LA REPRESENTACIÓN DEL COMUNISMO EN EL CÓMIC DE SUPERHÉROES. DEL ESPIONAJE AL COLABORADOR
ANDREA HORMAECHEA OCAÑA(Universidad Complutense de Madrid (UCM))

Title:
The representation of communism in superhero comics. From espionage to collaborator
Resumen / Abstract:
El inicio de la Guerra Fría trae consigo la construcción, por parte de la potencia estadounidense, de una estructura propagandística basada en el miedo al comunismo. Este se presenta como la amenaza fundamental al statu quo del país de las libertades, por lo que ha de ser combatido no solo desde las instituciones, sino también a partir de la construcción de un discurso de rechazo y odio promovido desde la esfera cultural. A partir de la década de los cincuenta el retrato del comunismo asociado a la barbarie y la deshumanización va a ser una constante en el sector del cómic y, por supuesto, en el género de superhéroes, donde el espionaje, la carrera espacial o la deserción tras la toma de conciencia de la alienación a la que somete la URSS a sus ciudadanos, son temáticas fundamentales entre sus páginas. / The beginning of the Cold War brought with it the construction by the American power of the fear of communism. This is presented as the fundamental threat to the status quo of the country of liberties, and therefore it has to be fought not only from the institutions but also from the construction of a discourse of rejection and hatred promoted from the cultural sphere. From the fifties onwards, the portrayal of communism associated with barbarism and dehumanization will be a constant in the comics sector and, of course, in the superhero genre, where espionage, the space race or, desertion after becoming aware of the alienation to which the USSR subjected its citizens, are fundamental themes in its pages.
Notas: La representación del comunismo en el cómic de superhéroes. Del espionaje al colaborador
Palabras clave / Keywords:
Supersoldados, Guerra Fría, Comunismo, Anticomunismo, Espionaje, Deserción/ Supersoldiers, Cold War, Comunism, Anti-communism, Espionage, Desertion

LA REPRESENTACIÓN DEL COMUNISMO EN EL CÓMIC DE SUPERHÉROES. DEL ESPIONAJE AL COLABORADOR

 

Introducción

El fin de la Segunda Guerra Mundial supone una transformación completa, en el marco de las relaciones internacionales, ante la construcción de un escenario de confrontación indirecta: la Guerra Fría. Como señala Grace Morales, las aparentemente cordiales relaciones entre la Unión Soviética y Estados Unidos durante el conflicto −donde los soldados soviéticos llegaron a recibir cómics procedentes de Norteamérica− se disolvieron con el final de la contienda (Morales, 2017). Desaparece el espíritu colaborativo y se consolida una relación de tensión y desconfianza permanente. Se estructura así la conformación de dos grandes bloques que dividen el mundo entre aquel procapitalista y aquel defensor de un régimen comunista (dejando en un espacio indefinido a aquellos países que no participaban de ninguno de esos dos bloques).

Esta nueva etapa, determinante en la historia prácticamente global, arranca en 1947 con el discurso pronunciado por Harry Truman en el que implementa la conocida como “Doctrina de Contención”. Esta nueva doctrina explicita la necesidad de Estados Unidos de impedir el avance del comunismo en su pretensión expansiva. Con el final del conflicto, Estados Unidos traza una clara línea en su estrategia de relaciones con Europa, a la que trata de mostrar y exportar las bondades de sus valores y cultura a través, incluso, de la gestión de becas de estudios entre ambos continentes, como la Beca Fullbright.

Este nuevo modelo de relaciones internacionales no se limita a la propaganda en positivo de la identidad estadounidense, sino que incorpora un esfuerzo magno por extender el pánico hacia el comunismo, no solo a nivel internacional, sino también interno. Se presenta así como la principal amenaza para la nación estadounidense. El Partido Comunista estadounidense pasa a ser objetivo fundamental en la persecución institucional, que lo ubicó como uno de los principales traidores al espíritu nacional, por su cuestionamiento de los fundamentos sobre los que se sostenía Estados Unidos. Es más, la persecución a este partido adquirió tal nivel de obsesión gubernamental, que acabó provocando la condena a muerte del matrimonio Rosenberg en 1953 tras ser acusados de espionaje, pese a la oposición internacional.

Este ataque a cualquier cuestionamiento o crítica hacia la dinámica social estadounidense tiene una expresión clara en la caza de brujas, protagonizada por el senador republicano Joseph McCarthy; quien se encargó de la acusación infundada sobre personajes del mundo artístico acerca de su relación con el comunismo (Hormaechea Ocaña, 2020: 7-8).

Durante este periodo la exaltación de la identidad estadounidense toma un papel clave, dentro de la cual el factor de alteridad resulta fundamental como sostén de su construcción. La alteridad se constituye como una de las expresiones de diferencia con respecto al sistema comunista, igual que ocurrió con el nazismo unas décadas antes. Es destacable cómo realmente las bases elementales sobre las que se sostiene el discurso de oposición se mantienen, siguiendo una representación con características muy similares. El superhéroe estadounidense contiene en su interior las grandes bondades y virtudes asociadas a los valores propios de su nación -como podría ser la democracia, justicia, liberalismo, etc. Plantea en su narrativa una defensa incuestionable del pueblo estadounidense frente a amenazas externas que pretenden poner en cuestión el statu quo. El superhéroe opera sin un cuestionamiento de su función como salvador de la sociedad, al comprender que el beneficio colectivo está por encima de su propia vida, que arriesga constantemente. Esta bondad y belleza interna se expresa externamente a través de la exposición de un cuerpo muy próximo a la perfección dionisiaca. Incluso cuando su rostro queda oculto por una máscara, esta no trata de ocultar su físico por ningún tipo de trauma, sino simplemente para evitar que sus rivales conozcan su verdadera identidad y puedan atacar a su entorno. Muestra de nuevo esa preocupación por el otro, ya que existe un mayor temor al perjuicio sobre su familia o amistades que sobre ellos mismos.

