He aquí la
crónica veraz y detallada de la gestación y nacimiento del primer
tebeo underground español, El Rrollo Enmascarado, y de
las vicisitudes legales por las que sus autores debieron atravesar,
con la inclusión de un importante texto legal. Todo lo cual dio
lugar al nacimiento del cómic underground en nuestro país y,
además, supuso el reconocimiento público de que el concepto de moral
es esencialmente mutable. Lo que en su conjunto significa la primera
y quizá más importante aportación que gentes como Javier Errando
Mariscal, Nazario Luque, los hermanos Farriol y otros dibujantes han
hecho a la historia del tebeo español.
Primer Acto
La historia comienza hace algo más de un año, en 1973, con la
aparición de Javier Errando Mariscal, valenciano, dibujante y
suscriptor de la revista Bang!–de él se hablaba en el núm. 1
de Bang!, por ser dibujante o más bien aprendiz de dibujante
pop–. Javier aparece por Barcelona cargado de ilusiones, con una
apariencia muy hippie –collares, pelo largo rizado, ropa
llamativa y, sobre todo, una manera de hablar “cantarina”–. Trae
consigo dibujos, muchos dibujos, dibujos inocentes, sencillos, que
son más bien pequeñas anécdotas sin apenas historia, frecuentemente
líricas. Quiere que veamos sus dibujos y opinemos.
Errando
Mariscal logra colocar sus dibujos en la revista El Ciervo.
Los envía también a toda clase de revistas, desde Hermano Lobo
a Mata Ratos pues lo que le importa es publicar. No recuerdo
dónde pero le compran algo suelto, sin continuidad. En cambio El
Ciervo sí le publica con continuidad, sobre todo su serie de
tiras y pequeñas historietas protagonizadas por “El señor del
caballito”, entre ellas hay trabajos muy buenos.
Aparece por mi
casa, que también es Redacción y editorial de la revista Bang!,
almacén de revistas, tebeos y libros y lugar de reunión de
aficionados y estudiosos de la historieta, varias veces. En una de
sus frecuentes visitas, Javier me dice que ha ido encontrando a
otras personas estupendas a las que también les va el dibujo, como a
él, que quieren dibujar, porque sí, sin mayores pretensiones
comerciales, que las de ver algún que otro de sus dibujados
publicado de vez en cuando. Estas gentes serán, a la larga, los
miembros del equipo fundador y editor de El Rollo Enmascarado,
el primer tebeo underground español.
Un día aparecen
por casa todos juntos, en bloque, cinco, seis o siete tíos. Después
volverán en diversas ocasiones. Son los amigos de Errando Mariscal.
En el grupo destacan tres personalidades concretas: Javier, frágil,
pequeño, de aspecto inocente. Los hermanos Farriol, que parecen ser
los más despejados, los que tienen mayor contacto con la realidad,
el mayor de ellos ha sido grafista, publicitario y, harto de todo
ello, lo ha dejado para dedicarse a dibujar –más tarde será el
responsable de El Rrollo..., ya llegaremos a eso–. Y el que
tiene una personalidad más fuerte y es el autor más interesante de
todo el grupo, Nazario, maestro nacional, con mucha personalidad y
con mucha timidez a cuestas, que vence destacándose como el más
provocador.
Todos ellos dan
la misma pinta: collares, abundancia de anillos, pelo largo en
melena más o menos rizosa, ropas extrañas y llamativas, y Nazario
les gana a todos –recuerdo que en su primera visita me sorprendió su
aspecto: un chaleco de malla muy abierta, sin camisa, a pelo sobre
la piel, maquillado, uñas pintadas y agitando con garbo un abanico–,
comportamientos hippies y un tono de voz entre el zumbido
cantarín y el ronroneo, aunque la mayoría callan por timidez –ahora
pienso que quizá sea yo el raro a sus ojos, quizá les impongo, no lo
sé y nunca me lo dicen–. Todo ello no quita para que algunos del
grupo siga con su familia para vivir más fácilmente. En conjunto, y
por lo que pesco en esta y otras visitas que me hacen, el grupo no
presenta una ideología coherente ni unas ideas políticas
especialmente avanzadas como tal grupo.
