TEBEOSFERA \ SECCIÓN

GAMBAS DESDE TANNHÄUSER / 6

 

por FERNANDO F. BELMONTE  


La velocidad, magnitud derivada


Los superhéroes hiperveloces existen desde el comienzo de los tiempos.
Superman, sin ir más lejos, era muy rápido, mucho más que una bala, podía adelantar a un tren a la carrera, volaba más veloz que un avión supersónico... Pero no era el más rápido, Súper Ratón, otro héroe igualmente mítico, aunque más concienciado con la falta de nutrición de su joven audiencia, igualaba los poderes de su contrapartida de ojos azules, confundiéndose en un borrón rojo y amarillo cuando volaba. Corredores como Flash o seres marvelitas, cósmicos como Estela Plateada, o mortales sin carisma, como Photon, lindaban con la luz en una carrera imposible de ganar para el superhombre de DC.
Alguno de los problemas en los que se podría ver complicado alguien que se moviese demasiado rápido viene muy bien descrito en un viejo relato de Wells, en él, el protagonista se desplaza muy rápido, tanto que su ropa arde debido a la fricción con el aire, lo que le hace limitar conscientemente su velocidad, para no volatizarse el proceso. Este pequeño problema, que sin duda condicionaría enormemente a un mortal común, léase el lector, o un gato, o yo mismo, es sin duda una molestia despreciable para aquel que ha atravesado estrellas con la única protección de su piel plateada, o para aquella cuya misma naturaleza luminosa le evita estos mundanos picores. Para Mercurio, un velocista mucho más humilde que su contrapartida de DC, esto sí podría representar un problema, ya que la manida solución del traje que absorbe el calor le obligaría a tener que llevar una engorrosa máscara, muy fuera de moda, además. La alternativa al traje es pedir socorro a su fisiología mutante: 'Mercurio tiene un metabolismo capaz de resistir las enormes temperaturas que se originan cuando se desplaza a grandes velocidades'. Esta solución tiene algo que nos incomoda, probablemente el que haríamos resistente al calor a un tipo al que nunca invitaríamos a nuestro cumpleaños. Así y todo, tendremos que aceptarlo, maldición, no hay otro remedio.
Otro engorroso problema de avanzar muy rápido es la respiración, o su ausencia, para ser más exactos. Si el vengador decidiese correr con la boca abierta, sus pulmones podrían enfrentarse a una presión tal que no podrían expirar, con el consiguiente disgusto para el lector, que vería al corredor asfixiarse mientras huye de un centinela. Intentar respirar solamente por la nariz representaría el mismo problema, por lo que si Mercurio insiste en querer hacerlo, postura harto intransigente por su parte, sólo le queda como solución el llevar una máscara que le tapase las vías respiratorias y una bombonita de oxígeno adosada, lo que debemos descartar por su evidente falta de estética.
También podríamos dotarlo de válvulas especiales en su garganta que le permitiesen tragar aire a un ritmo razonable, pero es algo tan rocambolesco que sólo Tom DeFalco se atrevería a sugerirlo. Así, lo mejor será considerar que Mercurio no puede respirar mientras corre, lo que debería obligarlo a parar cada cierto tiempo, digamos que un minuto. Es incomodo pero no es grave.
Por supuesto, si no puedes abrir la boca para respirar, mucho menos vas a poder abrirla para hablar, salvo que lo hagas mirando hacia un lado, claro, que de esta forma no entra tanto aire en la cavidad bucal. Por otro lado, si tuviésemos la nefasta manía de desplazarnos a velocidades supersónicas, sería inútil intentar hablar hacia adelante mientras estamos acelerando, por no decir que es estúpido, ya que nosotros mismos podríamos llegar antes que las palabras, con el consiguiente trastorno del oyente, que nos vería sonreír mirando a un lado, sin saber si le hemos dicho que se acercan cincuenta mil mujeres Kree por la izquierda o si tenemos una contracción muscular que nos hace sonreír mirando a occidente. (No voy a mencionar el pequeño detalle de que el receptor oye el mensaje al revés en estas condiciones, y en un tono quizás demasiado agudo. No, no voy a hacerlo.)
Esta ultima cuestión, que el sonido no se transmite instantáneamente, También se pone de manifiesto cuando consideramos otro fenómeno muy popular: la luz. En cierta ocasión vimos como Reed Richads, apoltronado en su laboratorio de Manhattan, miraba una explosión en un monitor, a la vez que decía: "Mirad, oh, incultos compañeros de grupo, ha habido una explosión de naturaleza desconocida en las cercanías de Plutón. La radiación es TAN extraña que viaja a mayor velocidad que la luz, aunque aun no ha llegado, eso sí....". Efectivamente, la radiación DEBÍA ser muy extraña pues, aun viajando más rápido que la luz, las imágenes de la explosión habían llegado antes que ella.
