De niño se sintió atraído por el dibujo, y como su familia se había mudado a Valencia decidieron matricularlo en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Tras la Guerra Civil tuvo que abandonar sus estudios y comenzó a buscar trabajo junto a su hermano José, también ilustrador, en revistas de Editorial Valenciana como Jaimito, Pumby o Mariló, permaneciendo fiel a esta editorial durante los años cuarenta y cincuenta, aunque de forma esporádica también trabajó para las editoriales Bruguera y Gemex. Dibujó casi siempre historietas con guiones ajenos, con pocos personajes fijos, entre los que destacan: Detectivina, Teodoro, Flequillo, así como en numerosas aventuras de Jaimito y Perico Fantasías.
También fue ilustrador para editorial Gaisa.
Debido al volumen de trabajo que se veía obligado a hacer como dibujante, y lo mal pagado que estaba en correspondencia, tras el fallecimiento de su esposa en el comienzo de la década de los años sesenta emigró a buscar trabajo en varios países europeos: Francia, Bélgica, Austria, Italia y Suiza, hasta que a finales de la década se estableció en Québec (Canadá), donde permaneció quince años. Allí, trabajó para el estudio de animación Hanna-Barbera, como fondista y diseñando personajes, lo cual alternó con alguna otra obra como historietista, destacando las que dibujó sobre guiones de Robert Toupin: Election à Québec (en 1971) y Ti-Jean le québécois (en 1975).
En 1982, nuevamente casado, volvió a Suiza para seguir trabajando como ilustrador infantil. Durante este periodo también hizo ilustración publicitaria, y volvería ha hacer historieta puntualmente, como la que abordó junto al guionista y editor Rolf Kesselring en Les Chiens de Dieu, un álbum de 1986 de corte más dramático y con dibujo menos caricaturesco. Este editor también le dio trabajo como rotulista (y eventual traductor) en aquellos años, al menos así figuraba en los créditos de los tebeos: Belinda, Trompeuse apparence, Frank Cappa y Corto Maltese.