “cachiporrazos”, dar “jarabe de palo” y “garrotazo y tente tieso”. Esa porra la encontraremos luego en La Pandilla de los Siete, en El Misterioso X y en Juan Bravo y sus chicos. Pedrín aparece como un polizón en la primera página del primer cuaderno y dice que se embarcó en Lisboa. Aparte de esto nunca sabremos, como era costumbre en la mayoría de colecciones, ni los orígenes ni detalles sobre la vida privada y familiar de los protagonistas.
Algunas de las expresiones utilizadas por Pedrín:
Toma este pastel de suela [dando una patada].
Pronto tendremos fandango [anunciando pelea].
Cuando oigan el primer golpe es que ha empezado el baile.
Me aburro como una ostra.
Me la estoy jugando. Si me descubren salgo de aquí con la cabeza bajo el brazo.
Alguna vez tenemos que ser los chicos más listos que los mayores.
Valiente perra ha cogido.
Empieza el baile [cuando empieza la pelea].
Toma castaña [cuando Roberto pega un puñetazo].
Garrotazo y tente tieso.
Toma jarabe de palo.
A cada puerco le llega su San Martín.
Les hemos dado para el pelo [después de la pelea].
¡Toma peladillas de Alcoy! [ciudad valenciana famosa por sus peladillas].
¡Toma del frasco Carrasco! [homenaje al gran boxeador].
En la evolución de su atuendo, Pedrín lleva pantalón corto, pasa luego al bombacho (como Tintín) y luego al pantalón largo. Camisa desabrochada al cuello, jersey, luego chaleco de lana y corbata.
Primera página de la aventura La campana de Satán, tomada del blog de Alejandro Capelo. Clic para agrandar
De la Piedra salió el Alcázar
Del origen del nombre del personaje, así como del posible significado más o menos consciente de estos personajes y su fascinante influjo sobre el público, hablamos a continuación. La piedra es un material duro y sólido, utilizado ampliamente en la construcción y cuya naturaleza duradera ha permitido a algunos edificios permanecer en pie, desafiando los rigores del tiempo, y permitiendo a los arqueólogos conocer detalles del pasado, analizando con infinita paciencia y meticulosidad esos imponentes y aparentemente mudos testigos de tantos acontecimientos históricos. Con las piedras se construyeron pirámides, puentes, castillos, palacios, templos, murallas, tumbas. Incluso pequeños objetos de uso práctico y cotidiano, como molinos de mano, vasijas y vasos para contener líquidos, cubiertos, piedrecitas de votación usadas por los tribunales de justicia, y hasta armas arrojadizas para las hondas. Numerosos son los simbolismos de la piedra. Basta con evocar todo lo concerniente a sus relaciones con religiones y cultos del mundo entero, sobre lo que se pueden escribir (y se han escrito) libros enteros.
La piedra representa lo que es duro, sólido, indestructible, inamovible, permanente. Con ella se puede construir y destruir, crear y demoler. No es de extrañar que en su origen, como se reveló en la revista Comicguía (ver las referencias), el autor y creador de los personajes les diera el nombre de Jorge Duro y Luisín, cambiando luego el editor sus nombres a Roberto Alcázar (un alcázar es una fortaleza hecha de piedra) y Pedrín (diminutivo de Pedro, nombre que viene del latín petrus, que a su vez viene del griego petra, piedra). Sin duda el nombre “Duro”, muy en consonancia con la intención original del autor, Arizmendi, quizás no era comercial a juicio del editor, podía interpretarse mal, y además se prestaba a bromas (imagínense a un cliente pidiendo en el quiosco que le den un “Duro” a 60 céntimos, que era el precio del cuaderno, o preguntando si ya han sacado el “Duro”, y otras bromas de más o menos buen gusto, ya que en el habla popular se citaban con frecuencia personajes del cine y de los tebeos, haciendo con ellos juegos de palabras). Y, como era costumbre entonces, el editor cambió el nombre y también lo registró como propiedad cuando el triunfo estaba consumado. Dicho sea de paso, en la colección Selección Aventurera, de la misma editorial, se publicó poco después Barton y Fredín, de Edmundo Marculeta, una pequeña serie de la que se ofrecieron varios cuadernos, comenzando con la ciencia ficción y siguiendo los pasos luego de Roberto, con aventuras criminales.