En contraposición, el villano soviético (tal y como ocurría con el nazi) tiene un interés malvado en perturbar e, incluso, destruir a la nación estadounidense, no siempre sabiendo con qué fin. Su maldad interna le impide participar del orden social y, por tanto, integrarse naturalmente en ella, por lo que son seres totalmente marginales. Consecuentemente, la mayor parte de sus actos responden a un deseo de venganza contra un sistema que los ha colocado en los márgenes. La maldad se retrata físicamente a través de una fealdad esencial para Umberto Eco, quien resalta el hecho de que “el enemigo debe ser feo porque se identifica lo bello con lo bueno (kalokagathia), y una de las características fundamentales de la belleza ha sido siempre lo que la Edad Media denominará integritas (es decir, tener todo lo que se requiere para ser un representante medio de una especie, por lo cual, entre los humanos, serán feos los que carecen de un miembro, de un ojo, tienen una estatura inferior a la media o un color «deshumano»)”. (Eco, 2011: 18). En su caso, su interés por mantenerse oculto tras una máscara no es simplemente para impedir que se reconozca su identidad, sino que puede estar vinculado a un deseo de que nadie pueda ver todas aquellas imperfecciones que hacen que su rostro sea grotesco. Además, es habitual que estos villanos presenten formas de animales -especialmente simios- en un intento por reforzar dos cuestiones: la deshumanización del villano ya mencionada (enfatizando que quien ejerce el mal no es realmente un hombre) y su inclusión dentro de un movimiento (como ocurre con el comunismo) que lo aliena y lo transforma en un animal más dentro de una manada.

AARON, Jason; MCGUINNESS, Ed e IRVING, Franzer (XI-2018): Avengers vol. 8, #10.

Ahora bien, esta contraposición no se cumple en el caso de las villanas. Éstas presentan cuerpos esculturales, con escasas ropas con las que es incomprensible la comodidad en la lucha, que explotan su bondad física para engatusar al amable superhéroe y vencerlo incluso antes del enfrentamiento físico. Esta cuestión es especialmente interesante al detectar que sólo en el caso de las mujeres villanas la belleza juega un papel central, ya que se convierte en un arma más que tienen, tal y como veremos en el caso de Viuda Negra.

Por tanto, a lo largo de la Guerra Fría el sector del cómic participa de una estrategia propagandística basada en la elaboración de un relato de miedo hacia una alteridad concretada en el comunismo. Así, la fundamentación propagandística se sostiene en la ambivalencia entre el bien y el mal; que el género de superhéroes muestra nítidamente a través de la representación de personajes sin matices que permiten identificar a simple vista quién se encuentra en un bando y quién en otro.

Para comprender mejor la retórica establecida desde el género de superhéroes, en relación al tratamiento del comunismo, voy a analizar tres casos estrechamente vinculados entre sí. Esta selección, que se concreta en personajes propios de la compañía Marvel, responde al interés por mostrar diferentes perspectivas en torno a esta cuestión común, tratando de explicar las variedades que se presentan en función de factores como el periodo en el que se retratan y el género al que se alude.

 

Desde Rusia con amor: Dinamo Carmesí

Este es uno de los primeros villanos, junto al Hombre de Titanio, que se enfrenta a Iron Man. Ya el nombre nos está dando una muestra de cómo se constituye como una representación de la realidad mundial de su nacimiento. Tanto Dinamo como el Hombre de Titanio son un reflejo de ese Telón de Acero que constituye una frontera política, pero también ideológica e, incluso, física entre el mundo capitalista y el comunista.

El doctor Anton Vanko emplea sus conocimientos como científico en la creación de una poderosa armadura, destinada a ser usada por la inteligencia soviética. Vanko bautizó esta armadura como “Dínamo Carmesí” por la propiedad que tenía de convertir a aquel que se la pusiera en una fuerza capaz de controlar corrientes electromagnéticas (Lee, Berns, Heck y Simek, 1963). Pese al desprecio que se le tenía desde el Kremlin, Vanko trabajaba incansablemente para lograr que le enviaran a confrontarse con Iron Man, lo que finalmente consiguió tras la exhibición que realiza de su armadura ante su líder, que propicia el temor de éste a que sea también utilizada contra él. El miedo que genera en la figura del que parece Kruschev posibilita que alcance su objetivo final: viajar a Estados Unidos para destruir las fábricas de Tony Stark −mientras las autoridades soviéticas deseaban que él también fuera destruido junto con las fábricas.

Falla en su primera misión, pero persiste en su intento hasta que logra acabar con una decena de instalaciones de la industria Stark. Esto le lleva a un enfrentamiento directo con el guardaespaldas de Stark, es decir, con el propio Iron Man, que le vence sin grandes dificultades. En esta circunstancia, Iron Man se da cuenta de que Dinamo Carmesí está siendo utilizado por su gobierno, que realmente quiere acabar con él. Iron Man, utilizando falsas evidencias, logra mostrar a Vanko la realidad detrás de las palabras de su líder, confirmando «qué traidores son los comunistas» (Idem. Traducción propia). La consternación que le supone a Vanko la traición por parte de su patria, le lleva no solo a desertar y unirse a uno de los grandes defensores del sistema capitalista, sino también a entregarle toda la información de la que es conocedor sobre la red de espionaje ruso, que emplea una cantidad ingente de oro para el sabotaje del trabajo estadounidense: «Una red de espías comunista guarda una fortuna en oro para el sabotaje! Llevaré al FBI al anillo y usaré ese oro para reconstruir lo que he destruido!» (Idem. Traducción propia). De esta forma muestra su buena fe y la toma de conciencia del proceso de alienación al que se había visto sometido; siendo compensado por Iron Man, ofreciéndole un trabajo como investigador en su propia compañía.

