BRECCIA-LOVECRAFT, LOVECRAFT-BRECCIA. DOBLES PAREJAS
NORMAN FERNÁNDEZ

Resumen / Abstract:
Diez años después del fallecimiento de Alberto Breccia, el pasado 2003 nos ha dejado un nuevo punto de encuentro en forma de cómic con su hijo Enrique Breccia. Al igual que treinta y cinco años antes la figura mítica del Che Guevara sirvió para unir a padre e hijo en la primera obra profesional de este, Enrique visitó con su desbordante talento el universo del escritor norteamericano H. P. Lovecraft en el que su padre había realizado una de las obras más importantes del cómic: su versión de `Los mitos de Cthulhu´. / In 2003, ten years after his death, Alberto Breccia and his son, Enrique, met again in the comic field. Just like 35 years before, Che Guevara`s mythical figure had encouraged father and son`s reunion in Enrique`s firts profesional work, Enrique paid a visit with overwhelming talent to H.P. Lovecraft`s literary universe, wich had previously helped his father create one of the most outstanding works in the history of Comic: his version of `Cthulhu`s Myths´.
Notas:
Artículo publicado en 2006 en el número 21 de la "Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta".

BRECCIA-LOVECRAFT, LOVECRAFT-BRECCIA

DOBLES PAREJAS


 

El universo literario de H. P. Lovecraft siempre ha resultado atractivo para los creadores de historieta pese a la evidente dificultad para plasmar en viñetas los productos de la imaginación del escritor norteamericano. Autores como Esteban Maroto, Joan Boix o el argentino Horacio Lalia han adaptado cuentos de Lovecraft. Otros han preferido realizar versiones libres y el ejemplo más reciente y cercano lo tenemos en el «Profundo», del español José Gimeno. Especial mención merecería el caso de esa curiosa obra, llamada «El otro Necronomicón», en la que Antonio Segura y Jaime Borcal Remohí realizaban un acercamiento al universo de Lovecraft, en el que el propio Alberto Breccia era un personaje más en la obra, ejemplos, todos ellos, escogidos a vuela pluma para demostrar el increíble atractivo que, pese a las referidas dificultades, han tenido y tienen las creaciones del escritor nacido en Providence dos siglos atrás.

LOS MITOS

De lo que no queda ningún género de dudas es de que la más importante versión en cómic de las historias que Howard Phillips Lovecraft escribió hace más o menos ochenta años son las versiones de «Los mitos de Cthulhu», que Alberto Breccia ilustró en la década del setenta del pasado siglo, bajo adaptaciones realizadas en su mayor parte por su yerno, Norberto Buscaglia. El año 2003 vio aparecer en Europa una nueva edición de la obra, coeditada simultáneamente en países como Francia, Italia y España, siendo la editorial madrileña Sins Entido la encargada de la versión española. Nos encontramos ante la edición definitiva de la obra que, además de incluir una historia que no había aparecido en anteriores versiones en tomo, es una maravilla en cuanto a reproducción, lo que nos ha permitido disfrutar de aspectos del arte de Alberto Breccia que en las publicaciones anteriores que conocíamos de estas historias solo podíamos intuir o casi imaginar. No creo que sea un exceso de entusiasmo, ni de atrevimiento, decir que este tomo es la obra firmada por Alberto Breccia que mejor ha sido editada nunca en idioma español.

Repasar estos «Mitos de Cthulhu» me ha servido para concluir cómo a veces la memoria puede sernos traicionera, me explicó. La idea que un servidor tenía sobre estas adaptaciones, en concreto sobre el trabajo de adaptación de Buscaglia, no era demasiado positiva, idea que venía desde mi primera lectura de la obra que realicé a través de un tomo, creo recordar que de procedencia mexicana. Pese a que la relectura de obras es uno de mis mayores vicios, hacía sin embargo muchos años que no recuperaba la obra. La mayor sorpresa que me he llevado al retomarla ahora con esta nueva edición –aparte del hecho de la existencia de toda una serie de tonalidades, situadas entre el blanco y el negro, que no sabíamos que existían en el trabajo de Breccia– son las propias adaptaciones de los relatos, en las que Buscaglia no realiza un trabajo tan pesado de leer como yo recordaba, más al contrario.

