HÉCTOR GERMÁN OESTERHELD. DE EL ETERNAUTA A MONTONEROS
ROBERTO HÉCTOR VON SPRECHER

Origen:
Revista TOPOS Y TROPOS
Resumen / Abstract:
Las historietas de Héctor Germán Oesterheld son unos relatos excepcionales para aproximarnos a la comprensión la radicalización de amplios sectores de la población a fines de los sesenta y comienzos de los setenta, como también para visualizar algunos aspectos de la relación de Montoneros con Perón.
Notas:
Ensayo que forma parte de la tesis del autor, cedido a Tebeosfera 2ª época nº 1.
HÉCTOR GERMAN OESTERHELD: DE EL ETERNAUTA A MONTONEROS.

El presente trabajo se enmarca en un programa de investigaciones sobre el Campo de la historieta realista argentina, el mismo incluye un proyecto donde analizamos los modelos de sociedad construidos por Héctor Germán Oesterheld. Aquí damos cuenta de algunos avances respecto de cómo construyó y reconstruyó la subjetividad de los protagonistas en algunos de sus guiones de historietas en períodos particulares, al mismo tiempo que ponderamos como juegan en esos relatos estructura y construcción como elementos claves para comprender las modelizaciones sociales. Particularmente comparamos El Eternauta primera parte (1957/59), con la serie América Latina, 450 años de guerra (1973/4), con la inconclusa La Guerra de los Antartes (1974), con el único episodio de Camote (1975) y con El Eternauta segunda parte (1976/7). Consideramos que de una a otra historia se verifica un fuerte desplazamiento en los modelos de cambio social y políticos, como también de la construcción de la subjetividad de los protagonistas.

El protagonista de la primera parte de El Eternauta, y motor de los intentos de cambios, es grupal y nunca se justifica cualquier medio para alcanzar los fines. Pero, en la segunda parte Juan Salvo se convierte efectivamente en un Eternauta, un ser suprahumano que actúa como líder mesiánico que no duda en sacrificar la vida de sus compañeros de combate –los medios- para alcanzar los fines, lo cual debería correlacionarse con el discurso y prácticas de la organización Montoneros de la cual, por entonces y hasta su desaparición y presunto fusilamiento, Oesterheld formaba parte.

Por otra parte en las historietas realizadas como tarea militante explicita, en especial en América Latina 450 Años de Guerra, la subjetividad va desapareciendo como factor social hasta llegarse a una pura estructura sin espacio para la construcción.

ESTRUCTURA Y CONSTRUCCIÓN, LO OBJETIVO Y LO SUBJETIVO

Nuestra perspectiva sobre lo subjetivo se enmarca en la discusión sobre la falsa dicotomía entre las estructuras sociales –como condiciones de producción de lo subjetivo- y la construcción de lo social, en términos de Pierre Bourdieu, como práctica condicionada pero también abierta a la invención más o menos radical, individual y/o colectiva, o a la agencia humana en términos de Anthony Giddens. No nos parece sustancialmente diferente el planteo de base de estructural-contructivismo de Bourdieu y la dualidad estructural de Giddens. Pero, consideramos insostenible la posición de Giddens sobre la existencia virtual de la estructuras[1] y el considerar la acción, y enmarcada en ella la subjetividad (la constitución reflexiva de la identidad de yo), como punto de partida del análisis sociológico, y acordamos –en cambio- con la perspectiva de Bourdieu respecto de que el punto de partida lógico del análisis son las estructuras que preexisten a la constitución de la subjetividad y a las prácticas sociales.

Consideramos que la subjetividad, que articula las estructuras y las prácticas concretas y situadas de los agentes sociales, se constituye –como plantea Bourdieu- desde la experiencia más o menos prolongada en distintas posiciones en la estructura, como espacio social general –que implica la posiciones y relaciones de clase- y como conjunto pluridimensional de campos, dando como resultado una estructura de complejas disposiciones subjetivas relacionadas entre sí. Esas disposiciones como principios, funcionando bajo la lógica aproximativa y ambigua del sentido práctico, orientan las prácticas hacia los otros agentes sociales. Pero, no determinan esas prácticas, sólo las orientan, y los agentes sociales enfrentados a cada situación concreta, ante la posibilidad constitutiva de más de una opción, deben tomar decisiones, generalmente sobre la marcha, al calor de la acción y sin que medie necesariamente un proceso reflexivo, lo cual no deja afuera la posibilidad de un cálculo racional de medios, diría Bourdieu.

Teniendo como referente (más o menos fuerte -según el momento socio histórico-) esa red de disposiciones que funciona como una estructura subjetiva, los agentes sociales están condenados, y esa es la medida de su libertad, a tomar decisiones a cada instante. Estos habitus incluirían tanto a la conciencia práctica como a la conciencia discursiva que plantea Giddens, en cuanto las razones que el agente pone en funcionamiento al pasar al discursivo son del nivel de las normas que condicionan las situaciones y acciones y no del nivel de la toma de con-ciencia que plantea Bourdieu, que supone la puesta en juego de una racionalidad que podría permitir comprender esas normas y modificarlas reflexivamente.
 
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Lo que quizás perdió de vista frecuentemente el propio Bourdieu es que la constitución de la subjetividad, a partir de las posiciones ocupadas en la estructura objetiva, es un proceso abierto en el cual compiten, interaccionan, distintos agentes sociales que detentan poderes diferenciales según sus posiciones, que también allí los socializados y los agentes de socialización enfrentan permanentemente situaciones ante las cuales deben tomar decisiones; las tomas de decisiones –abiertas a la construcción, a la invención- deben ser permanentemente consideradas durante el proceso de constitución de la subjetividad, y en esas situaciones ni aún el agente con menos poderes –como podría ser el niño en la temprana socialización primaria- es un ser pasivo y sus decisiones y prácticas están permanentemente actuando sobre la prácticas y decisiones de los agentes socializadores. Más allá de la inferioridad de condiciones, de la fuerza y permanencia que según Bourdieu tienen aquellas tempranas experiencias, no hay una determinación simple, la misma lógica que funciona en la aplicación de las orientaciones ya constituidas está presente en esas experiencias tempranas del agente social, el cual nunca es un carente absoluto de poder y por lo tanto de fuerza actuante en la constitución de sus propios habitus y disposiciones.

En cuanto estas teorías se aplican al análisis de los mundos sociales construidos en ficciones, podemos prestar atención a como se plantean implícita o explícitamente la estructura y la construcción, como también la subjetividad. Así un relato donde lo subjetivo desaparezca y aparezca una estructura, del tipo que sea –económica, cultural, histórica-, sería homologo a las teorías sociales que explican las acciones de los hombres como determinadas por esas estructuras independientes de su voluntad –como la cultura en T. Parsons o lo material en el marxismo mecanicista-, y sin la posibilidad de la construcción por parte de los agentes y, por lo tanto, de la intervención y mediación de lo subjetivo en las tomas de decisiones que las distintas situaciones demandan. Otro extremo, con un número de variaciones casi infinitas entre uno y otro, sería la construcción de historias donde lo social aparezca como pura subjetividad no condicionada por ninguna estructura, donde cada uno decide libremente su destino, un extremos subjetivismo emparentado con el liberalismo interiorizado por quienes crecen en una sociedad capitalista, liberalidad y libertad, en la realidad, fuertemente constreñidas en una sociedad de clases y de relaciones de dominación.

HÉCTOR GERMÁN OESTERHELD Y LAS TRANSFORMACIONES DE LA SUBJETIVIDAD. DATOS SOBRE EL CORPUS EN ANÁLISIS

Héctor Germán Oesterheld (23 julio 1919- ¿1978?) fue un creador clave en la producción cultural argentina, sus decisiones lo llevaron a abandonar la geología y a convertirse en un narrador de la industria cultural en distintos formatos, desde sus famosos guiones de historietas –Sargento Kirk, El Eternauta, Mort Cinder y un extenso etc.-, a sus todavía no del todo detectadas y reconocidas obras literarias (sus volúmenes de Ernie Pike son, por lo menos, comparables a las narraciones de Hemingway sobre la guerra), a las figuritas de Platillos voladores al ataque!. De un destino social que le fijaba una carrera profesional destacada, o por lo menos una tarea dentro de la cultura culta (su primera publicación fue un cuento en el diario La Prensa, representante entonces de la más rancia oligarquía), pasa a vivir de lo que por entonces, aún más que hoy, era considerado un género menor. Asimismo, Oesterheld irá tomando decisiones que reconstruyen su subjetividad y sus apuestas en el espacio y en las luchas sociales. El socialista democrático antiperonista de principios de los cincuenta, comienza a radicalizarse durante los sesenta como tantos jóvenes, obreros e intelectuales, en aquellos años de dictaduras y proscripciones. Su opción va a ser el peronismo revolucionario y en ello acompaña a sus cuatro hijas –o ellas lo acompañan-. En 1973 y 1974, formando parte de la estructura de prensa de Montoneros, realiza historietas con un compromiso político explícito para la revista El Descamisado, para el diario Noticias y luego para la clandestina Evita Montonera. Le siguen el paso a la clandestinidad, aunque continúa escribiendo guiones de historietas para las editoriales Columba y Record, el asesinato o desaparición de sus cuatro hijas[2] y su propia desaparición, el 27 de abril de 1977, al parecer en la ciudad de La Plata, al concurrir a una cita cantada a la cual, habría asistido en lugar de alguien con un cargo mayor en la organización Montoneros[3]. La decisión consciente de entregarse al infierno de la tortura, de sacrificarse.

Los testimonios lo ubican en Campo de Mayo, como prisionero no legalizado, luego en algunos chupaderos como el Vesubio[4], en el Regimiento de Monte Chingolo, en La Tablada, o el Sheraton en Villa Insuperable[5] y probablemente asesinado en Mercedes en el año 1978[6]. Desaparecido, presuntamente muerto, sin tumba… fisura sin cierre.

“El único bloque real que hay que imaginar es aquel que va desde que el grupo al que pertenecía entra en la clandestinidad hasta el momento de su muerte, en 1977. (…) Carlos Trillo recuerda que en tiempos de una de sus últimas historietas, iba a teléfonos públicos para dictar los globitos al dibujante hasta que decía “Te llamo en otro momento” y cortaba. Una y otra vez me pregunto qué fue lo que lo incitó a meterse en política y pasar a la acción directa.” (Gustavo Mosquera, director de cine –Lo que vendrá y Moebius- que está concluyendo el guión de una nueva película sobre Oesterheld)

No es difícil arriesgar una respuesta a la pregunta de Gustavo Mosquera sobre porqué Oesterheld se “metió en política” y paso a la acción directa. Si bien la decisión personal, el momento de la toma de decisión ante situación concreta puede ser relativamente indiscernible, y sólo relativamente en sus historietas quedan huellas, que son aún más fuertes que las que podemos encontrar en reportajes o en testimonios[7], su opción fue parte de una opción colectiva para muchos argentinos en un momento de su historia. Es más fue una opción bastante lógica y coherente con su propia historia y evolución, y con la exploración de la condición humana que venía realizando en sus propios relatos. Esa opción lo llevó a luchar por el socialismo, a comprometerse con el peronismo por que el pueblo era peronista y a sumarse a Montoneros, a rebelarse contra años de proscripción y contra las sucesivas dictaduras.