Los dos personajes centrados sobre uno de los muchos escenarios que transitaron, aquí: el Oeste americano. Imagen tomada del blog de Alejandro Capelo; clic para ampliar.
Y duros son los puñetazos de Roberto y los trancazos y cachiporrazos de Pedrín. Dura la personalidad de Roberto, desafiando a las imposiciones de la época, permaneciendo soltero irreducible, aunque llevando una rica y agitada vida aventurera en la que no se hace casi alusión a su vida privada, porque no viene al cuento y no era el objetivo de las historias destinadas al público infantil. Tampoco tenía enlaces religiosos ni políticos, pero supo burlar a la censura en pequeñas alusiones ocasionales en ciertos cuadernos por parte de algunos osados autores.
Las frecuentes referencias de los críticos al famoso alcázar de Toledo, que descolló en la guerra civil, no están justificadas para dar al personaje una aureola de apoyo al régimen de Franco. El alcázar de Toledo era una antigua fortaleza romana, que los visigodos conservaron y ampliaron, como lo hicieron después varios reyes de Castilla, llegando al esplendor de su gloria cuando se convirtió en alcázar (la palabra viene del árabe) en los reinados de Carlos I y Felipe II. Otros alcázares famosos fueron el de Sevilla y el de Segovia. Lo que influyó en la decisión del nombre definitivo fue sin duda el origen de la palabra, siendo sinónimo de fortaleza, de castillo fortificado, sonando mejor para un nombre de protagonista el apellido Alcázar. (Víctor Mora lo comprendió así, tomando el seudónimo de Víctor Alcázar para firmar sus guiones, ya que Alcázar es más comercial que Mora). La película basada en el episodio de la guerra civil, Sin novedad en el Alcázar, es de 1941, es decir, posterior a la edición de la serie de cuadernos de Roberto Alcázar (1939 según Tadeo Juan, 1940 según Pedro Porcel). Por otra parte, algo muy conocido en la época era la ciudad de Alcázar de San Juan, provincia de Ciudad Real, considerada entonces como si fuera la capital geográfica de la Mancha, nudo importante de comunicaciones ferroviarias, utilizada por mucha gente para trasladarse a ciudades importantes.
Estos son los elementos que pudieron dar origen al definitivo nombre del protagonista. Pienso que si alguien hubiera pretendido hacer referencia al régimen, para glorificarlo con el nombre del personaje, se habría bautizado a Roberto como José Antonio Moscardó, por ejemplo, y las historias habrían tenido un contenido muy diferente. Porque, a pesar de la nacionalidad del personaje, cosa que era obligatoria en aquella época, nunca se hace ni la más mínima propaganda al régimen entonces vigente, ni siquiera a lo que fuera genuinamente español. Veremos también las alusiones y osadías de algunos pasajes de las aventuras, notando que empieza la serie de cuadernos con viaje a la Argentina, lugar de destino de tantos exiliados españoles.
Dos de las posibles influencias literarias de la serie |
Influencias, reminiscencias, alusiones y osadías
Además de esto, en la gestación de esta serie intervinieron elementos literarios y cinematográficos evidentes, fruto de las lecturas y cultura general de los varios guionistas que intervinieron en la serie.
En el cine, los años veinte y treinta nos dejaron gran cantidad de filmes de gángsteres y detectives que influyeron de manera evidente, incluso en trajes, armas, decorados y aspecto físico, en la serie de Roberto. Cuando examinamos los cuadernos, sobre todo las portadas, más cuidadas que los interiores, saltan a la vista las situaciones y personajes de todas aquellas películas que llevaron a la fama a actores como Edward G. Robinson, George Raft, Paul Muni, que iban peinados como Roberto (la excepción era el pelo ondulado y a veces despeinado de James Cagney, inspirador físico de Red Barry), y que encontramos con frecuencia en muchos de los episodios. También las actrices de la época se reflejan muchas veces en las participantes femeninas de las historias, entre las que destacan el género "vamp". Sin embargo, a propósito del peinado de Roberto, si bien utiliza la gomina y la brillantina, fijándose bien, en los primeros números no tiene el pelo liso, sino ligeramente ondulado. Con el tiempo será liso, como el de Pedrín, que al principio es rebelde y despeinado, muchas veces con una ligera greña sobre la frente, hasta que, también con el tiempo, irá siempre impecablemente peinado, con raya y onda elegante, respirando limpieza y pulcritud.