Pero quizá todo
ello no importe demasiado, ya que en conjunto estos dibujantes
representan el mejor ejemplo de underground que he conocido
hasta la fecha en España. Dibujan porque les gusta dibujar y quieren
expresarse. Cuentan cosas pequeñas pero molestas, sucias y
desagradables para el establishment y saben que
molestan a éste, pero no porque su idea inicial, su pretensión
consciente, sea la de molestar a nadie, ya que simplemente dibujan
como les sale. Están borrachos de Crumb y de la mayoría de los
grandes “under USA”, lo saben, lo admiten, creen que es un camino
para aprender a dibujar como esos tíos a los que admiran. Y es
verdad, viendo trabajos de la gente de El Rrollo a lo largo de un
año, he podido comprobar como comienzan copiando a un autor que les
motiva especialmente, lo asimilan y finalmente cuando han aprendido
de él lo abandonan. Y, ojo, también admiran y siguen a los viejos
clásicos de la historieta de humor española comenzando por Urda,
Benejam, Tínez, Coll, y hasta algo de Cabrero Arnal que Pamies ha
podido ver durante su infancia en Francia
Lo cierto –esto
lo comprobamos en algunas minidiscusiones que Javier Errando ha
tenido con nuestro ideólogo particular, nuestro de la revista
Bang !, Segarra, “pesuquero” en estado puro– es que las gentes
de El Rrollo en conjunto carecen de ideología en sentido político.
Solo quieren vivir. Y vivir a su aire... y a esto se reduce su
posición.
Segundo Acto
En siguientes reuniones hablamos y hablamos. Van
enseñándome dibujos y contándome los proyectos que se les ocurren.
Son lectores de tebeos, y no han leído nuestra revista Bang!
de teoría sobre historieta, porque la teoría no les interesa. Les
gusta y les interesa la historieta, dibujar historietas. Son
conscientes de que ninguna de las empresas editoriales establecidas
publicará sus historietas y quieren hacer un tebeo con sus dibujos y
recurren a mí proponiéndome que lo edite, porque les debe de parecer
que tengo una gran experiencia. Y la realidad es que yo no me atrevo
a editarlo, pues bastante tengo con sacar número a número Bang!,
siempre al borde de la legalidad.
Por esta razón
les pongo en contacto con el taller que imprime las cubiertas y
otros materiales de los Boletines Informativos de nuestra revista,
Agil Offset, en la calle Topacio 21, en Gracia, respondiendo yo de
la gente de El Rrollo ante el impresor, para así vencer cualquier
posible intranquilidad del mismo ante el aspecto poco convencional
de mis nuevos amigos.
Aparecen en
sucesivos momentos por casa y discutimos el modelo de publicación.
Vamos, van, a la imprenta varias veces, hablan con el impresor
repetidamente. Toman como prototipo para su tebeo el tamaño de folio
prolongado doble página. Deciden el número de páginas que tendrá el
tebeo y darle una portada en cartulina impresa en colores. Y que
vaya grapado al centro. El tebeo se titulará El Rrollo
Enmascarado. Y lo más importante: si todo va bien y recuperan el
dinero invertido en la impresión, éste será el primero de una serie
de tebeos que mantendrán una unidad de título pues la segunda parte
del mismo y en todos los siguientes tebeos conservará el adjetivo
“Enmascarado”.
Fuera de las
primeras indicaciones generales que les hago, los de El Rrollo se lo
hacen todo ellos solos, aprendiendo de sus conversaciones con el
impresor. Suyo es el mérito total del producto final y de su
edición. A ellos se les ocurre utilizar en distintas páginas tintas
de distintos colores y todas las ideas gráficas, que en gran parte
toman de lo que han visto en las publicaciones underground de
otros países. Vamos, que viven plenamente lo que están haciendo.
Con el tebeo ya
casi acabado pasamos a concretar ciertos puntos específicos e
importantes.
Hablamos de la
forma de distribución de este primer número. Yo les ofrezco que se
puede vender a través de nuestro fichero de suscriptores de Bang!
y que además puedo localizar para ellos dos o tres librerías seguras
en cuatro o cinco ciudades españolas. Si a ello le sumamos los
posibles envíos a otros países, calculo que podrán colocar en firme
entre 500 y 600 ejemplares. Otros posibles canales son las
Universidades, distintas Escuelas de Periodismo, algún cine de arte
y ensayo, intercambios con otros fanzines, etc. Ante estas
posibilidades deciden imprimir 1.000 ejemplares.
