NUEZ: PREMIO A LA CARICATURA
ADELAIDA DE JUAN

Resumen / Abstract:
El texto recorre sintéticamente la trayectoria artística y profesional del caricaturista cubano René de la Nuez Robaina subrayando especialmente la tracendencia histórica y política de su personaje El Loquito. / The text analyzes synthetically the artistic and professional trajectory of the Cuban caricaturist René de la Nuez Robaina underlining especially the historical and political importance of his character El Loquito.
Notas:
Discurso de entrega del Premio Nacional de Artes Plásticas 2007 a René de la Nuez Robaina en La Habana el 14 de noviembre de 2007, publicado posteriormente el el número 28 de la Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta en diciembre de 2007.
NUEZ: PREMIO A LA CARICATURA

 

Hace medio siglo que ingresó en la historia de la caricatura política de nuestro país una nueva figura que personificó al pueblo cubano. Como antes habían hecho el Liborio de Torriente y el Bobo de Abela para sus respectivos momentos históricos, el nuevo tipo va a identificarse en el imaginario popular con la encarnación del pueblo cubano. Cuando nace el Loquito, su autor es aún un adolescente que había publicado en su natal San Antonio de los Baños algunas caricaturas. Con su nuevo personaje –quien, como su antecesor «se hacía el bobo», se hace ahora el loco– ingresa en el ámbito nacional a través de una publicación: el semanario Zig-Zag. Desde un punto de vista formal, el Loquito está constituido plásticamente por tres triángulos superpuestos y su trazo se irá afinando en el ejercicio continuado. Ya en la segunda entrega –aún en el mes de febrero de 1957– asoman las alusiones a la situación del país: la insurrección en las montañas de Oriente, las acciones en el llano. Al igual que su antecesor –el Bobo durante el machadato–, el Loquito (que no llevaba diálogo) basa su sistema comunicativo en el léxico popular, en la cultura cotidiana. Burla así la censura: las constantes referencias al escenario de la lucha armada desarrollan diversas claves. Una de las más frecuentes era mostrar el ómnibus de la ruta 30 que cubría el capitalino barrio de La Sierra; el Loquito llega a realizar sencillas operaciones aritméticas cuando le prohibieron mostrar un ómnibus identificado con ese número: el vehículo entonces lleva como señalización 25 5, 15x2, 60/2, 32–2, 5x6, 3x2x5, etc. Los números podían referirse a sí mismos al pago que recibían los delatores (se decían que eran 33 pesos con otros tantos centavos), quienes eran identificados también mediante figuras callejeras (el vendedor que pregona tamales aunque sostiene una lata de maní en la mano). Nuez me contó cómo los fabricantes de gorra protestaron ante la dirección de Zig-Zag por la representación en las viñetas de los delatores con una gorrita puesta en la cabeza; tal era la popularidad de los personajes de las caricaturas que esto se hizo un signo identificador y, por consiguiente, la venta de gorras había decaído. La Sierra Maestra podría convertirse en el dibujo de una sierra de carpintería contemplada por el Loquito o en un pez sierra. Las frases del léxico popular («no quieres caldo, toma tres tazas», «comerse un cable», «pasar el Niágara en bicicleta», etc.), las imágenes de la charada (una anguila indica el 26), las plegarias a la patrona de la isla, etc. Son vehículos cuya contextualización era ampliamente descifrada. Estos recursos (y he apuntado tan solo algunos) son los asideros simbólicos en los cuales se basa el enorme poder comunicativo del personaje. El Loquito, en un ámbito de represión y censura se erige como el vehículo de lo mejor y más combativo del pueblo cubano. Así fue reconocido en su momento, así ha pasado a integrar las personificaciones del pueblo en momentos definitorios de su historia.

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Figura 1: El Loquito sale del Mazorra, el hospital siquiátrico de La Habana.