Considera Rafael Bielsa, en el Prólogo a Latinoamérica y el Imperialismo 450 años de guerra (2005), la recopilación de las historietas que Oesterheld guionara para El Descamisado:

“Fuera de la ficción, Oesterheld también vivió la aventura más grande de todas: el ser un hombre fiel a sus convicciones. Fascinado por los movimientos políticos juveniles de las décadas del ’60 y ’70, tomó la decisión de comenzar a militar en pro de la constitución de un Gobierno Popular, objetivo que parecía cercano con la ansiada llegada de Perón en 1973. Agotada esta experiencia, Oesterheld –junto a sus hijas- tomó posturas más extremas y se integra definitivamente a Montoneros.”

Hoy puede suscitar asombro que tomara esas decisiones pasadas los cincuenta años, superando con creces la edad promedio de los militantes, pero sigue siendo una decisión comprensible que otros de su edad también tomaron, en todo caso hay que reconocer el coraje y la justicia de la causa: cambiar un orden social que era, y sigue siendo, injusto. Donde, en todo caso, puede tener cierto grado de enigma porqué continuó con esa lucha cuando ya no era posible el triunfo militar, porqué siguió adhiriendo en 1976/7 al absurdo diagnóstico de la dirección de Montoneros que suponía a la dictadura en retroceso y a la organización armada en un avance incontenible. Porqué se entregó al martirio final. Pero, tampoco en fue el suyo un caso excepcional, ni la suya una decisión puramente individual, miles de argentinos la tomaron, la opción “liberación o muerte” no era meramente una consigna.

Presas, empleado en los cincuenta de Oesterheld en Editorial Frontera y su empleador en Editorial Columba en los setenta, en la película H.G.O, afirma que Oesterheld ya había escrito y publicado el guión de su muerte. De alguna forma tomó decisiones que ya había hecho tomar a sus personajes de historietas. Claro que la muerte en guerra caracterizada como absurda de los episodios de Ernie Pike, de los años cincuenta y principios de los sesenta, muta en martirologio en El Eternauta segunda parte o en América Latina, 450 años de guerra, en los setenta.

Aquí daremos cuenta de algunos avances en nuestra indagación sobre cómo, a través de su trayectoria y de sus historietas, Oesterheld construye y reconstruye la subjetividad de los protagonistas, al mismo tiempo que ponderamos como juegan en las mismas estructura y construcción o agencia social. Particularmente comparamos El Eternauta primera parte, que guionara entre 1957 y 1959 con El Eternauta segunda parte (publicado entre 1976 y 1977), La Guerra de los Antartes (publicada en el diario Noticias, desde el 22 de febrero de 1974 hasta el 3 de agosto del mismo año, cuando es clausurado) y la serie América Latina 450 años de guerra (publicada en la revista El Descamisado, desde el 12 de junio de 1973 al 26 de marzo del mismo año) y el único episodio de Camote, publicado en seis entregas, en 1975, en la clandestina Evita Montonera.

EL ETERNAUTA PRIMERA PARTE (1957/1959)

El comienzo de la historia es narrado por un guionista [personaje] de historietas, en una casa de Vicente López, quien una madrugada del año 1957 escribe en su cuarto de trabajo. Inesperadamente, en una silla ubicada frente a él, y ante su sorpresa, se materializa otro hombre. Oesterheld utiliza un dispositivo reiterado en sus historias: la cotidianeidad de un personaje interrumpida por la aparición de un ser fuera de lo común. Aquel cuya rutina es quebrada funcionará como introductor a relatos en los que el ser que irrumpe será el protagonista.

Es el mecanismo al cual recurre en Sherlock Time con el jubilado Luna, en Mort Cinder con el anticuario Ezra Winston. Luna y Winston participarán activamente de los relatos, mientras que en la primera parte/primera versión de El Eternauta el guionista-personaje sólo funcionará al comienzo y al final del extenso relato de trescientos cincuenta páginas, será el testigo del relato, el transmisor del mismo y el conocedor del terrible futuro que se avecina cuando la memoria del Eternauta se borra en el reencuentro con su familia. El guionista, ya con nombre y apellido -Héctor Germán Oesterheld, se convertirá en participante activo en la segunda parte, publicada a partir de diciembre de 1976.

La introducción de El Eternauta comienza con la situación típica de la aventura: la ruptura de lo cotidiano. Pero aquí no se verificará la restauración de la situación inicial como ocurre en tantas historias. La ruptura significará la quiebra definitiva de lo cotidiano, la pulverización de la vida diaria. La destrucción de un espacio social, con sus posiciones y relaciones, y la constitución de un nuevo espacio en condiciones totalmente distintas.

Una noche de 1957, con ventanas y puertas “herméticamente cerradas”, Juan Salvo –quien saldrá de la historia convertido en el Eternauta- y tres amigos juegan entusiasmados una partida de truco en la bohardilla del chalet del primero en Vicente López. Esa noche la “nevada mortal” comienza a caer sobre Buenos Aires, aniquilando a quien alcance.

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Una introducción de Juan Salvo-relator nos ubica en las posiciones que ocupan en el espacio social tanto sus amigos, como él mismo y su familia. Sus compañeros de la partida de truco se pueden ubicar en distintos niveles de la clase media de fines de los cincuenta, siendo Juan el que ocupaba la posición más elevada (al menos por los indicios que nos brinda Oesterheld como constructor del espacio social en el papel).

Favalli, alto, fornido y de gruesos anteojos, es un “profesor de física”, que además tiene un velero en Olivos y se entusiasma por la electrónica que practica en la bohardilla de Juan.

La bohardilla de Juan (“...mi heterogénea bohardilla que pomposamente llamábamos laboratorio.”) es el espacio que los cuatro amigos comparten para sus hobbies, además de ser donde se juegan las partidas de truco. Es el sitio de los “hobbies”, palabra hoy -y probablemente también actividad- en desuso. Los hobbies eran el sitio dedicado sin culpas a los saberes no interesados conscientemente, y en el caso de El Eternauta serán una de las bases de la supervivencia del grupo.

A partir de la extrema y definitiva ruptura de la cotidianeidad y de todo el espacio total anterior -como estructura de posiciones y de relaciones entre las mismas-, la primera parte de El Eternauta puede pensarse como una operación narrativa, en la que no sólo se construye un espacio social en el papel, sino que también en el papel, en la historia narrada, se constituye (como acto inicial) un espacio social.

Efectivamente, la situación de catástrofe que enfrentan no sólo los protagonistas, sino también todos los habitantes del sur del continente, es total. Se trata de una catástrofe radical que impide pensar en reconstruir la situación inicial.

Para el grupo que se encontraba reunido en el chalet de Juan Salvo lo único que va a quedar de sus relaciones anteriores son la familia nuclear -para Juan- y la amistad previa -para todos- que será el factor identificatorio, con raíces en las relaciones previas a la nevada. Esto les permitirá conformar un grupo para tratar de resolver la supervivencia en la nueva situación.

Favalli dirige las tareas, y Juan le plantea que pareciera no tener demasiadas esperanzas de que los rescaten. Favalli, que ha respondido con “sentido práctico” desde el comienzo de la situación, que ha sido quien menor desajuste ha mostrado para adaptarse a la ruptura del espacio social anterior, y quien será siempre pesimista -a partir del análisis de los datos-, es tajante respecto de lo sucedido: “Estamos ante un desastre mundial: ya nunca el mundo volverá a ser el mismo.”

La situación inicial muestra, entonces, la ruptura del espacio social, y de los campos, preexistentes. Se desmoronan posiciones, relaciones, capitales, etc. Aunque, como veremos con más detalles, algunos capitales adquiridos en la situación anterior transpuestos seguirán siendo actuantes, o aún más, se revalorizarán o darán lugar a nuevos capitales en su reconversión en la nueva situación. A partir de la ruptura, el espacio se irá constituyendo inicialmente como el de la supervivencia que luego se convertirá en espacio de la resistencia, en espacio del enfrentamiento.

Dentro del campo de la catástrofe detengámonos un momento en las posiciones del campo de la supervivencia.

Favalli, el profesor de ficción y hobbista dedicado a la electrónica, es quien se ubica en un lugar jerárquico en el inicio de la historieta al ser capaz de reconvertir sus capitales previos como actuantes y efectivos para la nueva situación, lo cual hace funcionar en él un “sentido práctico” (un sentido del juego) adecuado a la nueva situación –una transformación de sus disposiciones-. Asimismo, Favalli conserva la calma, lo cual le permite aplicar una “lógica científica” al análisis de los acontecimientos. Combina “teoría-práctica” y los aplica para lograr la supervivencia del grupo, coordinando y dirigiendo. Plantea fuerte y argumentadamente sus posturas y estrategias lo cual le permite el mando del grupo. Favalli es el hombre del “cerebro práctico”, que hace funcionar un capital-conocimiento que será fundamental en las nuevas situaciones: es quien analiza los datos y realiza cálculos racionales que orientan medios hacia fines (y el objetivo que articula las acciones de la situación inicial es la supervivencia). Es posible pensar su papel desde la perspectiva de Pierre Bourdieu:

“El ajuste inmediato entre el habitus y el campo es sólo una de las formas posibles de acción, aunque sea, con mucho, la más frecuente: «somos empíricos», afirmaba Leibniz, aludiendo a las prácticas., «en las tres cuartas partes de nuestras acciones». Las orientaciones sugeridas por habitus pueden acompañarse de cálculos estratégicos de los costos y beneficios tendientes a llevar al nivel de la conciencia aquellas operaciones que el habitus efectúa conforme a su propia lógica. Además, los períodos de crisis en los cuales los ajustes rutinarios de las estructuras objetivas y subjetivas son brutalmente trastornados, constituyen una clase de circunstancias donde la elección racional puede predominar, por lo menos entre aquellos agentes que pueden, por así decirlo, darse el lujo de ser racionales.” (Bourdieu y Wacquant, 1995 : 91)

En “El Eternauta”, pareciera ser que aquello que permite a Favalli (y luego a Juan Salvo en cuanto vaya adquiriendo “sentido del juego”) “darse el lujo” de ser racional es su condición de profesor, de científico, de aficionado a la electrónica, sus conocimientos. Son capitales previos que aumentan su significación en la situación de crisis.

 

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Siguiendo también a Bourdieu, y considerando la evaluación que Favalli realiza de los factores humanos intervinientes, podemos considerar que es quien realiza un socioanálisis que permite al grupo del chalet llevar a cabo estrategias adaptadas a las nuevas circunstancias que plantea la catástrofe:

“Otra manera posible de introducir cambios en los habitus es pensable a través de un proceso de autosocioanálisis, mediante el cual el agente social puede explicitar sus posibilidades y limitaciones, su libertad y sus necesidades contenidas en sus sistemas de disposiciones y con ello, tomar distancia respecto a esas disposiciones. (...) Es decir, mediante un análisis reflexivo de los condicionantes objetivos de las propias prácticas, el agente social puede permitirse trabajar para modificar sus percepciones y representaciones de los condicionantes externos de sus prácticas, y de ellas mismas, y por lo tanto elaborar estrategias diferentes de acción.”

