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La máscara de El Fantasma (parte 3)

 [ leer parte segunda del ensayo ]

Wilson McCoy...

[ La señorita Palmer a merced de The Phantom, en la versión de McCoy ]


Artículo por Nino Ortea


Diana Palmer, el futuro es mujer.

Esta confianza en sí misma es exponente de uno de los elementos más llamativos en las primeras tiras de El Hombre Enmascarado: la fuerza, seguridad e inteligencia que muestra el elenco femenino. Esta mujer resuelta, ya encarnada en el cine de la época por actrices como Dorothy Lamour en The Jungle Princess (1936), Marlene Dietrich en El jardín de Alá (1936) o la inigualable Jean Harlow en Mares de China (1935), se pone a la altura y en muchos casos supera a sus compañeros masculinos. Las tiras de The Phantom están llenas de mujeres que aman, viven y mueren libremente. Como la seductora Sala, concubina del temido Kabai Singh, al que no cesa de ridiculizar por su cobardía, y al que abandona para socorrer a El Fantasma cuanto lo ve a punto de perecer en La leyenda de Krakatán; o La baronesa, quien no duda en suicidarse antes de ser atrapada al final de La banda del cielo. La fuerza que muestran las mujeres en la serie difiere del papel secundario que éstas desempeñan, no sólo en otras tiras como Dick Tracy, donde Tess Trueheart encarnaba el prototipo de novia sufrida, sino que en la otra gran obra de Falk, Mandrake, con una Narda que contadas veces le robó el papel protagonista a su enamorado. Es más, en cierto modo podríamos ver en la relación que los protagonistas guardan con sus parejas una plasmación del enfoque diferente otorgado por el guionista: Mientras que Narda es la eterna pareja de hecho de Mandrake, Diana llegará a casarse con su donjuán en diciembre de 1977.

Lee Falk y Ray Moore nos presentan a una mujer fuerte y decidida, la misma que poco tiempo después, con motivo del estallido de la II Guerra Mundial, se vería obligada a desempeñar labores familiares y roles sociales y laborales antaño reservados para el hombre. No en vano el mitológico nombre de la protagonista, Diana, identificaba a la diosa romana de la luna y la caza, protectora de ríos y animales salvajes. A estas cualidades divinas se une el presentarnos a una rica y famosa exploradora, bióloga marina y desprendida mecenas de obras sociales. El resto de los personajes femeniSalvando a la chica.nos que aparecen en la obra es mostrado con igual fuerza y personalidad, desde la Sra. Palmer a la juguetona Rita de El Fantasma envenenado, todas parecen moverse en un mundo autosuficiente en el que el único hombre que tiene cabida es nuestro viril héroe, ante el que no pueden evitar exclamar un expresivo «¡Vaya hombre!»

Será su relación con Diana la que haga aflorar el lado más humano del héroe. Es su vínculo con un mundo real, en el que se muestra tan inseguro como cualquiera que haya estado enamorado alguna vez. Esta humanización, que acarrea toda una subtrama de enredos sentimentales, es uno de los aspectos que mantienen la frescura de la obra y la dotan de momentos de gran interés. Frente al descaro que muestra en un principio respecto a Diana, a la que no duda en robar besos o instarla a que se deje de desmayos y continúe caminando, El Hombre Enmascarado no tardará en mostrar su debilidad ante el eterno femenino, y podríamos considerar como su mayor gesta el lograr la aprobación de su futura suegra. Por su amor a Diana, el héroe pondrá en peligro su vida, se planteará abandonar su cargo e incluso llegará a incumplir su juramento de combatir el Mal. Como cuando no persigue al malvado traficante Roak por pensar que es el marido de Diana en Los pescadores de perlas (del 1 de agosto al 19 de diciembre de 1938)