Pero, ¿se puede viajar más rápido que la luz? Flash (Barry Allen), copyright 2002 Alex Ross / DC ComicsEn la Física tradicional la luz marca una velocidad limite en el vació que no puede ser superada. Esta prohibición, lejos de ser un mero engorro para las telecomunicaciones, es mucho más que eso, pues esta ligada al Principio de Causalidad, que viene a decir algo más o menos Así: "Si una acción es causa de otra entonces CUALQUIER observador vera que la primera ocurre ANTES que la segunda". Un móvil más veloz que la luz en el vacío vería las cosas de manera tan extraña que algunas causas serían posteriores a los efectos, con la consiguiente ganancia en las apuestas de las carreras. Estela Plateada, que viaja en ocasiones a velocidades súper lumínicas, nunca ha ganado la lotería, ¿por qué?, ¿es quizás debido a su integridad más allá de toda duda?, ¿es que cierra los ojos cuando viaja? Es más, si viaja más rápido que la luz, ¿cómo hace para no colisionar con todos esos objetos a los que no ve hasta que no ha adelantado?
Superar la velocidad de la luz es algo que hacen continuamente algunas partículas, siempre que no se hallen en el vacío, pero ellas no tienen miembros que perder ni dinero que ganar, es por esto que no nos ocuparemos de ellas aquí. Cuando algo sobrepasa esta velocidad se produce un efecto similar a la ruptura de la barrera del sonido por los aviones a reacción: una pequeña explosión, en forma de onda luminosa (o sónica, según el caso) justo en el momento en el que se sobrepasa la velocidad indicada. Dada la escala de habilidades de Estela Plateada, un señor muy serio además, es prácticamente seguro decir que puede evitar cualquier efecto indeseable de sus acciones, como sería la emisión masiva de radiación gamma o la colisión brutal con un muro de alta densidad. Otra cosa diferente ocurriría con un corredor menos dotado, como es el hijo de Magneto, para quien superar la barrera del sonido sería análogo a atravesar una pared de ladrillos, es decir, una experiencia dolorosa. Pero el Universo Marvel es sabio y no permite que sus hijos se rompan la cabeza en empresas suicidas, por eso Mercurio no se mueve suficientemente rápido como para alcanzar la velocidad del sonido, o eso parece, al menos... (Por si hay algún amante de los números ahí fuera, digamos que dicho velocista no debería poder recorrer el perímetro de un campo de fútbol en menos de un segundo, si es que no quiere estamparse contra un muro de aire a muy alta densidad. A mi eso ya me parece muy rápido, en realidad, pero yo no me gano la vida corriendo).
Llegados a este punto, y dejando por imposibles aquellos personajes inatacables de puro divismo, lo mejor será recapitular e intentar construir el velocista funcional y coherente, tal y como debería ser. Mercurio es un buen nombre, quizás el mejor posible, Así que lo dejaríamos. (Velocito sería otro, sobre todo si Vid se encargase de la edición). El diseño del traje, fundamental, debería alejarse del celeste, un color horrible; un azul oscuro sería mucho más bonito, a la par que elegante. Mercurio será resistente al calor (¡también su ropa!) y, si queremos que corra a velocidades supersónicas, tendrá que ser muy fuerte y difícil de noquear. Además tendrá que poseer una fisiología especial que le permita coger aire sin reventarse los pulmones.
Por último, y dado que no podrá hablar mientras va demasiado rápido, tendrá que compensar esta circunstancia convirtiéndose en un personaje carismático, simpático, charlatán, con una novia pelirroja y una tía que le haga pasteles. Con esto, el éxito quedaría asegurado.
Incluso harían una película.


  Fernando F. Belmonte es Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla y ha ejercido como becario en el Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear, del Área de Física Teórica, de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad de Sevilla


+ Gambas:

Gambas desde Tannhäuser, 1: Acción y reacción en el Universo Marvel
Gambas desde Tannhäuser, 2: La Gravedad, esa difícil compañera
Gambas desde Tannhäuser, 3: El fuego, cosa de meigas
Gambas desde Tannhäuser, 4: Magnetismo para todos
Gambas desde Tannhäuser, 5: La presión como concepto desmitificador


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