Es importante, sin embargo, tener en cuenta que ese proceso de autosocioanálisis se realiza en el contexto de ciertas condiciones objetivas, a partir del mismo sistema de disposiciones -con sus limitaciones y posibilidades- que se pretende modificar, y a costa de un arduo y metódico trabajo: “Pero este trabajo de gestión de sus propias disposiciones no es posible sino al precio de un trabajo constante y metódico de la explicitación. (...) » (Bourdieu y Wacquant, 1995: 111) ».

La posición privilegiada de Favalli en el campo de la supervivencia parte de un mayor poder en relación a sus capitales previos incorporados, y significa un poder sobre los otros. El contrapeso a la posibilidad de un uso arbitrario de tal poder lo da la amistad que une al grupo. Aunque, en relación a otros, los propios valores de Favalli -y del grupo- que no permiten atacar a otros sino es en defensa propia (como frente al primer superviviente agresivo, o -luego- frente a los invasores), permiten hacer un uso provechoso del poder que conceden esos capitales previos.

En el relato que la amistad se constituye en uno de los ejes centrales de relación con los otros, como también el amor filial de Juan con Elena y Martita y la solidaridad con los otros sobrevivientes.

Planteada la resistencia colectiva yorganizada por el ejército Juan dejará el chalet -que ha funcionado como un castillo- para ir a enfrentarse al enemigo, en parte por la defensa de su familia, en parte por solidaridad con sus semejantes.

Los ejes valorativos del núcleo inicial de sobrevivientes serán la lealtad, para los amigos y familiares pero también para los congéneres que acepten las reglas del juego de la no agresión. Lealtad y solidaridad serán valores que se trasladen al grupo mayor, pero también la reflexión y el riesgo inteligente (el riesgo sopesado por el cálculo de medios en función de fines).

Juan irá adquiriendo el sentido del juego, por otro lado Alberto Franco, que se incorpora a la trama en el momento de la resistencia, cuenta con capitales previos -heterodoxos claro está, como por ejemplo su afición por los libros de ciencia-ficción- para desarrollar estrategias efectivas para el combate con el enemigo.

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Claro que, en la situación inicial, la buhardilla de Juan Salvo aporta también el capital objetivado, que hasta entonces eran sólo elementos para hobbies y que aquí se van a constituir en recursos -en capitales- indispensables para la supervivencia.

En El Eternauta se verifica uno de los modelos frecuentes en Oesterheld: el protagonismo grupal. Más allá de que Juan Salvo relate la historia, y de que El Eternauta sea el nombre de la historieta, desde el inicio -y con cambios en la integración y tipos de grupos, y en las posiciones que ocupan los distintos miembros de los grupos- no hay un héroe individual que supere a todos los demás, el protagonista es colectivo.

Un sobreviviente asesinará a Lucas para robarle el traje aislante y luego tratará, intentando engañarlos, penetrar en el chalet. Juan descubre el engaño y logran matarlo; sin embargo, la actitud ante el agresor no es de odio sino de comprensión, a la vez que de diferenciación. Juan reflexiona: “...miré el rostro del desdichado. Un rostro común, igual a tantos que se veían en el tren de todos los días... un rostro de hombre cualquiera, convertido en asesino por la terrible catástrofe...”.

Del grupo sobreviviente Elena, la esposa de Juan, y Martita, su hija, cumplen un papel secundario. El papel secundario está marcado por el protagonismo masculino y la subordinación de los roles femeninos. Juan asume el rol de protector, de proveedor, para las mujeres. Elena aporta, desde su rol subordinado, la resignación, el apoyo a Juan y a los otros, la colaboración en las tareas de preparación para salir al mundo exterior. Se hace cargo de las tareas domésticas y prepara la comida. Al momento de salir, ni ella ni Juan dudan respecto de que ella debe quedarse en el hogar. Juan es el caballero que sale al exterior en defensa de su castillo, aunque el castillo va a demostrar ser frágil y de imposible reparo.

Es clara una concepción tradicional de la pareja, en la cual la mujer es protegida por el hombre y juega un rol secundario en la construcción de la sociedad. Sólo tres mujeres aparecen vivas en las trescientas cincuenta páginas de la historia, pareciera que se trata de una situación en la que sólo pueden sobrevivir y a la que sólo pueden enfrentar hombres. Este modelo se modificará parcialmente en la segunda versión de la primera parte, 1969, cuando una joven mujer pasa a ser parte de la resistencia.

La esposa y la hija van a ser el leit-motiv de los pensamientos de Juan Salvo desde que abandona el chalet para unirse al ejército. Hacia el final volverá a reencontrarlas, para perderlas después. A partir de allí, peregrinará por el espacio y el tiempo en la búsqueda de ellas.

Elena, la esposa de Juan, le plantea la posibilidad de quedarse para no dejarlas solas a ella y a su hijita, a lo que aquel contesta: “Es necesario el esfuerzo de todos, Elena... Tenemos que ir con ellos.” El modelo de la lucha colectiva, por sobre la individualidad, prefigura algunos elementos, pero sólo algunos, del futuro Oesterheld montonero. En el espacio social construido por Oesterheld, Favalli, Salvo y Franco constituirán el núcleo protagónico, serán quienes logren sobrevivir hasta el sabotaje final a la base de los invasores en la plaza del Congreso, e infligirán una derrota aparentemente importante a los invasores. Los hechos mostrarían luego a los invasores recomenzando el ataque de forma tal que ya resultaba imposible vencerlos. ¿Qué atributos que distinguen a estos tres personajes?:

Favalli suma conocimiento científico y capacidad de análisis, como un pesimismo no paralizante. Juan Salvo tiene la motivación de salvar a su familia y desarrolla un sentido práctico adecuado a la situación combinando análisis e iniciativa y, por su parte, Franco suma a su espíritu de iniciativa un conocimiento no ortodoxo, prácticamente un saber popular. Los tres juntos unidos por la solidaridad y la voluntad son capaces de crear nuevas estrategias y de remontar situaciones adversas. Se podría leer como una alianza interclasista, entre clase media y obrera, entre intelectuales y obreros. Favalli, en términos de Bourdieu, sería el intelectual que pone su capital conocimiento al servicio de los dominados.

Oesterheld, en las lecturas posteriores a la conclusión de la primera parte, afirmaba que sin planearlo “Franco, el tornero... termina siendo más héroe que ninguno de los que iniciaron la historia”. Remitiéndose a las condiciones de producción del momento en que se escribe el guión, Franco puede ser visto como un tipo ideal de la clase obrera, que -en este caso- es quien nunca se dará por vencido (aunque finalmente será convertido en un hombre robot comandado por los invasores). Franco ofrece una resistencia indeclinable. No se plantea las dudas que permanentemente asaltan a Juan Salvo, quien funciona como un representante de la clase media acomodada, que en principio tendría más que perder en la situación (ya había perdido su “pasar acomodado” y podía perder a su esposa y a su hija). Favalli aporta su pesimismo para enfrentar la situación, pero el mismo se traduce en realismo y no lo inmoviliza, es un tipo de intelectual que logra convertir conocimiento en acción.

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Tratando de salvar su vida y la de su familia Juan se introduce en una nave de los invasores, y tratando de hacerla funcionar, pone en marcha la “máquina del tiempo de la cosmoesfera”. Es arrojado a otra dimensión y se ve separado de su esposa y su hija. Cae en un extraño paisaje donde un muy anciano mano le explica que se encuentra en “el continum 4”. El mano le confirma que ha perdido a su familia, que se deben encontrar en otro de los “continum” y que tiene “todo el tiempo que quiera” para buscarlas. El mano le señala que ha “podido hacer lo que muy pocos hemos hecho... escapar a los ellos.”, y que su lucha ha servido a las especies inteligentes que están decididas a continuar peleando contra los ellos. El discurso del mano plantea una solidaridad, “un apego a todo lo que sea espíritu”, entre todos los seres del universo.

¿Cómo se construye el enemigo en la primera parte de El Eternauta? Este elemento, constitutivo de la identidad de los personajes al definir a los otros, es crucial para dilucidar las modelizaciones de Oesterheld. Más allá del odio que demuestran los resistentes al enfrentarse a los primeros enemigos visibles, los cascarudos, -odio por otra parte no compartido por Favalli-, termina primando una especie de “mirada antropológica”. Dicha mirada implica un relativismo cultural que sirve para comprender al otro en los términos de su propia cultura. Es la perspectiva que se aplica a los cascarudos, los gurbos y a los manos. Hasta Franco que ha sido el combatiente indeclinable y sin dubitaciones expresa, ante un mano moribundo, que los mismos no son sus verdaderos enemigos.

Existe un enemigo que se diluye en su abstracción, son los invisibles Ellos, sólo perceptibles a través de las acciones de aquellas especies que han dominado. Los Ellos no se presentan nunca, no hay contacto directo (al contrario de lo que sucederá en la segunda parte). Representan el mal supremo, son la condensación del mal, pero como tal termina siendo una abstracción que se puede combatir pero no se puede vencer. De hecho, los resultados para los terráqueos son la muerte, la esclavitud -ser convertidos en hombres robots-, o el escape en el caso de Juan y su familia. Buena parte de la originalidad de Oesterheld está en la concepción del mal, ese mal que en Ernie Pike –por ejemplo- se concentra en la guerra misma permitiendo una mirada humanizante de cualquiera de los bandos, sin maniqueísmos.

“El mal” es condensado en los Ellos, pero al contrario del resto de los acontecimientos -y dentro de las reglas de verosimilitud que establece el propio relato- no encuentra explicación. Se explica por qué actúan como actúan los cascarudos, los gurbos, los manos, los sobrevivientes que enloquecen o que agreden a sus congéneres, pero no se explica por qué actúan como actúan los ellos: en el esquema valorativo de Oesterheld, en su “mirada antropológica”, el mal resulta inexplicable.

CHE Y EVITA

Antes de la segunda versión de la primera parte de El Eternauta, el mal empieza a tomar forma en las modelizaciones de Oesterheld: el imperialismo y la explotación del pueblo, el imperialismo y los explotadores serán luego el mal por antonomasia que se ancla concretamente en la historietas que producirá luego con una intención explícitamente militante en las publicaciones de o relacionadas con Montoneros.

www.tebeosfera.comVida del Che, con su guión y dibujos de Alberto y Enrique Breccia (padre e hijo), es la primera obra donde aparece claramente que Oesterheld se define ideológicamente y toma postura, incluyendo el pedido al editor Jorge Alvarez -quien le ofrecía no hacer aparecer su nombre y apellido para no comprometerlo- de que su nombre apareciera en la tapa. La editorial sería pronto allanada y la obra prohibida, cuando ya había prácticamente agotado una importante tirada.

