La revista Chaupinela publicó veinte números entre 1974 y 1975. Junto con Mengano, fue una de las dos revistas en las que se dividió la redacción de Satiricón tras su clausura durante el gobierno de Isabel Perón.
El proyecto fue comandado por Andrés Cascioli. Para ello, fundó Ediciones de la Urraca que, con el tiempo, llegaría a situarse entre las más importantes editoriales de la historia del periodismo argentino, debido, en especial, a la publicación de la revista Hum®. A Cascioli lo acompañaron, como “asesores de dirección y redacción”, Carlos Abrevaya y Jorge Guinzburg. Entre el notable equipo de colaboradores mencionemos a Ceo, Cepeda, Crist, Fontanarrosa, Alicia Gallotti, Garaycochea, Socorro González Guerrico, Grondona White, Rolando Hanglin, Izquierdo Brown, Kalondi, Laura Linares, Liotta, Luisa María Livingston, Carlos Llosa, Napoleón, Ortiz, Oswal, Pancho, Dante Panzeri, Peiró, Pérez D’Elías, Jaime Poniachik, Carlos Rivas, Aldo Rivero, Tomás Sanz, Jorge Sanzol, Marcial Souto, Tabaré, Carlos Ulanovsky, Viuti.
Pese a su breve duración, Chaupinela fue un referente del humor gráfico de la década del setenta. El propio Cascioli la recordó como una revista “intermedia”: “Chaupinela constituye un paso hacia Humor Registrado, algo así como el eslabón inmediato o su prehistoria”. Esta transición se comprueba también en su disposición gráfica y en algunas de sus secciones, como “Quemá esas cartas”.
Chaupinela publicó en sus primeros números un suplemento de historietas en color, que convocó a grandes autores. Allí revivió el mítico personaje de Vito Nervio, con dibujos de Alberto Breccia y guiones de Leonardo Wadel. Destacadas fueron las entrevistas a importantes figuras de la época como Sergio Renán, Arturo Puig, Marta Lynch, Leonor Benedetto, Enrique Carreras, El Cuchi Leguizamón, Libertad Lamarque, Moria Casán, Paco Jamandreu, Claudia Lapacó, Luis Alberto Spinetta, Miguel Ángel Brindisi, Thelma Tixou o Luis Brandoni.
Las portadas firmadas por el director adoptaron en los primeros cuatro números, como afirma Marta Burkart “un estilo expresionista tributario de Robet Crumb”; en los siguientes doce, “retomó su vertiente más realista y retrató a destacadas y variadas personalidades de la cultura argentina víctimas de algún gesto o acto violento; y en los últimos cuatro, ya alejado José López Rega del gobierno, reapareció la caricatura personal de las principales figuras del gobierno peronista”. También a partir del quinto número, la revista profundizó la sátira política y cambió su lema según los avatares de la política y el hostigamiento de la censura: La revista de las Creaciones Colectivas de Trabajo, de los piojosos, de los que están en la picota, de los que la piden prestada, de los que nacieron a oscuras, de los que reciben las bofetadas, de los que te hicieron la caricatura, de los que tiran la piedra y muestran la mano.
Hacia fines de 1975, la justicia autorizó el regreso de Satiricón. En su último número, Chaupinela confesó “la sensación inequívoca de que han quedado muchas cosas por decir, que aún no hemos podido hablar como se debería de tanta trágica payasada, de tanto infantilismo político, de tanto daño y dolor comprados tiempo atrás y pagados desde entonces en incómodas”. Después de unas tapas con caricaturas de Isabel Perón, consideradas irreverentes, Chaupinela publicó su número 20 con una historieta de Pérez D’Elías que satirizaba la llamada “Cruzada de la Solidaridad” del gobierno. El hecho significó un juicio por desacato para la revista y la detención del director, que fue liberado poco después. “La cuestión no prosperó”, dijo Cascioli, “pero fue suficiente para dar de baja la publicación”.
Síntesis obtenida de www.ahira.com.ar