Y esto nos
lleva al principal problema a resolver: ¿En que forma y bajo qué
fórmula plantearán la edición? Más claro y concreto: ¿Cómo editar
El Rrollo Enmascarado: de forma absolutamente legal o pasando de
legalismos? Es sencillo, si se quiere vender El Rollo... en
librerías, de forma abierta, ello implica la necesidad de presentar
el tebeo al trámite del depósito previo y cumplir los restantes
trámites legales exigidos por el Ministerio de Información y
Turismo. Y hay otro camino: vender El Rrollo... solamente en
librerías totalmente seguras, de confianza, que conocemos y donde
nos conocen, como es la Librería Letteradura en Barcelona, y que lo
vendan de tapadillo, sin haberlo presentarlo antes al Ministerio.
En resumen, las
opciones son: editar el tebeo en plan pirata y si sale bien pues
bien, aceptando que si la cosa sale mal y les pescan se corre el
riesgo de recibir un palo. O editarlo legalmente, presentándolo al
Ministerio de Información previamente a la distribución y corriendo
entonces el riesgo de que lo prohíban y lo secuestren, pero sin
mayor riesgo de sanción o palo. Hay que elegir entre ambas opciones
y ambos riesgos.
Los de El
Rrollo deciden ir por lo legal.
De acuerdo con
su decisión me dedico a estudiar la Ley de Prensa e Imprenta, la
llamada “Ley Fraga”, buscando cómo editar El Rrollo
Enmascarado por lo legal. Recuerdo los trucos legales a los que
tuve que recurrir para editar los primeros números de Bang ! –publicados
bajo la ficción de que estaban escritos por una sola persona con
diferentes seudónimos–, pudiendo así presentarse al Ministerio como
una obra editada por el propio autor de la misma. Les explico en
detalle este camino. Es la fórmula habitual utilizada por los poetas
locales que se editan su propio libro de poesías o por novelistas de
poca fama que recurren a este sistema para ver su obra en letras de
molde. Busco en la Ley de Prensa y encuentro su Artículo 50, Título
3, allí donde dice: «Si la publicación unitaria fuera editada por
cuenta de su autor y sin pie editorial, dicho autor asumirá la
responsabilidad y deberes de la Empresa Editorial, siendo
subsidiariamente responsable el impresor».
Armados de la
Ley tiramos adelante.
La gente de
El Rrollo Enmascarado decide que sea Miguel Farriol quien
aparezca como autor / director del tebeo por ser el de apariencia
más “respetable” y de más edad. Aún una anécdota: Cuando el tebeo ya
está impreso descubro que no lleva ninguna mención de autor / editor
pero sí pie de imprenta. Para evitar posibles líos futuros
–imprevisibles pero posibles– que no deberían recaer sobre el
impresor, que al fin y al cabo no es consciente de lo que está
imprimiendo (sólo dice que le parece “raro” y “los dibujos muy
feos”), digo a los de El Rrollo que es necesario hacer constar una
referencia editorial. Para ello hacen un sello de caucho con el
nombre y dirección de Miguel Farriol con el que se sellan los
ejemplares que irán al Ministerio para cumplir el trámite del
depósito previo.
Recordando
viejas mañas, les sugiero que en lugar de los 1.000 ejemplares
impresos declaren que la tirada es de solo 300, para que así el
Ministerio de menos importancia a El Rrollo Enmascarado.
Tercer Acto
Recapitulo. Se
trata de un grupo de cinco o seis dibujantes amateurs, más o menos
underground / hippies que han decidido de buena fe
hacer su tebeo y venderlo. Suelen dibujar desde lo más inocente a
auténticas burradas gráficas, historias de apariencia cotidiana
repletas de penes y situaciones equívocas. Han decidido que su tebeo
pase por el trámite legal y por ello, conscientes de lo que
significa, han suavizado para la ocasión la expresión gráfica de sus
historietas. Este primer tebeo está dibujado por Miguel Farriol, su
hermano, Javier Errando Mariscal, Roger, Juan Villafuerte, Nazario
Luque, Antonio Pamies, Guillermo, y no sé si alguno más, o sea el
grupo de El Rrollo al completo más dibujos de algún conocido, como
Villafuerte, cuyos dibujos les han gustado y van a publicarlos
aunque el no pertenezca totalmente al grupo. Ahora bien, no
olvidemos que oficialmente, ante la autoridad competente, no existe
tal grupo y sí solamente Miguel Farriol que aparece como autor /
editor de El Rrollo Enmascarado. El grupo paga entre todos, a
escote, la edición de los 1.000 ejemplares del tebeo, 25.000
pesetas.
