LA EDITORIAL FRONTERA
Héctor Germán Oesterheld era ya un argumentista prestigioso, cuando
lanzó sus dos primeras publicaciones de historietas, Hora Cero y
Frontera. Había incursionado un año antes en la edición de los
libros de bolsillo dedicados a Bull Rocket (una de sus creaciones
que continuaría en la revista Misterix de la Editorial Abril) y
al Sargento Kirk.
La primera revista, Hora Cero, nació con una marcada orientación
hacia un nuevo tipo de historieta bélica a la vez que pacifista, aunque
esto parezca una paradoja, y Frontera, como su mismo nombre lo
anunciaba, con argumentos de tema “de frontera”, vaqueros, oeste,
indios, etc.
El principal referente de las historietas de Hora Cero era el
ficto corresponsal de guerra free lance norteamericano Ernie Pike.
Por lo general las historias de Ernie Pike (un nombre que remite al real
corresponsal muerto en el Pacífico, Ernie Pyle) mostraban el factor
personal, en ambos bandos en pugna, dando el mensaje de lo “gris” del
comportamiento humano, donde los “buenos” a veces no lo eran totalmente,
ni los “malos” tampoco lo eran plenamente.
Muchas veces aparecía un costado sentimental que suavizaba los horrores
del conflicto, pero sin quitar la heroicidad de los protagonistas y
tampoco negando sus consideraciones patrióticas. Posteriormente, en una
lectura hecha con mayor interés ideológico / político de la obra de
Oesterheld, interés del cual carecía dicha obra en esta etapa, se han
negado algunas de estas motivaciones, pero el heroísmo y los ideales
patrióticos aparecen en muchas de estas historias del corresponsal
americano. Para comprobarlo, nos basta releer las tituladas “Poilú”, “El
reemplazo” o “La Gloria”, publicadas la primera en el número 7 y las
otras dos en el número 8. Estas no son una excepción, sino solamente una
muestra de lo que era bastante común en los argumentos del Oesterheld de
esos años.
Lo que sí es cierto, y era también una constante de toda la obra de
Oesterheld y de lo publicado en Hora Cero, es la presencia
permanente de la aventura. De la Aventura con mayúscula, con resonancias
en muchos casos de Conrad, Melville, Stevenson y del mismo Hugo Pratt
(también destacado argumentista, posteriormente) el máximo dibujante de
la serie de Pike.
El italiano Hugo Pratt, a la sazón residente en la Argentina, plasmó en
sus dibujos la imagen del corresponsal con las facciones del mismo autor
de los argumentos, visión que respetaron los continuadores de la parte
gráfica de la tira.
Las historias de Héctor Oesterheld, a veces compartidas en la autoría
con su hermano Jorge, dieron una nueva característica al panorama de los
tebeos argentinos, dejándose en parte de lado el modelo norteamericano,
siendo los personajes, aún los más fantasiosos, más humanos y creíbles.
Resultaba muy atractivo para el lector del país de origen reconocer
lugares, circunstancias o actitudes personales propias de su
idiosincrasia nacional. Además, muchas veces campeaba un agudo sentido
del humor, muy cercano a la picardía criolla (en “Hueso Clavado”, en
“Rolo”) y perceptible también aún en alguno de los relatos de Ernie Pike.
Fue el puntal principal de los atractivos argumentos la calidad de los
dibujos y el lenguaje gráfico de los dibujantes contratados por la
Editorial Frontera para ilustrar sus historias. Oesterheld contrató en
la primera etapa de sus publicaciones lo mejor del momento en el
panorama de la historieta argentina, representada por ilustradores
sudamericanos e italianos, como Solano López, Carlos Roume, Alberto
Breccia, Ivo Pavone, Hugo Pratt, Daniel Haupt, Jorge Moliterni y Arturo
del Castillo, entre otros. Cuando en 1959 muchos de estos artistas
dejaron de dibujar para Frontera tentados por mejores ofertas o
simplemente por irse del país, se integró una segunda camada de
dibujantes como Néstor Olivera, Estévez, Carlos Vogt, etc.