En ese año también realiza un guión para una historieta que se iba a llamar Evita, que también iba a ser publicada por Jorge Alvarez en la misma colección que había aparecido Vida del Che, historieta que no llegó a realizarse por la prohibición de la primera y la decisión del editor de abandonar la serie. El guión fue encontrado por el editor Javier Doeyo en el año 2001. La óptica de Oesterheld sobre el peronismo parecía estar cambiando en 1968 y poco después iba a comenzar a militar en Montoneros.

AMÉRICA LATINA. 450 AÑOS DE GUERRA

El modelo que va a estar implícito en las historietas tardías de Oesterheld sería coherente con ciertos discursos sociales que alcanzan notoriedad y difusión en el período que media entre la segunda versión de El Eternauta -1969- y la segunda parte -1976/7-. Podría ser hipotetizado como la proyección de una posición que planteaba la lucha armada para conquistar una sociedad futura más justa, socialista. La versión montonera del futuro venturoso podía razonablemente justificar la verticalidad militarista, el acatamiento sin discusiones a los jefes iluminados (de los cuales el propio Perón habría sido un primer modelo), y de la justificación del sacrificio de los combatientes cuando las circunstancias lo hicieran necesario.

De alguna manera esa es la versión que había escrito el propio Oesterheld en América Latina 450 años de guerra para El descamisado, la revista de la Juventud Peronista revolucionaria, episodios de la historia argentina que fueron guionados, dibujados –por Leopoldo Durañona- y publicados antes que la segunda parte de El Eternauta.

Sigal y Verón van a dar un lugar muy importante a esta historieta de Oesterheld en su análisis sobre “los fundamentos discursivos del fenómeno peronista” y la interpretan como un intento de fundar “la posición de verdad del enunciador” sobre la historia y, al mismo tiempo su lugar de verdad en ese momento. (1986: 183)

En 450 años de guerra lo subjetivo de los protagonistas desaparece, salvo en algún dibujo de Durañona de los personajes del pueblo en los cuales se puede tratar de percibir un aura subjetivo y único, pero la historia se convierte en pura estructura y no puede ser más que pura estructura, en cuanto pretende enunciar una verdad (ver Sigal y Verón, 1986) que atraviesa los tiempos:

“Desde las páginas de EL DESCAMISADO saldrá entonces nuestra verdadera historia. Cual fue la realidad de nuestro pasado y cual es la realidad de nuestro presente. Porque la historia del imperialismo es la historia del continente americano –la Patria Grande- y la historia de nuestra patria.

Son 450 años de guerra.

Sí, de guerra. Porque los pueblos avasallados por el invasor nunca se rindieron. Pusieron el pecho. Pelearon. Dieron la vida infinidad de veces en su combate por ser libres. (…)” (En la introducción previa a la primera historieta).

Que lo subjetivo desaparezca es coherente con la línea que va profundizando Montoneros a medida que pasa a su segunda clandestinidad y que tiene su punto culminante en la Resolución N° 001/78, publicado por la Comandancia del Ejército Montonero, con el “objeto” de la “implementación y utilización de uniformes e insignias del Ejército Montonero y las milicias montoneras” (en Anguita y Caparros, 2004:365y ss), evidencia del delirio militarista en que había caído la conducción y que se extremaría en el exilio. Durante este proceso, asimismo, la conducción se atribuiría el derecho al diagnóstico objetivo de la realidad, condenando todo posible individualismo y subjetivismo.[8]

Esta primera historieta de la serie 450 años de lucha fue publicada el 24 de julio de 1973, cuando se acentuaba la pulseada entre las organizaciones revolucionarias –Montoneros, FAR, FAP-, Perón y la derecha del peronismo. Justamente, el primer episodio, que se centra en “la España imperialista”, hace referencia a “los matones mercenarios baleando al pueblo en Ezeiza para impedir su contacto con el líder” a modo de ejemplo de cómo actúa el imperialismo cuando se ve amenazado”.

Con anterioridad Oesterheld había guionado otras dos historietas en El Descamisado: “La historia de los villeros: de la miseria a la liberación”, publicada el 12 de junio de 1973, y “Perón: la reconquista del gobierno. Hacia la toma del poder”, publicada el 19 de junio de 1973, un día antes del regreso de Perón. En esta historieta la juventud peronista aparece como naciendo del pasado y continuando las resistencias del pueblo que comienza desde la conquista española: “A la agitación contra Frondizi, se suma una fuerza nueva que nace espontáneamente: la juventud peronista” (como si fuera el resultado de un dispositivo de la estructura de la historia). Un poco más adelante conecta a Perón con el nacimiento de la guerrilla, no explícitamente pero si por la secuencialidad de la narración al hacer aparecer el surgimiento de las organizaciones armadas como el resultado de la supuesta decisión de Perón de detener la represión de la autodenominada Revolución Argentina, conexión que no existió en forma directa en ese momento: “El régimen [la dictadura de Onganía] se defiende con la violencia sin advertir que está volcando al peronismo a sectores que hasta ahora eran indiferentes. Crece la represión. Perón decide frenarla, nacen organizaciones armadas revolucionarias peronistas y no peronistas.” La viñeta que ilustra al pueblo en Plaza de Mayo en la asunción de Campora, el 25 de mayo de 1973, ubica un cartel de Montoneros en un lugar central y en el globo de texto el canto de la multitud: “!A la rosada la cuidan granaderos¡ ¡El veinticinco la cuidan montoneros!”, el cartucho de texto que funciona como cierre puede ser leído como el reclamo y la advertencia de Montoneros a Perón:

“Desde luego no basta con haber derrotado a Lanusse y haberle quitado el gobierno a la oligarquía militar. Sólo asumiendo el poder en su totalidad podrá el peronismo reconstruir al país y alcanzar el socialismo nacional, la única forma de darnos una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. Esta es la lucha que afrontamos de aquí en más el General Perón y su pueblo.”

En el discurso que pronuncia Perón, luego del frustrado “contacto”, va a dejar de lado la liberación y equiparará “reconstruir” con recuperación institucional. Sin embargo, al conectarse presente con pasado en el final de las historietas Oesterheld sigue planteando la liberación como única opción valida:

“Ojala brillara de verdad el inmarcesible sol de mayo de los discursos patrios, no estaríamos enfrentados hoy 150 años después a la alternativa de hierro: liberación a muerte” (“La tercera invasión inglesa”, 28 agosto, 1973).

“…en nuestro propósito de unidad y liberación” (la entrega del Uruguay, 16 octubre, 1973).

“Historia que se repite todavía hoy. Pero ya no por mucho tiempo. Los hijos de aquellos reclutas cuyanos, de tanto paisano de aquí y de afuera sacrificados en la tan larga lucha por hacer una patria, ya están dejando de ser carne de cañón. Ya tienen quien los guía, quien les abre los ojos, y ya cierran el puño para la gran lucha por el bien común. Ya aprendieron que el «!viva la patria¡» de antes, es hoy «!liberación o muerte¡»” (“Las montoneras”, 23 octubre, 1973)

En las historietas de Oesterheld y Durañona (el dibujante) hay sólo dos episodios en los que se plantea una conexión más o menos explicita entre Perón y liberación, y nunca se plantea “Perón o muerte”, consigna que toman Sigal y Verón para titular su libro y que el guionista reemplaza por “liberación o muerte”. Uno es el primer episodio de la serie “La España imperialista” del 24 de julio de 1973, luego de las definiciones de Perón post-Ezeiza pero antes de la ruptura que se va perfilando tras la ejecución de Rucci –inmediatamente después de que las elecciones dan un triunfo abrumador a Juan Domingo Perón- y que culmina con los insultos de Perón y la retirada de Montoneros de Plaza de Mayo el 1º de Mayo de 1974. Allí el anteúltimo bloque de texto reza:

“… la palabra América quiera decir victoria. Así comenzó América, nuestra América. El imperialismo de entonces, el español, sin otra razón que sus armas superiores, robó y asesinó al hombre americano, dejándolo en la más abyecta de las miserias. Ya entonces empezábamos a ser el tercer mundo que explotaría luego Inglaterra y ahora Estados Unidos. Siempre por la fuerza de las armas, y con la ayuda de las minorías nativas, alcahuetas de sus hermanos. La historia de América es la historia de los imperialismos, que crecen y se enriquecen con nuestro trabajo e impiden que nos liberemos y podamos ser dueños de lo que nos pertenece.”

En la última viñeta un globo de texto –palabra hablada- señala a Perón en una foto (la única foto de toda la serie) que dice: “El azote del imperialismo que, al suprimir la libre determinación de los pueblos, la soberanía de las naciones y la independencia económica de los países, los priva de su libertad esencial”.

Otra conexión explicita es planteada en el último bloque de texto de “Rosas (cuarta parte)”, publicada el 24 de diciembre de 1973:

“Historia mentida que hasta hoy se disfraza y sigue engañando: historiadores «nacionales» como Félix Luna, con el pretexto de pacificar, quieren integrar hoy a San Martín con Rivadavia, A Rosas con Urquiza y con Mitre… Con ese criterio capador, junto a Perón habría que integrar a Lanusse, a Onganía, a Krieger «Deltec» Vasena, a alzogaray… Sí, después de Caseros, cien años de entrega. Tan colonia llegamos a ser que Inglaterra nos usa como moneda para comprar su «victoria» en la Segunda Guerra Mundial traspasándonos a los verdaderos vencedores, los Estados Unidos y las empresas multinacionales, el imperialismo de hoy. Cien años de entrega hasta que amanecen Perón y la liberación.”

Podemos inferir que Montoneros, y Oesterheld, van convenciéndose de que la única garantía para alcanzar la liberación, la patria socialista, pasa por ellos y que Perón ha dejado de ser un garante seguro de ella, como parecía haberlo sido hasta Ezeiza. Simultáneamente planteamos la hipótesis de que Oesterheld planteaba explícitamente las diferencias con Perón en la historieta, cuestión que era expresada mucho más sinuosamente, sin llegarse a una crítica directa al propio Perón, en el resto de la revista. En el episodio “El «17» de los Orilleros”, del cuatro de septiembre de 1973, a diecinueve días de las elecciones presidenciales, el guionista marca el alejamiento del camino de la liberación con la renuncia de Campora y el mayor poder que adquiere la derecha, y a la vez advierte: “El 25 de mayo de 1810 el pueblo impone su voluntad… para verla burlada enseguida. Tan igual al 25 de mayo de 1973, con el pueblo imponiendo la línea argentina, la línea justicialista. Línea castrada tan pronto por los burócratas y los entreguistas de siempre.”