LEE, Stan; BERNS, R.; HECK, Don y SIMEK, Artie (Julio 1963): “Iron Man faces the Crimson Dynamo!, Tales of Suspense vol. 1, #46.

Tal y como desarrollaré en el siguiente epígrafe, desde la Unión Soviética se envía a una pareja de agentes para que acaben con Vanko y recuperen su armadura. La llegada de Viuda Negra y su compañero Boris provoca un enfrentamiento mortal con Iron Man, quien asiste a la muerte del propio Anton Vanko, que «sacrificó su vida para probar su lealtad a nuestra nación!» (Lee, Heck y Rosen, 1964ª). El científico ruso es capaz de sacrificar su vida por la causa en la que cree, que ha demostrado no traicionar a aquellos que están a su servicio. Sin embargo, ni la muerte de Vanko ni el colapso de la Unión Soviética destruyeron completamente la armadura de Dinamo Carmesí, que ha sido utilizada por más de una decena de personas.

En torno al personaje de Anton Vanko se ha creado una doble narrativa, propia del multiverso de los cómics de superhéroes, que no termina de clarificarse. En 2010 Marc Guggenheim, Brannon Braga y Philipe Briones crearon el personaje de Whiplash, un villano cuya verdadera identidad es la de Anton Vanko.

GUGGENHEIM, Marc; BRAGA, Brannon y BRIONES, Philippe (I-2010): Iron Man vs Whiplash #1.

Sin embargo, aparentemente no tiene ninguna conexión con Dínamo Carmesí. El Vanko de 2010 es también un joven científico ruso, procedente de Volstok, que presencia cómo una figura con una armadura idéntica a la de Iron Man ataca su pueblo y asesina a varios de sus habitantes, incluido a su propio padre. Logra disparar al asesino, provocando que caiga una pieza del traje, concretamente la correspondiente a la placa del pecho. A partir de ella construye una armadura compuesta de látigos con la que busca vengarse de Iron Man, inconsciente de que realmente el traje ha sido robado por el propio gobierno de Putin para destruir la zona, donde se concentraba una fuerza disidente, que pretendía desvincularse de la Federación Rusa y que estaba alentando las críticas al propio Putin. Pese a que, finalmente, descubre esta realidad y cómo habían intentado inculpar a Stark intenta asesinarlo igualmente porque fue su tecnología la responsable de la destrucción de su hogar. Finalmente, Vanko huye y aparece en una última escena mostrando su látigo frente al Kremlin, tras el relato de la reconstrucción de la Volstok de manos del propio Tony Stark (Guggenheim, Braga y Briones, 2009-2010).

Como he mencionado, aparentemente no existe una conexión entre ambos Anton Vanko. Más allá de su origen y profesión, posiblemente se encuentren en universos distintos. Se trata de una cuestión que encajaría definitivamente en la concepción del multiverso desarrollado desde Marvel, idónea también para introducir el personaje de su hijo, Ivan Vanko, que asumiría el rol de villano en la película de Iron Man, estrenada apenas unos meses después. Sin embargo, es interesante destacar cómo el enfrentamiento con Rusia se recupera de forma sistemática en los cómics de superhéroes, incluso cuando ya no existe un régimen comunista. La escenificación de un enemigo que ha estado presente en la narrativa identitaria de Estados Unidos durante, prácticamente, la mitad de un siglo se retoma como representación de un recuerdo. Se repiensa a ese enemigo, representándolo bajo nuevas categorías, que logran atraer a aquella generación que no ha presenciado la rivalidad directa entre ambas potencias.

Si bien es cierto que, ya desde los años sesenta, la compañía Marvel trata de componer a un grupo de villanos a los que dota de una historia, de un pasado traumático que da razón a su maldad. Es un mecanismo de humanización de los sujetos, con el fin de desmitificar la maldad como una faceta intrínseca de determinados seres humanos, sin posibilidad de cambio.

En este sentido, lo más destacable del personaje de Dínamo Carmesí es la cuestión de la deserción y la redención. La lección principal que se pretende extraer de este tipo de personajes es que, dentro de la maldad propia del sistema comunista, la población puede ser buena (Rodríguez Moreno, 2017). El problema es que vive sometida y alienada por el régimen, que controla todas las esferas de la sociedad, incluido el espacio destinado a la libertad de pensamiento. Esta no existe, sino que se encuentra anclada a las políticas discursivas soviéticas, que alientan un espíritu patriótico carente de cualquier tipo de capacidad crítica hacia el régimen.

La narrativa del villano soviético que trata de desmantelar la estructura original de Estados Unidos durante estos años encaja en la lógica de creación del propio Iron Man. Este superhéroe nace en 1963 como la «personificación del complejo industrio-militar estadounidense» (Chambliss, 2013: 164. Traducción propia).

Iron Man representaba la preocupación de esta nación en lo relativo a seguridad y a geopolítica en el marco de la Guerra Fría. Supone una clara contraposición al modelo comunista, tal y como explica Matthew Costello, quien afirma que «con una gran fortuna privada y una genialidad para inventar armas, Stark está perfectamente posicionado para convertirse en el benefactor de las fuerzas anticomunistas de Marvel» (Costello, 2009:13. Traducción propia). Por este motivo es el principal creador de una parte importante de la tecnología de SHIELD y uno de los miembros fundadores de Los Vengadores. De igual manera, supone la representación por excelencia el modelo capitalista sostenido en el individualismo exacerbado.