No tuvo Hora Cero ni sus ramificaciones, Hora Cero Semanal
y Hora Cero Extra una vida muy prolongada. Tampoco fue efímera,
simplemente no alcanzaron estas publicaciones la longevidad del
Patoruzito de Quinterno o de El Pato Donald de Editorial
Abril que se prolongaron en más de una década. Las publicaciones de la
Editorial Frontera, fundada por los hermanos Oesterheld, desaparecerían
totalmente hacia 1962, ya en plena decadencia, proceso este iniciado
hacia fines de 1959, apenas poco más de dos años desde la publicación
del número 1 de Hora Cero.
LAS REVISTAS
La revista Hora Cero
propiamente dicha, la publicación original, hizo su aparición en el mes
de mayo de 1957 y tenía 68 páginas, incluyendo las tapas y contratapas
en colores y era de aparición mensual, siendo su costo inicial de $
2,50. Todo el resto de la revista estaba impresa en blanco y negro,
siendo característicos en ciertas historietas los medios tonos de
aguada, que tuvieron su máxima expresión en algún magistral trabajo de Pratt (“La fuga”, número 6, “Poilú”, número 7, etc.).
Una característica especial de esta revista fue que la primera
historieta comenzaba con sus títulos y el primer cuadro en la misma
tapa, complementado con una gran ilustración referente a la misma. Esto
duró solamente los dos primeros números, ya que a partir del tercero y
hasta el número 14 quedó limitado al título y a un cuadro mudo alusivo a
la primer historieta, quedando los títulos y el comienzo de la acción a
partir de la página 3.
Durante el resto de la publicación, hasta donde alcanzan los ejemplares
consultados (número 70) la portada mostraba un tema bélico muchas veces
sin vinculación con las historietas publicadas. Gran parte del material
ofrecido era auto conclusivo y contenía una historia completa, aunque a
veces, podía continuarse en el número siguiente como una secuela del
relato anterior. Otras historietas, al fin de cada edición, llevaban el
clásico “continuará”, aunque también configuraban en si una aventura
completa dentro de una saga única (“Rolo”).
Hora Cero
era una revista de pequeño formato de 130 × 195 mm., apaisado,
característica ésta que mantendría hasta el final. En la primera edición
de esta pequeña y gran revista, ya aparecían en sus páginas algunas
historietas memorables de las que daremos solamente una pequeña reseña
informativa: El número 1, de Mayo de 1957, comenzaba con la
correspondiente de “Ernie Pike”, dibujada por Hugo Pratt y constaba de
24 planchas con aproximadamente 6 cuadritos por plancha. Este primer
relato se titula “Francotiradores” y cuenta una historia entre soldados
norteamericanos, partisanos y alemanes, en el frente italiano. Le sigue
“Lucky Piedras”, una de aventuras en los mares patagónicos y del
Pacífico, protagonizada por Cosme Piedras, un cazador de lobos marinos
capitán de una goleta. Está dibujada por Cruz y como autor del argumento
se daba a C. De la Vega (posiblemente H.G. Oesterheld). Se extiende a lo largo de
trece planchas con más de 8 cuadros en cada una y sus aventuras le
llevan hasta Alaska. A continuación, “Rolo, el marciano adoptivo” con
dibujos de Solano López y argumento de C. De la Vega, se desarrollaba en
trece planchas y seis cuadros en cada una y aunque la historia
terminaba, quedaría abierta para su continuación a lo largo de los
siguientes ediciones hasta la entrega número 16. Es una historieta de
ficción científica con un aire muy argentino, porteño y costumbrista y
en la que llega a participar, en su última entrega, el mismo presidente
de la República de entonces, Arturo Frondizi. Cierra esta primera
entrega una historia de guerra de Oesterheld dibujada por Solano López,
titulada “El héroe”, y que no pertenece a la serie de Ernie Pike. En la
contratapa, se anunciaba un concurso que tenía como premio nada menos
que un safari en África: ¡A cazar leones!