Un par de meses después el diagnóstico, la denuncia y la advertencia, se aplican al mismo gobierno de Perón y a Perón. En el último bloque de texto de “La entrega del Uruguay” –noviembre 20, 1973- escribe:

“Pobres muertos de Ituzaingó, de Rincón, de Los Pozos, de tanto lugar glorioso. Caídos para que Inglaterra tenga el Estado tapón que quería. Desde ahora el imperio manejará a su antojo a los dos grandes países del sur. Como su heredero, los Estados Unidos siguen manejando hoy al Brasil. Y como pretenden manejarnos a nosotros, mediante la presión externa, la oligarquía cipayo y las burocracias traidoras que lograron encajar en el gobierno del pueblo”. (la negrita es nuestra)

Oesterheld señalaba, en el reportaje que le realizarán Trillo y Saccomanno en 1975, le encontró la vuelta a esta historieta de intenciones didácticas cuando pudo establecer permanentemente relaciones entre el pasado y presente:

“Eso de EL DESCAMISADO fue algo nuevo. Es como ocurre con cualquier género literario, una manera de hacer potable [el] compromiso, y hacer un aporte útil. (…) Esta historieta aunque pudiera tener doce o catorce cuadros, me costaba un esfuerzo que ni tres guiones de [editorial] Columba. No sólo había que documentarse sino encontrar cosas claves que tuvieran que ver con el presente. Eso fue una cosa que surgió del trabajo, al hacerlo. No fue inicialmente deliberado. Después le encontré la vuelta esa y realmente quedo como de los aportes más originales”. (Trillo y Saccomanno, reportaje reproducido en Grupo La Bañadera del Comic, 1975: 31)

Sigal y Verón consideran, al analizar las historietas –sin identifica, o poder identificar, al autor-, que en la misma se plantea la lucha por la legitimidad de la Juventud Peronista revolucionaria en relación a Perón:

“El relato nos va diciendo, década tras década, que la legitimidad entre la relación de la JP y el pueblo no puede ser discutida (…) porque la presencia de estos combatientes no tiene un comienzo: siempre han estado allí, contemporáneos del nacimiento de la patria, dejándose matar, resistiendo, obteniendo pasajeras victorias. La JP es simplemente un nuevo avatar, la reencarnación de aquellos que siempre defendieron al Pueblo-Patria y que supieron reconocer a quienes sabían conducir la lucha.” (1986: 183).

Se pregunta Sigal y Verón que se opone a la legitimidad que esgrime Perón como enunciador, que “funda la legitimidad de su intervención desde un espacio, el del cuartel, exterior al pueblo, y desde un tiempo mítico, ajeno a la sociedad civil, el tiempo de los héroes de la Patria”, mientras que en la serie de Oesterheld-Durañona, “a través de la recuperación imaginaria de la historia, la juventud peronista busca fundar su propia legitimidad en el hecho de que no llegó nunca, de que estuvo siempre allí: esfuerzo por anular el tiempo histórico, eludiendo así la pregunta por el origen de su legitimidad. (…) El imaginario Montonero trata (…) de construir el colectivo pueblo como una entidad mítica, situada ella también, como los héroes, en el tiempo «fuerte» de la Patria: este pueblo es activo, resiste desde siempre y lucha desde siempre contra el imperialismo. Lo cual era una manera de decirle a Perón: nosotros ya estábamos allí, en ese lugar al que usted llegó en un momento dado.”

Según la hipótesis que ya planteamos lo que la revista planteaba más encubiertamente en sus otras secciones y artículos, era bastante explicito en el discurso de Oesterheld –que tenía entonces cincuenta y cuatro años de edad, mucho más que el promedio de los militantes-: o Perón opta por ese Pueblo-Patria, que existe desde siempre y que se encarna ahora en la juventud revolucionaria, o la misma deberá luchar por la liberación sin él.[9]

La relación que se plantea entre el pasado y el presente en los guiones de Oesterheld es de repetición sin subjetividad ni construcción. El imperialismo estuvo desde que llegaron los españoles, luego fue el imperialismo inglés y finalmente el yanqui. Hubo traidores y entregadores entonces y ahora. La historia se repite con distintos nombre. Hubo un Juan Cualquiera que murió, como un mártir, cuando intentaba tomar un arma para resistir a las invasiones inglesas, hubo un Juan Montonero que no vaciló en poner el pecho a las balas liberales y, en aquel presente, habrá un Juan Montonero, los montoneros como continuidad de la patria, dispuesto a morir repitiendo la lucha eterna del pueblo por la liberación. Los liberales ilustrados de ayer son la denominada ultra-izquierda de entonces, la liberación de ayer es la liberación de hoy, el martirio de ayer el martirio de hoy, el presente es como el pasado. El martirio de Oesterheld sería entonces el mismo martirio que sufrió siempre el pueblo en sus luchas, nunca acalladas, por la liberación, contra el imperialismo.

El contenido de él último episodio, publicado el 24 de marzo de 1974, parece establecer un paralelismo con los Montoneros que son perseguidos y asesinados con la anuencia del gobierno peronista. Allí hace referencia a los escuadrones de Aquino, que pertenecían a las tropas de Urquiza y que al rebelarse contra el mismo por considerarlo un traidor son fusilados y colgados en los árboles de la residencia de Rosas, el texto señala:

“Brava gente de Aquino. Pensaron morir por la patria en el campo de batalla.”

“Nunca soñaron morir fusilados, escarnecidos, mártires de una patria pisoteada…”

“Los árboles han dado frutos extraños en San Benito de Palermo. Fruto del pueblo. Siempre hubo martires que pusieron su pecho por la patria, que dieron la vida por Perón que es lo mismo que decir pueblo y patria. Siempre hubo generales Valle que supieron decir basta a la entrega, basta a la traición, basta a la mentira, aunque los fusilaran…”

Respecto de la utilización del lenguaje y la narración en esta historieta, señala el investigador salteño Rafael Gutiérrez:

“En las publicaciones del El Descamisado retorna a los antecedentes de la historieta, a las láminas didácticas que representaban -más bien por un procedimiento expositivo que narrativo- las vidas ejemplares de santos o héroes[10].

Las láminas didácticas, aunque puedan estar segmentadas en cuadros e incluir globos, son antecedentes de la historieta porque, desde el punto de vista de la superestructura, responden a modelos expositivos, pueden llegar a constituir el germen de un relato, pero carecen de la peripecia o conflicto fundamental que requiere el prototipo narrativo[11].

No podemos atribuir el defecto narrativo al guionista, pues su maestría está probada de sobremanera, más bien consideramos que este aparente retroceso genérico se debe a una adecuación del lenguaje al medio.

El medio no es una revista de historietas exclusivamente, ni mucho menos de entretenimiento; es una publicación de carácter político, explícitamente revolucionario, que proponía dar a difusión las actividades que realizaba en esos momentos la agrupación Montoneros y para justificar sus acciones buscaba legitimarse dentro del panorama político, no como un ala nueva del peronismo sino como el mismo movimiento nacional, que encontraba en Perón su caudillo.” (Gutiérrez, 2005, ¾)

En el enfrentamiento planteado en la historieta, Perón optó por la derecha y Montoneros continuó con su proyecto de Socialismo Nacional y con Montoneros continuaron Oesterheld y sus hijas.

LA GUERRA DE LOS ANTARTES

www.tebeosfera.comEn está historieta se cumple al píe de la letra aquella afirmación, tan común, que afirma que a través de la ciencia-ficción siempre se está hablando sobre el presente.

El Descamisado ha sido clausurado y Oesterheld ahora vuelve a guionar una historia de ficción, con el pseudónimo Francisco G. Vázquez, dibujada por Gustavo Trigo, en la cual Argentina y Latinoamérica son invadidas por extraterrestres, ahora para el diario Noticias también vinculado al peronismo revolucionario.

Mientras transcurre de la publicación diaria de la historieta –que comienza el 27 de febrero de 1974- se darán la retirada de la tendencia revolucionaria de Plaza de Mayo luego de ser insultados por Perón y la misma muerte de Perón. Es imposible no establecer relaciones entre la utopía que Oesterheld construye como supuesto futuro y la situación de montoneros:

“Los Antartes llegaron justo ahora cuando estábamos realizando por fin el mundo nuevo… ¡Cuando por una vez cada hombre empezaba a ser enteramente un hombre!”. Los Antartes, los invasores, disparan contra la multitud reunida delante de Plaza de Mayo para resistir. Uno de los consejeros, miembros del gobierno colegiado surgido del propio pueblo y de sus luchadores, piensa:

“Nuestras muertes son necesarias… ¡Será el comienzo de la resistencia!”

Las vivencias subjetivas de los actores son más frecuentes en relación al esquema estructuralista de 450 años de guerra, primero a través de “el Coya”[12] que comienza el relato en primera persona, para luego pasar a un narrador impersonal, y finalmente volver a la primera persona en la voz de Mateo, el padre de “el Coya”, un personaje dibujado no muy distinto de lo que podía ser un Oesterheld, en sus tardíos cincuenta. Mateo teme por su familia, por su esposa que se ha unido a la lucha, por sus hijos, por sus hijas, pero asume la resistencia y la lucha contra el invasor a pesar del cansancio y la inferioridad de condiciones en relación a los jóvenes.

Como señala Pablo de Santis en la Introducción a la edición de Colihue, Oesterheld en La Guerra de los Antartes construye una utopía. La podemos leer como la utopía Montonera con el pueblo armado y un consejo gobernante que responde al reclamo popular sin dudar.

Oesterheld también diseña una utopía global en la cual, por ejemplo, el Zaire aparece como un país desarrollado con la más sofisticada tecnología y gobernado por una mujer, existe una Gran Africa, y Perú también es un país socialista y desarrollado. Pero, “EEUU (asesorado por monopolios internacionales) y Rusia pactan la entrega de Sudamérica”, como en la segunda versión de la primera parte de El Eternauta. China en cambio parece estar a favor de los invadidos, lo cual de alguna manera corresponde a la imagen de Mao y de aquel país de Montoneros, así, en la historieta, Radio Pekín informa: “…ya empezaron a desmantelar el maravilloso mundo que nuevos países como Argentina, Cuba, Perú, estaban terminando de forjar. El incontenible avance de estos países hacia el socialismo ha sido frenado de golpe.”

El escenario central de la historieta es el escenario central del peronismo: la plaza de mayo. En ella se ha producido un “nuevo 17”, cuando se rechaza la invasión de los marines. Ante la invasión es el lugar de La resistencia, al que el pueblo concurre con banderas que todavía conservan los agujeros de aquel enfrentamiento con los marines.

El pueblo reunido en la plaza grita “¡CON-SE-JE-ROS! ¡CON-SE-JE-ROS!” y luego, cuando los propios consejeros comienzan a disparar contra los invasores, “¡CON-SE-JE-ROS! ¡CON-SE-JE-ROS, CARAJO!”[13], no es necesario ningún análisis sutil para traducir consejeros como montoneros.