Frente al peligro externo que representan agentes como el propio Dinamo Carmesí, se hace necesario plantear la resistencia de los valores estadounidenses en un escenario de tensión social condicionada por el peligro de una presencia externa adversaria. De tal manera que en las historias de Iron Man «la intersección de tecnología, seguridad y corporativismo de los Estados Unidos permanecen como temas centrales a lo largo de los cincuenta años de historia del personaje» (Idem. Traducción propia). Sin embargo, a medida que la confrontación entre ambos países avanza y experimenta etapas de moderación, la representación de los personajes soviéticos sufre un proceso similar. De ahí nace la intención de revisar a estos villanos por parte de Marvel, quien pretende incluir a aquellas voces que comienzan a elevarse a finales de los años sesenta y principios de los setenta, que defienden la protesta cultural. Incluyen así el discurso de aquellos que protestan contra la guerra de Vietnam, entre otras cuestiones, y que rechazan el patriotismo de base de Estados Unidos, que asumen como esencialmente simplista. Esta cuestión estará especialmente presente en la creación de los Supersoldados Soviéticos, de la que hablaré posteriormente.

 

La mujer que amó: Viuda Negra

Natasha Alianovna Romanova[1] nace en Stalingrado en el periodo de entreguerras, más concretamente en 1928, y pronto queda huérfana en plena Segunda Guerra Mundial, cuando sus padres fallecen en la explosión de un edificio, en el que ella queda atrapada[2]. Es rescatada por el soldado Iván Petróvich, quien la adoptó desde entonces y la entrenó para explotar sus habilidades (Ha y Jones, 1998). Petróvich la rescata de nuevo, junto a Capitán América y Lobezno, del secuestro de la organización criminal La Mano, interesada en continuar con el entrenamiento para convertirla en una experta en lucha (Claremont, Lee y DeFalco, 1990). Finalmente, se integra, junto a otras veintiocho huérfanas rusas, en el Programa Viuda Negra, tras haber pertenecido al ballet Bolshoi, en el que explotó como bailarina sus dotes atléticas. Se trata de un proyecto secreto organizado desde el Departamento X soviético, con el fin de instruir a súper soldados con habilidades prácticamente insuperables, que terminarían por convertirse en espías de la KGB. En este programa no solo recibían un arduo entrenamiento, junto a otras veintisiete huérfanas, sino que también se las instruía en la creencia de la causa soviética como necesaria, llegando a implantarles falsos recuerdos, y se las mejoró biotecnológicamente en lo que se conocía como la Habitación Roja. Ya habían demostrado el éxito de sus técnicas a partir del Proyecto Soldado de Invierno, en el que se adoctrinaba a sujetos que se convertirían en asesinos.

Toda su vida pasó a estar controlada por la agencia de inteligencia, que llegó a concertar el matrimonio de Natasha con el soldado Alexei Alanovich Shostakov (Guardián Rojo), con características idénticas a las del Capitán América, pero al otro lado de la frontera. De esta forma, Romanova se ve obligada a romper su relación con Soldado de Invierno, quien la había también entrenado como participante de un proyecto muy similar al que ella integraba (Brubaker, Epting, Perkins y Quesada, 2007).

Viuda Negra comienza a poner en duda sus recuerdos, especialmente tras descubrir que nunca había llegado a formar parte del ballet Bolshoi, lo que suponía un especial problema para el cumplimiento de su función como infiltrada en países rivales de la Unión Soviética. Pese a ello, los responsables del proyecto decidieron ponerla al servicio de la KGB (Morgan y Sienkiewicz, 2004-2005).

Tras la muerte de Alexei, cuando comienza a utilizar oficialmente el apelativo de Viuda Negra, es destinada como espía en Estados Unidos, para encontrar a Anton Vanko, tras su deserción (Lee, Berns, Heck y Simek, op. cit.).

Viuda Negra no solo quiere recuperar la armadura que Vanko ha fabricado para convertirse en Dinamo Carmesí, sino que también tiene que acabar con su vida. Acompañada de Boris Bullski −cargo relevante del gobierno soviético, luchaba también como Hombre de Titanio− se infiltró en Industrias Stark fingiendo ser diplomáticos (Lee, Korok, Heck y Rosen, op. cit.). En esta primera aparición en un cómic, Viuda Negra conoce a Tony Stark, al que tiene que distraer mientras Boris se infiltra en la empresa, secuestra a Vanko y se apodera de su armadura. Stark combate contra él como Iron Man hasta que Boris y Anton acaban muertos y la armadura destruida. En un intento por compensar su fracaso, Natasha vuelve a aparecer frente a Stark, fingiendo su pretensión de reconciliarse con él, para utilizarle nuevamente y que la inteligencia soviética perdonara su fracaso anterior. De nuevo su plan se frustra, gracias a la intervención de Tony Stark (Lee, Heck y Rosen, 1964b).

