Kevin Smith: De autor cinematográfico a guionista
de cómics.
Kevin Smith se inscribe dentro de un exclusivo club
de guionistas cuyos trabajos alternan en las llamadas “editoriales
independientes” y las grandes empresas de cómics como Marvel y DC.
Entre la gloriosa nómina de escritores con las que presenta
afinidades de tipo generacional, se encuentran nombres como J. M.
Straczinsky, Bob Gale, Greg Rucka y B. M. Bendis… entre otros.
Nacido en 1970, sus orígenes como contador de
historias, se circunscriben en el cine independiente, cuya
promoción publicitaria más conocida se encuentra en el Festival de
Sundance, en el que sus películas han resultado ganadoras en más
de una ocasión. En la actividad cinematográfica, además de creador
realiza funciones de guionista y actor secundario. Como director,
lo es hasta el momento de Clerks (1994) Mallrats
(1995) y Persiguiendo a Amy (1997) integradas en la llamada
Trilogía de Nueva Jersey. Sus siguientes filmes, con un
presupuesto sensiblemente mayor, y con una tendencia al cine de
amplia distribución son los titulados Dogma (1999), Jay
y Bob el silencioso contraatacan (2001) y el reciente batacazo
en taquilla protagonizado por Affleck y la López Jersey Girl.
Ha intervenido como actor en filmes como Jay el silencioso
(1994) y Daredevil (2003) y ha sido guionista de un
malogrado proyecto de Superman.
Pero si Smith ha destacado en el mundo del cine, su
brillo como autor de cómics es también considerable, realizando
historietas basadas en los éxitos fílmicos sobre la Trilogía de
Nueva Jersey, para Oni Press, de gran éxito de crítica y público
con prestigiosos premios incluidos.
En 1998, Joe Quesada y Jimmy Palmiotti inician una
nueva división de cómics en Marvel, llamada Marvel Knights, en
cuya acta fundacional se dejan ver características tales como una
independencia sobre el sello del Comics Code una influencia más o
menos discutible con la división Vértigo de DC (influencia mucho
más matizada en la línea Max, continuadora ideológica y
prácticamente indistinguible de Marvel Knights) un concepto
narrativo cuidado y ajeno a las grandes sagas épicas, y finalmente
una homogeneidad estética en lo relativo a la presentación. Debido
a la afinidad confesa de Kevin Smith por los comic books de
superhéroes, y con un brillante despliegue publicitario de la
neonata Marvel Knights, Quesada y Palmiotti le convencen para que
se integre entre los padres fundadores con la realización de un
arco argumental para los primeros números de la que sería la
primera serie del sello: El volumen II de Daredevil, su estrella
potencial.
En noviembre de 1998 salen al mercado las cinco
obras fundacionales del sello Marvel Knights, como vanguardia que
preludia la aparición de posteriores, y más exitosas nuevas
series. Daredevil Vol. II (abierta), Inhumanos
Vol. II (limitada de 12 números), Pantera Negra Vol. II
(abierta), Punisher Vol. II (limitada de 4 números) y
Doctor Extraño (limitada de 4 números).
Kevin Smith, con constantes homenajes a Frank
Miller
y
sin perder de vista la cronología “oficial” de Daredevil,
lo eleva a una categoría comercial y de calidad que no gozaba
desde los años ochenta. Ayudado por los impactantes dibujos de
Quesada, el espectacular entintado de Palmiotti, y el color
infográfico, la obra acapara los primeros puestos de ventas
cimentando el ya de por sí prestigio inicial que se le presumía al
recién creado sello.
En el año 2000, es la otra gran editorial
estadounidense, DC, la que contrata los servicios del magnífico
guionista para el rescate de uno de sus iconos más antiguos,
Green Arrow, muerto en el número 101 (abril de 1996) de su
antigua colección regular, del que por no haber, no hay ni cadáver
que resucitar. El ejemplar talento narrativo de Smith obra el
milagro, situando el volumen III del arquero esmeralda en los
puestos más altos del índice de ventas, con un trabajo que se
prolonga durante 15 números, y que dibuja un inspiradísimo Phil
Hester.