A
partir del número 2 pudimos leer “Patria Vieja”, historieta de
Oesterheld con dibujos de Carlos Roume (luego Juan Arancio) y que se
desarrollaba en ambiente rural durante la Guerra de la Independencia y
la Conquista del Desierto, acontecimientos ambos ocurridos en la
Argentina en el siglo XIX. En el número 5 de setiembre de 1957 hizo su
aparición “Hueso Clavado”, un divertido western de Oesterheld,
dibujado por Ivo Pavone, que contaba la historia de un complicado
pueblito del Oeste norteamericano y sus pintorescos habitantes.
La tira “Amapola Negra” apareció en el número 16 y se prolongó hasta el
número 29. Con argumento de H.G.O. y dibujo de Solano López relataba, a
razón de una misión por edición, los vuelos de bombardeo de un B-17
yanqui sobre territorio europeo. La historieta profundiza sobre el
carácter y sentimientos de cada uno de los diez tripulantes de la
aeronave; tiene un tono en general tenso y premonitorio bastante
pesimista. Con las historietas mencionadas, convivían otras menores como
“Capitán Lázaro” y algunas de tema policial, de intriga y aún
costumbrista.
A
partir del número 19, comenzando con el material importado, hallamos una
historieta cómica de piratas “A sangre y Fuego”; otra en el número 30,
esta vez de producción nacional, un remedo jocoso de la estrella de la
revista, “Ernie Paik”, que serviría de distensión a tanto drama guerrero
y humano. Un número antes, en el 29, la revista presentaba a “Buster
Pike”, de Oesterheld y Schiaffino, un reportero civil, hermano del
corresponsal de guerra Ernie, que según sus palabras de presentación, se
dedicaba a «cubrir el crimen individual, pequeño, de almacén de barrio,
mientras mi hermano cubre el organizado a gran escala: la guerra».
Desde el mismo número 2, un abundante “Correo de Lectores”, llamado
posteriormente “El vivac de los lectores”, adquirió una importante
presencia, mes a mes, ya que en algunos casos no solamente publicaba y
respondía las inquietudes de los lectores, sino que además daba amplias
informaciones de interés histórico o referente a armas o circunstancias
bélicas. A esto hay que sumar que a partir del número 13, en algunas
vueltas de las portadas y contraportadas, comenzaron a publicarse
fotografías de escenas de guerra o de armas, tanques, aviones, etc.,
participantes en acciones de combate...
Estas características de la publicación se mantuvieron hasta el número
40 de Agosto de 1960 (último de numeración corrida en nuestro poder),
comenzando poco después la inclusión de material importado, alguno de
origen inglés y excelente calidad (“Battler Britton”), pero alejado de
las características argumentales enunciadas al principio.
HORA CERO SEMANAL
El llamado Suplemento Semanal de Hora Cero fue anunciado
ya en el número 5 de la Hora Cero mensual original y apareció el
día 4 de setiembre de 1957, siendo el más popular y accesible.
Se publicó a lo largo de poco más de dos años, siendo el último número
aparecido el 116, del 18 de noviembre de 1959. Salía los días miércoles
de cada semana y su precio era considerablemente más bajo que el de su
revista de origen, $ 1,50. También era inferior la calidad del papel y
menor el número de páginas, que apenas
alcanzaba a las ocho hojas incluyendo la tapa y la contratapa, con
catorce planchas de tres tiras cada una y unos nueve o diez cuadros de
historietas por carilla. Esto daba un buen tamaño para la visualización
del dibujo y una reproducción gráfica muy aceptable. La tapa y la
contratapa estaban impresas a tres colores, que variaban cada cuatro
números. Esto se debía seguramente, a que las revistas eran impresas en
tandas mensuales de a cuatro ediciones por vez.
El interior de la publicación iba solamente en blanco y negro. Estas
características se mantuvieron hasta el número 97 del 8 de Julio de
1959, a partir del cual y hasta el último número, las portadas mostraron
en la mayoría de los casos (no en todos) un mayor colorido. Hora
Cero, Suplemento Semanal era exactamente del doble de formato que su
publicación original: en sus dimensiones, 195 × 226 mm., y mantenía la
orientación horizontal.
