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SOBREVIVENCIA DE LA HISTORIETA ARGENTINA 1992 - 2002 (parte 2), artículo por Diego Agrimbau    [ ver parte primera del artículo ]


Tercera Parte: la Nueva Historieta Argentina

Más allá de las metas de sus organizadores, ya desde su primera edición en 1996 Fantabaires se erigiría como un punto de encuentro obligado para gran parte de los lectores y creadores de historietas de Argentina. Fue justamente en sus pasillos donde comenzaron a conocerse los nuevos autoeditores y fanzineros que se habían formado lentamente durante toda el primer tramo de la década.

El boom de los fanzines de 1997 y 1998:

Entre 1997 y 1998 cientos de revistas independientes y fanzines surgían en todo el país. En el concierto Morón Suburbio, de Ángel Mosquitode razones, son tal vez las más destacables los bajos costos de imprenta a los que se podía acceder gracias a la convertibilidad, la llegada de las nuevas tecnologías al público en general, el uso ilegal de software tomado como una práctica completamente habitual y la ya mentada desaparición de una industria editorial formal. Todo tipo de revistas y fanzines, con todo tipo de ambiciones y objetivos aparecían en las comiquerías, en los eventos, en la feria de libros del Parque Rivadavia. La multitud de fanzineros [fanzinistas] estaba compuesta por jóvenes historietistas entre los que podían encontrarse principiantes, hasta autores que estaban muy cerca de cierta consolidación. Fue en 1997 cuando se produjo la primer tanda de aquel boom de los independientes (Andrés Accorsi la bautizó en su momento como “La Primavera de los Fanzines”). Pero no fue hasta 1998 cuando el “Boom Fanzinero” llegaría a su cúspide. Fanzines que ya contaban con cierta trayectoria encontraron su máxima dimensión. Tal fue el caso de Catzole, que ya superando la decena de números, gozaba de una muy buena recepción entre el público. Otro de los fanzines que obtuvo la inmediata aprobación fue Morón Suburbio, enteramente realizada por Angel Mosquito, un autor que pronto se convirtió en uno de los principales referentes del under argentino. A estas dos publicaciones les seguían una enorme cantidad de títulos que llegaron a obtener cierto grado de reconocimiento: Falsa Modestia, Océano y Chaquito, Pluma Negra, Chelza!, La Métafora, Cámulus, La Quimera, Alas, Kapop, y muchos otros. Por otra parte, también surgían otros proyectos con objetivos más ambiciosos, los que desde su plan editorial se planteaban la llegada a un público masivo a través de la venta en los circuitos de distribución comercial en kioscos. La mayoría de estos proyectos, si bien más pretenciosos desde lo editorial, no contenían demasiadas diferencias en su calidad artística con sus pares de ambiciones editoriales más modestas. Revistas como Oxido de Fierro, Buitre, Qajas o Arkanov llegaron a los quioscos con mayores pretensiones, pero no lograrían extender su continuidad por más de dos o tres ediciones. El resultado fue que al poco tiempo de darse al ruedo profesional, sus editores terminaban buscando compartir los espacios abiertos por sus compañeros fanzinistas, que con menos ambiciones, habían podido lograr un posicionamiento más firme y legítimo.

Simultáneamente, en las provincias del interior del país se producían fenómenos similares. En Córdoba surgían revistas de gran calidad artística y editorial como Aspid, Elvisman, El Hombre Sopapa (revista hecha enteramente en tela) o Guacho. Es en esta provincia donde un grupo de historietistas forman la primera editorial cooperativa: Llanto de Mudo. Son ellos los que llevan adelante una idea que luego sería emulada por otros grupos: la conformación de una editorial independiente desde la cual producir diferentes publicaciones. Por otra parte, otra gran legión de historietistas amateurs daba señales de actividad en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Algunas de las publicaciones rosarinas eran Cossanostra, Rrruido, Cogazomics, Asfalto Caliente y Dopple Charasca. Era una cuestión de tiempo que los creadores de estas publicaciones comenzaran a confluir para comprobar que compartían las mismas necesidades y, muchas veces, los mismos objetivos.