El enorme y merecido éxito de público y crítica
conseguidos en ambas aproximaciones superheroicas, le posicionan
como una personalidad grata para las grandes editoriales,
asegurándole un brillante futuro laboral en ambas empresas que se
materializa en sus nuevos trabajos con Spiderman en Marvel
(miniserie Spiderman / Gata Negra), y con la revitalización
del comic book genérico de DC The Brave and The Bold, cuya
esencia era la formación de equipos (team-ups)
superheroicos, al menos desde su número 50 de noviembre de 1963,
hasta el 200 y último, fechado en julio de 1983.
I. Kevin Smith y Daredevil.
Visión editorial de Daredevil en su volumen
I.
Daredevil es el último superhéroe creado por Stan
Lee en la llamada Era Marvel.
Cabe recordar aquí que la Era Marvel representa la
Edad de Plata de la editorial neoyorquina, y su ubicación en el
tiempo puede encuadrarse entre noviembre de 1961, con la aparición
del número 1 del comic book Fantastic Four, hasta 1970-71,
la fecha de los grandes cambios Marvel, entre los que se
encuentran las cancelaciones de varias de sus series emblemáticas
(Silver Surfer, The Uncanny X-Men, Nick Fury, agent of
S.H.I.E.L.D. y Dr. Strange) y la dimisión de uno de sus
fundadores, el dibujante Jack Kirby.
Ya desde su inicio (abril de 1964), Daredevil,
the man without fear porta el dudoso honor de ser el pariente
pobre, minusválido y benjamín de la empresa, y quizás por ello ha
cargado con buena parte de una experimentalidad desganada de Stan
Lee. Entre sus dibujantes iniciales figuran Bill Everett, creador
del número 1, Joe Orlando, Wally Wood y John Romita, que dan pie
en el número 20, de septiembre de 1966 a la magistral entrada de
Gene Colan, que prácticamente mantiene su titularidad hasta el
número 100 de julio de 1973, siendo sustituido en cinco ocasiones
por Barry Smith. Entre sus guionistas figuran, además de Stan Lee,
Roy Thomas, y Gerry Conway. Buena parte de lo más granado de la
plantilla Marvel, figuran en sus créditos iniciales. El invidente
superhéroe dibujado por Gene Colan, es representado en dibujos
cargados de volúmenes y líneas cinéticas que intentan aproximar a
los lectores el mundo sin luz del protagonista y de su “alter
ego”, el abogado Matt Murdock. Pero tan magníficos y personales
dibujos no se encuentran acompañados de textos inspirados, y la
llamada “magia marvel” que Lee, y sus sucesores derrochaban en
otras series (especialmente The Amazing Spider-Man) no
llega ni de lejos al barrio neoyorquino de Hell’s Kitchen
escenario de los lances de Daredevil.
Tras la salida de Colan, el héroe va entrando en
una afasia gris con manifiesta caída de su contenido estético, y
potencial comercial, que lo orientan hacia una cancelación,
precedida de una cadencia de salida bimestral, hecho acontecido
desde el número 147 (julio de 1977) hasta el 170 (mayo de 1980).
En los créditos de Daredevil, a partir del número 100 figuran
nombres tan variopintos como Bob Brown (prácticamente el titular
de la serie) Carmine Infantino John Buscema, Gene Colan, un
trabajo de John Byrne, otro de Frank Robbins, además de los
comodines Marvel de siempre entre los que aparecen Bob Heck, Sal
Buscema, Gil Kane… entre otros más. Los guionistas acreditados en
esta época son Steve Gerber, Tony Isabella, Marv Wolfman, Jim
Shooter, un trabajo de Chris Claremont y Roger McKenzie.
El mercado del comic book tiene unas leyes, que
pese a no estar escritas, son casi constantes. Cuando una
colección entra en mínimos (comerciales, estéticos o ambos) vienen
las catarsis en forma de grandes renovaciones en los titulares de
los créditos. Esta inexorable ley se cumple en Daredevil,
en la juvenil figura de Frank Miller, que se hace con los dibujos
de la colección en el número 158 (mayo de 1979) asumiendo el
control de la obra en el 168 (enero de 1980). La renovación de
Daredevil es total, acercándole a la esquizoide figura de Batman,
expresado en composiciones de página muy sensoriales, que
enmascaran cierta incapacitación técnica para el dibujo, y
allegándolo a una temática existencialista cargada de “pathos” y
desesperación. Su trabajo se prolonga hasta el número 191 (febrero
de 1982). Tras unos insulsos números guionizados por la estrella
DC Dennis O`Neill, y unos excelentes dibujos de David Mazzuchelli,
Daredevil alcanza su incuestionable punto álgido en la saga “Born
Again” (# 227 al 233, de febrero a agosto de 1986) con un Miller
pletórico al guión y un Mazzuchelli en estado de gracia, con una
grafía impresionista de composiciones arriesgadas, sombras
ominosas y fuerte simbología cristiana, que acompañan una historia
tan tremenda como romántica y esperanzadora. Jamás Daredevil y
prácticamente ningún superhéroe llegaron a tan altas cotas de
maestría. Son muchas las páginas que avalan esta cuestión, y gran
parte de ellas coinciden en decir que son el auténtico final de
una historia, cuya expresión gráfica es la espléndida splash
page final del número 233.