A nivel literario influyeron, sin duda, además de los folletines por entregas de las editoriales Gato Negro, Guerri, Sopena, y Marco (Gong, el pirata chino; La Mano Negra, Máscara Negra el vengador; El Rey de los Boxeadores; Tabú, el vengador de esclavos; Los Vampiros del Aire, Buffalo Bill, Nick Carter, etc.), las novelas policíacas que se publicaban desde principios de siglo, así como las de otros géneros, como Aventuras, Oeste, Viajes y Exploraciones, Anticipación científica, Horror, ya que todos ellos se encuentran en esta serie que hace viajar a los personajes por los cinco continentes, tomando temas y argumentos basados muchas veces en relatos publicados en novelas y folletines. Basta consultar algunas colecciones de novelas como la famosa Biblioteca Oro, serie Amarilla, de editorial Molino, la colección Aventuras, la serie de novelas de Manuel A. Bedoya: Mack-Bull contra Nick-Arter, aventuras de un millonario detective, y otras muchas, entre ellas las de Edgar Wallace, de constante publicación en nuestro país, referencia obligada de todas las series policíacas.
Comparando, podemos encontrar, entre los primeros 100 números, algunos ejemplos:
1. Los Piratas del Aire (Novela de Rodolfo Martín: Los piratas del Aire, 1910; Jesús de Aragón: Los piratas del aire, 1929).
2. El barco embrujado (comparar la portada con la de la novela El Fantasma Gris, de la Condesa de Mac Hower, Editorial Cumbres, 1929; Alberto Insúa: El barco embrujado (novela de magia), 1929).
6. La momia viviente (Película de James Whale: La Momia, 1932).
13. El Monte del Diablo (Leyendas de Bécquer: La Cruz del Diablo y El Monte de las Ánimas).
16. El espía de El Haggar (Novela de Pierre Benoit (1919): La Atlántida, 1940. Ya tuvo un film en 1921, Francia, Jacques Feyder y otro en 1932, Alemania, de G. W. Pabst).
17. El agente secreto (Novela El agente secreto, de Joseph Conrad, 1907; película de Alfred Hitchcock, El agente secreto, 1936).
19. La Reina de la Selva (Películas: La Diosa de la Selva, de Harry Fraser, 1932; Ave del Paraíso, de King Vidor, 1932).
28. El Torreón de los Jorobados (Novela de Emilio Carrere: La torre de los 7 jorobados, 1924).
29. El calabozo secreto (Inspirada en El Prisionero de Zenda, de Anthony Hope; también se habla de un calabozo secreto en la novela El Tulipán Negro, de Alejandro Dumas).
30. El Falso Vampiro (alusión a Drácula, de Bram Stoker).
37. La huella del monstruo (inspirado en parte por Los crímenes de la calle Morgue, de E. A. Poe). Es la primera vez en la serie que aparece un malhechor vestido de gorila, algo que se repetirá en varias ocasiones y que se pudo ver en Red Barry.
40. El Diabólico Doctor Pat (Tema recurrente del sabio loco, en esta historia, un científico ha construido un mecanismo volador semejante al de la serie de novelitas de Los Vampiros del Aire). El mismo tema aparecerá poco después, en el nº 53.
47. Los piratas de Sing-Sing. (Película: 20.000 años en Sing Sing, de Michael Curtiz, 1932; Soy un fugitivo, de Mervin Le Roy, 1932)
53. Los grajos de la frontera (Una banda de malhechores utilizan un “mecanismo volador”, semejante al de Los Vampiros del Aire, para asaltar los aviones postales).
