Desde el año 1992,
octubre ha sido declarado por La Academia de Humor como en el mes
humorístico por excelencia porque este es el mes en que la academia
celebra la entrada del nuevo curso escolar con el ánimo más optimista
posible.
Este también es el mes
en el que la Academia celebra su gala anual donde convoca a todo tipo de
personalidades artísticas, culturales, científicas y populares para
durante el transcurso de la misma conceder sus premios a las
personalidades que a juicio de los académicos lo merecen por su especial
talante optimista durante el anterior curso escolar.
Así, destacan entre
sus premios la Medalla de la Baronesa Alberta, los Premios Príncipe de
Dinamarca, el Premio Enrique Laborde Legión de Humor, El Pepe de Barro,
La Medalla de las Birrias Artes y las distinciones de legionarios del
humor herencia de la “Legión de Humor”, su predecesora en estas lides,
además de alguna distinción que en este momento se nos puede quedar en
el tintero.
La Academia de Humor
es un grupo entusiasta que lucha a favor del humorismo avanzado, hacen
la guerrilla contra lo que se denomina la “generación de los
malhumorados” instalados en el poder y en los medios de comunicación más
importantes todo ello bajo la presidencia de Pgarcía que a parte de ser
un gran escritor del humor y del humorismo al nivel de los Pitigrilli ó
Jardiel, es un presidente dinámico con una iniciativa organizativa fuera
de lo común que ha impregnado a la academia de su talante irónico lleno
de crítica positiva, haciendo de esta una institución optimista y a la
vez reflexiva.
Pero la historia se
remonta allá al año 1953, porque la Academia es la sucesora de la vieja
“Legión de Humor”(castigat rindendo mores) y la creación de esta
última por el insigne Enrique Laborde.
Este quiso fundar en
nuestro país La Academia de Humor homóloga a la de nuestro vecino,
Francia, que ya disfrutaba de su Academia. Por ello se puso en contacto
con su secretario a la sazón Valentin Carault. Laborde se propuso seguir
sus pasos de la Academia francesa y empezó a realizar las gestiones
oportunas ante las autoridades oficiales pero se le denegó el permiso
porque la palabra “academia” sólo podía utilizarse por corporaciones de
reconocido prestigio e importancia internacional o entidades que se
dedicaran a la enseñanza.
Tras una serie de
reuniones en las que el principal punto del orden el día era el nombre
legal que debía de adoptar la recién creada “Academia del Humor” a
Laborde se le ocurrió el de “La Legión de Humor”, cosa que no sin pasar
por los diversos rigores consiguió finalmente ser aprobado por la
autoridad competente.
Acompañaron a Laborde
en esta aventura fundacional: Álvaro de Laiglesia, Evaristo Acevedo,
Federico Muelas, Alfredo Marqueríe, Juan Pérez Creus, Antonio de
Obregón, Federico Galindo, Antonio Mingote, Enrique Herreros, Francisco
Vighi, Enrique Durán, José López Rubio, Tono, Alfonso Paso, Chumy Chumez,
Lorenzo Goñi, Rafael Castellano, Jorge Llopis y Rafael Munoa.
Estos cada mes
realizaban comidas en el Restaurante la Cruzada donde después de comer
el pollo con las manos acaban en una sobremesa donde otorgaban medallas
diversas y fajines a quienes nombraban sus legionarios del humor,
condecoraciones que Laborde previamente adquiría en el Rastro.
Uno de sus legionarios
fue Pgarcía un luchador incansable contra el seriecismo en nuestra
sociedad que era integrante de lo que llamaban “Los Comandos del Humor”,
que motorizados se echaban cada semana a la carretera para actuar en
círculos los intelectuales de Alcira, Gandía, Sagunto y Albaida, donde
llenaban teatros y salones en los que interpretaban su revista hablada
con serial radiofónico incluido y que gozaba de un éxito clamoroso en
toda la provincia de Valencia.
Las comidas en La
Cruzada iban gozando cada vez de más popularidad pero también tuvieron
que dejar de organizarlas porque cada vez era mayor el número de
personas que querían asistir a ellas, en las que se llegaron a juntar
hasta quinientas personas y el Restaurante cada vez se les quedaba más
pequeño.
Hasta llegaron a
convocar un premio de novela de humor el “Premio Internacional de Novela
Legión de Humor” con dotación de una peseta como premio que duró cinco
años; el ganador del mismo veía su novela editada por Taurus.