Otra de las inexorables leyes del comic book impide
la cancelación de una colección cuando tiene un acaudalado
rendimiento estético y comercial. Marvel cumple la ley, y
lógicamente no rescinde un serial que le resulta rentable. La
historia del católico y promiscuo Matt Murdock va a continuar con
equipos de gran calidad, eso sí, lastrados por la sombra demasiado
alargada de Frank Miller. Guionistas como Ann Nocenti, D. G.
Chichester, J. M. de Matteis, Karl Kessel y Joe Kelly, acompañados
por dibujantes como John Romita Jr. Lee Weeks, Scott McDaniel, Ron
Wagner y Gary Nord, además de colaboraciones del mismo Gene Colan,
representan unas más que aceptables continuaciones de la serie,
hasta su cierre en el número 380 (octubre de 1998). Este cierre no
es más que un punto y seguido, pues al mes siguiente aparece en el
mercado un nuevo número uno, englobado en el prometedor sello
Marvel Knights.
Queda claro que Frank Miller es el punto de
inflexión del volumen I de Daredevil, por lo que prácticamente la
mayoría de los “derivados” editoriales del personaje vienen con su
firma, bien como autor completo, o bien como autor del guión.
Dichos derivados se refieren a miniseries, spin offs (Elektra)
y las llamadas en EE UU graphic novels. La práctica
totalidad de estas obras han contribuido a confirmar a Frank
Miller como uno de los autores más trascendentales del comic book
de las últimas décadas.
Para Quesada y Palmiotti, la biografía de Daredevil,
su personalidad, su unicidad en el mundo superheroico y su
fascinante trayectoria editorial le hacen merecedor de la
categoría de caballero (Knight). El maestro de ceremonias que
oficiará la liturgia de su nombramiento será Kevin Smith, en el
arco argumental titulado “Guardian Devil”,
que ocupará los primeros ocho números de la nueva serie abierta
con fechas de salida desde noviembre de 1998 a junio de 1999.
Daredevil de Kevin Smith
El guionista se aproxima a Daredevil según el
ideario impuesto por Miller, osea a la figura trágica y
existencial ya oficialmente adaptada como parte de su biografía.
Respeta la cronología Marvel, acontecida después de la saga “Born
Again”, en cuanto a la visión que otros autores tenían de
Daredevil, y de otros personajes añadidos. (El aspecto del demonio
Mefisto, es el mismo que idearon Ann Nocenti y John Romita Jr, en
el # 265, y lo mismo puede decirse de la utilización de la madre
de Foggy Nelson, ideada por Karl Kessel en el # 354). La enfática
y atinada versión de Smith es pues tan fiel al personaje como
conservadora, siguiendo los patrones de mínimos cambios que Marvel
impone a cualquier autor que se acerque a sus grandes iconos.
Kevin Smith es un escritor con oficio y va a hacer
alarde de él desde los primeros momentos del relato. Para ello
exterioriza todos los artificios de los grandes narradores, y pese
a que su texto es profuso, nunca pierde el equilibrio con los
vistosos dibujos de Joe Quesada. Recalca la atormentada y
bondadosa personalidad de Daredevil / Matt Murdock, matizando todo
su sentido de culpa y sus remordimientos en la ya rota relación
con su novia Karen Page. Este sentido de culpabilidad se hace
extensible a sus apasionados amores con La Viuda Negra, y con
otras relaciones antiguas y ya acabadas. Pero el estudio de
personajes no sólo queda limitado al trío descrito sino que es
ampliable a una prorrogada nómina que pulula a lo largo de sus
casi 200 páginas, entre los que se encuentran los más conspicuos
de sus últimos años de historia.