Preparo,
escribo y cumplimento la documentación necesaria para que Miguel
Farriol la firme y junto con ella presente los preceptivos 6
ejemplares de “su” obra unitaria El Rrollo Enmascarado al
Ministerio de Información y Turismo, Sección de Ordenación
Bibliográfica, para cumplir el trámite del depósito previo a la
circulación, previsto por la Ley de Prensa e Imprenta. Ejemplares y
documentación se envían por correo certificado a Madrid, sede
centralizada de dicha dependencia ministerial. Oficialmente se han
impreso 300 ejemplares.
Al cabo de unos
días Farriol me llama alarmado. El Ministerio les ha devuelto los
ejemplares diciendo que tururú, que Farriol no es editor (existe un
Registro de Editoriales que controla el Ministerio y él no consta en
el mismo) y que por tanto no le admiten los ejemplares a depósito.
Le enseño una vez más la sacrosanta Ley, le hablo de los derechos de
los españoles –retrospectivamente, al recapitular aquí lo sucedido,
puedo reírme de mí mismo por mi ingenua creencia en la virtud de las
leyes– y redacto una carta que él copiará y firmará por la que ante
el Ministerio se acoge al Artículo 50/3 de la Ley de Prensa e
Imprenta como editor de su propia obra.
Se envía la
carta y Madrid contesta que sí, que muy bien, que de acuerdo con la
Ley de Prensa aunque no es una empresa editorial se acepta la figura
del autor editor responsable, pero que por estar radicado en
Barcelona presente los ejemplares del tebeo en cuestión en la
Delegación barcelonesa del Ministerio de Información y Turismo. Así
se hace y Miguel Farriol presenta la documentación en la delegación
de Barcelona el día 7 de septiembre de 1973.
Al día
siguiente la policía, los grises, se presenta en la imprenta Agil
Offset y después en casa de Farriol para secuestrar las planchas de
impresión y los ejemplares de El Rrollo Enmascarado. La orden
no parte del Ministerio, sino del Fiscal de Orden Público. Hay que
saber que existe un fiscal dedicado exclusivamente a los temas de
prensa al que el Ministerio de Información envía automática e
inmediatamente un ejemplar de todas las publicaciones que se
presentan al depósito previo obligatorio... lo cual yo no había
tenido en cuenta. Este fiscal, al margen de lo que haga o deje de
hacer el Ministerio, está facultado para tomar sus propias
decisiones si cree que una publicación puede incurrir en algún tipo
de falta o delito referido al orden público. En este caso, el Fiscal
de Orden Público considera que Miguel Farriol ha incurrido en un
delito de escándalo público con su tebeo.
Así es como se
da la situación paradójica de que una publicación que, como El
Rrollo Enmascarado, ni siquiera ha sido distribuida, puede ser
considerada delictiva y secuestrada por orden del Fiscal. Paradojas
de la ley en esta España nuestra.
Y entramos ya
en el juego legal, la búsqueda de abogados que defiendan a Miguel
Farriol y cómo conseguir el dinero para pagarles, las alegaciones de
que tan solo son 300 los ejemplares impresos, que el autor / editor
ha procedido de buena fe sin ánimo de delinquir como lo demuestra el
hecho de haber presentado los ejemplares del tebeo al Ministerio de
Información antes de su distribución, etc., etc., etc. Ahora es ya
cosa de abogados.
Intermedio
Hablo con la
gente de El Rrollo Enmascarado, los tíos están desesperados
pero poco, pues al fin y al cabo son jóvenes y por ello se toman
este lío con filosofía, además de carecer de memoria histórica y ser
incapaces de valorar con exactitud en que país y en qué tiempo
viven.