Es innegable que en algunos pasajes de la obra puede estar algo recargados de textos, pero creo que despojarlas de estos bloques de texto sobre los que sustentar el impresionante despliegue gráfico del que Alberto Breccia hace gala hubiese empobrecido el resultado. Cierto de nuevo es que son historias en lasque puede costar entrar en un principio, pero una vez que se consigue el desequilibrio entre palabras e imágenes no está tan descompensado como podría parecer con solo ojear la obra. Dicho lo cual, hago públicas mis disculpas al Norberto Buscaglia por mi juicio sobre su labor que, aunque siempre fue de carácter privado–no recuerdo haberlo escrito nunca en ningún sitio–, era excesiva e inmerecidamente severo; más si se tiene en cuenta que el trasvasar a imágenes a Lovecraft, por un lado, y poner palabras a esas impresionantes páginas que realizaba su suegro, por otro, era una tarea más que titánica.

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Figura 1: Página de la edición italiana de «Los mitos de Cthulhu» de Alberto Breccia(L`Isola Trovata, Bologna, 1978).

En el múltiple en técnicas y desbordante en imaginación apartado gráfico, lo que más me ha llamado la atención en esta nueva lectura es la evolución del trabajo de Breccia de unas historias a otras, pese a que fueron realizadas en un intervalo de tiempo de pocos años. Si no me he confundido, las historias fueron realizadas en el mismo orden cronológico en el que aparecen en el álbum de Sins Entido. Comparando las historietas del principio con las finales la evolución es notable. Salvando las distancias, en el Breccia de las primeras historias se puede rastrear al autor de «Mort Cinder» o, incluso, de «Sherlock Time». Sin embargo, en las dos finales, y en especial en la que permanecía inédita, al Breccia que reconocemos es al mismo que más tarde realizaría aquellas maravillosas adaptaciones de cuentos infantiles o, incluso, al de «Perramus».

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Figura 2: Página de la edición norteamericana de «Lovecraft» de Enrique Breccia (Vertigo, DC Comics, New York, 2003).

Con riesgo de ser pesado, no puedo terminar este apartado sin volver a repetir que «Los mitos de Cthulhu» es una obra imprescindible, editada por fin de la manera que se merece, ni más ni menos.

 

EL MITO

Y si, como decía al principio, las creaciones de H. P. Lovecraft se han convertido en un referente de la literatura popular de nuestros días, el propio autor ha terminado convirtiéndose en un mito por sí mismo. Lo oscuro de su biografía, o de su carácter, o de ambas cosas, le han convertido en un objetivo ideal de las obras de creación de otros autores, algo parecido a lo que también ha pasado con el que era el principal referente reconocido para Lovecraft, Edgar Allan Poe. El cómic tampoco ha escapado a este fenómeno, y la penúltima ocasión en la que nos hemos encontrado a Lovecraft viviendo aventuras propias en viñetas es un curioso serial del semanario británico 2000AD llamado «Necronauts», realizado por Gordon Rennie y Frazer Irving. «Necronauts» es una aventura desarrollada en Nueva York en 1926 en la que Lovecraft forma junto a Harry Houdini, Arthur Conan Doyle y Charles Fort una suerte de liga de hombres extraordinarios con la que enfrentarse a las fuerzas del mal.

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Figura 3: Detalle de una página de «Lovecraft» de Enrique Breccia.

Y decía penúltima porque la última aparecida es la novela gráfica de Vertigo que ha provocado la confluencia de Enrique Breccia en un universo creativo que ya había sido transitado por su padre. «Lovecraft» es una novela gráfica en colores realizada a partir de un texto de Hans Rodionoff que ha adaptado a guión de historieta Keith Giffen. El ilustrador de la novela gráfica, como ya adelantábamos, es el hijo de Alberto Breccia, Enrique Breccia. Novela gráfica que, nueva coincidencia, se edita casi a la par que la que antes llamábamos la edición definitiva de la versión de Alberto Breccia y Norberto Buscaglia de los cuentos de Lovecraft.