Ante la derrota que sufre a manos de Iron Man, decide buscar un nuevo objetivo: Clint Barton (Ojo de Halcón), que comienza su carrera siendo confundido con un villano, obligado a huir de la policía. Pronto es manipulado por Viuda Negra para enfrentarse a Iron Man y así cumplir con su venganza (Lee, Heck y Rosen, 1964c y LEE, HECK y ROSEN, 1964d). Ojo de Halcón se enamora de Natasha y la salva del ataque de Vengador Dorado, una muestra de afecto que hace que ella se dé cuenta de sus sentimientos hacia él, por lo que se plantea desertar también de la Unión Soviética, al tomar conciencia de la bondad del pueblo contra el que lucha. Así Ojo de Halcón solicita a los Vengadores que le permitan entrar junto con aquellos otros tres antiguos villanos −el propio Ojo de Halcón, Bruja Escarlata y Mercurio− que buscan redención (Lee, Kirby, Ayers y Simek, 1965)

LEE, Stan; KIRBY, Jack; AYERS, Dick y SIMEK, Artie (V-1965): “The Old Order Changeth”, The Avengers vol. 1, #16.

El personaje de Viuda Negra es especialmente interesante en el análisis de aquellos dos elementos fundamentales que vertebran su historia: la categoría de género y la cuestión de los villanos soviéticos y el espionaje.

Pese a que Viuda Negra es creada en 1964, es interesante conocer los antecedentes históricos que articulan este personaje en lo relativo al espionaje y la carrera armamentística. En septiembre de 1949 Harry Truman pronuncia un discurso en el que da a conocer a la población que la Unión Soviética ha lanzado su primera bomba atómica, apenas un mes antes. Estas palabras resquebrajan el espíritu optimista que impregnaba la sociedad estadounidense, confiada en la victoria ante su avance en el campo del armamento atómico. En ese marco, el sector del cómic muestra el vigor estadounidense como mecanismo para contrarrestar esas noticias desoladoras. Entre sus páginas Estados Unidos aparece representado como el adalid del desarrollo armamentístico, liderando la carrera espacial que mantenía con su nación rival, una Unión Soviética incapaz de superarla (una superioridad estadounidense que, en realidad, no llega hasta finales de la década de 1960. Hasta el momento, la Unión Soviética estaba logrando ponerse a la cabeza en esta liza tras el lanzamiento del primer Sputnik en 1957). Ante esta debilidad, el país comunista se vería obligado a hacer uso de estrategias filibusteras, como el espionaje o el secuestro de científicos a los que robarles las ideas (Hormaechea Ocaña, 2019: 218-219). De esta manera, ante tal superioridad por parte de Estados Unidos, los comunistas emplearían de forma constante tanto el espionaje como el robo de tecnología. Estos mecanismos son las únicas vías encontradas por los rusos para hacer frente a su rival, al que no pueden confrontar a través de la competición transparente. Sin embargo, el principal problema al que tiene que hacer frente la Unión Soviética en su afán por infiltrarse en los entresijos de Estados Unidos es el alto número de deserciones que se dan. Una vez llegan a Estados Unidos, los espías formados para destruir el sistema internamente descubren las bondades del modelo capitalista y quedan convencidos de la superioridad de los valores propiamente estadounidenses. Este caso no solo se dará con la figura de Viuda Negra, sino también con el resto de los héroes que se van a tratar en este artículo.

Cabe recordar que, pese a que Viuda Negra se origina ya en la década de los sesenta, es heredera de un contexto de persecución total al espionaje durante la década de los cincuenta. Ya en 1948 Alger Hiss fue juzgado por supuesto espionaje, tal y como ocurriría cinco años después con el matrimonio Rosenberg ya mencionados, así como la acusación de pertenencia al Partido Comunista sobre el científico Robert Oppenheimer, quien había liderado el Proyecto Manhattan. Este temor se extiende a las páginas del cómic, en las que se intenta retratar al espía como una víctima de un sistema que le obliga a ejercer como tal, tras haber sido sometidos a proyectos de alienación. Sin embargo, su entrada al país de las libertades les muestra una realidad completamente diferente, a la que muy prontamente quieren pertenecer, logrando zafarse de aquello que les ha mantenido atrapados en un sistema totalitario.

Por otra parte, el segundo factor que he apuntado anteriormente, que es imprescindible señalar en un análisis de estas características, es el de los usos de la categoría de género en el caso de Viuda Negra. Tal y como señalan María Gómez Martín y Arturo López Zapico en su estudio sobre Sue Grimm, la representación visual de las mujeres parte de unos códigos estereotipados, que favorecen el dominio del sistema patriarcal y la transmisión de sus valores (Gómez Martín y López Zapico, 2006: 2). Las mujeres habitualmente han participado del discurso de la alteridad en el medio cultural, especialmente dentro del género de superhéroes, en el que siempre ocupan el espacio de oposición.

El retrato más común que se hace de las mujeres, especialmente, en el periodo en el que se origina este personaje, se encuadra en una doble tipología. En primer lugar, se encuentra la mujer amiga/fan/amante del héroe, que permanece siempre incondicional a él, frente a la villana. Mientras que las mujeres que encajan en el primer grupo son bellas, pero no cautivadoras, ciertamente valientes e independientes, atraídas por la diferencia que marca el superhéroe, que les permite soñar con una alternativa a esa normalidad que no les completa. En todos estos casos, las mujeres siempre son rechazadas por el héroe que, consciente del riesgo que puede suponer para ellas, las aleja constantemente para mantenerlas a salvo. Mantiene así su responsabilidad cívica siempre por encima de sus deseos personales.

En el marco del segundo tipo de representación femenina: la villana, se da de igual modo una división interna entre dos modelos distintos. Por un lado, se encuentra la villana de rostro angelical, dulce y frágil que emplea esta estratagema para cautivar al superhéroe para, finalmente, mostrar sus verdaderas intenciones. Este estereotipo reproduce aquel típico de la literatura antigua del que habla Umberto Eco, por el cual una mujer con tales características físicas no es fiable, siempre está actuando de forma engañosa. Participa así de lo que Eco denominó como «racismo sexual» (Eco, 2011: 23), que hace referencia a la discriminación social estipulada en función de estereotipos de belleza, por los cuales «la mujer se ha representado como una enemiga desde siempre» (Idem).