Hacha:

Un grupo de profesionales, viendo que las posibilidades de publicar en su propio país se hacían cada vez más escuetas, comenzaron la realización de un proyecto mediante el cual podían ver editados los trabajos realizados para otras latitudes. Hacha era el nombre de la revista llevada adelante por Gustavo Schimpp, Enrique Alcatena, Horacio Lalia y Luis García Duran. En su media docena de números editados cada profesional pudo desarrollar sus propias series y también lograron darle entrada a nuevos historietistas como Fernando Calvi y Jok.

La Asociación de Historietistas Independientes:

Es en este contexto signado por la fertilidad y el desorden, que a mediados de 1998 surge una iniciativa entre un grupo de fanzinistas de crear una Asociación que agrupase a todos los productores de revistas y fanzines independientes del país. Así fue como surgió la Asociación de Historietistas Independientes (AHI). El objetivo que se planteó en el corto plazo fue el de armar el propio evento, el cual estaría dedicado en forma total a las publicaciones independientes. Las reuniones de la AHÍ se realizaban los sábados por la tarde en un local de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), una organización sindical que se había desprendido de la Central General de los Trabajadores (CGT). Fue en agosto de ese año que la AHÍ abrió sus puertas para recibir al público en lo que fue la primera edición del evento Historieta Bajo Tierra. En esa ocasión fueron más de 600 personas las que se acercaron, incluyendo a historietistas profesionales como Solano López, Enrique Alcatena, Ariel Olivetti, Luis García Durán, Eugenio Zoppi, Gustavo Schimpp Horacio Lalia, entre otros. Pasada la algarabía inicial, las desinteligencias internas dentro de la Asociación comenzaron a hacerse cada vez más evidentes. Con el correr de los meses, la AHÍ comenzaría a dividirse en dos grupos: los que propugnaban por mantener la total independencia; y los que insistían en que todas las publicaciones pertenecientes al AHÍ deberían ajustarse a una política común (un mismo formato, un mismo sistema de distribución, una tabla de precios única, etcétera). Este último grupo estaba constituido por los que por entonces eran las autoridades democráticamente elegidas. La diferencia interna tan comprensible como insalvable, tuvo como consecuencia que el grupo que ejercía la organización general, comenzara a elaborar su propio proyecto editorial. Llegada esta instancia, la AHÍ había extendido sus filiales a las provincias de Rosario, Córdoba y San Juan. Cada filial podía organizarse internamente en forma autónoma para plantear sus actividades y organizar sus propios eventos.

El grupo elegido para ser las autoridades de la filial de Buenos Aires, conducido por Cristian Mallea (presidente) y Angel Mosquito (vicepresidente) al ver que su proyecto de consolidación nunca podría haber sido llevado a cabo en la generalidad de la AHI, decidió hacerlo entre los que se habían mostrado de acuerdo. Así fue como se inició un trabajo en grupo que meses más tarde daría por resultado la creación de la editorial independiente La Productora. Llegado el final de 1999, las revistas que formaron La Productora (Pluma Negra, Morón Suburbio, Buitre, Arkanov y La Metáfora, entre otras) abandonarían la Asociación para dedicarse enteramente al trabajo en la editorial. Con el correr del tiempo, casi todas las filiales del AHÍ se verían disueltas. Sólo una se prolongaría en el tiempo hasta la actualidad: La AHÍ Rosario. Este colectivo de trabajo es el responsable en conjunto a la comiquería Milenario Comics de llevar a cabo cada año el evento Leyendas, el cual si bien repite el criterio de Comics-Ciencia Ficción-Fantasía de Fantabaires, es también el evento de mayor tradición e importancia para la historieta independiente argentina.

