DISIDENCIA Y MÁQUINAS: LOS AIRES DE VANGUARDIA DE ENRIC SIÓ EN AGHARDI
Obras como Aghardi muestran el alto nivel y el verdadero potencial que alcanzó el cómic español en la extraña y difícil década de los setenta. Considerada como una obra menor dentro de la producción de Enric Sió, en comparación con Mara (1970) y Mis miedos (1971), su estilo vanguardista, de influencia italiana y francesa, y su argumento, a medio camino entre el mundo precolombino y la ultramodernidad, crearon una obra única para la época. Aunque después vino la etiqueta, considerablemente más comercial que conceptual, de “novela gráfica”, y el culto casi indiscutido por ciertos cómics norteamericanos, tenemos aquí un cómic que, ignorado en nuestro país al publicarse en el extranjero, todavía tiene mucho que decir. Desde su primera obra, realizada en colaboración con el guionista Emili Teixidor, Lavinia 2016 o la guerra dels poetes (1967), publicada en la revista catalana Oriflama, su trayectoria se ha conformado como una referencia esencial de todo lo que vendría después: «Sió fue el primero de nuestros historietistas en alcanzar el estatus de ‘autor’, plantearse su obra desde criterios individuales, ejercer la profesión desde actitudes y ambiciones artísticas, gozando de un prestigio hasta entonces insólito para un dibujante de tebeos» (Altarriba, 2002: 165).
Después de este cómic inicial, el primero político publicado durante el franquismo, realizó Aghardi entre 1969 y 1971 para el mercado extranjero, dada la censura y la presión política que vivía España en aquella época (de hecho, no se publicó en nuestro país de forma íntegra sin censuras hasta 1979 en la editorial Nueva Frontera, en el número 2 de Biblioteca de Tótem). Aunque ya había buscado el mercado internacional desde sus inicios, al dibujar para editoriales británicas (especialmente Fleetway, con la serie bélica Battler Britton), el comienzo de su colaboración con la revista italiana Linus, que editó la obra en forma de serial, le va a ofrecer continuidad para sus siguientes obras (Sarah Moon, Mara, etc.) y una serie de premios que le desmarcarán de sus coetáneos (autor de vanguardia por Aghardi en el Salone Internazionale dei Comics de Lucca en 1969, entre otros). Ello provoca, además, que Sió se exilie en 1974 a Milán, para respirar “nuevos aires” —encubriendo el motivo real: la censura y el férreo control político en España—, donde contacta con otros autores, como Crepax, Pratt o Battaglia (Cepriá, 2008).
A su vuelta en 1979, Sió destacó en una entrevista de El País, la labor de las editoriales como engranaje fundamental del mercado, especialmente la de Editorial Nueva Frontera, con la revista Totem , y la editorial vasca Ikusager, con Eloy, el cómic sobre la Guerra Civil de Antonio Hernández Palacios. Sobre su marcha al extranjero y la crisis del cómic español dijo:
Yo diría que la crisis del comic en España existe a nivel editorial, nunca a nivel de público. Si los editores se profesionalizaran y se decidieran a dar mayor libertad y confianza a los autores, no digo que se pudieran hacer exquisiteces, pero sí un trabajo bien hecho. Se está comprobando que el trabajo bien hecho y una buena visión editorial dan resultados francamente muy buenos. ¿Un drama escribir para el extranjero? No. Creo que no. El comic es caro de producir, si no hay una distribución mundial, desgraciados de los productos que solo se hacen pensando en el mercado interior..., de la misma manera que pienso que los autores no deben esperar que los vengan a buscar a su casa.
Tampoco creo que pueda haber falsas excusas, como la de que en España no se pudo hacer nada en los últimos años. Yo creo que aquí, el comic, consciente o inconscientemente, se puso al servicio del fascismo, que actuó de campo de abono del franquismo. Continuar en la línea de El guerrero del antifaz, o Roberto Alcázar y Pedrín fue como si en el cine solo se hubieran hecho películas del corte de Raza o El último cuplé. Repito que aquí la crisis ha sido editorial. Los editores no fueron serios, no se les puede considerar con un grado de intelectualidad y profesionalidad aceptable. No podemos ir con falsas modestias, porque es cierto que aquí hay dibujantes con proyección mundial” (Canals, 1979).
Aghardi, de una u otra manera, marcó el inicio de su madurez creativa. No en vano la destacó de entre toda su obra: «Con Aghardi empecé a escribir yo mismo el guion, y a partir de ahí consideré como muy importante escribir yo mismo el texto. Tanto es así que actualmente hago más de guionista que de dibujante» (Canals, 1979). En esta obra, Sió hace explícita desde el principio la influencia del arte pop al situar la pintura Whaam! (1963), de Lichtenstein, en la segunda página, algo que también se ve en su propia experimentación, que mezcla de manera indiscriminada la alta cultura con la baja. Lo podemos ver en el uso de las tintas planas propias del mundo publicitario, el calcado de fotografías con ampliaciones, reducciones, negativos, positivos y, sobre todo, en las solarizaciones. Otro ejemplo es su marcado erotismo, representado como algo indirecto, sensual y evocador, como ocurre en el caso de una de las protagonistas, Martha, y su parecido con Guillermina Motta. En realidad, las variadas formas que usa tienen como única frontera los cambios de color, aquí limitados al blanco y negro, que van chocando y uniendo el montaje fragmentario, no lineal y onírico que nos ofrece Sió (Pujal, 2012). A esto se le añade, por si fuera poco, el uso de entramados cruzados para los fondos, que de nuevo recuerdan a las técnicas de Lichtenstein, o a su contrapunto artístico, los cuadros abstractos de Jackson Pollock. Para Román Gubern, de hecho, según cuenta en el prólogo de la edición, la estructura narrativa está vinculada de manera estrecha con2001: una odisea en el espacio, de Stanley Kubrick, y El retorno de los brujos, de Jacques Bergier y Louis Pauwels, obras que hablaban sobre contactos alienígenas, adelantos tecnológicos y hallazgos arqueológicos misteriosos y lejanos, que ahora podemos ver, en muchas ocasiones, en las absurdas y forzadas conexiones de los “expertos” del Canal Historia.