En contraposición a la angelicalidad como estrategia del mal se encuentra el segundo prototipo: el de aquellas villanas que explotan la esculturalidad de sus cuerpos al actuar frente al héroe. El atuendo sexy y escaso es su herramienta principal, gracias al cual muestran sus dotes físicas tratando de cautivar con ellas al ingenuo superhéroe, incapaz de no caer atrapado en los brazos de la villana. En esta nebulosa el héroe se debilita presa del amor hacia ella, quien aprovecha esta circunstancia para derrotarle sin necesidad de una confrontación física siquiera. En ambos casos, las mujeres son manipuladoras y ejercen un control absoluto sobre la psique del superhéroe. Este último caso es el de nuestra espía soviética, tal y como he señalado al inicio de este epígrafe.

LEE, Stan; HECK, Don y ROSEN, Sam (IV-1964): “The Crimson Dynamo Strikes Again!”, Tales of Suspense vol. 1, #52.

En definitiva, Viuda Negra representa ambos estereotipos en su figura. Su vivencia en la Unión Soviética, donde es formada para ser una espía sin escrúpulos y defensora de un régimen absolutamente dictatorial, le lleva a actuar sin vacilación contra todo aquel sujeto que pertenezca a la nación rival y que, esencialmente, defienda sus valores. Fracasa en todas sus tentativas de conquistar y terminar con el empresario Tony Stark, por lo que decide seguir una estrategia similar con Ojo de Halcón, como vía alternativa para llevar al hombre de hierro. Sin embargo, no solo vuelve a fracasar en este intento, sino que acaba poniendo en cuestión su condición como agente especial soviética, al conocer una realidad alternativa. Finalmente, se acaba vinculando a la agencia de inteligencia y espionaje SHIELD, que realmente sigue una lógica muy similar a aquella en la que se formó, pero en su caso se encontraría en el “lado correcto de la historia”. Su existencia se legitima en el momento en el que es necesaria para lograr garantizar los valores estadounidenses internamente y proteger a la nación de cualquier tipo de amenaza externa.

 

El Supersoldado Soviético invade el Universo Marvel

La Guerra de Vietnam plantea un nuevo recorrido en los cómics de superhéroes estadounidenses, en lo que respecta a sus referencias al régimen comunista. La prolongación de este conflicto abre un debate en la sociedad estadounidense, que comienza a cuestionar la lógica del mismo, especialmente ante el incremento de fallecimientos de jóvenes soldados, sometidos al reclutamiento obligatorio. Este debate impregna también el espacio cultural, incluso en el género de superhéroes, que incluye entre sus páginas una perspectiva menos crítica hacia el comunismo. Así demuestra la incorporación de superhéroes rusos a diferentes organizaciones del Universo Marvel. Ejemplo de ello son Coloso y su integración en X-Men, Guardián Rojo en los Defenders o la propia Viuda Negra en Los Vengadores. Es más, esta aparente asunción de los personajes superheroicos soviéticos alcanza una dimensión mayor en el momento en el que se presente un grupo de héroes soviéticos: los Supersoldados Soviéticos. Este grupo tendría una correlación indudable con el de Los Vengadores y estaría integrado por el propio Dinamo Carmesí, junto a Osa Mayor, Estrella Oscura, Vanguard, Guardián Rojo y Sputnik (estos dos últimos se incorporarán posteriormente) -todos ellos mostrando claras equivalencias con su alteridad con aquel procapistalista que integran Capitán América, Iron Man y compañía (Fernández Sarasola, 2012).

MEDINA, AngeL; SALTARES, Javier y NICIEZA, Fabrial (IX-1992): “Red Triangle Agenda”, Soviet Super Soldiers vol. 1, #1.

Este equipo lo conforman superhumanos creados en el marco de un programa del gobierno, fundado por Piotr Phobos. La intención de este programa es la de entrenar a estos mutantes para que sirvieran a los intereses del Estado, aunque la intención oculta de Phobos era la de emplear a estos mutantes para conseguir aumentar sus propios poderes -de los que el gobierno no tenía constancia. En un principio, un joven huérfano con la capacidad para transformarse en oso, llamado Mikhail Ursus, fue el primer mutante en ser formado por Phobos; al que se unirían muy prontamente los hermanos Nikolai y Layna (Vanguard y Estrella Oscura, respectivamente), hijos del físico Sergei Krylov, que luego se descubriría como la Presencia. Tras varias misiones individuales, finalmente, se unen bajo la denominación de Supersoldados Soviéticos.

Su primera aparición como una entidad colectiva se enmarca en el número 258 de las historias del Increíble Hulk. En este relato, Hulk aterriza en una ciudad afgana totalmente destruida, llena de población absolutamente conmocionada por la desolación que encuentra a su paso. De repente, el héroe verde comienza a ser atacado por tropas y aviones de combate rusos. En esta confrontación, Hulk queda incapacitado y es enviado a la Zona Prohibida, un páramo radioactivo, en el que también se encuentra la Presencia y su amante, Guardián Rojo -quien había sido trasladado a esta zona para lograr apartarle tras descubrir las verdaderas intenciones de Phobos. Así abandonó la academia, pero antes logra entregar los correspondientes tótems a Nikolai y Layna para que puedan continuar con su misión. Allí son enviados también los Supersoldados Soviéticos, cuya misión es la de detenerlos para evitar que sigan extendiendo la radiación a lo largo de la Tierra (Mantlo, Grant y Buscema, 1981). Una vez llegan allí, este equipo descubre cuál es la verdadera identidad de la Presencia, cómo verdaderamente se trataba de su padre. De igual manera, se desvela el plan de su antiguo maestro, Phobos, de contaminar con radioactividad toda la Unión Soviética para que así surgieran más mutantes de los que aprovechar su energía. Una vez descubierto este entramado, van a contar con la ayuda de Hulk para lograr abortar los planes de Phobos, capturarlo y entregarlo a las autoridades soviéticas (Mantlo y Buscema, 1981).