Por lo pronto
el ministerio fiscal solamente (¿?) pide para Miguel Farriol seis
meses de arresto mayor, una multa de 15.000 pesetas y 9 años de
inhabilitación especial.
Ahora comienzan
a descubrir en qué país viven...
Luis Vigil,
amigo del alma, miembro lateral del equipo Bang! y uno de los
creadores y mentores de la revista Nueva Dimensión, de la que
soy colaborador, cuando le cuento la batalla en que nos encontramos,
me dice lisa y llanamente que soy tonto por haber permitido que la
gente de El Rrollo... presentase por lo legal semejante tebeo
que está claro que era imposible que fuese autorizado. Le contesto
que sí, que de acuerdo, que podía no colar pero que había al menos
una posibilidad, y que en cualquier caso lo que yo no esperaba bajo
ningún concepto es que la represión política y cultural llegase tan
lejos como para que consideren que un tebeo que ni siquiera ha sido
distribuido puede atacar el orden público.
Yendo a lo
práctico, la gente de El Rrollo se moviliza para conseguir el dinero
de la multa por si acaso. Ellos y yo creemos que hay que salir al
extranjero, a Europa, primero para que sepa lo ocurrido, y segundo
porque en otros países seguramente apreciarán El Rollo
Enmascarado y se conseguirá venderles ejemplares.
Por los
resultados no estoy muy seguro de si la gente del cómic de otros
países aprecian y valoran nuestras cuitas, pero lo seguro es que no
valoran ni aprecian demasiado este tebeo. Ocurre que en cada país
existe ya su propio núcleo de dibujantes underground y no
tienen mayor interés por el emanado desde España; yo escribo a
Jacques Glénat, con quien suelo intercambiar paquetes de ejemplares
de su revista por ejemplares de la mía, para conseguir que se
interese y venda El Rrollo Enmascarado a sus lectores
francófonos a fin de reunir fondos, pero Glénat me contesta que no
les interesa. Las gentes de El Rrollo viajan a Francia, Bélgica,
Holanda... y nada, nadie se interesa por comprar una partida de
ejemplares de El Rollo... (de los 700 restantes ejemplares
ocultados al Ministerio y a la policía). Decepción.
Eso sí, Nazario
consigue que los editores de las revistas francesas Zinc y
Actuel se interesen por su trabajo y publiquen algunos de sus
dibujos e historietas.
Y pasan los
meses y nos metemos en 1974...
Cuarto Acto:
Procedimiento
Legal y Sorpresa
Lugar: Barcelona,
Sección 1ª de la Audiencia Provincial.
Momento: Mes de
mayo 1974.
Acción: Se celebra
el juicio de Miguel Farriol como autor / editor de El Rrollo
Enmascarado por un delito de Escándalo Público.
Desarrollo de la
trama: El juicio dura escasamente diez minutos. Tres jueces, uno de
ellos duerme. Preguntan a Farriol si es verdad que el dibujó todo el
contenido de El Rrollo..., contesta que sí; preguntan a
Farriol si tenía mala voluntad o deseo de delinquir cuando hizo los
dibujos, contesta que no.
Desenlace
(provisional): Dicen a Farriol que ya puede marcharse, que ya le
comunicarán la sentencia.
Y he aquí que
al acabar el mes y para nuestra sorpresa se pronuncia la sentencia
que reproduzco a continuación íntegramente y literalmente dada su
importancia:
«En la ciudad de
Barcelona a treinta y uno de Mayo de mil novecientos setenta y
cuatro.
»Vista en juicio
oral y público ante la Sección 1ª de esta Audiencia Provincial la
presente causa número 6-1973, rollo número 2309-1973, procedente del
Juzgado de Instrucción nº 7, por el delito de Escándalo Público,
contra el procesado MIGUEL FARRIOL VIDAL, de 23 años de edad, hijo
de Juan y de Dolores, natural y vecino de Barcelona, de estado
soltero, de profesión dibujante, de buena conducta, con instrucción,
sin antecedentes penales, solvente y en libertad provisional por
esta causa y representado por el procurador Don Pedro Vidal Brunet,
siendo parte acusadora el Ministerio Fiscal, y Ponente el Ilmo. Sr.
Magistrado Don Rodolfo Soto Vázquez.