69. Li-Chang la Pirata China. (Una pirata china, como la Dragon Lady de Terry y los piratas de Milton Caniff. Roberto y Pedrín van a visitar a su amigo detective Charlie Chan (visiblemente modificado en el texto original, cambiándolo a Charlie Chance). En una de sus charadas Pedrín hace alusión, con simpatía, al Judío Errante, mito utilizado por el régimen de la época en su antisemitismo católico. Pero aquí el autor no está haciendo el juego de las autoridades eclesiásticas, sino más bien hace referencia a la obra literaria de Eugène Sue, en la que se inspiró Blasco Ibáñez para su obra La Araña Negra. La obra de Sue es un requisitorio contra el fanatismo y la intolerancia, describiendo las intrigas de los jesuitas. La alusión de Pedrín es una burla a la censura.)
71. El Brujo de Porto Ferro. Indumentaria inspirada en la de La Sombra, además de utilizar el tema del Hombre Invisible.
91. Ratas de Hotel. (Novela de Emilio Carrere: Ratas de hotel, 1927).
94. El Hombre Diabólico (Narración El Hombre Diabólico en la revista Flechas y Pelayos, 1939; La Sombra en la colección Hombres Audaces, Molino, 1936. El ambiente indio, como en muchas otras historias de la serie, está inspirado por las películas El Tigre de Esnapur y La Tumba India, de Richard Eichberg, 1937-1938).
Almanaque 1956. De la Tierra a la Luna. Recuerda la famosa novela de Julio Verne, pero, además, en la portada aparece una aeronave que se asemeja a la de Tintín. Los álbumes del personaje de Hergé aún no se publicaban en España, pero los podíamos ver en francés en algunas librerías a principios de los años cincuenta.
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Dos de las aventuras mencionadas
La editorial Valenciana editó una serie de ocho novelas, Drake Durbin, de Capitán Ysol (?), con portadas e ilustración interior de Vañó, que pueden haber estado en el origen de Roberto, aunque se publicaron posteriormente, como se ve por los rasgos del detective en portadas e ilustraciones. Pero sabemos que muchas veces las obras se publicaban varios meses o más tiempo aún después de su entrega al editor.
Algo que quizás también pudo influir en la gestación de Roberto Alcázar y Pedrín en la historieta fue, quizás, el Red Barry de Will Gould, publicado en la revista Yumbo en 1934, así como el Terry y los piratas, de Milton Caniff, publicado en las páginas de la revista Mickey, en 1935, y el X-9, de Alex Raymond publicado en El Aventurero, 1935. Pedrín se parece mucho a Terry y Roberto a Pat Ryan y X-9. La influencia de Red Barry es evidente en el estilo de dibujo (lo que muestra el gusto de Vañó, quien, no hay que olvidarlo, era profesor de dibujo) y Pedrín se parece algo a Ouchy, un chiquillo compañero de Barry en algunas aventuras, aunque su pelo es más discreto que el del americano. De Terry y los piratas salió la noción de pareja de adulto y niño viviendo aventuras exóticas (Wash Tubbs & Captain Easy, serie anterior, no era conocida en España), y de Red Barry y X-9 la de agente y aventurero más o menos independiente, incluso con disfraces.
Vemos que las influencias son numerosas. Por otra parte, siendo varios los guionistas, enriquecen las referencias y el abanico de inspiraciones. Como no se daban los créditos al principio de la colección, conocíamos únicamente al dibujante por la firma Vañó. Es muy difícil atribuir la autoría de un cuaderno a un guionista, salvo gracias a algunas confidencias de autor y, en ocasiones, alguna constante que caracteriza a uno de ellos. Tarea hecha aún más difícil por la simpleza de los guiones y la ausencia de tramas y continuidad. Pienso que por lo menos los dos primeros guiones (nº 1 y 2, seguramente algunos más) fueron de Alfonso Arizmendi, sucediéndose luego una serie de guionistas entre los que destacó José Jordán Jover, oficial republicano que estaba en la cárcel. Otros fueron Pellisó, Tortajada, y notablemente Federico Amorós desde el nº 55 (Yogur el Terrible) y hasta el 91. Desde el número 92 es Pedro Quesada el que se ocupa de la serie, realizando la aventura larga, debido al éxito del Hombre Diabólico. De guionistas como José Jordán y Federico Amorós provienen sin duda la mayoría de las “osadías” de la serie, de las que mencionamos algunas a modo de ejemplos:
5. La radio diabólica. En la portada se ve al Demonio hablando por radio. Puede ser una alusión a la propaganda política. Se habla en este episodio de terrorismo y armas de destrucción masiva. Tirando con una ametralladora y matando gángsteres, Pedrín exclama: “¡Esto da gusto!” No hay que verlo como una salvajada, sino como un deseo de justicia, eliminando a los malhechores.
