Háblame de
Maremágnum. Para algunos es una joya de la historieta.
Bah, no hay para
tanto. Bueno, por lo menos en lo que se refiere a los dibujos,
porque los guiones de Miguel Ángel sí que eran buenos. Además, no
creo que lo haya leído mucha gente. Cuándo Trinca lo sacó
no hicieron una tirada muy grande, y además lo de Trinca,
que estaba hecha por gente de derechas, era cara y estaba mal
distribuida. Aunque era una buena revista, no creo que fuese muy
leída.
Hombre, yo creo
que sí. Alguien la debía leer.
Es que aquí no
había dinero para comprar tebeos. Cuando yo era chico, nunca pude
comprarme un tebeo. Lo único que podía comprarme era lo de
Diego Valor... Eran los pijos que tenían pelas los únicos que
se podían permitir comprar cómics. Bueno, y los infantiles también
eran populares, pero en casa no comprábamos. Lo que mi padre sí
que compraba cada semana era La Codorniz. Uno de mis
grandes hallazgos fue descubrir la Hemeroteca Nacional, que además
estaba cerca de mi casa, y allí me hinché de leer todas la
revistas y tebeos y cómics del mundo... ¡Y lo que disfruté!
Pues ahora que
sacas el tema de los tebeos que leías, háblame de tus influencias.
¿Qué autores crees que te han influido y cómo se ha formado ese
estilo tan particular tuyo?
¡Bueeeenooo! Ya
te he dicho antes que los que nos volvían locos eran los
americanos. Sobre todo Mort Drucker y Jack Davis. Pero también me
impresionó, por ejemplo Tintín, que tiene un tratamiento muy
tridimensional, muy cinematográfico. Claro, eso ahora con el
ordenador es muy fácil, con un programa de 3D... Aquí me debe
influir lo de Arquitectura. Además yo siempre he tenido muy en
cuenta la perspectiva, las proporciones. Y quiero ser muy realista
pero a nivel de detalles. Los americanos son muy detallistas en
todo. Y como no domino el dibujo académico y realista, no como
Adolfo Usero, que es un monstruo, que dibuja lo que le da la gana.
Pues yo tiro hacia una deformación un poco humorística. Y lo de
incluir caricaturas, también te tira hacia el humor. Pero lo que
nos gustaba de verdad era experimentar. Probar perspectivas,
enfoques, tramas, pruebas en cada página. Siempre con la inquietud
de ver como resolver ese detalle o ese plano.
Si una cosa
salta a la vista, es el detallismo con que trabajas cada viñeta y
cada dibujo.
Eso no es nada
más que paciencia. Y un poco de complejo, porque como pagan bien y
además por una cosa que me gusta hacer, como dibujar, pues no soy
capaz de hacer un dibujo de cinco minutos, y empecé a complicar el
dibujo, y a documentarme, y me ha acabao gustando.
Si algo se nota
es que disfrutas dibujando.
Claro que me
divierto dibujando, pero es que tampoco tengo más remedio. Lo
mejor que uno puede hacer es pasárselo bien con lo que haga. Yo me
lo paso pipa dibujando, y escribiendo, y tomando un gin tonic
y haciendo lo que sea.
Por eso las
viñetas de Ventura & Nieto rezuman vitalidad y dinamismo...
Pues no se. Pero
lo de los dibujos no es más que para compensar. Mi dibujo siempre
ha sido un poco acartonado, y cuando ya me estaba dejando más
suelto, entonces me metí a trabajar en dibujos animados, con lo
que perdí mucha libertad de dibujo. Porque, claro, no te puedes
salir ni un pelo de las proporciones. En animación el personaje
debe ser corpóreo, o si no en la pantalla la gente no se lo cree.
Bueno, eso era antes, porque ahora hay ese que enseña el culo...
El Shin Chan.
Sí, ese, que es
un garabato. Por suerte ahora la gente tiene el coco más preparado
para la imagen y lo entienden. Pero si eso sale hace diez años no
lo hubiese entendido nadie. ¡Los ojos tenían que estar dentro de
la cara!
Haré como que no
lo sé y que no he visto ese pasillo que tienes, en el que no se ve
la pared porque está forrado con cintas de vídeo, y te preguntaré:
Ya que sacas el tema, en tus páginas se nota un poco la influencia
del cine, ¿qué hay del carácter cinematográfico que das a tus
viñetas?