Cuando concurren a Plaza de Mayo también llevan las armas que tienen en sus hogares, el pueblo se autoconvoca y cuando los camiones los recogen les gritan a los protagonista “! Traigan la ferretería… ¡”

Mateo piensa “Nuestra verdadera “casa” está aquí… nuestra verdadera casa son los compañeros”. El desplazamiento del hogar al espacio de la lucha colectiva, al hogar constituido por los compañeros de lucha, es importante en cuanto se contrapone al cómodo hogar de clase media, al chalecito de los robinsones, de la primera parte de El Eternauta. La toma de decisión de Oesterheld significó romper con sus intereses de clase media y aliarse a las clases subalternas, romper con la seguridad de su clase, que –de cualquier manera, ya se había resquebrajado con la Revolución Libertadora, y en lo personal para el guionista con la quiebra de editorial Frontera y la precariedad económica en la tuvo que vivir luego. Si la visión de Juan Salvo en la primera parte de El Eternauta es de dolor por lo perdido, el dolor de ya no ser, sin embargo era un personaje meditativo y reflexivo, mientras que en La guerra… los protagonistas son personajes furiosos, arrojados a una lucha -en la que no importaba la propia vida- con una rabia no contenida contra los enemigos extraterrestres y terrestres. El Oesterheld que comenzó a escribir El Eternauta, en 1957, en su chalecito, meditaba sobre el mundo a través de sus historias, el de 1975 es un Oesterheld que arremete furioso contra un estado de las cosas, dispuesto a cumplir con su propio cuerpo la consigna de liberación o muerte.

El enemigo, los Antartes, invasores extraterrestre, son caracterizados siguiendo la línea planteada en 450 años de lucha:

“El imperialismo Antarte es lo mismo que el imperialismo yanqui” y la historia se repite: “En realidad la situación no es tan nueva… ya antes hubo imperialistas mandando aquí”, “(Rivadavia, Mitre, Justo, Onganía, Lanusse…)”

En La guerra de los Antartes, el Ejecutivo, el Consejo, “siempre acató la voz del pueblo en la plaza”. Se puede inferir que, indirectamente, está planteado que Perón no lo hizo el 1° de mayo de 1974. Eleuterio Andrada, el “grone”, el primer Consejero, le pide al pueblo que decida, lo consulta sobre que piensa, y la multitud contesta “¡QUE-RE-MOS PE-LEAR!” Ahora el Consejo llama al combate contra el invasor, así como Montoneros decidiría pasar a la clandestinidad y enfrentar al gobierno de Isabel Perón.

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En una tira publicada ya luego de la muerte de Perón, el Coya, que ha vuelto a Buenos Aires y se ha reunido con su familia -la familia como unidad combatiente, casi como Oesterheld con sus hijas (su esposa nunca se involucraría en la militancia revolucionaria, ni acordaría con la misma)- y reclama:

“!La resistencia tiene que empezar YA!”

Menos de veinte tiras serán publicadas luego de ese llamado a la resistencia antes de que el diario Noticias sea clausurado, el 3 de agosto de 1974. Pero, antes del final le anuncian a Mateo que una de sus hijas ha sido secuestrada por los invasores… Las cuatro hijas de Oesterheld serán asesinadas o desaparecerán en el transcurso de los tres años siguientes.

CAMOTE

Camote, con guión de Héctor Germán Oesterheld (lógicamente, no aparecía su nombre[14]) y un dibujante cuya identidad no hemos podido determinar[15], es una historieta dividida en seis entregas, cada una de dos o tres páginas, publicada entre junio/julio de 1975 en la revista clandestina Evita Montonera[16].

Camote, el nombre del protagonista, es un joven de una villa que se suma a Montoneros y que pasando a la clandestinidad deja su casa y el trabajo en una fábrica. En el único episodio publicado es ocultado en la casa de una humilde familia peronista. De nuevo aparece el tema de los compañeros como el verdadero hogar, el narrador se refiere a los sentimientos de Camote respecto de los miembros de la familia que lo han escondido: “…está tan a gusto. Don Anselmo, Doña Rosa, los pibes, Celina… ya son los suyos.” Por esos meses Oesterheld vivía situaciones parecidas, según el testimonio de Graciela Iturrauspe, en la película HGO, en noviembre de 1975, se ocultó en su domicilio con Marina, una de sus hijas, luego viviría en Benavides con Beatriz. En la misma película Enrique Breccia afirma que “se estaba escondiendo donde podía”.[17] El argumento de los compañeros o el pueblo como la verdadera familia no era original de Oesterheld, al parecer era uno de los recursos de la organización para que los militantes pudieran justificar el abandono de sus familias sanguíneas. En la contratapa de Evita Montonera n° 10, en la cual aparece el último episodio de Camote, se reproduce una “Carta del Montonero Ricardo Sapag a su padre y hermanos”, el padre –Felipe Sapag- era por entonces el Gobernador de Neuquén, que expresa el pesar de abandonar su familia y acusa a su propio padre como parte del sistema al que combate y que concluye así:

“Pero al mismo tiempo no puedo negar que tengo también una tremenda alegría; la de: ser leal con mi otra gran familia que es el pueblo.”

En la resolución del único episodio de Camote la mirada antropológica del primer Oesterhelde es quebrada definitivamente, el modelo que ofrece ahora es la venganza, disfrazada de justicia popular en todo caso, que antes repudiara. El padre de la familia que le ha dado refugio enfrenta a la burocracia sindical en su fabrica, al “vandorismo”, como resultado de ello primero es golpeado y herido, y –como insiste en seguir enfrentándose a la burocracia- luego asesinado. Camote y dos compañeros de trabajo del muerto, emboscan a Fugazetti el líder de la burocracia, y lo matan.[18] Al final Camote se despide de Celina, que era quien le había conseguido refugio en la casa de su padre, y queda un final abierto, en la clandestinidad.

El Eternauta segunda parte(1976/1977)

Cuando se produce el golpe militar, Oesterheld se encontraba trabajando en prensa del Partido Auténtico (fundado por la izquierda peronista luego de la ruptura con el Partido Justicialista copado por la derecha), Oesterheld participó junto a Paco Urondo, Enrique Walker y Pirí Lugones en Informaciones, cuyo único número apareció el 24 de marzo de 1976, el mismo día del golpe militar (Esquivada, 2004: 109).

Ese mismo año comienza a preparar la segunda parte de El Eternauta que se publicara por entregas desde diciembre de 1976 hasta abril de 1978 –cuando se supone que ya había sido asesinado- en la revista Skorpio de Ediciones Record (Grupo la Bañadera del Comic, 2005: 52).

www.tebeosfera.comCasi quince años después de la primera parte, Germán, el propio Oesterheld que pide a los otros personajes que lo llamen por su segundo nombre –su nombre de guerra en Montoneros-, será el personaje-narrador durante las doscientas cuatro páginas que alcanza la segunda parte de El Eternauta. Sus descripciones, sus reflexiones, sus dudas, serán las perspectivas desde las cuales se narra la nueva vuelta de tuerca de esta historia. El hecho de que Juan Salvo, que de hecho deja de ser Juan Salvo para convertirse definitivamente en El Eternauta, no narre la historia -como sucedía en la primera parte, tras la introducción del guionista- marca un distanciamiento del personaje, coherente con su nueva identidad, coherente con el carácter de suprahumano que adquiere.

La historia no parte del retrato de la cotidianeidad reconocible como se hacía en la primera parte. La irrupción que se realiza no es sobre la vida diaria, la vida corriente, sino sobre la excepcionalidad de el Eternauta, que es arrancado de su deambular eterno para ser transportado a una época posterior a la historia que había co-protagonizado.

En todo caso, la cotidianeidad que es interrumpida, en la que irrumpe la aventura, es la de Germán Oesterheld -el guionista-. Pero se trata de una vuelta de tuerca sobre la irrupción de El Eternauta diecinueve años -reales- antes, al materializarse el Eternauta en su estudio. La otra irrupción es sobre la vida del “pueblo de las cuevas”, pero como prevención de una posible irrupción fatal.

Más de doscientos años después de la historia que vivieran Juan, Favalli, Franco y demás, en la zona que fuera Buenos Aires, arrasada por la bomba atómica que alcanzara el centro de Buenos Aires poco antes del final del primer relato, sobreviven parte de los invasores y descendientes de los invadidos. En un “fuerte”, ubicado donde estuviera el cementerio de la Recoleta pero que no puede dejar de pensarse como la Casa Rosada (un juego con gobierno y cementerio), un Ello comanda a un grupo de manos y a los zarpos, unos híbridos creados por ellos, de gran fuerza, semejantes a cavernarios. Además, cuentan con rudimentarios, pero poderosamente armados, tanques y naves de madera. Con estas fuerzas el Ello mantiene controlados a los “pobladores de las cuevas” que resultan una pintura idealizada de militante del pueblo peronista, son descendientes de seres humanos que no fueron convertidos en hombres robots ni afectados por la radiación de la bomba atómica, justamente. El Ello -nunca visto claro está- permite sobrevivir a los pobladores de las cuevas (cuevas que se levantan en una barranca que corresponde al lugar hasta donde llegarán las aguas del Río de la Plata luego que el tamaño del mismo se redujera) a cambio de tributos.

Los habitantes de la barranca del río han desarrollado una civilización de supervivencia, son aguerridos guerreros pero sin capacidad tecnológica para poder enfrentar al Ello y a sus servidores. Han obtenido información sobre cómo era la vida en la tierra antes de la invasión pero no han obtenido fuentes de información sobre la invasión misma. Sus relaciones son solidarias y sus valores similares a los del grupo protagónico de la primera parte. Parecieran estar en condiciones ideales para recibir un Mesías.

Al momento en que aparecen los “extranjeros del tiempo” -como denominará el Ello, camuflado en el cuerpo de un mano, al Eternauta y compañía- el Ello que sobreviviera a la invasión narrada en la primera parte, está terminando de construir una nave para abandonar la tierra. Necesita “plasma” para crear el combustible para la partida y exige -como tributo- que los hombres de las cuevas le entreguen un elevado número de jóvenes para ser utilizados y sacrificados en la preparación del combustible. Esta historia aparece en el momento en que miles de jóvenes eran asesinados por el terrorismo de Estado.

Como en la primera parte, los poderes, los capitales, en fuerza física, en armamentos y en conocimientos, del Ello y de sus sirvientes son inmensamente superiores a los de los pobladores de las cuevas, y estos no tienen la mínima posibilidad de oponerse.

¿Qué posibilidad tiene entonces el grupo de “extranjeros del tiempo”, que ya fueran derrotados, para lograr detener a los invasores? Los capitales, los poderes, de Juan Salvo se han modificado. Ahora posee poderes extrasensoriales, puede percibir la llegada del enemigo con anticipación, o la presencia de estos, su fuerza física ha adquirido proporciones extraordinarias. Como él mismo narra a Germán, sin poder explicárselo “...veo un aparato y ya sé como funciona.” Ha adquirido los poderes necesarios para tener posibilidades de enfrentar al invasor. No hay explicación sobre ello.

En el primer enfrentamiento, el Ello, camuflado, contesta a la observación de el Eternauta sobre que no es un mano:            

“¡Yo también se que vos no sos un ser humano!”

Germán observa la drástica mutación de la identidad de Juan, que lo convierte en superior y distinto a todos los demás; con lo cual, no puede desarrollar relaciones de pares. “Nadie podrá quererlo de verdad... es demasiado diferente, ni siquiera Elena... Los únicos iguales son los enemigos, los “Ellos”.”