13. El Monte del Diablo. Pedrín disfruta comiendo, en aquellos tiempos de hambre.
43. La cuadrilla “Rana verde”. Cuando se disfrazan, Pedrín le dice a Roberto que “parece Mr. Chips”, haciendo alusión a la película Goodbye, Mr Chips (Sam Wood, 1939, con Robert Donat y Greer Garson). Una alusión al oficio de maestro de escuela, muchos de los cuales habían sido encarcelados por sus opiniones.
En este mismo cuaderno, ante una estatua ecuestre de un militar (frecuentes en aquella época, donde se habían erigido estatuas del Caudillo en toda España), Pedrín dice que “debe ser Tom Mix con traje de máscara”.
Además, hay patadas en las partes genitales, ropas ajustadas en algunas mujeres, visitas a tugurios donde se practica la “danza del vientre”, muy apreciada por Pedrín... Incluso se les ve leyendo el periódico y comentando que lo que se dice allí es falso, cuando entonces, toda la prensa estaba a las órdenes del Gobierno.
Roberto Alcázar y Pedrín fue la serie popular que se ganó el afecto y fidelidad del público de todas las edades y todas las tendencias.
De manera inconsciente se ganó la fama. De manera inconsciente, o más bien, subconsciente, fue la obra llevada al éxito por su numeroso público.
Mirando más allá de la simple apariencia, puesto que, con frecuencia, las apariencias engañan, y más allá de su primera función, que es la de distraer, Roberto Alcázar y Pedrín es una "obra de arte" popular, con unos autores detrás de ella, algunos anónimos, con un sentido que es tiempo de señalar. Apareció a finales de 1939, nada más terminar la guerra civil española, como un parto inevitable y necesario tras la contienda fratricida, para un público que tenía necesidad de distracción, olvido, sueño, ansias de evadirse literal y simbólicamente. Y es curioso, como hemos mencionado, que los dos personajes de la serie estén íntimamente relacionados con la piedra, como un símbolo de su naturaleza, estabilidad y perennidad. La piedra puede desgastarse pero permanece, a pesar de todos los elementos que actúen contra ella.
Pedrín es el muchacho huérfano, endurecido por la vida, hasta el punto de ser capaz de enfrentarse a malhechores adultos. De origen humilde y popular, es avispado, ingenioso, lleno de audacia y humor. Es el pícaro de la literatura española, aunque honesto, el Sancho Panza niño, compañero de Don Quijote. Es un niño con el que pudieron identificarse todos los niños españoles, y muy particularmente los huérfanos que vivieron situaciones penosas.
Roberto Alcázar es el hombre llegado a la plenitud, lleno de fuerza y cualidades, moldeado por la vida aventurera, pero también por la educación y la cultura, con unos medios económicos que le permiten vivir sin preocupaciones su quijotesca y animada vida. Aunque no se nos habla de sus orígenes, ni vida privada, sí encontramos algunos detalles como, por ejemplo, que es un hijo de exiliados ricos: en el nº 13, El Monte del Diablo, nos enteramos que sus abuelos vivían en México (a México fueron un grupo de 462 hijos de republicanos, “los niños de Morelia”, que fueron embarcados en 1937, y acogidos por el país cuyo presidente era entonces Lázaro Cárdenas. Un grupo de estos niños provenía de Valencia. Magazine El Mundo, 24-VI-2007); en el nº 4, El tesoro de los “Tobas”, su tío le deja una fabulosa herencia de pozos de petróleo; en el nº 30, El Falso Vampiro, otro tío de Roberto, Óscar, quien vive en Alemania, le deja otra herencia. Toda una gran familia de exiliados republicanos a diferentes partes del mundo. Como su nombre lo indica, Roberto Alcázar es el hombre dotado de fuerza, belleza e inexpugnabilidad física y moral. Es el Alcázar de la Justicia y el Derecho. Es el Quijote, aunque cuerdo y sereno. Al principio, nº 1, Los Piratas del Aire, se le describe como “periodista inquieto y aventuroso (!)”, mientras que en el nº 36, Las Perlas del Maharajá, se le califica de “el mejor detective del mundo”.