Claro que me
gusta el cine, y claro que se debe notar en las viñetas. Es que
sobre todo me gusta que las cosas sean verosímiles. Cuándo Miguel
Ángel y yo experimentábamos, probábamos de dibujar como si la
viñeta estuviese tomada por una cámara, y por ejemplo enfocábamos
el personaje principal y desenfocábamos el fondo, y en la
siguiente viñeta desenfocábamos al personaje y enfocábamos el
fondo... ¡Vaya gilipollez! Pero nos encantaba. Y es que a Miguel
Ángel también le iba esto. Y me da rabia cuando debo trabajar con
guionistas que no tienen esta visión cinematográfica, porque sale
una historieta lineal, aburrida, plana... Mira, cuando hice el
story board para El Caballero del Dragón me di cuenta
que un dibujante de historietas no es más que un cineasta pobre.
Hay cómics porque un lápiz es más barato que una cámara de cine,
¡¿porqué si no?!
O sea que te
hubiese gustado ser director de cine.
¡A mi me gusta
todo! Ya te lo he dicho antes: el cine, dibujar, escribir...
Venga, que hable
el Enrique Ventura escritor.
Me lo paso pipa.
Y es muy absorbente, por lo que ahora con la viñeta diaria en
La Vanguardia y las páginas del Groucho y tal, es que no puedo
hacerlo. Para dibujar te tienes que meter ante la mesa de dibujo,
pero escribir puedes hacerlo las 24 horas del día. Y si no estás
garabateando un papel, le estás dando vueltas a la historia en la
mollera. Y es muy diferente meterte en una
historieta, en un álbum -no digamos ya en una historieta de dos
páginas o un chiste- que en una novela de verdad. Y lo siento,
pero creo que con una historieta no puedes conseguir la misma
profundidad que con una novela. Ojo, que hablo de profundidad, no
de calidad. Pero es que con el dibujo no puedes hablar de la vida
interior, y en una novela sí, te puedes entretener durante páginas
en un detalle ínfimo. En historieta todo es vida exterior, muchas
veces superficial. En una narración puedes lograr una riqueza de
lenguaje, de emociones, incluso por minimalista que sea. Pero es
más trabajoso. Tienes que encajar muchas piezas.
Seguro que
tienes algo en el tintero.
Huy, un montón
de cosas. Tengo una novela a medio escribir, y un tocho de
parodias de descubrimientos científicos, y unas conversaciones con
Verónica y... Pero ahora no puedo escribir. Mientras haga el
chiste diario ni me lo planteo. Porque si escribes tienes que
estar al cien por cien, o si no no lo disfrutas. Y me lo pasé tan
bien con mi primera novela (bueno, y con la segunda y con la
tercera...), que si escribo quiero enterarme y disfrutarlo, no
hacerlo porque sí.
¿Y como es que
te dedicas a la literatura juvenil?
Es que es un
gran género olvidado. En una época en que Miguel Ángel estaba
flojo de trabajo, Andreu Martín nos propuso escribir novelas
juveniles para Anaya (a mí también). Yo al principio le dije que
nanai, pero ese verano se me ocurrió un argumento y empecé
a darle vueltas y salió Cuatro gatos...
Y entonces
resulta que tú también eres un gran narrador.
Tanto tiempo con
Miguel Ángel, algo se me debió pegar. Porque Miguel Ángel era un
gran guionista incomprendido. La lástima es que nuestras obras
tienen un gran guión, pero en cuanto a dibujo no tienen mucho
mérito.
Aquí me ya me
permitirás discrepar. Yo creo que tú eres un dibujante
extraordinario.
Huy, que va.
Cuando me releo (porque en el momento de hacer las cosas, muchas
veces no te das cuenta), veo cosas mías de hace años que, salvo
algunas veces, pienso «¿Pero como has publicado esto?». Porque veo
que hay gente impecable, que miras dibujos suyos de ahora y de
hace treinta años y son perfectos, y yo no soy impecable, ni mucho
menos. Incluso te diré que me gustan más algunos de mis dibujos
más antiguos, que creo que estoy perdiendo gracia, que no
experimento... yo no me veo en las primeras dilas de los que saben
dibujar de verdad.
A ver, dime
alguno de esos dibujos que se salvan de que pienses «¿Pero como he
publicado esto?».
Pues no sé. A
veces un personaje de un chiste, a veces una secuencia de dos o
tres viñetas que veo bien planteadas, o algunos de los dibujos que
he hecho gratis o por compromiso, o unos dibujos que hice en unas
cartas de amor... ¡Nunca voy a volver a dibujar como en esas
cartas!