En la historieta, los distintos monumentos mayas, incas y tibetanos se fusionan con el particular homenaje a la tecnología formado por coches de fórmula, helicópteros, teléfonos, cámaras con grandes teleobjetivos, etc. Esta visión, lejos de separar ambos mundos, como hizo Aldous Huxley en su obra distópica Un mundo feliz (1932), en la que los salvajes vivían en un “reservado” ajenos a la tecnología, analfabetos y creyentes en las maldiciones y la magia, origina una sinfonía que conecta ambos tiempos reactualizando la visión de las obras precolombinas con sus leyendas, cosmogonías y efectos en los personajes. Además, esto imprime un ritmo narrativo que desecha la linealidad y la sugerencia de movimiento en favor de instantes que se van superponiendo y complicando la trama. Sin ser una obra especialmente complicada para el lector, los distintos acontecimientos que se van sucediendo dejan bastante espacio para la interpretación y conexión, como un rompecabezas, de las motivaciones reales de los personajes y su pasado, que en todo momento les persigue y acecha. Si Aghardi desprende cierto tono de suspense, propio del cine negro, éste se ve compensado con la actitud festiva y sensual de los personajes. Los planos de cada uno de ellos, tomados de fotografías y de perspectivas de películas, los alejan de su propio ambiente. Están, por decirlo de alguna manera, anclados a una conversación o acontecimiento real, mientras que sus miradas, al dirigirse al lector o al horizonte, los ubican en un tiempo fuera del acontecer ordinario. En algunas ocasiones, incluso, la multitud de posiciones que llegan a adoptar en una sola página los asemeja a una sesión fotográfica en un estudio. Ese tinte onírico, incluso surrealista, es el verdadero eje de la obra, y se va haciendo más explícito conforme la historia se va desarrollando. Si al principio Sió menciona el método psicológico Rêve-Éveillé, solo es para confirmar una dinámica que se va a ir repitiendo: el cuerpo de los personajes, especialmente el de Martha, va a revivir de manera subconsciente la evolución de los acontecimientos (por ejemplo, cuando explican el método maya para aplacar la sed del dios de la lluvia).
Las comparaciones entre el ambiente exterior, incierto y sofocante en las diferentes expediciones (Templo de las inscripciones de Palenque, etc.), y el mundo interior de los protagonistas son constantes. En ese sentido, la narración funciona como un círculo cerrado en el que las reiteraciones asientan y conducen las partes más fantásticas de la historia. Las discusiones de Sam, con su visión altiva, con los demás, o los escarceos entre Martha y el fotógrafo, Steve, se mezclan con canciones y otras referencias publicitarias (por ejemplo, “Yummy, yummy,… I’ve got cuervo in my tonic”) creando, más que cualquier otra cosa, un viaje visual por los arcanos del ser humano. Consciente de ello, Sió introduce, hacia la mitad del cómic, una breve fase autorreferencial que alude a esta combinación y variación de momentos adoptando el punto de vista externo y subjetivo del lector.
Al final, el mayor logro de Aghardi es la creación de una sofisticada red de sensaciones y datos históricos que conducen al lector por una narración ambigua de infinitas posibilidades. Su publicación temprana en 1971 revela una obra singular que no habría podido editarse en la España franquista, pero que en su intento por ofrecer puntos de vista distintos y por dirigirse a un público más amplio, obtuvo una buena recepción en la industria foránea. Fue un antecedente, no solo de la mal llamada novela gráfica o cómic de autor, también de cómo las migraciones “forzadas” de ciertos autores impulsaron la historieta española fuera de nuestras fronteras.
BIBLIOGRAFÍA
Altarriba, A. (2002). “La historieta española de 1960 a 2000”, en Alary, V. (ed.), Historietas, comics y tebeos españoles. Le Mirail: Presses Universitaires du Mirail.
Canals, E. (1979). Enric Sió: “Nadie pone en duda el lenguaje y la influencia del cómic” . El País. Recuperado de https://elpais.com/diario/1979/07/29/cultura/302047205_850215.html .
Cepriá, F. (2008). Enric Sió Guardiola. Tebeosfera. Recuperado de https://www.tebeosfera.com/autores/sio_guardiola_enric.html .
Riera Pujal, J. (2012). Enric Sió, el autor, el erotismo. Tebeosfera. Recuperado de https://www.tebeosfera.com/documentos/enric_sio_el_autor_el_erotismo.html#_ftn6 .
Sió, E. (1979). Aghardi. Madrid: Editorial Nueva Frontera.