Los Supersoldados son creados para servir como contraposición a Los Vengadores y operan como los defensores fundamentales de la Unión Soviética, especialmente durante los últimos años de la Guerra Fría.

Sin embargo, tal y como ocurre con los personajes anteriormente analizados, en este caso también se inicia un cuestionamiento de las órdenes recibidas por parte del gobierno soviético; frente a las que se rebelan y comienzan a desobedecer sistemáticamente hasta que, finalmente, terminan actuando de forma independiente. Ante este ejercicio de resistencia y objeción, el régimen responde enviando a los Soviets Supremos, un grupo de remplazo cuyo objetivo es el de restituir el orden y que vuelvan a la situación de origen. Un intento que concluye con un claro fracaso (Dougall y Avery, 2006).

Lo verdaderamente interesante de estos Supersoldados Soviéticos es cómo comparten el mismo compromiso que el de Los Vengadores. Pese a que en origen la apariencia es otra, su evolución demuestra cómo su pretensión no es la de defender el gobierno, sino proteger y trabajar en pro del pueblo, salvo que en su caso se trata del soviético. Ahora bien, en este sentido resulta curioso cómo los superhéroes estadounidenses representarían en su propia esencia una exaltación de los valores característicos de su nación. Por tanto, cuando el gobierno se corrompe y deja de actuar en pro de los ciudadanos, la función de estos superhéroes persiste y, además, sirve como recordatorio de lo que es verdaderamente estadounidense. En el caso de los superhéroes procedentes de la URSS, estos no pueden asumir los valores propiamente soviéticos porque se asumen inmediatamente como pro-comunistas. Es más, realmente sus preocupaciones se centran precisamente en los problemas a los que se enfrenta Estados Unidos. Así, «presentan una apariencia física y moral que ahora en nada se puede diferenciar de los superhéroes de Estados Unidos» (Idem).

Una vez concluya la Guerra Fría con la extinción de la Unión Soviética, estos superhéroes no desaparecerán, sino que aquellos miembros supervivientes de las fuerzas de los Supersoldados soviéticos y del Soviet Supremo, a los que se suman otros héroes, constituyen, en primer lugar, el denominado como Protectorado del Pueblo, que posteriormente será la Guardia de Invierno. El fin último de esta organización es el de utilizar sus poderes para proteger y defender a su nación, independientemente de quién esté gobernando (Dougall y Avery, 2006).

 ·      AARON, Jason; MCGUINNESS, Ed e IRVING, Franzer (XI-2018): Avengers vol. 8, #10.

Sus enemigos serán, de igual manera, los mismos que aquellos que tiene el propio Iron Man: compatriotas rusos como el Hombre de Titanio. Esto se debe a que varios villanos rusos deciden conformar Remont Six, cuya finalidad es la de lograr restaurar la Unión Soviética. En este sentido, tal y como resalta Ignacio Fernández, es importante destacar que «los villanos no buscan restablecer el comunismo, sino su etapa más oscura, y por ese motivo -y no por su orientación política- son el enemigo al que ha de batirse» (Fernández Sarasola, 2012). De esta manera, logran sustentar su persistencia en el tiempo pese a su desaparición como una amenaza real, en el momento en el que desaparece el régimen comunista.

 

CONCLUSIONES

La esfera cultural tradicionalmente participa de las lógicas a partir de las cuales opera la sociedad y, en consonancia, experimenta transformaciones paralelas a las vividas y requeridas desde la esfera política de la que se alimenta. De esta manera, una vez se abre el periodo histórico denominado como Guerra Fría, el sector del cómic (tal y como sucede con el resto de disciplinas culturales) participa de las dinámicas promovidas por las instituciones estadounidenses, promotoras de una atmósfera de sospecha y terror hacia cualquier modelo que tuviera algún tipo de conexión con ideas propiamente izquierdistas. Es más, este régimen de miedo hacia el comunismo no se limita a la formulación de mensajes que pueden o no calar en la sociedad, sino en la propia estructuración de un engranaje propagandístico, con el que lograr impregnar todo el entorno social de la narrativa de oposición y lucha contra el comunismo, dibujado como una de las grandes amenazas frente al statu quo de Estados Unidos.

Supone, por tanto, un mecanismo de revitalización del espíritu patriótico, al colocar en el centro del discurso a una serie de personajes que encarnan los valores propiamente estadounidenses; frente a un otro que representa la maldad del comunismo y de una Unión Soviética sometida a un régimen despiadado.

Sin embargo, el escenario concluyente que se representa en la mayor parte de los casos, en esa exposición de la dicotomía entre el bien y el mal, es el del triunfo incuestionable e inevitable del primero frente al segundo. No es necesario siquiera apelar al uso de la fuerza, sino que la propia realidad demuestra cuál es el lado correcto en toda historia. La mayor parte de los villanos procedentes de la Unión Soviética pretenden llegar a Estados Unidos para robarles cualquier tecnología con la que están trabajando y que puede resultar en su total destrucción. Esta escenografía ya nos expone una clara teoría: la incapacidad soviética para superar al régimen capitalista, sin necesidad de hacer uso de estratagemas que desvelan la superioridad estadounidense, frente a la que no pueden competir.