El Loquito, al cual le ha crecido la barba, continúa durante corto tiempo después del triunfo revolucionario de 1959. Pero ya no era necesario «hacerse el loco»: otros personajes creados por Nuez ocuparán las páginas de diversos periódicos y revistas. Así, el artista gana nueva popularidad con sus Barbudos, quienes se enfrentan a diversas fuerzas negativas, principalmente el imperialismo estadounidense, y también a fuerzas internas reaccionarias. Muchas de esas caricaturas fueron recogidas y desarrolladas en el inicial libro de Nuez, significativamente titulado «Cuba sí», de 1963. También Nuez personifica al enemigo interno a través de don Cizaño, quien alterna con el Loquito en el periódico Revolución como contrapunto entre la revolución y la reacción. Este dúo aparece hasta fines de 1960, cuando don Cizaño y la prensa reaccionaria (notablemente el Diario de la Marina) son enterrados. Se ha terminado definitivamente el entorno histórico-social que auspició el surgimiento del Loquito, pero a diferencia de lo ocurrido con el Bobo, no es por el escamoteo de la lucha, sino por el triunfo de las fuerzas revolucionarias. Nuez comenzó a publicar pequeñas tiras de tres o cuatro recuadros y caricaturas, desde el propio enero de 1959, en las cuales aludía a los acontecimientos cotidianos: en ellas empezó a desarrollar un dibujo de mayor soltura que lo llevaría a convertirse en un comentarista de las noticias y eventos históricos. A lo largo de la década del sesenta creó, además, y como respuesta a situaciones específicas del país, otro personaje que nombró Mogollón. En 1966 reúne diversos dibujos sobre el burocratismo en un notable libro cuyo título, una vez más, surge de una frase popular: «Allí fumé». Con una marcada apropiación formal del «All in Line» del genial Steinberg, Nuez despliega notables fantasías sobre el tema hombre-buró con poder de mando en las inacabables gestiones que conducen al convencimiento de una estéril frustración. Pienso que, al igual que lo ocurrido con la hilarante comedia «Muerte de un burócrata» de Titón, los burócratas rieron alto con las obras pero, por supuesto, no se dieron por aludidos, y el diabólico mecanismo continuó (en duplicado, por supuesto). Si ya no había necesidad de «hacerse el loco», se le plantea a Nuez, como a otros compañeros en la faena de la caricatura política, un reto nada fácil de resolver. La situación de agresión externa se erige como una constante, así como la de los enemigos que lastran el proceso revolucionario. Pero la vida cotidiana encuentra en Nuez un comentarista ágil y constante. Las diversas realidades del quehacer diario ofrecen, a su mirada irónica a veces, burlona otras, múltiples temáticas para desarrollar. La prensa periódica, las revistas, en algunas ocasiones las galerías de arte, en las cuales despliega una rica variedad temática y formal, son los vehículos a través de los cuales el dibujo humorístico entra en contacto con un público heterogéneo. Diversas generaciones conocen a Nuez como comentarista constante del devenir social de nuestro país y sus caricaturas tienen un lugar privilegiado en el imaginario popular.

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Figura 2: Tiempos difíciles: El Loquito pasa el Niágara en bicicleta.

Del concepto academicista de las manifestaciones de las artes plásticas, que las limitaba a pintura, escultura y arquitectura, se ha ido ampliando el espectro para incluir, por derecho propio, diversas modalidades de la expresión visual. Así, son aceptados el diseño gráfico y la fotografía como exponentes válidos del quehacer artístico. Al reconocer en este año 2007 a Nuez como merecedor del Premio anual de Artes Plásticas, se está reconociendo, a través de su sostenida labor, toda una importante zona de nuestra riqueza visual. La caricatura en Cuba cuenta ya con una considerable galería de dibujantes, quienes, a través de medios de difusión masiva han ido conformando una imagen múltiple y valiosa en el panorama de las artes visuales. Después del Loquito tales imágenes plasmarán visiones bien variadas y ricas. El trazo apegado a cierta tradición continúa en Virgilio, mientras Santiago Armada –Chago– nos dejará una notable obra de humor metafísico a través de su complejo Salomón; otro destacado personaje radicalmente diferenciado fue Subdesarrollo Pérez, de Arístides, mientras Guerrero desarrolló una obra de múltiple ingenio. El semanario DDT unió a un notable grupo de caricaturistas, que desplegaron una importante obra durante varios años. Con estilos individuales, artistas como Tomy, Carlucho, Ajubel, Ares y otros más jóvenes renovarán la línea expresiva del dibujo humorístico cubano, así como el comentario de la actualidad vivida en el país o con una proyección de mayor alcance. Quisiera destacar la labor de Manuel, incisivo y regocijante comentarista de la vida cotidiana cubana, quien afortunadamente ha reunido dibujos de su amplia producción en cerámicas y en un libro, lo cual trasciende la fragilidad temporal de una publicación periódica. Pasando a otro medio comunicativo, Juan Padrón ha escogido a uno de sus personajes publicados en prensa para proyectarlo en dibujos cinematográficos. Con esto, ha surgido un nuevo personaje que protagoniza un período histórico de nuestra nación, el de las luchas contra la metrópoli española y llega así Elpidio Valdés, con un nombre que recuerda la emblemática novela de Villaverde, a ser un héroe mambí visto con la mirada contemporánea. Esta diversidad de estilos y autores, mencionados solo como botones de muestra, es testimonio de una línea sin ruptura de caricaturas de temática política y social, acorde con el devenir histórico.