Héroe acusado de fascista, de colaborar al embrutecimiento de las masas y de apoyar al régimen dictatorial español, el nacional catolicismo, que duró desde 1939 hasta 1975, Roberto Alcázar y Pedrín es uno de los dos ejemplos de la historieta española (el otro es El Guerrero del Antifaz), en los que una parte de la crítica se ha equivocado, por no leer, analizar y estudiar la obra y sus autores, así como por querer estar a la moda y diabolizar todo lo que de cerca o lejos tocara al régimen de Franco.
Roberto Alcázar y Pedrín (al principio: Roberto Alcázar, el intrépido aventurero español) representa a España. La España reconciliada y unida. Roberto representa a la España rica y culta. Pedrín representa a la España popular de los desheredados y desafortunados. Juntas, las dos Españas se transmiten mutuamente lo que tienen, con amor y generosidad, formando una entidad hermanada y feliz, perfectamente armoniosa, y guardando cada una los elementos que la caracterizan para el bien de ambas, al tiempo que asimila cada una las características y virtudes de la otra. Esa es la “pareja” protagonizada en la historieta por esos dos personajes en los que los autores originales quisieron simbolizar su sueño y esperanza, trascendiendo odios y diferencias, en una manifestación de valor y bondad, con aspiración a la igualdad y la justicia.
Lo que nunca consiguió la realidad lo consiguió el sueño.
Algunas de las presencias femeninas en la serie. Imágenes tomadas del blog eldesvandelabuelito.
Roberto Alcázar, las mujeres y el erotismo
Parece una tontería o un sinsentido el hablar de mujeres y erotismo con relación a esta famosa y clásica colección de aventuras destinadas esencialmente a un público infantil, pero que leían todos los miembros de la familia, hasta el punto que el lenguaje de Pedrín, sus graciosas y pintorescas frases, fueron adoptadas por todo el mundo, convirtiéndose en el lenguaje de la calle, del que, por otra parte, había sido tomado en muchas de sus exclamaciones y sentencias populares.
Una de las críticas lanzadas contra este personaje, aparte de la famosa barbaridad de atribuir homosexualidad a las relaciones entre Roberto y Pedrín, como se hizo con Batman y Robín, es la ausencia de mujeres, la ausencia de vida sentimental de Roberto Alcázar. Bueno, esto le valió los elogios del tristemente famoso “padre” Vázquez, por ausencia de amoríos.
Roberto nunca tuvo novia, ni Pedrín su Lim-Poo (la compañera de Bill en las Aventuras del F.B.I.). Pero no nos sentíamos frustrados, por lo menos los amigos que yo conocía y que se deleitaban en la lectura de aquellos cuadernos. Seguramente porque nunca fue la intención de los autores el que hubieran historias de amor entre los protagonistas. Pudiera haberlas habido, pero el objetivo de esa colección, ya dijimos que era el alcanzar a un público infantil y hacer evolucionar a los protagonistas en todos los países del mundo, sin trabas de hogar o mujeres, sin preocupaciones sentimentales. Ya teníamos otros seriales, de trama mucho más adulta, en los que las mujeres tenían un protagonismo fundamental y sobresaliente, como eran El Guerrero del Antifaz y El Pequeño Luchador.
En aquellos tiempos de hipocresía, delación y miedo, todo, y en particular el sexo, se practicaba a escondidas y en los prostíbulos, más o menos tolerados. Hasta los matrimonios tenían que ir a confesar sus pecados por hacer el amor sin tener prole, lo que era mal visto, tanto en sentido moral como machista (dicho sea de paso, “hacer el amor” era entonces una frase sin el sentido sexual que tiene ahora, significando simplemente “cortejar”). Y si nos ponemos a pensar en la vida sentimental de nuestros héroes de papel, pues tendremos que lanzarnos a elucubraciones, hipótesis y atribución de intenciones que quizás jamás tuvieron los autores, o por lo menos algunos de ellos. De lo que sí estamos convencidos es de que los autores pensaban en estas cuestiones y que, a pesar de la censura externa e interna, hicieron alusiones en algunos textos o imágenes porque los artistas tienen que expresar su libertad de una manera u otra. Y lo hicieron.