Ahora bien, en todos los casos el patrón de conducta se sostiene en una herramienta discursiva persistente durante toda la Guerra Fría: la capacidad alienadora del régimen comunista. Esta alienación a la que se ven sometidos todos los villanos soviéticos provoca que vayan a Estados Unidos con una clara misión que no son capaces de cuestionar. Su llegada al país de las libertades choca con esa alienación hasta que logra descomponerla. Es entonces cuando descubren que han sido educados bajo una serie de mensajes y creencias que no se ajustaban a la realidad que ahora les acoge. En ese marco, toman conciencia de su error y deciden convertirse en fuerzas de deserción.

El bien ha triunfado sobre el mal, simplemente mostrándose y desvelando sus cualidades, no ha de recurrir a estratagemas ni violencia, ya que la sola visión de un Estados Unidos libre y lleno de oportunidades resulta plenamente convincente. Es más, el epítome de esa bondad queda representada por aquel superhéroe que es capaz de perdonar e integrar al correspondiente villano en su propio equipo, una vez tome conciencia del error que había cometido trabajando para el gobierno soviético. Desde esta perspectiva, se genera una clara identificación mesiánica del superhéroe, quien realmente logra obviar cualquier enemistad previa no solo anteponiendo el bien común, sino siendo capaz de tomar conciencia de lo que supone para el villano este cambio de posiciones. Cree totalmente en él, sin cuestionar si sus verdaderas intenciones no son las de engañar al superhéroe para adentrarse en el sistema y lograr destruirlo desde el interior.

Se ha de decir también que, pese a que esta visión retratada es la representada mayoritariamente en el cómic de Marvel, el propio avance social y su interés en dialogar con los agentes culturales provoca que la imagen que se transmite del comunismo experimente ciertas modulaciones a partir de cambios contextuales como la guerra de Vietnam. Este conflicto, y su trágico avance, abren las puertas a un debate interno en el que el rechazo al comunismo termina ocupando un espacio secundario, frente a la cada vez mayor crítica a las decisiones tomadas por el presidente estadounidense en relación a lo que está ocurriendo en Vietnam. Es así como se ve la representación de una imagen del comunismo en un tono más amable que el que se podía apreciar en la década de los cincuenta, cuando cualquier personaje soviético (a excepción de las mujeres) presentaba formas totalmente deshumanizadas.

 

FUENTES

Cómics

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  • LEE, Stan; HECK, Don y ROSEN, Sam (1964a): “The Crimson Dynamo Strikes Again!”, Tales of Suspense 1, #52.
  • LEE, Stan; HECK, Don y ROSEN, Sam (1964b): “Black Widow Strikes Again!”, Tales of Suspense 1, #53.
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  • LEE, Stan; KIRBY, Jack; AYERS, Dick y SIMEK, Artie (1965): “The Old Order Changeth”, The Avengers 1, #16.
  • MANTLO, Bill y BUSCEMA, Sal (1981): “…To Hunt the Hulk!”, The Incredible Hulk 2 #258.
  • MANTLO, Bill y BUSCEMA, Sal (1981): “The Family That Dies Together…!”, The Incredible Hulk 2 #259.
  • MORGAN, Richard K. y SIENKIEWICZ, Bill (2004-2005): Black Widow 3 #1-#6.

 

Referencias bibliográficas

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  • ECO, Umberto (2011): “Construir al enemigo”, en Construir al enemigo y otros escritos, trad. Helena Lozano Miralles. Lumen, Barcelona.
  • FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio (2012): “Miedo rojo! Las tensiones entre el cómic estadounidense y el comunismo”, Tebeosfera, segunda época, 10 (22-X-2012). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 17/X/2022 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/miedo_rojo_las_tensiones_entre_el_comic_estadounidense_y_el_comunismo.html.
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  • HORMAECHEA OCAÑA, Andrea (2019): “El cómic de superhéroes como propaganda estadounidense durante la Guerra Fría”, en SAN EUGENIO, Ana Luna y PULPILLO LEIVA, Carlos (eds.): Prensa, poder y opinión pública: de la lucha por la libertad de expresión a la era de la posverdad. Cedrus Histórica, Alcalá de Henares.
  • HORMAECHEA OCAÑA, Andrea (2020): “El cómic como propaganda anticomunista durante la Guerra Fría (1947-1960)”, Historia y comunicación social, 25(1).
  • MORALES, Grace (2017): “Cuando la guerra fría salvó a los superhéroes”, Jot Down Magazine, 21.
  • RODRÍGUEZ MORENO, José Joaquín (2017): “Impacto y mensaje de los villanos comunistas en los cómics superheroicos de Stan Lee (1961-1968)”, Tebeosfera, tercera época, 5 (21-XII-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 17/X/2022 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/impacto_y_mensaje_de_los_villanos_comunistas_en_los_comics_de_stan_lee.html.

 

NOTAS

[1] Originalmente se apellidaba Romanoff, pero finalmente se cambió a Romanova para ajustarse a los patrones lingüísticos que existen en ruso con respecto al género.

[2] Su biografía evoca la historia de Anastasia Romanova, hija de los últimos zares de Rusia, quienes reinaban cuando estalló la revolución de 1917.

Creación de la ficha (2022): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Andrea Hormaechea Ocaña (2022): "La representación del comunismo en el cómic de superhéroes. Del espionaje al colaborador", en Tebeosfera, tercera época, 21 (14-XI-2022). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 30/IV/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/la_representacion_del_comunismo_en_el_comic_de_superheroes._del_espionaje_al_colaborador.html