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Figura 3: La sierra.

René de la Nuez es uno de los que con más larga trayectoria encarna tal labor continuada. Y su trascendencia histórica radica precisamente en haber iniciado, hace medio siglo, su labor como dibujante humorístico con la creación de un personaje-tipo que fue reconocido por un público mayoritario como la encarnación de lo mejor del pueblo cubano. El Loquito vivió pocos años, los de la lucha insurreccional pero, al igual que el hecho histórico del cual fue portavoz, su pervivencia se remite a otra dimensión temporal. El Loquito, como el Bobo antes, permanece como un hito en el imaginario visual del país. La caricatura, simbólicamente personificada en Nuez, ha recibido su justo reconocimiento y pasa a ocupar el lugar que le corresponde.

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Figura 4: Fidel baja de la Sierra.

Nuez por René de la Nuez

Nací en San Antonio de los Baños, en un pueblo donde pasaba un río, el Ariguanabo.

En el momento en que comencé a tener ideas de que quería dibujar yo era muy joven, era apenas un muchacho, empecé haciendo muñequitos, como se les llama corrientemente. En mi pueblo había un fuerte movimiento de peñas literarias y artísticas, entonces yo me uní a ello, para ir aprendiendo. Lo primero que hice fueron algunos dibujos para la portada de una revista estudiantil de mimeógrafos: El Boletín de la AEA (Asociación Estudiantil Ariguanabense). Allí hice varias portadas. Para esto no pasé ninguna escuela, porque la caricatura no se estudia en escuelas, hay escuelas de artes plásticas, pero no de caricaturistas; yo soy, como muchos otros, un autodidacta, que me movía y aprendía mucho en la discusión, y de la gente que me rodeaba; lo que podíamos llamar un caricaturista de oído.

Mis primeros dibujos políticos para un periódico nacional los hice para Zig-Zag, uno de los semanarios más importantes de este tipo que había en el país.

Con el tiempo me fui dando cuenta de que con las caricaturas que se hacían hasta ese momento de Liborio yo no iba a poder tener un criterio revolucionario de la situación que se estaba viviendo en el país, ese personaje era muy débil, y no me servía, entonces traté de hacer uno nuevo, un Liborio que fuera mío, para poder moverlo a mi manera. Así salieron las primeras ideas de lo que más tarde sería El Loquito, fue en febrero del 57.

Lo hice a base de triángulos, buscando un estilo que lo hiciera, desde el punto de vista gráfico, salirse de los demás personajes. Le puse un collage (que en aquel momento era muy usado por los surrealistas) de papel periódico en el sombrero. El Loquito pegó enseguida, era muy candente; hablaba en clave para poder decir las cosas y burlarse de la dictadura y la censura batistiana. Como era loco cometía locuras y de esta forma cubrió toda una etapa, tratando de romper el silencio que se quería imponer a los medios de prensa. Recibía mucha ·correspondencia, incluso ayudó bastante a la circulación del periódico.

