Miguel Ripoll, que contaba veinte años de edad al término de la Guerra Civil (en la cual estuvo estuvo destinado en la Brigada Líster, del bando republicano), comenzó a orientar su carrera profesional en varios oficios y tardó en decidirse por el dibujo de historietas. Comenzó a publicar en el año 1945, llamando a la puerta de varias editoriales: Hispano Americana (Infantil de las Grandes Aventuras), Ameller (Princesita), Publicaciones para Niños (Chispa), Toray (Azucena) o Clíper (El Coyote, en cuyas páginas vio la luz la serie Kay, el lagarto humano). Su estilo aseado, deudor de Milton Caniff tanto como de Will Eisner, le servía tanto para la aventura como para el romance, y siguió dibujando para varios editores sin implicarse exclusivamente con ninguno: Ameller, Toray, Bruguera (uno de nuestros tebeos superhéroes pioneros, Águila Negra, lo dibujó él), aunque dejó lo mejor de su talento en Ediciones Clíper, en cabeceras como Florita (con la serie Elvirita), Lupita, Yumbo, Historia y Leyenda (y su versión en catalán), Els Infants, Agente Secreto, Futuro, Buffalo Bill, El aventurero del espacio y otras.
A partir de 1959, al mermar los encargos de Clíper, dibujó para otros editores, como Editorial Marco, cumpliendo encargos tan dispares entre sí como Cabeza de Hierro, 17 Años e Hipo, Monito y Fifí. También, en el comienzo de los sesenta, dibujaría una de las series más recordadas del sello IMDE: Ángel Audaz. Pero lo cierto es que ya entonces estaba destinando sus dibujos a publicaciones extranjeras, por eso no nos extrañó ver su firma entre autores británicos en el tebeo de Manhattan Casco de Acero, en 1963.
Para el mercado exterior trabajó por mediación de Bardon Art y su obra apareció diseminada por medio mundo. Dibujó tebeos bélicos para el Reino Unido, de wéstern para el mercado alemán e incluso de horror, pues su firma apareció en Giant Size Chillers en Estados Unidos.
En el año 2000 participó con algunas obras en la exposición organizada por el Impiva y el Ministerio de Economía, Signos del siglo. 100 años de diseño gráfico en España, muestra que reconocía la aportación de los ilustradores y dibujantes españoles a la calidad de vida, al éxito de muchos productos y empresas, a la diversidad y a la creatividad
No debe confundirse su firma y su obra con la desarrollada por el ilustrador Martí Ripoll ni con la del dibujante J. Ripoll, también firmante como Guadayol.