Hora Cero Extra
La segunda derivación de la publicación original, hizo su debut en julio
de 1958, con una regularidad bimestral (luego mensual) y salía en
formato vertical, exactamente del doble del tamaño del Hora Cero,
260 × 190 mm. Contaba con 68 páginas incluyendo sus muy buenas y
atractivas portadas a todo color. El precio fue respetable para la
época: $ 6 (moneda nacional).
En la primer página interior aparecía el sumario y un dibujo en tinta
negra y a gran tamaño de un soldado. Este dibujo, así como la portada,
eran fruto de la pluma de Hugo Pratt y el dibujo interior mostraba en el
primer número la figura de un “marine” yanqui, en el segundo, un infante
japonés y en el tercero un infante británico con casco colonial. Esta
característica continuaría hasta el número 28 con otros dibujantes.
El Hora Cero Extra fue la más lograda de las tres publicaciones
si tenemos en cuenta el formato de la revista, su presentación formal y
la calidad de sus historietas, características que mantendría por casi
dos años, no decayendo abruptamente tampoco después de este período.
En el primer número, el sumario detallaba el muy buen contenido del
número publicado que comenzaba con la infaltable y extraordinaria
historia de Ernie Pike, dibujada por Pratt, “Tarawa”, que se extendía en
ocho inolvidables planchas del gran veneciano. Le seguía una doble
página de humor gráfico titulada “La guerra en broma... y en serio”
firmada por el muy eficaz Bayón. Luego, a lo largo de nueve planchas,
otra historia de H.G.O. con dibujos de Solano López titulada “Spitfire”,
que no tenía nada que ver con dicho avión británico, sino que relataba
las aventuras de un niño francés con ese apodo, jefe de una pandilla de
jóvenes resistentes que enfrentaba y vencía a los alemanes ocupantes de
su país.
Luego venía “Deserción”, de H.G.O. con dibujos de Bertolini y que cuenta
una excelente historia de un aviador francés, al final de la llamada la
“Batalla de Francia” en abril-mayo de 1940, con el atractivo de tocar un
período no muy trillado de la guerra y mostrando también aviones poco
conocidos por quienes no son especialistas en el tema. “Enterradores” de
H.G.O. y dibujos de Solano López, muestra en solamente cuatro planchas
algo cargadas, una dramática historia que parecía salida de la pluma de
Erich M. Remarque. A continuación, en una doble página, vemos una
publicidad dedicada a Hora Cero, Suplemento Semanal, en la
que se presentaba al Sargento Kirk y a sus compañeros juntamente con sus
autores. Servía de nexo con la siguiente historieta: un sorprendente
relato colateral de “El Eternauta” (que aparecía en el “Suplemento
semanal”) y que se integraba en la línea argumental de esta historieta
sin consecuencias posteriores en la ilación del relato original.
“El Brujo”, otro guión de H.G.O., con unos muy entintados dibujos de
Cristóbal, relataba en las siguientes siete planchas una historia del
África negra y sus relaciones con los blancos. “Vergüenza de hombre”,
era una atractiva y a la vez extraña historieta (para la revista que la
contenía) sobre el ambiente taurino español. Tenía buenos dibujos de
Haupt que recuerdan a Raymond y se desarrollaba a lo largo de cinco
planchas con abundante texto. Terminaba la edición con dos historias
bélicas de H.G.O., la primera con dibujos de Estévez titulada
“¡Guerrilla!”, con “maquis” franceses y paracaidistas ingleses, de ocho
planchas completas y la segunda, “Hombres Ranas”, de seis planchas con
excelentes dibujos de
las profundidades marinas de la pluma de Pratt.
Finalmente, la contraportada y las retiraciones de ésta y de la portada
mostraban fotografías, a toda página, referentes a la guerra en el
Pacífico con los “marines” en primer plano. Esta fórmula se mantendrá en
los números siguientes, continuándose en el segundo número las hazañas
de “Spitfire”, los relatos de “Ernie Pike”, el humor de Gorosito
(alternando después con Bayón, Bielich, Tomé, etc). En el Hora Cero
Extra continuaban las aventuras de “Randall, the killer” de H.G.O. y
el gran artista chileno Del Castillo, exportado desde e Hora Cero,
Suplemento Semanal, así como “Patria Vieja” con guiones de Jorge
Mora (Jorge Oesterheld) y dibujos de Carlos Roume, de igual origen. En
el número 9, lo haría “Cayena”, desde la misma publicación.
En el segundo número también aparecía una ocurrente historieta cómica
“El gaucho Fatiga” de Crike, con simples pero atractivos dibujos y
argumentos, que ocupaba cinco planchas. En el número 4 hizo su
reaparición una historieta importada del mensuario, “Rolo”, esta vez sin
el agregado de “el marciano adoptivo”, en un relato con fuertes
connotaciones circunstanciales locales, pues trata de las por entonces
comunes inundaciones de algunos barrios porteños, ¡culpa de los
extraterrestres!
En cada uno de estos primeros números, la editorial dedicaba una doble
página a presentar a sus colaboradores (desfilaron por ellas el mismo
Oesterheld, Hugo Pratt, Arturo del Castillo, Solano López, Breccia,
Roume, etc.), así como a informar en una página sobre alguna conquista
de la técnica, con detalles de cohetes, naves o armas, sección ésta que
integró en cierto momento al “Vivac de los lectores”, también comenzada
en el mensuario original. Esta última sección, ya con características
propias y diferenciadas, se hizo más destacada e interesante a partir de
la segunda decena de ediciones (“El tanque Goliat”, “La bomba Jinrai”,
“El submarino atómico”, “El cañón-obús”, “Lanchas torpederas”, etc.)