Con El Loquito yo aprendí mucho; como caricaturista, me ayudó a crearme todo un estilo de trabajo. Me enseñó a reflejar en un breve espacio una situación desde el punto de vista plástico y a hacer una caricatura que siempre dijera algo. La composición en la caricatura es muy importante, de lo contrario esta podría convertirse en algo que no se entiende, y el hacer la caricatura de El Loquito me dio la clave de cómo expresar en un área bien reducida la situación interna del país y al mismo tiempo lograr que la gente la entendiera.

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Figura 5: El Loquito y el ómnibus para el reparto La Sierra

Al principio durante las dos pri meras semanas no fue un dibujo político; era tan solo la presentación de un loco, para que la gente lo conociera, que había salido de Mazorra y estaba haciendo locuras, como por ejemplo acostarse en la línea del ferrocarril, leer el periódico mientras cruzaba la calle... Pero este loco pronto comenzó a seguir los acontecimientos políticos que tenían lugar, y cuando vino el asalto al Palacio Presidencial salieron por primera vez los Loquitos con carácter político y así poco a poco, sin darme cuenta, fui construyendo un lenguaje para El Loquito a base de claves, códigos, símbolos, donde expresaba lo prohibido, lo que no se podía decir comúnmente; por ejemplo: hablar de la Sierra Maestra, de Radio Rebelde, de Fidel, de los chivatos y muchísimas cosas más.

Mis caricaturas fueron por ciclos. Uno de los más populares fue el ciclo de la ruta 30, fue muy especial. Yo dibujaba con un ómnibus que pasaba por el reparto La Sierra, siempre divertía con este pequeño símbolo, y cuando la censura me prohibió poner el número 30, entonces me valí de los números romanos o las operaciones matemáticas cuyo resultado siempre fuera treinta: 25 5; 15x2; 52 5. En este ciclo fue donde pude dibujar por primera vez directamente a Fidel dueño de Oriente, bajando de la Sierra.

El 58 fue el año más difícil, pero también el más creativo. Yo pienso que ahí fueron mis bases como dibujante, aprendí a ilustrar en mis dibujos problemas de la situación nacional, cómo convertir la noticia en caricatura. Creo que eso me hizo muy bien, fue un enfrenamiento muy bueno y muy útil aunque a finales del año El Loquito salía por puro milagro.

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Figura 6: El Loquito y la censura.

Tanto me identificaron con El Loquito durante todos esos años que incluso llegaron a cambiarme el nombre, en el periódico me decían: «oye loco ven acá», porque ese era el nombre de mi protagonista, esas son etapas en las que a veces el personaje se come a quien lo crea, pero de esas etapas hay que salir porque uno no puede vivir toda la vida de lo mismo.

Tras el triunfo de la revolución El Loquito vivió una etapa breve, porque ya no había necesidad de hablar en clave. Todo el andamiaje, digamos creativo, del Loquito se venia al suelo por ley natural, ya no tenía sentido; ahora se podían decir las cosas de otra forma y El Loquito se hacía inoperante. Mucha gente me preguntó por qué no seguí, pero las condiciones no estaban creadas, además no podía amarrarme así a un solo personaje ni seguir haciendo una cosa que fuera de tontos. Era el momento de expresar otras ideas y entonces me armé de un personaje que ya venia desarrollándose sin yo quererlo ni saberlo dentro de El Loquito: El Barbudo, el cual he hecho desde entonces hasta hoy; cuando quiero representar al cubano revolucionario, lo hago a través de este personaje.

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Figura 7: El Loquito y el ómnibus de los Hermanos Castro.
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Creación de la ficha (2015): Adelaida de Juan. Edición de Félix López. · El presente texto se recupera tal cual fue publicado originalmente, sin aplicar corrección de localismos ni revisión de estilo. Tebeosfera no comparte necesariamente la metodología ni las conclusiones de los autores de los textos publicados.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ADELAIDA DE JUAN (2015): "Nuez: Premio a la caricatura", en REVISTA LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA, 28 (14-VI-2015). Asociación Cultural Tebeosfera, Ciudad de la Habana. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/nuez_premio_a_la_caricatura.html