Pero vayamos con Roberto y su vida sentimental.
Podemos imaginar, sin duda, como era corriente en aquellos tiempos de represión y de frustración, que Roberto, con su fortuna personal, su atractivo físico y sus constantes desplazamientos al extranjero, “tenía una novia en cada puerto”, es decir, que tendría amoríos con mujeres en los diversos países que visitaba, sin apegarse a ninguna, ya que eso le habría impedido llevar la vida aventurera que llevaba. Pero esta es una simple elucubración, ya que el personaje había sido creado para desempeñar su papel de detective aventurero en todos los rincones del mundo, sin preocuparse de dinero, ni de los estudios de Pedrín, sin pensar en una vida sedentaria, y mucho menos de envejecer, quedando en esa edad eterna de los héroes eternos. Y los lectores no le pedíamos más. Quizás fue ese uno de los elementos principales de su longevidad: su intemporalidad. Los otros personajes de la historieta conocían una historia de amor y la vida del personaje terminaba cuando se acababa la historia con la consumación del matrimonio, tras efectuar, en regla general, la venganza que había motivado sus luchas y aventuras. Algo semejante a lo que ocurría con Roberto es lo que veíamos en, por ejemplo, las Aventuras del F.B.I., donde había una trama sentimental entre el joven Bill y Lim-Poo, pero Jack, aunque en los primeros números le surgían mujeres enamoradas, tenía que rehusar sus requerimientos porque se debía a su trabajo y no podía distraerse de él, llevando una vida supuestamente monacal, como practicando aquella divisa de otros tiempos que decía que los españoles éramos “mitad monjes y mitad soldados”. Jack debía su inquebrantable “Fidelidad, Bravura e Integridad” al F.B.I. En otros seriales, como Jeque Blanco, los autores alargaban las aventuras hasta que disminuían las ventas y entonces casaban a los protagonistas como punto final, no habiendo aparecido las novias hasta bien avanzada la colección y cuando ya se sentía que las ventas disminuían, lo que no se pudo evitar a pesar de las historias sentimentales.
Con todo, hay mujeres en la colección de Roberto Alcázar. Muchas. En los primeros 400 números de la colección, aparecen mujeres en 160 portadas. Y en las aventuras tenían protagonismo, sobre todo las jefas de banda y “mujeres fatales”, pero siempre con discreción. Más bien aparecían mujeres que hacían alusión a películas de gángsteres, pero sin el relieve que tenían en el cine. Es lo que nos frustraba un poco a algunos de los que leíamos aquellos cuadernos. Aparecía una mujer en la portada, con mirada y formas de vampiresa, con pistola en la mano, con unos maravillosos y sensuales labios carnosos, constante de todas las mujeres que aparecen en esta colección, pero el interior del cuaderno desmentía algo las promesas del título y la ilustración de la portada, donde quedaba la intención de los autores. Con frecuencia también aparece una hermosa mujer “conocida” de Roberto en un episodio donde se encuentra en apuros y pide la ayuda del detective. Es el caso de uno de los episodios “clave” de la colección: "El misterio de Tía Helen", nº 221. La millonaria Helen Moran es una millonaria conocida de Roberto, aunque no se especifica el origen de sus relaciones, libre a nuestra imaginación. Al final de la aventura, dos de sus sobrinos la pretenden en matrimonio, pero ella dice que prefiere a Roberto y provoca su huida. Otra conocida que surge de las brumas del desconocido pasado de Roberto es Colette Leblanc, “la periodista más atolondrada de la tierra”, según Roberto, quien parece conocerla bien (nº 260, "El Templo del Mal"). En el siguiente número, 261, "Los agentes secretos", final de la aventura, Roberto, en la última viñeta da a Colette una azotaina en las nalgas. Otro de los episodios clave es "Viaje Fantástico", nº 171, con temática de ciencia ficción. Aquí la princesa Kutah confiesa su amor a Roberto, quien lo rechaza al principio, arguyendo que tiene que regresar a su mundo, pero al final de la aventura reconoce que lo tiene hechizado y la acepta. Según las últimas viñetas, en una pirueta final, todo es una invención de Pedrín, que está escribiendo un guión cinematográfico. Un episodio de apariencia banal, pero que muestra el doble mundo en el que vivimos, el de la realidad y el de la fantasía, que se desvanece como un hermoso sueño.