Los otros independientes:

La AHÍ llegó a nuclear a gran parte de los historietistas independientes de aquel entonces, aunque no a todos. Entre los que nunca llegaron a formar parte de la AHÍ se destacan los integrantes de El Tripero, la revista SuéltemeSuélteme! y la Comuna del Lápiz Japonés. El Tripero era una revista de formato antológico creado por los ex alumnos de Alberto Breccia a principios de la década. En los trabajos iniciales de sus integrantes puede notarse una gran influencia de su maestro tanto a nivel estético como conceptual, influencia que con el correr de las ediciones se esfumaría para dar lugar a sus voces originales. Suélteme era una revista compuesta por varios de los autores más notorios del Subtemento Oxido de la revista Fierro. Por su parte, El Lápiz Japonés era en sí mismo un experimento gráfico inspirado parcialmente en la revista Raw, de Art Spiegelman, que tuvo varios y diferentes formatos en los cuales se desplegaron los trabajos de más de setenta artistas de la historieta. La organización se centraba en las figuras de autores como Sergio Langer, Sergio Kern, Elenio Pico y Diego Bianchi. Los tres grupos realizaron varias muestras conjuntas, y representaban de alguna manera, a la faceta de la historieta independiente más ligada a la institucionalidad artística.

Solamente en la AHI llegaron a contabilizarse más de 100 títulos diferentes, cada uno con varios números en su haber (Coma 4, Rebelión 21, Marita, El Lince, Pin 8, La Bestia, Neurosis de Angustia y decenas más). A estos se debería sumar otros cientos que encontraron otros cauces. La mera mención de cada una de estas revistas, aunque pertinente, supera largamente las posibilidades y las pretensiones de este artículo. Queda la tarea pendiente para otra ocasión y para otro cronista.

Los comic books argentinos:

Al mismo tiempo en que surge el “Boom de los Fanzines”, también aparece una serie de comic books argentinos, imitando en más de un aspecto a la forma usual de publicación norteamericana. Es así como surgen una serie de personajes que sin llegar a ser superhéroes, se aproximan a este género por las estructuras de sus historias y la construcción de un universo alrededor de uno o más personajes míticos y poderosos. Algunas de las revistas que surgen a partir de esta premisa son Animal Urbano Animal Urbano(que comienza tempranamente hacia 1994), Virus, El Laucha y Mitofauno. De los tres ejemplos Animal Urbano es la que conseguiría una mayor proyección en el tiempo, superando la veintena de números. Por otra parte, también podían encontrarse las revistas que directamente emulaban a los superhéroes norteamericanos en cuanto a estructura y apariencia pero que situaban a sus historias en Argentina. Tal era el caso de El Ojo Blindado y El Caballero Rojo, revistas editadas respectivamente por Comic Press y Comiqueando Press. El Caballero Rojo fue la que lograría la mayor duración, superando la decena de números publicados. Comiqueando Press, además del Caballero Rojo, realizó varias otras ediciones esporádicas de material de artistas argentinos como Makabre (de Alcatena y Alan Grant), Vórtice (antología), y Falsalarma (antología personal de Gustavo Sala), entre otras. 

Las nuevas versiones de El Eternauta:

La obra más emblemática de la historieta argentina, después de la primera versión tuvo varias sucedáneas (las dos primeras fueron escritas por el mismo Oesterheld) que nunca pudieron acercarse al nivel alcanzado por el original. En los noventa tuvieron lugar otros dos intentos. El primero fue llevado a cabo por el que fuera su dibujante, Solano Lopez, y contó con los guiones de Pol, el ayudante del gran maestro. Este nuevo libro de El Eternauta se llamó El Mundo Arrepentido y fue editado por El Club del Comic. Por otra parte, la editorial Comic Press, encaró una nueva versión de El Eternauta editada a modo de revista serial, esta vez con guiones de Ricardo Barreiro primero y Pablo Muñoz después, y dibujos de Walther Taborda. Esta última versión intentó asemejarse a los comic books americanos tanto por su propuesta artística como por su formato editorial. Como muchas otras veces, luego de los primeros números, el proyecto fue discontinuado.