El Eternauta ha pasado a ser sobrehumano, una especie de superhombre, ha adquirido poderes para funcionar en la historia como un vanguardista iluminado que siempre tiene la razón y a quien no queda otra posibilidad que seguir. Pero también, las formas del Eternauta de relacionarse con los otros seres humanos, y sus estrategias para enfrentar al invasor, han cambiado radicalmente. Directamente emite órdenes y exige -explícita o implícitamente- que los demás obedezcan. Germán es arrastrado y utilizado por el Eternauta en sus planes, la mayoría de las veces sin dar explicaciones sobre por qué hace lo que hace... ¿Es ese el tipo de relación que Osterheld, en su militancia, aceptó de la cúpula de Montoneros? Todo indica que sí. Al parecer, cuando lo capturan los militares, concurría en lugar de un dirigente más encumbrado a una cita que suponían estaba cantada.

Justamente el cambio más radical en la modelización de valores entre la primera y la segunda parte lo constituye la relación medios-fines que argumenta y aplica el Eternauta. En varios de los enfrentamientos, Salvo no ha evitado la muerte de algunos de sus aliados en función de un cálculo de que era necesario que perecieran para lograr el triunfo. Cuando avanzan para dar un “golpe comando” al fuerte y al Ello que allí se refugia, sacrifica a toda la columna a excepción de Germán y Biguá, luego dice:www.tebeosfera.com

“Lo siento era necesario que desaparecieran. ¡Los deje convertir en robots para ganar tiempo... tenía que entender el cronomaster!”

“Pero su sacrificio no será en vano... ¡Gracias a ellos podemos luchar contra el fuerte! ¿Qué importan unas cuantas vidas?”

Germán es quien testifica el accionar sin miramiento del Eternauta. Pero sólo en algunas ocasiones se pregunta sobre el sentido de su accionar. Lo sigue, lo secunda y lo obedece:

“...somos como perros tras el amo, ni idea tenemos de sus propósitos.”

Luego, el Eternauta sacrifica a Biguá para librarse de un mano, y finalmente cuando -al estilo de superhéroes- atacan a los zarpos y manos que están exterminando a los habitantes de las cuevas, deja que mueran Elena y Martita –su esposa e hija-, como algunos de los mejores amigos de Germán, al priorizar la defensa del lugar donde se encontraban más personas.

El leit-motiv de su deambular por el tiempo y el espacio lo había constituido la búsqueda de su esposa e hija; las sacrifica, luego, en miras de un cálculo “racional” de medios y fines.

Es difícil imaginar cómo hubiera continuado Oesterheld la historia después de que en las últimas páginas Germán es trasladado en el tiempo a una plaza en el año 1976, a su lado pasa el Eternauta que dice al observar que Germán se levanta y lo sigue:

“Sabía que vendrías, Germán... Te necesito.”

En una reflexión de Germán veíamos como pensaba que los únicos que eran iguales al Eternauta eran los Ellos. Consideramos que en esta observación se sintetiza el aparente vuelco radical de la modelización que ofrece Juan Salvo en relación a la primera parte. Sin embargo los comentarios y observaciones de Germán, devenido co-protagonista y relator de toda la historia, no permiten que el modelo, cierre y funcione como tal:

“Vencimos, sí... pero a qué precio”.

Podríamos hipotetizar que existe una tensión entre la positivización y la negativización del modelo del Eternauta vanguardista iluminado, donde no importan los medios y sí exclusivamente el fin. En la tensión entre las acciones de Salvo convertido en suprahumano y las observaciones del relator la modelización queda irresuelta. Se podrá alegar -por ejemplo- la alegría del renacimiento de la vida y de su desarrollo para los habitantes de las cuevas que sobreviven; pero a dicha alegría se podrá contraponer la pérdida definitiva de la esposa y la hija para Juan Salvo (al menos en cuanto Oesterheld no pudo darle una continuación a esta historia, que reparara “el daño”), la pérdida del sentido de su búsqueda. Perdido el porqué de las acciones del personaje, convertido él mismo en un superhombre, es difícil imaginar una tercera parte, salvo que por un forzamiento argumental -que terminaría de quebrar la verosimilitud- se reviviera a Elena y Martita.

Es difícil determinar un modelo de sociedad planteado en forma directa, en El Eternauta. En todo caso, existen el modelo de la situación pre-nevada en la primera parte, y el de la reconstrucción realizada por los pobladores de las cuevas, después de la derrota de los Ellos en la segunda parte. Podemos pensar que el modelo surge por lo que no es, dado que en la narrativa de aventuras lo que prima es la irrupción de lo excepcional, que en el caso de El Eternauta no es lo venturoso. El modelo de la conclusión es el de una sociedad basada en la solidaridad, pero donde también tiene un lugar clave el conocimiento, y el desarrollo tanto tecnológico como económico. Prácticamente una versión socialista del progreso asegurado a través del progreso tecnológico, el sueño efímero de la modernidad.

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Si los vemos en el tiempo que implican la primera parte primera versión, la primera parte segunda versión (dibujada por Alberto Breccia y publicada en 1969) y la tercera parte, el modelo del “nido” constituido por la familia, los amigos, el buen pasar económico y el chalet como un castillo, aparece como no viable en la segunda versión, no viable porque implica ignorar los factores de dominación -que se construyen en el modelo que Oesterheld delinea allí- que hacen débil la situación supuesta como ideal. Esa propia debilidad parece ser la que obliga a convertirse en “guerreros”, en “milicianos”, para poder conquistar, o posibilitar, una nueva sociedad como la que construyen los pobladores de las cuevas luego de la derrota de los ellos. El sacrificio de muchos de los pobladores es justificado en función del fin.

Ahora bien, si consideramos el orden cronológico en que fueron escritas las historias el cierre está dado por las dudas y reflexiones del Héctor Germán Oesterheld personaje de la segunda parte de El Eternauta, pero que es también el Héctor Germán Oesterheld de carne y hueso que escribe la historia ya clandestino, que se permite dudar sobre el sentido del triunfo por el costo de vidas que ha tenido –en la historieta- y extrapolamos, nosotros -porque Oesterheld fue fiel al guión hasta las últimas consecuencias- sobre el sentido del martirio, de seguir poniendo el pecho a las balas cuando ya no había posibilidades de triunfar por ese medio, en la realidad. Recordamos aquel pensamiento de Antonio Gramsci sobre que no tiene sentido apelar a la violencia de las armas sino existen posibilidades reales de triunfar[19], porque –entre otras razones- al pueblo le costará mucho más rehacerse de las muertes de sus mejores hombres que al enemigo. Oesterheld era uno de los mejores hombres del pueblo.

 

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[1] Consideramos que sería más exacto hablar de una existencia latente y no virtual de las estructuras, que incluya la materialidad, normativa y de sustancia.

[2] “La primera en desaparecer fue Beatriz Oesterheld. Tenía 19 años. El 19 de junio de 1976 llamó por teléfono a su madre, Elsa, y la citó en la confitería Jockey Club de Martínez. Hacía mucho que no se veían y estuvieron hablando casi dos horas. Al despedirse, la joven fue hacia Villa la Cava, en San Isidro, donde —según la madre— militaba. Nunca llegó. Dos días más tarde, un desconocido se acercó a Elsa cuando estaba por subir al tren y le dijo que Beatriz había sido secuestrada por el ejército. Su madre fue a la policía y a Campo de Mayo, vio a jueces y sacerdotes, y presentó un hábeas corpus. El 7 de julio fue citada en la comisaría de Virreyes y le dijeron que su hija había muerto junto con otros cinco chicos. Le dieron el cuerpo y la sepultó.

El 4 de julio, Elsa de Oesterheld se enteró por los diarios que los militares habían matado a su otra hija, Diana, de 23 años y embarazada de seis meses, en su casa de Tucumán. Después mataron al marido de Diana. El hijo de ambos, Fernando, de un año, fue llevado a la Casa Cuna como NN. Luego se crió con los abuelos paternos. (…)

El 14 de diciembre de 1977, Estela (24 años) le escribió una carta a su madre para contarle otra tragedia: "Mamita, Marina hace un mes que no está con nosotros". Marina tenía 18 años y estaba embarazada de 8 meses.

E1 día que despachó la carta, Estela fue asesinada junto a su marido. Se llevaron a Martín, su hijo de tres años, pero después se lo devolvieron a la abuela Elsa.” (http://axxon.com.ar/oes/oe-clarin01.htm).

[3] En la película H.G.O., Miguel Fernández Long señala que era asistente de “una persona importante” –dentro de la estructura de Montoneros- y que fue en lugar de la misma a la cita.

[4] “Según testimonios que recogieron Levenson y Jauretche (1998: 116), Oesterheld fue visto en el campo de concentración sito entre la Avenida Ricchieri y el Camino de Cintura [el Vesubio], hasta que un día apareció en el Regimiento Militar Viejo Bueno, en Monte Chingolo, provincia de Buenos Aires. Se supo de las torturas que hasta entonces había sufrido y de su firmeza frente a los represores. (…) Por esas volteretas del destino, resultó que el jefe de ese Regimiento era un aficionado a la historia y conocía la trayectoria literaria de Oesterheld. Por eso, cuando lo tuvo adelante [sic], le expuso un proyectó que venía acariciando desde antes. Le hizo conocer a Germán su deseo de contarlo como guionista de una aventura histórica sobre el cruce de los Andes por el General San Martín. Le aseguró absoluta libertad creativa. Oesterheld no encontró ninguna contradicción entre esa actividad y su militancia, y se dice que aceptó la propuesta. Así fue que lo instalaron en un pequeño aposento dentro del cuartel, proveyéndolo de la literatura y de todos los elementos técnicos necesarios para la tarea. Eso no significó que cambiase su régimen de vida. Fue trasladado varias veces y sometido a nuevos interrogatorios, pues aunque se presume que mostró interés por colaborar con el militar interesado en sus historias eso no implicaba acceder a colaborar con los represores. Nunca negoció. Una mañana, fue sacado de aquel cuartel en el que aún escribía y llevado a otro ignoto lugar.” (En http://www.Argentina.com).

Según afirma en la película H.G.O., Juan Carlos Scarpatti lo vío en Campo de Mayo, en las duchas, lo habría visto angustiado y le habría contado que los captores le habían mostrado fotos de las hijas muertas y le habían hecho comentarios sobre “lo bueno que estaban”

[5] Según el informe Nunca más: “Se trata de un centro clandestino de detención que funcionó en la Comisaría de Villa Insuperable, ubicada en la esquina de las calles Tapalqué y Quintana, partido de La Matanza . En el organigrama de la represión dependía del I Cuerpo de Ejército a través del Grupo de Artillería de Ciudadela.Un grupo de detenidos que estuvieron ahí tomaron contacto, ya sea a través de cartas o personalmente, con sus familiares.” En el mismo informe se relata que en agosto y noviembre [se encuentra]Pablo Szir con sus hijas y le cuenta que primero había estado en la Comisaría de Ramos Mejía y en ese momento en la de Villa Insuperable donde también estaban Roberto Carri y la esposa, Adela Candela y Héctor Germán Oesterheld. Además agrega que cada tanto eran todos trasladados al cuartel de Ciudadela donde les hacían escribir un trabajo.

