Un poco de historia
Posiblemente la mejor
revista argentina de historietas publicada en el siglo ×× en Argentina
hizo su aparición en vísperas de graves acontecimientos políticos, el 11
de octubre de 1945. Solamente seis días más tarde, el 17 de octubre, una
revolución llevaría al poder por diez años al general Perón.
Patoruzito
fue editada por el sindicato editorial Dante Quinterno, que publicaba
Patoruzú desde 1936, y marcaba también una nueva época en la
concepción de las revistas de entretenimiento con tiras dibujadas. Algo
nuevo y apasionantemente exitoso surgía en la Argentina.
Como era la norma
de la época, todas las historias de Patoruzito concluían con el
inevitable “continuará”, que trasladaba la acción hasta la siguiente
semana, siendo la excepción a esto algún material importado (“Paquita
Traviesa”, “Etta Kett”, “Juzgue Usted”, etc.) Solamente en su último
período como semanario, aparecen algunas historietas de aventuras
completas de tres o más páginas.
El
Patoruzito (como era popularmente conocido), fue una formidable
revista de aventuras que marca, en la inmediata pos guerra, nuevos
rumbos para la historieta argentina. Copiada, pero no superada, no
necesitó para su permanencia apelar a personajes extranjeros de éxito,
pese a que también publicó material de origen yanqui e italiano desde el
primer número. En esencia, era una publicación de narraciones de acción
pura, contrastando con la tendencia anterior típica de la publicación argentina Billiken, y también procedente de
los EE UU, que mostraba al dibujo como un complemento del relato
escrito, en muchos casos sin globos de texto y con larguísimos epígrafes
cuyos dibujos se limitaban a representar alguna circunstancia de la
acción.
La presentación
Durante toda su
vida editorial como semanario, prolongada por más de dos décadas y
alrededor de mil números, Patoruzito, que aparecía en Buenos
Aires los días jueves, cambió de tamaño varias veces. Comenzó con el
gran formato de 28,5 × 22,5 cm. que se mantuvo hasta el número 322, de 3
de enero de 1952. A partir del número 323, el formato se redujo a 26,5 ×
17,5 cm., durando esta etapa hasta el número 558 del día 26 de julio de
1956. Desde el número 559 y hasta más allá del número 700, el tamaño
será algo mayor, 28,5 × 19 cm. Pensamos que se mantuvo en este formato
hasta su transformación en mensuario en 1962.
Las portadas eran
desde el primer número muy atractivas, a pleno color, dibujadas por
Quinterno y su equipo. Desde su primer número y hasta el número 280 de
Marzo de 1951, bajo el dibujo de la portada aparecía una barra de color
con la leyenda “Lea Hoy:” y a continuación un comentario sobre la
aventura del caciquito que se publicada. La imagen de portada siempre
estaba protagonizada por el pequeño cacique tehuelche Patoruzito,
acompañado en la mayoría de los casos por su amigo Isidorito Cañones.
Este protagonismo duró doce años, hasta el número 593 del 9 de mayo de
1957. En el siguiente número 594 cambiaron las características de
presentación de la portada de la revista apareciendo en ella dibujos de
otros artistas con escenas de historietas de aventuras, por hallarse en
boga el género aventurero en la historieta argentina de este tiempo.
También se agruparon las tiras cómicas en un Suplemento Cómico
separable.
El
material publicado
El material
presentado por Patoruzito inicialmente y durante mucho
tiempo, consistió en una buenísima mezcla de aventuras “serias”, con
material importado y nacional y de historietas cómicas o costumbristas
dibujadas en su mayoría por artistas argentinos y dirigidas, estas
últimas a los niños. Esto pudo ser la
clave del éxito extraordinario de la publicación, pues todas estas
últimas especialmente eran novedosas en su concepción y también
excepcionalmente inteligentes, hasta la genialidad en el caso de
“Langostino” de Ferro y de “Mangucho y Meneca” de Battaglia.