4 Segundos:

Ya en los finales de la década, surgió una nueva revista que sobresalía por su calidad: 4 Segundos (de Alejo García Valdearena y Feliciano García Zechin). Esta revista salió a la calle contando con un pequeño formato (13,5 x 20), un criterio que pronto sería adoptado por muchas otras publicaciones. Era enteramente a color y contaba con treinta y dos páginas. Las historias de 4 Segundos recreaban las estructuras de los guiones de las mejores sit-coms norteamericanas, pero adaptadas a la idiosincrasia y las costumbres de la clase media argentina. Los enredos hábilmente tejidos por Alejo García Valdearena fueron la clave para que 4 Segundos se diferenciara definitivamente del resto. Para quien la hubiera leído en su momento, 4 Segundos tenía casi todo lo que se hubiera necesitado para ser un éxito. Pero evidentemente algo faltó, porque luego de editar su séptimo número, sus creadores debieron suspender la continuidad.

El Manga:

En el último tercio de la década, el manga se fue posicionando como la estrella comercial, desplazando paulatinamente a los superhéroes. Tanto las comiquerías como los kioscos callejeros, se pueblan de ediciones españolas y argentinas de mangas de todo tipo, continuando tardíamente la tendencia mundial. En este sentido, es destacable el trabajo realizado por la Editorial Ivrea, la cual inicia su actividad con la revista de información Lazer, publicación que mezclaba la información sobre ánime y manga con notas sobre diversos temas. Ivrea, impulsada por el éxito de Lazer (que alcanzaría a imprimir más de cuarenta mil ejemplares), continuaría su trabajo editando mangas como Ranma ½, Evangelion y otros títulos. También haría sus apuestas hacia la historieta nacional, siendo sus primeras intentonas: Convergencia (de Leandro Oberto y Pier Brito) y luego Área (de Alejo Valdearena y Pier Brito), sin que ninguno de los dos proyectos lograra posicionarse más allá de sus primeras ediciones. Casi al final de la década, Ivrea lanzó su más importante apuesta a la historieta nacional: la revista de antología ULTRA. Esta revista contenía tres historias de veinticuatro páginas: Anita, Convergencia y una reedición de 4 Segundos. ULTRA fue el emprendimiento más ambicioso dedicado al nuevo cómic argentino, ya que contaba con más de noventa y seis páginas a todo color y costaba casi lo mismo que cualquier otra revista o fanzine. La calidad de sus historias era desigual, pero en conjunto podía considerarse una revista de gran calidad. A pesar de la gran apuesta y de contar con el respaldo de una editorial comercial, ULTRA tampoco pudo superar los tres números iniciales.

Una nueva generación de historietistas argentinos:Grajal, editado por La productora

A esta altura, luego de todas estas experiencias, ya se podía establecer un balance: por un lado, nunca pudo recuperarse la salud del mercado del comic argentino, pero por otro, ya se podía hablar de una nueva generación de historietistas de una gran calidad. Alguno de ellos son Juan Bobillo, Alejo Valdearena, Feliciano García Zecchin, Salvador Sanz, Manuel Gutiérrez, Angel Mosquito, Gustavo Sala, Dante Ginevra, Edu Molina, Pier Brito, Javier Ramírez, entre otros.

Cuarta parte: la Actualidad

El fin de una etapa:

Con la llegada del año 2000, el panorama de la historieta argentina ya no era el mismo que a mediados de la década pasada. Por un lado, muchos de los fenómenos que se dieron en los años anteriores perecieron definitivamente. Tal fue el caso de Fantabaires, del dominio comercial de El Club del Comic, de la Asociación de Historietistas Independientes en el ámbito nacional y de una gran parte de las los productores independientes surgidos en el “Boom de los Fanzines”. En este año también hace su último intento por pervivir, una de las editoriales de historieta de mayor trayectoria del mundo: Editorial Columba. Luego de más de ochenta años, Columba llegaba a su fin luego de un fallido intento por remozar sus series más emblemáticas.