»1º RESULTANDO:
Probado y así se declara que el procesado Miguel Farriol Vidal
escribió, ilustró e hizo imprimir un folleto de 32 páginas
(incluidas las portadas) con un promedio de unas doce viñetas por
página, y que pertenece a la categoría que se denomina en lenguaje
editorial “Comiz” [sic], titulada “El Rollo Enmascarado”, al precio
de cien pesetas ejemplar y folleto que reviste un marcado carácter
humorístico, en cuanto trata de reproducir por medio de historietas
(mudas o habladas) escenas de la vida cotidiana, preferentemente de
carácter sexual y amatorio, y que se imprime haciendo constar en la
portada –perseverando en el sentido humorístico ya aludido– que se
edita solamente para “minorías selectas” y también para “adultos
progres”. El autor y [ilegible] del folleto quien hizo el depósito
de los seis ejemplares prevenidos en la Delegación del Ministerio de
Información y Turismo el 7 de septiembre de 1973, hizo imprimir
trescientos ejemplares del folleto aludido, de los que regaló a sus
amigos 23, luego recuperados, y los 271 restantes le fueron
intervenidos en su propio domicilio, sin que se hubiese iniciado la
venta al público. También se declara probado que en el folleto
secuestrado, y entre otras muchas historietas y chistes, figuraban
la siguientes frases, puesta en boca de los protagonistas de algunas
de las mismas: “¡A esta me la cepillo yo, o la va a seguir
aguantando su padre!”, “Las tías son unas retrasadas mentales que
solo sirven pa...” Asimismo, en una historieta muda de cinco viñetas
y tamaño muy reducido, sin precisar detalle alguno, se reproducen
las escenas simultaneas de cuatro habitaciones y la portería de un
edifico en las que aparecen personas de distinto sexo como en
actitud de levantarse y acostarse en distintas camas, sin que se
aprecie en la actitud de los protagonistas gesto alguno indecente.
»2º RESULTANDO:
que el Ministerio Fiscal en sus conclusiones definitivas, calificó
los hechos de autos como constitutivos de un delito de escándalo
público comprendido y penado en el Artículo 431 del Código Penal,
estimando como responsable del mismo en concepto de autor al
procesado, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de
las responsabilidad criminal, pidió se le impusiera la pena de seis
meses de arresto mayor, quince mil pesetas de multa y nueve años de
inhabilitación especial, accesorias correspondientes y pago de
costas.
»3º RESULTANDO:
Que la defensa del procesado en igual trámite alegó que los hechos
no eran constitutivos de delito y solicitaba la libre absolución.
»1º CONSIDERANDO:
Que los hechos declarados, probados no son legalmente constitutivos
de delito de escándalo publico a que se refiere el artículo 431 del
Código penal, puesto que la Jurisprudencia del Tribunal Supremo
viene estableciendo con reiteración y en menor grado las constantes
resoluciones de esta Sala de Prensa– que constituye el delito de
escándalo público una ofensa contra los sentimientos de pudor
colectivo que revista gravedad, lo cual tiene su correlación, en el
aspecto leve de la infracción, en el artículo 566, nº 5, si bien
exigiendo en todo caso un ataque a la moral, las buenas costumbres o
la decencia pública, conceptos estos que han de ser entendidos y
valorados en la medida media en que resultan poseídos por la
comunidad social dentro de la cual tiene lugar el supuesto atentado
a la misma, y que no pueden ser confundidos con otra clase de
apreciaciones de tipo estético o de buen gusto, cuya determinación
no compete a los tribunales, por cuanto los tipos penales aludidos,
protegen únicamente el ataque a los conceptos éticos ya mencionados.