Desde el primer
número , la página central estaba protagonizada por el mismo
Patoruzito, dibujada a todo color y creado por Dante Quinterno,
Tulio Lovato y Mirco Repetto. En el revés de estas hojas, aparecía “El
Gnomo Pimentón” de Blotta y una tira costumbrista norteamericana, “Etta
Kett”, con una simpática visión del vivir de los años 40 y atractivos
dibujos de Paul Robinson. A su vez, la parte de atrás de la portada y de
la contratapa, estaban ocupadas por “Langostino, el navegante
independiente”, por “Mangucho y Meneca” y por la inefable “Paquita
Traviesa”, nombre autóctono de la yanqui Little Iodine de Jimmy
Hatlo. Todas estas impresas solamente a dos colores. El resto de la
revista estaba impresa en blanco y negro y constaba de material
importado como “El Joven Capitán Marvel” (Captain Marvel Junior),
Bruce Gentry, Flash Gordon, de Ale× Raymond, “Justicia
Invisible”, “La Piel de la Pantera Negra”, “Juzgue Usted”, “Rogelio, el
Conquistador” (Buck Rogers), “Hugo y su Autómata”, “El Trío
Rayo”, Ray Fulton, Wings Wendall y Connie.
El material “serio”
nacional estaba magníficamente representado por “¡Ira Implacable!” de
Raúl Roux, “Vito Nervio” de Cortinas y, luego, Breccia, “Mitzy y
Volatín” de José Clemen, “Rinkel, el ballenero” de Tulio Lovato y
“Hernán, el Corsario” del inmenso José Luis Salinas.
Con el correr del
tiempo aparecerían en Patoruzito otras series inolvidables
de gran valor en el mundo de la historieta argentina como “¡A la
Conquista de Jastinapur!”, obra de Cortinas y Wadel (número 16),
“Conjuración en Venecia”, de P. Castillo y Wadel (número 25), “Doctor
Satán”, Virus, tira italiana de Pedrocchi (número 27), “Rip
Kirby”, de Raymond (número 33), “Ella”, de J.L. Salinas (número 38) y
muchísimas más. También algún folletín ilustrado de Leonardo Wadel como
“En una ciudad muerta del lejano Oeste” o “El club de los aventureros”.
Algunas de estas
historietas tuvieron gran aceptación como fue el caso de “Tucho, de
canillita a campeón”, de Carlos Freixas, posteriormente de
Athos Cozzi (número 129); “Cisco Kid”, J.L. Salinas; la serie “Clásicos
de Patoruzito” con diversas novelas y obras maestras de la
literatura universal dibujadas por Bruno Premiani; “Curro Bravo”, del
también español José Grau; “Aurelio, el Audaz” de Insúa y Mottini; “Los
Hijos del Pueblo”, con dibujos de Domínguez; “Lanza Seca” y “Fierro a
Fierro”, gauchescas históricas de Raúl Roux; “Aventuras de Miki”; “Tug
Transom”, etc.
Pasada mitad de la
década de los años cincuenta, la revista decayó notablemente y disminuyó
también el número de páginas y de series presentadas. Solamente quedaban
algunas de las señeras historietas nombradas. Tomando al azar el número
535, del 16 de febrero de 1956 encontramos el siguiente contenido: en el
revés de la tapa, “Langostino”, luego siguiendo las páginas, “Tucho, de
canillita a campeón”, “Rip Kirby”, “El Hombre de Fuego” (novela de E. Salgari con dibujos de Bruno Premiani), “Mangucho con todo” (nombre de
la inicial “Mangucho y Meneca”), ”Tug Transom” (historieta inglesa), la
doble página de Patoruzito, “La Trampa Africana”, “Rinkel el ballenero”,
“Vito Nervio” y “El Gnomo Pimentón”. Este elenco, pese a su aparente
peso específico, resulta muy humilde comparado con el estupendo panorama
de los primeros años.
El
último ejemplar correlativo en nuestro poder, el número 633, del 13 de
febrero de 1958, está totalmente impreso en blanco y negro, quedando
solamente en colores la portada que representa una escena de “El
Misterio del Centre-forward” (sic). El contenido era un poco más nutrido
y había mejorado algo en calidad, aunque no demasiado. El mencionado
“Suplemento Cómico” separable contenía “El Gnomo Pimentón”, “Crosta y
Constantino” (antigua historieta de Quinterno publicada veinte años
antes en “Patoruzú”), Patoruzito, “Langostino”, “Don Pascual”
(tercera metamorfosis de la primitiva “Mangucho y Meneca”) y “Don
Almendro” de del Castillo. Había desaparecido de esta sección “Mumi”,
material importado publicado algún tiempo antes. Todo estaba impreso en
económico blanco y negro.
Lo más destacado
publicado posteriormente, fue la gran historieta gauchesca de Enrique
Rapela, “El Huinca” y que abarcaba varias páginas.
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