Pero a nivel de
historieta, casi nunca coinciden los mejores guiones de Miguel
Ángel con mis mejores dibujos. ¡Y eso que él hacia muchos guiones
muy buenos! Por ejemplo una cosa que se llamaba “Primera sonrisa,
segunda sonrisa...” que hicimos en Rambla, tenía un guión
genial. De lo más bonito y poético de Miguel Ángel. Que me guste
el dibujo, pues por ejemplo las parodias que hacíamos de
historietas de grandes dibujantes: Hugo Pratt, Moebius, Corben...
lo encuentro divertido y resultón...
Es que tú dirás
lo que quieras, pero a mi me pareces un gran dibujante. En estas
mismas historietas, o en muchas otras, te sacas de la manga los
recursos más variopintos para hacer efectos deslumbrantes en las
viñetas. Eres capaz de utilizar lápices de colores, rotuladores,
lápiz de labios o lo que sea, y sacarle el máximo partido...
Es que yo no he
ido nunca a una escuela de dibujo. Me tengo que inventar mis
técnicas. Muchas cosas son pruebas, y algunas funcionan y otras
no. Lo máximo que hice fue, mientras cursaba arquitectura, ir una
temporada a Artes y Oficios, pero para sacarme una especie de
título para poder dar clases de dibujo. Es que yo fui a un cole
muy bueno, que tenía que ver con la Asociación Libre de Enseñanza.
Era un cole muy raro, porque era laico y mixto. Creo que en todo
Madrid solo había otro que fuera mixto. Ese cole me favoreció
mucho, me marcó. Allí no había que rezar ni levantar la mano. Y me
gustó tanto que cuando terminé me dio mucha pena y pedí a la
directora si podía hacer allí de profesor de dibujo, y me dijo que
sí. Con los críos me lo pasé pipa. Yo quería conseguir no que
aprendiesen a dibujar, sino que les apetezca. Bueno, y estaban
encantados. Ellos, ¡y yo! Al final de curso hicieron una
exposición, y los padres me decían «Esto no lo ha hecho mi hijo,
lo ha dibujado usted«. Aquí vi clarísimo que no se nace sabiendo
dibujar, sino que si uno le pone un poco de empeño y un poco de
interés, puede llegar a hacer grandes cosas... ¿Esto a qué viene?
Ah sí, que para hacer clase allí necesitaba el título ese de Artes
y Oficios, y esa ha sido mi única formación académica. Pero con un
profe que pasaba de todo, porque una vez nos pidió que dibujáramos
un no-se-qué, yo lo hice, y cuando lo vio, me dijo «¡A ti no te
hace falta venir aquí!». Y no me dijo nada más en todo el curso.
Sí bueno, pero
yo quería que me hables de tu técnica, de tu estilo.
Pues yo que sé.
Como no he ido a ningún sitio a aprender a dibujar, me he leído
algunos libros y otras cosa pues me las he inventado yo y me apaño
con lo que hay. Es que me gusta mucho, muchísimo experimentar. Mi
padre, una vez me dijo: «Enrique, hijo, qué bueno eres para todo
lo que no sirve para nada». Viniendo de él, era un piropo cojonudo.
Vale, y tu que
has hecho publicidad, historietas, chistes, cine, dibujos
animados, ilustración, literatura... ¿con qué disciplina te
encuentras más cómodo?
Pues no quiero
fastidiarte, pero con lo que más cómodo me encuentro es haciendo
música. Es mi vicio secreto. ¡Y eso que no tengo ni idea! Me
hubiese gustado saber tocar bien la guitarra y el piano, pero
nada, como soy autodidacta, hago lo que puedo. Y con un teclado y
el ordenador hago virguerías. Tampoco es que sepa yo nada de
solfeo... Incluso cuando escribí mi primer libro, me compuse la
banda sonora del libro. Estuvo a punto de publicarse el libro con
una casete, pero entre que me daba vergüenza, porque no soy un
profesional de la música, y que no estaba del todo terminada, y el
libro debía cumplir un calendario, pues al final salió el libro
sin música. Pero eso sí, tengo mogollón de cintas con
experimentos, desde rock a música sinfónica. Claro, con el
ordenador es tan fácil.
Pues ahora
podemos afirmar sin ninguna duda que eres un verdadero hombre
orquesta.
Ya te lo he
dicho, me gusta todo, y siempre me lo paso bien. No tengo ni un
segundo libre, ¡ni lo quiero! Tanto por hacer, tanto por
descubrir. No es que haga cosas trascendentales. Es más, la
mayoría de cosas que hago son más bien inútiles. ¡Pero me divierto
tanto! |