»2º CONSIDERANDO:
que aplicados al caso de antes la doctrina mencionada y ponderadas
las circunstancias actuales de la vida pública española –en especial
exhibición pública de películas de marcado sabor naturalista y
publicación de libros, a veces debidos a plumas de conocidos
escritores y académicos, en los que reproducen sin escándalo
ostensible para la comunidad social y para sus guardadores, toda
clase de palabras de marcado matiz [ilegible] y aún grosero–, no
parece que las frases recogidas en el Resultando de hechos probados,
puestas en boca de supuestos juerguistas satirizados por el autor,
revistan –pese a su indudable mal gusto– un ataque a esos
sentimientos colectivos de pudor y decencia que no se ven
menoscabados por la exhibición cinematográfica o la venta de libros
cuyo contenido (aún de carácter literario muy superior) expone de
manera descarnada –y utilizando las más de las veces un lenguaje
procaz– escenas de marcado carácter erótico a la curiosidad pública;
todo ello de acuerdo con la doctrina sentada en las sentencias del
Tribunal Supremo de 3 de julio de 1971 y 27 de noviembre de 1970
(Sala 2ª), y en relación con la naturaleza esencialmente mutable y
circunstancial de los conceptos de moral y decencia pública, en
cuanto exigen su acomodación a las circunstancias ecológicas de la
comunidad.
»VISTOS los
artículos 142, 239 al 242, 741 y 742 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal.
»FALLAMOS que
debemos ABSOLVER Y ABSOLVEMOS a MIGUEL FARRIOL VIDAL, del delito de
escándalo público de que venía acusado, declarando de oficio las
costas y dejando sin efecto las medidas cautelares adoptadas en la
causa, y, en concreto, el secuestro del folleto a que se refiere el
sumario 6/73 del Juzgado Especial de Prensa.»
O sea, dicho en
castellano claro y meridiano: El 31 de mayo de 1974 la Audiencia
Provincial de Barcelona ha dictaminado que no había ningún delito en
la edición de El Rrollo Enmascarado. Por lo que Miguel
Farriol ha sido absuelto con todos los pronunciamientos favorables y
sin pagar ni un duro y se autoriza la libre distribución,
circulación y venta de El Rollo Enmascarado con la bendición
de la Justicia española.
Y lo que es aún
más importante: la afirmación de la Audiencia de Barcelona de que
los conceptos de moral y decencia pública son circunstanciales y
cambian con el tiempo y con la evolución de la sociedad, sienta
jurisprudencia y además abre la puerta no sólo al desarrollo del
cómic underground español sino que también debe llevar a un
nuevo planteamiento de las normas censoras.
Quinto Acto
En lo práctico,
y una vez superado el susto con alegría y hasta con premio, pues
premio gordo es la sentencia absolutoria, la gente de El Rrollo ha
seguido trabajando.
De hecho y
mientras se esperaba la celebración del juicio han realizado un
nuevo tebeo camuflado bajo el aspecto de unas simples páginas
especiales de cómic en la revista Nueva Dimensión núm. 56,
que lleva por título Pauperrimus y pretende ser la
continuación del primer tebeo, para lo que en éste parodian al
personaje de la cubierta de El Rrollo Enmascarado, ahora
pelado al cero, con gesto de desagrado y maldiciendo. Ahora, están
dibujando a plena máquina, han ampliado el grupo, venden ellos
mismos los ejemplares de El Rrollo... en la calle, en las
bocas del Metro, en mercadillos y rastros, por lo bares y locales
más enrollados... y preparan nuevos tebeos
Globalmente es
posible extraer una serie de conclusiones, que, aunque
provisionales, conviene tener en cuenta hacia el futuro.
Y son que en la
sociedad española está apareciendo un nuevo sector de la juventud
que se separa de la cultura de sus mayores, y si bien no aceptan el
calificativo de undergrounds –tal y como me afirmaba Nazario
Luque en una entrevista reciente– no cabe duda de su condición
marginal o más exactamente contracultural, que entre otros datos se
concreta en el desarrollo de un lenguaje expresivo propio,
resultante de la deformación o adaptación del habla de uso popular
acomodada a su particularidad expresiva, en el rechazo de la moral
que las gentes de orden pretenden imponerles y en que sus
necesidades generales se diferencian de las que sus hermanos cinco
año más mayores tuvieron y se alejan total y radicalmente de las
necesidades y obligaciones que sus padres vivieron.