Smith completa el relato con breves pinceladas de
figurantes retratados a modo de destello, y que forman parte de su
recargado escenario (el inevitable homenaje acontece en la figura
de un émulo del comisionado Dolan, personaje crucial de The
Spirit de Will Eisner). La expresividad de los protagonistas
es un detalle del gusto por la fisicidad, que acompaña al estilo
de Quesada. El rostro de Daredevil tras el antifaz, expresa el
estado de ánimo, como si de una máscara griega para el teatro se
tratara. Las facciones de Matt Murdock confirman que se trata de
un ciego, y esa impresión se hace patente en sus ojos glaucos y en
los andares premiosos. Su angustia se somatiza en su discapacidad,
que nunca en toda su historia, se había hecho tan palmaria hasta
este momento. Karen Page muestra un variado surtido de expresiones
faciales y corporales, que no la hacen perder ni la belleza ni su
sensual anatomía, revestida en ocasiones por una camiseta sin
mangas, pantalón de atletismo y unos expresivísimos calcetines
gruesos, dados de sí en las canillas, que enfundan unos pies que
se adivinan en sus detalles, dando al conjunto un cierto aire de
fetichismo podal.
El paisaje urbano de Hell’s Kitchen, y en general
de Nueva York, se integra en el relato como un personaje de gran
importancia. Aparece abigarrado y nocturno, repleto de
automóviles, iglesias, edificios de lujo, callejas y tabernas
donde pulula todo tipo de fauna urbana. Se retrata tras un gran
esfuerzo documental que lo hace distinguible en la visualización
de escenarios interiores (para los neoyorquinos sobre todo), donde
los autores se muestran tan minuciosos como en los exteriores,
cargando de calor el relato. De esta manera el dormitorio de Matt
Murdock tiene una enorme cama con sábanas arrugadas que describe
agonías nocturnas, y que contrasta con la cuidada y diáfana
decoración propia de la casa de un ciego. En los decorados de
otros interiores se aprecia el gusto por el detalle y la
personalización de los entornos de cada propietario.
Las excepcionales composiciones de Quesada, tanto
en páginas como en viñetas, colaboran a un ambiente de opresión.
El tono predominantemente rojo provoca desasosiego cargando con
emotividad los hechos narrados. Las luces tamizadas, las sombras,
la perspectiva forzada y la multitud de encuadres dotan al
conjunto de una enorme visualidad que contrasta con la desvalida
invidencia que Matt padece en toda la obra. Kevin Smith fiscaliza
la parte literaria de un guión que tiende a la sobrecarga. Desde
las cartas largas y apasionadas, repletas de elementos dramáticos,
hasta las pausas informativas y descriptivas, que permiten el
lucimiento de Quesada en la decoración del escenario. Utiliza la
narración en primera persona, tan significativa en autores como
Miller y De Matteis para profundizar, si cabe más, en la
intensidad trágica de la historia, que adopta una dirección
diferente, manifiesta en el emotivo flash back, iluminado
en grises que actualiza la agonía existencial de Matt Murdock.
Pero es en los diálogos, en donde muestra lo mejor de su elaborada
técnica. Toda la sutil ironía se vierte en aforismos de ritmo
frenético que apuntan hacia un humor de guiños y complicidades,
que exigen al lector un conocimiento previo del mundo Marvel y que
asientan con distancia los contenidos extremos- gratos al
guionista- sin perder en ningún momento el ritmo de la historia.
Mima a los veteranos seguidores de Daredevil, y les
recuerda que no está (re)creando al personaje. Lo utiliza para dar
cobertura a un relato típicamente “marveliano”, concéntrico, pleno
de subtramas y siempre conservador con el espíritu de la
editorial, poblado con los protagonistas y las personalidades
impuestas por Miller, pero sobre todo libre de la deconstrucción a
la que fue sometido cuando guionizó la saga Born Again.
Desestructuración que prácticamente le llevó al final de su
historia. Por el contrario, lo instala en la rampa de despegue de
una nueva y exitosa carrera, para que los nuevos guionistas tengan
suficiente espacio para la creación nuevas historias. Kevin Smith,
probablemente guiado por la directiva editorial, asume técnicas
propias de un renacimiento, orientadas al rescate, la reapertura
de caminos que quedaron cegados, y la apertura de otros nuevos,
permitiendo a la editorial mantener esta rentable franquicia,
máxime cuando se está estrenando un prestigioso volumen II.
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