En el número 5 hizo su aparición un personaje excepcional en la historia
de las tiras argentinas, “Sherlock Time”, con argumentos de H.G.O. y
dibujos del gran artista uruguayo Alberto Breccia. La serie continuaría
durante muchos números hasta su pase a Hora Cero, Suplemento
Semanal, como lo mencionamos en su oportunidad. En esta primera
entrega, se relata la aparición del detective espacio temporal en la
vida de un pacífico jubilado, Julio Luna, que devino una especie de
Doctor Watson para el extraño investigador.
Algunas notables y efímeras historias, como “Dr. Morgue”, en el número
10 (H.G.O. y A. Breccia) o “Bolo Peck” (número 22, de H.G.O. y
Schiaffino), hicieron esperar una continuidad que no se hizo realidad.
También pudo verse en esta etapa un relato extra y lateral de la serie
“Amapola Negra” (número 11), que aparecía en el mensual, y la conversión
de “Randall” en un folletín ilustrado por Del Castillo en el número 14,
que dieron una característica diferente de lo ofrecido en los primeros y
excepcionales números. “Randall” volvería en el número 17, como una
historieta con grandes ilustraciones (media página) y con textos al pie
del dibujo y algunos pocos globos convencionales.
También en el número 16 se trasladó al Hora Cero Extra desde el
suplemento semanal el “Diario de guerra de un soldado”, que finalizaría
en el número 22. Cabe destacar la continuidad a partir del número 18 de
“Doc Carson”, con dibujos de Vogt, un relato con ambiente en la Alaska de la “fiebre del oro”
que se prolongó al menos hasta el número 35. En la misma edición
aparecería “Buster Pike”, también un “ex” del suplemento semanal.
Una novedad aparecida en el número 25 y que perduraría por solo tres
números fue “Pedro Pereyra”, un bizarro taxista de Buenos Aires dibujado
de forma barroca por Durañona con guiones de Jorge Mora (Jorge
Oesterheld). Pocas novedades de valer hubo ya en la tercera docena de
números editados, que son los últimos de numeración corrida en nuestro
poder. Cabe destacar el afianzamiento en el dibujo de Arancio en las
historias camperas y “fluviales” de Oesterheld, así como en la
tradicional “Patria Vieja”, ahora en manos de este buen artista.
Reapareció en algunas historias de “Ernie Pike” el gran Pratt, así como
relatos ilustrados por Durañona y J. Muñoz que se destacaban del resto.
Descubrimos en algunos números sueltos que poseemos más allá del número
36 el inicio de la publicación de “Martín Fierro” (en el número 40) en
viñetas ilustradas por J. Arancio y con una estrofa del inmortal poema
gauchesco al pie de cada una. Reaparecieron algunas muy buenas tapas de
Hugo Pratt (hemos visto las de los número 45, 49, 57, 58) que mostraban
en cada número medio cuerpo, vistas de soldados e insignias de un
militar, por lo general colonial inglés o francés. Por otra parte, el
contenido, reducido a cincuenta páginas, solamente mostraba las
novedades de “Paúl Neutrón”, de H.G.O. y Schiaffino, que reinstalaba el
“continuará” en los relatos, como venía haciéndolo con el “Martín Fierro”
y seguiría en la versión de Arancio de “La isla del tesoro”, versión en
historieta de la novelas de Stevenson.
Ya en el número 58 detectamos alguna de las muy buenas historietas
importadas de Gran Bretaña, como “Blitzkrieg”, con las pintorescas
hazañas de un bancario inglés devenido en participante de la evacuación
de Dunkerke. O en el número 59, las de un tal
Wing Commander Robert Lance, en “Ultrasecreto” con mucho en común con
Battle Britton. En el número 62, último que conocemos, hay historietas
yanquis de syndicates, incluyendo algún dibujo de humor, y no
mucho más. La publicación terminó en Mayo de 1963 con la publicación de
su número 77, que poco o nada tenía en común con los del comienzo de la
colección.
La desaparición de estas hermosas revistas de historietas y de su misma
editorial, se debieron al mal manejo financiero y administrativo de sus
dueños, al éxodo de los grandes dibujantes que la ilustraban en la
primera etapa, significando esto una importante merma en la calidad del
material ofrecido, y por fin, a los manejos fraudulentos de la empresa
encargada de la impresión, que duplicaba el tiraje oficial de las
revistas a su propio beneficio, a la vez que endeudaba a sus legítimos
dueños.
Hora Cero marcó indudablemente toda una época en la historia de los
tebeos en la Argentina, fue copiada en varias ocasiones, con resultados
por lo general muy inferiores al modelo y por su temática, en gran
proporción orientada a una particular forma de encarar los hechos
bélicos, inauguró en nuestro medio una nueva manera humanista de ver la
violencia, inclusive en sus historias policiales. Su aparición fue
coincidente con la euforia que significó a partir de la Convención
Constituyente de 1957, el retorno de la democracia a la vida política
argentina y pese a sus pocos años de aparición, su mensaje y estilo
perduran no solo en la memoria de sus lectores sino también en la obra
de muchos que surgieron al mundo de la historieta desde sus recordadas
páginas.
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