En 1963, la Legión
paralizó su actividad, su fundador tuvo que abandonar España como
corresponsal de ABC en el extranjero. Pero ésta vuelve a renacer
en el año 1992 de la mano de Pgarcía y bajo el nombre de “La Academia de
Humor” (“animus jocandi ,requies moderata dieta”) que retoma el
viejo proyecto de Laborde con la única condición de que los adheridos a
la iniciativa no sean humoristas conflictivos. Son sus fundadores además
del propio Pgarcía, Fandiño y Victor Vadorrey, los escritores Rafael
Castellano, Gonzalo Vivas, Julio Penedo, Bardaxi, los dibujantes
Serafín, Almarza, Madrigal y Miranda, la actriz Conchita Montes, autora
del Damero Maldito, y los políticos: Carlos Robles Piquer, Adolfo
Dorero y Avelina Tojo, a los que hay que añadir como primeras
incorporaciones académicas los nombres de Oscar Pin, Evaristo Acevedo y
Ángel Palomino entre los escritores y Xaquín Marín, Eduardo, Kalikrates,
Ché y Harca, recayendo la Presidencia en Pgarcía y la secretaría en
Avelina Tojo.
Si la vida de “La
Legión de Humor” estuvo inexorablemente unida a la revista de humor
Don José, “La Academia de Humor” lo hace con La Codorniz y
como primera encomienda desde su fundación con la de continuar la labor
de La Codorniz, que por mor de las circunstancias pasó a llamarse
La Golondriz, se trataba para los académicos de recuperar el
espíritu golondricesco a través de La
Golondriz.
Asumiendo ese proyecto
“La Academia de Humor” recién creada tomó a su cargo el trabajo de ser
la continuadora del humorismo avanzado que practicaba La Codorniz,
“la revista más audaz para el lector más inteligente”, semanario
de humor que se publicó más de treinta y siete años y que durante toda
su larga vida, bastante para un semanario de humor en nuestro país,
había creado toda una filosofía de vida heredada esta de los
vanguardistas de los “felices años veinte” y que habían hecho
evolucionar.
Existieron varios
intentos resucitar La Codorniz bajo el nombre de La Golondriz,
se habló con editores como el Conde de Godó, editor de La Vanguardia,
se publicó como separata en Diario 16, y hubo hasta una tirada
nacional de la misma (luego provincial), pero ninguno de aquellas
tentativas llegaron a cuajar, principalmente por razones económicas.
En 1994, la Academia
creó la Biblioteca de La Golondriz, otro viejo sueño que La
Codorniz acariciaba pero que nunca llegó a realizar. Biblioteca en
la que desde entonces hasta hoy ha ido periódicamente publicando libros
relacionados tanto con los humoristas como con el humorismo, ya sea el
humor gráfico ó literario.
Mención aparte merece
su Presidente, Pgarcía, no sólo porque que en este año 2003 cumple sus
más de cincuenta años como columnista humorístico de prensa, sino por
ser un profundo conocedor del género del humorismo y el humor. Es la
persona sobre cuyas espaldas reposa la iniciativa y la organización de
los eventos y proyectos de La Academia de Humor así como es y ha sido
testigo directo protagonista y partícipe muchos de los hechos
humorísticos acaecidos en el último medio siglo en nuestro país.
En 1995, Enrique
Laborde el fundador de La Legión de Humor fue nombrado Presidente
Honorario de La Academia de Humor.
La Academia de Humor
tiene su sede en Pozuelo de Alarcón, aquella ciudad que en su día fue el
territorio bélico donde acontecieron incruentas batallas por ser este el
lugar en el que La Codorniz declaró la guerra a Inglaterra.
La Academia hoy sigue
siendo aún un soplo de aire fresco en esta sociedad cada vez más
seriecista pero la academia no ceja en su lucha sigue siendo y es un
resquicio divertido, crítico y a la vez reflexivo de nuestra sociedad.
Es una lástima que
iniciativas como ésta no se apoyen y difundan mucho más por y entre las
instituciones oficiales.
Resumir en un solo
artículo todas las actividades que hace la Academia y todo lo que es
supone es una labor titánica pero esperemos que este breve esbozo haya
servido al lector para darle una somera idea de lo que es y supone esta
institución.
¡Gloria a la academia!
Fuentes:
Diez
años de Academia de Humor
Enrique Laborde (2003): La Primer Academia de Humor 1953-1963.
Biblioteca La Golondriz: Serie Minor, 43, Madrid
Pgarcía (2003): Bodas de Oro.
Biblioteca La Golondriz: Serie Minor, 42, Madrid
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