Puede resumirse
en que tanto la banda de El Rollo Enmascarado como otros
grupos de similar sintonía surgidos en los últimos tiempos, están
formados por adolescentes crecidos que pretenden vivir libres y
cuyos planteamientos respecto a la sociedad de producción / consumo
son muy diferentes a los que el sistema declara óptimos. Es cierto
que se trata de una juventud minoritaria que forma una especie de
pandilla exótica por estas tierras, por lo que tiene de reflejo de
otras formas de ser y hacer, americanas concretamente. Una juventud
que intenta ser sincera consigo misma, que quiere expresarse pero
que no se compromete en la lucha por la libertad y contra el
sistema, pues aún se encuentra en un período de búsqueda del yo, sin
capacidad para compromisos con valores objetivos. Hoy dibujan y
editan un tebeo contracultural y lo venden por la calle, en las
Ramblas, en el Rastro, de mano en mano; ayer fueron los que en Ibiza
fabricaban y vendían collares, brazaletes, cinturones repujados y
todo tipo de artesanía inútil; mañana...
Lo cierto es que El Rrollo Enmascarado es un tebeo
cuyo máximo interés radica en ser el portavoz de la expresión libre
de unos autores. Autores que quieren volcar afuera tanto el lírico
sueño que han tenido sobre su propia vida como la brutal represión
sexual a la que se sienten sometidos. Y poco más, por ahora. Salvo
que, quizá sin pretenderlo, los autores y el tebeo ofrecen una
alternativa a la cultura oficial, tanto la de derechas como la de
izquierdas. Y esta alternativa underground, hippie o
contracultural, con todos sus límites, ha chocado frontalmente con
los planteamientos y la moral de la sociedad dominante.
Esa sociedad que
no quiere enterarse de nada, pese a los Matesa, a las fugas de
capitales, al turismo y la emigración, a ETA, a los obreros
huelguistas y a los grises, a los estudiantes sublevados y a los
políticos que brujulean entre dos aguas, esa sociedad que es parte
integrante de un sistema en el que desde hace 35 años oficialmente
no ocurre nada.
En esta
coyuntura ¿cómo soportar –se habrá preguntado el Ministerio Fiscal–
un ataque frontal que pese a no ser violento nos descubre y deja a
la sociedad española, a la clase dominante y al poder vigente en los
puros cueros de nuestra hipocresía?
Apoteosis Final
La sentencia
absolutoria de El Rrollo Enmascarado marca época. Y de hecho
cuestiona muchos de los elementos y defensas de la actual Censura
estatal de prensa y publicaciones, por cuanto establece de forma
clara y meridiana la relatividad de valores que –comenzando por la
moral–, hasta ahora habían sido defendidos por el sistema como
inviolables e inmutables.
Es justamente al
poner en duda o destruir el concepto de inmutabilidad de valores
establecidos que se encuentran en la base del sistema de creencias
de la sociedad española, cuando esta sentencia cobra toda su
importancia y nos anima a creer que puede haber un futuro mejor para
la libre expresión en general y para la historieta española en
concreto.
Antonio Martín
(Barcelona, 6 de junio de 1974)
Colofón escrito
30 años después.
De la ingenuidad,
casi candor, con que en mi artículo de Junio 1974 yo venía a
expresar intertextualmente la creencia de que la Ley es igual a la
Justicia, lo cual es evidentemente falso y más aún en términos de
política, dice mucho lo sucedido meses después de que la Audiencia
de Barcelona fallase a favor de la absolución de Miguel Farriol y de
El Rrrollo Enmascarado.
Y es que en el
mismo año 1974, al editar el equipo de El Rrollo su tercer tebeo,
Catalina, presentado también como obra de Miguel Farriol, éste
sufrió un Juicio de Faltas. Después, en Enero 1975, el número 6 de
la revista Star fue expedientado y sancionado con multa de
100.000 pesetas por el Ministerio de Información, por su cubierta,
que había realizado Miguel Farriol. El número 7 de Star fue
sancionado con multa de 150.000 pesetas por publicar la historieta
“Luz Bella corrompe a Mari Nieves”, de Nazario. Etc., etc., etc.
Se iniciaba así,
durante los últimos estertores del régimen de Franco y en los
primeros años de –lo que yo prefiero llamar– la transacción
política, la persecución y represión del cómic underground
español, y seguía la censura estatal del cómic en general, al amparo
de la Ley de Prensa de Fraga. Censura que no había de finalizar
hasta la promulgación de la Constitución de 1978. De lo que se
concluye que no sirvo para augur y poco para celebrar “Apoteosis
finales”.
Antonio Martín /
Octubre de 2004. |