A
diferencia de Hora Cero, el suplemento semanal no traía
historietas completas en su primera etapa y hasta el número 13. Todas
las publicadas terminaban con el clásico “continuará”, que mantenía en
vilo a todo un país durante una semana ante las alternativas de las
historias largas de “Ernie Pike” (dibujada por Pratt) y el más que
formidable y famoso mundialmente “El Eternauta”, obra magna de Héctor G.
Oesterheld dibujada por Solano López.
El primer número comenzaba en la retiración de la tapa con
“Desencuentro”, una larga historia de Ernie Pike entre tanquistas
ingleses en África del norte durante el cerco de Tobruk. Se estiraba a
lo largo de cinco planchas y los sublimes dibujos del veneciano, ricos
en claroscuros y medios tonos de aguada, ilustraban perfectamente una
muy buena historia de Oesterheld que tendría un dramático final tres
números más adelante.
A
continuación y con el antetítulo “una cita con el futuro” se anunciaba
“El Eternauta”. Esta historia se extendía solamente en tres planchas con
unos treinta cuadros y siempre concluía en una secuencia de suspenso que
mantenía sin altibajos el interés de los lectores de semana en semana,
sosteniéndolo a lo largo de dos años. La historia de Juan Salvo, el
fabricante de baterías que soporta con su familia y amigos una invasión
extraterrestre en Buenos Aires, luego extendida a casi todo el planeta,
y su posterior huída a lo largo del tiempo y el espacio, es
suficientemente conocida y tuvo varias reediciones
posteriores, por lo que no entraremos en mayores detalles. Bástenos
recordar que esta versión, publicada en el suplemento de Hora Cero,
es la primera y hasta donde hemos podido enterarnos, la única completa
de acuerdo al original, sin eliminación de títulos ni cuadros de enlace
al fin de cada entrega.
Luego venía “Randall, the killer”, un extraordinario western con
magníficos dibujos de Arturo del Castillo que se iban superando entrega
tras entrega hasta alcanzar una perfección comparable a la de los
grandes maestros europeos y norteamericanos, pero con una personalidad
propia en su ritmo cinematográfico, evidenciado en formidables
claroscuros y rayados y tramados, propios de un grabador, que adornaban
cada cuadro. Los muy buenos y humanos argumentos de Oesterheld sirvieron
de base a esta verdadera obra maestra del western sudamericano
que se extendería en las ediciones del suplemento hasta el número 61.
En el número 7 se agregó al elenco anterior la historieta de Oesterheld,
dibujada por Carlos Roume “Nahuel Barros”, una tira ambientada en la
época de la Conquista del Desierto (1870) en las pampas argentinas y
cuyo protagonista era un gaucho baqueano, que se movía en la frontera
como un luchador independiente, ayudando a veces a las tropas y
combatiendo a traficantes de alcohol y armas y a los indios que
incursionaban sobre las poblaciones y estancias. Los buenos, pero
estéticamente poco atractivos dibujos de Roume, resolvían eficientemente
la tira que concluyó en el número 24, reapareciendo posteriormente en el
número 61.
Otra de las secciones que contenía esta publicación fue “Los Impactos de
Hora Cero”, una serie de relatos completos, que terminaban en el mismo
número y tenían unas cuatro planchas de extensión, sobre temas de fuerte
golpe, a veces fantásticos, otras de aventuras exóticas, policiales, de
ciencia ficción, del oeste o bélicas. Los argumentos eran de Oesterheld
y los dibujos de Solano López, Ivo Pavone, Roume, Estévez, Cristóbal,
Guibe, Moliterni, Schiaffino, Bertolini y otros y aparecieron a partir
del número 13. En esta serie, en el número 22, podría incluirse aunque
no aparezca así titulada, un extraordinario relato corto de Hugo Pratt,
“Lobo Conrad”, que en solamente cinco planchas desarrolla
una historia
magistral debida a la pluma de Oesterheld.