Que Enrique Breccia es uno de los mayores talentos que ha dado el mundo de la historieta no es ningún secreto. Autor de obras imprescindibles del cómic argentino como «Alvar Mayor», «El sueñero» o «Las aventuras de Marco Mono», Enrique es un autor profundamente respetado en todo el mundo, sobre todo por sus compañeros de profesión. Sin embargo, no estoy seguro de que el público norteamericano esté sabiendo apreciar la inmensa suerte que tiene con el hecho de que Enrique haya decidido abandonar el mercado italiano, para el que estaba realizando sus trabajos en las últimas décadas, para pasar a producir para Estados Unidos.

Dentro de los trabajos que uno siempre tiene en el apartado del debe, realizar un análisis sobre la obra de Enrique Breccia, créanme si les digo que ocupa uno de los lugares prioritarios en las aspiraciones de un servidor; pero no es esta la ocasión, así que realizando un esfuerzo de contención me centraré exclusivamente en esta novela gráfica. 

«Lovecraft» parece tener su origen en un tratamiento de Rodinonoff para la realización de un filme, que ha decidido adaptarse previamente al cómic. Esta teoría parece estar apoyada además por el hecho de que el autor del prólogo de la obra sea John Carpenter, que, dicho sea de paso, es el director de «En la boca del miedo»,   la película que más se ha acercado al espíritu de las narraciones de Lovrecaft, en mi modesta opinión.

Sea como fuere, lo que nos ofrece esta novela gráfica es la conversión en literatura en imágenes de la biografía de H. P. Lovecraft, mezclada con el universo literario creado por él. No es una obra especialmente espectacular desde el punto de vista del guión, y desconozco si se toma muchas libertades respecto a la biografía real del escritor; en todo caso el Lovecraft que nos ofrece la novela gráfica no admite dudas de que funciona literariamente. 

Aunque como ya sospecharán no es el apartado del guión lo que más destaca de la obra, sino su dibujo. Enrique Breccia realiza un trabajo espléndido, en el que utilizados modelos diferentes para describir las partes más reales y las más fantásticas: en estas últimas realiza un trabajo pintado, en el que no dibuja los contornos de las figuras, sino que los define mediante el paso de un color a otro. En las secuencias que muestran la realidad, realiza un trabajo más normal dibujando primero y coloreando sobre la tinta.

Y es en las secuencias más irreales donde más brilla el talento de Enrique Breccia, al igual que en las secuencias mixtas: en las que se va pasando del mundo real al de los relatos del escritor. Y lo hace además con personalidad propia, sin que se puedan rastrear aportaciones del trabajo de su padre en esos mismos universos. Unos mundos que cada uno es muy libre de creer lo que quiera sobre ellos: que en verdad existen y que están ahí al otro lado de la ventana, que constituyen uno de los puntos culminantes de la literatura de terror o que son un camelo. Para mí, lo que representan es la disculpa que ha permitido que hayamos podido disfrutar del increíble talento de dos dibujantes únicos y que curiosamente llevaban el mismo apellido: Breccia.

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Creación de la ficha (2015): Norman Fernández. Edición de Félix López. · El presente texto se recupera tal cual fue publicado originalmente, sin aplicar corrección de localismos ni revisión de estilo. Tebeosfera no comparte necesariamente la metodología ni las conclusiones de los autores de los textos publicados.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
NORMAN FERNÁNDEZ (2015): "Breccia-Lovecraft, Lovecraft-Breccia. Dobles parejas", en REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA, 21 (8-II-2015). Asociación Cultural Tebeosfera, Ciudad de la Habana. Disponible en línea el 05/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/breccia-lovecraft_lovecraft-breccia._dobles_parejas.html