El resurgimiento abortado:

Estas caídas eran acompañadas por la saludable supervivencia de otros proyectos. Muchos editores, gracias a su perseverancia y a saber adaptarse a los tiempos, habían podido encontrar una fórmula editorial que les permitía subsistir en forma casi profesional: revistas pequeñas, tiradas medias, edición cuidada y distribución comercial en kioscos. De repente, casi sin que nadie lo advirtiera, los kioscos contaban con una nueva sección totalmente integrada por revistas de historietas publicadas por pequeñas editoriales independientes. Algunas eran las sobrevivientes de la década pasada, otros eran nuevos proyectos. Entre otros títulos, se podían encontrar series como Mikilo, Animal Urbano, Bulgan Bator, Asesino 55, Babe Tool y El Laucha (las cuatro últimas editadas por la editorial Mutant Generation); y también revistas unitarias como: La Mueca de Dios, PerfectoPerfecto, El Destino Invisible o Ecos y Tinieblas (las últimas tres, editadas por La Productora).

De todas estas revistas, algunas habían logrado perfeccionar una forma de comercialización que si bien no daba excepcionales ganancias, al menos garantizaban la continuidad en el tiempo, gracias a que los costos podían cubrirse en un mediano plazo. Algunas certezas ya eran evidentes: una, el público que seguía las revistas independientes argentinas no sumaban más de mil personas; dos, todos los medios de venta eran válidos con tal de llegar a los lectores; tres, la historieta todavía tenía chances de ser rentable.

Finalmente, el sinceramiento del mercado había permitido que los nuevos editores dimensionaran su negocio de forma tal que lograba durar en el tiempo.

Pero aunque las conclusiones eran acertadas, y cuando parecía que la situación comenzaba a mejorar, la crisis económica hundió al país hasta profundidades a las que nunca había llegado. Con la caída de la convertibilidad en diciembre de 2001 el peso dejó de equipararse al dólar y se borró “de un plumazo” a la mayoría de los editores independientes que habían luchado durante años por mantener su lugar. La joven sección de cómics que se había afianzado en los kioscos desapareció del mismo modo en que llegó, sin armar alboroto, silenciosamente.

La Productora:

En la actualidad, quedan muy pocos editores independientes en actividad. Uno de ellos es La Productora, que ha llevado a cabo una de las tareas editoriales más importantes de la historia reciente. Hasta ahora ha editado siete revistas unitarias: Morón Suburbio (de Angel Mosquito), RoadComic RoadComic(guión de Cristian Mallea y dibujos de Carlos Aon), Grájal (Dante Ginevra), Ecos y Tinieblas (guión de Jok y dibujos de José Mazzone y Jok), Villa Tesei (Angel Mosquito), Perfecto (guión de Jok y dibujos de Dante Ginevra), El Destino Invisible (Gervasio); y dos números de su revista antológica temática Nestor Cómic: “Decadencia” (A.A.V.V) y Puerto Kapruccia (Guiones de Diego Agrimbau y dibujos de Cristian Mallea, Dante Ginevra y Jok). A principios de este año los integrantes de este sello editorial han realizado para la editorial española Undercomic el libro Carne Argentina sobre los sucesos ocurridos en diciembre de 2001.

La Productora es hoy en día, el único sello editor que está llevando nuevas revistas de historietas a los kioscos. Desde el inicio de la historia de la historieta argentina nunca hubo períodos en que cesara por completo la producción nacional de revistas de historietas destinadas a los kioscos. Pero hoy, se está al borde de que la historieta argentina desaparezca de su canal de distribución tradicional en forma indefinida. Algo que podría verse con justicia como un sinceramiento final, pero también como un signo de un futuro aún menos promisorio.

A modo de breve conclusión:

Algo tienen en común El Eternauta, la revista Fierro, los cientos de historietistas argentinos que buscan trabajo en el exterior y los pocos editores independientes que siguen en actividad en su propio país: la supervivencia.

No es la primera vez que en Argentina todo parece terminar. Sin embargo, siempre algo sobrevive para que el ciclo vuelva a consumarse. Al parecer, según dicta la historia, nunca queda más opción que continuar.


[ © 2002 Diego Agrimbau, para Tebeosfera 021005 ]