Ana María Caruso de Carri, en una carta, cuenta a sus hijas:

«Ahora está con nosotros "el Viejo" que es el autor de "El Eternauta" y el "Sargento Kirk" ¿Se acuerdan? El pobre viejo se pasa el día escribiendo historietas que hasta ahora nadie tiene intenciones de publicarle».

¿Qué se proponían quienes tenían detenidas ilegalmente a un grupo de personas a las que permitían ponerse en contacto con sus familiares? No podemos contestarnos esta obstinada pregunta. Transcribimos dos párrafos de cartas de Ana María Caruso de Carri:

«...a esa oficina vamos a trabajar casi todos los días. El otro día vinieron de visita (a la oficina) seis generales, entre ellos Vaquero, Sasiain, Jáuregui y Martínez... Los que estábamos allí no éramos todos sino un seleccionado de cuatro solamente, entre los que estábamos papá y yo. ...de todos modos hay algunas cosas que nos preocupan. En primer lugar, lo nuestro no sé cómo va a terminar. Este fin de año, antes de que se concretaran los pases, estuvieron hablando a ver qué hacían con nosotros; supongo que la discusión debe haber sido en la Brigada. Allí hubo tres posiciones: unos decían que ya la guerra estaba casi terminada y nosotros ya no prestábamos ninguna utilidad, por lo tanto había que matarnos; otros decían que ya no éramos útiles y que había que pasarnos a disposición del P.E.N. y otros decían que seguíamos siendo útiles y que lo íbamos a ser por un tiempo largo y por lo tanto no podíamos seguir viviendo en esta situación por tanto tiempo. Como no hubo acuerdo, la discusión se postergó, lo cual es favorable, creo yo, porque a medida que pase el tiempo la cosa se ablanda y es más difícil matarnos» (Legajo N° 1761 y 1771).

Ninguno de los detenidos desaparecidos citados más arriba volvió a tener contacto con la familia desde ese diciembre de 1977. Sus captores por fin habían tomado la decisión.”

(Textos: Patricia Kolesnicov y Mónica Martín, Revista Viva, Domingo 17 de agosto de 1997 en http://axxon.com.ar/oes/oe-clarin01.htm)

El nieto de H. G. Oesterheld, en una situación que parece salida de la más absurda película de terror, también fue llevado durante unas horas con él, antes de ser devuelto a su abuela, Elsa Oesterheld:

“Cuando Elsa ya daba por muerto a su marido Héctor Oesterheld, el 14 de diciembre de 1977 dos uniformados tocaron el timbre de su casa y le entregaron a Martín, su nieto de tres años. Lo habían secuestrado después de matar a quemarropa a su madre, Estela Oesterheld, y a su padre, Raúl Mórtola. "Le trajimos al nene, que estuvo con el abuelo", le dijo uno mientras el otro salía a la calle constantemente, porque temían que los descubrieran. Le hablaron de Héctor con cierta admiración y Elsa entendió que eran sus carceleros. Martín hoy tiene 23 años, dibuja y es diseñador gráfico. Así describe ese momento: "Estuve sentado cinco horas junto al abuelo, en un pasillo horrible con paredes de látex azul brillante. Me llevaron con él para que dijera dónde podían dejarme. (…)". (Textos: Patricia Kolesnicov y Mónica Martín, Revista Viva, Domingo 17 de agosto de 1997 en http://axxon.com.ar/oes/oe-clarin01.htm)

El informe Nunca Más recoge el testimonio del psicólogo Eduardo Arias, afirmando que “fue una de las últimas personas que lo vio con vida:

«En noviembre de 1977 fui secuestrado y permanecí desaparecido hasta enero de 1978. Héctor Oesterheld estaba allí desde hacía mucho tiempo. Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. Uno de los momentos más terribles fue cuando trajeron a su pequeño nieto de cinco años. Esa criatura fue recogida tras la captura y muerte de la cuarta hija y el yerno de Héctor y la llevaron a aquel infierno (...) Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Hector se refiere a la Nochebuena del 77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. También nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Hector Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso. Ignoro cuál pudo haber sido su suerte. Yo fui liberado en enero de 1978. El permanecía en aquel lugar. Nunca más supe de él».

[6] Se cree que Oesterheld murió en Mercedes, población bonaerense cercana a la capital porteña, el primer trimestre de 1978. Se supo de las torturas que hasta entonces había sufrido y de su firmeza frente a los represores. Aún llevaba un brazo en cabestrillo, como secuela de una fractura. (http://www.boletinargentino.com/index.php?p=77)

El Canciller Rafael Bielsa, en el prólogo a la recopilación de Latinoamérica y el Imperialismo 450 años de lucha, escribe “No se ha confirmado cual fue su destino final ni se han hallado sus restos, se sospecha que fue asesinado en mercedes en 1978” (2004).

[7] Remitimos a los testimonios de la película H.G.O. (1998, estrenada en 1999, dirigida por Victor Bailó y Daniel Stefanello), y al último y extenso reportaje que le realizaran en 1975 Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno, y que recién fue publicado en su versión completa, incluyendo las referencias a sus trabajos en El Descamisado y en Noticias, en el 2005 en el libro Oesterheld en primera persona.

[8] Un ejemplo muy claro es el del juicio revolucionario y condena a Tulio Valenzuela, Oficial Mayor Montonero luego degradado a Subteniente. Valenzuela, capturado por el Segundo Cuerpo del Ejército, engaño a los militares haciéndolos creer que iba a colaborar con ellos y viajó a México, en enero de 1978, con un grupo de militares que tenían como objetivo asesinar a la máxima dirigencia montonera. Una vez en México alerta a Montoneros y se denuncia públicamente el intento. Luego Valenzuela es juzgado por sus pares por el mismo hecho que había llevado a salvar las vidas de Firmenich y compañía, por considerar que la suya había sido una postura individualista que iba contra las políticas de la organización. En la autocrítica que Valenzuela realiza luego de ser condenado agradece a sus juzgadores por “hacerme ver las cosas desde una nueva óptica, despojado del subjetivismo individualista”. (en Bonasso, 2003: 252).

[9] En la película H.G.O. Miguel Fernández Long, quien fuera compañero de militancia de Oesterheld en Montoneros, considera que éste “nunca se creyó lo de Perón”.

[10]Uno de los antecedentes de la historieta como género son las láminas y estampas sobre santos que emplea la Iglesia como uno de los medios de evangelización. de modo similar la escuela también utiliza el mismo recurso para mostrar la imagen ejemplarizadora de los héroes y los hechos históricos.” (la cita corresponde al texto de Rafael Gutiérrez)

[11]Es necesaria la presencia de un estado inicial, un proceso de transformación y un estado final.” (La cita corresponde al texto de Rafael Gutiérrez)

[12] El Coya es el Teniente Sabino Torres, lleva el nombre de Sabino Navarro, el primer conductor de Montoneros. En la historieta también se ha cambiado el nombre de la autopista General Paz por autopista Navarro.

[13] Negritas, rotulado manuscrito, en el original.

[14] En Evita Montonera, en principio, sólo aparecían los nombres de los militantes muertos.

[15] Ya no es, de cualquier manera, el dibujo de un profesional (como lo fuera el de Leopaldo Durañona y el de Gustavo Trigo), son los trazos gruesos e imperfectos, sobre todo en la ambientación, de un aficionado.

[16] Pudimos acceder a originales o fotocopias de Evita Montonera en CeDINci, Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda en Argentina, en la Ciudad de Buenos Aires. A ellos agradecemos por el acceso a este material tan difícil de encontrar. www.cedinci.org

[17] Luego de que las fuerzas represivas lo fueran a buscar a Editorial, Columba, Presas, el editor de Columba, –según narra también en HGO- le dice que se vaya del país y efectivamente Presas se convence que estaba en el exterior porque luego recibe una llamada de él, que cree que es realizada es Exterior. Sólo más tarde descubriría que Oesterheld había mentido, también hizo lo mismo con Scutti de Ediciones Record, afirmando que llamaba desde el extranjero cuando en realidad llamaba desde Buenos Aires. Este último dato nos fue aportado por el propio Presas.

[18] En la página 25 del n° 8 de Evita Montonera, en el que aparece la cuarta entrega de Camote, la entrega en la cual el padre de Celina, Don Anselmo, ha sido herido por la patota de Fugazetti, se informa sobre el “juicio revolucionario a un delator y su ejecución el 6 de septiembre” en Córdoba, en cumplimiento de sentencia anterior, para la cual no se considero atenuante que el militante hubiera sido torturado.

[19] En el caso de Montoneros sería la decisión de la cúpula de la organización que los militantes continuaran con la lucha armada –instrumentando un severo Código de Justicia Penal Revolucionaria-, cuando ya no había posibilidades de ganar y cuando el Consejo Nacional montonero hacía una lectura errónea de la realidad basada en un mito sobre el triunfo inevitable y la también inevitable insurrección popular, que fueron utilizadas para justificar y llevar adelante la desastrosa contraofensiva de 1979. El Código, más allá de que el convencimiento de la mayoría de los militantes hacía que las amenazas del mismo no fueran necesarias, ponía a los militantes entre la espada y la pared, si no cumplían con la norma, pretendían abandonar la organización, exilarse, podían a partir de una extensa tipología penal, ser condenados a muerte por el Consejo Nacional. Nicolás Casullo, por ejemplo, había sido condenado a muerte antes de la vigencia del Código –vigente desde el 1 de enero de 1976-, aunque nadie intento hacer efectiva la condena. (Anguita y Caparrós, 2004-Tomo II: 452 y 453) En cambio el PRT había realizado, en julio de 1976, una lectura más inteligente de la situación (no así en el pronóstico de un nuevo auge del movimiento popular). Santucho expresó ante el Buró Político del PRT: “Nos equivocamos en la política, y en subestimar la capacidad de las FFAA al momento del golpe. Nuestro principal error fue no haber previsto el reflujo del movimiento de masas, y no habernos replegado. Por lo tanto debemos desmilitarizar la política, replegar al Partido en los centros obreros y disolver la Compañía de Monte hasta un nuevo auge del movimiento popular, aproximadamente dentro de un año, o un años y medio, nos permita relanzarla.” (Mattini citado por Seoane, 1991: 303) Esta evaluación permitió salvar la vida de la mayoría de los militantes que en ese momento sobrevivían y no habían sido capturados por las FFAA.

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2008): edición de Manuel Barrero y Javier Mora Bordel
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ROBERTO HÉCTOR VON SPRECHER (2006): "Héctor Germán Oesterheld. De el Eternauta a Montoneros", en "Revista TOPOS Y TROPOS" . Rescate en TEBEOSFERA (2008, TEBEOSFERA) -2ª EPOCA- 1. Disponible en línea el 24/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/hector_german_oesterheld._de_el_eternauta_a_montoneros.html