Llegado en el número 37 hizo su aparición en el suplemento el “Sargento
Kirk”, otra obra maestra de H.G.O., también con dibujos de Hugo Pratt
(luego Moliterni y Porreca, este último más en la línea de Pratt). Esta
extraordinaria historieta había comenzado anteriormente, durante el
trabajo de su autor en la Editorial Abril para la revista Misterix
y también en forma de novelas de bolsillo en 1956, siendo el origen de
la Editorial Frontera.
Kirk era un soldado desertor de la caballería de los Estados Unidos que
posteriormente fue respetado tanto por los indios como por sus ex
camaradas y jefes. Con sus compañeros, el “Corto”, el Dr. Forbes y el
muchachito indio Maha, desarrolla sus aventuras en el oeste, a veces en
el límite de la legalidad e incluso de la civilización, pero sus
historias siempre están impregnadas de un profundo sentido humanitario y
de justicia solidaria hacia blancos e indios.
En ese mismo número 37, también apareció “Cayena”, una historieta con
guión de Oesterheld y buenos dibujos alexraymondianos de Haupt,
cuyo protagonista es un justiciero ex convicto de una prisión francesa
en la Guayana. Las aventuras transcurren en ciudades y pueblos de los
Estados Unidos y posteriormente en el Pacífico. Terminaría sus andanzas
en el número 81, pasando al Hora Cero Extra.
En el número 61, un extensísimo episodio ya desarrollado en varias
aventuras de Ernie Pike, titulado “Lord Crack”, se transformaba en una
tira independiente, continuando con los argumentos de Oesterheld pero
dibujado por Moliterni. Anteriormente, lo había dibujado Bertolini, que
había sustituido a su vez a Pratt en el número 37. Esta historieta es
pura aventura bélica, no exenta de cierto humor y confirma lo que
mencionáramos al comienzo de este artículo sobre la obra de H.G.O. en
esa época.
Ya en la etapa final de la publicación, en el número 86, el suplemento
trajo desde el Hora Cero Extra, una estupenda historieta con
argumentos de H.G.O. y dibujos de Alberto Breccia, “Sherlock Time”, el
extraño y extraterrestre detective del tiempo, con escasas tres planchas
que terminaban en el inevitable “continuará”. La tercera aventura
publicada fue un “larga duración”, prefiguración del muy posterior
Alien, el octavo pasajero, que se desarrolla en la Antártida y que
se extendería hasta el número 104.
También aparecieron en esta época historietas completas, en tres o
cuatro planchas, de diversos géneros que incluyeron la ciencia ficción,
las policiales, historias del oeste y por supuesto, bélicas (algunas
correspondientes al ciclo de Ernie Pike). Sus guiones estaban escritos
por H.G.O. y sus dibujantes fueron varios, algunos consagrados de la
camada anterior y otros de jóvenes artistas que comenzaban a incursionar
en el arte del tebeo con suerte diversa. Entre los dibujantes de estas
historietas encontramos a Repetto, Haupt, Horvath, Schiaffino, Colonnese,
Estévez, Arancio, Vogt, Fahrer, Martínez, Roume, Sesarego, Olivera,
Fernández, Porreca, García, Flores y Horiansky.
Además, en el número 97 del 8 de Julio de 1959, apareció el “Diario de
guerra de un soldado”, folletín con solamente un dibujo alusivo y que
invariablemente comenzaba dando una fecha y la leyenda «En algún lugar
del Pacífico...», que firmaba el soldado Joe Pestillo. Algunos cuadros
de humor individuales, con chistes sobre temas de guerra firmados por
Gorosito y alguna plancha dedicada a información sobre armas o aviones,
aparecieron en estos números finales de la revista.
Luego de la finalización de “El Eternauta” en el número 106, la
publicación apenas sobreviviría diez números más, hasta el número 116,
pues su interés y ventas había decaído notablemente. Algunos personajes
que habían comenzado anteriormente en Hora Cero Extra, volvieron
a esta publicación y otros, continuaron en ésta su aparición luego de la
desaparición del suplemento.
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