Otros detalles podemos retener en algunos números tomados al azar. El número 16, "El espía de El Aggar", es un verdadero poema. Roberto y Pedrín parten en busca de las ruinas de la Atlántida en el desierto norteafricano y se encuentran con la hermosa Antinea, vestida con velos transparentes, y que enloquece a los hombres que llegan a ella. En una escena se ve a Antinea azotando con un látigo a una esclava negra que lleva los pechos descubiertos, aunque sombreados por los brazos. Una mujer parecida a ésta es "La Reina del Espacio", una aventura en dos episodios (nº 163 y 164). La protagonista aparece con ropa muy ajustada al cuerpo y transparente, aunque de color oscuro. Es una mujer de tal belleza que los hombres que la ven quedan completamente subyugados desde la primera vez y no pueden vivir sin ella, hasta el punto de estar dispuestos a perder la vida.
En el Almanaque para 1943 hay una escena particular, que se repetirá en otros cuadernos, pero sin el detalle que aparece aquí. Roberto visita un tugurio y, tras pedir un whisky, fuma una pipa de opio. Ya el fumar esta droga era algo insólito en la sociedad de la época, pero además, cuando la pide, se le pregunta si quiere una sola y él responde que “por ahora sí”. Se podría pensar, y es sin duda lo que se ha plasmado en la ilustración, que se proponen dos pipas a Roberto, pero en realidad, lo que se le propone es una mujer para acompañar a la droga. La censura queda burlada disimuladamente y esto es algo que se repitió muchas veces en diferentes seriales, algo mucho más explícito en El Guerrero del Antifaz. A propósito de droga y fumaderos de opio, hay una escena similar en el nº 231, "El Diablo del Opio", donde, al entrar en el fumadero, dice Roberto “Estos son los resultados del funesto vicio”, y responde Pedrín, con su acostumbrada gracia y aludiendo a un hecho social: “El tabaco del racionamiento es malo, pero ¡caramba! No tanto como esto”. Estábamos en 1951 y todavía coleaba el racionamiento, aunque habíamos salido de la época dicha “del hambre” (1946-1949). En cuanto a alusiones, tampoco faltan, como la del nº 257, "La ruta de Alaska", donde un cocinero sorprende a una joven clandestina a bordo del barco y, cuando la muchacha le pide que no la denuncie, el cocinero acepta, diciéndole “Tú eres la que tiene que ser buena conmigo ¿Comprendes?”. Una de esas “mujeres fatales”, quien ha utilizado su “encanto” para asegurarse la complicidad de un oficial del ejército, cuando éste le propone el matrimonio, le contesta “Me gusta el flirt pero no me atrae el matrimonio” (nº 251, "Siguiendo la pista").
Y así podríamos encontrar cantidad de detalles para alimentar nuestra curiosidad. Pero todo esto es secundario. Roberto Alcázar y Pedrín era un cuaderno dirigido a los niños, con el objetivo de distraer y divertir y lo logró por muchos años, tanto a niños como a mayores. Permanece como uno de nuestros grandes clásicos y como tal, y también por su importancia social, merece nuestro cariño y nuestro respeto, tanto la obra como sus autores. Queda por hacer un estudio exhaustivo y detallado de este personaje y esperamos haber dado aquí algunas humildes muestras de lo que podría aparecer en tal obra erudita.
Este texto fue editado simultáneamente para el Comicguía de otoño de 2009, bien que su edición en Tebeosfera es diferente en estructura y amplitud.
Enmienda hecha el 3 de noviembre de 2010: A la luz de los datos que aporta Vicent Sanchís en el libro Tebeos mutilados, puesto a la venta en la fecha mencionada por Ediciones B, la fecha de arranque de la serie es 1941. En el libro mencionado se certifica que el editor de Valenciana no obtuvo permiso para lanzar a la venta la primer colección de Roberto Alcázar y Pedrín hasta finales de enero de 1941.