En gran parte de los primeros seriales, el tradicional peligro amarillo es sustituido por el peligro femenino. En muchas ocasiones los antagonistas del héroe se mostrarán como marionetas en manos de mujeres más fuertes e inteligentes que ellos; y son varias las tramas argumentales protagonizadas por sociedades criminales integradas exclusivamente por féminas. La banda del cielo, desarrollada del 28 de septiembre de 1936 al 16 de enero de 1937, nos presenta a unas aguerridas féminas que ponen en peligro el comercio aéreo en la zona de Bengala. Falk no tardará en trasladar este esquema a París en El círculo de oro, del 3 de julio al 21 de octubre de 1939, enfrentando a The Phantom con unas avispadas ladronas de joyas, o al ámbito marino en Las sirenas del estrecho de Melo (del 10 de diciembre de 1945 al 30 de marzo de 1946), que reproduce el esquema de La banda del cielo aunque en este caso se suaviza el uso de la violencia. La confrontación física se reproduce en diálogos ágiles e ingeniosos, en los que El Fantasma y sus enemigas intercambian puyas. Por ejemplo, Sala apuntando a The Phantom con un revolver le pregunta: «¿Sabe que va a morir?» y nuestro amigo, en lugar de responder con alguna heroicidad, utiliza una respuesta digna del gran Groucho Marx: «Lo sospechaba vagamente». O aquél en que la Baronesa dice: «Hacía años que no besaba a un hombre», a lo que nuestro picarón Walker, cual émulo de Cary Grant responde: «No parece que haya perdido el estilo». Estos diálogos, dignos de un genial guión de Ben Hetch, evitan que los pasajes amorosos caigan en la petulancia de la mayor parte de los cómics de personajes heroicos.

En el retrato del funcionamiento de estas organizaciones, Moore llegaría a plasmar escenas cercanas al sadismo, como ésa en la que una despechada Baronesa cegada por el desamor fustiga el cuerpo encadenado del único hombre al que ha amado. O aquélla en la que una desesperada Sala decide posibilitar el bombardeo de la isla donde está encarcelado El Fantasma, para así asegurarse de que ninguna otra ocupará su lugar. Todo ello sin privarlas de un seductor halo de feminidad, mostrándolas en todo momento vestidas de una manera fascinante, y adoptando poses o movimientos más propios de un juego de seducción que de una lucha por la supervivencia.

Pese a este papel relevante del que la mujer disfruta en la serie, Falk no libra su discurso de innumerables rasgos sexistas, cuando no machistas. Phantom hace estrategia mientras ella le admira. Clic para ampliar.Las fieras integrantes de La banda del cielo, tiemblan ante la presencia de un desvalido ratón. El taxista que lleva a Diana a su encuentro final con El Hombre Enmascarado en Los piratas Singh, no puede evitar su lamento cuando ésta prefiere jugar al escondite en lugar de a otra cosa. Las férreas sociedades femeninas se desmoronan ante la presencia de un hombre que hace tambalear sus principios igualitarios, y hace aflorar una desunión, egoísmo y despecho latentes en estas mujeres descarriadas a las que Falk no se resiste a dedicar perlas dignas del insuperable Baltasar Gracián y su impagable El Criticón, como  «la hembra de la especie es más cruel que el macho», o «atacan como hombres y en caso de peligro reivindican su feminidad». Con todo, el discurso más brillantemente misógino aparece en boca de un anciano ermitaño que en La ley del desierto salvará la vida, por separado, de héroe y heroína; aunque la de ésta tras pensárselo un rato. Desde la perspectiva e inteligencia que dan los años, el eremita se permite aconsejar al enmascarado que se olvide de las ingratas mujeres, pues sólo acarrean problemas y encima sus encantos son excesivamente sensibles al paso del tiempo. «¡Ah las mujeres!»

De hecho, donde nuestro personaje demuestra su talante heroico no es al enfrentarse armado de su ingenio al poderoso ejército invasor japonés, sino al resistirse de forma numantina a los turbadores encantos de una ensoñadora Sala o al vencer estoicamente la tentación que supone ser besado por Mara. No siempre presentará a sus mujeres envuelvas en violentos manejos o propicias a la traición. Personajes como Shiva que salva la vida al Conde Bart, pese a los continuos desprecios a que éste la somete en El prisionero del Himalaya, o la desprendida Rita que prefiere a ayudar a El Fantasma a recuperar su tesoro en lugar de disfrutarlo, dan muestra del interés que guarda el reparto femenino de la serie.

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[ © 2003 Nino Ortea, para Tebeosfera 030430 ]